Capítulo 73

Presente

—Tengo que ir a por mi cámara, la mágica —digo mientras que estamos comiendo en Hogwarts, ayudando en la reconstrucción. Llevabamos días con ello, pero estaba siendo mucho peor de lo que podríamos imaginar. Habían venido arquitectos mágicos de todas partes de europa para ver el castillo. Y querían meter nuevos estilos, argumentando que eso mejoraría la estética. Y la profesora McGonagall, o mejor dicho, la directora McGonagall, estaba discutiendo con ellos por atrevese a querer cambiar el estilo arquitectónico de Hogwarts. Quería incorporar nuevos inventos muggles, pero mantener la estructura del castillo. Había estado al borde de meterme en la conversación e insultarles más de una vez por atraverse a sugerir modificar la parte exterior del castillo, pero April me había mirado con un "no te atrevas a hacerlo"—. Quiero dejar constancia de todo esto. Ojalá hubiera podido fotografiar los primeros rayos de sol entrando aquí después de que todo acabase.

—Podemos ir a por ella, creo que esos tipos no nos van a dejar hacer nada hoy —me responde George y asiento. Él mira a April, que sigue comiendo el mismo trozo de sandwich que hace media hora. De vez en cuando Fred, a su lado, tiene que recordarle que está comiendo o que beba algo de agua. Parece que las cosas más simples se le han olvidado.

—¿Qué quieres? —le pregunta cuando consigue tragar un trozo. No tengo muy claro qué está comiendo, pero sin duda se ve terriblemente seco.

—¿Te vienes?

—¿A la mansión? No —le responde ella y sigue comiendo como si nada. Tiene la mirada un poco perdida y da un pequeño salto cuando Fred la susurra algo al oído, pero luego vuelve a relajarse.

—¿No hay nada que quieras rescatar de allí? 

—Supongo que Rigel quemaría mi habitación después de que me fuera, no estaba muy estable la última vez que le vi —April le responde con tranquilidad, y vuelve a mirar a la nada. No tengo muy claro qué está pasando por su cabeza desde hace días, desde que terminó la guerra. Solo se despierta gritando y se va por la ventana. No habla mucho y pasa mucho tiempo en el jardín, mirando al cielo.

—¿Está hablando en serio? —me susurra George, sin dejar de mirarla—. Está distinta desde hace unos días, cuando llegamos a casa todavía parecía ella.

—Creo que está empezando a asimiliar todo lo que le ha pasado en estos meses, como todos —Ginny se mete a la conversación, como si hubiera estado siempre allí. A pesar de ser menor y no poder usar la magia libremente viene todos los días a ayudar. El primer día no tuvo problema en desafiar a todo el que le dijo que no podía por ese motivo, y ella les contestó que estaba en Hogwarts, durante el periodo escolar e iba a usar la magia. Y que si no la dejaban ir a reconstruir allí iría a Hogsmeade a ayudar. Y, por supuesto, la dejaron quedarse en Hogwarts, ayudando—. ¿No la oís gritar por las noches?

—Todos la oímos —le responde George—. Fred se está volviendo loco. Y tú, como no dejes de morderte las uñas te vas a quedar sin ellas —no me había dado cuenta de que lo estaba haciendo y me baja la mano para agarrarla y que no siga. La verdad es que me duelen los dedos—. Los dos sois unos cabezotas al no ir con ella por las noches, cuando se despierta así.

—Es que no has visto como se despierta —murmuro y Ginny se ríe—. No te rías tanto que la primera vez no te hizo tanta gracia.

—¿Qué es lo que hace? 

—Se lanza por la ventana para bajar —le dice Ginny, y se le vuelve a escapar una risa mientras que mi novio abre los ojos de una forma espectacular—. Sabe volar, no es tan raro. Y es un primer piso, tampoco se va a hacer mucho daño. ¿Si le digo que me enseñe creéis que me dirá que no?

—Ya sabes volar con escoba, ¿para qué quieres hacerlo sin ella?

—¿Os dais cuenta de lo poderoso que es acabar una discusión saliendo por la ventana? Ganaría todas y cada una de ellas —me responde y George, de golpe, parece demasiado interesado en aprender a volar.

—No, ninguno de los dos va a preguntarle como volar, ¿entendido? —no les digo la amenaza, pero ambos parecen comprenderlo a la perfección.

—¿Por qué no hacemos como ellos? —me susurra George cuando ve como Fred besa suavemente a April y ella le responde. A la señora Weasley no parece hacerle mucha gracia, pero no dice nada, solo aparta la mirada. Parecía que, si nos manteniamos lejos de los gemelos le caíamos de una manera bastante decente, pero en el momento en el que nos acercabamos volvía a apartar la mirada y no decía nada.

—Sabes perfectamente que me da vergüenza —murmuro y él se ríe—. No es gracioso.

—Claro que lo es, May —me dice suavemente y demasiado cerca de mi. Es muy tentador besarle ahora mismo—. Estamos prometidos y si te beso delante de alguien te pones como un tomate.

Le doy un pequeño pico y él niega, pero sonríe. Sabe que no soy capaz de besarle mucho más cuando hay gente delante.

—Venga, vamos a buscar esa cámara —me dice y se levanta del banco para ir avisar de que nos vamos un rato. Y yo me levanto para ir a hablar con April.

—No voy a ir, May —me dice nada más llegar y miro a Fred, que me aparta la mirada para mirarla a ella—. No puedo ir.

—No estarás sola, estaremos contigo. Si en cualquier momento es demasiado nos vamos —le suplico y ella niega—. No puedo hacerlo sin ti, por favor.

—¿Por qué?

—Quiero recuperar todo lo que escondí y no me pude llevar, por favor, April, te necesito allí conmigo, una última vez. Recogemos todo y luego...

—¿Luego qué, May? No puedo ir allí, de verdad que no puedo —dice ella y baja la mirada a su sandwich. A penas ha comido nada.

—Por mamá —le susurro—. Tenemos que encontrarla, por favor, April.

—¿Vuestra madre ha desaparecido? —pregunta Fred y April hace algo que me sorprende. Primero se ríe. Y el ataque de risa acaba en llanto.

—La mató. Después de que te desapareciste cuando estuviste allí —le dice y Fred se congela en el sitio. No sé que le susurra a April cuando se inclina sobre ella lentamente, avisandola de que va a abrazarla. Ella se agarra a su chaqueta y sigue llorando mientras que Fred la abraza y le va susurrando algo que parece que la calma. No sé por qué no duermen juntos porque parece que él consigue calmarla y alguna vez ha conseguido que duerma un poco cuando están en el jardín. Y sin embargo yo no consigo ni hablar con ella y parece que solo empeoro todo.

—Mamá dice que luego volvamos a La Madriguera y que vayamos preparando la cena —dice George cuando vuelve y mira la escena que tenemos delante—. Creo que no se da cuenta de a quien está mandando preparar la cena, pero bueno, ya le he dicho que si quemamos la casa no es culpa nuestra si no suya por mandarnos.

—Vamos —le digo a George, dandole la mano. Se la aprieto suavemente, agradeciendole el intento de broma sobre la cena.

No podemos aparecernos en Hogwarts porque la profesora McGonagall no termina de confiar en que hayan cogido a todos los mortifagos —que estoy segura de que no lo han hecho porque tío Thorffin no aparecía por ningún lado y así se lo hice saber a Kingsley, que asintió y dijo que estaban en ello— por lo que las defensas siguen activas , así que tenemos que caminar hasta Hogsmeade. Los carruajes tirados por thestrals están apartados en un lateral, y los caballos de la muerte atados a ellos. Todos los vemos ahora. Muchos los verán en el próximo curso. Cada vez serán menos, claro, pero no quiero imaginarme lo que sentirán.

—¿Crees que quemaría la habitación de April? —sé que George lleva con la pregunta un tiempo en la cabeza y no tengo respuesta. Porque sé que una parte de mi, la racional dice sí, la ha quemado, y luego la otra, la que quiere que todo esté intacto, dice que no.

—Puede —le respondo en cambio y le doy la mano—. ¿Estás listo?

—¡Esperad! 

Fred lleva a April a caballito, que se ríe al ir así. De vez en cuando parece que vuelve a ser la misma de antes, la que no tenía que ir a entrenar con Bellatrix, la que sonreía de verdad, la que era libre. Tengo muchas fotos suyas sonriendo, ella siempre quería que las escondiera, pero las guardé en casa, bien escondidas. Quizá ahora podamos decorar todo con ellas.

—También vamos —dice Fred cuando llegan hasta nosotros y April se quiere bajar, pero Fred la agarra fuertemente—. Te vas a caer, estate quieta.

—Quiero ir andando —le responde, pero él no la baja—. ¡Fred!

—¿Pero por qué ibas a querer andar?

—Porque tengo dos piernas que puedo mover perfectamente.

—Pero te puedo llevar.

—¿Me quieres bajar de una vez?

—¿Por qué tienes que ser tan cabezota? —le acaba diciendo, pero mi hermana se sale con la suya y vuelve al suelo. Le da un beso en la mejilla y luego la mano. No me acostumbro a verla tan cariñosa, es como si quisiera demostrar que está aquí ahora, me recuerda a antes de que me fuera de casa, los últimos días—. Venga, vámonos.

—No sé que podremos encontrar cuando lleguemos —nos advierte April y todos asentimos—. La última vez que estuve fue cuando me secuestraste, Fred, y te llevé allí. Por accidente, por cierto.

—Haya lo que haya estaremos juntas —le digo a April y ella viene a abrazarme. Definitivamente no me acostumbro porque quien solía ir a por la otra era yo. No hablamos, pero sí que me abraza muchísimo. Es como si se estuviera despidiendo de nuevo.

—Tenías razón —murmura ella y después se aleja.

Me da la mano y luego se gira para darsela a Fred y yo hago lo mismo con George. April es quien lleva la desaparición conjunta y en cuanto la sensación de estar pasando por un tubo acaba, estamos delante de las puertas de la mansión. Y Trema está clavada en ellas. Las dos gritamos y April empieza a llorar, para luego intentar sacar de los pinchos a nuestra pobre lechuza. Fred y George se adelantan y consiguen recuperarla.

—No puedo entrar ahí dentro —dice April, que coge a Trema entre sus brazos—. No me la lleve por tonta, pensaba que no le iba a hacer nada y... y...

—Hay que enterrarla —dice George y mueve su varita para hacer un pequeño agujero en la tierra—. Venga, April.

Me acerco hasta ella y acaricio a nuestrar lechuza una última vez. Me gustaría que me volviera a picar de forma cariñosa de nuevo. ¿Cuántas cosas más habrá destrozado solo por el placer de saber que eso nos haría daño?

Fred abre la verja que lleva al camino de entrada, tapado casi totalmente por la hierba sin cortar. Todo ha cambiado demasiado desde que me fui. La casa parece totalmente abandonada y opr el camino encontramos multitud de cosas. Las pelotas de quidditch, las escobas destruídas, fotos que teníamos colgadas en nuestras habitaciones, libros. Todo va dejando un camino hasta un punto, justo en la entrada de la casa.

—¿Eso es un elfo? —pregunta Fred, acercandose lentamente al cuerpo de Ambur, también muerto. Asesinado. Quiero vomitar. Se me llenan los ojos de lágrimas. Siempre había estado para nosotras, y ahora lo habíamos perdido. April esta vez no llora, solo se acerca lentamente y le cierra los ojos, totalmente abiertos con terror. Está atado a un palo, con una herida demasiado fea en la cabeza y se puede ver perfectamente que le han quemado, probablemente vivo.

—Era.

También enterramos a Ambur. April parece estar a punto de estallar y yo lo veo todo demasiado irreal. No quiero que encontremos a mamá, pero lo hacemos según entramos a la casa. No sé como lo ha hecho, pero el cuerpo se conserva perfectamente, intacto. Y ha tenido el valor de sentarlo en una silla, justo delante de la puerta,  para que se viera según entrabamos. Tenía todo planeado por si perdían.

—Vamos —dicen los gemelos a la vez, Fred coge a April en brazos porque no se mueve y George tira de mi para que pueda moverme.

—¿Dónde están vuestras habitaciones?

—La mía a la derecha, la de April a la izquierda.

Empiezo a funcionar sin ni siquiera saber que hago. Avanzo directamente hasta mi habitación y muevo la cama con la varita. Levanto las tablas del suelo y saco varias cajas. Todas llenas de fotos.

Las necesito todas.

Por último saco la cámara y el trozo de pergamino que utilizaba para hablar con George desde séptimo curso, que había escondido después de que rompieramos al salir de Hogwarts. El anterior lo había quemado padre cuando volvimos de sexto curso.

—Pensaba que lo habrías quemado después de todo lo que te dije.

—No podía hacerlo —me oigo a mi misma decirselo, pero no siento que esté aquí. Estoy todavía en el salón, mirando el cuerpo de mamá. Intacto para que lo vieramos—. Ya tengo todo.

—Vamos a por ellos.

George me ayuda a llevar las cajas por el pasillo, hasta la habitación de April. Sí que calcinó todo. Las cortinas han desaparecido, la cama solo es un montón de cenizas, al igual que el escritorio. Nunca había habido mucho color en la habitación de April, pero ahora no hay ninguno. April está parada en mitad de la habitación, mirando todo mientras que Fred la abraza. Entonces ella se suelta y va contra una de las paredes, donde antes tenía el escritorio.

—¿Estás loca? —chillo cuando la veo dar un puñetazo a la pared que hace un agujero.

—No, ahí están mis cosas, las que no quería que encontraran —responde ella y saca una mochila que está hasta los topes. No sé que puede haber escondido ahí dentro, pero parece que es algo realmente importante para ella. Algo que iba a llevarse con ella cuando nos fueramos.

—Teníamos que haberos sacado de aquí hace años —Fred se acerca a ella cuando se da cuenta de que es esa mochila, pero April le corta rápidamente.

—No, no teníais que haber hecho nada —le dice tranquilamente y se cuelga la mochila al hombro—. Fue lo mejor. Ya nos podemos ir.

April saca la varita y murmura algún hechizo para luego agarrarnos a todos. Ha debido de quitar las protecciones de la casa. Nos volvemos a desaparecer, pero lo hacemos en un pequeño bosque.

—Venga, tengo algunas cosas aquí que quiero llevarme—dice y la casa aparece ante nuestros ojos. Sigue igual de mal cuidada que cuando estuvimos George y yo por última vez.

—¿Nos vamos?—dice April y cuando vuelve lo hace con dos jerseis en las manos. Uno es suyo, el de color rojo que le regaló Fred y el otro es demasiado grande para ser suyo, así que supongo que será de Fred—. Ya he quitado las protecciones, podéis venir cuando queráis. Hay algunas arañas y a veces se oyen ruidos raros, pero por lo demás es un buen sitio.

Es como si lo que acabasemos de ver para ella no existiera. Sonríe y se acerca a nosotros para volvernos a hacer desaparecer. Y esta vez sí que volvemos a La Madriguera.

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Ha sido un poco demasiado macabro, sí, lo sé. No hay mucho más que decir, la verdad.

Por cierto, creo que el próximo capítulo os va a gustar, la verdad. El día 16 sabréis que es jejejejeje depende de la hora a la que suba mi tfm (supongo que no lo subiré muy tarde, pero como soy una especie de desastre estaré hasta el último momento haciendo cambios para que esté perfecto), pero a lo mejor existe la posibilidad que lo suba a última hora del día 15. No prometo nada, ya os digo, todo está sujeto a mi máster de las narices. Que ganas tengo de acabar, uf.

Y ya lo último, mil gracias por leer, por votar y por comentar ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥

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