Un café con Sami

Cuando Zahira llego Daria ya estaba esperándola.

Daria nada más verme corrio hacia mí.

          —Hola – saludo dandome un abrazo.

         —¿Dónde te habías metido? — pregunte devolviéndole el abrazo.

         —Perdona — se disculpó separandose de mí. —Pero he estado con la yaya.

         —Oh, ¿pero está bien? —pregunte.

         —Si, ella está bien — contesto mirando su teléfono.

         —¡Hay deja de mirar el teléfono! — proteste.

         —Perdón, perdón — rio guardándose el móvil en el bolsillo de su chaqueta.

         —Vamos a la cafetería de Sami — hablo tomandome del brazo.

Sami era una chica de origen británico, había venido a Isfahán con su familia hacía un par de años, y según siempre nos ha contado, se enamora a primera vista de la ciudad y de nuestra cultura. Decidió montarse una pequeña cafetería donde la gente pudiera a ir a charlar mientras se tomaba un té o un café.

         —Si, vamos hace tiempo que no la veo — respondí sonriendole.

Durante el camino Zahira le pregunto a Daria si esta había acabado el trabajo para la universidad, Daria nego haberlo hecho.

         —¡Daria! — proteste separándome de ella, mirándola incrédula. — El trabajo se entregaba mañana.

         —¡Que! — chillo haciendo que varios transeúntes se girasen hacia nosotras. — Hay no, no mi madre me matara si suspendo — lloriqueo.

         —No te preocupes ahora te ayudamos Sami y yo a hacerlo — conteste volviéndole a coger el brazo.

         —Pero no llevo el ordenador — respondio parando delante de la cafetería de Sami.

         —Bueno que te deje Sami el suyo — hable estirando el brazo para abrir la puerta.

Daria me miro, y agacho la cabeza avergonzada.

         —Pero es que no me acuerdo de la contraseña y la tengo apuntada en mi ordenador.

Zahira miro a su amiga unos micro segundos.

No entendía cómo podía ser tan lista y a la vez tan despistada, después de eso la empuje en dirección a su casa.

         —Ves a por el ordenador, te espero aquí — dije despidiéndome de ella con la mano y abriendo la puerta de la cafetería.

Nada más abrir la puerta de la cafetería Sami se acercó a la puerta. Esta llevaba un delantal de flores atado a la cintura, estaba manchado con chocolate, lo que significaba que había hecho tarta de chocolate.

Me quede viendo las manchas en su pantalón.

         —No digas nada, ya sé que estoy manchada — dijo señalándome con el dedo.

Me reí, me caía muy bien, era una persona muy alegre.

         —Por cierto, ¿dónde se ha ido Daria? — pregunto mirando hacia la puerta.

         —Se ha ido a casa a por el ordenador, ya que no se acordaba de que mañana teníamos que presentar un trabajo de la universidad — dije dirigiendome a la mesa donde solíamos sentarnos Daria y yo cuando íbamos a visitarla o a estar con ella cuando trabajaba.

         —¡Uy! Yo podría haberle dejado el mío — contesto siguiéndome.

         —Si eso le he dicho, pero no se acuerda de la contraseña. — Hable sentándome en el banco corrido.

         —Típico en ella. — Río Sami.

Mientras ambas hablaban entro un grupo de turistas, Sami se quedó viendo la llegada de los nuevos clientes.

         —Voy a atenderlos — dijo marchándose.

         —De acuerdo — conteste viendo como esta se alejaba.

Sami había conseguido que su negocio fuera conocido por los extranjeros que venían a visitar la ciudad,

Me quede mirando por la ventana, pudiendo oírla como charlaba con los clientes recién llegados, estos le sonreían, imagino que echarían de menos su idioma materno, ¿no?

Mientras que esperaba a que Daria volviese y Sami terminase de atender a los clientes, tome mi móvil y comence a revisarlo. En ese momento oí la puerta abrirse, levanté la cabeza para ver si era Daria. Vi un chico alto sujetando la puerta para que esta pudiera pasar. Daria le dio las gracias y vino hacia la mesa sonriendo.

         —¿Lo has visto? — pregunto dejando la funda del ordenador sobre la mesa, y sentándose al frente mío.

Zahira volvio a darle un vistazo, encontrándose con los ojos azules del joven.

Realmente era guapo, su pelo era ondulado, de color rubio platino, desde donde estaba no podía verle los ojos, pero supuse que sería de color azul.

         —Sí que es guapo — susurré.

Vi como Sami se acercaba a él y lo saludaba con un abrazo.

         —Y parece que conoce a Sami — dije volviéndome hacia Daria que ya había encendido el ordenador.

Daria levanto la cabeza y miro en la dirección que estaba el chico con Sami.

         —Vienen hacia aquí — susurro, volviéndose a poner otra vez a escribir.

         —Ya estoy de regreso — dijo estirando la silla al lado de Daria para sentarse.

         —Oye ¿no me vas a presentar? — Pregunto el chico.

         —Hay perdona Richard — hablo levantandose. – Bueno chicas él es Richard — dijo señalándolo.

         —Hola chicas — saludo con la mano sonriéndonos. — Podéis llamarme Richy.

Tenía una sonrisa realmente hermosa y unos dientes blancos, como los actores de las telenovelas que veía con Daria.

         —¿Nos sentamos? — pregunto Sami arrastrando nuevamente hacia atrás.

Richard asintio con la cabeza haciendo lo mismo que Sami.

         —Espera cámbiame el sitio Daria, así puedo vigilar la sala — dijo Sami antes de sentarse, tocando el hombro de esta.

Daria se levantó y movió el ordenador hacia mí. Me hizo una señal con la cabeza para que le dejará un espacio, me desplace hacia el chico, para que pudiera sentarse.

         —¿Qué estás haciendo? — pregunto Richard señalando hacia el ordenador.

         —Haciendo un trabajo para la universidad, que no me acordaba de que tenía que entregarlo mañana — suspiro sin levantar la cabeza.

         —¿Cómo lo llevas? —pregunte asomándome a ver cómo iba.

         —Ahora mismo amando la inteligencia artificial — rio mirandome.

         —Pero no hagas trampa, ya sabes cómo es Sahara — proteste. — Te suspenderá por esto.

Daria me miro, y me paso su ordenador.

La mire y suspire.

         —¿Se lo vas a hacer? — pregunto Sami levantandose.

         —Qué remedio, esta niña es un desastre con los trabajos y siempre acabo yo acabándoselos — conteste mientras revisaba lo que había escrito.

         —Ahora vuelvo — dijo llendose.

         —¿Qué edad tenéis? — pregunto Richard.

         —Ambas tenemos venidos años — respondio Daria asomándose a ver lo que escribía.

Mi amiga es "tonta" escribí entre comillas.

         —¡Oye! — protesto golpeándome el brazo.

         —Veo que sois amigas muy cercanas — siguio hablando Richard.

Pare de escribir y me giré hacia él.

         —Nos conocemos desde la cuna — conteste mirandolo. Sus ojos eran de color azul como había supuesto, pero era un azul cielo grisáceos.

         —¡Oh! Vaya de toda la vida — sonrio mirandome.

Le devolví la sonrisa, iba a seguir escribiendo cuando mi teléfono comenzo a sonar. Me giré hacia mi bolso, pero Daria me paro.

         —Yo te lo cojo — dijo hurgando en mi bolso.

Asentí con la cabeza y seguí escribiendo.

         —Hola señora Leila — saludo. — Es tu madre — susurró.

         —Estamos en la cafetería de Sami — respondio.

         —Vale no se preocupe yo se lo digo ahora. — Hablo Daria tocándome el brazo.

Me giré hacia ella, preguntándole con la mirada que era lo que quería.

         —Si, mamá se ha alegrado mucho por las galletas — contesto Daria.

         —De acuerdo, que tenga una buena velada — se despidio.

         —¿Qué quería? — pregunte.

         —Decirte que se iba a cenar con Ali, y que llevases cuidado al volver a casa luego.

         —¿De qué estáis hablando? — pregunto Sami que acaba de llegar.

         —Mi madre se va a cenar con Ali – conteste.

         —¿Luego tienes que volver sola a casa? — pregunto Sami sentándose.

Zahira asintio con la cabeza, mientras acaba de escribir el último párrafo y le pasaba el ordenador a Daria.

         —Puedo preparar algo y luego te acompañamos a casa — hablo Sami.

         —No gracias Sami, pero quiero ir a casa aun me queda por acabar el trabajo — conteste.

Me gire hacia Daria, que estaba viendo lo que había escrito.

         —Faltan las fotos, luego te las enviare por correo, por favor estate atenta — le reñí.

         —Si mamá — respondio.

Mire la hora en mi teléfono.

         —Creo que debería de irme ya, antes de que se haga más de noche — hable mirando a Sami.

         —Espérame y me voy contigo — dijo Daria guardando su ordenador en la bolsa.

Richard se levantó para que pudiera salir, le agradecí por el gesto.

         —¿Tú que harás Sami? — pregunte colgándome el bolso al hombro.

         —Esperare que los clientes se vayan e iremos a cenar — contesto mirando hacia la mesa de los turistas.

         —Vale, pasadlo bien — dije sonriendo a Richard, quien se encontraba mirandome.

         —Un placer haberte conocido, ya nos veremos. Este asintio sonriendo.

         —Luego escríbenos Sami — dije despidiéndome de ella con la mano, cuando Daria se puso a mi lado. Esta hizo lo mismo.

Ambas se dirigieron hacia la salida de la cafetería.

Durante el camino a casa Daria y yo íbamos hablando de lo guapo que era Richard.

         —Pues tenía ojos para ti solo, Zahira —hablo parando. Habíamos llegado a su casa.

         —¿Qué dices? — pregunte mirándola incrédula.

         —Aja, si — rio.

         —No creo, bueno me voy — me despedí abrazándola.

         —Llamame cuando llegues — susurro.

         —Si lo hare, no te preocupes — conteste.

Zahira se encaminó en dirección a su casa.

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