Capítulo 74
Pasado
—¿Puedes repetirme lo que has dicho? Porque de verdad creo que no te he entendido —me dice May y se lo repito. Los gemelos Weasley quieren que vayamos a desayunar-comer con ellos por Navidad. En la torre de Astronomía. Los cuatro solos—. No lo entiendo, April, ¿por qué?
—Te caen bien, somos solo doce alumnos en todo Hogwarts por lo que he conseguido averigüar, así que no hay muchos problemas con que nos vayan a ver con ellos —le digo mientras que me como una de las varitas de regaliz que me había regalado Adrian por Navidad. No pienso admitirla que una parte de mi quiere ver a Fred, al menos no pienso admitirlo en voz alta, claro—. Además, ¿qué más da ya? Creo que padre y madre saben que hablamos con ellos, seguramente Orion le ha contado que tu trabajas con tu gemelo y yo tengo clases avanzadas con el otro.
—¡No es mi gemelo! —me chilla May y asiento. Ya, claro, y yo soy boba—. ¡Solo trabajamos juntos! ¡Podría decirte lo mismo de Fred!
—La diferencia está en que yo no tengo fotos con ellos —le digo y ella se ríe y va hasta la mesilla, para coger la foto que tengo allí—. ¡Solo la tengo porque salimos nosotras!
—¡Te di una copia de todas las que hicimos ese día, y has escogido esta frente a la que salimos con Alexa!
—¡Porque la que tenemos con Alexa la tengo pegada en la pared!
—¡Y esta la tienes en la mesilla! ¡Admite que te gusta! ¡Llevas coqueteando con él desde el año pasado!
—¿Pero de dónde sale esa idea tan estúpida? —le grito de vuelta y veo como May empieza a hacer respiraciones profundas. No me gusta, claro que no lo hace. ¿Por qué iba a gustarme Weasley? ¿Por qué tenía una estúpida foto en la mesilla? ¿O por qué había querido besarle? ¿O por qué cuando estuvimos las navidades pasadas en el campo de quidditch me había puesto nerviosa?¿O por qué cuando atacaron a Ginevra me preocupé por él? No me gusta, solo son tonterías—. Ni coqueteo con él ni me gusta, May, no sé de donde te sacas esa estúpida idea de la cabeza.
—Me la saco de que somos iguales con esto, estúpida —me responde.
—¿Qué? —me levanto de la cama rápidamente mientras que ella deja la foto de nuevo en mi mesilla—. ¿Acabas de admitir que...?
—¡Yo no he admitido nada! —me interrumpe con otro grito y luego se tira al suelo, acabando totalmente tirada bocabajo y escondida bajo el regalo de Draco, un poster de las arpías de Holyhead firmado por ellas. Ginevra se morirá de envidia cuando se lo enseñe.
—Creo que te estás pasando de dramática —le digo, para quitarle el poster de encima y ponerlo en la pared. Nos ha regalado uno a cada una y sigo pensando en como demonios lo ha hecho—. Es tu gemelo, no te molestes en negarlo.
—No es mi gemelo —repite, pero esta vez con una voz nasal y mucho más tranquila—. Y te juro por Morgana que como empieces a llamarle así empezaré a referirme a Fred como tu gemelo.
—Hazlo —la reto y ella me gruñe en respuesta, una actitud que es mucho más mía que suya—. May, ¿te gusta George?
—Solo somos amigos —me responde después de un rato y por fin se da la vuelta y me mira. Sí, le gusta—. Y aunque me gustase, ¿qué más da?
—A mi no me da igual. Quiero que seas feliz.
—No podemos hacer nada, lo sabes perfectamente. Es probable que padre ya haya decidido con quien nos vamos a casar después de terminar Hogwarts, si me gusta George o no solo sería problemático.
—Entonces... ¿les digo que no a comer con ellos?
—No, vamos.
May se levanta y se va hacia su habitación para cambiarse el pijama por una ropa decente y yo hago lo mismo. Salimos tranquilamente, sin preocuparnos por si nos ve Warrington ya que llevamos con nosotras nuestras mochilas, donde estoy tan segura de que May lleva un regalo para George como de lo estoy de que lo llevo yo para Weasley. Ni siquiera sé porqué lo he hecho.
—Creo que ya no estoy tan segura de esto —murmuro cuando llegamos a la torre de Astronomía. Hay dos mantas en el suelo, con multitud de comida por todos lados. Y ellos dos están sentados tranquilamente cada uno en una, como si fuera lo más normal del mundo. Ambos cerca de una de las paredes, donde si queremos podemos apoyarnos para sentarnos.
—Por fin venís, nos morimos de hambre, venga —dice Weasley y se mueve del centro de la manta, dejando el hueco a su derecha vacío. Eso es realmente considerado, no chocaremos los brazos cuando estemos comiendo—. Venga, Avery, sientate aquí.
—¿No es bastante tortura sentarme contigo durante las clases de transformaciones como para tener que hacerlo ahora también? ¿Quieres arruinarme el día de Navidad? —le digo, pero aún así me siento con él.
Es extraño, porque las dos mantas están un poco separadas, pero lo suficientemente cerca como para que podamos poner en el medio más platos. May y su gemelo empiezan a hablar sin parar. Mientras que comemos su conversación va cambiando y pasando por multitud de temas —en la que hablo de vez en cuando, al igual que Weasley, pero pronto vuelven a hablar entre ellos así que solo les escuchamos—, incluida la cámara de fotos de May, que la saca rápidamente de su mochila. Ambos empiezan a hacer fotos a los platos de comida, a los manteles, a las piernas e incluso se hacen unas cuantas ellos mismos mientras que van comiendo. Y luego, durante el postre, May gira la cámara.
—Oh, no, no me vas a hacer una foto con Weasley —le digo, viendo sus intenciones y trato de apartarme, yendo hacia la pared.
—Venga, Avery, es Navidad.
No entiendo muy bien porqué se ha inclinado sobre mi y me ha susurrado algo así al oído, pero mi corazón se acelera un poco.
—Hazla antes de que cambie de opinión —le acabo diciendo a May y ella sonríe. George la dice algo al oído que hace que empiece a reírse.
—Venga, pegaros un poco al menos —dice y más que decirselo a su gemelo, sé que me lo está diciendo a mi. Quizá pueda divertirme un poco con esto.
—¿Os parece bien así? —digo y entonces me pego a Fred. Apoyo la cabeza sobre su hombro, lo que le hace dar un pequeño salto y le miro. Está totalmente rojo—. Vaya, Weasley, no sabía que podías encenderte como una estufa. Quizá puedo freír un huevo en tu cara.
—¿Podemos hablar de la tuya? —dice y no sé como, pero estamos tan cerca como cuando volvimos a Hogwarts, en el carruaje. Después de que besara mi mejilla. Igual que cuando estuve a punto de besarle. Oh, mierda, sí estamos coqueteando.
Oigo la cámara de May justo cuando Weasley se inclina lentamente y me vuelve a besar la mejilla. Y sé que me empiezo a poner roja, muy roja. Le hago competencia ahora mismo. May no puede tener razón, no me puede gustar. Solo es una maldita coincidencia.
—Si queréis besaros nos vamos, ¿eh?
Cojo lo primero que pillo y se lo lanzo a George a la cabeza, que se levanta rápidamente de al lado de mi hermana, riendo.
—Hacednos una foto decente, anda —dice después de quitarle la cámara de las manos y que ella vaya a protestar, pero cuando ve el objetivo de ello se queda callada y sonríe.
—Antes de final de curso se han besado —me susurra Fred y le doy un golpe en la pierna.
—No me distraigas —le digo y trato de hacer la foto, pero Fred no me deja tranquila y decide cambiarse de sitio para sentarse a mi espalda y luego apoyando su cabeza en mi hombro. Y solo espero que no note como estoy temblando.
—Creo que es mejor si les haces unas pocas —vuelve a susurrarme y me da un escalofrío por todo el cuerpo. No puedo hacer la foto temblando tanto y empieza a notarse que tiemblo cuando voy a intentar hacerla—. Te ayudo.
Fred pone sus manos sobre las mías, ayudandome a mantener la cámara estable y George y May empiezan a reírse. Debo de estar como un tomate y por eso se ríen tanto. Consigo hacer la foto a pesar de mi evidente falta de concentración mientras que ellos ríen y, si cuando May la revele es como ha sido el momento, será preciosa. Les hago unas cuantas y luego bajo la cámara, con las manos de Fred sobre las mías. No digo nada y él no las quita. Le noto muy cerca, pero aún así no esta apoyado sobre mi, solo apoya la cabeza y tiene sus manos sobre las mías. Y no sé muy bien porqué, pero me echo para atrás hasta que mi espalda toca su pecho. Me apoyo en él, como cuando volamos juntos el año pasado. Al principio está tenso, pero pronto se relaja y empieza a acariciarme las manos.
Sigo mirando a May, fingiendo que todo está perfectamente y que esto es algo totalmente normal, pero no lo es. Claro que no lo es. May viene con una sonrisa y me quita la cámara de las manos para irse hasta el pequeño balcón y empezar a hacer fotos. Y George la sigue.
—Puedes relajarte, George no la va a hacer nada —Fred sigue empeñado en hablarme al oído y vuelvo a tensarme—. Le gusta, por si no te has dado cuenta.
—Claro que me he dado cuenta, no estoy ciega, Weasley —le susurro de vuelta. No quiero que nos oigan hablar de ellos—. Deberías intentar proteger a tu hermano.
—¿De qué?
—De que luego eso —digo, señalandoles suavemente para que no lo noten y Fred cambia una de sus manos de lugar de tal forma que ahora me está abrazando porque deja su mano sobre mi tripa— le haga daño.
—¿Por qué iba a hacerle daño, Avery? Tu hermana es como una bola de algodón, no le haría daño a nadie, no está en su naturaleza.
—Porque no tenemos elección, Weasley —murmuro, y parece que eso le tensa. Su mano para de hacer círculos sobre la mía y entonces las entrelaza, como ya hemos hecho más veces.
—¿Ninguna de las dos? —murmura él de vuelta y niego, viendo como May y George se sientan en el balcón. George le pasa el brazo a May por encima de los hombros y luego coge su cámara. Otra foto más que luego les dolerá ver.
—Podría hacerme pasar por ella, no se darían cuenta. Ella tendría que huir como si fuera yo, pero todos esperan eso de mi —no puedo evitar reírme. Si vieran quien ha arrastrado a quien a esto—. Para padre y madre soy una rebelde sin causa y estoy arrastrando a May conmigo, cuando... bueno, que no te engañe su fachada de bola de algodón, ella es la verdadera mala influencia.
—¿Te harías pasar por ella solo para que tuviera elección?
—Haría todo por ella, Fred —se me escapa su nombre. Y él en respuesta me abraza más fuerte.
—¡Ahora volvemos, voy a hacer un muñeco de nieve y a hacerle fotos!
May sale corriendo antes de que ninguno pueda responde y George va con ella, riendo. No se me pasa que May coge su mochila antes de irse y George coge un paquete que no sé muy bien de donde ha salido.
No me muevo cuando se van, solo miro nuestras manos, entrelazadas. Empiezo a acariciarle suavemente y noto como él se relaja. Cierro los ojos y me permito disfrutar un momento, fingir que todo puede ser así, como este momento. Que puedo congelarlo para que se mantenga en el tiempo lo suficiente, un momento donde la única preocupación que tengo en la cabeza son los latidos de mi corazón. Tengo que darle su regalo.
—¿Podrías...? —mi voz tiembla por lo que voy a hacer, y creo que él lo nota. Podría salir corriendo en lugar de darle el regalo, suena bastante bien esa idea—. ¿Podrías soltarme?
—Oh, sí, claro, lo siento —murmura y cierro los ojos porque todavía no lo ha hecho. No hace frío en la torre de Astronomía, pero lo siento igual cuando aparta su mano de la mía. La otra de la tripa.
Me levanto rápidamente y voy a buscar mi mochila antes de vuelvan las ganas de querer salir corriendo escaleras abajo. Nos hemos ido moviendo con todo el tema de las fotos y Fred había acabado apoyado en la pared, conmigo entre sus piernas. Cojo la mochila y vuelvo hasta su lado. Quiero volver a como estabamos antes, pero no me atrevo, así que me siento a su lado.
—Toma —le digo, sacando el paquete que había escondido en mi mochila.
—¿Qué? —parece sorprendido, y coge el pequeño paquete para luego fruncir el ceño al ver que es un cuaderno—. Vaya.
—¿Decepcionado? —le pregunto y él niega.
—No, no, claro que no es solo que... me has sorprendido.
—Bueno, si no lo quieres no hay problema, se lo daré a George y le daré el mío a May, les gustará para hablar —le digo y voy a quitarselo, pero no me deja. Lo aparta de mí y sonrío—. Vaya, Weasley, no sabía que tenías tantas ganas de hablar conmigo.
—¿Quién los ha hecho, Avery? —dice sonriendo y asiento.
—Solo para transformaciones avanzadas —le advierto, a pesar de saber que es una tontería porque no lo va a usar para eso y probablemente yo tampoco—. Estoy harta de perder todas las dudas porque el pergamino está lleno de tus tonterías.
—Te encanta hablar conmigo, admitelo —dice y niego. Nunca pienso admitirlo y él parece saberlo, porque se ríe—. Entonces no te daré tu regalo.
—¿Qué?
Ahora es él quien se levanta y va a otro lado de la torre, para volver con un paquete que me lanza sin cuidado ninguno. Es blandito y en lo primero que pienso es en la bufanda de hace dos años. Rompo el papel, pero no veo el rojo y verde que espero, si no un amarillo mostaza.
—Siempre te veo con túnicas cuando no estás con el uniforme y había pensado que... bueno, quizá te gustaba un jersey —dice según lo saco del paquete y lo veo. Al igual que la bufanda parece totalmente cálido y cómodo de llevar, de algo que te pones y nunca quieres quitartelo—. Sé que es algo muy muggle y si llevas túnicas es por algo, pero... cuando lo vi pensé en ti.
—Gracias —murmuro y nunca había agradecido llevar unos pantalones y una camiseta debajo de mi túnica. Me la quito y cuando la tengo en mis piernas puedo ver como Fred está mirando hacia otro lado, así que me río—. Puedes mirar, creo que entenderás porqué piensan que soy una rebelde.
—Sí, sin duda alguna eres una rebelde, Avery—dice y se rie. Me pongo el jersey y es tan cálido como pensaba. ¿Cómo voy a quitarme esto?—. Estas preciosa. Quiero decir, te queda muy bien el amarillo y... el jersey y...
—Te he entendido, Fred —le digo suavemente y él se vuelve a sentar a mi lado, apoyado en la pared—. Gracias, de nuevo.
—Quería dartelo en persona —dice y poco a poco se vuelve a acercar a mi y yo me acerco a él—. Quería ver como sonreías.
Nos vamos acercando poco a poco, tan poco a poco que es incluso molesto. Siento su respiración muy cerca. Quiero besarle. ¿Por qué tengo tantas ganas de besarle?
—¿Tú también me harías daño? —murmura y siento sus labios tan cerca que duele. Solo tendría que acercarme y besarle, pero me hace volver a la realidad—. Porque no me importa.
No le respondo, solo retrocedo. Quiero besarle, quiero estar con él. Sí que me gusta y me gusta tanto que duele. No puedo hacerle daño, no puedo besarle para que dentro de unos meses, dos años en el mejor de los casos, tenga que romperle.
—No te vayas, por favor, quedate conmigo hoy —Fred me tiende la mano, a pesar de que ya estoy levantada y lista para irme. Porque tengo que irme, esto no va a acabar bien, nunca podría acabar bien.
No sé por qué acepto, pero vuelvo a estar apoyada en él, pero esta vez no le doy la espalda, yo también le abrazo. Tenemos las manos entrelazadas de nuevo, y esta vez no voy a soltarle. Me apoyo en su pecho y escucho su corazón latir demasiado más deprisa de lo que sería lógico. Como el mío. Levanto un poco la cabeza para mirarle, porque no puedo dejar de hacerlo por mucho que quiera y él ya me está mirando. Y volvemos a estar demasiado cerca.
—Solo un beso —susurra y me hace cosquillas cuando habla de lo cerca que estamos.
—Creo que no podría besarte solo una vez —le susurro de vuelta y él sonríe.
Nuestros labios se juntan suavemente. Con calma, una calma que a ninguno de los dos nos define. Sus labios son suaves y no dudo en acercarmea él aún más, a lo que Fred responde sin problemas. Sabe a chocolate. A fresas. El postre de la comida.
Cuando nos separamos lo sé. Sin duda alguna ha sido un error, pero es un error que pienso estar repitiendo toda la tarde.
—Fermaportus —murmuro, apuntando a la puerta, que se cierra de golpe.
No tardamos en volver a besarnos. Una y otra vez. Besos cada vez más seguros. Caricias en la espalda, en la cara, los brazos. Risas. Me gusta tanto besarle que asusta, pero no paro. En algún momento, con los labios ya hinchados, acabamos tumbandonos tranquilamente al lado del pequeño balcón. Ya es de noche, parece que bastante profunda y se ven las estrellas. Y bajo ellas volvemos a besarnos.
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YA ESTÁ, VALE, SE HAN COMIDO LA BOCA, POR FIN. Ahora a lo interesante, las pistas dejadas jejejejeje
Parece ser que no estaba muy claro, pero VAMOS A LAS MATES (lo siento estoy emocionada porque por fin ha sucedido). Bien, cuando hablan en la torre de Astronomía, Fred dice un número en concreto. Cinco años enamorado. Bien, tienen 20 años en esos momentos, por lo que si hacemos los cálculos... en efecto, quince años, lo que tienen justo ahora. Y si a eso le sumas el ajuste de primer beso que mencioné unos capítulos antes... eh, bueno, te da estas Navidades, je.
Ahora sí, mi vida fuera de aquí, he acabado mi TFM incluso un día antes de la cuenta así que estoy tan tan tan contenta que uf. Y aliviada porque he tenido momentos en esta última semana en la que pensaba que no llegaba, sinceramente jajajajaja
Bueno, que espero que la espera para este capítulo haya valido la pena y que mil gracias por estar ahí y ienfwnefkjwenfkjwnef ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ ¡Nos vemos el viernes por Mors memoriae!
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