48.Una trampa dolorosa
Ryan en la foto(L)
RYAN
Tras pasar una noche entre botellas de alcohol y pesadillas horribles, me levanté con la mayor resaca que había tenido en mucho tiempo. Aquello me hacía recordar en aquellos días como mujeriego en los que no me complicaba tanto la vida y era todo más sencillo. Desde que Selina vino a mi vida, consideré que todos los huecos que tenía vacíos se llenarían con su grata compañía, pero desde que descubrí su posible lado oscuro, la posibilidad de quedarme solo en el mundo que conocía en el pasado donde no recordaba los nombres con las mujeres que estaba, me atizaba de nuevo. Ahora que conocía el calor del amor, temía volver a la frivolidad donde estaba inmerso, pero debía darle el beneficio de la duda a Selina.
A pesar de que el método para saber qué me ocultaba era inmoral y lo odiaba, era cierto que era la única forma de saber si me mentía o no porque, si le preguntaba, ella no me diría la verdad o al menos, no toda la verdad.
El plan de la reunión estaba en marcha, quedaban tan solo diez minutos para que Selina entrase por la puerta de las reuniones y Colin ya había instalado todas las cámaras que le dije. No le dije las razones, sino que le comenté que era para que, si en alguna reunión se decía algo y luego se negaba, quedase constancia de ello en vídeo. Los monitores los tendría en mi despacho porque no deseaba que nadie más supiera lo que tramaba y, en caso de ser cierta la sospecha, no quería que nadie más lo supiera.
Yo estaba tras los monitores de mi escritorio y vi como Selina entraba en la sala de reunión y se sentaba en la silla, pero cuando entró el contacto de Priscilla, vi como sus nervios despuntaron con violencia. Subí el volumen para poder escuchar todo y esperé que todo fuera una maldita pesadilla.
SELINA
Tras la charla con mi padre, él se marchó disculpándose una y otra vez conmigo, pero yo no tenía nada que perdonarle. Él tuvo sus motivos para hacer lo que hizo y, poniéndome en su piel, estaba claro que él actuó como un hombre que desea ser padre costara lo que costase.
El mensaje de Ryan me dejó un poco fría porque deseaba pasar parte e la noche entre sus brazos. Le había cogido el gusto a estar entre sus fornidos y cálidos brazos, pero a pesar de ello, no me enfadé y le deseé buenas noches.
Entendía el modo de vida de Ryan, así que no le dije nada más porque parecía realmente cansado. No quería ser la típica novia agobiante porque yo también valoraba la soledad de vez en cuando.
La noche me serviría para pensar en todo lo que había descubierto de mi misma y de mi madre. Su desaparición era un auténtico misterio pero que quería resolver. A pesar de que ella estuvo más por la labor de conquistar a mi padre, ella me había dado la vida y quería que ella respondiera por aquello que ella me había hecho. No quería que nos lleváramos bien o que construyéramos una relación que siempre fue inexistente, sino que quería saber si estaba a salvo y su parte de la historia.
Un correo electrónico de Ryan me llegó al teléfono, indicándome que habría una reunión en la sala de reuniones y que deseaba que yo fuera en su lugar porque estaba realmente ocupado. Esa forma de confiar en mí me daba esperanzas de pensar en que quizás él y yo podíamos empezar algo un poco más serio, porque, aunque no lo había admitido aún, estaba realmente enamorada de él.
Decidí que, tras la reunión, le confesaría todo lo que sentía por él porque no podía seguir callándomelo.
Tras una noche de sueños románticos, cosa muy atípica en mí, me desperté de un excelente humor preparada y lista para ver a mi hombre favorito. Me vestí con calma para que mi aspecto fuera el más cuidado posible y así sorprenderlo. Quería enloquecerlo, tenerlo en la palma de mi mano y ser la única que lo hiciera llegar al cielo sin alas.
Tras maquillarme y elegir un traje bien ceñido, tomé un taxi en dirección a Carter Corp. Durante el trayecto, Lisa me informó que se marchó de vacaciones durante unas semanas y que, durante ese tiempo, había una sustituta en su puesto por si requería de algún tipo de ayuda. Le agradecí el gesto y le deseé buen viaje, pensando en que, quizás en algún momento no muy lejano, Ryan y yo podríamos compartir un viaje juntos.
Llegué a la empresa canturreando feliz y me dirigí a la sala de reuniones saludando a todo el mundo por el camino. Mi buen humor sorprendía a todos ya que yo solía ser muy cerrada con todos los que allí trabajaban y mi cara era siempre más bien seria. Pero Ryan me había cambiado por completo y eso se lo agradecería siempre.
Llegué la primera a la sala y me senté con las piernas cruzadas en una de las sillas. Con mi sonrisa y mi inquietud tenía ganas de salir corriendo al despacho de Ryan para un buen beso de buenos días, pero su trabajo era importante para él y por supuesto para mí, así que me esforzaría para dar lo mejor de mí. Entonces, alguien cuyo rostro reconocí en seguida, se cruzó en mi campo de visión; era Daryl, pero, ¿Qué mierdas hacía aquí?
-Hola mi bella dama...veo que la vida te trata realmente bien...
-No sé qué haces aquí, pero debes de irte...
-Nono, hay alguien que quiere hablar contigo y no nos vamos a ir hasta que eso ocurra.
Entonces, un tipo que reconocí al momento entró a la sala y Daryl salió de ella cerrando con llave tras de sí. Ahora estaba atrapada con un tipo que sabía mi secreto y eso me hacía temer que Ryan se enterase de todo lo relacionado a mi condición.
La voz de aquel hombre comenzó a resonar en mis oídos:
-Hola preciosa, veo que me reconoces a pesar del tiempo. He de admitir que me lo pasé realmente bien contigo; ningún otro polvo ha sido igual desde que probé el famoso "beso del vampiro", es tan excitante...
Conforme él se iba acercando yo intentaba huir de él usando mi rápida velocidad. Llegué hasta la puerta y, a pesar de la gran fuerza que tenía, no pude abrir la puerta. Me du cuenta entonces que, desde que apenas tomaba sangre, mis poderes vampíricos habían disminuido. Miré de nuevo a aquel tipo y siguió provocándome:
-Quiero otro de esos besos, preciosa...y no voy a irme hasta conseguirlo...
- ¡Vete de aquí, déjame en paz!¡Lo que tú hablas es cosa del pasado, yo ya no soy así!
-Tú necesitas sangre y yo puedo dártela: yo obtengo placer y tú alimento, ¿No es una buena simbiosis?
- ¡Antes de tomar sangre de tu asqueroso cuello prefiero sacársela a un cadáver putrefacto!
Seguí forcejeando para que alguien me abriese la puerta, pero alguien la abrió haciéndome retroceder: era Ryan y mostraba una cara bastante severa, ¿Había oído algo o simplemente estaba molesto por la visita de aquel desconocido?
-Tom, ya puedes irte.
Aquel tipo me sonrió y yo me quedé fría en mi lugar, ¿Qué estaba ocurriendo aquí? ¿Cómo lo conocía?
-Ryan... ¿Qué coño está pasando?
-Señorita Winch, suba a mi despacho ahora mismo: tenemos que hablar.
Entonces se marchó, dejándome destrozada sin saber qué camino tomar. No entendía aún las razones por las que Tom estaba en la sala de reuniones, pero algo me olía mal y esperaba que las sospechas de que me habían tendido una trampa, fueran simplemente conjeturas.
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