49.Caminos separados
El gran CEO en la foto(L)
PENÚLTIMO CAPÍTULO
RYAN
Tras ver y escuchar la conversación de Selina con el contacto de Priscilla, tuve que amarrar el nudo que se me había formado en el estómago y admitir que Priscilla tenía toda la razón. A pesar de haber confiado totalmente en ella, la que me había abierto los ojos era la persona que había desechado de mi vida.
Bajé con la frialdad que me caracterizaba y con la que me conocían todos los que trabajaban para mí. El Ryan empresario había salido a la luz y había enterrado al que estaba locamente enamorado de ella. Tenía la confianza junto con mi corazón; destrozada. Reprimía las ganas de gritar y de destrozar todo lo que me encontraba a mi paso, pero debía de calmarme para evitar un escándalo mayor.
Al llegar a la puerta de la sala de reuniones, la abrí y me topé con la mirada aterrada de Selina. En ese momento, el impulso de lanzarme a sus brazos sobresalía por encima del empresario frío y sin sentimientos que yo era en el pasado, pero al recordar lo que había visto en las cámaras, me puse de nuevo mi careta, diciéndole a Selina, de la forma más formal y poco personal, que deseaba verla en su despacho.
La deje allí para que se tomase su tiempo, y yo me senté en mi escritorio con la frente entre mis manos suspirando porque todo fuera mentira, pero ahí estaban los monitores enseñándome la cruel realidad.
Selina entró con gran prisa al despacho y cerró tras de ella. Por primera vez, su semblante lleno de seguridad se había ido al traste.
-Ryan,¿Qué narices acaba de pasar en la sala de reuniones?
La miré directamente a los ojos y le dije con tono seco:
-A partir de ahora seré Carter, no Ryan; ese tratamiento es demasiado personal para una empleada como tú. En segundo lugar, estás despedida.
La cara de Selina mostró la mayor de las sorpresas y no era para menos, hasta yo estaba sorprendido por lo que acababa de hacer.
-Pero... ¿Qué estás diciendo? ¿Qué es lo que te ocurre?
-Lo que me ocurre es que eres una vulgar mentirosa y yo siempre estuve en lo cierto: las mujeres sois todas iguales, de usar y tirar porque sois incapaces de ser fieles y leales a nadie. Sois un puto veneno con piernas bonitas.
Me acerqué con violencia a ella para que viese de cerca mi enfado y ella parecía totalmente desorientada.
-Sigo sin comprender qué es lo que ocurre y el numerito de abajo no lo comprendo tampoco, ¿Tú lo trajiste a Carter Corp?
-Me enteré de lo que eres y aún sigo sin entender como no me lo dijiste, ¿Tan poco confiabas en mí que no podías decírmelo?
Selina cambió su posición de desorientada a realmente enfadada, gritándome sin importar quién yo era:
- ¡Te atreves a decirme que me has hecho una encerrona en vez de preguntarme!¡Te atreves de decirme que soy poco legal y tú me haces esto!¡ERES UN CABRÓN, RYAN!
Yo le sonreí y le tomé de la muñeca para que ella se acercase a mí hasta la altura de mi nariz y le dije como el cabrón cínico que era en el pasado:
-Sí, soy un cabrón; un cabrón que te gusta tirarte porque en el fondo eres como yo. Tú y yo no somos tan distintos y la verdad fue un error el pensar que tú y yo podríamos ser algo más que amantes porque para eso, deberías de solo gustarme tú.
-Espera... ¿Estás diciendo que yo no soy la única que te gusta? -Me preguntó con voz temblorosa. Odiaba mentirle, pero era necesario para que se marchase y me dejara solo.
-Yo no quiero a nadie Selina, yo solo veo a las mujeres como mercancía bonita que usar y presumir. No deseo nada más en el mundo que follar sin importar nada más.
Las manos de Selina se estrellaron contra mi cara y salió del despacho con gran velocidad. Yo me senté en el escritorio tras cerrar con llave la puerta, abriendo la primera botella de whisky del día.
SELINA
Salí de Carter Corp destrozada como si me hubieran pisoteado hasta dejarme medio muerta. Solo pensaba en encerrarme en mi apartamento y no salir de allí hasta deshidratarme de llorar, aunque la idea de volver a Mistery Spell también me atraía la posibilidad de llamar a mi padre e irme con él a donde él estuviera viviendo actualmente también era una opción ya que él y yo estábamos en proceso de perdonarnos y comenzar de nuevo una relación padre e hija.
Pero no quería al menos por el momento incluir a más personas en mi dolor. Estaba ya bastante destrozada anímicamente para soportar palabras de consuelo que, lejos de animarme, me harían llorar más y no me servirían de nada.
Estaba sentada en mi cama con una botella de vino entre mis manos y una gran pena en el alma. Al ver el color rojo del vino me acordé de los tiempos en los que yo no sentía y solo me dejaba llevar por los impulsos. Era más sencillo para mí, pero me hizo alejar a las pocas personas en mi vida como Sebastián. Lo echaba tanto de menos pero no me merecía llamarle o buscarle porque no me merecía su buen corazón y su compañía. Y como si mi cabeza lo llamase telepáticamente, una llamada de un número conocido sonó en mi teléfono. Al cogerlo, un instante de silencio me hizo dudar si contestar, pero la voz terriblemente dolorosa de Sebastián sonó al otro lado de la línea:
-Selina, sé lo que te dije...pero me encuentro solo y...no sé qué hacer...no tengo amigos ni nadie que conozca.
- ¿Qué te ha ocurrido? -Le pregunté asustada.
-Yo...yo conocí a alguien...alguien a quién no puedo tener...
Los sollozos de Sebastián me rompían el alma, pero deseaba ayudarlo: era lo menos que podía hacer después de todo el sufrimiento que le había causado todo este tiempo. Entonces, decidí que ya era hora de vernos y de hablar como dos amigos; el lugar que debimos tener él y yo desde el principio sin mezclar las cosas.
-Sebastián, dame tu dirección y voy a verte. Necesito que hablemos de todo esto porque lo necesitamos y ya es hora de que retomemos la amistad que teníamos, pero de forma saludable para ambos.
-Tienes razón, te mandaré por mensaje la ubicación.
Tras colgar el teléfono, el mensaje de Sebastián no se hizo esperar y yo salí de casa sin importar mi aspecto desaliñado y mi maquillaje corrido por mis lágrimas. Esta noche, él y yo necesitábamos consuelo más que nunca en nuestra vida porque, a pesar de que ambos empezábamos a ver luz en nuestras tinieblas, el brillo y la calidez que nos envolvía se apagó de pronto dejándonos de nuevo solos y muertos en vida.
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