Capítulo 94
Pasado
Quizá no había sido tan buena idea intentar huir de May yendo a hablar con Krum, pero cada vez estaba siendo más complicado callarme. No quería hacerla daño, no quería contarle los planes de padre para arruinar lo feliz que estaba. Le estaban saliendo bien las cosas, todo iba bien con George, no podía quitarle esa felicidad solo porque padre se había empeñado en que tendría que casarse con el gilipollas de Orion.
May me arrastra hasta las mazmorras, y en cuanto da la contraseña a la pared nos dirige directamente hasta mi habitación.
—¿Qué te pasa conmigo? —dice en cuanto cierra la puerta y se cruza de brazos—. Desde el tren eres incapaz de mirarme. Y ya no hablemos de que me cuentes algo, porque eso llevas sin hacerlo desde hace bastante más tiempo.
—Nada, de verdad —empiezo diciendole, pero sigo sin poder mirarla y ella resopla, así que me fuerzo en hacerlo. Al final se va a acabar enfadando conmigo. Quizá no tendría que haber estado evitandola tanto—. Es solo que estoy un poco estresada con todo el trabajo, pensaba que iba a ser más fácil que quinto, pero no es así.
—¿Seguro?
—Claro, ¿qué me podría pasar?
—Podrías estar molesta porque estoy con George —murmura después de unos segundos—. Siempre has dicho que teníamos que alejarnos.
—Ya, pero creo que eso ya ha pasado a la historia, ¿no? Tú estás con George y Ginevra es mi amiga, así que...
—Y te liaste con Fred varias veces —añade ella y suspiro. ¿Por qué tenía que recordarmelo? Porque ya era bastante con tener que verle continuamente en clase de pociones, estar tan cerca.
—Dos errores, May, solo dos errores —repito y le abro la puerta—. A tu habitación, quiero dormir.
—Cuatro, April. Sé mínimo de cuatro veces —y supongo que ve el terror en mi cara porque se ríe—. Hubo más de cuatro, ¿verdad?
—A tu habitación —le digo, negando. No quiero hablar de ello, no puedo hablar de ello porque me voy a romper si se lo cuento.
—Está bien, no hablaremos de ello. Y no me voy a ir porque hay otra cosa de la que quiero hablar contigo —me dice, volviendo a cerrar la puerta y se sienta en mi cama. Y por supuesto voy con ella—. ¿Por qué has seguido aceptando las torturas? No puedes seguir así.
—May, no te va a tocar, ese hombre está obsesionado con todos nosotros, todos los que somos hijos de... —me callo. Porque decirlo en voz alta es demasiado. Porque seguimos siendo familia de ellos—. Ya viste lo que le hizo a Draco, le transformó en hurón. Si llamo lo suficiente su atención no se atreverá a tocarte, se montará en su cabeza una historia y ya está.
—Pero te hará daño a ti —me responde ella—. Cada vez que le ves por los pasillos cambias de dirección y si no le ves vas mirando a todas partes por si te lo cruzas. ¿Es por lo que escribió en la pizarra?
—¿Te crees que me importa que me haga daño? —evito la pregunta de la pizarra. Porque había hablado con la profesora Babbling y mi traducción no daba ningún error. Moody decía que Él volvería, ahora solo faltaba averiguar quien era él. ¿Quizá estaba tan loco que pensaba de si mismo en tercera persona? Porque entonces cuadraría todo y eso significaría que volvería con los aurores.
—Eres imbécil —me responde, se levanta de la cama y, a pesar de que yo también me levanto y la cojo del brazo, ella se suelta de malas formas y se va dando un portazo.
Cierro los ojos y apoyo la frente sobre la puerta. Solo la cago con todo el mundo. Vuelvo a mi habitación y me siento en la ventana, por donde aparece el calamar gigante después de un rato. Al menos él está bien conmigo.
—¿Qué hago? ¿Se lo cuento? —le pregunto y parece que me entiende a pesar del cristal ya que el tentáculo asiente—. No puedo destrozarla así, y lo sabes.
***
Fred saca del bolsillo un papel, avanza hasta la línea de edad que ha dibujado Dumbledore y empieza a balancearse sobre las puntas de sus pies. Todo el mundo le está mirando, entonces coge aire y entra dentro. No puedo dejar de mirarle —no quiero que funcione— y parece que él también se da cuenta ya que me mira. Todo parece ir bien, George grita y le sigue dentro, pero el cáliz es más listo que una poción envejecedora y los expulsa a ambos a varios metros de distancia. Habían gritado, supongo que por el dolor del golpe y entonces se oye un "¡plin!" y les aparecen dos enormes barbas blancas. Y todo el vestíbulo estalla en risas ante la situación, incluidos ellos dos.
—Os lo advertí —el director Dumbledore sale del Gran Comedor y los mira a ambos con diversión. Sí, sin duda alguna se lo está pasando estupendamente con esto—. Os recomiendo ir a ver a Madame Pomfrey, ya está atendiendo a otros dos alumnos que también han tenido la misma idea que vosotros. Aunque tengo que decir que me gusta más la barba que os ha salido a vosotros que la que les ha salido a ellos.
—Corre, saca la cámara —le digo a May y ella sonríe de oreja a oreja. Parece que está de mejor humor conmigo, aunque no termino de entender porqué ya que no hemos hablado nada de lo de anoche. Supongo que se le habrá pasado el enfado.
—¡Sonreíd! —dice ella, poniendose delante de ambos, que posan para la foto entre risas—. Esto va ser muy divertido, veréis cuando estén por todas las paredes de Hogwarts.
—¿Nos harías eso, Avery? —le dice George y no puedo evitar poner los ojos en blanco ante su patético intento de ocultar lo que ambos tienen. Son tan transparentes que no entiendo como Hogwarts no se ha enterado todavía porque las noticias, aquí, vuelan.
—Por supuesto, ¿por quién me tomas? —dice May y viene de vuelta hacia mi—. Venga, desayunemos y vamos a revelar esto, va a ser muy divertido.
Pero May no viene conmigo porque George, con su larga barba, aparece y le quita la cámara para salir corriendo con ella. Y May va detrás, intentando ocultar una sonrisa, pero no lo consigue. Sí, no son nada disimulados. Miro a Fred y tengo la sensación de que aparta la mirada de mi, pero está hablando con su amigo Jordan, así que es imposible que estuviera hablandome. Johnson aparece por las escaleras, llevando un papel en la mano y los saluda ambos, nerviosa. Se acerca al cáliz y echa el papel, para luego irse dando saltos.
—Suerte, Johnson —le digo cuando pasa y ella asiente con una sonrisa. Si no fuera de Gryffindor nos llevaríamos bien, estoy segura.
—Gracias, Avery, ¿tú no lo echas? —me pregunta y yo niego. Sé que pregunta por cortesía, pero es agradable.
—No, no tengo la edad —le digo y ella asiente.
—Oh, es verdad, sois más pequeñas que los gemelos —dice y ambas nos movemos hacia dentro del Gran Comedor—. Una pena lo del quidditch de este año, ¿verdad?
—Desde luego, este año íbamos a ganar seguro, por fin se ha ido Flint —le digo y ella se ríe.
—Estás soñando, Avery, ni con Flint fuera podéis ganarnos.
—Lo veremos el año que viene, Johnson —le respondo y nos despedimos con un sencillo saludo. Sí, definitivamente nos llevaríamos bien si no fuera porque somos de casas rivales.
May vuelve cuando ya estoy casi terminando de desayunar, con la cámara en la mano y fingiendo que está muy enfadada, pero veo en sus ojos que no. Así que la pincho mientras desayunamos y mucho más cuando Fred y George aparecen por la puerta, ya sin barba. El novio de mi hermana mira en nuestra dirección y saluda a May, pero ella le enseña el dedo corazón con una sonrisa de oreja a oreja y él la lanza un beso de vuelta. Es divertido verlos así. Me gusta ver a May tan feliz.
—¿Y tú cuándo vas a volver a hablar con Fred? —me susurra May cuando ve que él no hace ni dice nada—. Ahora sois compañeros de pociones y tuvisteis que hablar durante el castigo, ¿no?
—No hablamos, dudo que lo hagamos nunca. Tampoco me importa —le respondo y cojo otro bollo para mojarlo en el café. May parece que va a decir algo, pero se calla cuando dos de los estudiantes de Durmstrang se sientan delante de nosotras. Y nos miran fijamente, así que frunzo el ceño—. ¿Qué queréis?
—Converrsarr —dice uno de ellos, con un fuerte acento que parece ser de noruega—. Yo soy Rainer Jensen, y mi amigo es Arick Bjorn, no habla muy bien inglés, perro cuando intentéis hablarr con él os prrometo que os rreiréis.
—Hallo damer —dice el tal Bjorn y Jensen se disculpa con una sonrisa. Parecen simpáticos.
—Hola a ti también —le responde May, sonriendo como siempre—. Yo soy May Avery, ¿qué tal por Hogwarts?
—Bien, es un castillo muy agrradable y grrande—dice Jensen y cuando veo que va a coger un pastel, le cambio la mano hacia la zona de los bollos.
—April —le digo y él sonríe—. Te recomiendo los croissants, no hay quien se coma esos pastelillos, son demasiado secos.
—Grracias —dice Jensen y me hace caso y coge un pastelillo—. ¿Nerrviosas porr el Torrneo de los Trres Magos?
—No realmente, no tenemos edad para participar —le respondo y él nos mira con curiosidad. Su amigo, sin embargo, nos mira confuso así que tras una breve traducción parece que vuelve a estar en la conversación.
—Inglés difícil —dice el muchacho y May se ríe.
—Si quieres puedo ayudarte, pero tienes que enseñarme noruego —le dice May y Jensen se lo traduce, a lo que Bjorn asiente—. ¡Estupendo! Vale, primera lección, hola. Supongo que hallo es hola, ¿verdad? ¿Lo he adivinado antes?
—Cumplimos los diecisiete el año que viene —le digo a Jensen, continuando con la conversación. May y Bjorn parece que se entretienen bastante intentando aprender el idioma del otro—. ¿Y vosotros? ¿Vais a participar?
—Acabamos de echarr los nombrres en el cáliz —dice, sonriendo, pero su sonrisa se borra cuando de repente mira a mi espalda.
—Vaya, Avery, parece que ya has encontrado a alguien con quien distraerte.
Cierro los ojos, respiro profundamente para poder convencerme de que lo correcto es fingir que le odio y no le soporto. Cuando los abro me giro para ver a Fred. Que lleva sin hablarme desde que discutimos en septiembre. Ni siquiera durante el castigo habíamos cruzado ni una sola palabra. Y las clases de pociones eran de lo más entretenidas con el silencio como compañero.
—¿Qué quieres? —le pregunto y frunzo el ceño. Bien, parece que lo de fingir que le odio sigue saliendome demasiado bien.
—Yo que vosotros me iba de ahí, sus discusiones acaban mal —no sé de donde sale Accrington, pero aparece detrás de Bjorn y Jensen—. Venid conmigo y os enseñaré cosas decentes del colegio.
—¿Qué te crees que estás haciendo? —le digo y me levanto de la mesa—. Me las vas a pagar por lo del tren, Accrington, no tienes ni idea de cuando, pero te juro que me las vas a pagar.
—¿Qué del tren? —dice, sonriendo como si nada y me levanto la manga de la túnica. Con toda la tontería de Peevees se me olvidó y ahora solo queda una cicatriz que poco a poco va desapareciendo y llegará un momento que casi no se note. A él se le quita la sonrisa de la cara poco a poco y empieza a moverse de forma nerviosa—. Vamos, Avery, no es para tanto.
—¿Qué no es para tanto? Te voy a destrozar, Accrington. ¡Largo!—siseo y doy un golpe en la mesa que asusta a los pobres noruegos y a Accrington. May, sin embargo, ni siquiera se inmuta a mi lado, pero se levanta y se gira para mirar a su novio, que está de brazos cruzados y con el ceño fruncido. ¿Acaso está celoso?
Mi amenaza funciona ya que casi le falta correr y Fred a mis espaldas se ríe. Es una risa falsa, la misma que lleva utilizando cada vez que estamos cerca. Sé como se ríe de verdad. Vuelvo a girarme y le encaro. Llevo tanto sin ponerme a su lado que había olvidado que tenía que mirar tanto para arriba.
—¿Qué quieres?
—Advertir a tus nuevos amigos de como eres en realidad —dice y se apoya en la mesa para mirar a ambos fijamente—. Lejos de ella. De las dos, más bien.
—¿Qué te piensas que estás haciendo, Weasley? —había usado un tono amenazante para hablar con los noruegos. ¿Qué cojones estaba haciendo? Ya me había dejado claro que no le importaba una mierda y que lo había superado así que no podía estar celoso, ¿no? Habíamos sido un error, lo dijo.
Él deja de apoyarse en la mesa y entonces me mira. No se atreverá. Todo el Gran Comedor está totalmente en silencio y nos mira. Se inclina tanto sobre mi como lo hacía antes y, por un momento, parece que me va a besar delante de todo el castillo. Y si no se aparta acabaré haciendolo yo. Pero se aparta y se va, con las manos en los bolsillos y como si nada, sin decir absolutamente nada. El Gran Comedor sigue en completo silencio unos segundos más, pero de golpe vuelven las conversaciones.
—Encantado de conoceros —dice George, con lo que parece un gruñido y puedo ver como May le acaricia la mano antes de irse, lo que le hace sonreír, aunque intenta ocultarlo. Sí, está celoso y no sabe como manejarlo.
—Entonces, Bjorn, ¿por dónde íbamos? —May vuelve a sentarse, como si no hubiera pasado absolutamente nada y yo hago lo mismo.
—Tu novio sigue mirrando —dice Jensen después de un rato y me giro para ver que, en efecto, Fred sigue mirando en nuestra dirección.
—No es mi novio —le respondo, y me giro para volver a hablar con Jensen.
—Pues parrece que le gustas, aunque es norrmal —dice, como si nada. Y yo me pongo roja solo de pensarlo.
***
El banquete de Halloween se me hizo realmente eterno. A parte de Diggory, Johnson y Warrington no conocía a nadie más que se presentase, a no ser que Jensen y Bjorn contasen, pero quería saber cuanto antes a quien tenía que apoyar de Hogwarts. En parte quería que fuera Warrington porque eramos de la misma casa y, en parte, porque quería ver como el resto de Hogwarts reaccionaba ante un campeón de Slytherin. Quizá podría unirnos.
—Bien, el cáliz de fuego está preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore cuando los platos volvieron a estar limpios y, a mi lado, Jensen se movió, nervioso. Me había sentado adrede a su lado, con vistas a la mesa de Gryffindor y Fred no había apartado la vista ni por un segundo. No sabía porqué estaba haciendo esto, pero me gustaba. Me gustaba que volviera a mirarme, que no me ignorara más. Ya estaba alejandome de Fred lo suficiente, podía al menos conformarme con esto—. Cuando pronuncie el nombre de un campeón ruego que se ponga en pie y avance hasta la sala que se encuentra aquí al lado, donde recibirá las primeras instrucciones.
—Suerte —le susurro a Jensen, inclinandome sobre él y sin dejar de mirar a Fred, que frunce el ceño.
—Grracias —susurra Jensen, y sonríe.
Dumbledore mueve la varita y todas las velas del Gran Comedor se apagan, dejandonos solo con el cáliz de fuego como iluminación. Las llamas azules se volvieron rojas de repente y todo el Gran Comedor ahogo un grito. El director Dumbledore coge el papel en el aire y las llamas el cáliz vuelven a ser azules.
—El campeón de Durmstrang será —empieza a leer, con voz alta y clara y hay tanto silencio ahora mismo que no necesita ni ampliar su voz— Viktor Krum.
Los vítores y aplausos llenan el Gran Comedor y tanto Bjorn como Jensen suspiran, supongo que decepcionados porque sea Krum el elegido y no ellos. Le aplauden, como todos los demás, claro, pero parece que les duele que sea él y no ellos.
—¡Bravo, Viktor! —Karkarov que se le puede oír perfectamente por encima del ruido de los aplausos—. ¡Sabía que serías tú!
—Es el favorrito del dirrector —me dice Jensen, que parece que no le hace mucha gracia—. Solo le quierre a él porrque es famoso. Aunque a Viktor le da igual el dirrectorr.
—Sí, tiene pinta de que vuestro director es un poco interesado —murmuro y Jensen se ríe.
—Solo un poco.
Los aplausos se van calmando poco a poco, justo a tiempo para que el cáliz vuelva a ponerse de color rojo y escupa otro papel.
—La campeona de Beauxbaton es Fleur Delacour.
Es realmente divertido ver las reacciones de ese colegio. Muchos tienen una clara mirada de decepción e incluso alguna de sus compañeras se ponen a llorar desconsoladamente en la mesa de Ravenclaw. Mientras Delacour se levanta con gracia, una sonrisa de oreja a oreja, y avanza hacia la mesa de profesores, para luego desaparecer por la puerta que hay allí.
El silencio esta vez tarda menos en llegar porque todos tenemos muchísima expectación por saber quien va a ser el campeón de Hogwarts. Ojalá sea Warrington. Ojalá esto nos una entre casas.
—El campeón de Hogwarts es —empieza a decir Dumbledore, para luego hacer una breve pausa y sonreír— Cedric Diggory.
—¡Vamos Diggory! —chilla May, levantandose de la mesa incluso, pero su grito queda ahogado por la mesa de Hufflepuf, que chilla de felicidad. Su único momento de gloria de los últimos años había sido ganar a Gryffindor en el partido de Quidditch y, si teníamos que ser honestos, prefería que el campeón de Hogwarts fuera uno de ellos antes que alguien de Gryffindor. Quería unidad, claro, pero tampoco quería pasarme con ella.
—¡Estupendo! —dice el director cuando los últimos aplausos se apagan, después de un largo rato—. Ya tenemos a nuestros tres campeones del Torneo de los Tres Magos, estoy seguro de que vuestro apoyo será una fuente de poder inimaginable para cada uno de ellos ya que contribuiréis de forma significativa...
Dumbledore se calla de golpe y todos notamos por qué. El cáliz de fuego vuelve a estar de color rojo y, de nuevo, escupe otro trozo de papel.
—Harry Potter —lee en voz alta tras una pausa demasiado larga. Miro a Potter, como hace el resto del castillo y él sigue sentado en su sitio, sin moverse si quiera. Nadie aplaude, nadie dice absolutamente nada, pero sí que hay gente que se levanta para poder verle mejor, sobre todo de Ravenclaw, que están tapados por los Hufflepuff—. ¡Harry Potter! ¡Harry, levántate y ven aquí, por favor!
Y Potter se levanta y tropieza con su túnica. Camina demasiado lento y mira hacia delante, supongo que para poder ignorar todas las miradas que tiene encima de él ahora mismo.
—Bueno... cruza la puerta, Harry —le dice Dumbledore cuando llega y el niño la cruza. Durante unos segundos más parece que nadie se mueve, nadie dice nada—. Todo el mundo a la cama. Buenas noches.
La mesa de los profesores se mueve rápidamente y Bagman es el primero en meterse a la mesa, seguido del profesor Dumbledore, los dos directores de ambos institutos invitados, la profesora McGonagall y el profesor Snape.
—No pueden dejarle competir, ¿verdad? Es solo un niño —dice May, repitiendo lo que le habíamos dicho a Flint muchas veces.
—Oíste a Dumbledore ayer, cuando echas tu nombre en el cáliz de fuego firmas un contrato vinculante —le digo y ella parece confusa así que deduzco que estaba perdida en sus pensamientos mientras lo explicaba—. Va a tener que participar.
—No es justo —dice Jensen a nuestro lado, y se cruza de brazos—. No podéis tenerr dos campeones.
—Claro que no es justo —le respondo y eso parece que le gusta, porque deja de parecer tan enfadado—. Vamos, May.
Nos despedimos de ambos y salimos como el resto de Hogwarts hasta nuestras salas comunes. Los estudiantes tanto de Beauxbaton como de Durmstrang, sin embargo, se quedan en el Gran Comedor, parados, supongo que esperando a sus respectivos directores para poder quejarse de que Potter participe.
_____________________________________________
Ahora tengo primavera y mors yendo a la par madre mía jajajaja A ver si me pongo a terminar esta de una santa vez porque oewnfwkjenfef tengo mil cosas para esta historia, pero como que no llega la inspiración para ponerme a escribir y njewkfkwjefnwefw
¡Nos vemos la semana que viene! Y mil gracias por seguir aquí ♥♥♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top