CAPÍTULO ESPECIAL ANIVERSARIO

Capítulo especial para celebrar mi primer año en wattpad acompañado de una preciosa canción para dar un mejor ambiente.Espero que os guste, espero vuestros hermosos comentarios y muchas gracias por leerme durante todo este tiempo(L)

Ya hacía varios meses que me marché de Nueva York tomando la mano que mi padre me había cedido con su amplia sonrisa. Atrás dejé todo lo que había conocido bajo el influjo del amor, aquello que me negué por mucho tiempo y que, por una vez en la vida me permití sentirlo cayendo en una completa desgracia.

Sebastián y yo manteníamos el contacto como dos cordiales amigos y por primera vez no había nada sexual o depravado entre ambos. Él y yo éramos soldados caídos en la guerra, un dolor que temíamos que no desapareciera volviéndonos personas oscuras sin ánimos de vivir.

La nieve caía lentamente en aquel lugar apartado del mundo bajo el crepitar de la chimenea del salón. Pasaba casi todo el tiempo mirando por la ventana como esperando a que todo lo que había pasado fuera una simple pesadilla. Cuando cerraba los ojos aun pensaba que estaba en Mistery Spell y que no había conocido a Ryan, pero sus ojos metálicos emergen en mi memoria aletargada a veces y demasiado activa en otras ocasiones.

Dejé de tomar sangre y ya llevo bastante sin ella a pesar de que mi padre me suplicó que no lo hiciera porque eso significaba que lentamente iría siendo una humana mortal, pero, cada vez que lo pensaba esa idea de tener caducidad me parecía atractiva.

Al menos no me condicionaría a estar o no con alguien por el simple miedo de perderlo. Pero me causaba risa el pensar estar con otro, ¿Acaso podría olvidarle y volver a confiar en otro?, sabía bien que eso sería imposible.

Tenía la sensación de danzar en las llamas de un infierno que lentamente lo reconocía como mi nuevo hogar y a pesar de las llamadas reconstituyentes de Sebastián, cada vez me rendía más ante la vida. Mi padre no sabía qué hacer y desde luego su trabajo como mercante de antigüedades no le quedaba excesivo tiempo para estar por casa. Mi rostro pálido lentamente se cubrió de la sombra de la pena en forma de ojeras oscuras bajo mis tristes ojos además de bajar demasiado de peso.

El sueño se había ido de entre mis hábitos y ahora era como un ave nocturna que sobrevolaba las noches en compañía de la luna como única guía. Siempre mi rostro estaba velado por las lágrimas, pequeñas perlas de pena que se creaban en mi interior cuando le recordaba.

La enorme traición que sentí cuando él me desenmascaró delante de aquel tipo, echándome de su propia empresa sin ni siquiera hablar conmigo, me rompió en dos, pero me fui con la cabeza bien alta. Esa misma noche hablé con mi padre tras llamar a Sebastián; él esperaba mi llamada porque sabía que le diría que sí a irme con él. Dijo sentir una gran pena en su corazón y supo que era yo la que lo estaba sintiendo. Hice las maletas entre tormentos de ira, frustración y gritos. Cuando él llegó, me sujetó de las manos y me abrazó en el suelo rodeada de recuerdos, ropa y fragmentos de platos y vasos que había roto.

-No llores mi niña, tu padre está aquí y voy a cuidar de ti-Me susurró mientras lloraba sin cesar el nombre de Ryan y desde entonces, su nombre no ha abandonado mis labios.

Pasaba los días de forma monótona a base de calmantes para evitar los arranques de ira que me podían provocar un paro cardíaco. Mi padre tuvo la buena idea de que comenzase a escribir para que mis penas se disolvieran un poco entre la magia de las palabras, por lo que decidí abrirme un blog y escribir acerca de aquello que me atormentaba. La gente comenzó a preocuparse por mí y preguntarme acerca de mi triste experiencia, aunque omití que yo era una vampira por supuesto. Dije en su lugar que él me dejó porque tenía un secreto que decirle y alguien se le adelantó y él me preparó una encerrona delante de muchos de sus compañeros de trabajo.

Me sorprendió el ver como muchas personas anónimas pasaban por experiencias similares e incluso peores con niños de por medio. No hacía que me sintiera mejor el ver que la gente lo pasaba peor que yo, pero lo que si me hacía sentir bien era lo arropada que me sentía.

Aquel blog me salvó de la oscuridad que me estaba sumergiendo lentamente. Recuperé la autoestima y las ganas de vivir pensando en que quizás mi destino era ayudar a los demás en ese sentido, a recuperar las ganas de seguir adelante para organizar de nuevo sus vidas.

Aquello me volvió fuerte y poderosa, la Selina de siempre había vuelto y esta vez no iba a flaquear nunca más. Mi padre había recuperado la sonrisa y por fin entendía mi necesidad de ser una humana normal y corriente. Las cosas comenzaron a encajar en su lugar por fin y al menos podía ver la llama de la esperanza emerger.

Sebastián se enteró de mi blog y comenzó a seguirme; era mi mejor lector además de mi apoyo incondicional. Él siempre me dedicaba los más bellos comentarios y palabras de ánimo en cada hoja que escribía; él merecía ser feliz incluso más que yo.

Le pregunté por aquella chica y él siempre mantenía el silencio ante aquel tema. Era algo que le estaba angustiando hasta tal punto que temía por su vida por eso comencé a planear mi vuelta a Nueva York. Era duro para mí porque eso implicaba el volver al origen de mis recuerdos, pero era absolutamente necesario. Le debía mucho a Sebastián por muchos años de sufrimiento causados por mi frialdad y falta de empatía.

Yo era como esa nieve que caía lentamente, crecía con el paso del tiempo, me derretía ante el calor del amor, pero en mi frío caparazón era fuerte. Había crecido y mejorado, era casi invencible a pesar de ser más vulnerable que nunca siendo casi humana.

Toda la casa estaba adornada con motivos navideños y todo lo hizo mi padre porque apenas podía levantarme de la cama unos días atrás. Todo era maravilloso, hasta las sábanas de mi cama eran de diseños de renos junto con ramas de acebo. Aquel diseño infantil me arrancó una sonrisa y unos brazos me rodearon por detrás:

-Siempre fuiste mi pequeña, mi sol adorado. He odiado tanto el cómo te he tratado todo este tiempo y agradezco al cielo que podamos entendernos ahora.

Me di la vuelta y vi a mi padre emocionado con los ojos vidriosos. La preocupación que vi días atrás me hizo entender que él tuvo sus errores pero que los había intentado enmendar en más de una ocasión. Su estilo de vida y su condición no eran idóneas para criar a una hija sola de aquella forma y ahora lo entendía.

Le tomé de las manos recordando los días atrás. Él parecía haber envejecido, aunque bien sabía que era imposible. Era el efecto del dolor el que había trabajado sobre sus juveniles facciones.

-No sabes el miedo que pasé cuando te encontré tirada en el suelo hace una semana; pensé que habías cometido una locura, pero ahora que te veo florecer de nuevo no puedo evitar sentirme orgulloso por aquello que lograste.

Le abracé con fuerza para demostrarle que no había nada que perdonar. Él se aferró a mí como si fuera la única cosa real para él. Tras un silencio cómodo y necesario, le dije:

-No pensemos más en el pasado papá, todos hemos cometido errores que llevaremos sobre nuestras espaldas toda la vida, pero no sufras más por mí. Me siento mejor y más fuerte pero lo mejor de todo es que he descubierto mi finalidad en este mundo. Quizás lo que me pasó con Ryan fue necesario para saberlo y aprender.

-No sabes lo feliz que me hace saber todo esto. Ahora mereces tu regalo de navidad que debe de estar a punto de caer.

-Espera papá...no comprendo-Le dije completamente desorientada, pero él se marchó del cuarto antes de seguir preguntándole. Aquel secretismo me hacía sentir una mayor curiosidad, pero admitía que era bonito sentir como alguien se esforzaba por ti.

De pronto, la voz de mi padre se escuchó en el salón y no solo la de él sino la de alguien más. Cuando salí al recibidor, vi que mi padre estaba hablando con un hombre que estaba de espaldas a mí. Vestía de forma elegante muy semejante a cuando mi padre salía a trabajar. Era realmente alto, con el cabello rubio y largo hasta la barbilla.

Cuando mi padre me vi mirándolos con asombro, él me sonrió y me hizo un gesto para acercarme a ellos. Cuando estaba en frente de aquel desconocido, lo miré haciéndome cientos de preguntas.

-Mi pequeña Selina, te presento a Jack Brown, uno de mis fieles empleados y ahora tu socio.

Sentí un impacto en el corazón cuando escuché la palabra socio y mi padre comenzó a reírse ante mi rostro asombrado. Entonces fue cuando me dijo su sorpresa:

-He decidido comprarte un edificio que usarás para lograr aquello que deseas hacer; ayudar a gente que ha tenido problemas amorosos graves. Tienes estudios para ejercer además de un buen blog así que tienes publicidad para alcanzar tus metas. Mi socio es experto en marketing así que te ayudará a promocionar e incluso gestionar tu blog si lo necesitas.

No podía hablar en aquel momento, lo que sentía era un cúmulo de sensaciones que se me escapaban a mi entendimiento. Era como comenzar de nuevo y esa sensación era embriagadora. Antes de decir algo, Jack hizo una pequeña reverencia y me dijo:

-Encantado de conocerla señorita Selina a partir de ahora seré su fiel mano derecha para ayudarla en cuanto necesite. Por favor, no dude en preguntarme cualquier cosa acerca del negocio; soy un experto en ventas y marketing además de poder barajar ideas que usted tenga tanto ahora como en un futuro.

-Es muy amable, muchas gracias por querer trabajar conmigo en este proyecto-Le dije sin poder borrar mi sonrisa de la cara.

Tras hablar un buen rato con el señor Brown, él se marchó con la promesa de venir a recogerme mañana por la mañana para mostrarme las instalaciones donde comenzaría a trabajar. Cuando se marchó, abracé a mi padre como si me hubiera dado el mejor regalo del mundo, aunque bien era el mejor que me había hecho. Me sentía como una niña, feliz y risueña en los brazos de su padre.

-Solo te he dado las alas cariño; tú misma sabes perfectamente como volar-Me dijo al oído.

No pude evitar derramar una lágrima emocionada ante la perspectiva de un nuevo comienzo. Porque de los escombros puedes levantar grandes edificios quizás no tan bellos, pero sí más robustos.

Y ahora no tenía miedo de volver a Nueva York.

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