Capítulo 20
Al principio estaba turbado, petrificado, solo podía pensar en que nunca más podría vivir sin ella a su lado. Y ahora, parecía estar muy a tercer plano o quizá un poco más lejos, pues desgastaba su mente pensando en lo que se veía haciendo y en lo que sentía en el proceso.
Relamida de labios, un sabor nada parecido a lo que llegó a probar o siquiera imaginado. La oscura y excitante emoción le invadía aun atrapado en el éxtasis de sus besos, en las mareas del danzar de sus caderas y de su tenue voz hablándole entre jadeos. ¿Cómo es que había llegado hasta ese límite? Si bien, no era la primera vez que se enredaba con cualquier mujerzuela, pero ¿Por qué esta vez era diferente? La sostenía con firmeza y sin ninguna pena la poseía tanto como ella casi pedía a gritos. Teniendo las tenues luces de color delineando cada parte de su figura, de su cara.
Estaba en un límite que no conocía y solo esa mujer había podido sacar eso dentro de él, aun cuando ni se conocían realmente, ¿Acaso era solo la aventura? ¿Cayó absorto por el dolor? Entonces en medio de la iluminación neón dentro de ese cuarto de motel, empezó a preguntarse varias cosas luego de ver la hora que avanzaba tan velozmente.
Sus alaridos internos de alguna forma acababan y de ver el rostro maquillado delirante, le hacía sentirse más liberado.
¿Debería solo dejarse llevar?
...
Una respiración acompasada que pronto tendría un ritmo diferente en cuanto abriera los ojos. La naciente luz poco tocaba su rostro y eso hacía que la turbación de su sueño lograra sentar su realidad.
Con un leve gruñido, poco quiso moverse y cubrirse de aquel rayo. Más al hacerlo, el dolor de los arañazos en su espalda poco lo descolocaron. Si bien, no pensó que fueran rasguños, solo así lo sintió sin sopesarlo, aunque más rápido pudo centrar su vista y ver dónde se encontraba.
Notando la habitación iluminada, se fue tallando el rostro queriendo despabilarse. Por un momento no lograba reconocer el lugar, hasta que pudo rememorar que se trataba de aquel cuarto pequeño de paredes color crema, dentro de aquella mansión de estructura tradicional japonesa.
¡Muy bien! nada fuera de lo normal, podría pensar. No obstante, no recordaba del todo cómo llegó ahí; puesto que se recordaba el haber escapado buscando dónde beber, y con más claridad; estaba dentro de aquel sencillo bar besando a...
¡Besando a...!
En eso cayó en seco con los ojos más abiertos. Una ligera vorágine de imágenes llegó de un momento a otro evocando cada minuto, pero sobre todo a cierta mujer.
- ¡Mierda...! – Espetó ya recordando lo sucedido en aquel motel iluminado con luces neón.
¿Qué tan ebrio debió estar para hacerlo con ella? Es decir, no seria problema de haber sido con cualquier otra. Más, ella era parte del personal de esa propiedad, y ella siendo la nieta de la anciana; esa que encabezaba a cada empleado, además de su estúpido mayordomo.
¿Pero que había hecho? Con el estrés cada vez mas subiéndole, temía el que alguno de ese par que encabeza la casa supiese del terrible desliz que había tenido, y no precisamente de que se había metido con aquella mujer, sino por el simple hecho de escaparse y el haber bebido.
¿Habrá dicho algo ya? De ser así, ya habrían tal vez derribado su puerta poniéndole camisas de fuerza, quien sabe. Cualquier cosa podría ser muy posible.
Despierto y algo alterado, salió de su cama notando que solo llevaba un pantalón de pijama; tomó su bata dorada y rápido tomó el picaporte. Quería asegurarse antes de que fuese más tarde, ¡Tendría que buscarla ahora mismo!
Sin mucho sigilo, cerró la puerta tras de sí y a lo lejos escuchaba varias voces y pisadas haciendo quien sabe qué cosa y no es que le importase. Solo tenía en mente buscar ese rostro maquillado y engreído.
-Buenos días, joven Dio. – Algo a la distancia le saludaron haciendo que se sobresaltase, aunque bien lo disimuló. Volteó al instante encontrándose con la dura, pero arrugada expresión, justo la abuela de aquella.
En eso notó como se acercaba y antes de que pudiese sospechar algo, retomó su actitud de siempre apenas saludando a la mayor.
-Sí, buen día. – Apartó la mirada demostrando tranquilidad y altanería, si bien por dentro prefería derribarla de su camino y apresurarse.
-Justo venia a despertarlo, mi nieta ya tiene su desayuno listo. – Anunció tranquilamente mientras que Dio al escuchar nieta sus ojos poco se abrieron casi como si hubiese leído su mente. Más la anciana parecía no tener idea de lo que pasaba o sentía.
El rubio no dijo nada, no obstante, sólo dejó que sus pies lo guiaran hasta el comedor y quizá algo nervioso, ¿Nervioso? ¿Dio Brando nervioso? Quizá ahora solo se le justifique, ya que ahora viendo que quizá no se haya sabido nada de su clandestina salida, ¿Por qué sentía extrañeza al tener que verla de nuevo?
Pasando por el umbral de la entrada al comedor, esperaba verla parada en alguna esquina mascando su habitual caramelo. Más tan solo se hallaban la gran mesa circular y varias mesas, sin siquiera alguno del resto del personal.
¿La abuela le habrá tomado el pelo? Pues no veía ningún plato ahí y a decir verdad le molestaba esa impuntualidad como consideraba, siendo alguien acostumbrado a obtener todo rápido. Algo exasperado por eso, solo atinó en jalar sin ningún cuidado uno de los lugares y tomó asiento esperando por el alimento, pero sobre todo a la chica.
Juntando sus manos sobre la mesa, quiso guardar un poco la compostura. Esperó por al menos unos diez segundos y su paciencia de a poco se extinguía. Y aunque estuvo a nada de gritar y demandar yendo a la cocina como ya llevaba acostumbrando en su estancia ahí. En ese instante, una fragancia de inmediato acarició sus fosas nasales y no solo por la comida que ya estaba a centímetros de él, sino de un perfume que pudo reconocer en un santiamén.
Viendo como el platillo era puesto frente a él, un par de brazos delgados fue lo que su vista más enfocó, para luego guiándolo hasta aquel par de ojos rasgados sombreados de ese característico color brillante.
La miró quizá algo sorprendido, pero ella parecía no corresponder como si no notase si existencia, pues solo su vista iba hacia su labor, y eso que a duras penas llegaba a hacer algo para ser parte de la servidumbre, pensó.
Dio aguardó a que le dijera algo o siquiera correspondiera con la mirada, y pese a que el joven fuese insistente incluso para eso, la fémina no se molestó e incluso le dio la espalda yendo hacia la cocina.
El rubio la siguió con la mirada y en su persona veía el mismo andar de siempre, aunque parecía no ser dirigido a nadie como llegó a hacerlo cuando quería llamar su atención.
Confundido, no supo cómo reaccionar ante eso, claramente parecía no importarle lo que había pasado entre los dos la noche anterior. Teniendo ahora los ojos sobre la comida, meditaba en que quizá para la japonesa como para él; solo había sido una breve aventura, pues el haber sido delatado ya era una posibilidad totalmente descartada.
Todo se mostraba como si nada. Entonces, debería estar despreocupado y seguir con su vida, ¿Cierto?
Sin más, la misma chica regresó junto con más del mismo uniforme atendiendo al rubio. Aunque este ya no quiso obstinarse en tener su atención.
...
Algunos días después
Un día como cualquier otro dentro de aquella mansión. Si bien, el rubio se sentía cada vez mas intrigado. Y nada tenían que ver el tener que empezar una nueva vida al menos por un tiempo en ese país del que apenas sabia reconocer un poco del idioma, sino más que nada por cierta jovenzuela que antes parecía devota en llamar su atención y luego de obtenerla en aquella noche en el bar, ahora se le veía totalmente desinteresada.
Incluso ahora la miraba, con esa expresión aburrida haciendo poco o nada a comparación de los demás del servicio, cruzada de brazos y volteando hacia cualquier lado.
Hasta llegaba a sentirse ofendido y ni siquiera tenía razón para estarlo. Como se había estado repitiendo por milésima vez desde aquel primer momento con ella; ya antes había estado con mujeres de ese tipo, ¿Por qué ahora era diferente?
Pensaba que con el pasar de su tiempo ahí la olvidaría, pero ocurría lo contrario, por cada hora que pasaba quería esclarecer esa intriga.
Y es que, aun siendo una persona desesperada, buscaba la manera de interceptarla. No le daba vergüenza de preguntarle y ni mucho menos miedo.
...
El sol comenzaba a ocultarse y eran momentos donde la chica se daba tiempo de disfrutar un buen cigarrillo a la vista del anaranjado paisaje que ya tomaba tonalidades purpúreos y azulados. Con un brazo cruzado, que a su vez sostenía el codo contrario, se permitía dar una buena calada de aquel amargo sabor que también le relajaba.
Tan sumida sacando el humo de su nariz y del cálido aire del pronto anochecer, de repente sintió un gran jalón hacia su izquierda alertándola y sin darle tiempo de reaccionar, pronto se halló en la esquina más oscura del mismo espacio.
- Pero ¿Qué mier...? – En eso, sintió su boca siendo cubierta por una enorme mano que casi tapaba gran parte de su cara. Quiso zafarse y gritar mil groserías a quien osaba en tratarla de esa manera, aunque pronto ese deseo de actuar se desvaneció al reconocer a quien ahora tenia en frente y a pocos centímetros.
- ¿Qué tal? Señorita Shiobana. – Saludó el otro ya dejándola libre de cualquier agarre. La japonesa solo se quedaba viendo a sus ojos que poco se miraban rojos gracias a la contra luz que daba a esa hora el sol.
-Joven Dio, ¿Qué maneras son esas? ¿Cómo se le ocurre tratarme así? – Visiblemente molesta, pudo resguardar un poco sus ganas de partirle la cara.
Aquel cigarrillo que antes disfrutaba lo tiró al suelo y lo pisaba con fastidio. Se cruzo de brazos dispuesta a enfrentar su osadía y aun el otro demostrase un semblante intimidante, no causaba ningún efecto en ella.
-Eso mismo pregunto, tonta. – Ante el insulto, la joven arqueó una ceja. – ¿Qué son esas maneras de tratarme? Sabes con quien, y para quien trabajas, ¿No?
-Huh, ¿Disculpa? – No entendiendo bien a lo que este se refería, solo dijo lo que tenía que decir como varias veces llegó a hacer con otros. – Soy solo una aprendiz de sirvienta, una de tantas de este lugarejo lleno de idiotas, y si tienes alguna queja del servicio ve y díselo a mi abuela.
Dispuesta a retirarse y sin limitarse en ocultar su rabia, Dio no lo permitió y la atrajo nuevamente tomándola del brazo, tal fuerza hizo que chocara contra su pecho, aunque tuvo cuidado de no lastimarse.
-Sabes muy bien de que no hablo de eso. – Esta vez quiso ser mas claro, estando cada vez más cerca y casi en susurro. – No sé quién demonios te crees, pero no puedes hacerte la loca cuando estas tratando conmigo. – La acercó un poco más. – Al principio parecías tener interés en mí, buscabas mi atención con tus vulgares trucos y tus miradas mal intencionadas. Luego apareces frente a mí en el bar y ¿Qué paso? – La chica lo miraba impresionada, la franqueza con la que la trataba y sí, claro que lo recordaba. – Me llevaste a ese motel de mala muerte y cedí a tus asquerosos deseos. – Se escuchaba molesto y ¿Dolido? La fémina no entendía esa actitud, no lo conocía, pero Dio Brando era famoso por ser varias cosas y el ser mujeriego era una de ellas. – Y luego tú ...
- ¡Dio, por favor! – Se soltó en un jalón rápido no queriendo seguir escuchándolo. – Soy solo una chica, una de tantas de las que seguramente has estado ¿Por qué te importa tanto? Pensé que es algo que tu harías. – En eso, Dio quedó callado incómodo. Era verdad, aunque... - No me digas que, por primera vez, en la vida del gran Dio Brando, rico y poderoso que ha estado con tantas chicas, te sentiste utilizado. – Dijo más que nada en broma, aun cuando ese comentario pareció haber dado en el clavo.
El rubio se mostraba estático con los labios fruncidos, en eso Shiobana supo interpretarlo aun cuando este no hablase, ¿Era en serio? La tensión ya estaba más que presente y Dio no lograba articular nada, parecía en trance. Y aunque para la otra ya estaba claro, se estaba incomodando, ¿Qué debía hacer en un caso así? Así como Dio, él no había sido el primer chico con el que había estado.
Sin más, la joven tomó el rostro del rubio de un momento a otro depositando un fuerte y duradero beso, cosa que también lo sorprendió desmesuradamente.
Sentía de nuevo esos labios carnosos y con sabor a cigarrillo con frutilla gracias a su labial. Dio no comprendía al segundo, pero luego este se separó sintiendo un sonrojo y ¿Por qué? No era su primer beso ni mucho menos.
La joven colocó un mechón de su cabello detrás de la oreja como si hubiese vergüenza, pero lo que no esperó, fue también el sentir la mano del joven tomando su barbilla para luego tener que recibir un beso ahora por parte de la iniciativa de Dio.
En ese momento, ya solo era un lenguaje de labio a labio. Ambos empezaron a corresponderse entre besos y rodeándose totalmente comprometidos ante ese ferviente tacto que de a poco iba en aumento.
...
En la actualidad
- ¿Te volviste a acostar con la japonesa? – Dijo de repente la castaña interrumpiendo el relato de Dio.
El rubio al verse entorpecido en sus memorias por la tan sorprendida cuestión, miró a la mujer que apenas y sostenía la taza de la que bebía y su boca levemente abierta. Una escena quizá algo graciosa, que no se limitó en carcajear levemente.
-Si te estas preguntando si lo volvimos a hacer en ese momento, no. Aun estaba molesto y era muy arriesgado al menos para esas horas del día. – Dio dio un sorbo a su bebida, a su vez que la mujer imitaba esa acción sopesando lo que decía. – ¡Pero eso sí! cogíamos como animales luego de eso y ningún alma dentro de esa aburrida casa se enteraba. – Lo último lo decía con gracia haciendo que la castaña poco se ahogara por la impresión.
...
Hace veintiséis años antes aproximadamente
¿Cuánto días, semanas o meses habían pasado luego de ese beso? Y ¿Qué importaba? Tanto Dio como la joven Shiobana se divertían, e incluso se burlaban a espaldas de todo aquel dentro de la mansión.
Siempre buscaban el momento para besarse o incluso hacer señas obscenas cuando alguno se daba la vuelta. Y no solo eso, las salidas a ese bar y muchos otros lugares durante las horas de oscuridad eran inolvidables, las noches de bebida y de sexo quizá sean experiencias que jamás olvidaría el rubio.
Pero, sobre todo; la compañía de aquella mujer de apellido Shiobana jamás le aburria. Pues siempre era con ella.
¿Desde cuando llegó a sentirse así de pleno de nuevo? Sentía como si algo dentro de sí moría, pero otra nacía. Antes estaba furioso, triste y como si fuese ya tarde para algo, y ahora concebía una emoción extraña y diferente, como si fuese totalmente nuevo.
- ¡Dio...! – El canturreo llamándolo le hizo voltear sin mucha prisa, encontrándose solo con una mirada juguetona e incitadora. La joven de ojos rasgados apenas cubierta por la sabana, tocaba el rostro del otro con su pie desnudo. El rubio por su parte, se mostraba divertido y deseoso, llegando a gatear sobre la cama e ir directo a los labios de la joven de nuevo cayendo en una noche placentera y desenfrenada.
Sin duda, fue una clara transición para Dio y eso se llegaba a reflejar dentro de la mansión. Tanto la mayor como el mayordomo mostraban más tranquilidad ante eso, pensando por supuesto que había sido fruto de su gran trabajo. No obstante, seria obvio para otros que eran por otras razones.
Dio mostraba incluso momentos de reflexión, y es que había llegado ya a ese punto de superación...
-Supongo que, jamás podré hacerte cambiar de opinión, ¿Verdad? No pudiste verte a mi lado. – Tomando la rosa en su mano, sus gruesos dedos fueron deshaciendo pétalo por pétalo, como si simbolizara el entierro de aquello que alguna vez tuvo con cierta chica de cabellos castaños en América – Así que adiós...
Una despedida fuera del egocentrismo que le siempre llega a encerrarle, pues ese cariño que poseía por aquella, fue totalmente fuera de cualquier interés.
-Dio. – A sus espaldas, justo también en el bello jardín de la casa. La misma voz que ha estado escuchando lo llamó tenue y dulce. Este claro atendió con una media sonrisa, más parecía no extrañarle la manera en que le hablaba.
La joven japonesa, como siempre se veía; con el mismo tono cosmético e incluso la misma postura altanera. Y a pesar de eso, parecía cambiar también, solo que nada más ella daba cuenta de eso.
¿Qué era lo que le sucedía?
Podría nadie notarlo, pero incluso en su mirada veía el cambio y solo cuando el rubio estaba justo en su panorama o en sus pensamientos.
Dio muy alejado de eso, la invitó con un ademan el acercarse y tomar lugar junto a él, este sin dudar fue y poso su cabeza sobre su pecho.
El joven podría pensar mil cosas, pero muy fuera de lo que podría estar sintiendo Shiobana.
¿Qué significó para ellos los siguientes días después de ese beso? ¿Qué fue lo que simbolizó ese repentino tacto en sí? Puede que en ese momento solo haya sido la excitación y una emoción efímera que podría olvidarse cuando Dio se fuera.
Y así seria, al menos para el rubio, pues no tenia apuro y solo disfrutaba. Pero...
¿Qué hay de ella?
...
¿Por qué el tiempo le era tan breve? O así pensó la chica de apellido Shiobana.
¿Cuánto fue que pasó? Dos años pasaron en un santiamén y es que ahora veía todo, así como llegó, un día lluvioso, con cada empleado vistiendo su mismo uniforme dispuestos a despedirle.
Dio ya por fin regresaba a América.
La joven por dentro se sentía devastada e incluso no quería hacer absolutamente nada del protocolo que tanto demandaba su abuela, pero no tenia opción.
Solo caminaba por el pasillo y se veía esa expresión triste en rostro, aun cuando ni siquiera lo demostraba como tal, manifestando su pesar con su arrogancia, buscando la seguridad que alguna vez tuvo, aunque de igual forma no sabía cuál era esa.
En ese segundo, sin haberlo previsto, pero del que ya estaba acostumbrada, cerca de donde se posicionaba, un jalón suave la atrajo con ese pecho en el que llegó a dormir varias veces. A la vez que recibía un apasionado beso, pero uno muy distinto a los demás, esta sabia a una despedida.
-Hey... ¿Me extrañarás? – Preguntó Dio en susurro al rostro de la fémina, ella ante eso solo buffo sabiendo ocultar bien su pesar.
- ¡Pff! ¿Yo extrañarte? – Dejó la cuestión al aire, como si quisiese que el otro lo interpretase a como quisiera, pero bien sabia la joven que lo extrañaría a horrores.
Puede que haya esperado algunas palabras por parte del más alto, y quizá Shiobana se haya animado a decir mas de lo que aparenta, más no fue así. Aquel solo había sacado una carcajada y con el pulgar dio una tenue caricia en su barbilla para después apartarse y salir de aquel escondite en el que la había sometido.
Hallándose sola y con un vacío en el pecho, poco dejó salir su cabeza para ver su espalda alejándose cada vez más. Tenia ganas de llorar, pero en verdad que no podía permitírselo.
Ella desde un inicio sabía que no serían nada, ¿Por qué le dolía? Llegó a ayudarle con su japonés, varios de sus caprichos e incluso el rubio llegó a decirle que todo se lo debía a ella.
Y nada más.
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Hola, bbs :^ *le lanzan un tomate en la cara*
Ay ya sé :'^ en serio que no los merezco, soy una decepción para el clan jaja
Antes que nada, Feliz año, feliz Navidad, Feliz todo <3 espero que este año les vaya super bien y mucho mejor, mis mas sinceras palabras, abrazos y besos. Se ganan el cielo ustedes y con todo corazón, su felicidad y triunfo.
Y ahora si, ¿meper...? No tengo excusa, solo que por alguna razon ya me ha costado escribir un poco mas, pero antes me como mi sobrero a dejar esta historia, eso se los juro! Eso me pasa por jugarle al verga y tener chingos de fics sin terminar xd pero ya no mas! de verdad que uno de mis propositos de este año es ser mas responsable y terminarlos bien y bonito.
Y bueno, gracias por leer, espero les haya gustado. De verdad que me quiero seguir esforzando y si ven algo malo, como horrores ortograficos o asi, me avisen porfi, lo llego a revisar mil veces y ahorita mas que ando enferma (Como Giorno y Jotaro en cierto cap) pues se me pasan :'^ Ahora si se viene la version de Giornito xd
Buenos, un beso y un abrazo, ya esta en proceso el siguiente cap, y procederé a mi otro Giolyne.
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Oigan bbs, una cosilla, saben si el que WebToon haya comprado Wattpad afecta a los fickers y eso? es que si llegasen a borrar los fics :'^ qué seré yo sin ustedes? sdfgahjka igual de una vez les comento que tambien subo mis historias en Ao3 y veré si en Fanfiction.net
Igual si gustan, los invito a seguirme en Insta, el link esta en mi perfil xd nomas con un mensajito de que son ustedes y no esas cuentas raras de rusia jeje
Bueno ya, mucho texto.
Besos y abrazos, los jamo
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