Capítulo 71
Pasado
Volver en pijama al Gran Comedor no estaba en mi planes, ni en los míos ni en los de ningún alumno de Hogwarts probablemente. Los sacos que el director Dumbledore había hecho aparecer eran de lo más cómodos, pero dormir en allí en lugar de en nuestras habitaciones... Claro que era la forma perfecta de que todo el mundo supiera que era lo que había pasado. Sirius Black había entrado en Hogwarts, concretamente había intentado entrar a la torre de Gryffindor. Debía de estar desorientado ya que estaba claro que, en Halloween, Potter no se iba a encontrar allí si no en el banquete del colegio. No era un secreto que Black era uno de los seguidores del Señor Tenebroso y, viendo la suerte que había tenido Potter en sus dos años anteriores, lo normal era que de nuevo alguien intentara matarle este año.
April se remueve en su saco sin parar, y a nuestro lado tenemos los sacos vacios de Adrian y Alexa, que están de ronda entre los alumnos porque como prefectos tienen deberes que hacer. April al final acaba sentandose en su saco, contra la pared y yo me arrastro hasta ella como si fuera un gusano, lo que hace que se ría.
—¿No puedes dormir? —la pregunto desde el suelo y ella niega—. ¿Quieres contarmelo?
—Solo son muchos deberes —murmura y sé que está mintiendo. Como siempre hace últimamente—. ¿Cómo lo haces para hacerlo todo?
—No lo hago, no lo llevo todo al día —le confieso y ella me mira, sorprendida—. Es imposible, April, con tanto entrenamiento, el invernadero y el horario tan terrible que tengo no puedo controlarlo todo bien. Entrego las redacciones a tiempo, por supuesto, y tienen una calidad excelente, pero no puedo tenerlo listo según lo mandan.
—Pero siempre lo habías hecho —dice ella y niego.
—Tú lo creías, pero nunca ha sido así. Te dejé creerlo porque no quería que tuvieras también mis problemas.
—Pero May...
—No, no te vas a ocupar de mis problemas también, ¿entendido? —le digo y ella va a protestar, así que saco las manos de mi saco y tiro de ella para que se deslice hacia el suelo. Y luego la aplasto porque me tiro sobre ella en modo gusano—. ¿Entendido?
—Sí, pesada, quita de encima —me dice y lo hago, pero porque aparece Alexa, con los brazos cruzados y parece enfadada.
—Yo también quiero estar en el saco, ¿sabéis? Y si no os dormís no podré —dice, y se vuelve a ir. April se ríe, pero se tumba por fin en el suelo, con su cabeza al lado de la mía. Luego se gira y me sopla en la oreja, así que yo también me giro, para que su soplido me de ahora en la nariz.
—¿Qué tal en el invernadero? —me pregunta y sonrío, me encanta hablar de ello.
—Es maravilloso, April, creo que es lo mejor que me ha pasado nunca. La profesora Sprout confía en mi y ahora estoy trabajando en el invernadero cinco, ¡no tendría que entrar allí hasta séptimo! Tendrías que ver las plantas que hay ahí dentro —le digo y luego sonrío. Puede verlas, tengo las fotos—. Te las enseñaré mañana si quieres, he hecho muchas fotos.
—Me encanta cuando estás tan emocionada, May, me alegro de que te vaya tan bien —me dice sonriendo y saco la lengua para chuparle la nariz, a lo que ella me lo devuelve. Es divertido estar así con ella, quizá pueda conseguir que se aleje un poco de la biblioteca y los libros—. ¿Intentamos dormir?
Asiento y April cierra los ojos. Sé que le va a costar dormir y a mi no, como siempre, así que intento mantenerme despierta. Pero es un completo fracaso.
***
—Entonces, ¿no jugamos contra Gryffindor? —pregunta de nuevo April a Flint, que ha venido a buscarnos a la sala común solo para comunicarlo. Él vuelve a negar y April sonríe—. Estupendo, podremos machacarles cuando sea el partido.
—Y nos libramos de este asqueroso tiempo, con tanta lluvia no hay quien vea la quaffle —añado y Flint asiente, lo que nos asombra a ambas. ¿Nos ha dado la razón? ¿Qué le pasa? La última vez quería matarnos.
—Igualmente tendremos entrenamiento mañana, ¿entendido?
—Sí, capitán —decimos ambas a la vez y él se marcha, satisfecho. Es un inútil y nos ha costado tres años en el equipo convencerle de que somos buenas, pero parece que le ha entrado por fin en la cabeza. Aunque si perdemos seguramente volverá a echarnos la bronca.
No deberíamos tener entrenamiento mañana porque el partido de Gryffindor es el sábado y si no vamos a jugar es tontería, pero no tenemos ganas de llevarle la contraria. Había conseguido durante las últimas semanas que April descansase un día a la semana desde que terminabamos de cenar, y había aceptado con la condición de que fueran los jueves. Suponía que era porque después de que diera runas antiguas podía encerrarse sin problemas en la biblioteca y no salir hasta la cena. No pregunté, porque a veces con April era mejor no decir nada o acabaría sin contarme nada en absoluto. No olvidaba la pelea que habíamos tenido el curso anterior y no pensaba dejar que la situación llegase a tal nivel, pero yo también tenía mis secretos. Como las tardes en las que decía que estaba en el invernadero y en realidad estaba con George, haciendo fotos por todo Hogwarts. Y haciendole alguna a él también. Cuando solía darse cuenta me quitaba la cámara y entonces me las hacía él a mi. Algunas veces nos hacíamos fotos juntos, y esas no las colgaba en mi habitación, las mantenía ocultas dentro de la caja que tenía bajo la cama. Nadie iba a mirar ahí. Quería que esas fotos se quedasen como algo solo nuestro.
—¿Te apetece ir a molestar a Draco? —le pregunto a April, pero ella niega.
—Va a volver a quejarse de su brazo y ya empiezo a estar harta, o se quita las vendas después del partido o yo misma se las quitaré —dice, mirandole. Otra vez está haciendose el valiente delante de Pansy. No sé porqué le hace tanto caso a la chica, porque luego se queja muchísimo de ella—. ¿Te vienes a la habitación? No soporto este espectáculo.
—Dalo por hecho —le digo y ambas nos levantamos perfectamente sincronizadas de las butacas donde estabamos sentadas. Pensaba que la gente ya estaría acostumbrada, pero no porque se vuelven a oír los mismos "oooh" que oíamos en primero, cuando la gente no estaba acostumbrada a nosotras.
April entra directamente en su habitación y se tira sobre la cama, apartando un pergamino que tiene encima que está totalmente garabateado. Lo mete debajo de la almohada como si nada y no puedo evitar mirarla.
—¿Qué? —dice, como si nada y señalo la almohada—. Yo no te pregunto por tus fotos, May.
—¿Hablas con él entonces? —veo como April duda en responderme, pero al final asiente.
—Solo de los deberes de transformaciones avanzadas —dice y no puedo evitar reírme—. De verdad.
—Sí, te creo —le digo, sin dejar de sonreír—. No sabía que a coquetear con alguien ahora se le llamaba hablar de los deberes de transformaciones avanzadas.
—¡May! —grita ella y suelto una carcajada, que acaba con un cojín en mi cara. Definitivamente están coqueteando—. Anda, enseñame las últimas fotos que has hecho.
—Tengo unas espectaculares del Lago Negro —le digo, saliendo rápidamente de la habitación para ir a por la caja. Será más fácil seleccionarlas en la habitación de April. Cuando vuelvo ella está escribiendo algo rápido en el pergamino, con el ceño fruncido, como si estuviera molesta—. ¿Qué te pasa?
—Nada —dice, y deja la pluma y vuelve a guardar el pergamino—. Venga, enseñame esas fotos.
Se baja de la cama al suelo, conmigo, y empiezo a sacar fotos. Hay algunas que están tomadas de noche y April no dice nada, a pesar de que se nota que es media noche en más de una de ellas. Quizá aproveche para, de vez en cuando, escapar de la sala común para hacer fotos y George me ayude utilizando su mapa. Creo que April se maravilla cuando ve más de una de las fotos que he tomado volando en escoba sobre el Lago Negro. Algunas de la Torre de Astronomía le maravillan y le dejo quedarse con alguna de esas, que rápidamente pone en la pared. Tengo fotos tanto muggles como mágicas porque no con todas es necesario que se estén moviendo. Esas son las que más gracia le hacen a April.
—¿Y esa? —dice, señalando una que se me ha debido de caer cuando he sacado más. Es una de las últimas fotos que George me ha sacado y estoy en el invernadero, llevando una gran planta de un lado a otro totalmente concentrada. Luego me llama George y entonces le sonrío.
—En el invernadero, tenía que reorganizar la planta y...
—Aprovechó el momento para hacerte una foto —dice ella y asiento—. Me gusta.
—Se lo diré —le digo y ella sonríe.
—También dile que si no fuera por ti esa foto no sería ni la mitad de bonita —dice y me río.
—Somos iguales —le recuerdo y ella niega.
—Tu sonrisa es mucho más bonita que la mía.
—Eres muy cursi, April —le digo y ella se ríe. Sigue mirando todas las fotos que he dejado por el suelo tranquilamente, y entonces decide empezar a ordenarlas siguiendo un criterio que solo ella entiende. Y yo la dejo.
Le voy sacando más y más fotos hasta que las únicas que quedan en la caja son las que sale George o salimos ambos. Le he sacado todas las fotos, incluidas las que les hago a Alexa y a ella a escondidas y no puede parar de reír cuando ve una de ellas, en las que a Alexa se le sale la leche por la nariz. Ese había sido uno de los desayunos más divertidos de septiembre y ninguna se había dado cuenta de que había hecho la foto porque no dejaban de reírse a carcajadas.
—Dime que podemos duplicarla y ponersela a Alexa en la habitación —me dice April y la duplico rápidamente—. Estupendo.
Su sonrisa maliciosa me hace demasiada gracia y se levanta rápidamente del suelo para ir hasta la habitación a Alexa. Hoy tiene ronda así que no estará allí. Recojo todas las fotos del suelo en el orden en el que las ha dejado April y vuelvo a meterlas en la caja, con cuidado de que no se estropeen. Cuando April vuelve se sigue riendo y se tumba en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja. Dice que mi sonrisa es más bonita, pero porque nunca ha visto la suya cuando sonríe de verdad y me prometo a mi misma capturar esa sonrisa para que la vea.
—Te quiero mucho, April —le digo, acercandome a ella y tirandome encima—. Eres la mejor hermana del mundo.
—Ni que tuvieras otra, boba —me dice ella, pero me abraza aún así—. Yo también te quiero.
—Me voy a ir ya a dormir, tenemos defensa contra las artes oscuras y no quiero quedarme dormida —le digo a April y ella se ríe. Todo el mundo sabe que es imposible dormirse en una clase del profesor Lupin porque son las que más merecen la pena de todo el colegio.
Vuelvo a abrazar a April y cojo la caja del suelo para irme a mi habitación. Pero no me duermo. Saco las fotos del fondo, las que no le he enseñado a April. Y mi corazón se acelera recordando muchos de los momentos.
***
—Ya me han contado que el año pasado hubo un pequeño club de duelo —empieza diciendo el profesor Lupin, dando un pequeño paseo por el aula—. Y que aprendistéis un hechizo en especial.
—Si se puede llamar club de duelo a eso —murmura April y tanto Alexa como yo no podemos evitar reirnos.
—Se supone que lo ibamos a estudiar este año, pero eso nos pone mucho mejor de lo que pensabamos, así que practicaremos mucho más este año —sigue el profesor Lupin, pero nos mira a las tres porque hemos debido de hacer mucho ruido al reírnos—. ¿Nos vamos?
Todos hacemos mucho ruido cuando nos levantamos y seguimos al profesor Lupin hasta el otro aula que tiene, el de prácticas, donde todas las mochilas siempre acaban en un montón en el que luego cuesta distinguir cual es la tuya. Por lo visto los de tercero se habían enfrentado ahí a un boggart —April ya me había contado sobre las quejas de Hermione porque no había podido enfrentarse a él— y agradecía que no estuviera de nuevo allí porque tenía la extraña sensación de que mi boggart ya no iba a ser el cuerpo de April, sin vida. Probablemente ya había evolucionado a otro peor. El moraton de su mejilla iba desapareciendo poco a poco y ya casi no se notaba, pero seguía estando ahí. Y no dejaba de ser mi culpa.
—Por parejas. No, no admito tríos —dice el profesor Lupin cuando ve a Alexa abrir la boca, pero ella suspira y va a alejarse. Así que la agarro de la túnica y la hago que se queden con April.
—No me gusta enfrentarme a ella, tiene muy mal genio —le digo, sonriendo y mi hermana, por supuesto me saca la lengua y Alexa se ríe. Durante las clases suele estar con Adrian, pero por lo visto habían discutido por algo que se negaba a contarnos—. Seguro que hay alguien más que no tenga a nadie.
—Yo no tengo a nadie, Avery.
—¿Estos son los calmados o por los que tenemos que correr? —pregunta Warrington, pero su intento de broma sale mal porque April tiene la misma brillante idea que tiene Fred, desarmarle. Y, por supuesto, sale mal porque tanto él como su varita salen por los aires, haciendo que gran parte de la clase se ría. Por supuesto, el profesor Lupin intenta ocultar la risa, pero todos vemos perfectamente como tiene que hacer un pequeño esfuerzo.
—Creo que eso responde a tu respuesta, Cassius —dice el profesor Lupin y luego mira a mi hermana y a Fred, que ambos fingen que no han hecho nada y él suspira—. Diez puntos menos para Slytherin y diez puntos menos para Gryffindor. ¿Empezamos?
El profesor Lupin nos distribuye en la clase lo mejor que se puede y entonces empezamos a intentar desarmarnos por turnos. Es realmente divertido intentarlo con George porque va poniendo caras para intentar desconcentrarme y que no lo consiga, pero no voy a dejarle ganar a esto. Quizá no soy tan buena como April, pero tampoco soy mala.
—Parad —con solo una palabra todos nos quedamos perfectamente quietos. Entonces el profesor Lupin sonríe—. Se supone que los duelos os tocarían el próximo curso, pero... ¿y si nos adelantamos un poco? —pregunta el profesor Lupin, y los murmullos emocionados parece que el animan a que sigamos con ello—. Estupendo, ¿voluntarios?
Todos los Gryffindor avanzan, al igual que lo hacen April y Alexa. Adrian intenta hacer retroceder a ambas, pero las dos le ignoran y entonces suspiro porque me voy a unir a ellas. Es raro andar por toda la clase mientras que todos te miran, pero me pongo al lado de April y Alexa, con la varita ya lista.
—Esto ha sido esperable —dice, y sonríe de nuevo—. ¿Qué os parece duelo de gemelos?
—Que si quiere morir, profesor, no enfrente a Fred con su gemela —dice Jordan, y Fred le da un golpe en el brazo mientras que todos los demás Gryffindors se ríen.
—Estaba pensando más en enfrentarles entre gemelos, pero gracias por la advertencia, Lee. Fred, George, ¿os gustaría?
—Con mucho gusto —dicen ambos a la vez, sonriendo exactamente igual. Intentan que el profesor Lupin no sea capaz de distinguirles.
—Aunque... podríamos añadirle un poco de emoción, ahora que lo pienso bien, sería interesante ver lo que ha dicho Lee —dice cuando ambos están colocados y nos mira a April y a mi. Oh, no—. ¿Queréis unios, April, May?
Miro a April y solo con la mirada entiendo perfectamente que quiere. Esto solo puede salir mal porque vamos a aceptar independientemente de la respuesta.
—¿Contra ellos o con ellos? —decimos ambas, también a la vez.
—Gryffindor contra Slytherin, ¿os parece?
—Sí —respondemos los cuatro a la vez, y George entonces va con Fred mientras que April y yo nos ponemos enfrente. Ahora sí que va a ser divertido.
—Estupendo, chicos, dad todos un paso hacia atrás, no creo que nadie muera, pero no está de más pervenir, ¿verdad? —intenta bromear y, por la parte de los Gryffindors sale bastante bien ya que le ríen la gracia mientras que nosotros le ignoramos. Es realmente buen profesor, pero todos hemos acordado silenciosamente no elogiarle, tampoco criticarle mucho, así que debería darse por satisfecho. No deja de ser un Gryffindor y se le nota en sus clases, a pesar de que hubiera salido hace siglos del colegio—. Tenéis un minuto para discutir vuestra estrategia, ¿listos?
—¿Tú atacas, yo nos protejo? —me susurra April y no puedo evitar hacer una mueca—. Venga, no se lo esperarán.
—Ese es el tema, creo que se lo van a esperar —le susurro de vuelta, viendo como nos miran, observando nuestros movimientos—. Empiezo atacando yo, a mitad cambiamos.
—Hecho.
—¿Listos?
Ni siquiera hace falta hablar. Solo asentimos y empieza el duelo. Supongo que la obsesión de ambas por dar mucho más de lo que en realidad necesitamos es lo que nos hace ponernos por delante fácilmente en el duelo. Porque todo se reduce a tres palabras, magia no verbal. Mientras que los gemelos no dejan de gritar sus hechizos —lo que vale, los hace más poderosos, pero realmente con todo lo que ha machado April la magia no verbal, los suyos no pierden mucha fuerza— nosotras nos defendemos y atacamos en silencio, dandonos una clara ventaja, la sorpresa. Por eso no es de extrañar que ambos acaban en el suelo, riendo a carcajadas por un maravilloso hechizo de cosquillas.
—Muy bien, sí, sin duda alguna este ha sido un buen duelo. Los cuatro lo habéis hecho muy bien, así que diez puntos para Gyffindor y diez puntos para Slytherin —y acababamos de recuperar los puntos que nos habían quitado al empezar la clase—. Ha sido un duelo muy bueno, sí, aunque tengo que reconocer que no me esperaba la magia no verbal, ¿desde cuándo sabéis practicarla, chicas?
—El año pasado, ya que el profesor Lockhart resultó estar poco... disponible a final de curso aprendí por mi cuenta —responde April, encogiendose de hombros y el profesor Lupin asiente.
—¿Y tú, May?
—¿Ya sabe distinguirnos? —se me escapa, haciendo que toda la clase se ría, pero él asiente con una sonrisa amable. Pero es verdad, estamos en noviembre, la mayoría de profesores tardaron un año en empezar a distinguirnos y, aún así, todavía se confunden. Es todo un detalle que haya aprendido a distinguirnos teniendo en cuenta que no creo que dure más de un año dando clases—. Bueno, lo que aprende April acabo aprendiendolo yo también, supongo que de tanto verla practicar acabo asimilando la técnica.
—¿Y te sale directamente? —pregunta y asiento. No es tan raro, es como solemos funcionar. April machaca muchísimo más las cosas, incluso cuando las tiene perfectamente dominadas desde el principio no para hasta que no está totalmente perfecto. El profesor Lupin va a volver a hablar, pero el timbre suena—. Como deberes, para el próximo día, leer la lección del libro sobre el encantamiento de desarme y haced un pequeño resumen. Eso sería todo, una clase estupenda.
Vamos al rincón donde hemos dejado las mochilas y pronto solo quedamos los gemelos, April y yo. Es la hora de la comida y todos suelen salir corriendo y yo pensaba hacer lo mismo, pero tampoco iba a dejar a April sola, que parecía estar remoloneando hasta que todos habían ido.
—¿Por qué no has usado magia no verbal? —le pregunta a Fred en cuanto la última persona está fuera del aula y él se encoge de hombros—. Has lanzado un expelliarmus perfecto a Warrington antes, pero no lo has usado en el duelo.
—¿Tanto te gusto, Avery, que me observas tanto?
—¿Te vienes al invernadero, May? —me pregunta George y en cuanto miro a April, veo que está apunto de empezar a gritarle.
—Vamonos ya —le digo, tirando de él para que nos vayamos, justo a tiempo para oír amortiguados los gritos de April sobre lo imbécil que es por atreverse a insinuar algo así—. ¿No crees que tienen una forma muy extraña de coquetear con el otro?
***
Los comentarios de Jordan durante el partido ni siquiera se oyen con la que está cayendo. Diría que agradezco estar en las gradas, pero casi preferiría estar jugando porque al menos me estaría moviendo y no estaría quieta, calandome los huesos y aguantando un viento horrible. En algún momento hubo que pedir tiempo muerto y cuando se reanudó el juego los rayos y truenos ya habían aumentado bastante de intensidad. No podía apartar la mirada de George cuando conseguía localizarle entre tanta lluvia y barro como tenía encima. Estaba apretando tanto la mano de April que probablemente la estaba dejando sin circulación, pero estaba preocupada. Bastante. ¿Y si le pasaba algo? No sería la primera vez que a un jugador de quidditch le caía un rayo encima.
—¿Lo sientes? —me grita April bajo la lluvia y al principio no sé a que se refiere, pero pronto vuelve la desesperanza, el frío. Mierda, dementores. Se nota demasiado, están cerca, demasiado cerca —¡Vamonos de aquí!
—¡Potter está cayendo! —grita alguien en las gradas y todos miramos de nuevo al campo. Eso son por lo menos veinte metros de caída y Potter va directo contra el suelo.
El profesor Dumbledore aparece en el campo rápidamente, corriendo y la velocidad de la caída de Potter se reduce rápidamente. Y luego, de la varita, un luz plateada aparece, echando a todos los dementores del campo de quidditch.
—¡Eso ha sido un patronus! —me informa April mientras que miramos como el director conjura una camilla y se llleva a Potter hasta la enfermería.
El partido lo ha ganado Hufflepuf, lo que nos pone en buen lugar para la copa de Quidditch. Su equipo es bueno, pero ya se verá que pasa cuando jueguen contra Ravenclaw. Ellos son nuestro próximo rival y, si Ravenclaw gana a Hufflepuf y nosotros ganamos a Ravenclaw todavía tenemos posibilidades de ganar la copa de quidditch.
Como podemos entre tanto viento y lluvia conseguimos llegar al castillo, mojando todo el suelo por donde pasamos. Parece que nos acabamos de duchar, con ropa incluida y hemos decido salir así. Volvemos a la sala común y Alexa se aguanta las ganas de regañarnos al vernos aparecer así de mojadas. Desde que es prefecta parece más nuestra madre que nuestra amiga y April se encarga de recordarselo siempre, siendo hoy uno de esos días. Nos manda directas a la ducha y cuando nos vamos a comer también se asegura de que nos tomemos un tazón de caldo de pollo cada una, argumentando que así no nos podríamos malas. April ni siquiera se queja, se bebe el suyo, el mío y, cuando Alexa se despista, le intercambia los tazones. Y luego finge que no sabe nada de lo que ha pasado cuando Alexa pregunta por su caldo.
***
Habíamos vuelto a firmar parar quedarnos por Navidad y este año solo nos quedabamos tres personas en todo Slytherin. Parecía que los eventos del curso anterior no se olvidaban y la gente decidía aprovechar para volver a casa antes que quedarse en el castillo. La otra persona que se había quedado era Cassius Warrington y April dijo un "podía haber sido peor, imaginate que fuera Flint" y no pude evitar darle la razón. Alexa quería que fueramos con ella por Navidad a su casa, pero nos negamos porque no queríamos molestar. Había invitado a Adrian a pasar la Navidad en su casa y no pintabamos nada allí.
Las lluvias torrenciales abandonaron Hogwarts para ser sustituidas por las heladas y la nieve. El ambiente navideño empezaba a notarse en el ambiente y eso me ponía de muy buen humor. Sin duda las clases del profesor Flitwick eran las mejores en esa época del año porque era el profesor con mayor espíritu navideño de todos, había decorado su clase con hadas que emitían una pequeña luz que daban un toque navideño a la clase. Y gracias a las luces navideñas había conseguido convencer a April para descansar y que viniese conmigo a Hogsmeade el siguiente fin de semana. Incluso le había prometido enseñarla a hacer fotos. Como la última vez que habíamos estado en Hogsmeade no había nieve las fotos de la casa de los gritos habían tenido que ser con el ambiente de Halloween. Habían quedado bastante bien, pero no podían igualar a las fotos con nieve.
Ese mismo sábado corrí a despertar a April para obligarla a vestirse, desayunar y que nos fuéramos antes de que cambiase de opinión. Nada ni nadie —la cabezota de mi hermana— iban a impedir que fuéramos hoy a Hogsmeade. Llevaba ya puesto el gorro incluso dentro del castillo y April negaba, pero llevaba el suyo guardado en el bolsillo de la túnica. Tardamos muy poco en desayunar, tan poco que cuando Alexa apareció ya habíamos terminado y estamos listas para irnos. Ella había decidido acercarse por la tarde ya que todavía no había recogido sus cosas para volver a casa la mañana siguiente y quedamos en Las Tres Escobas para tomar una cerveza de mantequilla y hacer una pequeña celebración del Año Nuevo.
—¿Por qué estás tan emocionada? Es Hogsmeade, ya hemos ido más veces —dice April cuando nos subimos a un carruaje y yo niego—. ¿Cómo que no?
—Uno no sabía usar la cámara tan bien y dos es la primera vez que vamos las dos completamente solas —digo, enumerando las razones y ella ríe—. Además, has venido conmigo y no te has quedado estudiando, creo que esa es la mejor razón de todas.
April trata de ocultar la sonrisa, pero no es capaz de hacerlo del todo y no dudo en hacerla una foto. Cómo hemos estado distraídas pasar al lado de los dementores no nos hemos dado ni cuenta, y solo sabemos que los hemos pasado cuando el carruaje se detiene.
—¿A dónde quieres ir primero? —me pregunta y tiro de ella para ir a Honeydukes a proveernos de chucherías para las Navidades. Pasamos también por Zonko y aprovechamos para enviar los regalos de Navidad de padre y madre. Podríamos usar a Trema, pero ya tendría que hacer bastantes viajes con los regalos de nuestros amigos como para cargarlos con uno más.
April insiste en que necesita comprarse un nuevo cuaderno que utilizará como agenda y tenemos que pasar por La casa de las plumas para que pueda hacerlo. Y no compra un cuaderno si no que compra varios, como siempre que entra en una tienda así. Muchos de esos cuadernos los tiene en blanco, así que no entiendo para qué quiere tantos. No tiene sentido coleccionar tantos si no vas a utilizarlos.
—Venga, vamos a la casa de los gritos —me dice cuando salimos de la tienda y sonrió. Por fin. Llevo la cámara colgada del cuello y había hecho multitud de fotos de todo Hogsmeade que tenían un aire muy navideño.
Hacemos el camino lentamente ya que cada vez que avanzamos me giro para poder buscar el ángulo perfecto para la foto perfecta de Hogsmeade. April no se queja ni una sola vez, solo se aparta del camino y de vez en cuando me sugiere que pruebe de algunas formas, pero ninguna parece la correcta, por mucho que lo intentamos.
—Quizá no es un ambiente lo suficientemente navideño —sugiere April cuando llegamos al final de la colina, con la casa de los gritos ya al fondo.
—No, no es eso, es otra cosa, pero no entiendo que falta.
Empiezo a sacar fotos de la casa de los gritos, explicando a April cada paso, y luego le pasó la cámara. Ella sonríe, y en lugar de apuntar a la casa de los gritos gira la cámara y nos apunta a nosotras.
—Venga, sonríe —dice y no puedo evitar reírme.
—¡Nosotros también queremos salir!
April le da al botón justo cuando los gemelos hacen acto de presencia en la colina, poniéndose detrás de la foto. No puedo evitar reírme cuando April se gira, me tiende la cámara y se enfrenta a Fred.
—¡Habéis estropeado la foto!
—¡La hemos mejorado! —le responde Fred de vuelta y George, a su lado niega riéndose y viene hasta mi.
—¿Qué tal el día? Veo que has conseguido sacarla de la biblioteca —dice George y asiento—. Me alegro.
—Ha sido complicado, está obsesionada con los TIMOs y con tener nueve Extraordinarios —le comento y el asiente, como si fuera lo más normal del mundo. Bueno, quizá es lo más normal, Percy es Premio Anual y eso no se consigue como si nada.
—¿Y tú no estás preocupada? —me pregunta y dejamos de escuchar la discusión de nuestros hermanos para hablar tranquilamente.
—Sí, pero no lo demuestro —le digo y me giro para seguir sacando fotos a la casa de los gritos—. Cuando llegue mayo ya verás como estoy.
—Espero que no te encierres en la biblioteca, no podría estar un mes sin verte.
Cómo la cámara me tapa la cara y hace mucho frío no se nota que me pongo totalmente roja. George hace muchos comentarios de ese estilo, pero nunca le contesto ninguno porque me da demasiada vergüenza. Me gustaría ser como April en estos casos, porque ella al menos contesta algo, pero ni siquiera consigo tener valor suficiente como para preguntarla como lo hace.
—¿Os quedáis en Navidades? —le pregunto, cambiando de tema.
—Sí, pero no le digas nada a nadie, Ron no lo sabe y queremos ver si podemos quedarnos en el castillo sin que nadie nos descubra. Bueno, nadie, Ron, Harry y Hermione, que son los únicos Gryffindor que se quedan en el castillo además de nosotros mismos.
—¿Y cómo pensáis comer? Tendréis que bajar al Gran Comedor, ¿no? —su risa hace que para de hacer fotos para mirarle—. ¿Qué tiene tanta gracia?
—Fred pasó tanto tiempo en las cocinas castigado que ya es amigo de los elfos, la comida es el menos de nuestros problemas, May —dice sonriendo—. Bueno, creo que le voy a decir a Fred que nos vayamos ya, Lee debe de estar esperándonos en Las Tres Escobas.
—¿Qué hora es?
—Las cinco y media —mierda, Alexa.
—¡April, llegamos tarde! —chillo y salgo corriendo hasta mi hermana que sigue discutiendo con Fred, la cojo de la mano y tiro de ella para que corra—. ¡Un placer veros!
—¡No tanto placer! —chilla April como despedida.
Llegamos justas a Las Tres Escobas, donde Alexa niega cuando nos ve llegar corriendo y a mí con la cámara en la mano.
—No sé si ese fue el mejor regalo del mundo o el peor, April —le dice mi hermana sonríe.
—El mejor.
Aprovecho el momento. Hago la foto con April sonriendo y ella se da cuenta en el último segundo, me mira y entonces niega, pero todavía con rastros de la sonrisa. Creo que esa va a ser una de mis fotos favoritas.
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Adoro a mis hijas ♥
Ya he conseguido recordar lo que tenía que deciros hace como dos semanas JAJAJAJAJA que básicamente hay un capítulo (no voy a decir cual) que tiene multitud de pistas de lo que va a pasar próximamente jejejejejeje
Bueno, que eso, mil gracias por leerme y que, ¡sorpresa! nos vemos el martes en mors memoriae y el miércoles en aquí, en primavera :D
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