Capítulo 42

Pasado

Nunca llegamos a enterarnos de cuando se abrió la última bóveda ni cuando desapareció Achternaam. El profesor Dumbledore se encargó de asegurarnos durante el banquete de fin de curso que Hogwarts siempre ha sido y será un lugar seguro para todos sus estudiantes, pero al ver como Haywood se levantaba y se iba del banquete, no podía hacer otra cosa que desconfiar. Pero pronto todo quedó olvidado al anunciar al ganador de la copa de las casas, que de nuevo habíamos sido nosotros. Quizá volver a casa en el verano no era tan malo, habíamos tenido unas notas muy buenas, no nos habíamos vuelto a meter en líos con los gemelos Weasley y habíamos ganado tanto la copa de las casas como la copa de Quidditch.

¡Os voy a echar de menos! —chilla Alexa cuando llegamos a la estación—. Espero que me escribáis, quiero que vengáis al menos una semana a casa, ¿entendido?

—Claro —le dice May, sonriendo—. Tendremos que ver como lo hacemos, le prometimos a Draco hace años que, antes de su primer año en Hogwarts, estaríamos con él una semana.

—Y no te olvides de Daphne y Astoria —le recuerdo a mi hermana, y ella asiente—. También se lo prometimos a Daphne, estaba realmente nerviosa con empezar a estudiar en Hogwarts.

—No os preocupéis, ¿podréis en agosto? Durante todo el mes de julio estaré en Francia con mi tía abuela, pero podemos cartearnos —responde Alexa y ambas asentimos, para luego volver a darla un abrazo e ir por fin con madre y padre.

—¿Qué quería? —padre no tarda en querer saber que está pasando, como siempre y temo porque no nos deje ir.

—Invitarnos a pasar una semana en su casa —le responde May, sonriente—. Quizá puede venir ella la primera semana de agosto, ¿no, madre?

—En la primera semana de agosto quedasteis con Draco, Daphne y Astoria para que vinieran a casa —dice madre, pero May sigue sonriendo—. Veremos si se le puede hacer un hueco.

—¡Gracias!

El chillido de May se lleva una reprimenda por parte de madre cuando ve cuando los Weasley se giran a mirarnos. Supongo que ha llamado la atención y eso no le gusta a madre, pero tampoco a padre, que no tarda en ponerme la mano sobre el hombro y me guía hasta la chimenea más cercana.

—Nos vamos a casa —dice, con un tono para nada agradable y me sujeta para que no entre en la chimenea.

La primera en entrar es madre, tras lo cual May se relaja y empieza a balancearse sobre sus pies. En su presencia es impecable, pero cuando la pierde de vista se relaja un poco, incluso delante de padre. Yo no puedo hacer eso. Cuando nos aseguramos de que madre ya ha debido de llegar hasta casa, le sigue May, que intenta quedarse atrás para que entre yo primero, pero con una mirada de padre le hace entender que eso no va a ser posible. Cuando mi hermana desaparece, su agarre aumenta sobre mi hombro, supongo que como una amenaza ya que, cuando el considera oportuno, me lleva directamente hasta la chimenea y no me suelta hasta que no está seguro de que tengo los polvos flu en la mano y no voy a salir corriendo.

—Mansión Avery —digo claramente, siendo las primeras palabras que pronuncio delante de él.

Suelto los polvos flu bajo su mirada y a lo lejos sigo pudiendo ver a la familia Weasley. Uno de los pelirrojos tiene la vista totalmente fija en mi dirección y, mientras que la chimenea me lleva, no puedo evitar ponerme aun más nerviosa. No tengo la culpa de que mire. No ha podido saberlo.

Cuando salgo de la chimenea mamá mueve rápidamente la varita para arreglar mi túnica, que se había llenado de hollín por no estar perfectamente concentrada. May me hace un gesto y empiezo a seguirla hasta que madre se para justo delante, negando. Parece ser que tenemos que esperar a padre, que aparece por fin.

—Hemos considerado que, lo mejor para vosotras, es que tengáis habitaciones separadas —dice padre, que parece que le agrada la idea—. Dormiréis en vuestras habitaciones, no en la de la otra. Si os veo dormir juntas de nuevo no tendréis nuevas escobas para el próximo curso. ¿Entendido?

—Sí, padre —murmuramos ambas a la vez. Esto, sin duda alguna, es lo peor que podría pasar ahora.

—Los deberes tendrán que estar hechos en menos de una semana, los de todas las asignaturas —continua diciendo.— Si os dejáis algo para más tarde lo sabremos porque los libros se guardarán en mi despacho hasta el inicio de curso. De vosotras depende que venga vuestra amiga en agosto.

—La cena estará en media hora, id a asearos —termina de decir madre y ambas asentimos para subir a nuestras nuevas habitaciones— May, habitación a la derecha, April, habitación a la izquierda.

La que antes compartíamos ahora es la nueva habitación de invitados, quedando para nosotras las habitaciones que antes se utilizaban como habitaciones de invitados. Al menos Draco mantería su habitación aquí, igual que Daphne y Astoria. May me da un apreton en la mano y se dirige hacia su habitación. Quizá la voy a ver más tarde, cuando padre esté en su despacho trabajando.

Entro en la mía y puedo ver como ha sido madre quien la ha decorado, probablemente con ayuda de mi madrina, Daphne y Astoria. Está claro que han elegido el verde como color principal por Slytherin y no me desagrada. Tiene bastantes toques en negro, lo cual la hace un poco más oscura, pero no me importa. Solo voy a estar aquí en verano.

Como ya no estamos en la habitación central, tengo un baño para mi sola, anexo a la habitación. Supongo que ahora nuestra antigua habitación será reformada para que también tenga un baño y nuestros invitados no sientan que tienen que salir de ahí para nada. Seguro que cuando Alexa venga se siente bastante aliviada de no tener que salir para nada más que lo necesario.

Aprovecho el momento para darme una ducha rápida y ponerme una túnica distinta, bastante arreglada para ser solamente una cena en casa, pero no me atrevo a hacer otra cosa. No cuando nos acaban de separar y acabamos de llegar. Quiero que Alexa venga a casa y quiero poder ir a la suya en agosto, así que solo queda ser obedientes.

Cuando salgo para ir a cenar, veo que May ha escogido exactamente la misma túnica que yo y no podemos evitar reirnos, por lo que bajamos hasta el comedor así. Madre nos ve y niega con una pequeña sonrisa, sabiendo que es lo que ha pasado, pero se pone seria cuando padre llega. No nos sentamos en la mesa hasta que él no lo ha hecho y, como siempre, cenamos totalmente en silencio. Ambur nos va sirviendo los distintos platos y comemos solo un poco de cada uno de ellos, como siempre. En Hogwarts comemos bastante más por lo que cuando volvemos a casa acabamos con hambre en cada cena. Ambur siempre se asegura de que tengamos algo más de comida en nuestras habitaciones, dandose cuenta de que tenemos que comer más.

Quizá en otra familia de magos, después de cenar se reunirían todos ante la chimenea y escucharían la radio, pero en la nuestra no. Hasta que padre no se levanta de la mesa no nos movemos y, cuando por fin lo hace, es para volver a nuestras habitaciones. Madre se queda en la sala de estar, ante el fuego de la chimenea mientras que bebe un té y padre vuelve a subir a su estudio.

—A las diez cada una a su habitación —nos advierte madre y ambas asentimos para luego subir a nuestras habitaciones.

—Esto va a ser duro —murmura May una vez cerramos la puerta de su habitación—. ¿Por qué crees que habrá sido este cambio?

—Será porque te influencio —le digo, fingiendo una sonrisa y que no tiene importancia—. ¿Qué más da? Ahora le podremos dar envidia a Daphne y Astoria con nuestras habitaciones, recuerda que ellas siguen durmiendo juntas y quieren habitaciones separadas.

May sonríe a pesar de todo y se pone a enseñarme su armario. Tenemos ropa distinta, cada una más acorde a nuestros gustos personales y por eso me enseña las nuevas túnicas que tiene. Su habitación también es de un tono verde, pero mucho más claro que el mío y, en lugar del negro, plateado. Su habitación tiene mucha más luz que la mía, a pesar de que comparten el color principal y me da la sensación de que no deja de ser una metáfora de nuestras personalidades. Se nota que Cissy ha ayudado a decorar la habitación y ha elegido gran parte del vestuario de May, no solo por la calidad de las túnicas, si no también por el gusto. Se nota que siempre ha deseado tener una hija y, como no tuvo suerte, se vuelca con May.

La hora de volver a nuestras habitaciones se acerca y, antes de que llegue Ambur para separarnos, vuelvo a la mía para evitar problemas con padre. Me lo repito otra vez, quiero que venga Alexa, quiero que nos dejen irnos y quiero la nueva escoba. Me siento en el escritorio y empiezo a sacar todos los libros para poder empezar a hacer todos los ejercicios que nos han mandado. Quizá debería descansar, pero no puedo dejarlo pasar.

Empiezo por herbología, una de las materias con las que necesito la ayuda de May para poder recoger todas mis dudas y preguntarselas cuando antes. Las horas pasan, Ambur me sube un vaso de leche con galletas y lo voy comiendo mientras sigo trabajando. Necesito tener esto terminado antes de ir a dormir. Pero a la mañana siguiente me despierto sobre la hoja en la que había estado trabajando y la pluma manchando gran parte del pergamino. Ambur llega a los pocos minutos, avisandome de que el desayuno estará en media hora y me limpia la mejilla, supongo que porque la tengo llena de tinta.

Me duele todo el cuerpo por la postura en la que he dormido, así que me prometo que esta noche dormiré en la cama. Una ducha rápida, una túnica limpia y ya estoy en el salón esperando para desayunar. May, por su parte, tarda más en bajar y, cuando lo hace, baja bostezando. Madre la lanza una mirada nada agradable y ella murmura un lo siento. Padre no aparece en ningún momento y eso hace que el desayuno sea mucho más agradable. Seguimos en silencio, pero al menos no existe esa tensión.

Nada más terminar, madre le ordena a Ambur que vaya a buscar nuestros libros de texto y prepare la sala de estar para que hagamos allí todos nuestros deberes. Ella se sienta en uno de los sillones individuales, teniendo una vista perfecta a lo que estamos haciendo en el escritorio que tenemos. Empiezo a preguntarle a May mis dudas sobre herbología y ella me pregunta cosas sobre transformaciones. Hora tras hora seguimos trabajando, hasta que llega la hora de comer. Luego continuamos. Historia de la Magia, encantamientos, pociones, defensa contra las artes oscuras, astronomía y transformaciones. En ningún momento paramos de hacer los deberes y no nos planteamos ni preguntar si podemos coger nuestras escobas para jugar un poco. Primero terminar todos los ejercicios, luego podremos jugar al Quidditch todo lo que queramos.

Padre cumple su palabra y una semana después, guarda todos nuestros libros en su despacho. Tanto May como yo nos hemos asegurado de terminar todos los deberes, por eso, en el primer día libre que tenemos, salimos al jardín para poder entrenar. Algunos días viene Draco para hacernos compañía y practica con nosotras, se queda a comer y luego jugamos al snap explosivo. Otras veces vamos a comer a su casa y pasamos allí el día, pero nunca nos quedamos a dormir ya que eso está reservado para la última semana de agosto. Al final habíamos conseguido, de momento, organizar todo para que Alexa viniera en la primera semana, en la segunda fueramos a su casa, en la tercera a casa de Daphne y Astoria y en la última a casa de Draco. Pero, por supuesto, antes teníamos que ir al callejón Diagon a comprar todo lo necesario.


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Menudo coñazo, uf. La semana que viene tendrá algo más de acción, principalemente porque... bueno, no digo nada jajajajaja. Aunque sí que aviso de que tendré que subir el sábado porque vuelvo a empezar las clases y lo llevo: mal. ¡Qué llevo de vacaciones desde diciembre!

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