45.Una charla con mi padre
Maratón día 4 (1/2)
SELINA
Después de la ardiente tarde que pasé con Ryan que me había servido para ir más tranquila a casa, la duda de si mi padre vendría a no a visitarme para hablar del espinoso tema que habíamos abordado en la cafetería, rondaba mi cabeza y enfriaba mi espíritu.
Esperaba que mostrara la valentía y seguridad que siempre mostraba al resto del mundo, pero, cuando se trataba de mí o algo relacionado con la familia cercana, él se cerraba en banda como si temiera que su lado menos duro y frío saliera a la luz. No sé si tenía que ver con su lado vampírico o simplemente él era así.
Cuando llegué a casa lo primero que hice fue ver el reloj de pared. Eran las ocho y media por lo que podría ser que tardase más en venir por ser aún temprano. Estaba claro que él pospondría la cita lo más que pudiera, porque temía tener que contar cosas que lo comprometiesen.
Tomé una botella de vino de la despensa y la abrí, bebiendo de su interior sin tomarlo en una de mis refinadas copas. Esta noche la educación la estaba dejando atrás dándole la bienvenida a la comodidad. Quizás la razón era que Ryan me estaba cambiando sin darme cuenta, haciendo que mi lado frívolo fuera cada vez más pequeño. Metida en mis pensamientos no me di cuenta que la puerta estaba sonando, levantándome de golpe y casi haciéndome caer de bruces al suelo.
Mi padre estaba ahí con una media sonrisa que mostraba más incomodidad que otra cosa. Sabía que era un mal necesario: no podía estar toda la vida sin saber lo que yo era en realidad.
Le invité a pasar y él entró con un semblante más bien tímido y avergonzado. Se sentó en el sofá y yo le ofrecí algo de beber, aceptándome una copa de vino.
Me senté en la butaca de enfrente para darle espacio y no se sintiera cohibido. Esperé a que él hablase para que lo hiciera cuando estuviera preparado y tranquilo: el haber venido hasta aquí demostraba su buena fé.
-Sé que te he mentido y lo siento mucho hija mía. Lo cierto es que puedes vivir sin sangre un tiempo porque tienes un lado humano por tu madre, pero también necesitas la sangre para mantener tu vitalidad. Eres una híbrida, un caso extraño que prácticamente no se da nunca, pero se ha descubierto que ciertas humanas son capaces de engendrar.
- ¿Cómo sabéis qué humanas son capaces o no de quedar embarazadas de vampiros?
Mi padre bajó la vista y tomó aire. Tras darse ánimos comenzó a explicar:
-Yo tengo contactos dentro de la industria de la medicina y conozco muchos médicos de gran prestigio. Muchos de ellos son vampiros como tú o como yo que han realizado sus propias investigaciones. Digamos que yo me dedico a eso, a subvencionar dichas investigaciones a parte de los negocios que tengo con respecto a las antigüedades. Digamos que lo que más me interesan son esas investigaciones para saber más acerca de nuestros genes y de lo que somos capaces de hacer. Pues bien, se descubrió que, con una muestra de sangre de una humana si se mezcla con la de vampiro, ésta reacciona tornándose de color azul. De esta forma, creamos un archivo donde introdujimos los datos de las mujeres capaces de engendrar hijos con vampiros para saber a quiénes recurrir en caso de querer tener hijos propios; fue así como encontré a tu madre.
- ¿Me...me estás diciendo...que no querías a mi madre? -Le pregunté al borde de estallar de ira.
-La elegí porque me parecía hermosa y perfecta para traerte al mundo,Selina. Es cierto que no la amaba, pero le tomé mucho cariño durante todos estos años. Yo solo tenía en mente traerte a ti al mundo, mi gran orgullo.
Los ojos de mi padre me miraban con devoción y un cariño que nunca vi. No podía comprender como había sido tan vil y cruel con aquella pobre mujer que sí lo amaba, aunque las razones fueran buenas. Debió ser más claro con ella y no jugar con sus sentimientos.
-Fuiste un cobarde por no decirle a mi madre lo que sentías y los motivos por lo que estabas con ella. Por tu culpa, mi madre apenas me miraba porque estaba demasiado ocupada intentando conquistarte.
-Ella te quería Selina pero a su modo; no era precisamente una mujer cariñosa con sus hijos. Aún siento que ella se fuera por mi culpa porque tú no tenías que pagar por mis errores.
Mi padre se sujetó la cabeza resoplando intentando no llorar, pero su temblequeo lo delató. Nunca le había visto así, tan hundido y desesperado.
-Entonces por eso puedo comer comida humana...ahora lo que no entiendo es por qué no me lo dijiste.
El rostro lleno de lágrimas de mi padre me miró de nuevo y su voz temblorosa comenzó a hablar:
-No te dije nada porque sabía que me necesitabas para conseguir tu sangre porque te negabas a cazar animales. Por eso no te dije nada de tu condición y porque odio hablar del tema; odio que pienses que tu padre no te quiere.
Por primera vez no lo miré con el rencor que siempre albergaba en mi corazón. Sabía que sus palabras eran ciertas, me lo había demostrado con solo presentarse en mi casa a pesar de que sabía que era un tema que odiaba hablar. Él hizo un esfuerzo y los esfuerzos siempre se hacen por las personas que uno ama.
Miré a aquel hombre derrotado que hacía temer a todos los del mundo humano o vampírico, preguntándome el tiempo que él y yo habíamos desperdiciado. Y aunque teníamos la eternidad por delante, eso no era excusa para desperdiciarla.
Y entonces me acerqué a él para abrazarlo. Sus brazos se cerraron a mi alrededor con fuerza y desesperación, como si fuera su tesoro más preciado y su salvación. Sentía su miedo a perderme y no recuperarme jamás, pero eso no iba a suceder. Era hora de arreglar nuestros problemas y por fortuna, el tiempo no era el factor más preocupante.
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