Capítulo 81

Presente

April no quiere moverse de la cama. Protesta lo que no está escrito y al final acabó lanzándole la ropa a la cara para que se la ponga y la amenazo con vestirla yo misma si no lo hace ahora mismo. Entonces me echa de la habitación y, a los cinco minutos, sale vestida y de mal humor. Fred no tarda en bajar de su habitación y parecen tal para cual ya que ambos están con los brazos cruzados y de mal humor.

—Sabes que no puedo irme de La Madriguera, ¿verdad? —me dice April mientras que bajamos y yo niego. Ja, que no puede irse.

—Kingsley nos ha dado permiso para sacarte, pero no te puedes alejar de Fred porque es tu guardián o algo así, no sé, la carta la tiene George —le respondo y me acerco a mi novio, que está hablando con Harry en el sofá. ¿Por qué está comiendo galletas a las cuatro de la mañana?

—Yo no os he visto —dice, sonriendo y sigue mojando las galletas. April se acerca a él y le roba directamente todo el paquete—. Oye, devuelveme eso.

—Tú me las has quitado antes —dice, cogiendo una—. Es mi turno de quitartelas, quiero comer algo.

—Quizá no deberíamos irnos —murmuro, mirando a mi hermana. ¿Desde cuándo quiere comer a deshoras?

—Yo me encuentro bien, a pesar de que dos personas que no quiero mirar —pero nos mira— me han despertado cuando casi estaba quedandome dormida.

—Anda, vamonos —dice George y luego se gira para mirar a Harry—. Lo único que puedes decir es que estamos bien y que volveremos sanos y salvos. Ya le hemos dejado una nota, así que esta vez no nos puede decir nada.

—Pero estaréis para el cumpleaños de Ginny, ¿no? —pregunta Harry y George y yo asentimos.

—¿Por quién nos tomas? Es su decimoséptimo cumpleaños, claro que estaremos, no queremos que nos hechice ahora que puede —le dice George, fingiendo estar realmente ofendido—. Venga, vamonos antes de que se despierte todo el mundo.

—¿Y a dónde vamos? —pregunta Fred, que coge a April suavemente de la cintura para luego robarle la galleta que se estaba a punto de comer. Y ella decide que la mejor forma de solucionar eso es morder la galleta que tiene él en la mano—. Tranquila, bestia, tienes más ahí.

—No, esa era la última —dice y le lanza el paquete a Harry, que no lo coge y le da en la cabeza—. Uy, perdón, Harry, pensaba que estabas mirando.

—Como no os vayáis ya la señora Weasley no os va a dejaros ir —nos dice Harry mientras que coge el paquete de galletas, que ha rebotado y ha acabado en el suelo.

Con la advetencia de Harry por fin salimos de La Madriguera. Yo tampoco tengo muy claro a donde vamos porque George se ha empeñado en que el lugar fuera una sorpresa también para mi. George saca del bolsillo de los pantalones un pequeño botón y luego sonríe:

—Venga, tocadlo, Kingsley me dijo que se activaría a las cuatro y diecisiete minutos.

Tocamos el traslador y al instante la fuerza nos hace girar de golpe, haciendo que choquemos nuestros hombros. Como siempre, consigo caer perfectamente de pie cuando acaba el viaje, pero April tropieza y la sujeto por la parte de atrás del jersey para evitar que se caiga de boca en la hierba. Ella me sonríe y luego empieza a mirar a todos los lados, algo que no tardo en imitar. Estamos en mitad de un bosque, con una tienda de campaña detrás nuestra y una pequeña hoguera.

—En realidad el traslador era para distraeros, a nuestra casa se va por aquí y a la vuestra por allí —dice George, que vuelve a sonreir.

—¿La vuestra? ¿De April y Fred?—le pregunto y él asiente.

—Quería habertelo contado el otro día, pero no tenía una referencia clara de donde está su casa porque Fred no encendió la chimenea —dice, mirando a su hermano, que se encoge de hombros.

—Estaba ocupado.

—¡Sin detalles, que es mi hermana! —le digo, de broma, y él se ríe mientras que April se pone roja como un tomate.

—¿Me lo estás diciendo tú? Me he tenido que ir de mi casa porque estabáis gozando muchísimo en vuestra habitación. Todas. Las. Noches —la última parte de la frase la dice lentamente, y parece que disfruta haciendo que me ponga roja—. ¿Podemos irnos a dormir un rato? Es demasiado pronto.

—¿Queréis perderos la boda? —dice George y casi me caigo al suelo. No puede estar hablando en serio.

—Me habías dicho que era un fin de semana para desconectar de la tienda —mi voz suena muy aguda y baja, tanto que casi no se me oye, y George niega, sonriendo.

—Te dije que nos escaparíamos entre el cumpleaños de Harry y el de Ginny con estos dos —y nuestros respectivos hermanos se quejan, por supuesto.

—Creo que voy a llorar —oigo decir a April y luego los pasos, una cremallera que se abre y se vuelve a cerrar. No miro porque no puedo apartar la mirada de George.

—Quería darte una sorpresa —murmura él mientras que se acerca lentamente y me limpia unas lágrimas que no sabía ni que tenía—, no quería que llorases.

—No estoy llorando —digo, pero sí que lo hago porque esto es realmente increíble y no me lo puedo creer— es alergia.

—Si fuera April quien lo dijera, me lo creería, pero no tú —bromea y me río un poco—. Kingsley me ha dicho que vendría a las ocho.

—¿Kingsley va a venir a oficiar la ceremonia? —Fred saca la cabeza de la tienda, al igual que lo hace April y ambos les miramos.

—¿No podéis dejarnos cinco minutos? —les pide George, y ambos niegan, sonriendo. Están disfrutando con esto—. Cuando vosotros queráis privacidad os vais a cagar.

—No puedes arruinarnos la privacidad si nunca la tenemos —dice April y Fred estalla en risas. Y yo también lo hago.

—¿Vamos con ellos? —le digo, sonriendo y él asiente, para que luego entremos dentro de la tienda.

Es grande en el interior, mucho más grande de lo que me podría esperar viendo su tamaño exterior. No pensaba que fuera a contar con dos habitaciones —pensaba que con suerte tendría una—, cocina y baño; así que estaba bastante bien para los cuatro. También había una pequeña mesa en el centro que tenía todo tipo de comida encima que, definitivamente, George no sabía cocinar.

—Puede ser que lleve sabiendo cocinar años y nunca haya dicho nada —confiesa, y luego mira a Fred, que se ríe— y él también sabe, siempre hemos visto a mamá cocinar. La única de los siete que no sabe es Ginny, de pequeña dijo que se casaría con alguien que supiera cocinar y parece que lo va a cumplir porque sigue sin molestarse en aprender.

—¿Seguro que es comestible? —bromea Fred, pero aún así empieza a comer y yo no puedo evitar cruzarme de brazos y mirar a mi novio.

—¿Los dos sabéis cocinar y hemos estado comiendo cosas tan básicas por qué? —les digo y April empieza a reírse.

—George dijo que se encargaba de la comida —dice Fred, encogiendose de hombros. Coge uno de los pequeños pastelitos con crema que hay sobre la mesa y se lo acerca a April, para luego mancharle la nariz. Y mi hermana, por supuesto, se limpia en su mejilla.

—No quería alardear de mis dotes culinarias —dice, bromeando y no puedo evitar poner los ojos en blanco.

***

—Me alegro de hayáis decidido hacer esta locura —me dice Fred cuando estamos a punto de salir de la tienda. Kingsley había insistido en que había que hacer todo, incluido el tema de que alguien me llevara hasta ellos. Me parecía una tontería porque ya tendríamos que hacerlo, pero no había habido forma de convencerle de que no era necesario—. No tener que llevar la túnica de gala me hace tan feliz.

—Todavía estoy a tiempo de transfigurar tu ropa —le digo, bromeando, y él empieza a reírse.

—¿Quieres que te diseñe un vestido en un momento? —me responde él y no puedo evitar soltar una carcajada—. Anda, vamos.

—Gracias por acompañarme —le digo, abrazandole— y por todo lo que has hecho.

—De nada, May, eres la novia de mi hermano y la hermana de mi novia, es lo menos que podía hacer —dice y no puedo evitar reírme. Es realmente surrealista.

—Somos cuñados por partida doble.

Fred se ríe y me tiende el brazo para que me agarre. Quizá la próxima vez pueda ser Draco quien me lleve. O los dos, la verdad es que no creo que nadie tenga más sentido que cualquiera de ellos dos.

—¿Ninguno diréis nada, verdad? Molly me matará si se entera de esto —dice Kingsley, sonriendo cuando nos ve salir de la tienda de campaña, acercandonos lentamente. No sé de donde sale la melodía, pero caminamos a su ritmo hacia Kingsley, George y April.

—Oh, no te preocupes, queremos conservar nuestras cabezas —dice April, sonriendo, pero luego se acerca a él y le susurra algo. Kingsley asiente y April suspira, como si ya se lo esperase. Siguen murmurando cosas hasta que, al final, Kingsley acaba negando y April parece más aliviada. Vuelve a su sitio al lado de George y me sonríe. No sé de qué estaban hablando mientras que avanzabamos, pero por las caras de mi hermana sé que no me va a gustar nada.

Fred y yo llegamos, por fin hasta Kingsley y George y me suelto de él para ponerme al lado de mi futuro esposo. Suena demasiado bien, tan irreal, tan... imposible. Fred le da un abrazo a George y luego va hasta April, abrazandola suavemente. Ella no deja de sonreír y acaba apoyandose lentamente contra Fred.

—¿Empezamos? —Kingsley nos sonríe y ambos asentimos.

Nunca me había imaginado que esto pudiera cumplirse. Que iba a estar en un pequeño bosque, cerca de mi casa y la de mi hermana, eligiendo lo que queríamos hacer con nuestra vida, con quien queríamos pasarla. Oigo hablar a Kingsley, dando un pequeño discurso en el que, si soy sincera, no consigo entender nada porque estoy demasiado ocupada intentando procesar que todo es real. Que no es un sueño. Que he elegido a mi hermana, a mi novio y su familia de traidores a la sangre. Todo ha valido la pena por llegar a este momento, ha sido duro, pero hemos llegado.

—George Fabian Weasley, ¿aceptas a May Vela Avery como esposa?

—Sí, acepto —dice George, y luego me mira, sonriendo.

—May Vela Avery, ¿aceptas a George Fabian Weasley como esposo?

—Sí, acepto.

—Entonces yo os declaro unidos de por vida —dice Kingsley y agita su varita por encima de nuestras cabezas. 

No tardo en besar a George, que se ríe en mitad del beso mientras que April y Fred aplauden. Kingsley no tarda en unirse al aplauso y, cuando nos separamos, April no tarda en venir a abrazarme. Sigue siendo tan raro que esté aquí, conmigo.

—Te dije que tendrías todo el tiempo que quisieras para estar con él —me susurra y no puedo evitar echarme a llorar mientras que la abrazo— y tú no quisiste creerme.

—Ahora lo hago —consigo decirla, y ella se ríe, para luego contagiarme la risa. Me limpia las lágrimas suavemente y luego se aleja para felicitar a George.

—Ahora ya puedo llamarte cuñada —dice Fred y me levanta en brazos, a lo que chillo. Cuando me baja al suelo no para de reírse—. Cuidado con la celebración de esta noche, a mamá no le hará gracia tener ya a su segundo nieto.

—Cuidado con lo que dices, porque a lo mejor sois vosotros los que le dais el nieto, ¿por qué iba a estar April comiendo tanto si no? —bromeo, pero de repente él se queda blanco como la nieve—. Dime que no es lo que he dicho.

—Oh, mierda.

________________________________________________

QUE SÍ QUE ERA BODA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH les quiero mucho aunque no comparto su idea de casarse a los veinte años o sea wtf que son unos bebés que están haciendo con sus vidaaaaaas.

Y el segundo nombre de May es Vela forma parte de Argo Navis. Es la última estrella y... ¿sabéis cual es la primera? Correcto, Carina, aka su madre y el segundo nombre de Apri je. Me hace mucha gracia porque Carina es la primera estrella y la última es Vela así que me parecían ideales para estas dos. Estaba claro que Puppis no iba a utilizar, la verdad.

Mil gracias por leer, comentar, votar y por todo ♥♥♥♥♥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top