Capítulo 85
Presente
A la señora Weasley no le había hecho gracia que dejaramos solo una nota para avisar de que nos ibamos y nos lo dejó claro cuando volvimos la noche siguiente. Todos nos llevamos una pequeña bronca por haberlo hecho y entonces April vio el sobre en la mesa, abierto. Era una citación del Wizengamont para April, que se había delantado a Kingsley y había mandado la carta el mismo día que nos fuimos. April por supuesto discutió con la señora Weasley por haber abierto su correspondencia. Entonces empezaron a gritarse mutuamente y, en resumen, April acabó encerrada en su habitación —y no nos dejó entrar ni a Fred ni a mi— hasta el mismo cumpleaños de Ginny. Eso supuso un problema porque no terminaba de confiar en el no embarazo, así que mintiendo un poco a la señora Weasley —y con la ayuda de Alexa— conseguimos un hechizo que nos diría la verdad. Solo había que encontrar el momento durante el cumpleaños de Giny para realizarselo.
—Sé que es una tontería, pero toma, al final nunca te lo enseñé en Hogwarts —dice, saliendo de la habitación con un rollo en la mano y dandoselo a Ginny, que la mira extrañada, pero desenvuelve el rollo para que todos podamos ver un poster que reconozco a la perfección porque estaba colgado en la habitación de mi hermana de la mansión, antes de que lo quemara todo. ¿Cómo lo había recuperado?
—¿Es real? —pregunta, mientras que le brillan los ojos y acaricia la firma de Gwenog Jones y April asiente, pero luego se da cuenta de que Ginny ni siquiera la mira.
—Sí, es real, ha sido un poco dificil reconstruirlo de las cenizas, pero ahí lo tienes —dice, coge una tostada de la mesa y vuelve a irse a las escaleras—. Feliz cumpleaños, Ginny.
April sube las escaleras y tanto Fred como yo reaccionamos a la vez y la seguimos. No sé como se las apaña Fred, pero consigue meter el pie entre la puerta y entonces April no puede cerrarla, como había hecho todo este tiempo.
—Oh, no, tú vas a salir de aquí hoy —dice el novio de mi hermana, abriendo la puerta—. ¿Reconstruir de las cenizas? ¿Has estado en la mansión? ¿Sola?
—Dejadme en paz —le responde ella, desde la cama. Está rodeada de libros por todas partes, como si hubiera montado una biblioteca en la habitación.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —le pregunto, cogiendo un libro sobre las leyes en Gran Bretaña y empiezo a ver todas las anotaciones que hay. No sirve de nada intentar hacer que hable sobre la mansión porque si no quiere no va a decir nada, pero explica porqué no hemos oído nada de ruido algunos días y de donde ha sacado tanto libro—. ¿No has podido pedir ayuda?
—Sí, podría haberte avisado, pero no creo que los demás quieran ayudar a Draco o a Cissy —responde ella, sin levantar la vista del libro y garabatea algo con un lápiz—. ¿Me pondéis dejar leer tranquila? Todavía me queda demasiado y su juicio es antes que el mío.
—¿Desde cuándo usas lápices? —le pregunto y ella se encoge de hombros.
—Se lo robé a Hermione —dice y sigue apuntando cosas.
—¿Por dónde vas? —le pregunta Fred, sentandose a su lado en la cama y April suspira, cierra el libro y le mira fijamente.
—Baja, es el cumpleaños de tu hermana, no vas a estar aquí conmigo —dice y él niega—. Fred, no seas cabezota.
—No lo seas tú, es tu amiga y tu cuñada, baja a celebrarlo —le responde y April me mira, pidiendome ayuda, pero niego—. Hasta tu hermana está de acuerdo conmigo.
—¿Tan rápido me has traicionado que ya le apoyas a él antes que a mi?
—No te pega ser tan dramática —la respondo, en cambio y ella sonríe un poco—. Pero sabes que tiene razón, tienes que bajar a celebrarlo.
April no dice nada, vuelve a coger el libro y lo abre por la misma página para seguir leyendo, como si no estuvieramos en la habitación. Así que decido hacer lo mismo que ella, cojo otro de los libros que tiene por el suelo y lo abro para empezar a leer. Ya estuve leyendo sobre leyes cuando intentamos salvar a Buckbeak, sé lo que estoy buscando. Fred parece que también pilla la idea porque coge otro de los libros que tiene April en la cama, se apoya en sus piernas y empieza a leer tranquilamente.
—¿Os queréis ir de una vez? —dice a los pocos minutos, pero en respuesta me siento yo también en la cama y Fred le quita el lápiz para escribir algo en el libro—. Fuera, los dos.
—Pensaba que ya habíamos acabado con todo el tema de estudiar —April bufa cuando oye a George en el pasillo, pero a él le da igual y entra en la habitación para sentarse también en la cama, conmigo—. ¿Qué es lo que estudiamos?
—Leyes de Gran Bretaña para poder defender a Draco, Cissy y April —le respondo y él asiente, para luego coger también un libro y ponerse a leer.
—¿No podéis dejarme tranquila?
—Ya has tenido tres días para estar tranquila, si no vienes abajo nos quedaremos contigo —le responde Fred, tranquilamente—. Siempre podemos celebrar el cumpleaños de Ginny en nuestra habitación.
—Sois insoportables —murmura ella, pero todos la oímos a la perfección.
El plan, eso sí, parece funcionar a la perfección. Hermione y Ronald no tardan en subir a ver porqué tardamos tanto y ella parece entender porqué estamos leyendo ya que sonríe, entra en la habitación y coge uno de los libros. Ronald tarda un poco más en entenderlo, pero también lo hace y se sienta en el suelo con Hermione. El siguiente en unirse es Harry, que primero se ríe, pero luego se sienta con Hermione y Ronald para leer y parece ser que su risa atrae a Ginny, que llega con el poster de las Arpías de Holyhead todavía en la mano, pero se une a la lectura. Bill y Fleur son los siguientes, cuando llegan a La Madriguera y Fleur empieza a reirse así que April le lanza un calcetín que tiene en la mesilla para que se calle, pero al final ambos se unen. Aunque al final es la llegada de Charlie lo que le hace salir de la habitación.
—¿Lecturas ligeras? —dice, entrando en la habitación con un pequeño bebé dragón en la mano—. Espero que no te importe que Bea esté con nosotros, cree que soy su madre porque fui lo primero que vio cuando salió del huevo y ahora no puedo alejarme de ella.
—¡Vale ya, ya bajo! —grita April, cerrando el libro de golpe y todos nos levantamos rápidamente de nuestros sitios—. Sois unos pesados.
Fred la coge en brazos antes de que cambie de opinión y la hace soltar el libro antes de salir de la habitación, aunque ella intenta no soltarlo, claro. Hasta que Charlie le acerca a la dragona y April casi lo lanza a la cama. En cuanto estamos todos fuera Ronald cierra la puerta y entonces es cuando Fred deja a April en el suelo, que se cruza de brazos y frunce el ceño.
—¿Cuantos seguemos? —pregunta Fleur mientras bajamos las escaleras—. Podemos ig a buscag más sillas a casa si se necesitan.
—Nosostros, algunos miembros de la Orden, Andrómeda y Teddy. ¿Se lo has dicho ya a tus amigos? —le responde la señora Weasley, que nos espera al final de la escalera—. Creo que tendremos suficientes sillas, si no algunos de vosotros os tendréis que sentar en el suelo.
—Iba a hacerlo ahora —le responde Ginny—. ¿Alguien me lleva a casa de Luna y de Neville?
—Yo —dice April, pero la mirada de la señora Weasley demuestra que no va a poder ir a ningún sitio por mucho que quiera. Por lo visto tiene la autoridad suficiente como para dejarla salir de La Madriguera si quiere—. Voy a ir.
—Tú no te vas a mover de aquí —le responde la señora Weasley y April termina de bajar todas las escaleras para ponerse a su lado.
—Ya se lo dije, no es mi madre y no tiene ningún derecho en abrir mis cartas —le dice April y oigo como los gemelos empiezan a reírse.
—No tiene ninguna oportunidad contra mamá —me susurra George al oído y luego aprovecha para abrazarme por la espalda—. Ahora va a sacar el mi casa mis normas, ya verás.
—¡Mientras estés bajo mi techo harás lo que yo diga! —grita la señora Weasley y no puedo evitar reirme porque George ha acertado.
—¡Cómo si yo quisiera estar aquí! —le responde April, también a gritos.
—Esta discusión es más divertida que la que teníais vosotros con ella sobre la tienda —dice Ronald, mirando a los gemelos y ambos asienten. Todos se lo están pasando relamente bien con esto.
—O la de Bill por la boda o el pelo —añade Ginny, que también tiene una pequeña sonrisa.
—No grites a tu madre —responde automáticamente el señor Weasley y entonces todos miramos al periódico, incluidas ellas dos. El señor Weasley baja el periódico y entonces ve quienes estaban discutiendo—. Oh, bueno, eh...
—Bueno, Fred, parece que estás saliendo con tu hermana —le dice Charlie, dandole una palmada en el hombro y luego le pone la mano a Ginny en el hombro—. ¿Nos vamos?
—¿Te vas a llevar a Bea? —le pregunto y él, por supuesto, asiente con una sonrisa mientras que intenta sujetar a la pequeña dragona, que ha debido de ver algo que la gusta porque no deja de revolverse en sus manos.
—Contadme luego como acaba —dice Ginny, sonriendo y ambos se desaparecen en mitad de la cocina.
—No acaba de ninguna forma, me vuelvo a la habitación —dice April y cuando va a subir por la escalera ve que no tiene forma de hacerlo porque la estamos bloqueando—. Fuera de mi camino.
—Uy, sí, que miedo te tengo —la respondo y ella pone los ojos en blanco—. Vamos, diviertete por un día.
—Ya tendré días para hacerlo —dice ella, y vuelve a intentar ir a las escaleras, pero Fred la atrapa—. ¡Fred, suéltame!
—Tranquila, bestia —le dice él y no puedo evitar sonreír. Es como volver a Hogwarts—. Nos vamos a dar una vuelta por el jardín.
—¿Qué vamos a hacer con ella, Arthur? —dice la señora Weasley, sentandose en la mesa y a todos se nos escapa una carcajada. Realmente parece que han adoptado a April—. Si el juicio sale mal...
—Mamá, April es mayorcita, sabe lo que hace —le interrumpe Bill—. ¿Qué tenemos que ir preparando? Podemos aprovechar ahora que Ginny no está.
—Sí, claro —murmura la señora Weasley.
Todos nos ponemos a la obra para empiezar a preparar la fiesta. Empezamos a hinchar globos con el número diecisiete, colocamos pequeñas luces que alumbrarían por la noche con los colores de Gryffindor e incluso convencimos a los gnomos de que se pusieran gorros de fiesta. Pero claro, no todo podía salir bien si involucrabas a esos monstruos. Pronto empezaron a pensar que la fiesta era para ellos y empezaron a subirse por las mesas y sillas, así que nos tocó desgnomizar al poco rato. April y Fred no tardaron en unirse a nosotros ya que parecía que a April se le habían pasado un poco las ganas de volver corriendo a la habitación, pero aún así no terminaba de fiarme del todo de ella. Había cambiado desde que estabamos en La Madriguera, ya no llevaba túnicas y solo utilizaba ropa muggle. De manga larga, a pesar de que estabamos en pleno verano y hacía bastante calor. Por supuesto todos sabíamos porqué lo hacía, pero no había forma de convencerla de que la marca tenebrosa no importaba.
Ginny y Charlie volvieron una hora después, con Luna y Neville que por lo visto también venían para ayudar a preparar todo. Y justo cuando llegaron, también lo hicieron dos lechuzas.
—Cuidado, que a lo mejor os leen el correo —dice April, aprovechando la puya, pero la señora Weasley la ignoró.
—Ginny esto es tuyo, es de Hogwarts —dice, dandole la carta y luego se acerca a Hermione—. Hermione, este paquete es tuyo.
Hermione asiente y coge el paquete tranquilamente, mientras que Ginny rompe el sobre y parece que está temblando. Lee rápidamente el contenido de la carta y entonces levanta una pequeña chapa en el aire:
—¡Soy la nueva capitana de Gryffindor, chupaos esa!
—¿Qué?
—¡Esa boca, Ginny!
—¡Enhorabuena!
Todas las voces suenan a la vez y resulta un completo caos entender algo porque cada grito es más alto que el anterior. Y más y más caótico. Todos abrazamos a Ginny e incluso los gemelos la levantan por los aires mientras que no deja de reír sin parar. Es uno de los mejores momentos del día, sí.
—Como Harry no vuelve la capitana soy yo —dice Ginny, sonriendo de oreja a oreja—. La profesora McGonagall también me ha felicitado por mi cumpleaños, así que es un doble chupaos esa.
Por supuesto la señora Weasley vuelve a regañarla por hablar así, pero a ella parece no importarle menos. Sale corriendo escaleras arriba y, cuando baja, lo hace con su escoba en la mano.
—Vamos a celebrarlo.
***
Mientras que el cumpleaños de Ginny había sido todo un éxito —si quitamos los gritos de April y sus "Te lo dije" cuando el hechizo de embarazo dio negativo— y parecía que volvía la normalidad, el día del cumpleaños de Percy fue mucho más lúgubre. Bill y Fleur no vinieron a La Madriguera, Charlie tampoco volvió de Rumanía y la señora Weasley no fue capaz de entrar a la habitación de Percy, como era su intención, si no que estuvo todo el día en su habitación, llorando y su única compañía fue Harry ya que April y Hermione solo se dedicaban a leer más y más libros de leyes para intentar ayudar en los juicios. El señor Weasley había ido al Ministerio muy pronto, a pesar de que se suponía que tenía el día libre, pero no pudo evitar tener que ir. Los gemelos, Ronald, Ginny y yo fuimos a Sortilegios Weasley, donde los cuatro se volcaron en el trabajo como método de escape. Y como solo faltaban nueve días para la vuelta a Hogwarts todo estaba hasta arriba.
Verity había vuelto a la tienda también y tenía grandes problemas para confiar en mi, a pesar de que le habíamos contado de que yo era Piper. Por supuesto no le había restaurado la memoria porque eso solo me metería en problemas que prefería evitar. Y todo parecía ir más o menos bien. La tienda estaba llena, había que reponer cada dos por tres y no parabamos, justo lo ideal para evitar pensar en que hoy tendríamos que estar celebrando el cumpleaños de Percy pero no podíamos porque estaba muerto.
Comimos en el piso de los gemelos algo rápido y por turnos ya que no había forma de cerrar la tienda sin echar a todo el mundo y eso era algo que George y Fred querían evitar. Sortilegios Weasley era lo que más color y alegría llevaba al Callejón Diagón y por eso no querían cerrar. Poco a poco habían ido abriendo más y más tiendas, pero había otras como la heladería que seguían cerradas y arrasadas. Nadie sabía lo que le había pasado exactamente a Florean Fortescue, pero habiendo sido secuestrado tanto tiempo atrás lo más probable era que ya estuviera muerto.
Por la noche volvimos a La Madriguera, en silencio y la cena no fue mucho mejor. April comía con el libro delante, pero dandole la mano libre a Fred. La señora Weasley tenía los ojos totalmente rojos y se apoyaba en el señor Weasley, que estaba con la mirada completamente perdida. Ginny también se apoyaba en Harry, que torpemente le había pasado un brazo por encima de los hombros y Ronald y Hermione estaban en la misma situación. Yo jugaba con la mano de George y de vez en cuando me la apretaba un poco, coincidiendo con las veces que levantaba la mirada para ver a su madre. Esa noche nadie durmió.
Los días siguientes fueron al principio duros, pero poco a poco empezó a mejorar todo. Al menos aparentemente. La señora Weasley volvió poco a poco a lo mismo de antes, llorar por las noches y fingir que estaba todo bien durante el día mientras que los demás seguían haciendo una vida medianamente normal. Hasta el treinta de agosto.
Cuando nos levantamos ese día April y Harry ya estaban despiertos y muy arreglados, al lado del señor Weasley y que estaba listo para ir a trabajar. April había rescatado una túnica negra y parecía realmente incómoda de llevarla, pero por lo visto no le había quedado otra. Draco y Cissy tenían su juicio hoy y, por mucho que insistí, no me dejaron ir. Así que me pasé todo el día con la cabeza en las nubes, por lo que acabé en el almacén de sortilegios porque no estaba con la cabeza donde la tenía que tener.
—¿Y bien? —le pregunto a mi hermana en cuando llegamos por la noche y ella sonríe.
—Ambos han quedado absueltos —dice y no puedo evitar dar un pequeño grito—. Tienen que hacer algo así como un curso de rehabilitación y trabajos para ayudar a la unión de las comunidades mágicas y muggles o algo así, pero todo ha ido bien.
—Pienso ir mañana —le digo y ella niega—. No me vas a prohibir ir.
—No vas a ir —dice ella, y se va a la cocina a coger parte de la cena—. No empieces, May.
—No te estoy pidiendo permiso—le digo y ella suspira—. Por favor, no me apartes. No nos apartes.
Desde el cumpleaños de Percy April se había centrado tanto en los juicios que no hablaba en absoluto. Fred ya me había dicho que a penas dormía ya que se pasaba toda la noche leyendo hasta que, al final, tenía que quitarle el libro para que durmiera. Pero eso duraba muy poco ya que en cuanto Fred se dormía April volvía a ponerse a leer.
Ella suspira y no vuelve a hablar más en toda la noche, por mucho que todos la preguntan. Hermione no deja de hablar de que será sencillo que April no sea encontrada culpable y todos parecen que siguen por el mismo hilo. Y a la mañana siguiente, cuando April baja, Fred, George, Hermione, Ronald, Harry, Ginny y yo estamos listos para irnos. Ella niega y va a protestar, pero no la deja ni siquiera hacerlo porque se acerca a ella y la besa suavemente.
—Vamos a ir, quieras o no —le dice y ella suspira—. Desayuna algo, anda.
—No tengo hambre.
—April...
Pero ella no le hace caso. Solo empieza a dar vueltas por toda la cocina, sin comer absolutamente nada. Todos esperamos a que baje el señor Weasley y nos podamos ir. Y por fin, aparece. No dice nada, solo sonríe y nos hace un gesto para que vayamos. En cuanto nos desaparecemos llegamos al Ministerio, de forma directa a la puerta de la sala de juicios.
—Kingsley nos ha dado este permiso especial —dice el señor Weasley y April solo asiente y entra directamente en la sala, con el vuelo de la túnica alzandose. Parece realmente peligrosa.
Todos vamos detrás y nos sentamos en las tribunas. Ella avanza hasta el centro de la sala, donde hay una silla con unas cadenas que amenazan con moverse y atraparla. No puedo evitar darle la mano a George, con miedo. Los cincuenta brujos que componen el Wizengamont están perfectamente colocados en su sitio y la miran atentamente.
—Tomen asiento —dice Kingsley y todos lo hacemos. Menos April, que se mantiene de pie en medio de la sala—. Hallandose presente la acusada podemos comenzar. Jucio de guerra del treinta y uno de agosto por el delito de pertenencia a banda criminal, cometido por April Avery, residente de La Madriguera, Ottery Saint Catchpole.
No puedo seguir escuchando. Solo escucho a Kingsley mencionar más y más nombres mientras que miro a mi hermana, que parece completamente tranquila en mitad de la sala, de pie, sin moverse. Mencionan a la defensa, que resultan ser Harry, Ronald, Hermione y el propio señor Weasley y, por fin, empiezan a mencionar todos sus delitos. Espía, asesina, torturadora, mortifaga. Voy a vomitar en cualquier momento.
—¿Es usted April Avery, residente de La Madriguera, Ottery Saint Catchpole? —pregunta Kingsley y April levanta la mirada del suelo.
—Sí.
—¿Reconoce todos los cargos de los que se la acusan?
—Sí —responde, y luego sonríe—. Aunque se le han olvidado algunos.
—Por favor —dice Kingsley, que no parece sorprendido de la respuesta de mi hermana.
—¿En qué está pensando? —me susurra Ginny, y quiero responderla, pero no me sale la voz.
—Me gustaría solicitar algo especial, señor Ministro —empieza diciendo mi hermana y Kingsley asiente— y es este juicio sea a puerta cerrada. Sin testigos de la defensa. Ni audiencia.
—Concedido. Por favor, abandonen la sala —dice automáticamente Kingsley, y mueve la varita para abrir la puerta.
—Vamos, chicos —nos dice el señor Weasley, pero no me puedo mover del sitio. April ni siquiera nos mira, sigue mirando al tribunal—. May, Fred, vamos.
Ginny tiene que tirar de mi para sacarme de allí porque no puedo moverme del sitio. George consigue sacar a Fred y entonces, en cuanto estamos todos fuera. La puerta se cierra en nuestra cara.
—¿Por qué ha hecho eso?
—Porque les va a contar todo —dice Hermione, y su voz suena un poco rota—. Todo lo que hizo ella y todo lo que le hicieron. Me... me lo dijo anoche. No quiere que lo sepamos. Dijo que Kingsley le había advertido de esto, de que podían cambiar a los miembros del Wizengamont en el último momento porque todavía falta gente y los puestos siguen sin estar decididos y...
—Por eso anoche se fue de la habitación —susurra Fred, que está parado delante de la puerta, con la mano apoyada en ella. Quiere entrar, como yo.
—Es su decisión, hijo.
No sé cuanto tiempo estamos esperando fuera, pero el señor Weasley va y viene varias veces, hablando con distintas personas que se asoman en la sala. Llaman a Ronald después de un rato y cuando sale lo hace blanco como la nieve. Luego llaman a Hermione, que sale casi llorando y Ronald la abraza para que se calme un poco. Por último llaman a Harry, que cuando vuelve le dice al señor Weasley que tiene que pasar. Ninguno de ellos nos dicen nada de lo que ha pasado ahí dentro porque no pueden hacerlo, porque han jurado no hacerlo.
—Adelante.
Salgo corriendo a la vez que lo hace Fred y ninguno de los dos vamos a los asientos, vamos hacia April, que más que sentada en la silla parece estar tirada ya que tiene ambas piernas sobre la silla, una apoyada totalmente y otra que utiliza para sujetarse. Se ha quitado la túnica, quedando solo con pantalones y un jersey de tirantes.
—Ya ha pasado todo —le susurra Fred, agachandose a su lado y le limpia las lágrimas, pero April no se mueve. Me apoyo lentamente en el brazo de la silla y le paso el hombro por encima y ella da un pequeño salto, pero luego cierra los ojos.
—Por favor, tomen asiento —dice Kingsley, pero ninguno de los dos lo hace, nos quedamos con ella, allí, en el medio—. Por favor, vuelvan a sus asientos.
—No, por favor, otra vez no —le suplico y, al final, parece que algo le convence porque suspira.
—Los que estén a favor de absolver a la acusada que levanten sus varitas —dice Kingsley y menos de la mitad de las varitas se levantan. No—. Los que estén a favor de condenar a la acusada que levanten sus varitas.
—¡No! —chillo cuando veo como el resto de varitas se levantan. No se la pueden llevar. No pienso permitirlo. No puedo volver a estar lejos de ella. No puedo volver a perderla.
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Uy.
Eh, sí, bueno... que nos vemos el miércoles :D
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