Capítulo 66
Pasado
Desde que no podíamos ir solos a ningún sitio resultaba imposible hacer nada, ni siquiera habíamos podido celebrar nuestro cumpleaños en condiciones ya que no podíamos ir a las cocinas a por una tarta o algún tipo de dulce para celebrar. Y no podíamos olvidar que la tontería de Draco —a quien se le había pasado la preocupación en cuanto se enteró de que era Granger la que había sido atacada— se había extendido de tal forma que iba pavoneandose porque el señor Malfoy había conseguido que el director Dumbledore fuera expulsado del colegio. Habíamos dejamos de hablarle, no solo por lo del director, si no porque también se estaba comportando de una forma realmente estúpida, pero a él no parecía importarle y seguía haciendose el importante.
La sala común de Slytherin estaba siempre llena, no había ni un solo hueco donde sentarse, así que Alexa, May y yo nos ibamos a la habitación de cualquiera de las tres para poder trabajar. Los exámenes se mantenían según lo que había dicho el profesor Snape y cada vez quedaba menos para ello. May estaba bastante decaída desde que la profesora Sprout le había dicho que ya no podría ayudarla más en los invernaderos por la nueva situación y lo que más hacia era repasar todos los cuidados que necesitaba una mandrágora y luego como hacer una poción para revivir a los petrificados. Alexa y yo habíamos intentado animarla, pero parecía algo casi imposible. Sabía que estaba contenta por poder seguir hablando con el otro gemelo Weasley, e incluso la pregunté por si estaba así por no poder hablar con él, pero ella negó y entonces empezó a explicarme todas sus dudas. ¿Por qué una estudiante de cuarto cuidando algo tan importante como las mandrágoras? ¿No había nadie mejor en todos los cursos como para hacerlo? Las miradas en la sala común no le habían sentado nada bien y se notaba en ella. Comía menos y solo estudiaba herbología, como si tuviera que demostrarle a alguien que sí que era merecedora de cuidar a las plantas chillonas. Ni siquiera se animó cuando la profesora Sprout le dijo, a finales de mayo, que las mandrágoras estaban ya perfectamente e iban a empezar a cosecharlas. Se ofreció enseguida para ayudarla, pero la profesora Sprout se negó, aunque le otorgó veinte puntos por todo el trabajo que había realizado este año cuidandolas.
Intenté animarla durante todo el día, pero nada parecía funcionar. Incluso intenté que los gemelos Weasley la hicieran sonreír en clase de Historia de la Magia, pero nada parecía que la sacaba de la cabeza las malditas plantas. Y, para colmo, en clase de encantamientos, la voz de la profesora McGonagall resonó por todo el colegio, camnbiando la calificación del día de mal a una mierda tan grande como la torre de Gyffindor.
—Todos los alumnos deben volver inmediatamente a sus salas comunes. Los profesores acudan cuanto antes a la sala de profesores. Les ruego que se den prisa.
El profesor Flitwick se levantó rápidamente de su silla y nos hizo recoger tan deprisa que tuve que llevar todas mis cosas en las manos. Como seguíamos sentadas al final de la clase, los gemelos Weasley seguían muy cerca de nosotras, así que Weasley se apresuró a ayudarme al ver que la tinta estaba a punto de caerse entre mis brazos. Desde el falso partido de quidditch nos llevabamos bastante mejor y eso era algo que hasta May había notado, pero no le había explicado porqué. Tampoco me veía capaz de decirle que me había ido con Weasley al campo de Quidditch y habíamos estado volando juntos en la escoba durante una hora. Sí, era algo que prefería guardarme para mi misma.
—Cuidado, Avery, no querrás matar a nadie —me dice cogiendo mi libro de encantamientos y la pequeña botella justo a tiempo. Meto los pergaminos de cualquier forma en la mochila y le quito el frasco de las manos, para luego hacer lo mismo con el libro, pero él me lo impide y lo aleja de mi—. De nada.
—Gracias —le digo, esperando que me devuelva el libro, pero él está ocupado mirando a otro lado y sigo su mirada, donde May está hablando con George y oigo la palabra mandrágora de nuevo, así que dejo de escuchar. No sabía que el otro también podría llegar a tener tal obsesión por la herbología, aunque después del día de hoy no había quien dudase de que esos dos eran los perfectos para ayudar a la profesora Sprout—. ¿Qué crees que ha pasado?
—Otro ataque, supongo —dice y se encoge de hombros—. Espero que no sea alguien que conocemos.
—¡Slytherin por aquí, a Gryffindor lo acompañará la profesora Sinistra! —oigo decir al profesor Flitwick y me acerco a May para que vayamos con él, pero Fred me coge del brazo antes de que nos terminemos de alejar.
—Ten cuidado —dice, para luego se ponerse totalmente rojo—. Tened cuidado.
—Gracias, Weasley —susurro, y sin entender muy bien porqué noto como mis mejillas también se empiezan a poner rojas—. Lo mismo te digo.
May me da la mano y tira de mi, que no puedo apartar la vista de Weasley. ¿Qué demonios me pasa? Sigo a May sin ni siquiera prestar atención a nada que no sea lo que acaba de pasar y, cuando llegamos a la sala común, nos pegamos a Alexa, que ya está en un ricón y Adrian la está abrazando. Ni siquiera hablamos, solo se oyen murmullos débiles en la sala común, que paran de golpe cuando el profesor Snape entra en ella.
—El expreso a Hogwarts los conducirá mañana a sus hogares —comienza a decir y los murmullos vuelven, pero se callan cuando levanta la mano—. Una alumna, Ginevra Weasley, ha sido secuestrada y ha sido llevada a la Cámara Secreta. No salgan de la sala común.
May me aprieta la mano con fuerza, y la miro. Está blanca como la nieve y entiendo porqué. Seguramente me vea igual que ella, la mocosa se había vuelto algo parecido a una amiga y que ahora le pasara eso... Abrazo a mi hermana y ella me aprieta fuertemente la túnica, como para que no me vaya. No puedo imaginarme lo que están sintiendo ahora mismo todos sus hermanos. Oh, mierda, Fred. Tiro de May rápidamente y nos metemos dentro de su habitación, a lo que ella empieza a moverse de forma nerviosa, dejando de actuar como si nada pasara.
—Tengo que... tenemos que... no puedo... por Morgana esto es... necesito... —empieza a decir y sé que está terriblemente nerviosa—. ¿Por qué ella? Es una sangre limpia, no tiene sentido.
—No lo sé —susurro y viene hasta mi lado, para volver a abrazarme, y luego vuelve a alejarse.
—Tenemos que llegar a la torre de Gryffindor —dice y la miro fijamente. Si no la conociera pensaría que se ha vuelto loca. Y entonces veo la determinación en su mirada, definitivamente se ha vuelto loca.
—Solo sabemos que está subiendo las escaleras, May, no podemos ir —le digo, intentando razonar con ella, pero niega—. Además, hay profesores por los pasillos, no podremos ni girar la esquina.
—Tenemos que hacer algo, por favor —dice y ahora la que la abraza soy yo—. ¡Trema!
—Estamos bajo el lago, ¿cómo vamos a llamar a nuestra lechuza? —las esperanzas de May se rompen en pedazos y me maldigo a mi misma por haber sido tan brusca. ¿Cómo puedo ser tan tonta?—. Venga, ayudame, vamos a intentar hechizar un trozo de pergamino, Weasley tiene mi libro, el muy idiota no me lo ha devuelto con todo este caos.
May parece que revive y se pone a buscar un trozo limpio. No tengo muy claro como hacerlo, pero sé que hay algún hechizo que permite vincular los objetos. Por eso mucha gente puede escribirse notas en clase a pesar de estar sentados bien lejos. El problema es que nunca he hecho el hechizo y, según lo que he leído, lo suyo es que los dos objetos estén cerca cuando lo haces, no lejos. Teóricamente, si tienes ambos objetos en la mente podrías hacerlo sin problemas, así que lo intento. Una y otra vez. May al principio escribe con ganas y emoción, pero según van pasando, primero los minutos y luego la primera hora, y la segunda, se desanima y ya deja de intentarlo. Se tumba en su cama y saca un montón de fotos de una caja que tiene debajo de la cama. Si las tiene escondidas supongo que no querrá que nadie las vea, incluida yo, porque el resto de sus fotos están pegadas por todas las partes de la habitación. El reloj que tiene May en la habitación va marcando el paso de las horas y no me rindo ni por un segundo, y cuando la merienda aparece en la habitación paro para comer algo, e incluso tengo que obligar a May a que lo haga. Y luego sigo. Si quiere hablar con ellos hablará con ellos. Aunque ya no sé si lo hago por mi, o por ella. Pruebo de mi formas, incluso cojo el libro de encantamientos de May para obligarme a tener bien clara la forma del objeto, pero no funciona por más que escribo en el pergamino, que está lleno de "¿Weasley?".
—Déjalo ya, April, no vas a conseguir nada —May sigue tumbada en la cama, mirando las fotos y entonces me arrastro con ella para agarrarla de la mano—. ¿Dónde crees que nos mandarán el curso que viene? ¿A Durmstrang? ¿O quizá a Beauxbaton? Creo que mamá preferirá Francia antes que Escandinavia y... bueno, al menos sabemos algo de francés.
—Encontraran a Ginevra y Hogwarts no tendrá que cerrar, ya lo verás —le digo y entonces me fijo en las fotos. May ha mejorado mucho tomandolas y muchas de ellas son del paisaje de Hogwarts, incluso hay una de los tentáculos del calamar gigante que ha conseguido sacar en mi habitación. Pero me fijo en una en especial, en el invernadero. Está sonriendo y a su lado está el otro gemelo Weasley, también sonriendo y con un calcetín de colores en la mano. Ambos llevan orejeras, así que deduzco que debe de ser de cuando cuidaban las mandrágoras. La foto está tomada de forma muy rara, por eso a veces se salen del cuadro y luego vuelven, con risas. Le cojo la foto y ella rápidamente se levanta, roja—. Creo que esta foto tiene que estar en la pared, me gusta cuando sonríes tanto. ¿Esos eran los calcetines de las mandrágoras? Tenemos que conseguir unos. ¿Le preguntaste a la profesora Sprout donde los había comprado?
—Sí, esos eran los calcetines, los compro en Hogsmeade —murmura May mientras que yo hechizo la foto para que se quede pegada a la pared.
—Lo voy a intentar una vez más, ¿vale?
May asiente y yo vuelvo al papel. Trato de concentrarme todo lo que puedo y murmuro el hechizo. La mano me tiembla cuando escribo, pero lo hago. "¿Fred?". Ambas miramos fijamente el pergamino, he tenido que coger uno limpio para poder seguir escribiendo de tantos intentos como llevaba. May suspira y se aleja, volviendo de nuevo a la cama y yo cojo el pergamino, lista para tirarlo de una vez a la basura. Inútil. Soy una inútil. Lo miro por última vez, pero sigue vacío, así que lo tiro.
—Me voy a duchar —le digo a May y ella asiente, levantandose de la cama y cogiendo el papel—. ¿Para qué lo quieres? No funciona, es inútil.
—¿Y si esta vez lo has hecho bien? —dice, y suspiro. No lo he hecho bien porque soy inútil—. ¡April!
Me giro rápidamente para mirar a mi hermana, que está sonriendo mirando el papel. Y entonces me lo tiende. Pone "¿April?". May empieza a chillar y se lanza contra el suelo para coger la pluma y la tinta y empezar a garabatear. Si lo he hecho bien deben de estar escribiendo sobre la portada del libro y como no la borren de vez en cuando no sé como van a conseguir escribir algo más.
Me siento en el suelo con May, que no deja de escribir en el papel y miro fijamente lo que pone. "¿Sabéis algo de vuestra hermana? Llevamos toda la tarde intentando hacer esto, es una suerte que Fred no le devolviera el libro a April o no hubieramos podido hacer nada. ¿Estáis bien?". La respuesta tarda poco en llegar y se nota que la letra es otra completamente distinta, así que deduzco que ha escrito el otro gemelo. "El libro estaba lleno de vuestros mensajes, no los habíamos visto porque estabamos en la sala común, acabamos de subir a nuestra habitación. Estamos preocupados por Ginny, pero confiamos en que podrán encontrarla. La profesora McGonagall nos ha dicho que nuestros padres han venido y hemos hablado con ellos.". Me aparto de la conversación lentamente, dejando que May hable todo lo que quiera con el gemelo y aprovecho para irme a la ducha. Cuando vuelvo, con el pijama ya puesto, May me tiende la pluma.
—Fred quiere hablar contigo —me dice y cojo la pluma, ella sonríe y luego coge su pijama y también se va a duchar. Supongo que es nuestra forma de dejar a la otra algo de intimidad.
"¿Weasley?" escribo en el papel y la respuesta tarda poco en aparecer: "Hubiera preferido que siguieras llamandome Fred, Avery. Gracias por tu preocupación, sabía que te vuelvo loca.". No puedo evitar soltar una risa y escribo. "Sí, me vuelves loca, pero para acabar en San Mungo. ¿Cómo estáis? ¿Sabéis algo ya de vuestra hermana?"
"Como ha dicho George antes, estamos preocupados, no entendemos como ha podido coger a Ginny, ella no ha hecho nada. Los profesores siguen sin decirnos nada."
"Espero que puedan encontrarla pronto."
"Yo también."
"Y en cuanto la encuentren me devuelves mi libro, Weasley. Limpio, por favor."
"Claro, Avery, ¿desea algo más la señorita?"
"Ahora que lo dices me encantaría un té helado, así que añadelo."
"Consideralo hecho."
Me quedo con la pluma en alto, sin saber que escribir. Me sudan las manos y no entiendo porqué estoy tan nerviosa.
"Gracias." Aparece ante mis ojos.
"¿Por qué?"
"Por preocuparte tanto, April." Mi corazón se acelera al ver escrito mi nombre. Me vuelve a temblar el pulso, y voy a escribir cuando más letras aparecen. "Nunca me hubiera esperado que fuera a ser una serpiente la que se iba a preocupar tanto por mi".
No puedo evitar sonreír. "Yo tampoco pensaba que podría ser tan insistente por obtener una respuesta de un león.". Una carita sonriente aparece en el papel y le respondo con lo mismo. Y luego aparece un tablero de tres en raya. Fred marca la cruz en el medio y empieza la partida. Siendo magos es fácil jugar en el papel porque podemos hacer desaparecer las fichas cuando es hora de moverlas, así que la partida se alarga. May vuelve y se ríe al ver que estamos jugando a las tres en raya y se une para ayudarme a ganar. Hasta que en un momento dejan de responder. May me quita la pluma y escribe directamente, llamandoles, pero no hay respuesta. ¿Habrán encontrado a Ginevra? ¿Y si la han encontrado muerta y han estado haciendo el idiota jugando al tres en raya? May sigue garabateando en el pergamino sin parar, cada vez más deprisa y ni siquiera la freno.
—Está viva —murmura de repente y se lanza sobre mi—. ¡Ginny está viva, la han encontrado, mira!
May me pega tanto el pergamino que no soy capaz de leerlo, así que lo alejo. "La han encontrado, está bien". Puede que Ginevra me cayera bien y ver que estaba sana y salva me hizo sonreír. Le quito la pluma a May y garabateo un "Nos alegramos." que es contestado por dos caras sonrientes, seguramente cada una la ha escrito un gemelo. May se levanta y sale rápidamente de la habitación para ir a la sala común, supongo que a buscar a Alexa, pero vuelve a los pocos segundos, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Va a haber un banquete especial, vamos! —dice y Alexa aparece a su espalda, sonriendo.
—¡Han encontrado a la niña Weasley, lo acaba de decir el profesor Snape, venga, April!
Me levanto de la cama de May y salgo con ellas y el resto de la casa de Slytherin hacia el Gran Comedor. Todos vamos en pijama, lo que no deja de ser algo bastante curioso de ver. Los pijamas dicen mucho de cada uno, por eso no puedo evitar reirme al ver que Orion tiene uno con pequeñas snitch, quaffles y bludgers. Los petrificados fueron llegando poco a poco y May se levantó rápidamente para hablar con la profesora Sprout al ver que todos estaban sanos y salvos. Cuando volvió lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja y diciendo que el año que viene iba a poder seguir ayudandola en los invernaderos. Por mi parte sabía que si la profesora McGonagall quería que continuara las lecciones avanzadas me lo haría llegar de inmediato, así que seguí sentada en la mesa de Slytherin, comiendo tranquilamente.
La copa de las casas se alejó rápidamente de Slytherin cuando el profesor Dumbledore anunció los doscientos puntos para Potter y Weasley pequeño, lo que sumaba cuatrocientos más a su marcador, algo que no ibamos a poder alcanzar nunca. Los exámenes se suspendieron y también se anunció que el profesor Lockhart no iba a poder volver a dar clase porque se había desmemorizado a si mismo por accidente y tendrían que ingresarle en San Mungo. El Gran Comedor estalló en aplausos ante la noticia ya que todos habíamos acabado viendo que el tipo era un completo inútil.
Mi mirada se desvía más de una vez a la mesa de Gryffindor, buscando a los gemelos. O más bien a un gemelo. Que una de las veces me pilla mirandole y levanta un vaso. Té helado. No puedo evitar reírme y May me mira raro, pero luego mira a la mesa de Gryffindor y ella también se ríe. Supongo que ha visto a Weasley moviendo el vaso. Ginevra, por su parte, no había aparecido por ningún lado, así que suponía que se encontraría en la enfermería, descansando. Quizá podría pasarme al día siguiente y llevarla unas ranas de chocolate.
La fiesta se alargó durante toda la noche y casi todo el mundo estaba disfrutando de ello. Draco parecía un poco amargado, sentado en su sitio y sin reírse y sin hacer nada, por mucho que intentamos hacerle mover el culo del asiento, no hubo manera. Ni siquiera cuando el profesor Dumbledore decidió poner música, que en esos momentos Draco nos bufó y se fue del Gran Comedor entre nuestras risas. Alexa sí que se unió a nuestro baile, junto a Adrian que no se separaba de ella. Ella solo reía y le abrazaba de vez en cuando, pero no se daba cuenta de como la miraba. Adrian estaba coladito por Alexa y ella estaba en las nubes.
May también se había dado cuenta y en uno de los momentos en los que estaban más distraídos bailando, tiró de mi para que nos alejasemos de ellos un poco. Y Adrian nos sonríe cuando se da cuenta de que no estamos. May bosteza y no puedo evitar reírme.
—Vamos a dormir, anda —le digo y ella asiente.
Salimos del Gran Comedor con los brazos enlazados, riendo. Hogwarts no cierra, esta ha sido una fiesta estupenda y todo el mundo está bien, incluidos los sangre sucia. No, los nacidos de muggles. Tenía que seguir trabajando con Ginevra para corregir eso.
—¡Avery! —a mitad del pasillo, ambas nos giramos para mirar a los gemelos Weasley, que nos han llamado a la vez. May se revuelve a mi lado y la suelto para que avance hacia ellos. Mira en todas direcciones antes de acercarse al otro gemelo, pero cuando lo hace, le abraza. No sé que le dice, pero él se pone totalmente rojo y la coge por la cintura. Aparto la mirada porque parece un momento demasiado íntimo, algo entre ambos. Sin duda en el invernadero están estrechando lazos.
—Sigo pensando que hacen buena pareja —me dice Weasley y pongo los ojos en blanco.
—Ya le gustaría a tu hermano que May se fijase en él —me giro para mirarle.
—Ya le gustaría a tu hermana que George se fijase en ella —levanto una ceja y me cruzo de brazos. Tengo que levantar un poco la cabeza para poder mirarle a los ojos porque ya me saca un trozo considerable, parece que ha crecido aún más en estos meses en los que no hemos podido vernos de cerca—. Gracias, de nuevo. Tu té, por cierto.
—Vaya, no esperaba que me lo fueras a dar —murmuro, cogiendo el vaso y él se encoge de hombros. Doy un sorbo y está realmente bueno, los hielos se mantienen sin derretirse y está a la temperatura perfecta—. Realmente refrescante.
—He hechizado los hielos para que no se derritan y lo conviertan en agua —dice y le miro fijamente.
—Todo un detalle, Weasley, piensas en todo —digo y él sonríe—. ¿Qué tal tu hermana?
—Harry y Ron fueron a la cámara de los secretos y la rescataron, menos mal que llegaron a tiempo, ahora está en la enfermería, recuperandose. Supongo que Madame Pomfrey la dejará salir pronto —dice y asiento. Mañana me levantaré pronto para ir a saludarla. Aunque bueno, no es como que no me vaya a levantar pronto de todos modos.
—Me alegro —le digo y nos quedamos callados.
—Te devuelvo el libro mañana, con la emoción me lo he dejado en la habitación —dice y luego mira de nuevo a nuestros hermanos, y le imito. Siguen abrazados—. No sabía que se llevaban tan bien.
—Por lo visto han estado cuidando mandrágoras juntos —le digo y él me mira extrañado—. ¿No lo sabías?
—George no me ha dicho nada —dice, frunciendo el ceño, pero pronto lo relaja y se encoge de hombros—. Sus razones tendrá.
—May tampoco me dijo nada, se le escapó cuando peleabamos.
—Eso explica porqué jugastéis tan mal contra Ravenclaw.
—Fue un partido horrible —le respondo y él se ríe, dandome la razón. Vuelvo a mirar a May y suspiro. El gemelo la abraza todavía por la cintura, tiene los ojos cerrados y de vez en cuando mueve una de sus manos en círculos en su espalda—. Voy a separarlos antes de que los vea alguien o se acaben fusionando.
—¿Por qué no pueden verlos juntos? —Weasley me frena antes de que vaya hacia ellos, sujetandome del brazo—. ¿Tan terrible sería que nos vieran juntos?
—¿Estás de broma? —le pregunto, sin saber si va en serio o no. ¿Cómo no se ha podido dar cuenta todavía?—. Claro que sería terrible, Weasley.
—Ya decía yo que era demasiado extraño que una serpiente se preocupara tanto por nosotros —le oigo murmurar y me suelta, pero entonces le agarro yo de la mano, sujetandole para que no se vaya. Él me mira, extrañado. Sí, yo también me extrañaría si le doy la mano de repente—. ¿No querías que no nos vieran juntos?
—Weasley... —le digo, pero el frunce el ceño, así que suspiro. ¿Por qué no quiero que esté molesto conmigo?—. Fred, no seas así.
—¿Intentas ablandarme, Avery? —dice, y sonrío un poco.
—¿Funciona? —ojalá que sí.
—Puede —dice, y veo un atisbo de sonrisa, que borra de nuevo para estar serio—. ¿Por qué no quieres que nos vean juntos?
—Es complicado —murmuro y él asiente.
—Tengo tiempo, venga —dice, y tira de mi hasta que me lleva dentro de una clase y cierra la puerta, todavía sin soltarme la mano— Venga, cuenta.
—No es tan... no puedo —digo, no hay forma de que le explique lo que puede pasar. No sin exponer todo. No puedo hacerlo. No puedo contarle la verdad porque me estaría abriendo a él y no puedo abrirme a él, no ahora. No, nunca.
—April...
Fred se acerca, quizás demasiado y se me acelera el corazón. Pero retrocedo hasta la puerta lo que nuestras manos todavía juntas nos dejan. No puedo hacer esto, no ahora. No puedo contarle la verdad, nunca podré hacerlo. Es un traidor a la sangre, nunca lo entendería. Sus costumbres son distintas. Le suelto la mano lentamente y me arrepiento en seguida, pero tengo que hacerlo. Esto no va a ningún lado. Nunca podría ir a ningún lado, todo por los estúpidos apellidos.
—Por favor, dile a tu hermano que si quieren ser amigos que lo hagan a escondidas, por favor —le pido y abro la puerta para ir a buscar a May. Que por fin ha soltado a George y ambos están hablando tranquilamente—. Vamos a dormir, venga, estabas a punto de quedarte dormida en el Gran Comedor.
—¡Pero no tengo sueño! —dice ella, protestando y cuando me ve suspira—. Está bien. ¡Ya hablaremos en el invernadero, George!
Cojo a May antes de que vuelva a abrazarle y no le suelte y paso por delante de Weasley sin atreverme siquiera a mirarle. May me mira con curiosidad, pero niego. No quiero hablar ahora y ella lo entiende, me pasa el hombro por los brazos y llegamos así hasta la sala común.
—Gracias —me susurra y le revuelvo un poco el pelo cuando entra a su habitación. Para que salga a los pocos segundos—. Toma, esto es tuyo.
—Ya puedes tirarlo, no es necesario —le digo y ella niega.
—Habla con él, sé que quieres —insiste ella y la que niega ahora soy yo—. April, deja de ser tan cabezota.
—Cogelo tú y aprovecha para hablar con tu amigo —le digo y me doy la vuelta. De verdad que quiero coger el pergamino y seguir hablando con Fred, pero es complicado. Tan complicado como lo que quiere hacer May con George. ¿Por qué el sombrero iba a querer mandarme a Gryffindor con lo cobarde que soy?
***
—Veo que te encuentras bien, Ginevra —entro a la enfermería a primera hora de la mañana, en cuanto Madame Pomfrey me deja. A penas he dormido un par de horas, pero me cuentro bien.
—¿Cuántas veces te voy a tener que decir que no me llames Ginevra? —me dice, de brazos cruzados, así que saco las ranas de chocolate de los bolsillos. Se las he robado a May, pero ella no tiene porqué saberlo—. ¿Me has traído ranas?
—Estás en la enfermería, ¿no? Leí en algún lugar que el chocolate era bueno para cuando estás débil —le digo, dejandoselas sobre la mesilla que tiene al lado y ella coge una inmediatamente después—. ¿Cómo te encuentras?
—Mucho mejor, gracias, April —me dice, con una sonrisa que no parece la misma niña que conocí en Navidades—. ¿Quieres saber qué pasó?
—Solo si tú me lo quieres contar —le respondo y ella asiente.
—Confío en ti —dice sonriendo y siento un pequeño calor en las mejillas. Ginevra se sienta mejor en la cama y abre su rana de chocolate—. Vaya, otra vez Dumbledore, bueno, se lo daré a Ron. ¿Recuerdas el diario?
—¿Ese que no dejabas de escribir?
—El mismo. Resulta que no solo era un diario, si no que estaba hechizado para contestar. No sé que me hizo, pero... —Ginevra baja la voz y se inclina sobre mi— fui yo quien atacó a toda esa gente.
—¿Qué? —le pregunto, y creo que no he abierto más los ojos en mi vida. Ella asiente y suspira—. Pero, ¿cómo?
—Me hechizó supongo, no recuerdo nada, solo que había días que tenía plumas de gallo en la túnica o pintura o había habido un ataque y no sabía donde había estado —sigue contando y entonces baja aún más la voz—. El director Dumbledore le ha dicho a mis padres que ha sido Quien-Tu-Ya-Sabes, pero no sabe como lo ha conseguido hacer porque sus últimas fuentes dicen que está en Albania.
Me caigo de la silla. Directamente. Ginevra se asoma por la cama y me mira desde arriba. Sé que me dice algo, pero no entiendo qué. El Señor Tenebroso ha sido quien la ha hecho esto. El año pasado atacó a Potter y ahora esto. No soy tonta. No tengo ni un pelo de tonta. He oído muchas veces a padre diciendo que ojalá volviera. He oído al señor Mafoy diciendo lo mismo. Las grandiosas cosas que ocurrirían si el Señor Tenebroso volviera. Lo bien que se iba a quedar el mundo mágico. Lo que pasaría con los traidores a la sangre. No quiero que les pase eso a Ginevra o a Fred. Weasley.
—¡Avery! —Madame Pomfrey me sacude y vuelvo en mi—. ¿Has desayunado? No tienes buena cara, podrás ver a la señorita Weasley después de desayunar. Tomate esto en cuanto acabes de comer algo, por si te mareas, ¿vale?
Asiento y salgo despidiendome de Ginevra con un sencillo gesto. No voy al Gran Comedor, voy directa a la biblioteca después de tomarme lo que me ha dado Madame Pomfrey. Me despierta inmediatamente y me pongo a buscar todo tipo de libros de Defensa Contra las Artes Oscuras. Ya que no vamos a tener más clases de la asignatura en lo que queda de curso pienso aprender por mi cuenta. Tengo que aprender para poder proteger.
_______________________________________________________________
Madre mía las ganas que tenía de subir capítulo ofnasknddnjqwndqkjwd es que no puedo con mi vida.
Venga, ¿apuestas de qué va a pasar? Por cierto, como yo esto lo escribo sobre la marcha pues hay cosas que ahora me están dando problemas, así que os informo del cambio. Capítulo 44, conversación entre April y Fred después de todo lo de Orion en el Callejón Diagon, para poneros en contexto. Bueno, que va el fragmento que he cambiado porque no quiero que os paséis por ese capítulo porque es uno de los peores de todo el fanfic.
—¿Dónde fue nuestro primer beso? —le pregunto, mirandole a los ojos. Solo somos dos personas las que sabemos donde pasó.
—En la torre de Astronomía, después de comer juntos —dice, sin apartar la mirada de mi—. ¿A qué viene esto?
—¿Qué pasó allí dentro? —Fred avanza hasta que se pone a mi lado, casi pegado a mi. Puedo contar sus pecas como aquella noche.
—Estabamos así de cerca, abrazos en el suelo —empieza a decir—. Estabas muy preocupada por May y George y por lo que pasaría cuando supieran que May no tenía elección, como tú. Nos dimos los regalos de Navidad y... Acabamos así.
Fred se agacha hasta que llega a mis labios.
Y eso sería todo de anuncios de cambios. Es el problema de no tener todo planeado, que no sabes que va a pasar exactamente jajajaja ̶M̶e̶ ̶q̶u̶i̶e̶r̶o̶ ̶m̶o̶r̶i̶r̶ ̶c̶o̶n̶ ̶e̶s̶t̶o̶
Vale y ahora otro anuncio. Si me seguís pues sabréis que se me está yendo la pinza y que estoy escribiendo otro fanfic en lugar de hacer mi TFM. Vale, pues que en cuanto consiga hacer una portada más o menos decente, redacto la sinopsis y empiezo a subir capítulos. Lo único que voy a avanzar es que la protagonista se llama Atria, lleva en mi cabeza desde el 30 de mayo y que madre mía como quiero a mi nueva hija y espero que vosotras la adoréis tanto como lo estoy haciendo yo.
AH Y LO ÚLTIMO
JK podrá ser quien haya creado Harry Potter, pero como ha dicho Daniel Radcliffe hoy, las mujeres trans son mujeres. Y punto.
Ah, y también otra cosa, no dije nada la semana pasada no sé muy bien porqué, sinceramente, no hay excusa.
Black lives matter.
Nada más que decir, nos vemos el domingo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top