El comienzo

Leila estaba en el comedor cuando oyo a su esposo entrar, esta se levantó para recibirlo.

-Amor hola - saludo tomando su chaqueta. - ¿Cómo ha ido el trabajo? - Pregunto.

-Muy bien - respondio dandole un pequeño beso en la frente.

-Vayamos a la cocina y te preparo algo mientras que me cuentas - dijo Leila tomando su mano e dirigiéndose a la cocina.

La pareja entro a la cocina.

- ¿Qué deseas tomar? - pregunto Leila.

- Un sándwich amor, no tengo mucha hambre la verdad - contesto Ali sentándose en la butaca enfrente de esta.

Ali se quedó viendo a Leila mientras preparaba el sándwich que había pedido, no sabía cómo se lo tomaría cuando le dijese que sería buena idea que su hija se casase, no sabía cómo se lo tomaría. Ali suspiro.

- ¿Qué pasa amor? - Pregunto Leila parando de preparar el sándwich, levantando la cabeza.

- Hay amor es que no sé por dónde empezar - comenzo a decir.

Leila acabo de preparar el Sándwich y se lo entrego, quien lo tomo y sonrio.

- Dime ¿qué es lo que te preocupa? - Pregunto sentándose a su lado viendo como su esposo disfrutaba del sándwich.

- Oh, no cariño no quiero que te asustes, realmente no es nada de mi...bueno eh si - dijo mirando a Leila.

Leila se quedó mirando a Ali, le estaba poniendo nerviosa su comportamiento.

- Quieres decirme ya - protestó, me estas asustando.

- Bueno veras en la ciudad conocí a una familia... ya sabes por mi trabajo - explico. - Y bueno es una familia adinerada, tienen un hijo de la misma edad que Zahira - siguio diciendo.

Leila lo escuchaba atenta todo lo que Ali le iba explicando sobre la familia, y el muchacho.

Ambos se quedaron en silencio mirando hacia la ventana, ordenando sus pensamientos.

- Tiene una edad casamentera - hablo de repente Ali.

- ¿Qué quieres decir? - Preguntó Leila.

Ali se giró hacia su esposa y tomo sus manos entre las suyas.

- Podríamos unir nuestras familias - hablo viéndole a los ojos. - Sabes lo que sería.

Leila nego con la cabeza, no era porque no estuviese de acuerdo con su marido, pero primero quería hablarlo con su hija. Saber qué opinaba al respecto Zahira.

- Déjame que hable con ella primero Ali - dijo acariciándole la mano.

- Claro amor - respondio. - Me ire a descansar - dijo levantándose.

-De acuerdo yo prepararé unas galletas - contesto dándole un beso.

- Por cierto, amor tienes una foto de la familia para poderlos ver - hablo Leila antes de que Ali saliera de la cocina.

Ali sacó su móvil del bolsillo y comenzó a buscar en su galería, mientras se acercaba a Leila.

- Mira estos son. - Dijo pasándole el móvil.

- Él es el joven - hablo señalando a un chico un poco más mayor que Zahira.

- Vaya es muy atractivo - hablo viendo al joven de la fotografía.

Ali asintio con la cabeza.

- ¿Y cómo se llama? - Pregunto devolviéndole el teléfono.

- Su nombre es Hasan, Hasan Ahmed - respondio.

Ali bostezo estaba realmente cansado necesitaba dormir al menos un par de horas.

- Venga ves a descansar - dijo Leila empujándolo hacia la salida de la cocina.

Leila se quedó viendo como Ali se alejaba por el pasillo de la casa. Después de ver desaparecer a su marido por el pasillo, Leila se giró hacia la cocina, preparándose para todo lo que le venía.

- Haya vamos - hablo comenzando a recoger el plato del sándwich de Ali e llevándolo a la pila.

Si había algo que odiaba Leila era el desorden en la cocina, la ponía bastante nerviosa, y siempre solía ir detrás de Ali o Zahira pidiéndoles que fregasen sus platos.

Ali se dirigio hacia su habitación, pero antes decidio pasarse por la habitación de Zahira, Zahira era la hija de su esposa, pero él la había criado como suya desde que era pequeña esta, por lo que le consideraba como su propia hija.

Ali abrio la habitación de la joven, encontrándosele sentada delante del ordenador.

- Zahira - la llamó.

Estaba a punto de apagar el ordenador para acostarme antes de irme con Daria, cuando escuche la puerta de mi habitación abrirse y Ali llamarme.

Ali era mi padrastro, era un buen hombre nos trataba muy bien, la verdad es que ni mama ni yo podríamos tener quejas de él e incluso estabamos agradecidas de que haya aparecido en nuestras vidas.

Mamá había dejado su vida al margen cuando papá murió siendo yo bien pequeña, pero todo cambió una tarde de verano, cuando las amigas de mamá nos recogieron y fuimos a la plaza a tomar té. Ahí estaba Ali quien mamá siempre me cuenta que desde que entraron a la plaza nunca le quito los ojos de encima e incluso dias posteriores volvio a pasar por la plaza preguntando por ella, hasta que finalmente pudieron conocerse, y desde entonces no han vuelto a separarse.

- Oh, hola Dada - salude levantándome e yendo a darle un abrazo.

"Dada" era como le había puesto siendo bien pequeña.

- ¿Qué hacías? - Pregunto devolviéndome el abrazo.

- Estaba acabando un trabajo que debo de entregar mañana en la Universidad - respondí girándome hacia el ordenador.

- Oh, pues entonces no te molesto - hablo girandose para marcharse.

- No te preocupes ya lo he acabo, ahora solo me queda darle los últimos retoques que lo haré esta noche - conteste.

- ¿Cómo te ha ido el viaje? - Pregunte.

- Bastante bien, he hecho nuevos clientes, de echo tienen hasta un hijo de tu edad - hablo sonriéndome.

- Vaya me alegro - conteste.

- Bueno te dejo que necesito descansar - hablo Dada despidiéndose con la mano, mientras que con la otra bostezaba.

Zahira se despidio con la mano de Ali.

Ali cerró la puerta y volvio a dirigirse hacia su habitación.

Tome mi móvil y me acosté en la cama, mientras esperaba a que Daria se dignase a llamarme.

Iba a ponerme los casquitos que me había regalado Daria para mi cumpleaños, pero no los encontraba por ningún sitio, al final mamá tendría razón en que soy un desastre para mis cosas.

Después de un rato buscando finalmente los encontre, estaban debajo de todos los papales de la universidad, me los puse en la oreja y volví a tumbarme en la cama a escuchar mis canciones favoritas en bucle como decía mamá.

Volví a escribirle a Daria, preguntándole donde se había metido y porque no me contestaba los mensajes. Esta no tardó mucho en responderme.

Estaba acostada en la cama, cuando comence a oler a galletas.

¿Mamá estaba haciendo galletas? me pregunte levantándome de la cama, saliendo de la habitación.

En ese momento mi teléfono comenzo a sonar, era Daria.

- Hola - salude descolgando la llamada.

- Ya estoy, cuando quieras nos vemos en la plaza al lado de mi casa - respondio.

- Eh, si hola a ti también amiga, yo también te quiero mucho eh - me queje mientras entraba a la cocina.

Leila levanto la cabeza cuando escucho a su hija entrar en la cocina, esta iba con el teléfono en la oreja hablando con su amiga de la infancia.

- Mamá está haciendo galletas - dije asomándome al horno viendo cómo se horneaban estas.

- Oh, sí trae por favor - pidio.

- Preparare una caja para que les des también a los papas - hablo mamá acerándose al teléfono para que Daria pudiera escucharla bien.

Puse el altavoz en alto para que ambas pudieran escucharse.

- De acuerdo, a mamá le hará mucha ilusión - respondio Daria.

La madre de Daria y mi madre eran amigas de la infancia, como ahora lo éramos Daria y yo.

- Ahora nos vemos - hable al teléfono.

- Ok, si - contesto colgando la llamada.

Después de que Daria colgase la llamada deje el móvil encima de la mesa y fui a servirme un vaso de leche.

- ¿Les queda mucho tiempo? - Pregunté mientras buscaba el vaso para servirme.

- No de hecho, déjame ver - dijo pulsando el botón para ver el tiempo que les quedaba.

- Mira dos minutos.

- Mm - respondí acabándome el vaso de leche y dejándolo en la pila.

- No, no friéguelo Zahira, siempre te lo digo - me riño mamá.

- Ok, está bien - reí volviendo a tomar el vaso y la esponja para poderlo darle un enjuague. Deje el vaso que se escurriera.

- Cariño - me llamo mamá. - ¿Puedes bajarme una caja del armario?

- Si claro - dije dirigiendome al armario e cogiendo una caja de hojalata.

- Toma - dije entregándosela.

- Hay gracias cariño, estas son las ventajas de tener una hija tan alta como tú - hablo cogiendo la caja y dandome un beso en la cabeza.

El horno en ese momento comenzo a pitar.

- Oh mira ya están - dijo mamá cogiendo unos guantes para no quemarse y sacando la bandeja del horno, dejándola encima de la encimera.

Mamá abrio el horno y se apartó para que el vapor que salía no la quemase. Puso la primera bandeja sobre la encimera y se volvio a agachar para sacar la otra.

- Ves sacándolas de la bandeja - pidio.

Comence a sacarlas como me había pedio.

Iba a comenzar a meter algunas en la caja, cuando mamá puso el resto en la encimera.

- Deja que se enfríen o si no estarán luego blandas - hablo mamá terminando de poner todas las galletas en la encimera y cogiendo las bandejas para ponerlas en la pila.

- ¿Qué vais hacer? - Pregunto mamá mientras fregaba las bandejas.

- Lo más seguro es que estemos todo el rato en la cafetería de la plaza, que hay al lado de su casa - respondí viendo el móvil.

- ¿Vosotros haréis algo? - Pregunte levantando la cabeza.

- Creo que iremos a cenar luego por ahí - contesto mamá dejando las bandejas junto al vaso que había lavado antes.

- Ves metiendo ya las galletas en la caja - dijo secándose las manos con el paño de la cocina.

Le hice caso y comence a meter galletas en la caja, hasta que esta estuvo llena.

- Pues ya está - dije cerrando la caja.

- Llevad cuidado, cariño - respondio mamá ayudandome a ponerme el hiyab en la cabeza.

Salí a la entrada y me puso las zapatillas, eran unas zapatillas color crema, me las había regalado Ali por mi cumpleaños número veintidós.

Me despedí de mamá y me marché calle abajo a buscar a Daria, quien ya me estaba esperando para poder irnos juntas.

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