Capítulo 58

Pasado

El segundo día de clases había empezado bastante bien, si podíamos definir como bien que de nuevo teníamos a los gemelos Weasley demasiado cerca de nuestros sitios. Parecía que este año todo el mundo tenía prisa por llegar pronto a clase para coger sitio en la primera fila y era imposible —literalmente imposible, había habido hasta peleas por ver quien se sentaba más delante— coger sitio. Así que, de nuevo, estábamos al fondo, con los gemelos Weasley. Al menos Weasley tenía algo de decencia y durante esta clase escuchaba algo ya que las transformaciones le gustaban. Su hermano también se mantenía relativamente callado, lo cual hizo que al menos durante esa clase pudiese atender. Pero cuando llegamos a la doble hora de Defensa Contra las Artes Oscuras, con el profesor Lockhart y nos da un cuestionario con pregunta sobre él, me arrepiento de haberme reído de Draco cuando nos lo contó la noche anterior porque no nos lo creíamos. Los murmullos en la clase se empiezan a elevar, por mucho que el profesor intente mantenernos callados, pero resulta realmente ridículo, así que levanto la mano.

—Profesor, disculpe —le digo, sonriendo como si no hubiera roto un plato en la vida. Es lo que mejor funciona con los profesores.

—¿Sí, señorita...? —me responde él, con la sonrisa más falsa que he visto en la vida. Y mira que yo las doy falsas.

—Avery, April Avery, profesor —le contesto y él asintió, como si le importase mucho mi nombre, aunque sabía que no lo haría—. Me preguntaba, ¿cuál es la importancia de su color favorito? Quiero decir, ¿no sería más enriquecedor que nos contara sus aventuras? Seguro que podemos sacar mucha experiencia de ahí.

—¡Por supuesto, señorita Avery, sin duda alguna les contaré mis aventuras, cinco puntos para Slytherin por su propuesta! —sigue manteniendo su sonrisa y a mis espaldas oigo a los gemelos Weasley bufar con su respuesta—. Ahora, por favor, el cuestionario, quiero ver que tal lo habéis asimilado todo, ¡así podremos dar más importancia a las aventuras que menos claras han quedado!

—Es un farsante —me susurra May y luego se ríe mientras sigue escribiendo en la hoja. Ha puesto que su color favorito es el verde lima, que su ambición secreta es que su sonrisa cure todas las enfermedades y su mayor logro respirar a la vez que camina. Sin duda alguna ha optado por vacilarle, y sonrío al ver su idea—. Todavía no sabe que somos gemelas, ¿firmo con tu nombre?

—Por supuesto, vamos a liarle un poco —le susurro de vuelta y empiezo a rellenar las preguntas con las respuestas más absurdas que puedo inventarme.

Digo que su regalo de cumpleaños ideal sería un buen corte de pelo, su color favorito el color vómito y que su mejor logro es haber aprendido a coger la varita del derecho. Cuando pasa media hora nos recoge a todos las hojas y empieza a mirarlas por encima. Entonces es cuando supongo que ve las dos copias con mi nombre. May baja la cabeza, para que no pueda ver que somos iguales y nos estropee nuestras ganas de meternos con él. Total, cuando hagamos el examen en junio no podrá suspendernos, lo aprobaremos y con un Extraordinario.

—¿Fred Weasley? ¿Quién es Fred Weasley y por qué tiene dos cuestionarios? —dice el profesor y May me mira con los ojos muy abiertos. Mierda, hemos tenido la misma idea. A mi espalda oigo ruido y me giro sin que se me note mucho para ver como levanta la mano. A su lado, el otro gemelo también se agacha para que no le pueda ver—. ¿A quién le ha robado el cuestionario, jovencito?

—A nadie, profesor, debe haber algún error —le dice, y puedo ver su sonrisa. Están planeando cosas contra él y a mi me están entrando ganas de unirme a ellos. No, no, no. Nunca—. ¿Seguro que ha leído bien los nombres?

—Sí, claro —murmura, pero May me da en la pierna y la miro, se ríe y entonces se inclina hacia mí.

—El otro acaba de hacer algún hechizo, creo que han cambiado los nombres —susurra y cuando levanto de nuevo la cabeza,  el profesor Lockhart no deja de mirar todos los papeles.

—Bueno, lo revisaré en otro momento —dice, y se acerca a una jaula. A nuestras espaldas oímos las risas de los gemelos, pero se callan de golpe, justo cuando el profesor levanta la manta de la jaula—. ¡Duendecillos de cornuales! Vamos a ver si sois mejores que vuestros compañeros de segundo y de tercero!

La puerta se abre y tiro de May para que nos metamos debajo de la mesa. Ambas levantamos la varita a la vez y cada vez que uno se acerca a nosotras, lo petrificamos. Podemos ver como los gemelos Weasley han movido sus mesas contra la pared, haciendo que los duendecillos solo puedan tener una vía de acceso hacia ellos y no dos, como tienen hacia nosotras.

—Vamos contra la pared, su idea es buena —le digo a May, aunque tengo que forzar la voz para que me oiga ya que en la clase hay muchos gritos, algunos de ellos son de puro terror.

—Protego —le oigo decir a May y un pequeño escudo parece entre nuestra mesa y la mesa de los Weasley. Que nos ven e incluso hacen un hueco entre ambos—. Corre, es la primera vez que lo hago y no estoy muy segura de que vaya a aguantar mucho tiempo.

Ambas gateamos hasta ellos, y podemos ver distintos hechizos lanzados para evitar que ningún duendecillo se acerque. Quizá no son tan malos.

—¿Qué hechizo acabas de usar, Avery? —le pregunta el otro gemelo a mi hermana y ella vuelve a mover la varita y lo dice, haciendo aparecer otro escudo delante nuestra. Este parece más sólido que el anterior, quizá porque ha visto que funciona y está más confiada.

—Protego —decimos los tres a la vez, cubriendo todos los posibles ángulos por los que los duendecillos pueden venir hasta nuestra posición. Fuera, Alexa es atacada por un duendecillo que la tira del pelo y Adrian intenta quitarselo, pero entonces uno de ellos se le pone en la oreja y parece que se la empieza a chupar.

—Bueno, ¿y qué tal vuestro verano? —pregunta Weasley, como si nada y no puedo evitar poner los ojos en blanco.

—¿Acaso os importa?

—Estamos intentando ser amigables, os hemos dejado entrar aquí, podíamos habernos negado —dice el otro y May suspira a mi lado.

—Bien, fuimos a ver a Las Brujas de Macbeth —dice, en un tono de voz muy bajo, que casi no me creo que sea ella. ¿Qué le pasa?

—¿Estáis de broma? —le pregunta el otro gemelo y ella niega.

Entonces empieza a hablar de forma muy acelerada y no le entiendo nada, pero cuando veo que May empieza a responderle, noto que ya no está hablando para todos, solo para ella. Así que dejo de escuchar y vuelvo a mirar a Alexa, que ya ha conseguido liberarse del duendecillo y ahora intenta ayudar a Adrian, que no tiene solo uno, si no duendecillos encima, uno en cada oreja. Y no deja de gritar. 

—Creo que a tu amigo le van a doler las orejas esta noche —dice Weasley y asiento sin darme cuenta. Se supone que no tengo que hablarle, que sigo molesta por su estúpida broma de las Navidades anteriores—. Lockhart es un inútil, mirad como se está escondiendo debajo de la mesa del profesor.

—¡No es un inútil! —chillo, fingiendo una indignación que desde luego no siento y por el rabillo del ojo puedo ver como May me mira, sin entender qué me pasa. Espero que me siga el rollo porque podríamos engañar bien a estos dos bobos—. ¡Seguro que solo tienes envidia!

—¿Envidia? ¿De un farsante? —dice, y le veo fruncir el ceño.

—Envidia de su fama, forturna y belleza—digo, como si fuera totalmente en serio y May se ríe, pero parece que a Weasley le molesta, ya que se cruza de brazos—. Nunca podrás aspirar a ser como él, tan valiente, tan inteligente, tan...

—Encantador —May termina mi frase, y además añade un tono que parece que suena totalmente enamorada de él. Sí, definitivamente lo ha pillado.

Weasley decide que es momento de volver con su gemelo y entonces pasa por el estrecho hueco que hay entre el encantamiento protego y yo para ir con él. También tiene que esquivar a May, que se ríe cuando le ve pasar. Y entonces ambas nos reímos cuando los dos nos mirar, con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.

—Si tan inteligente es, ¿por qué habéis venido con nosotros en lugar de ir con él? —dice el otro Weasley que no deja de mirar a May.

—¡Nos está enseñando una lección! —dice May, como si estuviera horririzada por lo mal que piensan de él. Ha entendido rápidamente lo que estaba haciendo y me está siguiendo el juego sin ningún problema—. ¿Por qué estáis tan celosos del profesor Lockhart?

—¡No estoy celoso! —dicen ambos a la vez, y no puedo evitar reírme cuando veo que ambos tienen las orejas rojas.

—Pues para no estar celosos estáis bastante rojos —les digo sin poder parar de reír.

La campana suena justo en ese momento y todos nuestros compañeros de clase salen rápidamente en cuanto ven que no tienen ningún duendecillo encima. El profesor Lockhart saca la cabeza de su escritorio y entonces, viendo que el caos sigue predominando en la sala, sale corriendo hasta la puerta. Y luego se asoma a donde estamos y habla:

—Vosotros cuatro, estáis encargados de recoger todo esto, eso os hará forjar el caracter —dice y la puerta se cierra de nuevo.

—¿Nos acaba de mandar hacer su trabajo? —dice Weasley y su hermano asiente. Ambos parecen enfadados, y May y yo decidimos seguir con la tontería, que parece que les molesta bastante.

—¡Por supuesto que no! —decimos ambas a la vez.

Por suerte no quedan muchos duendecillos ya que la mayoría de ellos están inmovilidados, pero seguimos teniendo que tener cuidado con que ninguno se enganche en nuestras cabezas. Así que bajamos el encantamiento protector y lentamente salimos de debajo de la mesa. Miro a May y luego miro a nuestras cosas. Me entiende a la perfección, ya que cogemos nuestras mochilas y entonces salimos corriendo.

—¡Buena suerte! —les chillamos antes de cerrar la puerta. Oimos sus gritos llamandonos, pero ya hemos salido corriendo de allí mientras que nos vamos riendo.

***

—¿Eso son Nimbus 2001? —le pregunta May a Draco, que asiente, orgulloso—. ¿Estás diciendo que son nuestras?

—Correcto —dice él y me acerco a una de ellas. No me puedo creer que Draco haya hecho esto—. Las probaremos mañana, tenemos entrenamiento, ¡no os quedéis dormidas!

Draco se lleva ambas escobas de vuelta a los vestuarios de Quidditch, desapareciendo de nuestra vista, y no puedo evitar mirar a May, que tiene la boca tan abierta como la mía. Son escobas nuevas, los últimos modelos. El señor Malfoy consiente demasiado a Draco, pero eso nos ha dado unas nuevas escobas, así que tampoco podemos quejarnos. Dormir esa noche se hace casi imposible por las ganas de probar la nueva escoba, pero al final me quedo dormida en un sueño muy ligero. En las mazmorras es complicado saber cuando es de día, pero al final me he acostumbrado a levantarme pronto, por lo que lo primero que hago al despertarme es cambiarme a mi uniforme de Quidditch, que sigue en mi armario, igual que como lo recuerdo. No necesito ir a llamar a May, ella ya está lista cuando entro a su habitación, tan emocionada como yo. Solo llevamos unos días en Hogwarts y ya promete.

Draco se las había apañado para coger algo de desayuno —lo que nos da una pista de que lleva despierto más tiempo del que podría admitir— y así podemos irnos directamente al campo de Quidditch. Por el camino nos encontramos a Flint y al resto del equipo, y Derrick y Bole llevan dos escobas cada uno, que nos tienden según llegamos, mientras que Bletchley le da la suya a Draco.

—Vamos al campo —ordena Flint y le seguimos. Pero el campo no está vacío y las manchas rojas nos dan una pista de quienes están allí. A Flint le da igual y entra dentro del campo como si nada.

—Flint —grita Wood, el capitán del equipo de Gryffindor, que se baja de la escoba y casi se cae. A sus espaldas se encuentran Potter y los gemelos Weasley, que nos miraran enfadados—, es nuestro turno de entrenamiento. Nos hemos levantado a propósito. ¡Así que ya podéis largaos!

—Hay sitio para todos, Wood, tranquilo —le dice y se nota la burla en su voz. Esto estaba planeado, ¿por qué siempre quieren jugar tan sucio? Las cazadoras del equipo de Gryffindor se acercan en esos momentos, todas con curiosidad por lo que está pasando.

—¡Pero yo he reservado el campo! —Wood parece un niño pequeño con un berrinche y se nota en sus formas.

—Ah, pero yo tengo una nota firmada por el profesor Snape, en el que nos concede el permiso necesario para que entrenemos a nuestro nuevo buscador —dice, sacando un papel de no sé donde.

—¿Nuevo buscador? ¿Tenéis nuevo buscador? —pregunta Wood, y por su expresión diría que parece que está hasta preocupado.

Flint, Betchley, Derrick y Bole se apartan, dejando que se vea a Draco, que ni siquiera me había dado cuenta de que estaba escondido entre ellos.

—¿Tú no eres el hijo de Lucius Malfoy? —le pregunta Weasley, y la mueca de asco que hace me enfada. ¿Qué derecho se cree que tiene?

—Es curioso que menciones al señor Malfoy, dejanos enseñarte el regalo que le ha hecho al equipo de Slytherin —los cinco enseñan sus escobas, haciendo que se vea bien el nombre y entonces entiendo todo. No estamos aquí para entrenar, estamos aquí para molestar al equipo de Gryffindor—. Ultimisimo modelo, salió el mes pasado y creo que deja bastante atrás a la serie 2000. Y no hace falta que hablemos de las vuestras, creo que os saldrá mejor utilizarlas para limpiar pizarras que volar con ellas. Anda, mira, invaden el campo.

Todo el equipo de Gryffindor se gira para ver como vienen Granger y Weasley pequeño, que seguro que vienen a cotillear.

—¿Por qué no jugáis? —pregunta él y luego mira a Draco—. ¿Qué hace este aquí?

—Soy el nuevo buscador de Slytherin, Weasley —le responde con un tono que solo utiliza cuando quiere chulearse, como ahora—. Y estamos admirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo.

Draco nos mira a May y a mí, que nos habíamos apartado un poco porque ninguna de las dos estábamos de acuerdo con lo que estaban haciendo. Ya lo habíamos dicho muchas veces, queríamos juego limpio y no estupideces como esta. Pero parece que al resto del equipo le da igual y nadie valora lo que pensamos ya que desde el equipo de Quidditch de Gryffindor nos echan unas miradas nada agradables.

—Quizá si pujáis por un poco de oro y vendéis esas Barredoras 5 algún museo os da tanto dinero que podéis comprarlas para vuestro equipo —les dice Draco con sorna.

—Al menos nadie ha comprado su puesto en el equipo de Gryffindor —dice Granger—. Todos están en el por su valía.

—Nadie ha pedido tu opinión, asquerosa sangre sucia —le responde Draco, borrando toda su sonrisa que había estado manteniendo.

El caos es inmediato y tenemos que meternos en la pelea antes de que los gemelos Weasley se lancen sobre Draco. Flint consigue ser un escudo lo bastante grande, y entre tanto grito no entiendo nada hasta que un estruendo seguido de una luz verde hace que todo el mundo se calle y el pequeño Weasley cae al suelo de culo. Granger le llama, pero cuando empieza a escupir babosas todos empezamos a reír, tanto May como yo lo hacemos disimuladamente y miro su mano, donde hay una varita arreglada con cinta. Ese niño es realmente estúpido y se me escapa una carcajada que llama la atención de Weasley, que me mira con el ceño fruncido y se aparta de su hermano para venir hasta mi.

—¿Te parece gracioso que esté vomitando babosas, Avery? —dice y se le nota muy enfadado, quizá porque les dejamos solos con los duendes.

—Me parece gracioso que intente hacer magia con esa varita, Weasley —le digo, y me apoyo en la escoba, intentando aparentar que me da exactamente igual—. Que no hubiera intentado hechizar a Draco, tiene razón, es una sangre sucia, ¿dónde está el problema en llamarla por su nombre?

—¿Le defiendes? —dice y, por un segundo, me da la sensación de que está decepcionado y no es algo agradable—. Mejor no respondas, sé que esperar de la gente como tú.

Por algún motivo que no entiendo, eso me duele. Y me duele aún más cuando se va del campo de Quidditch sin ni siquiera girarse. ¿Por qué me duele que se vaya así?

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Casi no subo capítulo porque estaba viendo una serie sjajjsksnakajsusjs

Nos vemos mañana 🙃🙃🙃🙃🙃

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