Capítulo 39
Pasado
—¡Avery vuelve a tener la quaffle! —dice el comentarista, igual de entregado que en el resto de partidos—. ¡Marca en jugada con su hermana, 70-60 para Slytherin! ¡Ravenclaw recupera la quaffle y empieza una nueva jugada para llegar hasta el guardian de Slytherin!
April ya se ha adelantado a mí y está volando alrededor de la quaffle, con Flint pisandole los talones en lugar de marcar a cualquiera de los otros jugadores. Sigue llevando bastante mal que juguemos en el equipo. Marco a la única cazadora del equipo de Ravenclaw, pero eso no vale para evitar que marquen a Bletchley de nuevo. No quiero ser él después de este partido.
—¡70-70, van empatados, espero que machaquen a esas serpientes, vamos Ravenclaw! —grita Jordan y la grada empieza a chillar. Somos la casa más odiada, nunca recibimos apoyo—. ¡Lo siento, profesora McGonagall! ¡Parece que han visto la snitch!
Aprovechando que Flint está acaparando la quaffle levanto la vista para ver como Higgs pasa rápidamente por debajo de todos nosotros, con el buscador de Raveclaw pisandole los talones.
—¡Ravenclaw roba la quaffle, se dirige a toda velocidad contra los aros de Slytherin y.... marca! ¡80-70 a favor de Ravenclaw! —los chillidos de las gradas le acompañan, y de reojo puedo ver como April aprienta la mandibula—. ¡Y Higgs atrapa la snitch! ¡Una pena, Slytherin gana 220-80!
—¡Jordan! —oigo gritar a la profesora McGonagall antes de que le quiten la ampliación de su voz.
April viene volando hasta mi lado, seria y con el ceño fruncido. Puedo ver como Flint se dirige hacia nosotras, supongo que para regañarnos por algo que no hemos hecho, así que agarro a April de la túnica y tiro de ella para que me siga con la escoba hasta los vestuarios. No quiero escuchar a Flint, nunca quiero, pero ahora estoy sudada y cansada.
—Va a matar a Betchley —dice April cuando llegamos a los vestuarios y no puedo hacer otra cosa que asentir—. Ocho tantos son demasiados para él, nunca lo había hecho tan mal.
—Este equipo de Ravenclaw es bastante bueno, aplastaron a Hufflepuf sin problemas, con un poco de suerte acabarán con Gryffindor —contesto y ella se encoge de hombros. Gryffindor está siendo una ruleta rusa, consiguió ganar a Hufflepuf sin problemas, pero nosotros les aplastamos. Hufflepuf, por su parte, no está haciendo una buena temporada y es probable que se deba a que la mayoría de sus integrantes están en cursos superiores por lo que no se centran en los entrenamientos si no en sus estudios. Aunque su buscador, Diggory, es bastante decente.
—Seguro que ganamos a Hufflepuf en mayo, tenemos bastante tiempo para entrenar —dice April, que coge su túnica y se mete a las duchas.
La imito y empiezo a hacerlo todo lo más rápido posible. No quiero pasar mucho tiempo en los vestuarios, no después de la congelación que sufrieron con la bóveda. A April no le importa, y lo noto al ver que, cuando salgo, ella todavía sigue dentro, con muchísimo vapor saliendo de la ducha.
—¿Planeas ahogarte? —le digo y oigo una risa suave.
—No, saldré pronto, necesito relajarme, me duele todo el cuerpo —me dice, y en lugar de oír como se cierra el grifo, veo como sale aún más vapor de la ducha.
—¡April!
—Que no me voy a quemar.
—¿Pero queréis salir de una vez? ¡Me estoy congelando! —Alexa entra en los vestuarios como si fueran su casa, con total libertad y chillando a todo pulmón—. ¡Quiero cenar ya, ha sido un partido larguísimo! A ver si para el próximo acaparáis la pelota y hacéis que Flint se calle de una vez.
—Id yendo.
—¿Segura? —le pregunto a mi hermana, que saca la cabeza llena de jabón por la cortina de la ducha y asiente.
—¿Crees que voy a tardar poco?
—¡Vamos, May!
Alexa tira de mi y me despido de April solo con un gesto, tampoco necesitamos más. Nos veremos en apenas un momento, solo es una separación momentanea y ahora la bóveda del sonambulismo está cerrada y no hay problemas en que vuelva a ir al Bosque Prohibido. Cuando me desperté al día siguiente y vi que no estaba en su cama empecé a chillar. Me faltaba el aire y Alexa no era capaz de calmarme de ninguna forma. Entonces mi hermana entró por la puerta, tranquilamente, y empecé a chillar aún más. Recuerdo que le lancé todas las almohadas de las camas y luego intenté coger mi varita, pero Alexa se tiró encima de mí para impedirme que la hechizara. Duré sin hablarla una hora, probablemente el mayor tiempo que había logrado en esos doce años.
—No entiendo como podéis estar jugando en el mismo equipo que Flint, es asqueroso —dice Alexa y no puedo evitar reírme.
—No es que tengamos muchas opciones, ya viste como casi no entramos en el equipo.
—¡Casi lo mato! —puede que Alexa no jugue al quidditch como nosotras, pero si que es nuestra fan número uno. Estoy segura de que, si jugaramos en un equipo profesional, ella estaría en primera fila—. ¿Sabes que hay hoy de cenar?
—Todas las noches hay los mismos platos, Lex, acabarás cenando lo mismo, ¿por qué no pruebas algo nuevo? —ella niega, como si hubiera dicho la mayor ofensa del mundo.
—¿Cómo haces tú con todos los platos? Te he visto aguantar las ganas de vomitar más de una vez, si te viera tu madre estaría horrorizada —dice y no puedo evitar reir al saber que es cierto.
—Así no es como se comporta una señorita —digo, imitando la voz de mi madre—. Si viera como nos comportamos en la habitación nos desheredaría, incluso sería capaz de convencer a tu madre para que lo hiciera.
Cuando entramos dentro del castillo lo primero que oímos es bastante alboroto cerca de la Gran Escalera, así que Alexa tira de mi hasta que nos metemos entre todos los alumnos que hay allí, mirando los cuadros. O más bien un cuadro en particular, donde Penny Haywood está chillando delante de él mientras que sus amigos la sujetan.
—¡Soltadme ahora mismo! ¡Beatrice! —chilla la rubia, totalmente fuera de sí—. ¡Beatrice!
—¡Penny, relajate, MC está en ello! —oigo gritar a Charlie, pero ella no para hasta que consigue soltarse de Tonks y Charlie y va directa hacia el cuadro donde está la tal Beatrice.
La cuarta maldición hace acto de presencia de nuevo y uno de los cuadros se traga a Penny sin problema ninguno, lo que hace que todos chillemos. A lo largo de las escaleras más y más gente va desapareciendo así que agarro a Alexa rápidamente y tiro de ella para que salgamos de allí lo más rápido posible y tratando de evitar todos los retratos que podemos. Hasta que calculamos mal.
—¡Sueltame! —otro de los retratos se abre para atraparnos y tiene ya a Alexa casi dentro de él, que intenta soltarse, pero no lo hago.
—¡No!
Por mucho que tiro de ella no sirve para nada, la fuerza del retrato me arrastra con ella. Incluso cuando alguien intenta tirar de mi para que no siga el mismo camino que mi amiga. Pero ambos nos vemos pronto en un paisaje totalmente desierto, junto a Alexa.
—¿Weasley? ¿Qué haces tú aquí? —Alexa mira a mi lado y rápidamente le sigo la mirada para ver como George se sacude la túnica como si nada. La verdad es que en este sitio hay bastante polvo.
—Intentaba que no os atrapase el retrato, pero ahora estamos los tres aquí —dice, como si nada y quiero estrangularle. Una cosa es que hablemos si estamos a solas, o como mucho si está April delante, pero con Alexa es otra cosa—. Lo bueno es que MC no va a tardar mucho en solucionarlo, como la hermana de Penny había sido atrapada de nuevo ya estaba en ello, pero ahora que Penny también lo está...
—Podríamos haber acabado en otro de los cuadros —digo, cambiando de tema ante el silencio que se ha quedado—. Cuando salgamos de aquí pienso beber mucha agua.
—¿Crees que habrá agua en la montaña? —dice Alexa, señalandola a lo lejos. No está tan lejos, quizá podemos llegar andando.
—Vamos a verlo —digo, cogiendo la mano de mi amiga y luego le tiendo la mano a George, que levanta una ceja—. No creo que sea buena idea que nos separemos aquí.
Él asiente y cuando vuelvo a mirar a Alexa la que levanta una ceja es ella, incrédula. De verdad pienso que no deberíamos separarnos y la forma más fácil es estar agarrados. No tocaría a George si no fuera estrictamente necesario, como lo es ahora. Es necesario porque tenemos que ir hasta la montaña y el camino puede ser peligroso. Puede haber cualquier cosa en el camino que nos ataque y tenemos que estar como grupo. Aunque el camino es recto y no pasa nada. Siempre vemos la curva, pero nunca llegamos a ella.
—¡Me duelen los pies! —chilla Alexa después de unos minutos andando. O unas horas. También me duelen los pies.
—Tengo sed —digo, cuando veo como la chica se tira al suelo, soltandose de mi mano. Quizá no tendría que dejar que se soltase.
—La montaña sigue lejos —dice el pelirrojo, mirando al horizonte y le imito para ver que es verdad.
—Quizá podríamos descansar un poco, ¿no? —sugiero y los otros dos asienten, así que nos sentamos en el suelo.
El chico y yo estamos dados de la mano, aunque no recuerdo porqué. Quizá debería darle la mano a la chica, que ya se ha tumbado en el suelo y está a punto de quedarse dormida. Quizá no debería quedarse dormida.
—¿Vamos a la montaña? —el chico se vuelve a poner de pie y tira de mi para que haga lo mismo, pero no me muevo y señalo a la chica.
—¿Y ella?
—Estará bien, la montaña es más importante, ¿no? —dice y no puedo evitar asentir. La montaña es importante.
Me levanto con su ayuda y dejamos a la chica en el suelo, casi dormida. ¿Debería avisarla? No, el chico tiene razón, estará bien. Caminar hasta la montaña es más importante.
—Venga, vamos, no queremos que se haga de noche, ¿no? —digo, mirandola por última vez, pero poniendome ya en marcha y tirando de él.
Los primeros pasos son bastante sencillos, no cuestan nada, pero según vamos avanzando son cada vez más dificiles. Pero no avanzamos, si no que retrocedemos. La montaña se aleja más, más y más. George intenta correr hacia ella y tira de mi en el proceso, pero aún así seguimos alejandonos a cada segundo más.
Hasta que caemos en la Gran Escalera, de culo. Alexa cae a nuestros pies y da un grito cuando se da el golpe, haciendo que se despierte del sueño que había tenido en el cuadro. El cuadro. Nos había atrapado el cuadro.
—¡May! —giro rápidamente la cabeza para ver como April viene corriendo hasta mi y se tira justo encima, haciendo que me de un golpe con el suelo y suelte de golpe la mano de George—. ¡Lo siento, lo siento! ¡Estaba tan preocupada! Cuando te he visto dentro del cuadro he pensado lo peor, te estaba llamando, pero no oías nada y...
—Solo me duele un poco la cabeza —bromeo a lo que ella se aleja rápidamente y empieza a mirarme, pero la freno al ver que tiene una herida en la sien. Y está sangrando—. ¿Y esto?
—Cuando vi que estabas atrapada me fui a buscar a Achternaam —dice, como si nada y no me gusta por donde está yendo la cosa.
—Tu hermana quiso enfrentarse al dragón —Fred Weasley hace acto de presencia y ayuda a George a levantarse del suelo. Ellos no son tan afectuosos como nosotras, al menos aparentemente, pero si que se nota que no se van a alejar en una temporada—. Ha tenido suerte que fuera solo la ceja.
—Si no hubieras estado en el medio no habría pasado nada —dice April, cruzandose de brazos—. Snyde no tendría el tobillo torcido si no fuera por ti y tu manía de estar donde no te llaman.
—Mira quien fue a hablar, Charlie tiene una quemadura en el brazo porque tú tenías que presumir de lo poderosa que eres —le contesta Fred y me fijo en que, como ella, también tiene una herida, pero en la ceja.
—¡Por tu culpa tengo esta herida! ¿Acaso no me puedes dejar tranquila? —grita mi hermana, señalandose la sien.
—¿Acaso crees que la mía no es por ti? —le contesta también con un grito Fred.
—April no me cuentro bien —digo, intentando evitar que acaben en una pelea al ver como empiezan a acercarse el uno al otro.
Mi hermana se aleja rápidamente y se pone a mi lado, sé que usar el no me encuentro bien es un poco rastrero, pero no quiero que esté castigada. Ya ha ido a la bóveda maldita y eso es motivo de castigo, si la encuentran discutiendo con Fred será peor porque acabarán hechizandose.
—Vamos a la enfermería —dice mientras que tira de mi y luego ayuda a Alexa a levantarse del suelo. Ella parecía ser la más afectada de los tres, todavía seguía algo perdida y se le notaba en la mirada.
—Enfermería no —protesta Alexa después de que hemos dado unos pasos—. Quiero ir a cenar, prometo probar algo nuevo.
—A la enfermería, ya —repite April y esta vez nuestra amiga no admite réplicas y empieza a andar, todavía apoyada en nosotras porque sigue teniendo problemas para moverse bien—. ¿Puedo saber qué ha pasado?
—El cuadro nos ha comido —dice Alexa y empieza a reírse, como si fuera una niña pequeña—. Ha sido divertido estar ahí hasta que he dejado de recordar quien era.
—No ha sido divertido —murmuro mientras que la agarro más fuerte al ver que tropieza en las escaleras—. ¿Y la bóveda?
—He visto un dragón —dice April, y sé que lo dice tan tranquila porque por dentro está muy nerviosa—. ¿Os apetece mover todas las camas y dormir juntas?
—Sí —dice Alexa sin darme tiempo a responder—. Por favor.
—Espero que Madame Pomfrey nos deje irnos a nuestra habitación.
—Claro que lo hará, solo necesita revisaros por si acaso os habéis roto algo —me responde April, pero como su hermana gemela, noto que sabe que no va a ser así. Al menos en el caso de Alexa, que parece que sigue perdida.
—¿La enfermería no está por allí? —pregunta ella, señalando el pasillo incorrecto y April empieza a acelerar el paso hasta que llegamos a la puerta de la enfermería—. Ah, pues no.
—Madame Pomfrey —digo nada más entrar, dejando que April se ocupe por unos segundos de nuestra amiga. La enfermera se gira y cuando nos ve suspira porque pasamos demasiado tiempo aquí—. Alexa ha sido atrapada por uno de los cuadros.
—Y May también —añade mi hermana, que apoya a Alexa en una de las camillas mientras que Madame Pomfrey se acerca.
—¿Presenta signos de confusión?
—Sí —respondemos las dos a la vez.
—¿Sabe quien es?
—Sí.
—¿Sabe dónde está?
—Sí —responde April.
—Pero ha confundido donde estaba la enfermería y al principio no sabía ni quien era—añado yo, y Madame Pomfrey asiente.
—Se queda aquí esta noche, ¿Avery, presentas algunos de esos síntomas?
—No, Madame Pomfrey, he estado menos tiempo que Alexa dentro del cuadro, quizá un minuto menos como mucho —le digo, y ella asiente.
—Ve a tu habitación, si notas confusión, pérdida de memoria o desorientación ven —me dice y asiento—. La otra Avery, ¿qué te ha pasado en la ceja?
—Cuando la capitana de Ravenclaw me ha dicho que se había abierto otra de las bóvedas malditas me he resvalado en la ducha —dice mi hermana, con una facilidad para mentir que es asombrosa—. Como May y Alexa ya estaban en el castillo...
—Te quedará cicatriz aunque lo cure, así que te lo dejaré como recordatorio por no haber tenido cuidado —le dice Madame Pomfrey, que ya está más pendiente del resto de estudiantes que han sido afectados por la bóveda que por la herida de April. Si no tuviera tanto trabajo ahora mismo ya le hubiera curado la herida con un movimiento de varita o alguna poción. Quizá puedo hacer alguna en la habitación para curarle la herida y que no le quede cicatriz—. Fuera, ambas, id a cenar.
April me agarra rápidamente y nos vamos de allí antes de que Madame Pomfrey cambie de opinión y acabemos las dos al lado de Alexa, que cuando salimos por la puerta sigue teniendo la misma cara de perdida que antes. Solo espero que se recupere pronto.
Vamos directas al Gran Comedor, donde nos sentamos al final de la mesa y empezamos a comer lentamente. El comedor ya está casi vacío, probablemente porque la mayoría de los alumnos han decidido no cenar hoy por todo lo que ha ocurrido. Otros ya habrían cenado antes de que la bóveda se abriese y atrapase a tanta gente. Y a otros les dará exactamente igual, como es el caso de Orion y sus amigos.
Estamos sentadas de tal forma que podemos ver perfectamente la mesa de Gryffindor y a los gemelos Weasley, que están sentados al lado de su amigo el comentarista de Quidditch. Los tres no dejan de susurrar cosas y están muy concentrados en la comida hasta que Jordan levanta la cabeza y mira en mi dirección. Bajo la mirada rápidamente y sigo comiendo, como si nada, pero es tarde proque las miradas de los tres están en nosotras. April, por su parte, finge que no se da cuenta, pero su pierna temblando me dice lo contrario. Y más cuando se levantan y vienen hacia nuestra mesa.
—Vamonos —le murmuro a April y ella asiente, coge un pequeño bol de pudding y una cucharrilla y se levanta de la mesa.
Ambas fingimos que no les vemos cuando coincidimos en la salida, a pesar de que están parados y empiezan a andar cuando llegamos. April sigue comiendo su pudding como si nada y puedo ver como Fred la observa, con el ceño fruncido. Son demasiado parecidos y por eso se llevan tan mal.
—¿Podemos hablar? —pregunta George, por fin, pero le ignoro. Orion está cerca.
—Oye, May, ¿crees que desaparecerá el bol cuando me lo termine? —me pregunta en un tono de voz demasiado alto, para hacer notar que está ignorando a los Weasley.
—Es probable —le contesto, pasando al lado de George sin ni siquiera mirarle—. Cómetelo y lo vemos.
—Me lo terminaré en la habitación.
Con la cucharilla todavía dentro del pudding, April sigue andando hacia nuestra sala común y yo voy a su lado. No necesitamos hablar para comunicarnos y menos cuando oímos los pasos detrás.
—¿Vas a buscar a algún prefecto? —me susurra April, pero niego. No la voy a dejar sola con ellos porque va a acabar castigada—. Van a saber donde está nuestra sala común.
—Solo tenemos que hechizarlos —le contesto y ella sonríe.
—Esa es mi hermana.
April y yo nos giramos a la vez y apuntamos primero a los gemelos Weasley. El hechizo confundus sale de nuestras varitas y ambos están totalmente desconcertados. Su amigo intenta sacar la varita para protegerse, pero April es más rápida y le hechiza a él también.
—Listo, ¿nos vamos a dormir? —me pregunta con una sonrisa y asiento, devolviendosela. Me gusta cuando está de buen humor como ahora—. ¡Espera!
No me da tiempo a detenerla, coge su bol de pudding y se lo pone a Fred en la cabeza, manchandole con el pudding que le quedaba que era casi todo el bol.
—¡April!
—Se lo debía, vamos —dice ella, riendo y no puedo evitar reír yo también.
Fred Weasley con la cabeza llena de puddin es, sin duda, uno de los mejores momentos del día.
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