Capítulo 51
Pasado
April no responde a mi grito, así que me giro hacia George y le hago un gesto para que se acerque:
—Tengo un plan, sé que April se quedará en su refugio, así que tengo que intentar llegar hasta allí para poder atacarla —empiezo a decirle y él sonríe.
—Supongo que es la forma de ganar esta guerra —dice él y yo asiento.
—¡Estamos listos! —oigo chillar a April con todas sus fuerzas y me maldigo porque no he aprovechado el momento para salir corriendo y tratar de atacarles.
Cojo unas cuantas bolas de nieve para tener munición y trato de buscar un lugar donde pueda llegar sin que me tiren ninguna bola o, en su defecto, pueda esquivarlas fácilmente. April tiene buena puntería, por algo es cazadora y Fred debe de tenerla también, o como mínimo tiene que tener bastante fuerza —lo que me garantiza que George también y, como yo también soy cazadora estamos bastante igualados—. Consigo localizar entre tanta nieve un montón en el que parece que voy a poder esconderme bien y lanzo la primera bola de nieve al fuerte de mi hermana, a lo que la oigo empezar a reírse de una forma bastante fuerte. No hemos definido unas reglas estrictas sobre quien gana o pierde, supongo que será hasta que nos cansemos o tengamos tanta nieve encima que sea imposible que nos movamos.
—Voy a ir hasta ese punto —le digo a George, señalando el montón de nieve y él asiente—. No dejes de disparar.
—A sus órdenes, capitana —dice él y sonrío. Es agradable no estar siempre discutiendo. Me preparo una de las bolas de nieve en la mano y cuando estoy a punto de salir para lanzarla, George me agarra del brazo y tira de mi—. Espera, ¿por qué me has elegido?
—Habéis sido los primeros que habéis pasado por ahí —digo, mientras que se me acelera el corazón. No es mentira, o al menos no del todo.
Había visto a más gente, como a Cedric Diggory, que también estaba jugando con la nieve, pero había decidido ignorarle y volver a la puerta, esperando a que salieran porque sabía que lo iban a hacer. Nadie de los que quedabamos en Hogwarts ibamos a desperdiciar esa oportunidad con la nieve y, si yo me llevaba a George las probabilidades de que Fred fuera a buscar a mi hermana para echarle en cara que le había robado a su hermano eran muy altas. Quería hacerla ver que no pasaba nada si hablabamos con ellos cuando nadie se diera cuenta, ya lo había dicho con Draco, era agradable poder tener paz con ellos y, quizá con un poco de suerte, podríamos tener una especie de amistad en la que nadie se enterase de que existía.
—Oh —creo oír decepción en su voz, pero no es posible, ¿no? —Venga, vamos a por ellos, ve hasta ese montón de nieve, te cubriré mientras que vas.
George se levanta y lanza una de las bolas hacia nuestros hermanos, pero no parece ser lo mismo. Ya no está sonriendo y está bastante serio, así que me acerco hasta él y le tiendo una de las bolas de nieve. Puedo dejar pasar la oportunidad para realizar la invasión. Él no dice nada, pero juraría que, cuando me giro, puedo ver de reojo una pequeña sonrisa.
—April intentará salir de ahí para venir a atacarnos, tenemos que protegernos por todos los lados —digo, y empiezo a levantar una pared de nieve a mi lado, para, cuando termino, gatear hasta el otro lado y hacer lo mismo, ya solo queda la parte de atrás para poder estar totalmente protegidos.
—¡Vamos, vamos, ha salido de su fuerte! —grita George y dejo el montón de nieve para ir a por las bolas, y empiezo a lanzarlas sin piedad.
April está lo suficientemente lejos como para poder esquivarlas con facilidad, hasta que una de las bolas va peligrosamente cerca de ella y, por un momento, creo que la va a dar, pero Fred aparece de la nada y se lanza sobre ella, haciendo que ambos empiecen a rodar por la nieve. Oigo la risa de April cuando están rodando y es el momento.
—¡Corre, están distraídos! —le grito a George, que entiende lo que quiero que haga y coge unas cuantas bolas para salir corriendo a mi lado.
Tanto mi hermana como su hermano siguen tirados en la nieve, y por un momento me planteo intentar volver al castillo para conseguir una cámara y tomarles una foto ya que sería muy tierna. April está sobre Fred, apoyada en su pecho mientras que se está riendo. Tiene las mejillas totalmente rojas por el frío, al igual que la nariz y parece estar bastante cómoda. Fred, por su parte sujeta a April de forma que si tienen que volver a girar no la aplastaría ni por un segundo, con una mano sobre su cabeza y otra en su espalda.
George es el primero en lanzar la bola de nieve y Fred reacciona, haciendo que ambos vuelvan a girar en la nieve. April sigue riendo y yo aprovecho el momento para tratar de darles con otra bola de nieve. Por estos momentos me gusta tanto Hogwarts.
—¡Cambio de equipo! —oigo gritar a George, y entonces recibo un bolazo de nieve en la cara y chillo porque parte se me mete dentro de la túnica.
—¡Serás tramposo! —le grito y le lanzo otra bola de nieve, aprovechando que está riendose por como estoy, lo que hace que, al tener la boca abierta le entre nieve. Y la que ríe ahora soy yo y a carcajadas—. ¡Te lo mereces!
—¡No habrá piedad! —oigo gritar a Fred en algún lugar, porque está tan lleno de nieve como April y casi no se les distingue del suelo.
—¡Desde luego que no, os vamos a aplastar! —le responde April.
Trato de buscarla para que podamos hacer un plan, pero George no me deja y me agarra para evitar que vaya con April, que está siendo atacada por Fred, que ha aprovechado su ventaja al tener a April confiando en él.
—¡Suelta, suelta! —chillo entre risas, pero George me levanta del suelo y me vuelve a llevar a nuestro fuerte—. ¡April, ayuda, me han secuestrado!
—¡Te salvaré en cuantro acabe con él! —oigo gritar a April, pero luego oigo otro grito y sé que no tiene nada que hacer—. ¡Solo podéis ganarnos si nos pilláis desprevenidas, par de tramposos!
—¿Eso significa que os rendís? —pregunta Fred, y luego oigo un grito y sé que April le ha contestado—. ¡George, no tengas piedad en el secuestro, que no se vuelvan a ver!
—¡Hecho! —veo como George saca la varita y, antes de que me de tiempo a decir que no valen la mágia, ya ha completado el bunker y tenemos todas las paredes e incluso techo—. No se está tan mal aquí dentro.
—No —murmuro, nerviosa. Estamos a solas, de verdad. Nadie puede vernos—. Sabes que podría escapar con facilidad, ¿verdad? Ni siquiera me estás sujetando.
—Oh, es verdad, no te preocupes —noto como mis mejillas se ponen totalmente rojas cuando George se pone a mi espalda y entonces me abraza—. Atrapada.
Sigo oyendo como April no deja de chillar, todavía en la pelea con Fred, pero no me molesto en intentar huir, al menos no todavía. Se está demasiado bien aquí. Recuerdo perfectamente los pros y los contras, los tengo bien claros en mi cabeza y apuntados, pero, por un momento, no importan lo más mínimo. Nadie puede vernos de todas formas.
—Oye, May, me preguntaba... —empieza a decir George y mi corazón se acelera. No Avery, May—. Si tú quisieras...
La nieve nos cae encima en el mismo momento en el que George va a decir algo que parece que le estaba costando bastante, dejándonos ver a April y a Fred, los dos con bolas de nieve en las manos y sonrisas que no me dan buena espina.
—Cambio de equipos —dice Fred, sonriendo y April dispara sin piedad hacia nosotros, como hace al instante Fred.
—¡Me rindo! —consigo decir cuando me saco parte de la nieve de encima—. ¡Tú ganas, April!
—¡Lo sabía! —April chilla con todas sus fuerzas y cuando me levanto de entre tanta nieve veo como ha saltado hacia Fred y le está abrazando. Él gira hasta que vuelven a caer en la nieve, los dos riendo.
George sale primero del fuerte, que me llega más arriba de la cintura mientras que a él le llega varios centímetros por debajo. La diferencia de altura entre ambos empieza a notarse y por eso, cuando me tiende la mano, la cojo para poder ayudarme a salir. Aunque resulta ser un desastre y George me tiene que coger, haciendo que ambos caigamos al suelo, con las cabezas muy cerca y siento su respiración muy cerca. Podría alejarme, pero no lo hago.
Me levanto rápidamente, notando las mejillas calientes y me acerco hasta April, que sigue tirada en el suelo riendo y tirando nieve a Fred de vez en cuando. No puedo ni mirar a Fred, así que cojo a April y la arrastro por la nieve mientras que se queja.
—¡May! —me chilla, pero no la suelto.
—¡Pero deja que se levante! —oigo gritar a Fred, y pronto oigo las pisadas. Viene a levantarla él mismo.
—Por favor, levanta y vamonos, te lo cuento ahora, pero vamonos, rápido —le digo, nerviosa cuando veo que George también se ha levantado del suelo y viene hacia nosotras—. April, por favor.
—Ya voy, ya voy —dice, todavía con una sonrisa y se levanta para luego darme la mano—. ¡Corre!
April tira de mi y ambas empezamos a correr. Ella sigue riendo mientras corre, no paramos hasta que llegamos a las mazmorras porque estamos llenas de nieve y si Filch nos ve nos castigará por mancharlo todo. April incluso ha perdido la bufanda y ni siquiera con esas hemos parado.
—Merlin —dice April a la pared y ambas pasamos para subir a nuestra habitación, donde lo primero que hago es lanzarme contra la cama—. ¡No, estás mojada, no hagas eso!
—Somos brujas, ya lo secaremos luego —digo, y me escondo bajo la almohada.
—¿Qué te pasa? —la cama se hunde y luego April me quita la almohada—. ¿May? ¿Qué ha pasado?
—Cuando estaba saliendo del montón de nieve me he tropezado y... —suspiro y entonces aprovecho el momento para volver a robarle la almohada a April y esconderme en ella—. George estaba muy cerca y... nuestroslabiossehanjuntadounmomento,lehebesado.
—¿Qué? —ante la cara de April escondo la cara en la almohada y entonces hay un silencio en la habitación—. ¿Acabas de decir que has besado a tu Weasley?
—¡No es mi Weasley! —chillo, lanzando la almohada a la cara de April, a lo que ella me lo devuelve.
—Me refería al de tu equipo, bruta —dice, frotandose la nariz—. Bueno, quizá no se ha dado cuenta, y ha sido un accidente, ¿no?
—¡Por supuesto! —grito y ella sonríe. Y respiro tranquila porque no se ha dado cuenta de que he mentido—. ¿No te parece horrible?
—Oh, claro que es horrible, pero podría haber sido peor, imagina que llega a ser Orion —le digo y me da un escalofrío—. O Montague, o Runcorn. O, peor aún, Flint.
—¡Callate, que asco! —chillo, y aprovecho para devolverle el almohadazo en la cara.
***
Es, por fin, el día de Navidad. El banquete de la noche anterior había sido estupendo, pero nada se comparaba al que ibamos a tener hoy. O a los regalos de Navidad. Para nuestra mala suerte ninguna escoba apareció en nuestra habitación, pero era algo que ambas ya sabíamos ya que madre seguía sin estar muy convencida. Lo que si recibimos fue un par de túnicas a juego que ambas decidimos esconder al fondo de nuestros baúles de forma inmediata. No tenía muy claro porqué madre había decido escoger unas túnicas de color amarillo pollo.
Alexa había decidido regalar a April una pluma con un depósito de tinta que April quiso probar en el mismo instante y a mí me regaló tres pequeños cactus, cada uno tenía un nombre puesto y no pude evitar reírme al ver que tenía puestos nuestros nombres. Adrian por su parte decidió unificar regalos y nos envió un libro sobre distintas técnicas de quidditch para cazadores que, por supuesto, no ibamos a tardar en probar. Draco había optado por picarnos a ambas y había envuelto un peluche de una comadreja para cada una, con una nota que decía que nos daría nuestro regalo de verdad cuando volviera de las vacaciones. Por supuesto, con ese acto lo único que había conseguido es que le declarasemos la guerra, así que nos las apañamos para crear un peluche con forma de rayo y lo preparamos para que Trema lo llevase hasta su casa. Era toda una suerte tener a Trema y no tener que utilizar a Buttercup o no podríamos enviar nunca nada, esa lechuza nos la tenía jurada a ambas y, según lo que pensaba April, había sido porque padre la había entrenado.
Seguimos abriendo regalos —una túnica por parte de Cissy y otra por parte de tío Thorfinn, ninguna novedad con respecto a sus regalos, aunque al menos ellos habían elegido unos colores más acordes con lo que solía vestir— hasta que llegamos a dos que tenían un aspecto bastante más distinto. El papel se veía mucho más viejo y ambos estaban sorprendentemente igual de mal envueltos, como si lo hubieran hecho con mucha prisa para que nadie más lo viera. Supongo que el regalo que le envié a George se veía de la misma forma, había tenido que ser muy cuidadosa para que April no viera que le hacia un regalo. Puede que solo fuera un kit de mantenimiento de escobas y una nota de agradecimiento por las ranas de chocolate del año anterior, pero no quería que lo viera.
—¿Esto es tuyo? —pregunta y niego, por lo que coge su paquete. El papel se hunde según lo toca y, por la forma en la que lo hace deduzco que es algo de ropa.
—¿A qué esperas para abrirlo? —le digo, mientras que sujeto el paquete que es para mi entre mis manos.
April rasga el papel y entonces saca su regalo. Es una bufanda, tejida con lana y se nota que es la primera que se ha hecho ya que es bastante irregular en algunos puntos. Es roja y verde, lo cual hace que me empiece a reír.
—Creo que alguien ha adivinado qué te dijo el sombrero seleccionador —le digo, pero ella niega y coge la nota que ha caido al suelo. La lee rápidamente, para luego rasgar una parte y darme uno de los trozos—. ¿Te lo guardas para ti?
—Sí —responde, y cojo el trozo antes de que cambie de opinión.
—Puedes decir que los colores son por la Navidad —leo en voz alta la nota. El trozo que falta es el de arriba, por lo veo que no está firmada—. ¿Tienes un admirador secreto?
—Y tú otro, ¿a qué esperas para abrirlo? —dice, imitandome y la saco la lengua.
No es una bufanda como la de April, ni siguiera es una nota, es una caja. Abro la caja y dentro hay otra caja aún más pequeña. April empieza a reírse cuando, al abrir de nuevo la caja aparece otra caja aún más pequeña. Esta vez la agito antes de abrirla y, como veo que suena algo y no parece ser otra caja la abro. Dentro hay una nota que tapa el contenido y que cojo antes de que April la atrape y la lea. Si ella no me ha dejado leer la suya yo tampoco le voy a dejar leer la mía.
—¿Y bien? —April está impaciente, pero en seguida se le pasa cuando ve una manta perfectamente doblada y demasiado pequeña para que me pueda tapar siquiera con ella. También hay un cromo de ranas de chocolate, a lo que April resopla—. ¿Más?
—No lo estás entendiendo —murmuro, cogiendo el cromo de Morgana le Fay—. Este es uno de los cromos más difíciles de conseguir, es Morgana.
—O sea que, George Weasley te ha regalado un cromo de rana de chocolate y una manta con la que no te puedes tapar —dice ella y asiento. Para luego negar.
—¡No sé quien ha sido! —chillo y ella se ríe.
—Y tampoco sabes quien te regaló esas ranas el año pasado, ¿verdad? —pregunta y suspiro. Claro que lo sabe.
—Si padre no se entera no pasará nada, ¿no? —pregunto y ella abre los ojos de par en par.
—¡Por eso fueron ellos! —grita y yo niego, quizá demasiado rápido porque está claro a qué se refiere—. ¡Tramposa, no escogiste a la primera persona que viste!
—¡No es verdad! —le grito de vuelta, pero mi voz suena mucho más aguda de lo normal, no me gusta que April me pille en mis planes—. ¡Y si lo fuera no tiene nada de malo!
—¡Claro que sí, que no fue accidental! —grita April, y viene hacia mi para tratar de quitarme la nota, el cromo y la pequeña manta—. Dámelo, May, se están confundiendo.
—¿Cómo que se están confundiendo? —miro la bufanda y luego miro a April, que empieza a ponerse roja y trata de quitarme de nuevo mis cosas—. ¡La bufanda la ha hecho Fred!
—¡Calla! —dice, tirandose encima de mi para taparme la boca. No entiendo muy bien porqué, no queda casi nadie en Hogwarts.
—No me voy a callar —le digo después de chuparle la mano para que me la quite de la boca, a lo que ella se limpia en mi mejilla—. Te ha hecho una bufanda, April, ¡con sus propias manos!
—Y como padre se entere me matará, así que se la voy a devolver —dice, sin un rastro de emoción en su expresión. No quiere devolverla, así que hago lo primero que se me ocurre, ponermela—. Y te recuerdo que el otro te ha hecho una manta.
—Si tú no la quieres me la quedo yo —le digo, mientras me la enrollo bien en el cuello. Es muy mullida, lo que le da un toque de calor extra, no como la que llevabamos durante la guerra de bolas de nieve—. Definitivamente me la quedo, no se la vas a devolver.
—No te la vas a quedar —me dice, y me la quita de malas formas, para luego sorprenderme. La deja sobre la cama, se cambia de ropa y se la envuelve en el cuello, para luego cerrar los ojos.
—Por las barbas de Merlín, no se la puedo devolver, es demasiado... —murmura y no puedo evitar reírme.
—¿Mullida? ¿Caliente? —le pregunto y ella asiente.
—Además, no tengo bufanda —murmura y ahora la que asiente soy yo.
—Parece que está en todo —le digo, para chincharla un poco.
—Vistete de una vez, quiero ir a desayunar —dice, para luego entrar al baño.
Es el momento ideal para leer la nota que ha escrito George, así que la saco rápidamente. "Sé que no son gran cosa. Tenemos que hablar. Torre de Astronomía, viernes 27, 16:00.".
—¡Vamos, May, que tengo hambre! —me grita April y me guardo rápidamente la nota en el bolsillo para vestirme. Antes de ir con ella, que está peleandose con uno de los nudos que tiene en el pelo, aprovecho para coger los guantes. Si todo sigue como los días anteriores tendremos todavía bastante nieve y estamos de vacaciones, podemos descansar.
—¿Quieres ayuda? —digo, todavía nerviosa por la nota, y trato de que no se me note, pero mi hermana está muy centrada en su nudo y no se da cuenta de nada.
Asiente y termino de cepillarle el pelo para que ella haga lo mismo conmigo. Salimos de la sala común para encontrarnos a algunos de nuestros compañeros de casa, que nos saludan con un gesto totalmente distraído. Algunos de ellos llevan libros en los brazos y otros van directamente leyendo de ellos, supongo que en un intento de poder avanzar más rápido, pero no cuentan con la cantidad de cosas que hay que esquivar en Hogwarts, por lo que a alguno tenemos que gritarle para evitar que se choque contra una pared. Cualquiera diría que estamos en diciembre y no en mayo, solo espero que tanto los TIMOs como los EXTASIS no sean tan malos como pintan y solo estén siendo muy exagerados.
—Buenos días, señoritas —las voces de los gemelos Weasley nos sorprenden cuando entramos al Gran Comedor justo a la vez que ellos. Los dos van sonriendo, y puedo notar como George baja un poco la mirada cuando ve que le estoy mirando, a lo que yo también aparto la mirada y veo como Fred está algo rojo mientras que mira a April.
—Buenos días —les respondemos a la vez, para ir luego cada uno a nuestra mesa.
Cuando nos sentamos puedo ver como su hermano pequeño está hablando con ellos, visiblemente enfadado y ellos solo se ríen. Hasta que le dejan de hacer caso y ambos miran en nuestra dirección. Bajo rápidamente la mirada hacia los distintos platos de comida y cojo varias tostadas. April, a mi lado, coge un bollo relleno de crema, así que la miro, para ver que no aparta los ojos de la mesa de Gryffindor.
—Está relleno, no te gusta —le informo, y ella lo deja en mi plato, para luego coger otro que esta vez no está relleno—. Todo el mundo se va a dar cuenta.
—Si no lo dices no —me responde, y pongo los ojos en blanco—. ¿Debería agradecerle? En persona, digo.
—Supongo —le respondo, y April guarda silencio, para luego suspirar.
—Sería de buena educación, sí —murmura, y sigue comiendo.
Como Alexa no está, no hablamos mucho durante el desayuno ya que no lo necesitamos. Podemos entendernos sin palabras, y aunque no lo hicieramos, esperaríamos a estar en la habitación para hablar cualquier tema importante.
—¿Quieres salir a la nieve? —le pregunto cuando terminamos de desayunar, y ella asiente.
—Tenemos que volver a por los guantes —dice, pero los saco rápidamente del bolsillo y ella se ríe—. Eres previsora.
—¡Es nieve!
—Nieva mucho, May.
—Pero no siempre podemos salir a jugar.
April se pone sus guantes con una sonrisa y se pone la bufanda de forma ideal para el frío, mientras que yo hago lo mismo. Mi bufanda no es tan mullida como la suya, por lo que a ella casi no se le ve la cara y a mi se me cogela la nariz en cuanto ponemos un pie en los terrenos del castillo.
Lo malo es que no solo se me congela la nariz, también el pelo, la ropa e incluso los zapatos. Tanto April como yo chillamos cuando el agua helada nos cae encima, para que luego acompañe un mejunje de dudosa procedencia.
—¡No, no, no iba para vosotras, mierda! —oigo gritar a uno de los gemelos, a mi izquierda, donde está April y deduzco que es Fred, pero no puedo ver porque tengo los ojos totalemente pegados por lo que sea que nos hayan echado encima. Bueno, los tengo pegados hasta que unas manos me pasan por encima, limpiando como pueden el mejunje.
—Lo sentimos, de verdad, no era para vosotras, iba a pasar un grupo de Sltyherins y queríamos echarselo encima, pero han cambiado de rumbo en el último segundo y no nos ha dado tiempo a quitarlo —dice George y puedo ver el arrepentimiento en sus ojos, pero esta no la paso y sé que April tampoco lo va a hacer.
—April, lo siento, de verdad, perdoname —oigo murmurar a Fred, que trata de limpiar a mi hermana como puede. Ella solo le mira, totalmente en silencio y luego se quita la bufanda, que está totalmente arruinada—. No era para vosotras de verdad, era para esas serpientes asquerosas.
Por un momento me parece ver una lágrima, pero debe de ser un reflejo extraño ya que lo primero que hacer April es restregar la bufanda llena de la pringue por la cara de Fred, para luego irse.
—May... —oigo decir a George y saco la nota del bolsillo para ponersela en la mano—. Por favor, May...
—Avery —le respondo, mirandole fijamente a los ojos. Esta vez han ido muy lejos—. Para ti Avery, comadreja. Y nosotras también somos de esas serpientes asquerosas.
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Vaya, parece que los gemelos lo han arruinado todo, ups. Pero ha sido muy bonito mientras ha durado la tregua, me calientan el corazocito <3
Por cierto, descripción gráfica de April y Fred después de haber ganado la pelea de bolas de nieve
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