Capítulo 34
-Y estaba tan tranquilo buscando un maldito traje, hasta que Anasui me llamó y heme aquí, hablando sobre mis problemas a un montón de niños. – Como casi arrepintiéndose de estar ahí, más no lo era del todo, pues Jotaro terminó de contar al trío de jóvenes que había permanecido en silencio, y que además parecían no inmutarse mucho de las veces en que llegaba a referirles de manera algo despectiva, incluso el de cabellos rosas ya estaba más que acostumbrado y se mantenía tranquilo.
Si bien, su frustración seguía siendo evidente por sí sólo más que por el hecho de sentirse obligado a estar ahí, es decir, parecía cargar con ello desde hace un tiempo antes. A leguas se veía que no la pasaba bien, aun cuando estuviese en Florida para mero descanso según les contó Anasui a la pareja.
Ninguno lo decía, pero tal vez era obvio que el señor Kujo no tenía a donde recurrir y más por lo que contaba de la dichosa cena, y a su vez que al parecer su relación con su familia iba cada vez peor.
Más con la presencia de ese par de sujetos de cabellos rubios, tal como pensaron al unísono sin saberlo, aun cuando no mencionaba mucho al menor de esos dos, sólo al que parecía ser el padre.
-Para que haya venido sólo por vacaciones, se nota que está más que nada estresado. – No se limitó Wes, que parecía ser el más cercano y de confianza de los tres hacia el mayor, o más bien el más valiente. Y ciertamente, la única reacción del hombre fue solo un suspiró un tanto disimulado.
Le agradaba el albino, pero vaya que le exasperaba que fuese así de directo con lo que pensaba.
-Sí, como sea. En primer lugar; no sé por qué les conté esto. – Se apenaba de haberlo hecho, ¿Qué sabrían de problemas un montón de niños? Pensó. Jamás entenderían su situación, aun cuando Wes fuese el de más edad de los amigos de Jolyne, claramente los subestimaba por igual. – Y en segunda; tengo que irme, como ya les dije, tengo mucho por hacer.
O tal vez era lo ridículo que se veía a sí mismo desahogándose con personas mucho menores que él y con eso, amagó en levantarse del mullido sillón e irse, sentía que perdía el tiempo.
-No tiene qué avergonzarse, señor Jotaro. – Casi como si le leyese la mente le detuvo alzando su voz un poco, pues la empatía que sentía la pareja era lo que les permitía saber lo que podría estar sintiendo el hombre, además de su expresión y la aflicción en su duro rostro. – Puede que no lo crea, pero nosotros también somos sus amigos. – Con una sonrisa quiso darle entender que podía sentirse en confianza con ellos.
El mayor lo veía un tanto irreal, pero ver que era atendido por los amigos de su hija le ayudaba a sacar todo su naufragio de emociones incómodas. Si bien, eso también le hizo darse cuenta de algo.
No sólo Wes, sino también Perla y Anasui se veían en un semblante empático hacía él. Si bien, dentro de esa escena era un poco inusual tener al de cabellos rosas bastante callado en su lugar, que su atención fue de inmediato hacia al susodicho. Y bastante atento como los otros dos sin ningún comentario que podría desagradar le como ha estado acostumbrando últimamente; eso le reconfortó de alguna manera.
-Gracias, supongo... - No sabiendo qué decir, sólo tomó una galleta para desviar un poco la timidez. Era un gesto cálido que parecía no haber recibido desde hace bastante tiempo o eso se podría pensar luego de saber de lo incómodo que ha estado.
-Señor Jotaro, si quiere, puedo prestarle un traje. – De manera repentina ofreció el joven, provocando que el hombre levantara una ceja sorprendido y una sonrisa enternecida de Perla. – Claro, si no le incomoda.
-Wes tiene muchos trajes bastante buenos. – Se unió de buena gana la joven. – Podría quedarle alguno muy bien, no se desgaste más, señor.
Parecía que ambos se preocupaban genuinamente por él, tal vez por el hecho de que era padre Jolyne, pues Jotaro notaba la genuina preocupación de la pareja y sólo brindarle apoyo de manera desinteresada, ¿Tanta lástima daba? No evitó pensarlo así por un segundo, aunque por una parte le conmovía.
-No es para tanto, sólo tengo que buscar el mío en la cochera. No necesito ayuda de unos niños. – Quiso zafarse incluso siendo arisco, pero de un momento a otro sentía la mano de la rubia jalándole sutilmente el brazo.
-Queremos ayudarlo, no se haga ideas tontas. – Siendo más directa la joven, casi sorprendió al mayor por cómo le dirigió, aunque la manera en que llegaba a serlo con ellos tal vez era justo. – Háganos ese favor, ¿Sí?
Jotaro observó una vez más al par, y sin lugar a dudas se tentaba en aceptar. Si bien, viendo más de cerca a Perla, pudo ver unos ojos que le recordaban a Jolyne, como si en ella viera esa amabilidad que deseaba que su hija tuviera con él.
Era un deseo sí, pero sólo la ha llegado a ver en esa forma con todos menos con él, sobre todo con su madre, Giorno y sus amigos. Si bien, el que le negara ese cuidado de amor filial fue su culpa, ¿Cierto?
- ¡Bien! De acuerdo, y más vale que no me ajuste demasiado, no me haré responsable si llega a romperse. – Siendo ya guiado más al interior de la casa por la pareja, de cierta forma pensaba que ellos le daban un respiro, aunque no sería por mucho tiempo.
Al menos sería una cosa menos por la que desgastarse.
-Somos casi de la misma talla, señor. – Sonará irónico viendo la corpulencia del hombre, pero eso era verdad, Wes confiaba que le quedaría bien alguno.
Podrían ser para el hombre sólo los amigos de su hija, pero los años de conocerse no eran por nada, y aun tratándose de ellos podían leerlo con un poco más de facilidad.
Incluso para Anasui, aunque el de hebras rosadas desde hace rato en silencio ponía un poco más de atención mirando a Jotaro que ya se alejaba de su panorama. A decir verdad, no tenía mucho qué decir por primera vez desde que este llegó a Florida. Tan sólo en ese momento pensaba en que Jotaro mostraba un semblante que le recordaba mucho a Jolyne, una imagen de ella mucho más específica de cuando era pequeña.
Sin quererlo, el joven tuvo una retrospección de su niñez con la jovencita, la misma que formaba en su tierna cara una melancolía tan parecida que le rompía el corazón, y es que eso lo había mantenido bastante callado durante la reciente plática.
Y a través de todo eso, no se sabía explicar del todo cómo es que en ese entonces su única amiga, se había convertido en la mujer por la que suspiraba y ocupaba siempre su mente.
Anasui pensaba que él era ese tipo de joven que se entorpecía con solo escuchar el nombre de la chica que le gustaba, y cada día que pasaba se lo creía cada vez más; perdía el control y no sabía frenar sus emociones o impulsos cuando se creía en peligro de perderla.
Ser el pretendiente incomprendido era casi como su título y varias veces así se catalogaba aunque le molestara. No obstante, sabía que se lo había ganado a pulso, pero sus sentimientos hacia ella eran sinceros y sólo buscaba una manera para estar al menos a su costado de su corazón.
Y aquel momento era un ejemplo de tantos de lo que ella causaba en él, de sólo pensar que en esos instantes que compartía con su padre y amigos, Jolyne podría estar haciendo a saber qué cosa con ese rubio extranjero, evitaba la idea, pero de todas formas sí que le dolía.
A veces pensaba que él no hacía lo suficiente y se sentía desesperado.
Tal vez Wes y Ermes tenían razón, como varias veces le llegaron a decir, él no trataba ese sentimiento con madurez y sólo ponía en problemas a la chica que amaba. También Foo se lo decía, pero de una manera mucho menos agradable.
¿Será verdad? Creyéndose en un momento donde puede pensar de manera un poco más fría, puede que logre separarla de ese sujeto, quería y estaba dispuesto a dejarlo en una mala posición y se largara de la vida de Jolyne.
Sin embargo...
- ¿Anasui? – La voz de Perla se incrustó en la cabeza del de hebras rosadas, sin darse cuenta tenía la cabeza gacha y miraba sus manos, al verla esta parecía preocupada.
- ¿Sí? – En un tono desganado respondió, eso descolocó a la rubia.
-Cariño, estoy hablándote por un minuto, ¿Estás bien? – ¿Un minuto? ¿Tanto se había perdido dentro de sí? Anasui solo formó una media sonrisa y negó con tranquilidad.
-No es nada, solo pensaba en Jolyne. – Sin miedo, se sinceró y se levantó de su lugar estirándose un poco, se sentía entumecido.
La otra por su parte, al saber que la hija de Jotaro ocupaba su mente no supo qué decir, pues eso era casi siempre.
Perla apreciaba mucho a Anasui, Jolyne y Jotaro, y algo de verdad no le estaba gustando nada de esa situación, más allá de lo que se veía.
Tenía bastante incertidumbre y no sabía si lo que hacían era lo correcto.
...
El silbido ameno de Ermes inundaba la solitaria y húmeda calle, aun cuando haya tenido un grave percance con un mal nacido prepotente y su teléfono celular, la visita de Jolyne y su novio, como ella internamente le refería, le habían aminorado ese mal estar. Si bien, aprovecharía el momento para buscar a su amiga Foo, pues seguía siendo una preocupación, además de buscar algo de pan y demás cosas para comer.
No quedaba lejos, por lo que incluso ya a unos pocos pasos llegaba a ver a su amiga desde el ventanal lleno de carteles promocionales de lo que vendían en ese mini super. Apenas se le veía de perfil portando su uniforme y mirando su propio teléfono celular, cosa que le hacía extrañar el suyo. Así, con un poco más de prisa fue hasta la entrada y abrió la puerta con la intención de hacerse notar de manera llamativa.
- ¡F.F.! – Alegre y con los brazos extendidos, sobresaltó a la otra ocasionando que el aparato resbalara de sus manos, más no cayó pues lo sostuvo a medias. Si bien, su atención dio rápido a la morena que ya llegaba con una gran sonrisa, ¿A qué se debería? Aunque siempre se recibían alegres las unas con las otras.
- ¡Ermes, me asustaste! – Parecía reproche, pero más estaba contenta de tenerla ahí.
- ¿Estás ocupada? – Preguntó al grano queriendo arribar a lo que tenía en mente, aunque algo de sarcasmo en la morena pudo captarlo Foo. – Digo, se ve que tienes mucha clientela qué atender. – Y ante eso, el silencio reinó dando a entender el vacío del local, aunque la de cabellos verdes sólo arqueó una ceja señalando con la mirada al fondo; una persona de piernas cortas que apenas se le veían unos cabellos rubios en la zona de dulces. Ermes pudo verlo, aunque igual no desacreditaba la ironía. – Bueno, pues apurada no te veo. – Se acercó y se apoyó en la mesa de cobro donde estaba su amiga.
-Pues, poco o mucho sigue siendo trabajo. – Se encogió de hombros apoyando su barbilla con la palma. – Pero tengo tiempo para ti, no es común que vengas a verme justo aquí. – Con una sonrisa y un guiño en su ojo izquierdo le indicaba que le alegraba de verla.
-Si no te visito a tu casa es tu culpa. – Puso una mano en la cintura y mirándola más de frente. – Si no es el trabajo, juegas todo el bendito día con tu amiguito de quién sabe dónde. – No fue severa en su recriminación, pues eran vacaciones a fin de cuentas. Más no negaba lo desatendida que se sentía.
-Italia, Narancia es de Italia. – Con cierta gracia reafirmaba por milésima vez el nombre y país de su amigo. No evitó una leve carcajada por los celos de Ermes, está sólo colocó una mueca en los labios. – Les he dicho a ti y a Jolyne que si querían podían jugar con nosotros, de paso se los puedo presentar.
- ¡Pff! Primero; dudo que Jolyne pueda por el momento, está bastante ocupada con la visita de su padre, y segunda; ni siquiera lo conoces, ¿Cómo sabes que no es un apestoso secuestrador viviendo en la azotea de su madre en Detroit? – Aquello hizo reír con ganas a Foo, y aun lo gracioso que haya sonado, sabía que lo decía muy en serio. Si bien, el sólo mencionar a su otra amiga, le recalca cierto hecho que presenció y no llegaba a descifrar, más antes estaban tratando del tema de su amigo en esos momentos. – Hablo en serio, F.F.
- ¡Hey, tranquila! Te puedo apostar lo que quieras que no es ningún depravado de Detroit. – Encendiendo su teléfono celular, tecleó un par de veces y luego le mostró la pantalla a la morena. – ¿Ves? Incluso se ve bastante joven para su edad. – Ahí Ermes podía ver a un joven de piel ligeramente acanelada de cabellos negros y ojos amatistas, además de una blanca sonrisa.
-Parece un niño. – Pensó en voz alta más que nada. ¿Desde cuándo sus amigas conseguían chicos extranjeros? Más específicamente de Italia, pensó más no lo diría o al menos no todavía.
-Se ve como tú o yo, ojalá me viese igual que ahora en unos años. – Guardó el teléfono en el bolsillo de su uniforme y volvió su mirada a la otra.
Ermes viendo como Foo guardaba el teléfono, recordó uno de los principales motivos de su visita.
-Sí igual yo, pero bueno, dejando el tema de tu cyber-novio...
-No es mi novio. – Aclaró de inmediato, aunque un sonrojo ligeramente la invadió. Aunque, recordó que quizá ella no era el tipo de chica que buscaría Narancia, creyó suponer.
- ¡Como sea! Amiga, necesito de tu ayuda. – En eso tomó sus manos y eso descolocó a la otra. – ¿Crees que haya vacantes en este mini super o algún trabajo que te haya sobrado? – Bastante suplicante, la forma de sus ojos cambió a unos que parecían aguarse y las cejas curveadas hacia abajo daban una imagen lastimera.
- ¿Qué? ¿Quieres trabajo? ¿Y ese milagro? – Bastante confundida, pues Ermes realmente no le gustaba nada trabajar, más que nada recordando del ya fallecido restaurante que su familia manejaba. – ¿Necesitas dinero o qué demonios?
- ¡Sí! Tuve un percance con mi teléfono celular y un maldito hijo de...
- ¡Espera! Hay un niño presente. – Antes de dejarle completar la frase, le cayó tapándole la boca y mirando al pequeño rubio del fondo, que parecía bastante sumido escogiendo sus golosinas. Si bien, Ermes se soltó mirando al ensimismado niño.
-Ni siquiera nos escucha.
-No importa, pero bien, ¿Qué sucedió? – Alentándola, en eso pudo ver la expresión que cambiaba de una confundida a una furiosa y frustrada.
Así, Ermes platicó brevemente lo sucedido, cosa que enojó a F.F. de alguna forma, pues conociendo a la morena y siendo una de sus más entrañables amigas, sabía lo mucho que le afectaría estar tan incomunicada, además de los ahorros que gastó para ese teléfono.
- Y por culpa de ese sujeto, tengo que comprar uno nuevo antes de que se acaben mis preciadas vacaciones. – Ahora no sólo era por el desagradable incidente que tuvo que rememorar, sino por las consecuencias que eso le llevaría y de no poder aprovechar el resto de sus días vacacionales si no llevaba un teléfono celular consigo.
Foo comprendía a la perfección que parecía haberse metido ella misma en ese relato, tanto que tuvo ganas de maldecir.
-Malnacido hijo de...
- ¿Ya puedo pagarte mis dulces, Foo? – Si bien, la voz aniñada del pequeño que no había notado ya se encontraba entre las féminas, paró en seco al igual que la morena y ya veían al pequeño rubio cargando con un montón de comida y en su mayoría chatarra.
-Ah, claro. Discúlpame, Emporio. – Interrumpiendo un poco su plática, la de hebras verdosas cobró cada golosina rápido y eficiente como acostumbraba a hacerlo. – Es mucha chatarra, ¿Seguro que tus padres te dejaran comer todo esto tú sólo?
-Deja que yo me preocupe por ellos. – Bastante indiferente a eso, sólo esperó a que la joven terminara de poner todo en un par de bolsas.
-Puede hacerte daño, eres un niño en desarrollo. – Intervino Ermes, aunque como respuesta sólo recibió una sonrisa traviesa por parte del pequeño.
-Aquí tienes, y al menos distribúyelo. - Le dio F.F. su cambio. - Te pareces mucho a un amigo que también come mucha chatarra y él se quedó como un niño para siempre. – Quiso asustarlo de alguna manera refiriéndo a su amigo Narancia, pero pareciera que no lo logró.
- ¡Bien, seré Peter Pan! Los adultos no me gustan. – Sincero, pero sin ser grosero, recibió las bolsas y bastante animado giró sus pies hacia la salida. – Gracias, ya pueden seguir con su conversación, espero consigas trabajo. – Se dirigió a Ermes sorprendiéndola. – ¡Adiós!
Saliendo lo más pronto con energía y emoción de comer lo que había comprado, dejó mudas a las jóvenes mirándolo irse cada vez más lejos.
-Te dije que nos escucharía. – Con ternura afirmó la de ojos hazel, la otra sólo lo dejó pasar.
- Tampoco es que sea un secreto. Huh, como sea, también requiero comprar algo de comida; pan y esas cosas. – Con cierta prisa o más bien sin tanto interés en lo que escogería, rápidamente dio la vuelta y tomó lo necesario, no tanto, fue lo que pensó. Sería sólo para su par de invitados.
-Pero si Gloria vino ayer a comprar pan. – Mencionando a su hermana, le extrañó que se acabara tan rápido.
-Cuando eres una mujer y en los peores días del mes, te comes hasta una vaca, querida. – Bien, tenía razón, recordando que esos días que mencionaba Ermes, pronto estarían por martirizarle.
-Buen punto, supongo. – Cobrando y pasando la comida sobre el verificador, de inmediato los guardó en una misma bolsa de plástico luego de recibir el billete.
- Y bien, ¿Hay trabajo para mí o no? – Retomando su necesidad, recibió la bolsa dejando pensativa a Foo.
-Podría ser, déjame hablarlo con mi jefe. Pero, de cualquier forma, podría conseguirte en otro lado, hace poco pensaba trabajar en un restaurante, pero pedían turno nocturno y que asco. Necesito mi juego en línea por la noche. – Sacando la lengua haciendo notar su desagrado de la idea del trabajo nocturno.
- ¡Oh, claro! O no podría jugar con tu novio, ¿Verdad? – En un tono juguetón, sonrojó con más velocidad a F.F., pero pronto volvió a su color.
- ¿Quieres que te ayude o no, Ermes? Y sólo somos amigos, si lo conocieras te darías cuenta.
- Tranquila, solo quiero molestarte un poco. – Le guiñó un ojo, pero la otra no le siguió el juego. – Entonces, vendré de nuevo a verte.
– Sí, veremos cómo resolver esto, prometo ayudarte. – Dando una sonrisa jovial, le dio a entender su apoyo.
- ¡Gracias, hermana! Te debo una, y ya debo irme porque tengo a Jolyne y a su novio en mi casa esperándome, ¡Bye, bye! – Despidió con la mano, pero en eso Foo no asimiló bien esa última parte de su frase, ¿Jolyne y su novio? Quedó paralizada viendo cómo la morena ya se iba y pareciera que con prisa.
- ¡Espera! ¿¡Jolyne y quién!? – Levantó la mano hacía donde había desaparecido queriendo detenerla. ¿Escuchó bien? ¿Novio? No se estará refiriendo a Anasui, ¿O sí?
Ermes había insinuado un par de veces a Jolyne, quiso preguntar, pero antes estaba el asunto del teléfono celular y demás. Lo tenía presente, pero no tuvo la intención de interrumpir.
-Mierda, debí preguntarle de todos modos. – Se reprochó Foo, además de recordar que Ermes también había mencionado la visita de Jotaro a Florida. Si bien, recordaba a un par de extraños en aquel día.
Que estúpida fue para haber dejado una buena oportunidad para saciar la curiosidad y preocupación, pensó.
...
-Confieso que me pone algo, no sé... ¿Celoso? – Sin miramientos, Giorno le dijo a Jolyne sorprendiéndola, ¿Celoso, en serio?
Ambos completamente solos en esa mesa, con únicamente el sonar de las manecillas en el reloj de pared; la joven no había esperado escuchar eso. Incluso eso la sonrojó un poco, aunque, ¿Por qué? Y el rubio parecía tener una reacción similar, si bien, parecía más que nada firme y sin ningún tipo de vergüenza.
Le parecía alguien singular, sin lugar a dudas.
-Bueno, no te culpo si no te agrada, incluso hasta a mí me amarga el día con sus ocurrencias y más cuando está mi padre. – Desviando el sentimiento que le había producido, recordaba y analizaba más que nada la complicada relación que tenía con el de cabellos rosas. – Pero ha sido mi amigo por años, digo, no nacemos siendo maduros o algo por el estilo. – Más quiso aclarar algo con algo de apuro. – ¡Y no justifico lo que ha estado haciéndote! Es más, nunca lo había visto tan agresivo, esto es nuevo para mí si te soy sincera. – Afligida quizá, Jolyne no recordaba en ningún momento que Anasui golpeara a otros por ella, siempre fue fastidioso y hasta tonto cuando estaba celoso, pero nunca algo como eso, desde que Giorno llegó si era más precisa.
El rubio sabía leerla bien, no por nada pasaba mucho tiempo con ella aun con el poco rato que llevaba en Florida. Claramente se preocupaba por el de hebras rosadas, pero, ¿Qué había de él? aunque Jolyne también se preocupaba por que él estuviera cómodo en su visita, no le gustaba del todo que también estuviera al pendiente del otro sujeto.
-Sí, comprendo eso. – Viéndose tal vez incómodo, miraba hacia hacía su hombro sopesando lo que la menor decía. Aun cuando ella le hubiese aclarado que no le justificaba, Anasui tiene bastante peso en los sentimientos y en la vida de Jolyne, se notaba. Cosa que se hizo cuestionar. – ¿Puedo preguntarte algo? Si no es que me entrometa. – Sonando casi demandante y puede que ligeramente mordaz, provocó que Jolyne abriera más los párpados y su rostro girara algo asombrada.
-Sí, ¿Qué pasa? – De pronto, sintió un agarre inesperado por parte del otro, tomando sus dos manos y con su rostro un poco más cerca del suyo.
-Realmente, ¿Qué significa Anasui para ti? – Como si ese contacto tuviese un efecto de confianza, aún más de la que tenía, alentaba o esa era su intención para saber más sobre Jolyne. Y no porque quisiera conocerla más y nada más, quería asegurarse de algo, aun cuando ni sabía de qué exactamente.
Pasmada y con un par de parpadeos antes, miró de igual manera detenidamente al joven, pues no tenía remedio y casi le obligaba a verle.
-Anasui es... - No pudiéndose concentrar por la penetrante mirada, poco a poco este se fue alejando y ésta miró hacia arriba reflexionando o más bien recordando; a un pequeño niño de ojos bastante brillantes y de un color de pelo muy llamativo. – Es mi amigo de la infancia, como ya te dije. Pero si insinúas si siento algo más allá que una amistad o lo que sea, no...
Lo negó, pero de igual manera se sintió extraña esa respuesta o así lo sintió Giorno. No se lograba convencer con eso si se sinceraba consigo mismo, pero Jolyne no mostraba ningún tipo de bochorno o algo que le indicara una contestación contraria.
Parecía que sólo lo veía como un amigo muy íntimo, eso quería creer. Aunque, ¿Estaba siendo imprudente o posesivo? Podría ser y pensaba mucho en lo que Mista le llegó a decir por teléfono.
Eso no era correcto, no quería perder la confianza de Jolyne y debía corregirlo.
-Jolyne, yo...
-Aunque, pensándolo mejor, puede que sólo un poco después de que mis padres se divorciaron. – Pensativa y bastante tranquila mencionó como si nada empalideciendo al rubio de repente.
- ¿¡Qué!? – No evitando la conmoción exclamó llamando de nuevo su atención. – ¡Jolyne!
- ¡Hey! Tú preguntaste y, además, fue hace muchos años, pero eso no significa que sienta lo mismo ahora. Era como una especie de soporte emocional, no sé. Y además... - Volviendo a cambiar drásticamente el semblante, el mayor se intrigó. – A mi me gustaba alguien más. – Como si llegara a sentirse pequeña de nuevo, sólo observó al otro como si ese alguien de su pasado le recordara, más porque no era la primera vez que lo proyectaba en Giorno.
- ¿Alguien más? – Sin poder razonar nada, su incertidumbre no le dejaba razonar nada, ¿Quién podría gustarle a Jolyne?
– Pero era muy pequeña para siquiera recordarlo con claridad. Sólo se trató de un gesto amable y ya. – No queriendo arribar tanto en esa parte, simplemente contempló de nuevo el descompuesto rostro de Giorno y no se limitó en reír. – Vaya, jamás creí verte así de celoso.
Apenado y carraspeando, se reincorporó arreglándose la camisa como un acto reflejo de que estaba completamente relajado.
-No estaba celoso, sólo intrigado.
-Sí, claro. Hasta tu cabello se desarregló un poco de la impresión. – Obvio no creyéndole nada, acercó su mano hacia un pequeño mechón dorado que se había salido de su órbita, ella lo arreglaba con delicadeza y Giorno tenía a la chica muy cerca suyo de una manera bastante inocente.
Eso pudo calmarlo sabiendo que ella ya era cada vez más atenta para con él.
En ese momento y sin que ninguno lo viese venir, Ermes llegaba bastante cautelosa a su propia cocina y comedor, procurando no hacer sonar sus propias llaves o la bolsa que llevaba en su mano derecha.
Miraba apenas asomando sus ojos al par; Jolyne acomodando el pelo dorado y Giorno como si estuviese completamente hipnotizado por su amiga, aunque ella no parecía muy alejada de eso tampoco.
La de ojos verdes encantada parecía tocar esas fibras de oro y la morena solo sonreía. Visualizando un poco más el momento aun sin avisar su llegada, mirándolos a ambos y lo que emanaban, muy romántico a su parecer y tranquilo.
Amiga, estás perdida. Pensó Ermes.
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Banda querida <3 una disculpa por la tardanza, pero ya por fin aquí el cap. Pretendía hacerlo más larguito, pero a veces creo que muy largo llega a ser tedioso(?
Huh amigos... *aviso, mucho texto y nada que ver con el fic en sí, no obligatorio leerlo*
Sé que no se justifica la tardanza y todo eso, tampoco quiero preocuparlos pues no es tan grave en sí, es decir, tiene solución pero quisiera comentar algo personal. Y creo que llega a reflejarse aun con lo que uno escribe o algo así.
No me he sentido muy bien de animo, tengo algo de problemas emocionales y sobre cosas que tengo que enfrentar, y pues cuando trataba de escribir o hacer cualquier otra cosa se complica más pues porque no me llegaba a concentrar, hasta llegué a considerar en borrar todo alv xd pero no, eso me haría sentir peor. A veces sobre pensar mucho las cosas que a uno le preocupa que hasta la cabeza te duele y quieres llorar, al menos eso para mí.
Sólo quiero decirles que si alguno de ustedes tiene algo así, de verdad que no duden en buscar una ayudita. No tienes que estar completamente destruido (mejor no esperar a estarlo) para tener un soporte o ver a un psicólogo, porque incluso eso te puede afectar más cabrón a la larga, afecta tu química corporal incluso.
Yo se lo digo con cariño, amigos. Tal vez alguien este pasando por algo que no es capaz de contarle a alguien, no son débiles por sentirse mal, de hecho me parece bastante valiente el que lo reconozcas y quieras seguir adelante. Y sí alguien menos precia ese sentir, de verdad que se vaya o vayan alv, ellos no sienten lo que tú.
Ni que fuéramos robots xd
Si uno no esta bien, no podrá rendir en la vida, si llegas a considerar un descanso de la escuela, trabajo o similar, es bastante valido. El tiempo se puede recuperar, más importante la salud fisica y mental.
Bueno ya, sólo queria decirles eso, nos leemospronto <3 cuídense mucho, los quiero
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