Capítulo 26

En casa de los Kujo

-... Y entonces, pienso que ese chico y Giorno sean la misma persona, tiene que ser él y si no lo es, sería demasiada coincidencia. Solo temo lo que Jotaro y Anasui puedan hacer algo imprudente por un arranque de celos, seré tranquila, pero no puedo permitir que ese tipo de juegos terminen lastimando a alguien. – O más de lo que ya han hecho, recordando al jovencito y a su exesposo enfermos. Terminó de contar su pequeña versión la mujer; de lo que sucedió hace diez años de cuando su pequeña escapó poco antes de su separación con Jotaro, y de lo que ha estado sucediendo desde la llegada de estos.

La castaña, por un segundo creyó que vería a un Dio encolerizado y desesperado por tales sucesos que han sufrido el joven Haruno, más parecía totalmente relajado y analítico a lo que acababa de escuchar. Sumando a la reciente pelea que justo él había tenido que detener cuando veía a ese par rodando por el suelo, y a Jolyne queriendo parar ese absurdo enfrentamiento cual simios tontos.

Una escena algo pintoresca si lo pensaba el hombre rubio, pero al tratarse de su hijo, no dudaría ni un segundo en ayudar todas las veces necesarias, aun cuando él no lo quisiera, como también a la hija de su exnovia que estuvo por ser golpeada sin querer.

Jotaro sí que era un imbécil, pensó.

-No puedo decir que no me enfurece y quisiera romperle toda su estúpida cara a ese niño, y al cara de gorila de Jotaro. Y es mucho decir que lo creía más serio, trabajan juntos, ¿No? Aunque me de asco admitirlo. – Se encogió de hombros refiriendo a Anasui, parecía decirlo en modo de broma, pero en verdad era un deseo. – Sin embargo, cuando nuestros hijos llegan a estar envueltos en este tipo de cosas tan innecesarias y estúpidas, que denigre su estabilidad emocional o lo que sea solo por un par de insensatos anormales, creo que como padres debemos ser lo más serenos y los más inteligentes si queremos hacer algo.

Bueno, podía tener un buen punto a consideración de la madre, aunque ese comentario hacia Jotaro le había hecho demasiada gracia. Si bien, cada palabra y frase de Dio tenían bastante razón, y le daba entender algo, más conociéndolo.

- ¿Me estás diciendo que maquinemos alguna especie de plan? – Como si sonara algo para un par de niños, se le hacia algo peculiar en hablar al tratarse de un problema al que consideraría serio.

- Querida, sé que eres inteligente y sutil al darte cuenta de las cosas. – Comenzó queriendo indagar en algo. – Eres muy buena y muy noble, puede que no quieras ver parte de lo que sucede, ya que solo lo estas suponiendo como me has estado diciendo, pero creo que hasta un ciego vería que esos dos han estado jodiendo a Haruno voluntariamente, ¡Es obvio que tienen algún tipo de acuerdo! – Exclamó no aguantando el coraje, aunque la otra no retrocedió a lo que decía. – Y lo gracioso, es que parece que he llegado justo a tiempo a Florida.

- No sé si eso sea buena idea. – Bastante dudosa, lo que menos quería era caer en un mismo juego inmaduro que pueda salirse de las manos. – A lo mejor hablando con ellos podamos resolver algo.

- ¿Hablar? ¿Con Jotaro? Dime, ¿Cuándo fue la última vez que has podido razonar hablando con él? Si no mal recuerdo, el otro día lo intentaste y terminó insultándote. – De recordarlo, la castaña solo tragó grueso mirando hacia abajo. Aquella noche, justo cuando quiso tranquilizarlo solo por el hecho de ver al rubio frente a su casa, terminó hiriéndola. Dio se percató de la reacción que le había provocado, pero quería que se diera cuenta de que no siempre se resuelven las cosas con solo hablar. – Tranquila, seremos prudentes y no tomaremos ningún tipo de venganza. – Al menos tú no, pensó Dio. – Me quedaré aquí en Florida el tiempo que sea necesario. Si algo he aprendido durante mi vida, es que, al enemigo se le sirve con la probada de su propia medicina...

La castaña escuchaba y de cierta manera, era algo que le entristecía. Y no solo por el hecho de recordar cómo era Jotaro como persona, sabía que no era mala persona, lo sabía más que nadie, pero a veces la furia era más grande y bloqueaba su sentido común o las consecuencias de lo que hace. Le dolía de sobremanera, pero a la vez pensaba en su hija.

Dio al notar el silencio de la otra, solo quedaba en apoyarla y en verdad quería hacerlo, viendo su cara y sus hombros levemente caídos, por el momento atinaba en tomarla de sus manos que descansaban sobre la mesa. Con el tacto, la mujer se sobresaltó y en el rubio vio algo parecido a un amigo solidario.

Si llegaban a hacer algún tipo de alianza, ¿Qué cosas cambiarían? Además de lo que podría suceder si no detenían a ese par, ¿Podría afectar algo más?

No obstante, la reflexión se vio interrumpida al escuchar el timbre de la casa. Algo sobresaltada, la castaña se soltó para desazón de Dio.

-Podría ser Jotaro. – Supuso ella, y el otro solo rodó los ojos al creer que era él interrumpiendo tan importante momento. – Pero él tiene su propia llave. – Sabiendo eso, no estaba segura y no esperaba ningún tipo de visitas, casi nunca, a decir verdad, a menos de que fuese algún conocido de su hija. – Disculpa, Dio. En un momento regreso.

Parándose de su silla, salió de la mesa con la mirada intrigada del otro, viendo como este iba directo a la puerta desde afuera podía apenas llegarse a ver un par de siluetas.

Desde su posición, Dio observaba la espalda de su exnovia abriendo y atendiendo a quien les haya interrumpido, al ver y gracias a su buena vista, llegó a ver un corpulento cuerpo, no tanto como el suyo por supuesto, pero sí más alto y de cabellos muy claros.

La voz de la castaña parecía amable y quizá sorprendida, daba a entender que conocía a esa persona y más pronto de lo que esperó; el extraño se marchó y la fémina cerró para volver a donde estaba, con él.

- ¿Quiénes eran? – Sin limitarse y sin importar en meterse en asuntos ajenos, quiso saber.

-Amigos de mi hija. – Respondió con trivialidad. – Suelen venir a visitar a Jolyne, pero por ahora no está. A veces es raro verlos durante las vacaciones, pero de vez en cuando creo que pueden tener excepciones. – Recogiendo las tazas de las que habían bebido.

-Entonces si Jolyne no está, tampoco mi hijo. – Bueno, eso era obvio, más lo decía queriendo saber exactamente en dónde estaban ambos. La visita del rubio era principalmente para ver a Haruno, aunque teniendo a la castaña, tomaba doble objetivo. Si bien, retomando lo que antes habían platicado, ahora tenía muchos más motivos y más para estar al tanto de cada persona alrededor.

-Dijeron que irían al parque. – Bastante simple, comentó ante lo dicho, pues era obvio a la pregunta a la que quería llegar.

- ¿Y justo les dijiste esos que nuestros hijos estaban en el parque? – Cuestionó algo alertado Dio. No obstante, la otra le miró no entendiendo su forma de preguntar, lo hizo, pero ¿Qué tendría de malo? Ese par son buenos amigos, juntándose con su hija Jolyne, Foo, su amiga Ermes, Anasui... ¡Anasui! – Ay mierda... - Casi susurró, era raro que dijera groserías a menos de que algo le asustara.

- ¡Dijiste que no era común que buscaran a tu hija en vacaciones! – Quiso meditar con la mujer.

- ¡Sí, pero no creo que ellos también estén conspirando contra Giorno! Ni siquiera lo conocen.

- ¡Eso hasta donde sabemos! – Saliendo el hombre también de la mesa, incitó a la otra tomándola de la mano para salir. – No debemos perder tiempo, recuerda pensar en todo.

Y sin más, ambos dieron rumbo apresurado hacia la puerta, para después salir e ir al pequeño parque.

...

En el parque

Un beso profundo y el más largo que han tenido entre los dos hasta lo que podría preverse. Por lo que, ya habían pasado un par de veces en que se separaban unos segundos, tomar aire formando una sonrisa y mirarse hasta de nuevo cerrar los parpados y volver a juntar sus labios.

Jolyne podría no decirlo aun abiertamente, pues quizá por instinto o ciertas inseguridades no era el momento, más Giorno podría descifrarlo y se sabía correspondido empezado por la fuerza de sus brazos atrayéndolo hacia ella. No lo pensaba de forma literal, con el sabor de su cavidad y el ímpetu que tenía la joven sobre él era fácil saberlo. Sería demasiado pronto para poner las palabras sobre la mesa, y aunque él ya lo haya hecho desde hace unos días con el revelar de sus besos y su corta declaración, más no presionaba en lo absoluto y sólo dejaría que el viento soplara hacia la dirección que tenga que ir, pues este siempre tomaba un rumbo distinto y él tomaría el curso correcto; a su vez que la joven representaba la corriente del agua de la que ha sido arrastrada y ella aun estaría por retomar ese sentido.

Con ese sentimiento, así sería viviendo el momento. No sabía si llegaría un fin, de igual manera tenían tiempo para estar juntos sin ningún tipo de compromisos, pues aún había cosas que descubrir y no solo como una posible pareja o similar, sino como uno mismo.

Ninguno lo sabía o tal vez ni siquiera lo imaginaban, pero a veces las malas rutas de la vida, llevaban a cosas grandiosas.

En medio del roce, el rubio de pronto sentía los finos dedos de Jolyne enredándose en las hebras doradas, de tal manera y para con su espalda, hacía que la chica lo llevaba hacia el frente, sabiéndose caer lentamente hacia el frente con el cuerpo de la fémina tendiéndose sobre el pasto. Giorno no se hizo de rogar y en poco tiempo ya se le veía parte de su cuerpo sobre la de la otra, tratando de no caer por completo su peso y sosteniéndose con los brazos a la vez que con una la abrazaba desde la cintura.

-Me encanta tu pelo... – Susurró la menor en los labios del otro, este sólo dejó salir una pequeña risa. – Es muy sedoso y me fascina como se mueve al viento. – Casi parecía que no lo decía de manera totalmente lucida, pero no era del todo así. Sus ojos parecían estar en un sueño al ver desde abajo, al rubio a contra luz del sol que de a poco volvía el cielo en tonalidades doradas y naranjas.

-Si supieras a lo que ha estado sometido. – Respondió sin querer sabiendo que su pelo ha estado en más de diez ocasiones decolorado ante el peróxido. Con respecto a eso, se demostró la confusión de la chica.

- ¿Sometido? – Inquirió palpando con más atención los delgados cabellos en la yema de sus dedos mientras que el rubio volvía a tomar sus labios, la chica no objetaba de ninguna manera, pero es que no creía que ese cabello estuviese maltratado ni nada por el estilo. Pero en tal instante, no lo tomó como algo importante, pues de nuevo las caricias en los bordes de su boca y de su abrazo la atrapaban.

De igual forma, aun tenían tiempo para ambos...

- ¡Jolyne, no! – Un fuerte gritó de pronto resonó en todo el lugar, y no solo ahí, sino en los oídos y mentes de los jóvenes.

Con el brinco y susto en sus cuerpos, apenas y Giorno pudo reincorporarse hacia dónde provenía el grito, puesto que poco podían asimilar lo que sucedía. Más lo que no esperarían y más el joven, era el cuerpo corpulento yendo hacia él tomándolo del cuello y separándolo de Jolyne.

Todo había sucedido tan rápido, que ni siquiera la chica supo diferenciar que Anasui había usado un movimiento ofensivo sobre el rubio.

- ¿¡Pero que mierda!? ¡Anasui! – La joven bastante preocupada, podía ver al de cabellos rosas aplicando un suplex mal hecho sobre el cuello y pecho de Giorno, y este tratando de zafarse arrastrándose en el suelo junto con el otro. Con mucho miedo, Jolyne de inmediato se apoyó de la yerba para tomar impulso e ir cuanto antes a separarlos. Si bien, en esa acción se vio interrumpida al notar el agarre de una mano sobre su ropa y alzarla hacia el lado contrario.

- ¡No por nada este es el favorito de Jotaro! – Reveló casi en victoria y con enojo al ver como el joven sufría al tratar de quitárselo de encima. Las piernas del más bajo ejercían fuerza y lograba rodar junto con el de cabellos rosas.

- ¡Jolyne! – Una extraña y repentina voz, una que era completamente ajena a lo que antes Giorno llegó a escuchar, pero en cambio Jolyne, la conocía perfectamente. Bastante desorientada, la chica con los ojos bien abiertos y demostrando su angustia, se encontró con ciertos orbes negros y otros de color celeste. – ¿Estás bien?

- ¿No te lastimó? – La rubia de igual manera de acercó y tocó su mejilla cerciorándose de que no estuviera lastimada o algo peor. – Parece que solo estas asustada.

¿¡Asustada!? ¿¡Sólo asustada!? Pensó Jolyne con cierta rabia.

- ¡Wes, Perla! ¿¡Qué carajos hacen aquí!? – Sin dejarlos responder, volvió la vista hacia el otro par en la tierra e intentaba una vez más ayudar al rubio que parecía estar perdiendo la batalla, más con su brazo fue retenida siendo jalada por Wes. – ¡Suéltame, idiota!

-Ya me tienes harto... - Como pudo, declaró Giorno con la garganta apretada. Y para su suerte, el rubio no necesitó ayuda, pues al ser un movimiento mal ejecutado y con una posición vulnerable para Anasui, Giorno pudo dar un fuerte codazo en el abdomen de este. Así logró de inmediato soltarse y el más alto ya solo se doblaba del dolor.

- ¡Agh, maldito! – Se quejó y su frustrada victima recuperaba la fuerza con los cabellos alborotados bloqueando su rostro.

-Eso te lo buscaste, queríamos separarlos, no que lo mataras. – Aunque eso también se lo merecía, pensó Wes. Más se dirigió primero a la chica menor. – ¡Y tú! ¿Se puede saber que estaba pasando? ¿Cómo es que ese tipo estaba encima tuyo?

La joven indignada, no se limitó en mostrar su gesto de colera.

- ¡Huh! ¿Disculpa?

- ¿Y ahora estos quiénes son? – Con la terrible sensación aun sobre su cuello y sobándose, preguntó Giorno ya de pie tratando se acercarse a Jolyne.

- ¡Tú, cállate! Le pregunté a ella. – Lo detuvo con la palma de su mano levantada, de primeras parecía no simpatizarle y menos cuando vio aquella escenita desagradable. Volvió a fijarse en la menor y ella no quitaba su mirada fúrica. – ¿Y bien?

- ¡No sé qué carajos quieren y ni del porqué de repente están aquí, pero no pueden venir como si nada a golpear a mi invitado y tratarme como una niñita! ¿¡Saben lo que pudieron ocasionarle!? – Soltándose con fuerza el agarre, fue directo al rubio lo tomó queriendo a que se apoyara en ella. En su rostro se veía un ligero golpe y bastante tierra. – ¡Son unos estúpidos!

-Jolyne... - Quiso intervenir Giorno, pero fue callado con el levantar de voz del Wes.

-Invitado, ¿Y por qué no lo conocíamos antes? Digo, para que te tenga ahí abajo como si nada, debes tener algún tipo de relación, ¡Y una muy cercana!

– No es algo que entenderías si me dejaras explicarte, estas actuando como un imbécil. – Quiso razonar un poco la chica, pero para su amigo, eso no era necesario.

-No necesito que me expliques nada, todo está muy claro. – Actuando como un hermano mayor, más eso no lo sabía el rubio, el de cabellos blancos se acercaba y miraba encarando frente a frente al más bajo. – Jolyne no es alguien fácil de tratar...

- ¡Oye, Wes! ¿Qué te pasa? – Ofendida, se sintió atacada al mencionar su carácter.

- No sé quién eres o que le hiciste, pero no voy a permitir que abuses de una jovencita como ella. – Tanto Giorno como Wes, se apuntaron con la mirada como si fuese otro tipo de batalla. – Pareces alguien mayor, al juzgar tu ropa y tu actitud ególatra. – Claramente mentía, pues a palabras de Anasui, sabia toda la historia a como él se la había contado, claro sin saberlo creería que es alguien joven como la chica, pero no es así.

-No sé de qué me hablas. – Parecía hacerse el desentendido, pero así era, no comprendía por qué era atacado de nuevo. Y eso enojaba a Wes, ¿Era cínico? Para él, ese tipo estaba fingiendo.

-No quieras jugar al inocente conmigo. – Lo tomó por el cuello de la camisa y eso alarmó a ambas mujeres presentes. – Suelo ser alguien sereno, pero cuando me hacen enojar se dan cuenta de que ha sido el peor error que pueden cometer.

- Pero ¿¡qué haces!? – Quiso separar con sus manos Jolyne.

-Wes, tranquilo... – Trató de detener Perla de la misma forma tomándolo del brazo. – No ocasiones otra pelea innecesaria.

- ¿¡Qué carajo está pasando aquí!? – Una fuerte voz los retumbó y para todo era más que conocida. – Wes, ¿Qué le estás haciendo a Giorno? Suéltalo.

- ¡Señor Jotaro! – Como si hubiese sido una aparición celestial, pero a la vez temerosa debido a que no habían acabado con buenos términos, Anasui exclamó al ver la silueta enorme de quien consideraba su suegro.

- ¿Papá? – Jolyne también expresó su confusión ante su presencia. Pues recordaba que estaba en casa arreglando la lavadora.

-Se-señor, buenas tardes... - Perla de la misma forma se intimidaba de la persona que era el hombre, además de que realmente ella no convivía con él.

Wes tan solo no decía nada al respecto, pero no soltaba al rubio y Jolyne esperaba que al menos su padre pudiese apiadarse de su pobre compañero siendo maltratado. Si bien, no fue necesario, pues el joven fue soltado y el otro apartaba la mirada no queriendo ni verlo.

- ¿Se puede saber qué diablos hacían? Escuchaba sus estúpidos gritos oírse a una cuadra más atrás.

- ¡Jotaro! – A lo lejos, se escuchó la voz de la madre de Jolyne junto con Dio yendo rápidamente con el grupo. – Estuvimos escuchando gritos, ¿Qué pasa? – Pudieron haberle respondido, pero de inmediato, Dio se fijó en su hijo y al ver su estado mostró su preocupación.

- ¡Mi querido hijo! – Clamó y fue a su lado rápidamente a verle qué tan lastimado estaba, mas el menor manoteaba y trataba de quitárselo de encima. – Miren como masacraron a mi muchacho.

-Estoy bien, Dio. Quítate, no exageres. – Pidió enfadado, lo que menos quería en ese momento es que justo él estuviera ahí.

Si bien, Narciso no que quedaría con las ganas, era el momento perfecto y aun con el dolor en el abdomen, estaba dispuesto a revelar lo que él, Wes y Perla habían presenciado.

-Bueno, querían saber qué estaba sucediendo, ¿No? – Tomando posición en medio de todos, tanto Giorno como Jolyne lo miraron en verdad horrorizados, ¿Diría que los vieron besarse sobre el pasto? Si Jotaro llegaba a enterarse de esto, él... - Pues resulta que este Gargajo o como se llame... - Más fue cortado con el repentino golpe en su abdomen por parte de Wes. – ¡O-oye!

-Resulta que fue un mal entendido, señores. – Con calma, el de pelo níveo puso una mano en el pecho, el joven se disculpó con la reacción confundida de los demás presentes, pero sobre todo para Giorno y Jolyne, ¿Qué no quería hasta golpear al rubio e interrogaba severamente a la chica?

- ¿Mal entendido? ¿Dices mal entendido aun cuando arruinaste el bello rostro de mi hijo? – Inquirió sabiéndose que no era un estúpido Dio.

-Para empezar; eso no lo hice yo y segundo; tuvimos nuestros motivos, pero asumo mi error y me quiero disculpar. – Eso fue dirigido más para el rubio teñido. Más el chico no mostraba ningún tipo de expresión positiva hacia él. Y se esperaría a que el más alto extendiera su mano para dar pie a esa disculpa, pero no fue así.

Un silencio sepulcral se palpó en medio de todos los presentes, miradas dirigidas a todos y a la vez en uno en especial. Jotaro era de los que menos podrían entender, pero viendo a Anasui de por medio podría hacerse una idea, ¿Y ahora qué hizo este idiota? Aunque a la vez sabiendo de su presencia y de la manera en que estaba desarreglado y sucio como Giorno, algo le hacía creer que este último le provocó, se preocupó ante eso y más al tener a Wes y a su novia retándolo. Tendría que aclararlo de cualquier manera. Si bien, también notaba la cercanía que tenía su exesposa con Dio, pues justo los había dejado en casa, pero era algo lejos como para haber escuchado el alboroto de los jóvenes.

Algo le estaba dando muy mala espina.

Por parte de Anasui, tenía los dientes casi rechinando bajo sus labios, mirando de arriba y abajo a Giorno, no quería y se negaba, pero juraba haberlo visto besando a su adorada Jolyne, ¡Debió ser una ilusión! De pensarlo y recordarlo, sentía las ganas de llorar, pero eso no era una opción, y ahora viendo a lo que te atenía, definitivamente no se arrepentía de haberle mentido a Wes y a Perla, y de verdad esperaba seguir contando con la ayuda de Jotaro.

¿Por qué Weather no dejó revelar lo que sucedía? Habría sido perfecto ver al hombre dándole su merecido.

La castaña y madre de Jolyne, veía más intensamente a su exesposo, aunque lo disimulaba. Se preocupaba por su hija, pero ya empezaba hacerlo por su exesposo. Mostraba una expresión enojada y algo parecido a tristeza, solo deseaba saber en lo que estaría pensando en ese momento tan crucial o lo que estuviera pasando, pero no lo entendía en lo absoluto. Sin embargo y en medio de eso, sintió el roce del brazo de Dio y en eso notó el cambio radical de Jotaro. Puede que de lo que hablaba con el rubio mayor debía ser lo que impidiera que él o cualquier otro se lastimara o algo peor.

¿Estaría haciendo lo correcto con lo que le había propuesto Dio?

Wes y Perla miraban a Jolyne y a Giorno, pero más al rubio. Conocían a la joven desde hace muchos años, desde niños si quería ser más específico al igual que con Anasui. Ella era como su hermana menor y sabían cuan precavida llegaba a ser, por lo que no dudaba en lo que les había contado el de cabellos rosas; la joven no era fácil de conquistar y, ¿De repente llega alguien a quien no conocía y de pronto los encuentra uno encima del otro? Y más al saber que era algo aproximadamente seis años mayor, Jolyne no era alguien fácil de influenciar y sabiendo de su complicada relación con su padre y de sus anhelos, podría ser algún tipo de presa fácil.

No querían que ella saliera lastimada.

Giorno, muy por su parte con algo de aflicción y bastante rabia, tan solo podía pensar que la repentina aparición de ese sujeto y la chica rubia, tenía que ver con Anasui. Jotaro desde un inicio se había mostrado recio con él, pero desde que el de cabellos rosas comenzó a intervenir en su visita, todo iba cada vez más abajo, aun con la cercanía que tenía con Jolyne.

Jolyne... pensó con el resonar de ese nombre en su mente.

La joven cuyo nombre desde hace tiempo sabia conocerle, pero del que no estaba seguro, pero algo le decía que debía estarlo. Las manos protectoras de la chica seguían tomándolo, de manera cálida y defensoras. Queriendo verla, solo volteó suavemente la cabeza dando con la mirada que la desde hace rato le veía. Tanta tensión, ¿Y sólo se fijaba en él? Sus ojos como desde hace mucho rato, manifestaban su angustia y casi parecía como si le hablase. Si bien, una de las extremidades de la menor pasaba por el cabello enmarañado y sucio que le cubrían la cara y, aun así, ella lo consideró hermoso o así de alguna manera pudo interpretar la curva de su comisura, esa que minutos antes pudo besar.

Ese gesto, era como si recuperara cada pequeña parte de su confianza y decisión. No podría decir que se encontraba enamorado, pues sería demasiado irreal, pero eso sí, Jolyne ya se convertía en alguien especial para él y querrá descubrirla aún más.

Giorno era alguien que jamás perdía su honor, pero si tenía que luchar para recuperar la confianza de su jefe y el demostrar en querer con toda responsabilidad a la joven, estaba dispuesto a hacerlo.

Para Jolyne, en algo podría tener de razón Wes; era como su padre de cierta forma, de carácter fuerte y sensible como su madre. Pero hay veces, en que conoces a una persona y sientes como si la conocieras de toda una vida. Quizá no era tanto así, pero Giorno demostraba la confianza que alguna vez llegó a sentir por alguien ajeno a un viejo amigo o de un familiar amado. Admitía que, en un inicio, el rubio representaba una molestia y se retraía a su amabilidad, pero él demostró no ser así, solo era natural y amable, y eso la había conmovido, pues también conocía a su padre desde hace mucho tiempo y sabía comprenderla cuando tenía riñas con este, más ya sabiendo de su duro pasado.

No era un extraño del todo, y si ahora podía darse cuenta, le gustaba y mucho.

Podía ser joven y menos experimentada a comparación, pero ha sabido ser precavida. Si se abría con él, es que el joven era abierto con ella y con quienes le rodeaba; hablando de su madre e incluso con Jotaro aunque este se muestre áspero.

Giorno se había convertido en alguien con quien poder expresar y compartir, y quisiera encontrar que más cosas podría aguardar con el rubio.

Ambos jóvenes tenían deseos de siquiera tomarse de la mano, pero también sabían que no sería lo mejor, serian pacientes y era más importante tratar lo que le haya lastimado Anasui al joven.

Un ambiente tan espeso que se podía cortar si se lo propusiera, pues no solo ellos eran presentes a eso. Una mirada almendrada desde la lejanía, pero lo suficientemente cerca, daba pasos disimulados para no ser descubierta.

La chica de cabellos verdes y cortos, vistiendo el uniforme de uno de sus trabajos de la tarde cargando con una bolsa y alimento. Momentos antes tenía en mente el llegar pronto a casa y tener el resto del día para jugar con su super cyberamigo. No obstante, eso fue interrumpido al percatarse del particular grupo que parecían estatuas mirándose entre sí. Y podría jurar que los conocía a cada uno de ellos, sin embargo...

Dos cabelleras rubias relucían de entre todos ante la luz anaranjada del día.

¿Quiénes eran y qué estaba sucediendo?

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Chicos xd aquí el cap, parece que podré estar actualizando más seguido jsjs bueno, espero que les haya gustado :^ espero que el Viernes o el fin de semana haya cap, igual no pasa de esta semana. 

Oigan queria platicarles, desde hace tiempo que luego veo que hacen tipo dinamicas con los fics y asi. ¿Quisieran que hiciera algo así? Tipo "Pregunta al personaje que quieras, Giorno, ¿Qué se siente que Anasui te odie y le hayas bajado a la morra?" o do se xd 

Bueno, empezando con algo así, ¿Quién del fic es su personaje favorito y por qué? ¿Se identifican con alguno o con algún conocido/familiar/amigo/pareja? 

Wueno, empezando yo, sí jej, pero lo diré mas tarde(?

Y admito que también me daría curiosidad xd como que quiero conocerlos poquito :3 recuerden que siempre estoy leyendo todo lo que ponen <3 los quiero, byes uwu 

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