Capítulo 107
Pasado
— ¿Quieres hacer tú los honores?
Sonrió ante la pregunta de mi hermana y asiento antes de levantar la varita y poner la cúpula que rápidamente nos aísla del frío exterior. Quizá venir a los jardines en pleno mes de febrero cuando acabamos de tener una de las mayores bajadas de temperatura de lo que va de curso no es nuestra mejor idea, pero estoy de acuerdo con April en que, a veces, el castillo se vuelve demasiado agobiante.
Ella levanta también la varita y pronto la nieve acumulada desaparece y la temperatura empieza a subir hasta que parece que tenemos un tiempo primaveral dentro de nuestra cúpula.
— Creo que tanto tiempo en la biblioteca merece la pena —dice Fred mientras se quita el abrigo y April se ríe.
— Deberías probar a ir alguna vez por allí, te puedo asegurar que tienen cosas realmente interesantes.
— Quizá me paso este año.
Eso se lo dice tan pegado a ella que juraría que veo como sus labios se rozan cuando hablan. Son tan pastelosos.
— Supongo que tú y yo nos vemos igual que ellos —me susurra George al oído—. Casi me dan ganas de vomitar con esa especie de tensión que tienen de forma constante.
— Oh, no te preocupes, nosotros hemos superado esa tensión, Alexa dice que ya parecemos una pareja normal y no una que se muere por comerse la boca —se suponía que no iba a contarle eso, que vergüenza.
— Vaya, vaya, así que antes parecía que nos queríamos comer la boca.
Ahí es cuando George empieza el juego y no deja que le bese de nuevo hasta que lo admita. Lo cual, la verdad, tiene su encanto, estar sentados junto a un árbol, viendo todo Hogwarts nevado excepto la parte en la que estamos los cuatro y como las pocas personas que salen del castillo y pasean cerca de nosotros se quedan mirando la cúpula. Y a nosotros, claro.
George y yo estamos sentados el uno al lado del otro, yo me apoyo de vez en cuando en su hombro y cuando noto como el cuello me va a empezar a doler me muevo hasta que me apoyo en el árbol y él apoya la cabeza sobre mis piernas, donde puedo meter los dedos dentro de su pelo. Me encanta hacer eso.
Luego están April y Fred, de los que no puedes distinguir donde empieza uno y donde el otro porque Fred está sentado contra el árbol y April se ha sentado entre sus piernas. A veces está de frente a él —sobre todo cuando le besa— y otras solo apoya la espalda en su pecho. Tienen siempre alguna parte del cuerpo entrelazada, generalmente son las piernas, pero en más de un momento he dudado en los brazos, tapados ambos por la camisa del colegio.
— ¡Eh, Fred, George!
Y la paz se acaba cuando los amigos de los gemelos aparecen al otro lado de la cúpula. Aunque no vienen solos, Alexa y Adrian también están allí fuera. La única diferencia es que Alexa tira de Adrian sin ningún miedo y entra dentro de la cúpula y los demás se quedan fuera.
— Madre mía, ¡tenéis que enseñarme a hacer esto! —dice nuestra amiga, quitándose rápidamente el abrigo y la túnica para luego sentarse en el suelo, justo enfrente de donde estamos George y yo—. ¿No crees que quedaría precioso para una boda? Mamá está conociendo a alguien ahora, y si se termina casando os pienso llamar para que montéis una cúpula así.
— Bueno, solo podremos hacerlo si es mago —le responde April y los Gryffindor que siguen fuera de la cúpula fruncen el ceño—. Oh, vamos, ¿vosotros pensáis hacer magia delante de los muggles? Porque yo no pienso romper el Estatuto Internacional del Secreto Mágico, tengo mis límites e ir a Azkaban no está en mis planes.
— No te mandan a Azkaban por romper el Estatuto —le contesto a mi hermana, que se encoge de hombros.
— Mejor prevenir que curar.
— ¿Qué es lo que queríais? —pregunta George a todos los que están fuera y ellos empiezan a balancearse en la punta de los pies.
— ¡Por Merlín, ¿queréis pasar de una vez?! —y ese es Fred, que parece que se cansa de las dudas de sus amigos—. No os van a comer, son las serpientes menos serpientes que hay en el colegio.
— ¿Quiénes? ¿April y May? —Adrian es el que habla, mientras se ríe—. Se nota que no las conoces del todo, tendrías que ver como controlan a todos en la Sala Común cada vez que se mueven a la vez.
— Bueno, es que dan un poco de miedo —Katie Bell es la que habla, casi susurrando. Pero aún así ha sido la primera en entrar dentro de la cúpula.
— Te lo reconozco de April, ¿pero May? —Alexa se ríe y yo pongo los ojos en blanco, sabiendo que va a decir algo que me va a dejar completamente en ridículo.
— ¿Acaso te has enfrentado a ellas en el campo de Quidditch? Te aseguro que dan miedo.
Con esa frase Katie Bell se sienta también en el suelo y empieza a hablar tranquilamente con Alexa. Eso parece ser lo que convence a los demás Gryffindor de atravesar la cúpula y sentarse también en el suelo a hablar con los gemelos y, en algunas ocasiones, puedo ver como Johnson habla con April.
— ¿Tú no tenías una cámara de fotos muggle, Avery? —asiento ante la pregunta de Katie Bell y ella parece que se emociona—. ¡Es genial! George estuvo probándola en la sala común y le hizo una foto al fuego que quedó chulísima. ¡Me dejó quedarme la foto! Aunque es algo raro que no se mueva.
— Al final te acostumbras a que las fotos no se muevan —murmuro, sin estar del todo segura de que sea buena idea hablar con ella. Por muy simpática que parezca y por mucho que a Alexa le caiga bien.
— Ya me imagino, ¿cuál prefieres? A mi me gustan más las mágicas porque puedes capturar un buen rato, pero tiene su encanto que algo quede congelado en el tiempo.
— Katie no te va a comer —me susurra George al oído y luego mira a Katie para empezar a hablar tranquilamente con ella sobre las fotos.
— Me gustan mucho las muggles porque tienes un momento en concreto —acabo diciendo después de un rato y Katie asiente—, pero lo has definido muy bien, las mágicas capturas un buen rato.
— ¿Tienes la cámara por ahí?
Cuando asiento a Katie Bell parece que se le iluminan los ojos y se pone de pie rápidamente.
— ¡Enséñame!
Y lo que parecía que iba a ser una mañana totalmente tranquila con nuestros novios se vuelve una completa locura que involucra a sus amigos y a los nuestros. Pero el día no acaba ahí, no. Cuando volvemos al Gran Comedor, Alexa vuelve a tener antojo de bullabesa cuando la ve en la mesa de Ravenclaw. Pero entonces, en nuestro sitio de siempre parece que se quieren sentar unos niños de primero y tanto April como ella fruncen el ceño y se adelantan para echarlos de allí.
— Coge la bullabesa, voy a ver si evito que asusten a los niños. Solo es un sitio, por Merlín —dice Adrian, negando mientras va hacia su novia y mi hermana.
— ¿Queréis más bullabesa? —está justamente entre las chicas de Beauxbaton, concretamente demasiado cerca de la campeona Fleur Delacour. Tiene un pelo precioso.
— Sí —contesta ella, cogiendo el bol y echándose en el plato—. ¿Nos la tgaeguias luego? A Thérèse le encanta.
— Claro, os la devuelvo en un momento.
Pero no sale como las francesas quieren, claro, porque cuando Alexa me ve aparecer con la fuente de bullabesa la acapara hasta que Delacour aparece con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
— ¿Y la bouillabaisse? Thérèse se está volviendo insopogtable pogque no puede gepetigi.
— Disculpa a nuestra amiga, está obsesionada con ella —intento que Alexa suelte la fuente, pero no parece estar por la labor ya que llega incluso a gruñir.
— ¡Es mía, que se hubiera echado en el plato!
— Te has comido ya tres platos, Lex —le responde Adrian, que no puede evitar sonreír a pesar de todo.
— Luego te quejas de que te has empachado —añade April, pero Alexa niega.
— Esta vez no pienso hacerlo.
— Pues yo recuerdo el banquete de bienvenida y tu dolor de estómago —no parece disuadir a Alexa, que sigue enganchada a la fuente como si su vida dependiera de ello—. ¿La compartirías si se queda en la mesa?
— Bueno, vale —gruñe y entonces me giro para mirar a Delacour.
— Ya has oído a la acaparadora de bullabesa, si os venís la comparte.
— ¡Thérèse!
Y así fue como nos encontramos haciendo hueco en la mesa para la campeona de Beauxbaton y una de sus amigas. Si el día había empezado raro era porque no teníamos ni idea de como iba a acabar.
***
— ¿Qué hacéis aquí? ¿Y con ellas? —Ronald frunce el ceño cuando nos ve aparecer detrás de los gemelos, pero no es nuestra culpa que ya estuvieramos aquí y ellos hayan venido.
— ¿No podemos venir a la biblioteca? —dice George, como si nada, pero no puedo evitar poner los ojos en blanco.
— Vosotros nunca pisáis la biblioteca —responde Ronald y ahora se cruza de brazos.
— Ya, pero a veces haces el esfuerzo si parece que tu novia se ha encerrado aquí y no quiere salir —Fred le pasa el brazo por encima de los hombros a April y Ronald bufa.
— ¿Pretendes que me crea que de verdad estáis saliendo con esas serpientes? —sí, desde luego no le caemos nada bien a Ronald.
— No entiendo como puedes ser hermano de Ginevra —le responde April y Ronald vuelve a bufar.
— Podríamos estar hablando con un gato y no habría diferencia ninguna —hasta a Hermione le entra una pequeña risa que trata de ocultar rápidamente detrás de uno de los libros que está leyendo. No tengo muy claro cual es la definición de problema que tienen estos tres, pero definitivamente no entra en los que define Problemas mágicos extraordinarios. Rizarse los pelos de la nariz no es un problema extraordinario, ni siquiera entra en la categoría de problema.
— ¿Qué es lo que queréis? —vuelve a preguntar Ronald.
— Buscaos.
— McGonagall quiere verte, Ron. Y a ti también, Hermione.
— ¿A mí? —la voz de Hermione suena bastante más aguda de lo normal y April se ríe.
— Vamos, Granger, seguro que quiere felicitarte por haber hecho todos los deberes de quinto.
— ¡No te metas con ella! —oh, vaya, así que a Ronald le gusta defender a Hermione. Esta se pone incluso un poco roja al ver como Ronald se levanta de la silla y señala a April con el dedo—. ¡Controla a la serpiente, Fred!
— No se está mentiendo con ella, Ron, seguramente McGonagall quiera hacer algo así, ¿acaso Hermione no va siempre muy adelantada en los deberes?
— Oh, ya te digo que va adelantada, cuando estabamos estudiando para los TIMOs le pidió a April los deberes antiguos de Runas solo por diversión —comento, como si nada y Ronald abre los ojos de par en par.
— ¿Estudias con las serpientes?
Su grito llama la atención de Madame Prince, por supuesto, que no duda en echarnos a los seis de la biblioteca. Es realmente gracioso porque Potter había salido corriendo a esconderse detrás de una estantería en cuando Ron empezó a gritar y, según nos estaba echando, se asomó lentamente y luego volvió a la mesa, cogió un montón de libros y volvió a desaparecer.
— ¡No os quiero volver a ver en un mes! ¡A ninguno de los seis!
— ¡Genial, gracias Ron! —dice Fred, volviendo a abrazar a April—. Que pena que ahora no puedas volver a al biblioteca.
— Oh, no te preocupes, me encerraré en mi habitación para estudiar.
— No eres divertida, April —Fred se queja, pero ella solo sonríe y le da un beso rápido mientras Ronald empieza a fingir que tiene arcadas.
— ¿Y cómo vamos a ayudar a Harry si no podemos volver a la biblioteca en un mes? —Hermione, por su parte, parece aterrorizada de no poder volver y se gira para mirar a Ronald—. ¿No podías no haber chillado?
— ¿Y tú que haces estudiando con serpientes? ¡Son el enemigo!
— ¿El enemigo? ¡No las conoces!
— ¿Por qué no vais discutiendo mientras que váis al despacho de McGonagall? —sugiere George—. Nos ha prometido diez puntos si os llevábamos al despacho y queremos conseguirlos.
— Ya sabía yo que había un motivo por el que habíais entrado en la biblioteca.
Mi novio sonríe, pero a la vez niega. Vamos avanzando hacia el despacho de McGonagall, con Ron y Hermione los primeros, discutiendo sobre la biblioteca, el que estudie con nosotras y que no pueden seguir ayudando a Harry. Luego van April y Fred, como siempre con Fred pasando el brazo por encima de los hombros de April y ella enganchada en su cintura. Y luego vamos George y yo.
— En realidad no hay diez puntos, solo hemos entrado porque sabíamos que estábais ahí y Fred echaba de menos a April —acaba diciendo George y cuando le miro él sonríe—. Y porque yo también te echaba de menos.
— Y yo a ti —le digo, para luego besarle.
— ¡No me puedo creer que de verdad estéis con esas serpientes! Veréis cuando mamá se entere, no le va a gustar nada.
Por supuesto Ronald rompe un poco el momento antes de coger y meterse dentro del despacho de McGonagall. Hermione le sigue, negando por el camino y entonces nos quedamos los cuatro solos.
— Ya que nos han echado de la biblioteca por culpa de vuestro hermano, ¿cómo pensáis compensar este mes?
— No sé como se lo va a compensar George a May, pero yo si tengo claro como te lo voy a compensar —Fred coge a April de la mano y tira de ella, llevándola por el pasillo como si nada—. ¡Nos vemos!
— Mañana aparecen con chupetones —le digo a George, que se ríe.
— Si te da envidia no tengo ningún problema.
Quizá un poco de envidia sí que tengo, por eso tiro de su corbata hasta que se agacha y puedo llegar a sus labios. No, ya no tengo ninguna envidia, y mucho menos la tengo cuando acabamos dentro de una de las clases abandonadas del castillo, cerrando con magia la puerta.
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Y lo que hacen en la clase abandonada se queda en la clase abandonada ups.
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