Capítulo 22
Muchos años atrás
Japón
La mujer de cabellos lacios y negros, suspiraba y veía hacia la calle acuosa no evitando abrazarse debido al frio. Estaba lloviendo, y al ver la hora sabía que pronto oscurecería más de lo que ya estaba. La ventana estaba cerrada, pero en sus adentros recordaba el olor de la lluvia como si estuviera muy apenas de empaparla.
Aquello le atraían varios recuerdos, pero más en específico un rostro que, en su momento, no le impactaba como lo era ahora, aun cuando ni lo estuviese viendo.
-Mami... - La tierna y diminuta voz la llamó a sus espaldas, esta al escucharlo sintió de repente más peso en su cansancio. Tan solo dio la vuelta a su dirección y miró al pequeño que era tan parecido a ella, pero también, tan similar a esos ojos que alguna vez la cautivaron.
-Haruno, ya son pasadas tu hora de dormir, ¿Qué haces despierto? – Algo molesta por eso, no evidencio su enojo o eso trató, y solo se acercó para tomarlo en brazos y llevarlo nuevamente a su habitación.
-No puedo dormir, tuve una pesadilla. – Con timidez, contestó sabiendo del enfado de su madre, pues, aunque ella no lo demostrase, el niño tan solo lo sentía y eso varias veces lo llegaba a entristecer.
-Una pesadilla... - Pronuncio solo pensando en que por el momento no quería lidiar con eso. No obstante, ¿Cuándo si lo hacía? – Solo es un sueño, cariño. No debes temerle a nada.
Sin más qué decir, la mujer llevó al pequeño en su cama, lo acostó y arropó sin ningún otro tipo de miramiento. Ante eso, Haruno en verdad esperaba algo más de su madre, más eso jamás llegó, por lo que la tomó de su mano con la poca fuerza que tenía y entonces ella le vio confundida.
-No quiero estar solo. – Expresó quizá con miedo a que su amada madre su molestara aún más, y sin siquiera adivinarlo, así fue. – Tengo miedo...
- No hay nada qué temer, cariño. – Dijo casi en un suspiro cansado, eso poco le hacía llorar al menor. – Tengo que trabajar mañana, por favor ya duérmete, ¿Sí? – En eso, la fémina depositó un rápido beso en la frente del niño, y aunque fuese un poco escaso cargado de fatiga, lo sintió sincero.
Y así al menos, pudo conformarse Haruno. Vio la espalda de su madre desaparecer al cruzar su puerta, y solo se cubrió más con las cobijas a merced del fuerte sonido de las gotas estrellarse contra la ventana de su diminuta habitación.
Aun cuando ella estuviera a pocos metros de él, la extrañaba a horrores. De todas formas, ¿Qué sentido tenía llorar?
Pese a que siempre decía que tenía que trabajar y que no tenía tiempo para él, siempre llegaba hasta su puerta un hombre; uno tan diferente a los que usualmente ve en la calle, más parecido a como ha llegado ver en televisión, de ojos más grandes y cabellos más claros.
El niño muchas veces se preguntaba de quién sería, más nunca le pediría una respuesta a su madre, aunque se lo pidiera, porque tal vez no se la daría. Y es que el pequeño realmente no lo sabía interpretar como tal debido a su falta de experiencia o raciocinio; pero se sentía muy solo y de alguna manera, creía que ese hombre se la estaba quitando.
¿Qué sería de él más adelante?
A veces en esas ocasiones, pensaba en su padre. Sí, aquel que ni siquiera llegó a ver o escuchar, tan solo a historias de su madre podía conocerlo un poco, además de una fotografía que alguna vez le dio.
Sin pensarlo mucho, el pequeño salió cuidadosamente de su cama y de su cajón sacó un pequeño papel un tanto duro y maltratado. Puede que ya este oscuro, pero gracias a la contaminación lumínica de la ciudad podía alcanzar a distinguir la figura del hombre en esa foto; era su papá.
Muy diferente tal vez a como él se veía, más podía sentirse más identificado de alguna manera, más que con su madre. De cualquier forma, le hacía sentirse más seguro; por lo que con las manos entrelazándose con el papel, se acomodó cerrando los ojos.
En verdad, quería que su padre estuviese ahí con él contándole algún cuento.
...
Actualmente en Florida
Más del medio día se manifestaba con la energía del cielo, respirándose no solo el viento, sino la corriente de memorias que chocaban contra sus solidos cuerpos, comenzando a revivirse y tentando junto al otro.
Ambas miradas se miraban profundamente, pero más que en ocasiones anteriores, una se conectaba con afinidad a la otra, que esta última se sumía en un mar de sentimientos y recuerdos que en su momento le mortificó en gran medida. No obstante, Giorno no lo exponía, pero a veces sentía todo aquello como si fuese sido ayer, e incluso no llegaba a esquivar el remordimiento de siquiera recordar ese rostro tan parecido al suyo.
Apartando el iris verdoso, el joven miraba hacia un par de pétalos rosados tirados sobre la yerba, y no es que le interesara verlos precisamente, sino era el reflejo de lo que quería evadir; su aflicción.
Un ligero y largo suspiro, fue acompañado de una nueva y suave ráfaga que poco les empujaba meciendo sus cabellos sueltos. Jolyne lo notaba, palpaba cada gesto y acción del rubio. Tragando algo de saliva, ese mismo viento casi pareciera que la incitaba en acercársele y tal cual, así lo hizo de inmediato.
Giorno estaba quizá algo distante dentro de sus pensamientos, pero pronto sintió un tacto que al segundo poco lo descolocó; entonces sus miradas volvieron a conectarse, pero ahora más cerca, mucho más, a decir verdad.
Sin ninguna otra intención, Jolyne tocó su mano posada sobre el tenue picor del pasto, sintiendo un agradable calor ajeno y el rubio descubrió la sonrisa que pocas veces la menor dejaba mostrar, además de los parpados entrecerrados y las cejas sutilmente curveadas. Ésta evidenciaba la genuina preocupación que le estaba causando.
Y eso fue lo que se negó en hacerle sentir.
Con eso tuvo para olvidarse por un momento su tristeza e imitar un poco el gesto que ella tenía para con él. Fue algo instintivo quizá, pero el tener de cerca nuevamente el aroma dulce de Jolyne y esos ojos que reconocía de alguna forma, le llevó en fijarse en los labios que ya un par de veces besó, más no hizo nada al respecto y soló dejó a entender a la menor que él se encontraba bien.
Verdaderamente, ella podía hacerle sentir tranquilo y a gusto, aun recordando aquello.
-Lo lamento, Jolyne... - Comenzó de repente Giorno sin apartar los orbes. Si bien, para la chica, esas palabras las interpretó de cierta manera y luego asintió.
-No tienes que disculparte, no es tu obligación contarme. – Estaba por cortar el contacto la joven y el rubio no lo entendía o el porqué de ese último comentario, hasta que volvió a tomar su mano deteniéndola, al ver como esta amagaba en levantarse de su lecho formado bajo el pasto.
- ¿Qué? No, no, ¿Qué haces? Quédate, no me refiero a eso. – Tan solo hincada con las piernas a medio estirarse, Giorno la jaló un poco hacia él para que volviera a tomar asiento a su lado, igual de cerca como hacia un momento. Entonces la joven no entendía. – Digo, apenas comencé con mi estúpida y trágica historia con Dio y mi madre, y no puedo evitar sentirme como un idiota afligido. – Apenado, volvía a girar el rostro y eso a la otra no le había gustado.
Tan solo no le pareció el subestimar sus sentimientos, y sin limitarse formó una mueca algo disgustada.
-Giorno... - Con dulzura y sin retroceso alguno, Jolyne con la yema de sus dedos tomó la mejilla del rubio para que le mirase, una acción nada usual de la menor, más el rubio puso atención y más por cómo le llamaba, embelesado por el tacto y su voz. – No seas tonto. – Aunque el tono subió un poco rudo, aunque no dejaba la delicadeza de su trato. – No minorices lo que llegas a sentir, si alguien aquí ha sido lo bastante fuerte, firme, maduro y además se da su lugar, ese eres tú. – Parpadeando un par de veces el joven, la otra continuó. – Quiero decir, no cualquiera, ni siquiera Anasui, ha aguantado tanto los arranques de estupidez de mi padre y ha convivido tanto ¿Quieres más pruebas? – Bueno, ahí tenía un punto, pensó sin querer el rubio. Sin embargo...
-Pero, golpe a Anasui más de una vez, e incluso casi te vomité encima aquel día en el picnic y me cuidaste toda una noche cuando debía ser algo especial, ¿No te molesta? – Jolyne soltó al mayor y entonces Giorno se apenó al recordar todos los sucesos de su estadía en Florida. En serio todo eso le parecía... ¿Admirable? Si bien, la chica se acomodó para verle y hablarle mejor.
-En primera; se lo merecía, Anasui jamás había sido tan insistente como ahora y, a decir verdad, apuesto a que te desquitaste. – Para eso, el rubio le dio la razón internamente, el de cabellos rosas era de las pocas personas que le sacaba de sus casillas y eso para la hija de Kujo, era fácil de ver. – y en segunda... si te soy sincera... - El tono de la menor cambió drásticamente, siendo así, el rubio quiso ver la razón mirando más de cerca su rostro, y es que ella mostraba un sonrojo, ¿Sonrojo? Eso lo descolocó, pues ahora era Jolyne quien aislaba de su panorama su cara avergonzada, su ceño fruncido y el tartamudeo de su voz que poco le escuchaba.
-Huh, ¿Sí? – Incentivó a lo que quería llegar, más no esperaba lo que diría luego ahora volteando hacia el frente todavía sin verlo.
-No todo fue malo, supongo que a veces las cosas suceden por algo, ¿No crees? – La joven sutilmente jugaba con sus dedos, a leguas se veía su nerviosismo y a su vez, lo mismo le provocaba a Giorno sin darse cuenta. – De no haberte enfermado, de no haberte cuidado o siquiera el haber hecho ese picnic, tu no... Bueno.
Por consiguiente, el joven supo de inmediato a lo que se refería, ¿Acaso era una especie de confesión? Y muy a diferencia de ella, no se retraía ni nada similar, al contrario, ocasionaba más sus ganas de tenerla de nuevo, así como esa misma vez en la habitación. Sin siquiera avisarle, se atrevió en moverse más hacia ella y acercar su aliento hacia su cara.
- ¿Me estás diciendo que te gustan mis besos? – Sin pena y con emoción, preguntó casi divertido haciendo que Jolyne le viera repentinamente y abriera su expresión demostrando su terrible sonrojo.
- ¡Gio-Giorno! ¿Podría ser un poco más avergonzado, por favor? – No sabiendo qué decir realmente la joven, tan solo bajaba el rostro. Pues no quería decir abiertamente que aquello le había gustado y mucho ¿Y qué decir de la segunda vez?, pero tampoco quería negarlo.
El rubio con eso sacó una leve carcajada, una suave y pacifica que calmaba a ambos. Y, a decir verdad, traía un ambiente muy ameno entre ambos, el joven de cierta forma no puedo evitar sentirse agradecido.
Con ese sentir, tomó su mano y la apretujó transmitiendo su energía. Jolyne no podía estar más contenta ante el momento, se alegraba de poder darle esa calma que ahora necesitaba, aun cuando él quería hacerle saber de su vida y de su pasado, sabiendo que no era algo fácil de contar.
-Jolyne, en verdad, quiero contarte. – Dijo por último para sincerarse, era algo que le debía o así sentía. Pues no eran tan diferentes y al saber que Dio y Jotaro eran viejos conocidos o enemigos, era algo que se podía compartir al menos.
La joven por su parte podía comprenderlo, más que cualquiera quizá, por lo que solo asintió y Giorno aun agarrado en la mano un poco más pequeña, volvió a tomar aire y siguió.
-Mi madre es japonesa como ya antes mencioné, pero a mis cuatro años tuvimos que viajar a Italia y no solo ella y yo, también un hombre de ese país. Entonces fue cuando supe que no era solo un viaje, sino una mudanza...
Comenzó el rubio y la chica mostró su sorpresa.
...
Muchos años antes
Italia, Nápoles
Una boda se celebraba, la novia se movía y reía resplandeciente con su vestido blanco y frondoso. El novio de igual manera se le veía feliz tomando de la mano de la mujer, ambos siendo festejados y aplaudidos saliendo de la iglesia.
No obstante, justo detrás salía el pequeño de ojos levemente rasgados y de un iris muy particular. Yendo justo a donde a la pareja, más de la mujer; su madre.
-Cariño, no te alejes tanto. – La misma mujer de blanco le hablaba, por lo que poco retrocedió su paso y tomó de la mano al niño casi arrastrándolo.
Al menos ella aún se acordaba de él, pensó a su manera el niño.
El festejo seguía en regocijo para los recién casados y demás invitados. Si bien, el pequeño aun tardaba en procesar lo que acababa de pasar, el por qué y cómo llegó a eso. Por lo tanto, solo pensaba, ¿Ese hombre del que estuvo celoso, sería algo así como nuevo papá?
¿Y qué pasara con su verdadero padre? ¿Ya no lo sería?
Bastante sumido en ese tipo de preguntas, poco daba cuenta de que el día seguía a su curso y el cielo estaba cada vez más anaranjado.
- ¡Hey, Haruno! – Con esa fuerte voz pronunciando su nombre, su meditación se fue disipando al prestar atención y ver como el que ahora era el esposo de su madre se acercaba a donde él estaba. – ¿Qué haces aquí tan solo? Ven con nosotros a que nos tomen fotografías. – La mano del hombre se posó sobre la cabeza color ébano del pequeño mientras que le mostraba una amigable sonrisa. – Somos una familia ahora, no te quedes aquí tan solo.
Un tanto sorprendido el pequeño, solo pudo asentir con timidez e ir con su ahora padrastro hasta donde su madre feliz posando para su pronta foto frente al hermoso paisaje.
Haruno veía al hombre sonreírle desde lejos a la mujer, y entonces pensó; era amable con su mamá y con él. Puede que sea aún un extraño, pero se comportaba como una buena persona, ¿Podría ser su segundo padre de ahora en adelante? Con eso en mente pudo sonreír un poco.
Puede que de ahora en adelante las cosas irían mejor, ahora que tendría una familia más completa. Sin embargo, se venía algo de lo que no esperaba el pequeño o su madre...
...
Las semanas siguientes luego del bodorrio, estaban llenos de ilusiones y armonía, Haruno se mostraba más sonriente al igual que su madre, pero si era así, ¿Qué fue lo que cambio de repente?
Cuando se les veía como un matrimonio y una familia feliz, ahora contrastaba con el fuerte lloriqueo del niño, y los gritos del hombre y de la mujer.
Haruno abrazado a su amada progenitora, esta solo gritaba frente a su marido quien en su mano derecha se aferraba a lo que parecía ser su cinturón. De solo pensar en la razón, quizá enfurecería a cualquiera, pero de verlo ya era un sentimiento mucho más allá y más cuando el pequeño estaba de por medio.
La fémina cuidaba y daba un paso hacia el hombre dándole frente. Cuando llegó de compras, lo único que pudo ver al entrar a donde se suponía era el lugar de refugio de su hijo, era a su esposo a punto de golpearlo.
Él podía hacer cualquier cosa con ella, pero ¿Su bebé? Sin dudarlo, se había interpuesto en medio del golpe siendo la madre quien lo recibiese.
Haruno estando entre todo ese martirio, solo seguía preguntándose, ¿Por qué no simplemente no se iba y dejaban a ese monstruo? Aun cuando desde un inicio era ella golpeada, no lo entendía. No se dejaba notar, pero los brazos de su mamá estaban muy lastimados y con heridas.
La mujer muy por su parte, incluso por varias noches lloraba encerrada en el baño. Y es que, no es que no quisiera dejarlo, es solo que estando en un país ajeno, donde poco se entiende del idioma y sin trabajo, realmente no podía hacer mucho.
¿Cómo pudo creer tan fácil las promesas de ese hombre? En Japón él era casi como un ángel para ella, jurando que los llevaría a una vida feliz y sin preocupaciones.
¿Por qué su vida era tan miserable?
De solo pensar en todo eso, llegaba a su mente cierto joven de cabellos rubios y actitud altanera.
-Dio... - Susurró en su llanto abrazando sus piernas, quizá de haberle dicho o al menos intentar contactarlo en su momento, habría dicho todo lo que no pudo decirle cuando pudo, aun cuando estaba por cruzar ese portón de la mansión allá en su país, debió correr tras él.
Habría cambiado tanto su situación y, para empezar, aun siendo despedida y desterrada del cobijo de su propia familia al saber de su embarazo, el joven podría haberle dado algo de apoyo y no solo eso, puedo haberlo tenido a él también.
Si tan solo hubiese sido más valiente, pensó desconsolada.
-Perdóname, Haruno...
...
Con el pasar del tiempo, tanto la mujer de apellido Shiobana como su hijo, fueron sobrellevando aquella vida. Si bien, el hombre con el que vivián se había vuelto un poco menos violento, pero eso no evitaban las riñas llenas de amenazas y golpes. Así como también Haruno, se fue convirtiendo en lo que su madre jamás pudo ser, alguien valiente que se da a su lugar. El que antes fue un niño triste e indefenso de cabellos negros y lacios, ahora era el adolescente que siempre veía por su madre, protegiéndola como ella llegó a hacerlo como podía.
Siendo en un principio solo un estudiante, era un joven un poco más aventurado de lo que cualquiera se esperaría, y conseguía lo que podía como taxista en el aeropuerto de Nápoles. Aun siendo menor de edad, eso no le imposibilitaba para conducir y ganarse un buen dinero.
Tenía la esperanza de conseguir lo suficiente y llevarse lejos a su mamá de esa vida, era un deseo en verdad grande y estaba seguro de que lo conseguiría.
Claro, como todo joven callejero, llegaba a tener todo tipo de incidentes. No obstante, ocurrió algo que jamás le había llegado a pasar y más con ese tipo de persona...
...
Cerca del Aeropuerto de Nápoles
El cielo seguía despejado, aunque cada vez se mostraba más rojizo y con un aire más fresco, así como como también él se alejaba del bullicio yendo a un lugar más tranquilo.
Haruno, con las manos dentro de sus bolsillos, caminaba algo cabizbajo. Pateando cada roca o lata que se encontraba expresando su frustración y enojo. No tenia ánimos de nada, todavía cuando se había propuesto por un día productivo y con el anhelo de conseguir el dinero que necesitaban, todo se había ido al carajo. Se sentía humillado y si se sinceraba, ¿Por qué no llegaba a acostumbrarse ya? No tenia ninguna diferencia de cuando era niño y otros lo molestaban por tener una apariencia un tanto oriental.
- ¡Hey, Giorno! – Desde lejos, una conocida voz le habló del frente. Sin mostrar ningún tipo de ánimo, solo enfocó su vista para ver quien se acercaba con prisa y jovialidad.
-Narancia. – Dijo el nombre del otro en forma de saludo, el otro joven de cabellos negros revueltos y ojos amatista, llegó corriendo y se apoyó del hombro de Haruno queriendo tomar algo de aire. – ¿Por qué vienes corriendo? Pensé que trabajabas hoy.
-Sí, justo eso hice, pero me dieron el resto de la tarde libre por causas bastante extrañas y difíciles de explicar. – Expresó confundido, pero luego con una gran sonrisa, Giorno como respuesta solo le dio una media sonrisa y luego bajo ligeramente la cabeza borrando cualquier gesto de felicidad. Claro, eso no pasaba desapercibido por nadie quien lo viera y menos si se trataba de su amigo Narancia. – Y también te pregunto lo mismo, ¿No es algo temprano de que estés por aquí? Digo, sueles estar ahí más tiempo y no menos importante, parece que se te cayó tu helado en medio de una feria.
Dándole un poco su espacio retirando su mano, el de piel acanelada se fijó mejor en el semblante de Haruno, o Giorno como suele referírsele más. Este solo hacia una mueca mi miraba hacia la acera despejada, tenia deseos de sentarse y así lo hizo, como también Narancia le siguió y se sentó junto a él.
-Una estupidez tan solo, no quise estar más ahí, pero tampoco quiero llegar tan pronto a casa. – Con las palmas apoyando sus mejillas, no veía de frente a su amigo. – Podría decir que tu trabajo era mejor que el tengo ahora, si es que esto se le llama trabajo.
- ¿Mejor? ¡Ja! Te apuesto lo que quieras que cualquier cosa puede ser mejor que trabajar para ese mentecato. – Decía mientras se quitaba los zapatos y se sobaba los pies. – Aunque la paga valdría la pena, ya tendré algo de dinero para el cumpleaños de Fugo al menos.
Con eso último, Giorno solo abrió los ojos y se sobó la frente con algo de estrés.
-Sí bueno, hablando de eso. Tendré que disculparme con él, no sé ni con qué diablos podría comprarle. – Mencionó vencido y Narancia supo de su frustración, por lo que volvió a poner su palma sobre su hombro.
-Oye, tranquilo. Pondré en la tarjeta tu nombre también. – Retirando la mano otra vez, Giorno solo sacó un soplo de agradecimiento. A pesar de todo, pensaba que tenia buenos amigos. – Antes es el dinero de tu madre, amigo.
-Gracias, te debo una. – Palmeó su espalda un par de veces. – Te lo compensaré luego.
- ¡Bueno! Pues ahora que lo mencionas... - Empezó Narancia un tanto avergonzado, eso definitivamente tomó por sorpresa a Haruno. – Me lo compensarías y muy bien escoger qué carajos regalarle, es un niño rico, tu sabes. Y si te soy sincero, no tengo ni perra idea de qué podría gustarle.
Con esa declaración, Giorno comenzó a reír un poco, ocasionando el leve sonrojo del joven dos años mayor.
-Narancia, créeme que cuando se trata de ti, a Fugo no le importará si le regalas una papa cocida con una moneda enterrada o un zapato viejo. Él en serio te aprecia y aseguro que lo que le des, le encantará. – Irónicamente, hablaban de alguien de carácter bastante fuerte y con una familia bastante adinerada, pero conociendo la relación cercana que este par tenían, a Giorno se le hacía algo fuera de lugar la preocupación del joven. Aunque admiraba el apuro que tenía del detalle que planeaba darle.
-Sí, bueno, como sea. Este regalo también va de tu parte, ¿O no? Hace un minuto te preocupaba el no darle un regalo, ¡Es lo mismo! – Espetó algo penoso, pero Haruno sabía que iba más allá de eso, más no lo diría, al menos no aún.
-De cualquier forma, me serviría como distracción.
No queriendo decir más sobre el tema, quedó implícito en que ambos irían a buscar dicho regalo, pensando en que sería un día ameno para salir y ver cualquier cosa alejada de sus preocupaciones y así al menos lo previa.
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Antes que nada, quiero aclarar que cuando Giorno cuenta su historia a Joly, nunca le menciona que se llama tambien Haruno o siquiera Giorno :^ pues se lo platica más en primera persona cuando se trata de él xd y pues no cita textualmente los diálogos de cuando su mamá o papá le llaman Haruno. Nomas eso quería aclarar de la historia uwu <3 Perdonen si no queda del todo claro :'^
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Mis niños bellos y hermosos <3 ¿Cómo están? xd bueno, muchas gracias por leer :'^
Y antes que otra cosa, quiero decir y pedir disculpas por lo anterior, por mi amsiedad cheemesca de que me iban a funar o una madre parecida jaja y en serio que, estoy conmovida y agradecida por sus comentarios positivos y apoyo. Se van al cielo con todo y chanclas, y espero no decepcionarlos con esta historia.
Si bien, no estamos ni cerca del final, pero de que ya se esta estableciendo y demás, eso sí. Por lo que quiza sea más rapido el actualizar. Ya no tengo trabajo por el momento y no hay ningun tipo de incomveniente como antes llegó a haber, asi que, esperemos que tal xd porque nunca lo wa a abandonar.
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