Capítulo 31
Aun con el silencio quizá incomodo, pero más extrañado. Todos miraban a un sonriente Dio a excepción de Jotaro. Cada uno con una sensación distinta, más cuando solo la que había dado una afirmativa, era la mujer de hebras castañas.
-De verdad agradezco mucho su aceptación. – Dijo sinceramente el rubio mayor, pues sabía que con la única que contaba enteramente era con su exnovia de energía cariñosa. Aunque bien él sabía que los ojos que le dedicaba eran de inquietud y enredo, casi cuestionándole con solo verle. – Podrá ser extraño, pero quiero hacer esta reunión como una compensación, desde mi llegada y al menos desde mi punto de vista ha sido una molestia.
-No, Dio. Para nada. – Quiso interrumpir la mujer para hacerle ver que no era así, y en realidad, él había llegado justo en medio de un conjunto de incidentes bastante pintorescos y claro nada favorables, cosa que él ya sabía y le parecía extraño que se expresara así.
-Bueno, da igual. Sólo quiero indemnizar los malos ratos, ¿Está bien si es en la noche siguiente? – Con serenidad y sin presión preguntó.
-No lo sé, tu hiciste la jodida reservación sin siquiera consultarlo antes. – Sin reparo, fue lo que respondió Jotaro, ya la castaña ni se molestaba en reprocharle, por lo que ya solo le ignoraría y aceptaría de manera educada y afectuosa a Dio.
- ¡A mí me parece perfecto! – Alzando un poco la voz, la mujer aceptó, pero luego se dirigió a los jóvenes. – Claro, si ustedes creen no tener ningún inconveniente. Por mi parte no tengo nada importante qué hacer por la noche. – Y ella suponía que ellos tampoco, pasaban el rato siempre juntos dentro de la casa ayudándola en lo que hiciese como han estado haciendo por varios días.
Giorno al momento no supo qué responder, de hecho, no sabía si eso era prudente o lo que fuera bueno, era su padre, pero igual siempre y nunca dejaba de ser sospechoso para él. Si bien, Jolyne al no ver una reacción clara del rubio menor, ella tan solo miró a su mamá y asintió levemente con la cabeza sin estar segura.
-Sí, ¿Por qué no? – Encogiéndose de hombros reafirmó la chica, realmente no veía el problema, puede ser repentino, pero Dio realmente no le parecía tan desagradable, aún sabiendo el pasado del joven y viendo la confianza que tenía su mamá para con él, no veía lo malo.
- ¡Bien! No se apuren, sólo sería para pasar el rato juntos. Es Florida, están vacacionando, ¿no? Creo no por nada mi hijo está aquí con ustedes.
El mencionado y directamente mirando a su padre, se cruzaba de brazos como si quisiera descifrarlo, pero en serio no veía nada sospechoso, más que su repentina invitación. De igual manera y debía admitir, es que era su padre, aquel con el que no le simpatizaba mucho y eso en sí era una razón para no confiar. Pero ahora recordando y sabiendo que este había mencionado que ya tenía una especie de relación con la castaña, la cual aún no comprendía del todo, veía una cierta cercanía y confianza entre ellos.
¡Como sea! Pensó, a lo mejor y sobrepensaba las cosas.
-Sí, bueno. Ya reservaste, ¿Tenemos opción? – Fue lo único que dijo Giorno, y aunque haya sido algo escueto y quizá grosero, eso de alguna manera emocionó a Dio, pero no lo demostraría, al menos no ahí.
- ¡Hey! Será divertido, al menos así puedo acercarme a mi hijo mayor. – Aunque no se limitó en decir un poco lo que le hacía sentir. El otro por su parte no replicó, tenía incluso ganas de rodar los ojos, pero no lo hizo de todas formas.
Él era más prudente.
Jotaro tan solo estaba expectante a regañadientes y el aceptar aquello con ningún agrado. Pero bien veía a su compañero, es decir Giorno, que conociendo a Dio ambos sabían no se podía ir siempre a ciegas cuando este está de por medio.
Al menos solo con eso podía identificarse con el menor.
...
Italia, Nápoles
El departamento en sí suele ser tranquilo, aunque para esas horas de la tarde era como si no se hallase ningún alma y eso no era común. No obstante, el sonido de unas llaves detrás de la entrada y el abrir de esta fue lo que resonó y pronto se dejó ver el de ojos negros y piel acanelada.
Con el alegre y tranquilo chiflido dando vida a su alrededor, Mista llegó de fuera cargando con un par de bolsas de plástico para después cerrar tras de sí. Ensimismado en su día tan solo dejó las llaves en el mueble junto a la entrada y dejó las compras justo encima de la barra.
Luego de eso, paró en su silbido notando lo silencioso que estaba todo, ¿Habrá salido Trish? Fue lo primero que pensó, pues siempre podía escucharse algo de ella, ya sea sus platicas por teléfono, la regadera o incluso su música cuando hacia alguno de sus deberes.
No estando seguro, tan solo fue para el segundo piso y de inmediato se topó con la puerta blanca de la chica, de su habitación. Y sin ningún miedo, tocó la puerta.
- ¿Trish? – Preguntó no obteniendo respuesta al segundo, entonces quiso verificar girando la perilla de la puerta, y ¡Oh sorpresa! Estaba abierta, entonces eso quería decir que ella estaba ahí, pues cuando está cerrada es cuando se hallaba afuera. Curioso pues viendo la manecilla de su reloj de pulsera y el sol brillante en su punto de más del medio día, pensaría que es bastante tarde ya.
¿Dormida a esa hora? Se habrá desvelado seguramente, aunque raro. De estar enferma ella ya le habría hecho saber, igual se preocupaba un poco.
Sin pena o similar, tenía bastante confianza con la de cabellos rosas, así que giró y abrió descubriendo una habitación muy bien ordenada, pero una cama regada y una Trish tendida boca abajo con el brazo colgado y lo que parecía, sosteniendo su teléfono.
Imaginando el contexto de eso, así solo se acercó despacio no queriendo despertarla con un susto y se sentó a su lado delicadamente. Sin moverse mucho, tan solo acercó la mano a su rostro apartando los cabellos enmarañados sobre sus ojos. Quiso verla y verificar que tan sumida estaba en su sueño, pues parecía piedra por tan inmóvil a excepción de su respiración.
Con esa acción, notó un pequeño sonido que provenía de ella, ¿Acaso roncaba? Quiso acercar su oreja y efectivamente, aunque leve. Y entonces en sus labios se asomó una sonrisa que amenazaba con una carcajada y aguantó, puede que no sea muy fuerte el ronco, pero era chistoso siendo ella muy delicada y seria.
Si bien, eso también le enternecía.
Aunque para eso, el tacto que había hecho Mista sobre ella, sin remedió provocó que esta se volteara hacia él aun dormida haciendo que el sonido que emitía se hiciera más impetuoso por un instante. Eso claro no evitó la risa que ya se le escapaba cubriéndose de inmediato la boca con ambas manos.
E inmóvil supo que ésta estando tan cansada, no se percataba todavía de su intrusa presencia. Incluso queriendo comprobar, golpeteó un par de veces su mesa de noche y efectivamente, esta ni se movía o se inmutaba.
-Trish sí que tiene el sueño muy pesado. – Susurró para sí muy a lo bajo, casi inaudible, pero eso fue suficiente para que los ojos de la chica se abrieran completamente y súbitamente, causando un susto de inmediato en ambos. – ¡Carajo!
- ¡Ah, Mista! – Con el despertar repentino, la chica se incorporó rápido y sin fijarse su frente chocó contra la del moreno provocando un golpe entre ambos. – ¡Huh!
- ¡Agh, mierda! – Cada uno tocándose su propia adolorida zona, Mista fue el primero en reprochar. – Trish, sí que tienes la cabeza dura.
- ¡Cállate! Si el cabeza dura aquí eres tú, ¿Qué haces en mi cuarto y sin mi permiso? ¿No ves que estaba durmiendo? ¡Idiota! – Sin limitarse, la joven regañaba más que nada por el dolor provocado, además de la pésima manera en la que la había despertado. De por si no se acostumbraba mucho en desvelarse, pero de verdad que lo había meritado y se daba el tiempo de descansar hasta muy tarde por esa ocasión.
- ¡Oye, discúlpame! Sólo quería ver si estabas bien, como no te vi en la mañana y ni cuando regresé. – Se excusó sintiéndose tal cual a un pequeño reprendido por su madre, pues realmente no fue a propósito el disgusto, tampoco es como si él hubiese querido ese golpe.
Trish no respondía al momento, pero le escuchó, no le molestaba el hecho de que estuviera ahí, si no sus maneras toscas de arribarla.
-Si bueno, no lo vuelvas a hacer y ya. – Visiblemente menos molesta, por fin quiso saber. –¿Dónde estabas? Y para tu información, si estaba despierta en la mañana, pero tampoco te vi. – Y no mintió, aunque no se le ocurrió referir que estuvo hablando por teléfono con Narancia hasta que salió el sol.
-Fui por el dinero de la apuesta y de compras. – Contestó sin miramientos y algo emocionado por mencionar la apuesta ganada. – Hubieras visto, Narancia prácticamente me aventó el dinero en la cara en cuanto me vio. – Se encogió de hombros, parecía igualmente desvelado ahora que recordaba. – Fugo antes me había dicho que no estaba dispuesto, pero iba de paso y dije ¿Por qué no?
- ¿Dinero? – Por un momento se había perdido, pero de inmediato recordó. – Ah sí, la apuesta. Hubieras esperado un poco, no seas imprudente, Mista. – Casi reclamó otra vez, pero más que nada lo hacía por su amigo el de amatistas.
- ¡Hey! También traje lo tuyo. – En ese momento, el joven sacó de su bolsillo trasero un par de billetes. – Toma, Abbacchio nos dará su parte después.
Trish un tanto adormilada aún, lo tomó con rareza y luego a Mista.
-Aun no puedo creer que hayamos apostado en algo como esto. – Pero igual lo aceptó y lo guardó en una cajita de porcelana que descansaba igualmente en su mueble.
- ¡Ah! Pero lo hiciste.
-No creí que fuera en serio. – Se talló un poco los ojos ya estando más dispuesta a levantarse. – Y estábamos algo ebrios si somos honestos, y Giorno ni siquiera estaba ahí.
-Sí, como sea. A propósito, Trish. – Interrumpiéndola, quiso saber por cierta curiosidad. – ¿Estuviste hablando con alguien desde ayer? Digo, porque ni aun despierta has soltado el teléfono. – En eso, entre confundida y sorprendida se miró la mano y se la acercó abriéndola y sí, ahí estaba su teléfono celular.
- ¡Oh! Bueno, algo así. ¿Por qué? – Bien, si ya intuía que se había desvelado y hablando por teléfono, ¿Qué más daba?
-Sólo quería saber, y... - La joven notó cierta extrañeza en él, pues viendo cómo se rascaba el brazo incómodo le daba entender algo, pero no sabía qué. – Y, ¿Con quién hablabas? – Observando como el joven le evitaba la mirada y con cierta mueca en su rostro, eso la sorprendía de sobremanera, ¿Eso era un sonrojo?
-Mista, ¿Estás celoso? – Fue lo primero que se le vino a la mente y lo primero que salió de sus labios. Para eso, el otro volvió la mirada de par en par y el sonrojo que era tenue de inmediato le cubrió por completo en toda la cara.
- ¿¡Qué!? ¡Hasta crees! ¿Por qué estaría celoso? De nadie estaría celoso ¿¡Se nota que este celoso!? ¡Yo no soy celoso! – Con exaltación se señaló a sí mismo. Inclusive se inclinó para atrás al verle arrebatado.
Cuando Mista dejó de vociferar, Trish quedó en silencio asimilando hasta que se echó a reír sonoramente hasta parar de a poco.
- ¿Quieres dejar de decir "celoso"? Sólo fue una pregunta. – Aunque ya era obvio para que ella que sí lo estaba, mejor se quedó con esa imagen tan graciosa. – Hablaba con Narancia, ya sabes, chisme. – Como si fuese algo muy simple, fue la excusa para que no se pusiera nervioso, aunque a lo esperado, este hizo una reacción distinta; se cruzó de brazos.
- ¿Le contaste lo de Giorno? – No es que le pareciera malo, solo que apenas él le había contado a Trish en la tarde del día anterior.
- Sí, tú sabes, somos sus amigos. – No es que se excusara, es solo que él también era algo así como su confidente. – Queremos apoyarlo, es obvio que esto es algo relativamente nuevo para Giorno. – Cambiando más al tema de su amigo, Mista en eso recordó en lo que había hablado con él y sobre Jolyne, cosa que aún no comentaba a la de cabellos rosados.
-Pues sí, aunque hay algo que un no te he contado. – No incomodo, pero quizá preocupado, Trish supo del cambio de ambiente en cuanto dijo eso.
- ¿Qué cosa? ¿Está bien Giorno? – Un poco inquieta por ese cambio de voz en el moreno, se acomodó mejor para escuchar. – ¿Le hicieron algo malo el señor Jotaro o ese otro sujeto? Digo, ¿Más? – Quisiera decir que desde un principio ha querido ir y reclamar directamente por teléfono a ese par, pero no creía prudente hasta cuando viera el momento.
-No, no. Es algo, más interno si así lo queremos ver. – Con énfasis quiso dar a entender. Sabiendo lo intuitiva que era la otra, supo que esta rápido supo interpretarlo correctamente.
-Ah, ya veo. ¿Dices sentimientos o dudas? – Preguntaba para cerciorarse, pero ya era obvio. Mista solo asintió con la cabeza.
-Verás, tú sabes que ellos se han besado más de mil veces... - Comenzó con el sarcasmo en la lengua como solía ser costumbre en él, más quien lo conociera sabía que hablaba en serio.
Trish fue escuchando atentamente a lo que le decía y parecía que levantarse de su lecho y prepararse algo de comer había quedado a tercer plano. La joven mujer sopesaba cada detalle a lo que el rubio le había dicho a Mista, igual ella podría ayudar a aconsejarle mejor.
Una opinión extra y siendo una chica, más empática a comparación con ellos. Si bien y sin querer conforme avanzaba el de ojos negros, de alguna forma podía ver más allá, pues llegaba a tener una afinidad y compresión por parte de los que se llamarían "enamorados" y tenía un sentir que podría interpretar, pero más pensando en lo que podría estar sintiendo o pensando Jolyne, puesto que además de ser ambas mujeres, se proyectaba a sí misma con esa misma edad y una situación amorosa igual de complicada.
¿Qué mujer así no ha tenido esa clase de etapa? Y más cuando se podría tratar de lo que sería el primer amor. A ella no le consta si para Jolyne, Giorno significaba eso, pero no evitaba imaginarlo al saber que era más pequeña en edad.
No obstante, no se abstendría en demostrar un poco del descontento y descuido que ha tenido el rubio, igual no lo culparía, conociéndolo por años sabia lo inexperto que era.
...
Estados Unidos, Florida
La mañana aún era floja y sin tener ganas de estirarse o salir de casa tendría que hacerlo igual. La joven de cabellos verdes y ojos hazel con pesar así lo haría, era un día de trabajo como casi siempre solía ser desde que inició el descanso vacacional y no se quejaba del todo, solo que en épocas de lluvia impulsaba más su pereza, aunque algo le motivaba y esa era su curiosidad e intriga; se daría el tiempo para indagar un poco más en lo que le ha estado carcomiendo de sobremanera desde hace como un día antes.
Y no es que fuera chismosa o algo parecido, pero ciertamente le enredaba y pensaba que cualquiera que estuviese en su posición estaría igual que ella.
Pese a lo que sopesaba, de pronto el tintineo momentáneo de su teléfono celular sonó sobresaltándola, no mucho pues no estaba tan sumida en sus pensamientos. Tomando el aparato y verificando, se trataba de un mensaje de Narancia preguntándole su día y si querría jugar en línea esa noche. Con una sonrisa inmediata no dudó en teclear y responder el mensaje.
La ves anterior no habían desvelado tanto como acostumbran, bueno, eso más para ella pues para el joven italiano eran horas mucho más adelantadas. Si bien, lo hacían en tiempos libres, aunque ahora que lo pensaba no era muy sano, a decir verdad, se lo mencionaría después.
De cualquier forma, enviando el mensaje afirmando que jugarían imaginó que este pronto le respondería. Bien, como sea, pensó.
Tenía algo en mente más que nada, además de ir directo al minisúper al que le tocaba cubrir por ese día. Tuvo en su cabeza la imagen de su amiga Ermes, eran vacaciones y ¿Por qué no? No sería una intervención ni nada por el estilo; es decir, visitar a la morena y luego arribar sobre lo que había visto cerca de la casa Jolyne es lo que esperaría hacer, quién sabe.
¿Sabría algo? Es que, de verdad que no era por chismosa o meterse por donde no la llaman, pero enserio que esa escena era tan curiosa y pintoresca si le preguntaban.
A lo mejor y servía solo para sacarse esa sensación y quizá contarle luego a su amigo Narancia, para saber qué opinaba tan solo.
-Eso no es ser indiscreto, ¿Verdad? – Preguntó para sí en voz alta sin querer, ciertamente no gusta caer en ese tipo de persona.
De todas formas, su amigo hacia tal cual algo parecido en cuanto contarle de los suyos y sus problemas cómicos.
...
- ¡Vaya! ¿Una cena? – Fue lo primero que dijo Ermes con el teléfono en su oreja. – Bueno, puede ser algo fuera de lugar, pero tal y como dijo, quería enmendar las cosas. No le veo nada de malo.
-Lo sé y yo tampoco, aunque admito lo curioso que es que mi mamá sea tan... No sé, ¿Cercana? – Ni ella se sabía explicar, pero tenía una sensación incómoda por alguna razón. – Digo, es mi madre y el padre de Giorno, y mi papá...
- ¡Hey! No sobre pienses las cosas, preciosa. Es el invitado y padre del otro invitado. – Haciendo énfasis de que el segundo era precisamente el joven que había besado. La morena se hacia una idea de lo que pudiera estar pensando o sintiendo Jolyne. – Naturalmente tu madre y conociéndola, estaría defendiendo y apoyando la idea de ese señor.
-No dije que estuviera mal pensándolo. – Afirmó contrario a lo que dijo su amiga, pero incluso ella ni siquiera estaba segura de que eso fuera verdad.
-Mira, de todas formas, ni siquiera pienses si es correcto o no, o lo que quieras. Toma esto como una oportunidad, piensa en esto mejor; irás a una cena elegante en el restaurante más fino de Florida, además con tu familia, con Giorno. – Quiso estimular un poco de ánimo en Jolyne, aunque no estaba segura de haberlo logrado, pues desde el otro lado escuchó solo un suspiro. Así mismo le hizo preguntarse algo del que ya habían hablado el día anterior. – Te gusta la idea de estar con Giorno en una cena, ¿No? – Pretendía ser directa.
- Claro, es algo que me encantaría. – Esta vez estuvo segura de algo, pero aun así se escuchaba afligida. – Y sí, admito y repito abiertamente, y eso que nada más contigo. – Si quería aclararse y estar más tranquila tenía que sincerarse. – Giorno me gusta y de ser posible, quisiera que fuéramos algo más. – Eso último, sin lugar a dudas había sorprendido a Ermes, puesto que eso ni podía decirlo con franqueza la chica el día anterior. Jolyne llegaba a tener ciertas debilidades, pero sí que llegaba a tener cierta convicción cuando algo le atoraba.
Si bien, no sabía si eso siempre llegaba a ser bueno para ella en ciertas ocasiones, ya que por eso se limitaría a cosas que podrían beneficiarla, por lo que quería preguntar algo.
-Jolyne... - Quería interrumpir, pero la otra no la dejó.
-Pero tú y yo sabemos lo complicado que sería eso, y no me refiero por el carácter de mi padre o siquiera Anasui. – Ambas sabían a lo que se refería exactamente. – Aunque también hemos de considerar que pareciera que algo muy malo va a pasar cuando estamos juntos.
-Hermana, ¿Qué quieres llegar exactamente? – Rápida esta vez, pudo formular su cuestión. Ante eso, dejó que la chica tomara algo de aire, pues parecía tomar una decisión o algo parecido.
-Creo sería mejor alejarme un poco de esto, tú sabes. Puede que esto podría llevarnos a un lado que podría ser doloroso o incómodo para los dos. – Ermes quedó estática y sin asimilar bien lo que había escuchado. Pero no recibiendo más por parte de Jolyne, no supo que decir al momento, pero luego quiso volver a cuestionar.
-Espera, ¿Qué? ¿Me estás diciendo que quieres evitar Giorno? – Claramente y juzgando su tono, no estaba de acuerdo, pero eso ni la otra lo notaba. – ¿Estás segura? Quiero decir, creo que te estas precipitando mucho. ¿Cuánto tiempo tienen de conocerse?
- ¡Exacto! Tenemos básicamente nada de conocernos, y no estoy diciendo que lo vaya a evitar al cien por ciento, pero...
- ¡No! En serio, creo que solo lo dices porque quieras o no, el hecho que tu padre, el idiota de Anasui o lo que sea que este interfiriendo te está sometiendo, ¡Al carajo con ellos! O las excusas que quieras poner de que ambos viven en países diferentes. Y ni siquiera estoy diciendo que tengan que ser novios o lo que sea. Es un chico con el que te sientes cómoda, no te atrevas a autoconvencerte de que esto no funcionaría, no todos los días conoces a alguien del que puedas sentirte en confianza y puedan ambos hablar de sus situaciones mierderas que tienen con sus familias. Sin ofender.
Ermes no lo diría en voz alta o al menos frente a Jolyne, pero casi podía jurar que el juego estúpido a base de celos que ha llevado Anasui y Jotaro está teniendo efecto.
La otra joven no supo qué decir con eso, pero si algo Ermes debía estar alegrándose, es que logró incrustarle esas palabras.
¿Qué debía hacer Jolyne?
___
Beibeees, holiiii :^ jej, perdonen la demora, me atrabanqué un poco con deberes pero ya esta. Ya tengo algo avanzo el proximo, asi que no me tardaré mucho. Se viene una cagotiza xd y mas cerca del final finale jeje.
Ah si! quiero comentar si les interesa, que estaré traduciendo mis fics, porque en AO3 ya me han pedido y dije, ¿why not? porque si quieren pasarse a leer o do se xd
Bueno, nomas eso, nos leemos prontos. Byyye! Igual estaré actualizando lo demás.
...
Oigan, otra cosilla aparte. Igual ya lo he mencionado varias veces, pero do se xd Requiero externarlo las veces que sean necesarias. De verdad tengo pensado hacer una precuela de esta historia, pero seria mas que nada FugoNaraTrish (yep, Fugo y Nara son pareja yaoi jej pero como no son los protas aquí, queda igual como mas a interpretación para cada quien, yo aun como autor digo que si son, pero de no gustarme o de valerme diría que nel.) (Hasta shippeo a Narancia con Foo, we xd pero eso ya es aparte.)
A lo mejor y aquí a muchos no les guste, pero quisiera saber si lo leerían :'^ y tampoco sería muy largo como este. Nomas como ver un pasado de ellos, el lapso de tiempo se situaría de cuando Haruno conoce a Dio, encuentra a Jolyne y mas o menos ahí, siendo adolescentes pues.
Jej, bueno, nomas eso. Igual dependiendo lo haría.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top