Capítulo 61

Presente

Muriel estaba cada día más enfadada porque estabamos allí —y no ayudaba que los gemelos hubieran seguido con su tienda vía lechuza—, pero tenía que aguantarse porque era su familia. Aunque no dudaba ni un segundo en ponernos verdes tanto a Fleur —que ni siquiera estaba presente como para defenderse— como a mi. Todos los días tenía una crítica completamente diferente y no callaba ni debajo del agua. Por supuesto, la señora Weasley ni siquiera se molestaba en defendernos de su tía, solo apretaba los labios como si quisiera decir algo y finalmente se iba de la habitación donde estuviera. Lo más gracioso fue cuando se negó a que Bill y Fleur durmieran juntos cuando vinieran con nosotros, a pesar de estar casados desde hacía meses y Ginny trató de defenderlos sin tregua, pero no tuvo suerte. Muriel se negaba a que tuviera una habitación para ella sola y, al final, acabamos preparando una habitación para las tres porque no confiaba en Fleur ni en mi. Todos los días se aseguraba de dejarme claro que estaba destrozando —como si me importase— mi vida por estar con George y ni siquiera me dejaba ayudarles con los envíos de Sortilegios Weasley. Ni siquiera conocía mi apellido, pero estaba claro que en el momento en el que lo hiciera iba a ponerme aún más verde.

El día de mi cumpleaños fue también un completo desastre. Me había pasado todo el día anterior escondida en mi habitación y no había ido a comer. Era el cumpleaños de April y no estabamos juntas por primera vez en veinte años. No sabía donde estaba, si estaba bien o que había pasado con ella. George intentó animarme, pero en cuanto Muriel descubrió que estaba en la habitación trató de hechizarle gritando multitud de cosas que prefería no recordar. Y a la mañana siguiente seguía de mal humor y no nos dejaba ni acercarnos. Por eso me había escapado a los jardines de la casa y me había escondido entre unos arbustos. Creo que incluso me había mordido alguna hormiga o algo porque tenía picaduras en los brazos. O quizá habían sido las zarzas. Fleur hizo una flan aux pommes que sin duda fue lo único bueno del día, además de su mudanza, por fin, a casa de Muriel. No quería celebrar mi cumpleaños si April no estaba allí conmigo.

El día también fue un caos porque poco tardaron en llegar los rumores de que Harry, Ron y Hermione habían entrado en Gringotts y habían salido a lomos de un dragón. Charlie por supuesto no pudo estar más contento con la noticia de la liberación del dragón y, si lo hubieramos sabido antes, le hubieramos dicho que contase más cosas de dragones ya que eso fue lo único que consiguió que Muriel saliera corriendo cada vez que nos veía. Por supuesto la cena solo consistió en dragones hasta que Muriel desapareció y pudimos volver a hablar de cosas normales, pero nos aprovechamos de ello al día siguiente. Dragones en el desayuno, dragones en la comida, en la merienda y en la cena. Nunca me lo había pasado tan bien aprendiendo cosas de ellos hasta que la anciana salía corriendo, harta de oirnos hablar de lo mismo. Y como se había ido George y yo aprovechamos para estar un rato juntos y a solas en los jardines. Aunque a solas relativamente ya que Bill y Fleur también estaban aprovechando los momentos de tranquilidad. Ginny se había pegado a Luna y Dean, que también se habían mudado con nosotros el día anterior y los señores Weasley se encontraban dentro de la casa, con el señor Ollivander. Fred, por su parte, deambulaba por el jardín y de vez en cuando se dedicaba a molestar solo porque sí, lo que llevó a muchos gritos de Bill y alguna maldición en francés por parte de Fleur que solo conseguí entender a medias y hubiera preferido no entenderla.

—¡Están en Hogwarts! —Ginny llegó corriendo hasta nosotros y tuvo suerte de que pasara Fred por ahí porque se ahorró un viaje—. ¡Harry, Ron y Hermione están en Hogwarts! ¡Tenemos que ir, vamos! ¡Luna y Dean ya se han ido hacia Cabeza de Puerco, vamos, tenemos que irnos ya!

—¡Voy a por Lee! —dice Fred, sonriendo de oreja a oreja. Cuando habíamos venido hasta casa de Muriel parecía contento, pero según fueron pasando los días empezó a estar enfadado de nuevo y, ahora, esto. Quizá le animaba la idea de pelear—. ¡Nos vemos en Cabeza de Puerco!

Fred se desaparece y George y yo nos levantamos del suelo rápidamente para desaparecernos también. Ginny le da la mano a su hermano y pronto la desaparición conjunta nos lleva a mitad de la taberna, donde Abeforth protesta.

—Vendrán más, no te quejes tanto —le dice George y él bufa.

Fred y Lee tardan poco en aparecer y nos metemos por el cuadro que hay encima de la chimenea, con Ginny a la cabeza, guiandonos. El camino es algo largo, pero no importa porque estamos volviendo a Hogwarts. A luchar. Por fin voy a poder ser útil. Quizá si conseguimos liberar Hogwarts...

—¡Entonces dejanos ayudar! —la voz suena demasiado cerca, pero todavía no vemos nada, a pesar de que debemos estar llegando—. ¡Queremos tomar parte en ello!

Ginny empuja una pared y la luz me deslumbra. No es lo mismo un Lumos que la luz natural y tengo que pestañear un poco para poder ver de nuevo. Harry está parado en mitad de la sala de los menesteres, mirando a Ginny totalmente embobado y Ronald y Hermione estaban a su lado, mirandonos.

—Abeforth está enfadado —dice Fred, como si fuera lo más normal del mundo estar allí—. Dice que quiere dormir y que hemos convertido su bar en una estación de trenes.

—Me llegó el mensaje —dice alguien a nuestra espalda y reconozco a Cho Chang de haber jugado contra ella. Buscadora de Ravenclaw desde mi quinto año. No era mala.

—¿Cuál es el plan, Harry? —le pregunta mi novio, también como si nada y él parece totalmente ido.

—No hay ningún plan.

—Lo haremos a medida que vamos progresando, estupendo, esos son los mejores planes —dice Fred y sonríe. Ojalá April estuviera aquí ahora y no en el otro lado.

—¡Tenéis que detener todo esto! —le grita de pronto Harry a Neville y se desata el caos. Hay muchas conversaciones paralelas de golpe, así que aprovecho para saludar a Hermione desde la distancia y ella sonríe, para luego volver a hablar con Harry y Ronald. Los tres se apartan unos minutos mientras que el ruido de la sala sigue subiendo y subiendo, llegando más y más miembros del ED—. ¡Está bien! Podréis ayudar. Estamos buscando algo que nos ayudará a derrotar a Quien-Vosotros-Sabéis. Está aquí, en Hogwarts, pero no sabemos donde. Creemos que perteneció a Ravenclaw. ¿Alguien ha oído hablar de ello? ¿Algún objeto relacionado con la casa de Ravenclaw?

—Bueno, está la diadema perdida—dice Luna tranquilamente— te hablé de ella Harry, ¿lo recuerdas?

—Está perdida, Luna, por eso es la diadema perdida —le responde otro chico que creo que es de Ravenclaw, pero no recuerdo su nombre.

—¿Cuándo se perdió? —Harry está impaciente, y lo demuestra al hablar. ¿En qué estaban metidos?

—Dicen que hace siglos, el profesor Flitwick dice que desapareció junto con la misma Ravenclaw. Mucha gente la ha buscado, pero nadie ha encontrado rastro de ella —dice Chang, desanimando a Harry. Vuelve a haber comentarios por toda la sala, supongo que intentando pensar algo más que pueda haber. Si April estuviera aquí ella sabría qué decir—. Si quieres verla te puedo llevar a la sala común de Ravenclaw para que la veas. Tenemos una estatua de Ravenclaw que la lleva puesta.

Chang se levantó, pero se tuvo que volver a sentar cuando Ginny dijo —o gruñó mejor dicho— que sería mejor que Luna le acompañara a la sala común de Ravenclaw y no tardaron en irse. La sala de los menesteres empezó a llenarse por toda la gente que había respondido a la llamada de los galeones encantados. Pronto estabamos reunidos con Angelina, Katie, Alicia e incluso Wood, que no estaba hablando de quidditch. No sabía donde estaba Alexa, pero ella no tenía un galeón encantado que le permitiera saber que la batalla iba a comenzar en Hogwarts, así que hice el encantamiento patronus para avisarla. El pequeño colibrí salió disparado por las ventanas en busca de mi amiga, que esperaba que siguiera viva y a salvo. Hermione y Ronald dijeron algo de un baño y salieron corriendo de la sala de los menesteres, sin esperar a Harry ni nada.

Los señores Weasley no tardaron en llegar junto a Charlie, Bill y Fleur, al igual que Remus y Kingsley. La Orden del Fénix también estaba llegando a Hogwarts y, cuando Harry volvió con Luna, se quedó totalmente confuso al ver a tanta gente allí dentro. Lupin se acercó hasta Harry y empezó a hablar con él, para que luego tuviera que gritar cuando George le preguntó que que hacíamos.

—Están evacuando a los más pequeños y todo el mundo se está reuniendo en el Gran Comedor para organizarse. Vamos a luchar.

El caos fue instantáneo y todo el mundo salió corriendo lo más rápido que pudo para ir a prepararse. Yo lo intenté, irme con todos ellos para poder empezar a proteger el castillo, pero George me agarró y me impidió irme.

—¡Eres menor de edad! —oigo gritar a la señora Weasley y cierro los ojos—. ¡Los chicos sí, pero tú te vuelves a casa con tía Muriel!

—¡No quiero! —le grita Ginny de vuelta y me giro para ponerme a su lado. Claro que se quiere quedar—. ¡Pertenezco al Ejército de Dumbledore!

—¡Sois unos adolescentes!

—¡Un adolescentes que plantaron le plantaron cara cuando nadie más se atrevió a hacerlo! —le responde Fred y sé que ha cometido el error de llamar la atención de la señora Weasley cuando su furia se dirige hacia él.

—¡Tiene dieciseis años! —le grita—. ¡No es lo suficientemente mayor! Y no entiendo en qué estabáis pensando cuando la habéis traído. ¡Los tres! ¿No pensáis? ¡Es menor de edad! Esperaba que tuvieras algo más de cabeza, May.

Y la bronca había llegado, aunque había sido mejor de lo que esperaba. Bill interviene y Ginny casi empieza a llorar. Sé porqué se quiere quedar, por su familia. Porque no puede ir a casa mientras todos ellos están luchando y no saber si están bien o les ha pasado algo. Al final acaba aceptando irse, y cuando lo va a hacer alguien más aparece por el túnel. Pelirrojo, alto, con gafas.

—¿He llegado tarde? Me acabo de enterar, yo... yo...

Apriento la mano de George y aprovecho que Fleur inicia una conversación con Remus y me voy con ellos. El pequeño Teddy aparece en la foto, con el pelo turquesa y me esfuerzo por no cotillear la conversación de todos los Weasley, a pesar de que es casi imposible. Hasta que oigo algo que me hace mirarle.

—La cordura empezó a llegar hace bastante tiempo, casi salgo corriendo cuando me encontré a April en el ascensor del Ministerio —no puedo evitar acercarme y ponerme al lado de George, escuchando—. Pero encontrar una salida es casi imposible, encarcelan a los traidores a cada momento. Conseguí establecer contacto con Abeforth y me sopló hace diez minutos que Hogwarts estaba a punto de entrar en batalla.

—¿Viste a mi hermana? —le pregunto, sin más. Es lo que más me interesa ahora. Él me mira raro, pero asiente.

—Me dijo que estabas muerta —dice y asiento, como si nada.

—Se lo dice a todo el mundo, no te preocupes. ¿Cuándo la viste?

—En marzo —responde y vuelve a mirarme—. ¿Cómo puedes estar viva? April estaba convencida de que te había matado ella misma.

—Fingió mi muerte, ha debido de funcionar porque nadie me ha encontrado —le respondo y George me aprieta la mano.

—Aclarado eso, ahora es cuando tenemos que seguir a nuestros prefectos para que nos dirijan en estos momentos tan duros —dice y creo que trata de imitar a Percy ya que él niega—. Vamos ya al Gran Comedor o todos los buenos mortífagos estarán cogidos, venga.

Salgo corriendo junto a mi novio y su familia para ir hasta el Gran Comedor. El techo encantado nos da cobijo a todos, estudiantes actuales y antiguos mientras que la profesora McGonagall cuenta como va a ser la evacuación. Miro a la mesa de Slytherin, donde había querido ir desde un principio, buscando a Draco, a Daphne, a Astoria. Los tres están sentados cerca, lo suficiente como para que pueda sonreír y saludarles. Daphne empieza a llorar y se levanta de la mesa, pero Draco tira de ella para que vuelva a sentarse. Él solo me mira y niega, como si estuviera decepcionado de que estuviera aquí y supongo que lo dice por April. Que sigue entre los mortifagos y en cuanto me vean sabrán que es una traidora.

—Tienes que ayudarme a cambiar mi aspecto —le susurro a Fred mientras que la profesora McGonagall empieza a discutir con los alumnos sobre quien puede quedarse y quien no.

—¿Qué más da? Malfoy te ha visto, avisará a los mortifagos —responde y le pego en el brazo.

—Draco no va a decir nada, imbécil, ya sabía que estaba viva —Fred se frota el brazo, como si le hubiera dado muy fuerte, pero probablemente haya sentido que eran cosquillas—. Por April, si me ven no sé que pueden llegar a hacerla.

—No te voy a cambiar de aspecto —dice y se gira para hacer que está escuchando a la profesora McGonagall.

—¡Fred! —protesto y él niega.

—Eres lo único que queda para que April vuelva en sí, si no te ve nunca volverás a estar con ella, ¿es lo que quieres? Porque yo necesito volver a verla, May, no voy a cambiarte para que no te reconozca.

No puedo responderle ya que una voz llena todo el castillo. Retumba en las paredes del Gran Comedor, causa un silencio inmediato. Y sé quien es, es imposible olvidar la voz del Señor Tenebroso, a pesar de que solo la había escuchado una vez toda mi vida, casi tres años atrás.

—Sé que os estáis preparando para luchar, pero vuestros esfuerzos son inútiles. No quiero derramar ningún tipo de sangre mágica. Entregadme a Harry Potter y nadie saldrá herido. La escuela quedará intacta, seréis recompensados. Lo único que tenéis que hacer es entregarme a Harry Potter. Tenéis hasta medianoche.

El silencio se mantiene durante unos minutos. Hasta que alguien se movió en la mesa de Slytherin. La tonta de Pansy Parkinson.

—¡Está ahí, cogedle!

El Gran Comedor reaccionó. Primero se levantaron Gryffindors, luego Hufflepufs, Ravenclaws y, finalmente, mi casa se alzó. No todos, por supuesto, pero si una gran parte que me hizo sentir aliviada. Y más cuando vi a Dapnhe y Astoria entre las personas que se levantaban para defender a Harry. Ellas también habían estado en el ED, ayudando.

—Gracias, señorita Parkinson, avandonará el colegio la primera, junto al resto de su casa —dijo la profesora McGonagall.

—¡Y una mierda! —le gritó Daphne y se subió a la mesa—. ¡Y una mismisima mierda que no me vais a dejar luchar!

—¡Esa boca, cómo te oiga tu madre te deshereda! —le grito y luego me río, como hacen algunos de los Slytherin que también están de pie.

—¡Pues que me desherede, yo me quedo a luchar, y sé que más de uno de mis compañeros también lo hará!

—¡Cómo queráis, pero id yendo, ya mismo! —le grita la profesora McGonagall y la mesa de Slytherin empieza a vaciarse poco a poco. No quedan muchos, pero si que se queda gran parte de los mayores de edad—. ¡Id en orden, por favor, Ravenclaw, Hufflepuf y Gryffindor! ¡Ningún menor de edad se queda, Creevey! ¿Cuántas veces voy a tener que repetirlo?

Salgo corriendo hacia Daphne para abrazarla por lo que acaba de hacer. Y ella empieza a llorar en cuanto la abrazo.

—Me dijeron que estabas muerta —solloza y la aprieto más fuerte—. Que April te había matado y que estaba con los mortifagos.

—Estoy bien, viva —le digo y le limpio las lágrimas como puedo ya que no para de llorar—. April está con ellos, esa parte si que es verdad, pero lo hizo para que pudiera escapar de Orion.

—¡La última vez que te vi llevabas túnica de novia! —chilla ella y vuelve a llorar, esta vez creo que de risa y pura histeria. Sin duda esto está siendo un cuadro porque yo también empiezo a reírme y a llorar a la vez.

—¡May! —el abrazo me llega por la espalda, de golpe y Daphne chilla y vuelve a reírse. Alexa me abraza por la espalda, chillando como loca por abrazarme y como puedo me giro y le devuelvo el abrazo. Adrian está todavía entrando en el Gran Comedor, sonriendo mientras que se acerca—. ¡No podía creermelo cuando he visto el patronus, no me lo enseñaste!

—Hemos venido a defender el castillo —dice su novio cuando llega y se une al abrazo.

—¿Dónde está April? ¿Ya ha salido a poner defensas o qué? —pregunta Alexa alejandose un poco y niego.

—Es complicado, no sé donde está, pero está con nosotros, ¿vale? Por mucho que la veas con los mortifagos no la ataques, ¿entendido?

—¿Qué? —dice, confusa y suspiro. Esto es largo de explicar y ni siquiera yo entiendo nada de lo que ha hecho mi hermana en realidad.

—¡May, vamos, trae a tus amigos y nos vamos ya! —me grita George y les hago un gesto para que vengan. Tenemos un castillo que defender, ya se lo explicaré luego.

—De verdad, te lo contaré luego, ¿vale? —insisto y Alexa al final asiente.

—Pucey, Travers id con Lupin a los terrenos —ordena George y ambos asienten. Abrazo a Alexa antes de que salga corriendo detrás de Remus y luego mira a Daphne—. Greengrass vete con F...

—May conmigo —dice Fred, apareciendo de la nada e interrumpiendo a George—. Quedate con su amiga y yo me llevo a tu novia para evitar que hagas alguna locura.

—Pero...

—No te preocupes, le protegeré —le digo a George, para besarlo rápidamente—. Nos vemos luego, ¿vale?

—¡Tened cuidado! —nos grita cuando salimos corriendo junto a Lee y ¡un pequeño grupo de estudiantes. No tardamos en tener que enfrentarnos al primer problema, un pasadizo oculto tras una de las estatuas que la profesora McGonagall había movido para proteger el castillo. Es un pasadizo estrecho y somos demasiados para estar aquí enfrente.

—¡Es una noche estupenda! —dice Fred y Lee se ríe a pesar de que el castillo acaba de temblar.

—¿Dónde hay más pasadizos, Fred? —le grito—. Aquí somos demasiados y hay más puntos en el castillo que cubrir.

—¡Lee te quedas a cargo, vamos May!

Parece que Fred tiene una idea de qué otro pasadizos hay en el castillo y vamos subiendo las escaleras poco a poco. Todo tiembla y por las ventanas se pueden ver perfectamente todo lo que nos viene encima. A mitad de camino se nos une Percy y los mortifagos no tardan en entrar al castillo. April está cada vez más cerca. La guerra acaba hoy.

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O dentro de tres semanas ups.

Quizá me empiezo a plantear subir dos veces en semana y entonces en lugar de saber que pasa en los capítulos del 14 y 21 de junio podríais sabelo los días 3 y 7 de junio....... pero decidme si queréis eh. Si es un sí que os parece....... ¿miércoles y domingo?

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