Capítulo 31
Pasado
—Te voy a matar, a ti y a tu estúpido hermano, a los dos. Vas a acabar en el fondo del Lago Negro y el calamar gigante se encargará de destrozar vuestros cuerpos para que se los puedan comer bien todas las criaturas submarinas.
—Te estoy oyendo, Avery.
—Esa es la idea, Weasley.
Suspiro al oír como April vuelve a amenazar a Fred Weasley y abro los ojos para mirarla fijamente. Está en mitad del pasillo de la enfermería, entre múltiples camas que han sido agrandadas para que entren varios estudiantes en ellas. Somos demasiados para estar en un sitio tan pequeño, aunque el calor que hay es bastante agradable.
—No les digas nada, quiero ver cuanto tardan en matarse —oigo a George a mi derecha y no puedo evitar dar un pequeño salto, a lo que él se ríe.
—¿Cuánto llevan discutiendo?
—Desde que Madame Pomfrey ha salido para echar a tus padres —dice George, como si nada—. Oye, ¿estás bien?
—¡April! —grito y mi hermana gira rápidamente la cabeza, con la varita ya en la mano para hechizar a Fred—. ¿Están aquí?
Mi hermana asiente y veo como guarda su varita mientras que viene hasta la cama. Está bastante pálida, supongo que la visita inesperada de nuestros padres tiene bastante que ver y seguramente la discusión que han tenido también.
—No saben que huimos con ellos —murmura cuando llega a mi lado y se sienta para acariciarme el pelo—. Y por lo que respecta a Weasley no va a decir nada, ellos creen que has tenido mala suerte en donde te han puesto y se estaban quejando con Madame Pomfrey.
—No entiendo porqué queréis ocultar que estabais con nosotros, no hemos hecho nada malo —se queja Fred, y por la cara de April sé que es el motivo de su discusión.
—Cállate, Weasley, de verdad, cállate —April parece totalmente desesperada para ser ella y no puedo evitar levantarme de la cama y abrazarla.
—Vamos a estar bien —le susurro justo cuando se abre la puerta, a lo que ella se tensa y se aleja rápidamente de mi.
Por la puerta no entran nuestros padres, si no una mujer pelirroja bastante bajita y algo rellenita. Parece estar totalemente preocupada por alguien y entonces es cuando se acerca a toda prisa hacia nosotros.
—¡Fred, George! —grita nada más verlos, y se lanza a abrazar a Fred, que está más cerca de la puerta, aunque rápidamente le suelta para ir a por George—. ¿Dónde está Charlie?
—Madame Pomfrey le ha dejado salir antes, ha dicho algo de que tiene mejor defensa que los más pequeños —le responde Fred y puedo ver como la que supongo que es su madre asiente.
—¿Y Percy? —pregunta de nuevo la señora y ambos hermanos se encogen de hombros.
—Seguro que en la biblioteca encerrado estudiando para los TIMOS —contesta George y puedo ver como Fred se ríe.
—Ya podríais estudiar algo vosotros —dice ella y los gemelos están a punto de protestar cuando la puerta se vuelve a abrir.
April se gira rápidamente para ver entrar a nuestros padres, que rápidamente vienen hasta nosotras. Madre se pone a mi lado y empieza a tomarme la temperatura mientras que padre se pone al lado de April y le pone la mano en el hombro.
—Dumbledore responderá ante esto, poneros cerca de estos... asquerosos traidores a la sangre —oigo decir a padre y entonces la señora Weasley frunce el ceño, Fred se cruza de brazos y puedo notar como George se mueve a mi lado.
—¿Disculpe? —dice la señora Weasley, visiblemente molesta—. ¿Con qué derecho se cree?
—Magos como ustedes deshonran el mismo nombre de mago —dice padre, arrugando la nariz como si estuviera oliendo algo asqueroso—. Una lástima que quieran mezclarse con la gente equivocada y que tengan las creencias erróneas. Diga a sus hijos que se mantengan lejos de mis hijas, no quiero que tengan ideas equivocadas de lo que significa ser un mago.
—¿Mantener a mis hijos lejos de sus hijas? —por primera vez la señora Weasley nos mira, tanto a April como a mi y no puedo evitar hundirme un poco más en la manta que tengo encima, a lo que madre aprovecha para taparme aún más—. ¿Y qué tal si usted mantiene a sus hijas lejos de mis hijos? ¿No es usted el interesado en alejarlos?
—Por culpa de sus hijos sus notas no son perfectas —dice padre, y puedo ver como aprieta el hombro de April, como si quisiera que esta dijera algo, pero mantiene la boca cerrada a lo que padre aprieta más su agarre hasta el punto en el que los nudillos se le ponen blancos y April no puede evitar mostrar el dolor.
—¡Sueltela, la está haciendo daño! —dice Fred de pronto y empieza a avanzar hacia April y padre, a lo que su madre le sujeta por la túnica.
—No es asunto tuyo, mocoso insolente —le contesta padre a lo que Fred consigue soltarse de su madre y trata de avanzar hacia padre.
Trato de moverme disimuladamente y le doy un golpe a George, que parece que capta el mensaje y se levanta para ponerse delante de Fred, que es bastante difícil de contener. April, por su parte, trata de volver a poner una expresión neutra, pero es incapaz de hacerlo al notar cada vez más presión en el hombro por parte de padre.Si sigue así va a volver a hacerla daño.
—¿Qué clase de educación le da a sus hijos? —dice padre, mirando descaradamente a la señora Weasley, que consigue, por fin, que Fred se calme—. Ninguna, ¿verdad?
—¡Mamá, suéltame! —vuelve a gritar Fred, pero esta vez llama la atención de Madame Pomfrey, que rápidamente acude hasta nuestra zona.
—¿Qué está pasando aquí? —dice y en cuento ve a George fuera de la cama le empuja y le vuelve a tapar hasta el cuello—. ¡Todos, fuera de aquí! ¡No están dejando descansar a los niños y van a conseguir que se pongan peor!
—¿Puedo quedarme, Madame Pomfrey? —pregunta April, supongo que con esperanza de alejarse de padre.
—Todos fuera es todos fuera, señorita Avery, podrá venir mañana a ver a su hermana —le dice Madame Pomfrey y entonces consigue echar a todos de nuestro alrededor.
Madre me da un beso a en la frente y vuelve a taparme bien para luego coger a padre de la mano, en un aviso silencioso para que se vayan de allí sin montar más escándalo. Padre no se deja amendrentar por Madame Pomfrey y, con la cabeza bien alta, empieza a andar hacia la salida, empujando a April disimuladamente. Hasta que se para en la puerta de la enfermería y se gira de nuevo:
—May —me llama, y le miro.
Su mirada lo dice todo. No te acerques a esos traidores a la sangre o tu hermana lo va a lamentar.
—Mejorate.
Vuelve a girarse para salir de la enfermería y Madame Pomfrey termina de sacar a todos los que están allí para luego cerrar la puerta con un sencillo movimiento de varita y el silencio perdura durante unos segundos en la enfermería. Hasta que comienza a examinar a los distintos alumnos y en cada cama empiezan los comentarios sobre el hielo maldito y en donde los había cogido a cada uno de ellos.
—May —George me llama, pero decido no hacerle caso. Sé que quiere ser mi amigo, y yo también quiero, pero no puedo—. ¿Qué ha sido eso? ¿Por qué estaba haciendo daño a April?
Me giro y le doy la espalda, tapandome aún más. El calor que sentía ha desaparecido y ha vuelto el frío del hielo maldito. No quiero que haga daño a April, sé que puede hacerle daño en cualquier momento porque seguro que se entera de que he hablado con cualquiera de ellos. No puedo dejar que haga daño a April.
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¿Puede ser que el padre de las gemelas sea un asqueroso? Yo digo sí.
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