Capítulo 27
- ¡Oye, Wes! ¿Por qué no me dejaste decirle a Jotaro? ¡Era la oportunidad perfecta! – Yendo Anasui detrás del de cabellera albina, este tomado de la mano con Perla seguían el camino hacia su casa, demostraba seriedad y aunque no parecía escuchar a su amigo, tenía toda la atención hacia él, si bien también pensaba en qué decirle para que dejara de ser tan histérico. - ¡Wes, te estoy hablando!
Desde hace rato que se mostraba así, queriendo una muy buena explicación por el no delatar al joven extranjero ante su jefe, y aunque Wes ya poco le quiso explicar, este seguía sin entenderlo. Y, a decir verdad, se sentía en verdad frustrado y furioso, que tal vez no era capaz de demostrar abiertamente como quisiera delante de sus dos amigos.
El otro por su parte, se mantenía sereno deteniendo el paso a su vez que su novia le seguía parando y mirándolo, la rubia se mostraba algo inquieta también por lo apenas acontecido; pues ver a dos jóvenes pelear y luego gritar preocupados por su amiga no era algo que sucediese todos los días, o al menos no para ellos dos.
El aire que casi era nocturno ya balanceaba con más energía sus cabellos y sus ropas, así el joven de ojos oscuros miraba hacia el horizonte palpando esa frescura; el ambiente era más helado y los tintes que antes eran naranjas y dorados ahora se tornaban purpuras y de un azul casi negro. Habían pasado algunos minutos desde el altercado con la familia Kujo y ese par de rubios. Al menos no fue tan mal como pensó.
- ¿Qué caso tendría? – Por fin le concedió de nuevo la atención que le imploraba, más para Anasui eso no era una respuesta que le convencería aún. – Solo meteríamos a Jolyne en problemas. Tú como nadie, además de ella, sabe lo salvaje que puede ser Jotaro. Te podría decir al menos diez realidades de lo que podría suceder y ninguna es buena.
- ¿Y?, nos desharíamos de ese franchute de una vez por todas. ¡Ya estoy harto de ese grano en el culo! Podré ser un idiota a veces, pero no un maldito ciego. Tanto tú, Perla y yo vimos a ese imbécil arriba de Jolyne. ¿¡Qué no estás viendo el problema!?
- ¡Claro! Jolyne es como mi hermana y la quiero proteger, pero la pregunta ahora es, ¿Cómo eso te afecta a ti? Estoy... quiero decir, estamos todos conscientes de lo que sientes por ella, pero si de verdad la quisieras, serías más consciente y mucho más prudente de lo que podrías ocasionarle si no te controlas. Y no me refiero solamente cuando retas al señor Kujo, sino de las tantas veces que Jolyne te quiso proteger. Y creo que no hace falta decirlo, pues eres tú quien siempre la terminas provocando, ¿Ya por fin lo entiendes, Anasui? O ¿Quieres que te lo explique con peras y manzanas como si fueras un niño? – Al finalizar, el joven mayor miró hacia el otro sin inmutar ninguna expresión, se sentía molesto por la situación, pero a veces su amigo era demasiado molesto y debía comprender que no siempre se resuelve así o las cosas son como él cree.
La rubia al saber lo duro que podrían ser esas palabras, solo atinó en tomar el brazo de su amado en forma de súplica de que no fuera tan severo, y luego mirar hacia el de cabellos rosas queriendo verificarlo. La curvatura de sus cejas señalaba su preocupación y más al ver... ¿Esas eran lagrimas? El pequeño brillo en los ojos que parecían querer desbordarse de sus parpados y largas pestañas rosadas, esas pequeñas pizcas de agua centelleaban con los postes de luz que ya se prendían debido a la naciente noche.
El joven aun en silencio, parecía que su rostro y sus ojos demostraban todo lo que sentía sin hablar, Anasui era muy transparente y más para con sus cercanos. Tenía cierto dolor y no precisamente por lo previos golpes o cualquier cosa que fuese física.
Y es que, no lo diría al menos en ese instante, pero él sabía lo que sentía y de verdad quería a Jolyne; desde hace tiempo que estaba realmente enamorado de ella, y el hecho de que alguien venga de la nada y se la quite, la sola idea no la soportaba, le dolía y mucho.
Tenía solo ese pensamiento latente, más nadie se percataba o al menos todavía no lo sabía, pero puede que, por esa inmadurez, sea un sentir que no podía caber todavía en él.
...
Casa de los Kujo
Como si hiciera demasiada falta, el silencio era lo único que reinaba dentro de la sala, en sí la casa en general. Tan solo con el escuchar de lo que la castaña hacía y deshacía con el botiquín de primeros auxilios, con Jolyne desinfectando y sosteniendo lo que tuviera que sostener sobre las heridas de Giorno era lo poco que percibían sus oídos además de sus propias respiraciones. Jotaro veía la escena, mudo de igual manera. Las féminas en cada lado del rubio menor curando y este sosteniendo un pedazo de carne congelado en su mejilla raspada y golpeada, puede que se le veía jaspeado de tierra y pasto con su cabello revuelto, pero al menos este estaba más ordenado y permitiéndole ver el rostro de nuevo.
El hombre hizo un pequeño resoplido al ver la tanta atención que este recibía aun cuando ni tenia ni idea de lo que acababa de suceder, Anasui tenía mucho que ver por supuesto, pero, ¿Wes y Perla? Temía un poco el hecho de que ellos estuviesen ahí, y no es que ellos por si solos fueran un problema, sino el que venían justo con el de pelos rosas era lo que no le daba buena espina.
Dio por su parte, se encontraba sentado con los brazos cruzados pendiente del joven, justo al frente de ese sillón donde las dos chicas y su hijo, si bien Giorno trataba de ignorarlo haciendo como si realmente no estuviese ahí, se le veía a este solo enfocándose en las atenciones que recibía y tratando de relajar su mente.
No obstante, el rubio mayor pensaba en lo irónico de las cosas, es decir, aun cuando la castaña le dio a conocer toda la situación, podía comprobarlo al ver cómo su hijo se enfocaba más específicamente en la chica que en la madre. Lo consideraba gracioso, pues justo tenia que ser con la hija de su viejo archienemigo. Y hablando de él, este no ha se mostrado recio con él por un buen rato, tiempo récord tal vez, pensó.
-Muy bien, creo que ya estas mejor, Giorno. – Comenzó con su gruesa voz Jotaro, cosa que de inmediato llamó la atención de todos. Dio pensó que justamente quiso hablar cuando todo estaba más tranquilo. – Igual sigo sin entender por qué carajos volvieron a pelear, te dejo de ver apenas una hora y vuelvo viéndolos a todos vueltos locos, ¿Tienes algo que decir en tu defensa? – Eso por alguna razón, nadie se tomó para bien esa pregunta.
- ¿Insinúa que yo inicié la pelea? – No evitó en cuestionar y demostrar su descontento.
-No lo sé, ¿Lo hago? Siempre se trata de ustedes dos cuando hay problemas.
- ¡Papá! – Jolyne comenzaba a enojarse por cómo este lo culpaba injustificadamente, porque sí, eso era lo que estaba haciendo de manera implícita.
Jotaro volvería a preguntar hasta que el rubio admitiera que tenia algo de culpa, pero de todas formas sabía que esa misma culpa también la compartía con el otro joven. No quitaba la idea de interceptar a Anasui, y más el por qué Wes y Perla estuvieron presentes. En verdad, ¿Qué habrá hecho ese idiota otra vez? Pensó y comenzaba a sentirse algo ansioso por eso.
-Jotaro, ¿No crees que empiezas a ser algo injusto con mi hijo? – De la manera más pacifica, intervino Dio al no aguantar como este intentaba culparlo. Más, Jotaro no se sentía dispuesto en aguantarlo también.
– Y, además, lo que quisiera saber, es ¿Por qué sigues aquí, Dio? Ya arreglaste la maldita lavadora, ¿Qué es lo que quieres? Ya empieza a hacerse algo tarde para las visitas. – Sin miramientos, Jotaro dio a conocer su disgusto con la presencia de del rubio mayor, Giorno sólo cerro los ojos con cansancio ante otra posible riña innecesaria.
Dio, no sorprendido, pero sí disgustado; sonrió con malicia e ironía, y de pie encaró a Jotaro.
-Mira, me importa un bledo si no quieres que este aquí, tampoco es como si quisiera ver tu cara, ¿O crees que es un deleite para mi ver cómo martirizas a mi retoño con tu mal carácter? Si yo estoy aquí es por él, y mientras la señora me permita estar en esta casa, no mi iré. - Comentó al final con énfasis y con una media sonrisa, realmente le tenía sin cuidado Kujo.
-Jotaro, déjalo. No te está haciendo nada y pienso que Dio es bienvenido cuando quiera. – Con algo de hastió, la castaña abogó por el rubio. Su exesposo solo parpadeó ante eso no queriéndolo creer.
- ¡Pero es mi casa! No vivo aquí, pero sigue siendo mía.
-Y mía también, no se te olvide. – Encaró con más arrebato la mujer, no soportaba a veces esa actitud necia del hombre.
-Pero...
- ¡Papá! ¡Haznos un favor, y guarda silencio! Ha sido una tarde muy pesada y queremos descansar de discusiones tontas. -No aguantando las ganas de callar a su padre, Jolyne de igual manera apoyo a su madre, se sentía agotada y le empezaba a doler la cabeza como a Giorno. Jotaro no evito sentirse dolido, aunque no lo demostró y solo se indignó cruzándose de brazos y mirando a una esquina.
-Bien... – Sin más, no queriendo ver a nadie, se fue para su habitación dejándolos solos, había sido un día terrible para él y quería descansar, ya después vería la forma de hablar con Anasui. No le estaba gustando nada y más con tener a Dio cerca.
Dio lo disimuló bien, pero rodó los ojos viéndolo desaparecer subiendo las escaleras. Si que era un caso ese tipo, y por un segundo se preguntó, ¿Cómo alguien como la castaña pudo aguantar a alguien así? Aunque parecía no importar mucho a esas alturas, ya estaban divorciados después de todo. Así, volvió a tomar asiento vigilando a su retoño.
Un poco más relajados, se escuchó el suspiro pesado del rubio menor, parecía ser él el más fatigado, los ojos comenzaban a pesarle y ese dolor en las sienes iban cada vez mas en aumento.
-Cariño, ¿Por qué no vas a quitarte esa ropa sucia y te tomas un buen baño? – Con dulzura, la mujer le invitó al joven al saber que era algo que necesitaba. – Si quieres te puedo preparar un té antes de dormir.
Con esa atención, Dio sonrió y se alegró, también los otros dos jóvenes, aunque Giorno comenzaba a avergonzarse.
-No quisiera ser molestia, señora. – Se restregó el rostro con cuidado pues aun le dolía, pero mostraba un poco su somnolencia.
-Tómalo, hijo. Te vendría muy bien. – Quiso sugerir su padre ante la invitación de la mujer, quería que se sintiera mejor. – Si quieres, cariño, puedo preparárselo yo mismo. – Dijo refiriéndose a la castaña, y eso fue un comentario que definitivamente no pasó desapercibido para los dos jóvenes, ¿Acaso la acababa de llamar cariño?
-No se moleste, puedo hacerlo yo sin problema. – Se ofreció esta vez Jolyne, y olvidándose de eso ultimo dicho por Dio, ella que quiso dar esas atenciones. Tanto Giorno como Dio eran sus invitados y querían que se sintieran cómodos. – Puedo hacer también para ustedes dos también, creo que de menos merecemos una bebida que nos relaje a todos.
Sin dejarlos replicar, la chica rápido se puso de pie y fue directo a la cocina dispuesta a preparar el té para todos, igual lo haría para su padre, aunque realmente no se encuentre precisamente contenta con él.
Dio bastante complacido, se sintió afortunado al ver que ambas féminas eran atentas y buenas, sobre todo cuando ahora Giorno era el que más necesitaba compresión. Realmente se sentía furioso por lo que le han sometido irracionalmente, pero al menos se alegraba que la castaña, y la chica que le gustaba su hijo, era buenas personas.
Definitivamente Jolyne había sacado la parte noble de su madre, nada comparado como el de su jodido padre.
Así, Giorno por fin se ponía de pie como también la castaña, el joven al pensarlo mejor si necesitaba ese baño. Estaba lleno de tierra y sudor, seguro apestaría horrible, y eso algo de lo que jamás iba con él.
-Bueno, creo que siempre si aceptaré esa ducha. – Admitió el menor con una leve carcajadita al final.
-No te apenes, querido. Deja que yo me encargue de la tina. – Sin parar con su gentileza, se ofreció en ayudarlo.
- ¡No! No se apure, de verdad ya hace mucho por mí y no quiero seguir molestándola. – Quiso convencer al ver que de verdad podía ver su vergüenza de lo sucedido y en su amabilidad de atenderlo. Así, la mujer accedió con asentimiento de cabeza, parecía que él necesitaba privacidad.
-Muy bien, pero déjame tu ropa en la cesta, me encargaré de lavarla. Dame ese gusto. – Para estar a mano, el joven afirmó, eso sí que le ayudaría, pues entre mas ropa limpia tenga era mejor.
Dio veía la escena algo graciosa, pero de buena manera. Veía que Giorno era ciertamente parecido a su madre, y también a él, pero de una manera muy distante como consideraba.
En eso, el joven rubio se dispuso a irse para escaleras arriba, si bien, parecía en verdad como si no se percatara en la presencia de su padre y eso de alguna forma a la castaña no le había parecido, pues ni siquiera había dirigido su mirada hacia el hombre. Ante eso, la mujer no evitó en mirar a Dio, aunque no se veía en lo absoluto afectado, al contrario, parecía alegre.
No comprendió, aunque sabiendo el tipo de relación que estos tenían, podría ser que al menos el joven aceptaba tener ahí a su padre. Podría decir que Giorno era mas maduro ante esas situaciones que Jotaro, sin querer pensó.
Por parte del menor, este ya iba hacia las escaleras donde hace poco su jefe subió. Pero antes, dirigió un rápido vistazo hacia lo que era el comedor y la cocina; obviamente con la intención de ver a Jolyne, y con un paso un poco más lento, tuvo tiempo de ver a la chica ensimismada calentando una cantidad considerable de agua y sacando un par de cajas de té que parecían de distintos sabores. Le parecía adorable la escena y aún viéndola como una mujer, desde esa altura le parecía como si fuese un poco mas pequeña y no solo por la perspectiva. De alguna manera, parecía tenerla desde un panorama más tierna mirando su cabecita trenzada.
Parando un poco hacia su camino, la joven sintió su presencia volteó hacia donde le veía, Giorno al saberse descubierto; solo le sonrió como reacción, sintiéndose algo avergonzado y a su vez contagiando a la otra, también recibiendo una adorable curvatura de sus comisuras, unas que por ese día pudo probar.
Bastante complacido con eso, solo quedó en seguir hasta el baño y Jolyne en volver al té que preparaba para todos.
Un revoloteo en sus estómagos se presentó, era una emoción palpable y lo más maravilloso, es que era compartido.
...
Con el sonar del agua chocar contra su cara y con el pequeño foco prendido que se situaba justo al filo del espejo, Giorno se lavaba la cara sintiéndose más liberado de la suciedad, sin nada que le tape el torso, su ropa se le veía tendida y acomodada sobre el cesto que antes le indicó la señora. Podría ser ropa sucia, pero el joven desde siempre había sido muy apropiado en su modo de hacer las cosas, y aun tratándose de algo sucio, no sería la excepción.
Los rulos dorados se veían pesados y caídos debido al agua, tomando la pequeña toalla que usaría para cuando tome su ducha, la usó para secarse un poco el rostro y así poder ver. Ya más relajado y un poco mas repuesto, se miró al espejo colocándose la tela detrás del cuello.
Estaba cansado y ciertamente ese movimiento que le había impuesto Anasui lo atolondró.
¿Realmente habrá un día que lo deje en paz? Si bien, pensaba de forma pesimista, aunque al segundo un par de ojos, un aroma y un sabor dulce en sus labios le recordó cierta joven de aura encantadora.
Puede que al final haya resultado mal, pero ese momento de regocijo y dulzura nadie se los quitaría, Jolyne había mostrado para con él algo que atesoraría siempre y no solo el largo roce que compartieron, sino atenta mirada y sus oídos dispuestos a escucharlo.
Era en verdad, alguien que empezaba a querer a pesar de todo, incluyendo el tiempo. Y no solo lo decía por el par de semanas que llevaba ahí, sino por el vago sentir y recuerdos que tenía de aquella pequeña, aún cuando no estaba del todo seguro.
Viéndose así detenidamente, sus pensamientos empezaron a divagar con lo que antes le contó a la chica, de lo que vivió con su madre y en Italia desde que era muy joven.
Le hacia preguntarse un poco, ¿Se notarían sus facciones orientales? Desde que comenzó hace muchos años en cambiar su pelo, la gente no llegaba a notar que él no era originario del país donde actualmente hacia su vida, incluso Jotaro, que parecía no interesarle mucho su procedencia, pensaba que sus padres eran italianos, aun siendo su jefe creía que estaba consciente de que él ni siquiera era italiano como tal, más que su nacionalidad.
Y también, algunos de sus cercanos han insinuado que así llegaba a parecerse más a Dio, cosa que no le agradaba y tampoco es como si hubiese tenido esa intención desde un inicio, solo era como una forma terapéutica de salir adelante, de dejar atrás los malos momentos. Dejando a un viejo Haruno y llegando a un nuevo Giorno.
Si bien, eso le recordaba, no terminó de contar a la chica. Pues en el proceso, deseaba hacerle saber que él antes llegó a estar en Florida y conoció a alguien, más la atracción de sus besos había sido mas grande.
Que excusa tan estúpida, pensó o eso consideraría de escucharlo de alguien externo a él. Pues sonaba como un tonto adolescente embobado que sólo no quiso seguir destapando su pasado. Pero pensándolo, era muy raro que a él le pasaran esas cosas, era muy neutral y con Jolyne incluso sabia identificarse muy bien. Más era quizá el tenerla cerca una algo que le debilitaba, le gusta mucho y eso le hacia preguntarse hasta donde llegarían aun cuando él tuviese que irse.
Eran vacaciones después de todo, y no quería pensar mucho en eso último.
De pronto, el tono de llamada de su teléfono comenzó a sonar y eso le hizo despertarse de su momento de reflexión. Secándose bien las manos, tomó el aparato y verificó la pantalla para ver quien era, se trataba de Mista.
-Mista...
- ¡Hey! ¿Como esta nuestro chico acaramelado? – Animadamente, el moreno con un pequeño delantal blanco con la frase Besa al cocinero en su idioma, lavaba los platos que usó en la cena con Trish, hablaba sin problema con el teléfono sosteniéndolo con su hombro contra su oreja. – ¿Cómo te fue con tu chica?
-Huh... pues, diría que bien. – Contesto no muy convencido. – Pero también relativamente mal.
- ¿¡Que!? ¿Mal? – Dejo el vaso de vidrio seco indignado. – Déjame adivinar... Analsui. ¿Y ahora que hizo ese caga palos?
- Pues, ese tonto atacó de nuevo y el desgraciado casi me ahoga con sus brazos asquerosos. – Comenzó Giorno. – Y es que no llegó sólo, vino con dos más.
- ¿Dos más? ¿A qué te refieres?
- Sí, parece que Jolyne los conoce, no tuvimos tiempo de aclarar quienes eran, pero pareciera como si Anasui llegara con algún tipo de refuerzo si sabes a lo que me refiero. El sujeto con el que venía parecía como si me odiara y jamás lo había visto en mi vida. Fue todo tan rápido y exasperante.
- ¡Ja! Ya veo, con que así quiere jugar ese idiota. – Antes de tomar algún otro traste, Mista parecía tomarse el puño con su otra mano y tronárselo. – Pues parece que él no sabe que tú también tienes tu refuerzo, Giorno.
- ¿Qué? No, no. No digas tonterías, Mista. – Detuvo sabiendo a lo que quería llegar.
- Pero ese idiota te jodió, ¿O no?
-Sí, pero parece ser que solo es Anasui el que quiere siempre recurrir a los golpes, el otro tipo solo estaba enojado.
- Enojado... ¿Y por qué estaba enojado precisamente? – No terminando de comprender lo que había sucedido, quiso ser un poco más directo – Porque seguramente tenía que ver con Jolyne, ¿O me equivoco? ¿Hiciste algo con ella para que terceros se enojaran?– El rubio teñido aguantando una carcajada, solo atinó en sacarlo con un fuerte suspiro y con una sonrisa, Mista lo supo de inmediato. – ¡Descarado! ¿Y ahora qué hiciste? Seguro la besaste tan apasionadamente con todo y lengua que ese simio apestoso apareció y se enfureció golpeándose el pecho como el mono que es.
Así, Giorno río sonoramente que literal así imaginó al de cabellos rosas enojándose, aunque podría explicar el por qué al momento llegó como loco intentando ahorcarlo.
-Algo así, pero ¡Hey! Sí nos besamos, pero fue algo más tranquilo, nada de lo que te imaginas. A Jolyne me gusta tratarla con delicadeza.
- ¡Oh sí, ya veo! Lo siento, es toda una dama. – Parecía que lo decía con sarcasmo, pero no era así, era su forma de ver que realmente respetaba a la joven. – Pareces mucho más animado y cómodo cada que hablamos de ella, no lo veo, pero parece que eres más cercano a Jolyne. Y eso que solo han pasado dos semanas desde que llegaste. – No insinuaba nada realmente, pero parecía que Giorno era algo nuevo en esto. Eso el rubio pudo comprenderlo un poco.
-No me estoy enamorando si es a lo que vas, admito que ella empieza a ser alguien especial para mí, supo escucharme toda esta tarde, le conté mucho sobre mi vida y nos besamos por mucho tiempo. Pero creo que tenemos realmente poco haciendo esto como para que pueda suceder.
-En efecto mi querido amigo, estoy muy consciente de ello. Y Jolyne parece ser alguien muy madura para su edad con todo esto que ha estado sucediéndoles, pero si ella no te ha dicho abiertamente que le gustas aún cuando ya se han se han dado su décimo besuqueo y creo que no estoy exagerando... – Sí lo hacía, pero quería darle a entender que Giorno iba quizá un poco rápido. – ¿No crees que sea por algo?
El rubio quedó algo confuso con eso, por su parte sabia que no era sano dejarse llevar por el momento y pensar mas fríamente, porque sabia bien que Jolyne solo le gusta mucho, pero y ya... No seria suficiente o ¿Qué quería decir?
-No te estoy entendiendo del todo. – Admitió y por alguna razón se asustaba un poco.
-Mira, está bien que quieras estar con ella y bien sabes que apruebo mucho esto, te gusta Jolyne, a ella le gustas, no hay ningún problema con eso. La besaste, le confesaste que te encantaba y era especial para ti, ¡Eso está excelente! Te dije que no le tomaras importancia el carácter mierdero de Jotaro y ¡Vaya! Hasta te valió veinte mil hectáreas de rábanos si a él le molestaría aún siendo nuestro jefe. Y te dije que fueras más abierto con eso, marcaste tu derecho al querer cortejarla aún con el imbécil ese molestando. Eso en verdad demuestra tu determinación y debo confesarte que me dejaste sorprendido, de verdad demostraste que ella te interesa. – Terminando con su labor de lavar los trastos, se fue quitando el delantal, pero estaba mucho más pendiente a su explicación. – Pero si queremos que esto funcione y sin lastimar a nadie, es el que no te dejes llevar tanto con ella, no sabes lo que realmente piensa cuando está contigo o siquiera cuando la abrazas. Las mujeres suelen ser más emocionales que los hombres, Giorno. Su psicología va más con el sentir que con la razón, y nosotros somos más racionales en ese sentido. Y si ella no demuestra con palabras lo que le provocas, debe ser por una muy buena razón y eso claro que no quita que quiera estar contigo y se deje llevar cuando se lo permites.
Con todo eso, el joven quedó completamente pasmado, tomándose un poco el tiempo y repasando lo que quizá Mista le hizo notar y él no cuando estaba con Jolyne. Y sí, él disfrutaba y no se tomaba tantas limitaciones cuando la abrazaba y comenzaba a besarla, antes pensaba en la posible imprudencia al tomarle sus labios, pero al momento de hacerlo lo olvidaba y al final cavilaba que era lo mejor, pues se demostraban sin pena sus muestras de cariño.
Y conociendo un poco el carácter de la joven, ella solía ser directa con los demás, pero cuando se trataba de ellos y demás, él había sido el único en decirle que quería estar con ella y solo exponía su sentir con sus caricias.
¿En verdad estaba haciendo bien las cosas?
Imaginaba a Jolyne y lo encantadora que era, y no se perdonaría el ser él el culpable de una posible tristeza en su rostro.
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Amiwooos xd <3 como estan? gracias por leer, espero les haya gustado el cap :3 se auguran tiempos de... ay do se, pero se vienen jaja
Bueno, no sé que más decir por el momento :^ solo que los quiero y nos leemos muy pronto xd se me cuidan mucho y sigan tomando sus medidas de precaución antes el covid y todo eso.
(Ay, estaba seguro de que les queria decir algo, but ya se me olvidó)
Besuuuus <3
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