Capítulo 60

Presente

Sin duda alguna haber distraído a Orion mientras que el señor Weasley escapaba no había sido buena idea porque no me dejaba en buen lugar. Bueno, llevaba sin estar en buen lugar meses, me dejaba en peor lugar. Le había dicho al señor Weasley que fuera a buscar a toda su familia, enseñandole la marca para que viera la gravedad del asunto y luego salí del despacho para buscar a Orion, bajo la excusa de que no se encontraba en el despacho cuando la marca empezó a arder. La última orden de Bella había sido que si nos llamaban por la marca teníamos que coger al señor Weasley y no dejar que escapase. Y lo primero que había hecho yo era dejar que escapase, si se enteraban de la tortura no me libraba nadie. Aunque bueno, no es que hubiera habido mucha vigilancia para evitar que se fuera porque Orion no estaba en su puesto y yo había pasado olímpicamente de las órdenes.

—¿Otra vez? Ya te he dicho que le vi hace un rato muy largo, dijo que iba a buscar no sé qué papeles y no volvió, quizá sigue en el Ministerio —le digo a Orion, pero no parece nada convencido y se cruza de brazos.Nunca ha sido muy listo, pero como ahora le han puesto al mando se cree que tiene algo más que una neurona.

—¿Y no sabes que papeles pueden ser?

—¡Pues algo de jefes, no tengo ni idea, solo relleno estúpidos papeles, ni siquiera puedo salir de la oficina esta! —le suelto, tengo la adrenalina por las nubes y lo único que puedo pensar es en como salvarme esta vez.

—¡Eres una inútil, tienes una misión, sencilla, todas las facilidades del mundo y no has podido hacerlo! —dice y no puedo evitar reírme.

—Mira quien fue a hablar, tu mesa está casi en la puerta, ¿dónde estabas cuando ha salido? —le respondo, ya enfadada. Llevamos discutiendo tres minutos y no pienso perder más el tiempo porque, contra más tarde, peor va a ser—. Me voy a ver a Bella, algo ha tenido que pasar y alguien tendrá que informar de lo que ha pasado aquí.

—¿Quieres que te maten?

—Tú estás al mando, no yo, solo sigo tus órdenes, a quien se le va a caer el pelo es a ti —le digo y vuelvo al despacho del señor Weasley para recoger mi chaqueta. Orion me ha seguido y ahora se pone delante de la puerta, impidiendome salir—. Fuera de mi camino, tengo que hablar con Bella.

—¿Acaso sabes donde está?

—¿No sabes leer la marca, o qué? —le suelto, totalmente de cachondeo, pero cuando veo que se remanga el brazo no puedo evitar reírme. Es un imbécil y no tiene ni idea de nada. Así que si ahora me invento una historia él se la creerá a pies juntillas—. Mira, no sé como has podido llegar a ningún lado cuando nos han llamado, pero si la miras, dependiendo de donde apunte la lengua de la serpiente te dice donde es.

—¿Y cuáles son los lugares? —dice, frunciendo el ceño y niego.

—Si no han confiado en ti con la información de la ubicación no te puedo decir nada, lo siento —le digo y aprovecho que sigue a lo suyo me cuelo por debajo del brazo—. ¡Vigila a todos los que están aquí, al menos!

Salgo casi corriendo del departamento para meterme en el ascensor y salir a la planta principal, donde están las chimeneas. Supongo que sigo teniendo autoridad para llegar a la mansión Malfoy con polvos flu, así que enseño mi marca a Travers, que está allí parado y me meto dentro de la chimenea. Nunca le he dicho que Alexa es mi amiga, solo que fuimos compañeras de cuarto y él, como bobo, solo asintió. Estaba claro que la inteligencia de mi amiga había sido heredada por parte de madre porque, si la hubiera heredado de él, dudo que hubiera llegado si quiera a Hogwarts. Me soprende que le sigan diciendo cosas que hacer, la verdad.

—Mansión Malfoy —digo en voz alta y lanzo los polvos flu contra el suelo. Cierro los ojos fuertemente y las llamas me llevan hasta la mansión. Abro los ojos cuando vuelvo a sentir el suelo y todo está lleno de cristales.

El señor Malfoy está junto a la chimenea, inconsciente, Draco se está tapando la cara con las manos y puedo ver un poco de sangre, Cissy está buscando algo y Bella está chillando, desquiciada. Aunque eso no es algo que la aleje de su estado natural.

—¿Qué ha pasado? —digo, saliendo de la chimenea y me acerco a Draco, agachandome para verle mejor. Muevo la varita, aunque me tiembla un poco la mano y consigo curar sus heridas sin sacarle ningún ojo. Parece que voy mejorando.

—Vete, April —me susurra Draco, tratando de alejarme de él, pero no le dejo—. Viene, si te encuentra aquí...

—Enervate —oigo decir a Cissy y luego la bocanada de aire que da el señor Malfoy. Bella por su parte sigue riendose, histérica—. Gracias por curar a Draco, April.

—No ha sido nada, Cissy —le digo, poniendome de pie al lado de mi amigo, que intenta empujarme hacia la chimenea de nuevo, pero le doy la mano para que si me voy, él venga conmigo. No pienso dejarle solo.

Y tampoco hay tiempo. El Señor Tenebroso aparece en mitad del salón de la Mansión Malfoy a los pocos segundos del empujón de Draco y contengo el aliento. Se le nota furioso. Estamos muertos. Bella empieza a llorarle al Señor Tenebroso y a contar una versión realmente exagerada de lo que ha pasado y no puedo evitar jadear cuando oigo que ha torturado a Hermione. La última vez que la vi discutí con ella, ahora ha sido torturada por Bella. Probablemente la hubiera dejado al borde de la muerte, quizá ya estaba muerta y Potter ya había perdido del todo, porque sin ella no conseguiría llegar a ningún lado. Contengo el aliento cuando el Señor Tenebroso se acerca hasta Draco y hasta mi y bajo la cabeza.

—¿Qué ha pasado, Draco? —dice el Señor Tenebroso con una voz suave que me provoca un escalofrío por toda la espalda.

—Lo que ha contado Bella es toda la verdad, mi señor —dice él, con la voz temblando. No quiere seguir con esto, él también quiere huir—. Potter, el pequeño de los Weasley y la sangre sucia de Granger estaban aquí.

—¿Qué? —se me escapa, y con eso atraigo la atención del Señor Tenebroso, que me mira fijamente y no puedo hacer otra cosa que no sea mirar al suelo. ¿Qué hacía Ronald aquí? ¿No estaba en su casa, enfermo? ¿Quería matarlos a todos o qué? Yo misma le mataría si le pasaba algo a su familia después de haberlos dejado ir.

—¿Qué haces aquí, April? —me pregunta y yo trago salivia. Una cosa es contarselo a Bella, otra al mismísimo señor Tenebroso.

—Venía a informar, mi señor —digo, suavemente y preparando el terreno. Esto es mil veces peor que contarselo a Bella—. El señor Weasley consideró que era buena idea moverme dentro de su oficina, como bien sabe, y yo acepté para tener mayor facilidad para vigilarlo. Bastante antes de que Bella tocase la marca dijo que iba a ir a buscar unos papeles, como hace muchos días y no me extrañó que tardase, ya sabe como es la burocracia, mi señor y...

—Al grano, April —la técnica para intentar suavizar la noticia no funciona, así que cojo aire y sencillamente, lo digo. Me va a matar de todas formas cuando todo esto acabe, ¿qué más da adelantarlo?

—Ha escapado, mi señor —digo, y entonces levanto la mirada—. Orion se encontraba fuera para vigilarle cuando saliera, pero él tampoco le vio escapar.

La furia del Señor Tenebroso nos llega a todos por igual cuando mueve la varita. Y sin duda alguna no se parece en nada a lo que ya he experimentado con anterioridad.

***

Los ronquidos de Bella no me dejan dormir, otra vez. Ya no son solo las pesadillas, ahora también se suma dormir con Bella de nuevo. Y cuando consigo dormirme no sueño con Fred de nuevo, solo tengo pesadillas.

No puedo más.

Me levanto de la cama y me deslizo por los pasillos de la Mansión Malfoy hasta que llego a la habitación de Draco, donde llamo suavemente. Es de madrugada, pero sé perfectamente que Draco no está durmiendo, y eso lo demuestra cuando me abre la puerta. Ni siquiera tiene puesto un pijama, sigue en el mismo traje que ha llevado durante todo el día.

—No puedo dormir —murmuro y él abre un poco más la puerta para que pueda pasar—. Gracias.

—¿Qué te pasa?

—Tu tía ronca. Muchísimo. ¿Puedo dormir en tu cama? No doy patadas, es más, es probable que ni siquiera duerma, pero necesito silencio o me va a explotar la cabeza —le digo y Draco asiente.

Entra en su baño con un montón de ropa y cuando vuelve tiene puesto el pijama. Draco en algún momento creció bastante y ahora me saca una cabeza y media, lo que tiene sus ventajas ya que su cama es enorme. Draco inconscientemente me ha ayudado mucho y ahora, dejar que me alguien me toque se hace mucho más sencillo. Llevamos sin salir de la Mansión Malfoy una semana —aunque Draco volvía al colegio al día siguiente— y tiene pinta de que será mucho más tiempo ya que tanto Bella como Draco han perdido sus varitas. Al menos Cissy le ha dado la suya a Draco, viendo como el Señor Tenebroso se había comportado había decidido que lo mejor que podía hacer era tratar de protegerle.

—No sé porqué me imaginaba que roncaba —dice él y noto un poco de humor en su respuesta, así que sonrío. Es raro sonreir. Me duelen las mejillas porque no suelo hacerlo, ya no—. ¿Estás bien?

—Estaré mejor cuando todo acabe —le digo, y él asiente. Sabe perfectamente a qué me refiero porque me conoce bastante bien, siendo un claro rival para May. No por nada habíamos pasado mucho tiempo juntos de pequeños. Y en el último año, con todo el tema del armario evanescente.

—¿Crees que pudieron huir? —pregunta y, por un momento, no sé de qué me está hablando, pero luego me doy cuenta. Está susurrando para que no nos oigan, está claro que sabe que está viva. Probablemente nunca se lo creyó. Asiento lentamente y él sonríe—. Seguro que su comadreja la está cuidando.

—Eso espero —murmuro y Draco tira de mi para abrazarme. No tiene sentido que siga fingiendo, no con él.

—Estoy orgulloso de ti, April —me susurra y se me cae una lágrima que me limpio como puedo—. Volveremos a ver a nuestra hermanita.

—Es gracioso que la llames hermanita —digo y no puedo evitar reír mientras que sigo llorando. La echo tanto de menos que duele muchísimo—. La necesito, Draco, no puedo vivir sin ella.

—Lo sé, Pri, lo sé.

No puedo evitar echarme a reír cuando le oigo llamarme como cuando tenía dos años. Supongo que ese era su objetivo ya que le veo sonreír. A mi me llama Pri porque no era capaz de decir April, y May siempre se reía de eso porque su nombre sí que conseguía decirlo bien.

—Vamos a intentar dormir un poco, ¿vale?

Asiento y Draco se tumba para luego abrir los brazos. Se ha convertido en mi mayor apoyo y no sé que haría ahora mismo sin él. No sé que voy a hacer sin él cuando se vaya mañana.

—April, ¿esto es un chupetón?

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Ah, sí, es verdad, parece que April ya sabe que no fueron solo sueños ups. Nos vemos el domigooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo


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