Capítulo 12

Ese mismo día, Jolyne preparaba un rápido caldo en la cocina con algo de pollo para el cuidado estomacal de Giorno. Cualquiera que la viese diría que se encontraba completamente perdida en su labor, mas no era así o al menos no del todo.

Su mente divagaba de nuevo en lo que hace unos momentos había pasado y de vez en cuando cerraba los ojos sintiendo las piernas temblar. ¿Por qué se sentía así? Era un sentir nuevo o así lo creía y no es que ese fuera su primer beso, incluso Anasui le había llegado a robar un par años antes. No obstante, luego de que Jotaro o ella misma le amenazaran o le aplicaran una llave jamás lo volvió a hacer, hasta que el joven prometió ganarse su corazón, como él una vez juró.

Si bien, con Giorno había sido distinto. En cuanto sintió sus brazos rodearla su mente quedó en blanco no pudiendo digerir nada, solo se dejó llevar por el repentino calor y el suave tacto de los labios del rubio que desprendían un sabor fresco debido a la menta. De recordarlo siente su cuerpo temblar y un ardor en su rostro le hizo abochornarse.

-¿Pero qué estoy pensando? – Se tapo el rostro muy avergonzaba.

¿Qué tanto le agradaba Giorno? ¿Le gustaba como hombre? Apenas tenía poco de tratarlo y pese a eso, sentía que tenía tiempo de conocerlo, que esos orbes esmeraldas ya antes le han demostrado ternura y tal vez preocupación.

-Huh... - De igual forma, se preguntaba. ¿Por qué decidió besarla? Giorno era varios años mayor que ella y de nacionalidades diferentes, de muchas horas de distancia a decir verdad y a los pocos días este se atrevió algo que pocos llegaban a hacer o más bien, ella permitía.

Con un poco de consternación, quitó un poco esos enredos en su cabeza, movió el caldo con una cuchara de madera. Parecía estar casi lista. Mientras prepararía un poco de agua y un paño para una posible fiebre.

...

Giorno quedó estático mirando fijamente hacia la nada, con lo ultimo dicho por Mista, no lo podía asimilar del todo. Hasta que la realidad volvió a su mirada y sintió sus sentidos alterarse.

-¿¡Qué!? – Con el teléfono en mano, el rubio exclamó no sabiendo si había escuchado bien. – Mista, ¿Estás seguro?

-¡Con un demonio, que sí! – Desde la otra línea respondió exasperado. – Tu estúpido padre va directo a Florida y créeme que no se veía nada contento.

-¡¿Y no lo detuviste Mista?! – Reclamaba tocándose la puente de la nariz. Esto debía ser una asquerosa broma. – ¡Debiste detenerlo! ¿Sabes lo que significaría tener a Dio aquí buscándome?

-¿Qué podía hacer yo con un idiota de más de dos metros con un carácter y prepotencia de mierda? Y Trish no es alguien que pudiese hacer algo más que gritar. – Además de ser su chica al cual debía proteger, pensó.

El rubio se tocó la frente pensando en que esa era una pesadilla.

-Está bien, lo entiendo. Y a todo esto, ¿Tocó o escucharon sus pezuñas frente al pórtico?

-No estoy muy seguro, pero creo que Dio me escupió. – Mencionó con desagrado recordando la entrada indeseable del rubio mayor. – Pero eso sí, traía dos maletas y por lo que dijo pretendía vivir un tiempo con nosotros.

Giorno parpadeó un par de veces.

-¿Mista, de qué estás hablando?

-¡Lo que escuchaste! Tu copia idiota pretendía quedarse a vivir contigo y con nosotros.

-¡Hey! Te recuerdo que sigue siendo mi padre.

-Lo siento, pero admite que es un imbécil. – No tuvo reparo en sus palabras, si bien, Giorno sabía que lo decía y no solo por querer irse a vivir a su propia residencia como si fuese el dueño de todo. Mista conocía bien toda su historia con su padre Dio.

El joven suspiró recordando aquellos días con pesar y ahora le daba un tenue dolor de cabeza con la noticia de que su padre estaba dispuesto a buscarlo en Florida. ¿Con qué objeto? Y ¿Por qué tan repentinamente querría quedarse con él? Solo rogaba a todo poderoso que no supiera que se encontraba con los Kujo.

-Giorno...

-¿Sí? – Contestó apesadumbrado.

-¿Estas bien? – Preguntó preocupado conociendo a su amigo. Ese suspiro había dicho demasiado. – Te juro que intente detener a ese mastodonte y no dije algo importante para que supiese donde estas.

-Estoy bien, es solo... - Giorno reparó en lo ultimo dicho. – Espera, ¿Qué fue lo que dijiste? ¿Exactamente, qué fue lo que pasó, Mista?

-Pues... - Se rascó la cabeza antes de hablar. – Verás...

Momentos antes en Nápoles, Italia

-No sé si somos nosotros o es Giorno quien esta jodido. – Pensó en voz alta Mista para con Trish preocupada. Y la chica como respuesta solo pensó; ambos lados estaba en problemas.

-¿Y bien? – Alzó la voz Dio interrumpiéndolos. – ¿Dónde está Haruno Shiobana?

-N-No lo sabemos. – Habló Trish.

-¡Mienten! – Con las manos entrelazadas en su espalda, se paseó en círculos un par de veces perdiendo la paciencia. – Haruno confía plenamente en ustedes, no pueden engañarme. ¿¡Dónde está mi hijo!?

-¡Ya le dijimos, con una mierda! ... ¡Ah! – Mista de inmediato se tapo la boca con ambas manos dando cuenta de lo que había dicho, o más bien, a quien.

Trish puso una mano en el rostro pensando en lo idiota que era y Dio entrecerró los ojos acercándose peligrosamente al joven de ojos negros. En eso, Mista sintió un fuerte jalón en su camisa que lo levantaba del suelo unos centímetros, y unos ojos rojos mirándole severamente.

-¿Qué fue lo que dijiste?

-¡Suéltalo! – Pidió preocupada Trish posando sus manos sobre la de Dio que agarraba al moreno.

Mista, contuvo la respiración y con cierto parálisis miró fijamente al hombre que pareciera que le escupiría veneno en la cara en cualquier momento o tal vez ya lo hacía pero no reparaba en eso más que en la intimidación de este. Más al escuchar la voz preocupada de su chica a un lado, dejó la tensión de su cuerpo a un lado y sacó el aire de sus pulmones calmando sus sentidos y al instante; su mirada cambio a una burlesca y una sonrisa de lado se apareció haciendo que el hombre retrocediera el rostro sorprendido.

-Dije, que no sabemos dónde esta Giorno. ¿Cuántas veces quiere que se lo repita, anciano? – Los otros dos presentes quedaron perplejos por diferentes razones; uno de sorpresa, pues casi nunca nadie le hablaba así y la otra con más preocupación que antes.

-Con que así quieres jugar...

-¡Mista! – Gritó Trish suplicante, más no fue atendida.

Dio fue bajando de a poco a Mista y sonrió mientras cerraba los ojos, parecía que meditaba. Mista y Trish se relajaron, pero en eso no vieron venir un fuerte estruendo al ver que Dio tomó una de las copas de la barra y la rompió ahora acorralando al moreno junto con el vidrio apuntándole.

-¡Ah, déjalo ya! – Trató de jalar Trish de la ropa de Dio.

-¡Hey, esas son las finas! – Exclamó el moreno con la copa rota en su cara, aunque calló ya teniéndolo más cerca. – ¡Huh...!

-Eres muy valiente, mocoso. – Empezó Dio amenazándole. – Pero estas tratando con el mismo demonio; Dio, de la familia Brando y siempre, sin excepción alguna, obtenemos lo que queremos y no me negarás esa valiosa información. ¿Entiendes lo que te digo?

Mista calló, sabia que ese hombre no era un asesino, podría ser extremista, pero no un asesino, por lo que optó por callar. Sin embargo, eso no era lo que pensaba Trish y por mero miedo a que lastimaran al hombre de sus ojos, gritó algo que lamentarían después.

-¡Florida! – Vociferó aun tratando de jalar al hombre desde atrás. Ante eso, los varones repararon en lo que había dicho. – Giorno fue a Florida.

-¡Maldición, Trish!

-¿Florida? – Triunfante, Dio dejó el vidrio en la misma barra como si esta aun sirviera y se separó del joven ahora dirigiéndose hacia Trish palmeándole la cabeza como si hubiese hecho algo bien. – ¿Por qué Haruno iría a la apestosa América?

-Ah... - La joven no supo que responder, mas Mista no perdió tiempo y se posó en frente de ella por si Dio pretendiera hacer algo contra ella. Permitiría lo que sea si es con él, ¿Pero con Trish? ¡Jamás!

-¡No la toques! – Dio hizo caso omiso a eso y les dio la espalda.

-Está bien, no digas nada. Creo que con esa pequeña información es suficiente para mí. – Dio se arreglaba el cabello y tomó su par de maletas bastante tranquilo. – ¿Qué les costaba decirme eso, muchachos? Pudimos habernos ahorrado todo este alboroto inútil.

-No quiera bromear con nosotros. – Se atrevió Mista, Trish solo lo tomaba del brazo pidiendo que se calmara.

-¡Piensa lo que quieras, de todas formas no tengo tiempo para ustedes! – Dirigiéndose a la salida, volteó hacia los jóvenes antes de cruzarla. – Y por favor, díganle a Haruno que su padre llegará pronto con su caja de leche... - El rubio cruzó la puerta desapareciendo, los jóvenes se relajaron pero aun con la preocupación latente. Tienen que avisar a Giorno cuanto antes. – ¡Y es una orden! – Asomó la cabeza asustándolos para nuevamente desaparecer y escuchar sus pesados pasos cada vez más lejos.

Trish, inmediatamente fue y cerró la puerta muy bien para luego apoyar su espalda en la puerta con el rostro afligido.

-Mista, lo siento. – Dijo acongojada, sintiéndose culpable pero a la vez, de alguna manera no se arrepentía. – Temí por ti.

El moreno solo hizo una mueca y dejó un suspiró para después sonreír para la chica. Se acercó a esta y la apartó de la puerta para abrazarla.

-Esta bien, lo tenía todo bajo control, pero esta bien. – La joven correspondió el abrazo juntando su mejilla en el pecho del otro, era reconfortante. – ¿Y sabes? Me alegra que lo hayas hecho.

Trish se separó con las manos tocando su abdomen y lo miró confundida.

-¿De que estas hablando?

-Hablo, de que realmente me quieres. – Ensanchó una sonrisa traviesa, cosa que hizo sonrojarla. – Te preocupas por mí, preciosa.

-Pu-pues sí, idiota. – Se separó completamente cruzándose de brazos. – No iba a dejar que Dio Brando te lastimara.

-Lo sé, con esa cara de niñita asustada lo sé, solo que no esperaba que delataras a Giorno, lo admito.

-¡Ya dije que lo siento! – Exclamó avergonzándose todavía más.

-Está bien, está bien, lo siento. Cielos, amor...

...

Actualmente

Giorno tenia una mano en el rostro bastante apenado. No podía ser cierto lo que acababa de contar Mista.

-Mista, lo lamento tanto. – Negó varias veces con la cabeza. – Debo pedirles aun gran disculpa cuando regrese.

-No lo hagas, amigo. Solo fuimos victimas de las circunstancias o más bien del imbécil de Dio. – Se encogió de hombros ya restándole importancia a ese lado del asunto, ahora solo le preocupaba lo que venía. – Preocúpate de que ese idiota te encuentre, sabemos lo insistente que es. Bueno, tu lo sabes mejor que nosotros.

-Si, lo sé y créeme que creí que no tendría más problemas después de hacer el ridículo en el picnic. – Y el imbécil de Anasui, pensó.

-Y hablando de granos en el culo... - Comenzó Mista. – ¿Qué hay de ese idiota Analsui? ¡Insisto en que ese estúpido no puede salirse con la suya y proclamar a Jolyne!

De recordarlo, en Giorno se mostró una sonrisa. ¿Qué diría su amigo?

-Créeme que Anasui no es algo que me preocupe por ahora. – Dijo seguro de sí mismo. Mista abrió los ojos consternado, no había esperado eso y mas con la forma en que lo decía.

-Giorno, ¿Qué diablos hiciste? – Interrogó visiblemente sorprendido y el rubio no evitó una carcajada traviesa. – ¿Le vomitaste encima o algo por el estilo?

-Eh... no. – Respondió algo asqueado, aunque ahora que recordaba, era algo que casi sucedia el día anterior. – Mucho mejor. – Mista esperó a que terminara de hablar, cosa que solo suele suceder cuando estaba impactado y más tratándose de Giorno.

-¿Y bien? Me tienes intrigado, idiota.

Giorno lo hacía a propósito.

-Besé a Jolyne. – Soltó tranquilo, aunque se moría de la pena por dentro.

-¿¡Qué!? No es joda, ¿Verdad? – Mista revisó el reloj de pared desde la última vez que habían hablado ¡Casi nada!

-No, besé a Jolyne.

-Pero, Giorno... ¡Apenas te dejé y lo primero que haces es besarla! ¡Jaja! Amigo, no pierdes el tiempo, déjanos algo. – Mista reía de lo incrédulo que estaba, más el rubio ya solo se abochornaba. En realidad, no había aguantado mucho con la idea de que Anasui estuviese por besarla.

-Solo fue mero impulso. Y además de eso, golpe a Anasui.

-¿Quién eres y qué hiciste con Giorno? – Dijo en modo de broma, ¿Todo eso hizo en tan poco tiempo? – Juro que lo que menos que pensé que haría seria golpear a ese dolor de bolas y besar a tu chica.

-Lo sé, tampoco puedo creerlo. Pero debo decir que se lo merecía.

-¿Qué, casi besa a Jolyne y eso te dio motivos para golpearlo? – Como ya muchas veces ha hecho, logró adivinar haciendo que Giorno pensara en el "¿Quién eres y qué hiciste con mi amigo?" – Con tu silencio puedo interpretar que di en el blanco.

-Si, ¿Cómo haces eso?

-Te conozco demasiado bien, tal vez. ¿Y qué importa? Le diste su merecido a Analsui por querer robarte a tu chica y por haberte hecho un mocoso cagón.

-Anasui... Y eso, no nos consta. – Giorno se tronó la espalda cansándose de estar tanto tiempo en cama, aunque aun se sintiera algo débil.

-Y bueno... - Mista se rascó la mejilla curioso. – Sé que es una chiquilla, pero ¿Besa bien?

-¡Mista! – Reprendió por ello, pero de inmediato recobró el sabor y la suavidad de esos labios e inevitablemente se sonrojó de una manera agradable. – No solo eso, ella huele bien. Y sus ojos, ¡Sus ojos, Mista! Tan profundos y brillantes, hubieras visto su reacción, su inocencia, sus cuidados, me han cautivado. Juro que, creo que no es la primera vez que la he visto. Algo en ella me hace sentir que antes ya había visto esa expresión y el sabor de sus labios...

-Vaya, increíble... - Interrumpió Mista con una mano en la barbilla. Era la primera vez que el rubio se expresaba así de alguien. – Amigo, estas perdido.

Giorno arqueó una ceja perdiendo el encantamiento por confusión.

-¿Qué quieres decir?

-Digo, no es malo, en lo absoluto. Solo me dejas sorprendido, realmente te gusta una chica. Créeme que Trish, yo y los chicos llegamos a pensar en la posibilidad de que fueras gay.

-¿¡Qué!?

-Digo, no tendría de malo y parece que ella y yo ganamos la apuesta. – Hizo omiso a su reacción, pues poco le habia importando pensando en los billetes que habían ganado ahora que Giorno besó a la chica. – Y lo más gracioso es que se trata de la mismísima Jolyne, hija de Jotaro Kujo. Que irónico, ¿no? – Con ese pensamiento se permitió reír. – Imagina la cara que pondrá ese idiota.

-Mista, ¿De qué apuesta?

-¡Oh! Nada, nada. – No podía esperar a contárselo a Trish, pensó. – Quiero decir, enorgulleces a tu nación, Giorno.

El rubio tenia cara de pocos amigos, lo dejaría pasar y fingiría no haber escuchado eso.

-Bien, lo que ahora me preocupa es Dio y... -En eso, se escucharon pasos que iban directo a su habitación, debía ser Jolyne. – Mista, tengo que dejarte. Te llamó después.

Rápido, colgó dejando estupefacto a Mista desde el otro lado. Giorno dejó el celular y miró hacia el lado contrario de la entrada. Se encontraba nervioso, ¿Cómo se comportaría Jolyne con él ahora que la había besado e implícitamente le dejado en claro que gusta de ella?

-¿Giorno? – Le llamó, pero esa no era la voz de Jolyne. Extrañado volteó y se trataba de la madre y exesposa de Jotaro.

-Señora. – Pronuncio el rubio no haber esperado por ella, pero era alguien agradable de todas formas.

-Lamento molestarte, ¿Te interrumpí? Escuche que hablabas con alguien. – Se acercó la mujer sentándose en la orilla como lo hizo Jolyne.

-Solo atendía una llamada, no tiene que disculparse. – Calmó con una amable sonrisa y la señora bajó la mirada como si estuviese apenada, eso claramente lo notó el joven. Ahí, dio cuenta de lo que tenía en la mano, esta se la tendió. – ¿Mi billetera?

-Estaba entre tu ropa, se cayó y vine a devolvértela.

-Ya veo. – El rubio la examinó por instinto, en eso la mayor se avergonzó recordando lo que había hecho minutos antes. – No tiene que avergonzarse, confio en usted.

La madre no puso atención a lo que decía, pues solo pensaba en la curiosidad picándole. Levantó el rostro y posó los ojos sobre el rostro del rubio. Estaba comparando su rostro, que a pesar de poseer ojos verdes y cabello rubio ondulado. Tenía rasgos, unos muy característicos como para ser solo de nacionalidad y descendencia italiana. ¿Le asustaba? Tal vez, ¿Por qué tendría dos identidades diferentes?

La mujer estaba tan cerca de Giorno que este se empezaba a poner nervioso haciéndolo retroceder un poco.

-¿S-Señora?

-¿Mamá? – Se escuchó Jolyne a las espaldas de la mujer y los ojos de Giorno fueron directo a la silueta de la chica, que con una bandeja de comida en las manos y una mirada preocupada les dirigía a ambos. – ¿Qué estás haciendo? – Pregunto seria con un toque de desconcierto.

Jolyne conocía bien a su madre, no podría pensar mal jamás de ella, pero tal escenario la descolocaba.

Los otros dos por su parte, un nudo en el estómago les interceptaba. La madre volteó y se separó de inmediato asustada y Giorno maldiciendo su suerte, temió a que la joven que tanto gustaba, pudiera pensar lo peor.

...

Aeropuerto de Nápoles

Dio Brando entregaba su documentación y maletas para abordar al avión lo mas pronto posible, de presencia y arrogante, además de bastante dinero a los bolsillos no tenia problemas para demandar los boletos y exigir un buen lugar.

Haruno Shiobana era un niño inmaduro que creía poder escapar de él, su verdadero padre, el mismo que le dio la vida. El hijo al que estaba dispuesto a recuperar, sea como sea. Pensó.

-Haruno, mi querido y estúpido hijo. ¿Qué tiene que hacer en ese lugarejo? ¡Le he dicho muchas veces que no tiene que ser un insignificante empleado si puede ser uno de mis subordinados de las empresas Brando! – Exclamó hablando para sí mismo, ganándose mas de una mirada asustada

___

Mis chicuelos hermosos que quiero tanto xd ya con un capi nuevo. Espero les haya gustado :^ ya saben lo de siempre, si ven cosas feas porfi me las hacen saber, en la nota final no es necesario jaja ahí si mi ORTOgrafía es como de meh! Solo es para hablarles lindo.

Espero que les agrade como va xd que vienen cosas graciosas ahora que nuestro señor Dio va en camino jaja bueno.

Les mando un beso y un abrazo que los quiero mucho.

¡Oh si! Quería preguntarles, quiero hacer un One-Shot con esta pareja o tal vez otra no se :0 les gustaría una en especial? Es que tengo como ideas pero no me decido con quienes XD pueden sugerirme. Bueno, nada mas eso :3 Los quiero, nos leemos prontu. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top