Capítulo 86
Pasado
—Vamos, niñas, tenemos que llegar ya —Cissy nos mete prisa para que salgamos al jardín, donde el traslador nos está esperando. Llevamos con los Malfoy desde principio de agosto y fue todo un alivio porque padre no podría haber actuado peor en todo el verano. Todo por un aceptable. Si llegara a saber que había estado con un Weasley... No, nunca lo sabría, podría ocultarlo—. ¿Tenéis las varitas?
—Sí, Cissy, y las bufandas de Irlanda —le responde May, sonriente.
Si ella supiera lo que tenían planeado para nosotras. El día que los Malfoy vinieron a recogernos a la mansión, padre y el señor Malfoy se reunieron en el despacho de padre. Y yo necesitaba uno de los libros que había allí, así que fui, como siempre. Pero nunca llegué a cogerlo porque la conversación me espantó. Orion había elegido a May para casarse con ella y ya estaba prometida. Y en cuanto a mi... Macnair tenía un hijo, veinte años mayor que yo. Le conocía de oídas y era un tipo de lo más desagradable y también había sido seguidor del Señor Tenebroso. El señor Malfoy fue quien le propuso el nombre y padre le respondió con que se lo pensaría porque no le parecía mala opción y, en sus palabras, alguien como él podría corregir mi horrible comportamiento. Salí corriendo de allí hasta mi habitación, donde me encerré en mi cuarto de baño. Y empecé a llorar. Casi escribo a Fred, pero volví a meter el cuaderno en el baúl y lo enterré profundamente entre montones de pergaminos y libros. No podía volver a hablarle, no después de lo del Lago Negro.
Seguimos a Cissy hasta el jardín, donde Draco y el señor Malfoy nos esperan, ambos con el ceño fruncido porque, según ellos, hemos tardado demasiado. May y yo nos hemos pintado las mejillas con los colores de Irlanda y habíamos intentado que Draco también lo hiciera, pero no había habido forma de convencerle. Había dado otro pequeño estirón en el verano y ya no llegábamos a sus mejillas a no se que se agachase.
—¿Listas? —pregunta el señor Malfoy y asentimos—. Tocad el traslador, apareceremos al lado del estadio.
Ponemos cada uno un dedo y esperamos unos segundos. El traslador se activa y pronto siento su fuerza, el viento en mis oídos y tengo que forzarme a caminar para no caerme. Odio viajar así. Consigo no caerme cuando mis pies tocan tierra, aunque sí que tropiezo un poco. May, sin embargo, no tiene problema ninguno y con bastante facilidad se mantiene sobre sus pies. Siempre ha sido mejor que yo con estas cosas, no quiero imaginarme que me pasará cuando tenga que hacer el examen de aparición. Probablemente pierda alguna parte de mi cuerpo por el camino.
—Oh, Lucius, invitados del Ministro, ¿eh? —una bruja del Ministerio comprueba nuestras entradas y el señor Malfoy asiente—. Todo recto, tribuna principal, ¡pasadlo bien!
Entramos al estadio y empezamos a subir escaleras hasta llegar a la parte más alta. El señor Malfoy nos guía hasta la tribuna principal, donde mi corazón se para casi por completo. Hay muchas cabezas pelirrojas. Mierda. No estoy preparada para verle. ¿Cómo demonios habían conseguido entradas para la tribuna principal?
—¡Ah, Fudge! —dice el señor Malfoy según llegamos y va directo a estrechar la mano del Ministro de Magia—. ¿Cómo estás? Me parece que no conoces a mi esposa, Narcissa y a mi hijo, Draco. Y por supuesto, April y May Avery, unas muy buenas amigas de la familia, May además es la ahijada de mi mujer.
—¿Cómo está usted? —dice, inclinandose hacia Cissy, que le sonríe, y luego se inclina hacia Draco y hacia nosotras—. ¿Y vosotros qué tal? Encantado. Permitanme presentarles al señor Osblank... Oslock... al señor... Bueno, que más da, no entiende ni una palabra de lo que digo, al Ministro Búlgaro. Veamos quien más... Supongo que conoces a Arthur Weasley.
Parece que el tiempo se paraliza cuando el señor Weasley se gira, porque no solo lo hace él, si no también el resto de sus hijos, Potter y Hermione, que nos mira a April y a mi fijamente. Niego lentamente, pero ella parece que lo pilla ya que deja de mirarnos inmediatamente. Y yo hago lo que me prometí no volver a hacer, mirar a Fred. Mi pulso se acelera cuando le miro y me maldigo por hacerlo porque se supone que ya no iba a pasar más, que lo había superado.
Habíamos estado tan bien.
Habíamos estado besandonos bajo el agua, jugando entre nosotros y con el calamar gigante. Cuando salimos del agua y May y George ya se habían ido volvimos a besarnos y entonces volvió a llamarme amor. Desde el partido de quidditch había empezado a llamarme así y cada vez que lo hacía se me aceleraba un poco más el corazón. Entonces le pregunté que por qué lo hacía y dijo que era una forma cariñosa de llamar a su novia. Y entré en pánico. Lo habíamos dejado llegar demasiado lejos. No sé muy bien que le respondí, pero él se alejó y entonces empezamos a discutir. No sé muy bien como llegué a inventarme que solo le había besado tantas veces porque era él quien pasaba por ahí y Fred se lo creyó. Entonces se fue, después de decir que habíamos sido un error y yo me quedé allí quieta, intentando entender como había podido joder todo en cuestión de segundos. El calamar gigante volvió a sacar uno de sus tentáculos y me dio unas palmadas en la cabeza, para luego volver al agua. No me había dado cuenta de que estaba llorando, pero me hizo reaccionar, me limpié las lágrimas y volví a mi sala común. Enfadada. ¿Por qué tenía que haberme llamado novia? No estabamos saliendo, nunca lo habíamos hablado, solo era besarse. Y hablar, hablar mucho. Y estar con el otro en cuanto había cinco minutos a solas. Tumbarnos en las aulas vacías o en la torre de Astronomía, abrazados y relajados. Solo quería volver a eso, pero tenía que haberlo jodido todo.
Aparto la mirada rápidamente y decido ir a mi asiento, donde me escondo detrás del programa. Me cuesta demasiado controlar lo mucho que me tiemblan las manos. May, a mi lado, no deja de mirar hacia delante, supongo que intentando saludar a George sin que ninguno de los Malfoy se de cuenta. Pero Draco, por supuesto, se da cuenta. Será un bobo con una actitud cuestionable en los últimos años, pero nos conoce demasiado bien.
Las primeras en salir son las mascotas de Bulgaria, las veelas y agradezco ser inmune a su hechizo en cuanto veo lo que provoca en la mayoría de hombres del estadio. Son hermosas, pero están intentando encandilarnos para que apoyemos a Bulgaria. Las mascotas de Irlanda son las siguientes y cuando lanzan el oro no puedo evitar mirar a May, que no deja de reírse.
—El oro de los leprechauns desaparece después de unas horas, verás que risa cuando todos los que han cogido vean que no tienen nada —me dice—. Es una broma maravillosa.
—Y ahora, damas y caballeros, ¡demos un caluroso aplauso a la selección de Bulgaria! —grita Bagman a tan solo unos metros de nosotros—. ¡Dimitrov!, ¡Ivanova!, ¡Zograf!, ¡Levski!, ¡Vulchanov!, ¡Volkov! yyyyyyyyy... ¡Krum!
—Y recibamos ahora con un cordial saludo ¡a la selección nacional de quidditch de Irlanda! Les presento a... ¡Connolly!, ¡Ryan!, ¡Troy!, ¡Mullet!, ¡Moran!, ¡Quigley! yyyyyyyyy... ¡Lynch!
El partido comienza y es imposible apartar la mirada del campo. Grito y animo como nunca a Irlanda, a pesar de las miradas desagradables del señor Malfoy a nuestro lado, que prefiere quedarse callado en el asiento. May, como yo, también grita y creo que mañana se va a levantar totalmente afónica.
Treinta a cero para Irlanda cuando Krum finge que ha visto la snitch y tenemos a Lynch inconsciente en mitad del campo de quidditch. Ha sido un amago de Wronski espectacular, eso no hay nadie que lo niegue. El partido se reanuda y May y yo gritamos aún más al ver como Lynch se levanta como si no hubiera pasado nada. Las veelas aprovecharon para bailar y acabaron hipnotizando al árbitro, que pitó dos penaltis para Irlanda que marco uno sí y el otro no. Hubiera sido mejor los dos, pero seguiamos con bastante distancia de Bulgaria. El juego empezó a pasar a otro nivel y poco importaba que los bateadores dieran a la quaffle o a los jugadores contrarios y las mascotas de ambos equipos empezaron a pelearse en mitad del campo, algo que le vino muy bien a Irlanda porque Quigley lanzó una bludger contra Krum que le dio en toda la cara y, probablemente, le partió la nariz. Aunque eso no le hizo parar el partido o pitar un penalti a favor de Bulgaria.
—¡Mira a Lynch, ha visto la snitch! —chilla May y a ambas nos falta tiempo para ponernos de pie en los asientos y ver muchísimo mejor la jugada—. ¡Vamos! ¡Qué no te coja Krum, venga!
—¡Se va a chocar! —chillo.
Y acierto, Lynch no tarda en volver a besar el suelo. Y entonces Krum levanta el puño y tiene la snitch en la mano. Miro rápidamente el marcador y empiezo a gritar y saltar sobre el asiento al ver que Irlanda ha ganado por tan solo diez puntos.
—¡Cuidado, niñas! —nos grita Cissy cuando estamos a punto de caer sobre los Weasley en uno de los saltos, pero por suerte Charlie Weasley y Percy nos consiguen atrapar a tiempo.
—Hola, chicas —murmura Percy y vuelve a mirar hacia delante, como si nada hubiera pasado, mientras que Charlie no dice nada, pero nos guiña un ojo.
—IRLANDA HA GANADO —anuncia Bagman fuera de sí—, PERO KRUM HA COGIDO LA SNITCH. ¡Nadie se esperaba semejante resultado! ¡Menudo partido!
La ceremonia de entrega de la copa resulta ser de lo más emocionante porque los jugadores suben hasta nuestra tribuna y podemos verlos a escasos centímetros de nosotros. Primero sube Bulgaria a recoger el segundo puesto y casi me da algo cuando Clara Ivanova pasa a nuestro lado, saludando y sonriendo. Es tan guapa, tan alucinante, tan... imposible. Su nivel de imposibilidad está al mismo nivel de que el de Fred. Luego sube Irlanda para recoger la copa y tienen que llevar al pobre Lynch en brazos porque está más bien ido. Y chillo cuando Quigley nos saluda. Puede ser que tenga cierta preferencia hacia los golpeadores de quidditch. Miro a May rápidamente, que también está chillando y Draco nos mira como si estuvieramos locas, aunque él también esboza una pequeña sonrisa. Si sus padres no estuvieran aquí estaría gritando tanto como nosotras. El equipo de Irlanda levanta la copa y no podemos chillar y aplaudir más.
—Nos vamos, venga —dice el señor Malfoy en cuanto acaba el partido y nos falta tiempo para seguirle.
Tenemos que correr para llegar hasta él, pero por fin lo hacemos y llegamos a una zona reservada llena de las mejores carpas de acampada de todo el campamento. Sin duda los Malfoy nunca escatiman en cosas como estas.
—Cenaremos en breves, id a limpiaros la cara —nos dice Cissy y May y yo asentimos a la vez.
—Ha sido espectacular, menuda suerte que la copa se haya celebrado en Inglaterra este año —dice May mientras vamos al pequeño cuarto de baño que tiene la tienda, está en la planta de arriba, como las habitaciones—. Una pena que no llegasemos a la final.
—Una pena no, un desastre, perder trescientos noventa a diez es una vergüenza.
Nos limpiamos la pintura de la cara y cuando salimos dejamos las bufandas sobre la cama, para luego bajar a cenar. Ni May ni yo podemos dejar de sonreír e incluso Draco se anima a comentar las mejores jugadas del partido, sonando emocionado y no como si fuera un robot. Si el señor Malfoy no estuviera estoy segura de que estaría hablando tanto como nosotras. El señor Malfoy, poco a poco, vacía su vaso de whisky de fuego y también acaba comentado alguna de las jugadas.
Cuando terminamos de cenar hacemos un pequeño torneo de ajedrez, pero resulta imposible concentrarse con tanto ruido como están montando fuera los irlandeses. Quien gane más partidas de los tres gana, pero quedamos empate porque, en realidad, somos un desastre jugando al ajedrez. Pierdo contra Draco, pero gano a May, que gana a Draco. Y entonces la carpa empieza a llenarse de gente que no conocemos y que, algunos de ellos, parecen borrachos. Algunos de ellos llevan máscaras cubriendoles las caras, otros las llevan en la mano y otros en la cabeza. Reconozco esas máscaras de los libros de historia reciente.
—¿Nos vamos ya, Lucius? —padre no lleva la máscara bajada cuando entra en la tienda, pero en cuanto el señor Malfoy asiente, lo hace—. Espero que os estéis comportando. Id al bosque, vamos, no tenemos toda la noche.
—¿Qué ha sido eso, April? —murmura mi hermana en cuanto estamos fuera de la carpa y lo suficientemente lejos de todos los que estaban alrededor de nuestra carpa. Draco viene con nosotras, justo detrás y parece estar satisfecho con lo que va a pasar.
—Tenemos que encontrarles, May, vamos, hay que advertirles —le susurro y ella asiente. No podemos perder más tiempo. Hermione está con ellos, Ginevra también. Y Fred. No puede pasarles nada.
—Vamos al bosque —Draco no tarda en cogernos a ambas de la mano y nos arrastra hasta allí, para luego soltarnos y empezar a liderar la marcha. No es complicado escapar de él, May finge que tropieza, se agarra de mi túnica y entonces yo finjo que también me caigo. Draco ni siquiera se da cuenta de que no vamos detrás de él y sigue andando, seguramente corra a buscar a Potter para alardear delante de él. May se levanta rápidamente y, en cuanto ve que estoy de pie, tira de mi para meternos directamente al centro de la acción. Van quemando cosas, levantando a gente por los aires, todo el mundo corre. Es horrible. Nosotras también corremos, sin mucho rumbo, pero intentando encontrar un grupo de cabezas pelirrojas por algún lugar. Hay demasiada gente que esquivar, demasiada gente en general así que tengo que tirar de May para que nos volvamos al bosque, no podemos encontrarlos, es demasiado tarde.
—¡Suéltame, tengo que encontrarle! —chilla May, pero no lo hago. No pueden vernos aquí, se acercan cada vez más y más.
—¡Seguro que están en el bosque, los buscaremos allí, venga! —consigo decirla y al final deja de resistirse y volvemos a la zona más segura—. Lumos.
May no tarda en imitarme y entre las dos conseguimos ver bastante mejor por donde vamos caminando en el bosque. No sabemos tampoco donde está Draco, así que también voy buscandole, pero no parece estar por ningún lado. ¿Dónde se habrá metido?
—¡George! —May se suelta rápidamente de mi mano y sale corriendo para casi saltar encima del gemelo Weasley, que la abraza fuerte. Definitivamente hay algo que no me ha contado, será rastrera—. ¿Estáis bien? ¿Habéis podido escapar? Queríamos avisa-.
—Cuando han empezado los disturbios hemos corrido hacia el bosque —interrumpo a May desde lejos y luego empiezo a acercarme lentamente, evitando mirar a Fred. Algo que no consigo porque no dejo de desviar la mirada hacia él. Yo también quiero acercarme a él, abrazarle como May está haciendo con George. Que me diga que todo estará bien.
—Hemos perdido a Harry, Ron y Hermione —le dice, y noto como nos mira extraño. Supongo que todos lo saben, que nuestro padre debe de estar ahí también, como lo está el de Draco—. Papá, Bill, Charlie y Percy se han ido a intentar calmar un poco los ánimos.
—Vamos, no podemos quedarnos tan al borde —dice Fred y tira de Ginevra, que nos saluda a ambas sin que sus hermanos se den cuenta. No sé como todavía no lo han visto. Aunque bueno, no es muy difícil que no se den cuenta ya que Fred solo mira hacia delante y George no aparta la mirada de May.
Ambos van de la mano, sin ni siquiera apartarse ni por un momento y tengo que ir revisando constantemente que nadie nos vea. Una cosa es Hogwarts, otra es un bosque en mitad de un campamento muggle mientras que atacan a muggles y todo aquel que esté por el camino. Muchos de los enmascarados miran, en ocasiones, hacia el bosque, y más de uno parece que quiere venir a sembrar el caos aquí. Al final acabamos parando, seguimos estando demasiado cerca del borde, pero no quieren alejarse más por si necesitamos ayuda. George tira de May hasta que ambos se esconden detrás de un arbusto, mientras que yo me quedo de pie tras un árbol. Pero pronto es evidente que es mala idea ya que alguien se da cuenta de que estamos aquí. Ginevra tira de mi rápidamente para que me esconda en el seto junto con ellos y, del tirón, caigo encima de Fred, haciendo algo de ruido porque también le he tirado. No nos movemos, solo levantamos las varitas cuando vemos que empieza a avanzar hacia nosotros. Nos va a pillar. Busco la mano de Fred. Se lo contará a todos. La aprieto con fuerza. Padre se enterará. Él me devuelve el apretón. Estaremos muertas en menos de lo que se tarda en decir quidditch. Me suelta de golpe. Quizá si le aturdimos tres personas a la vez podemos con él. Algo llama su atención más atrás y sale corriendo en dirección contraria.
—Truco muggle —susurra Fred y, por un segundo, pienso que volvemos a estar bien. Seguimos cerca, demasiado cerca. Le echo de menos.
—May, vamos —consigo decir y me levanto rápidamente de encima de Fred. No puden vernos aquí—. ¡May!
—Ya voy —oigo susurrar a mi hermana. Salgo gateando del seto para alejarme un poco de ellos y May por fin aparece a mi lado—. Venga, vamos.
No sé como lo hacemos para volver hasta la carpa de los Malfoy. Draco ya está allí dentro, sonriendo al igual que lo está el señor Malfoy y, por supuesto, padre. También contamos con otro invitado especial, el tío Thorffin. Llevabamos sin verle varios años, se suponía que este año iba a estar en Japón cuando fuera el mundial.
—Mis sobrinas favoritas —dice y se acerca a nosotras para abrazarnos. Como si tuviera otras sobrinas—. ¿Os ha pasado algo? Draco ya nos ha contado que os habéis separado en algún momento.
—Tropecé en el bosque y acabé arrastrando a April conmigo —dice May y baja la cabeza como si estuviera terriblemente avergonzada por haber causado que nos separasemos. Es una actriz de primera, siempre lo ha sido, desde que eramos pequeñas. Por eso siempre dicen que soy yo la mala influencia.
—Había demasiada gente huyendo en todas direcciones, seguimos por el bosque, pero Draco ya se había adelantado bastante —digo, intentando sonar lo más neutral posible.
—Menos mal —dice tío Thorffin, sonriendo. Pero es una sonrisa extraña. ¿Podría haber sido él quien estuviera en el bosque? No, no puede ser él. Me fijo mejor y tío Thorffin es más alto que el que nos encontramos. O al menos lo parece. ¿Y si ha sido él el del bosque?—. Bueno, voy a marcharme a casa, menudo día, ¿eh? ¿Te vienes, Rigel?
—Claro —dice padre, casi arrastrando las palabras—. Portaos bien, nos vemos el verano que viene, supongo que no vendréis para Navidades por ese baile, ¿verdad?
—Irémos pronto a elegir las túnicas, padre —le dice May y sonríe, pero a padre parece darle igual lo que vayamos a escoger o no.
—Ahora solo falta que elijáis buenas parejas, espero que tengáis en cuenta las buenas opciones que ofrece Durmstrang y no las porquerías que hay en Hogwarts.
Padre y tío Thorffin se marchan de la carpa y a Cissy le falta tiempo para meternos prisa para que vayamos a la cama. Aunque ninguna de las dos duerme mucho. En cuanto amanece ya estamos de pie, vestidas y listas para volver a la mansión Malfoy. No tenemos mucho problema en coger un traslador gracias a los contactos del señor Malfoy.
—¡Necesito ducharme! —grita May según ponemos un pie en el patio y sale casi corriendo. Supongo que querrá hablar con George tranquilamente sobre lo que ha pasado esta noche. No han dejado de hablar durante todo el verano y me gustaría ser tan valiente como ella.
—Creo que yo también voy a hacerlo antes de desayunar, Cissy —digo y ella asiente, totalmente distraída. Nunca nos dice nada, siempre quiere lo mejor para May y no le importa mucho lo que hagamos dentro de los límites, claro. Tampoco soporta a los Weasley, pero estoy segura de que, al final, acabaría aceptando lo que May decidiera.
En cuanto entro a la habitación veo a May sobre la cama, con el baúl abierto del todo y está escribiendo de forma casi furiosa sobre el pergamino.
—¿No te querías duchar? —la pregunto y ella asiente. Sin dejar de escribir se levanta de la cama, coge ropa al azar de nuestro armario y se encierra en el baño. No tiene remedio.
No sé porqué lo hago, pero yo también busco el cuaderno por el que hablaba con Fred. Me tiemblan las manos cuando lo cojo y lo abro. El último mensaje dice "No puedo esperar para volver a besarte. Te echo de menos, amor". Por eso había estado evitando mirarlo. Dolía demasiado. Lo había estropeado todo, yo sola, por imbécil. Cojo una de las plumas de mi baúl y la mojo en tinta. No sé porque voy a escribirle, pero lo hago. "Gracias por alejarle" escribo, con una letra temblorosa. Cierro rápidamente el cuaderno y vuelvo a esconderlo en el baúl.
No sé por qué he hecho eso.
Sí sé por qué he hecho eso.
_________________________________________________________________
Bueno, pues ya sabéis qué pasó con esos dos jajajajaja April se asustó cuando Fred dijo novia, what a surprise jajajajaja Esperemos que, en algún momento, vuelvan a estar juntos de nuevo (antes de la batalla de Hogwarts, por supuesto).
Empieza sexto y que ganas tenía de ello, madre mía enfkwjefnwkejfefw Es que no estoy preparada para ello, de verdad (no, en serio, no lo estoy, tengo ligeras ideas de qué va a pasar por ejemplo, en el baile de Navidad, pero no mucho más alla soy un desastre).
Nos vemos el domingo, mil gracias por todo de verdad ♥♥♥♥♥♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top