23. Segundo plato
SELINA
Cuando escuché la conversación de Carter con esa mujer me di cuenta que yo sobraba en la ecuación. Odiaba que me quitasen el protagonismo por esa razón, decidí que Carter ya no me interesaba.
Aquel maldito imbécil me vendió algo falso y la mentira era algo que siempre había odiado. En el caso de mis padres, a mi padre no le importaba engañar a mi madre una y otra vez estando con ella y teniendo una hija de ella; quizás esa era la razón por la que no aceptaba acostarme con hombres casados o con pareja.
Había resquebrajado mi ego, me había calentado para bajarme al Tíbet de golpe, sintiéndome la más frustrada de las mujeres. Desde que se marchó, me apalanqué en la ventana mirando el inmenso tráfico de un viernes noche en Nueva York. Ya nada me ataba aquí y menos con Ryan queriendo revolotear a mi alrededor para conseguir algo de mí.
Me acordé de Sebastián y de la discusión tan horrible que tuvimos. Me sentía realmente más por él porque lo había tratado mal a pesar de que él siempre había estado para mí. Él me había amado por los dos sabiendo que yo nunca le correspondería con la misma devoción y cariño que él lo hacía. No sabía dónde se había metido y aunque fuera fuerte, eso no quitaba el hecho de que estaba preocupada.
Decidí mandarle un mensaje a su móvil ya que hablar por teléfono no sería lo más indicado después de lo sucedido. Comencé a teclear:
Hola Sebastián soy Selina; siento muchísimo haberte tratado de la forma en que lo hice. Solamente quería que supieras que yo no puedo ofrecerte nada bueno y menos algo relacionado con los sentimientos. Te deseo de todo corazón de que encuentres a alguien que merezca la pena y te haga todo lo feliz que mereces ser y por supuesto, tienes las puertas de mi casa abiertas si las necesitas. Jamás podría echarte de mi vida, aunque sepa lo que sientes por mí.
Espero que estés bien y que, cuando quieras o lo necesites, hables conmigo. Besos.
Cuando mandé el mensaje, tuve la esperanza de que me contestara, pero una sensación dentro de mí me decía que él no iba a hacerlo. Habíamos discutido otras veces, pero nunca me había confesado abiertamente sus sentimientos como hace unas horas. El saber que yo fui la única mujer que él se llevó a la cama me hizo sentir halagada y especial; dos cosas que no merecía sentir.
Decidí ir a un club para poder acabar la noche de la mejor de las maneras. Necesitaba desfogarme con algún desconocido y beber un poco de sangre para reponerme del chasco de Carter. Cuando me sintiera bien, volvería al hotel y dormiría hasta mañana por la mañana. El avión salía a las doce del mediodía por lo que tenía margen para descansar. Me apresuré a ducharme y vestirme para salir cuanto antes de aquellas paredes que me estaban asfixiando. Me eché un último vistazo antes de salir y coloqué mi sonrisa seductora para atraer a mis próximas víctimas.
RYAN
Tras la infernal charla con Priscilla, llamé a Jake y me llevó a casa sin hacer más preguntas. El hermetismo de mi fiel empleado era legendario y lo apreciaba enormemente por ello. Al llegar al portón de casa, aspiré profundamente el aire fresco de la noche pensando en la posibilidad de que Priscilla estuviera en mi casa. No deseaba otra escenita de celos porque ya había tenido suficiente con el altercado del teléfono.
Al abrir la puerta principal y entrar al hall de casa, vi que todo estaba a oscuras, lo que era una buena señal. Quizás se sintió tan dolida por pensar que estaba con otra que decidió marcharse a su casa.
Cerré con seguro la puerta y comencé a quitarme la chaqueta, desabrochando varios botones de mi camisa. Deshice mi corbata tirándola al sofá, totalmente abatido y frustrado por una noche que prometía ser legendaria.
Cuando me serví mi copa de vino, unas manos me rodearon por detrás, haciéndome girar bruscamente.
- ¿Qué haces aquí Priscilla?, te dije que te marcharas de mi casa antes de que yo llegara.
-Veo que esa mujer te ha dejado a medias, cariño...-Me dijo al oído.
La tomé de las muñecas haciendo que diera varios pasos hacia atrás quedando apoyada el borde de la encimera. Mi mirada gélida como un hielo, lejos de excitarla, la asustaba profundamente y eso era justo lo que deseaba.
Ella cambió su expresión a una realmente enfadada:
- ¿Qué te ha hecho esa mujer,Ryan?¿Por qué me miras así, porque huyes de mis caricias?¡Lo pasábamos tan bien los dos antes de que esa zorra llegara!
Apreté aún más sus muñecas, acercando mi cara amenazadora hacia ella con una total crispación que hacía descender la temperatura de la habitación.
-Esa mujer merece respeto, cosa que tú no por rebajarte hasta tal punto que te hiciste una copia de mi maldita casa sin mi permiso ¡No somos nada, Priscila y tú te empeñas en acosarme día tras día!¡Les dices a los medios que somos novios cuando no es así y lo sabes!¡Te dije desde el principio que lo nuestro era solo SEXO! -Le grité dándome cuenta que mi templanza de carácter había desbordado.
Eso no era normal en mí, pero estaba demasiado harto de que Priscilla se inmiscuyera en mi vida privada. Era hora de cortar por lo sano de una buena vez; no quería que ella formara parte de mi vida nunca más.
La miré como dictando su sentencia y ella se percató de la distancia que estaba poniendo entre ambos con solo ver mi rostro. Ella comenzó a sollozar delante de mí como suplicando con su mirada, pero yo no me iba a dejar manipular por ella.
-Priscilla no quiero volver a verte más; lo siento, pero márchate y deja las copias de las llaves de mi casa en la mesa. No quiero que me llames o que te entrometas en mi vida sino tomaré acciones legales contra ti y eso no lo deseo.
-Pero Ryan...tú me necesitas...-Me dijo intentando abrazarme para que mis defensas cayeran.
Me alejé de ella manteniendo la distancia para darle a entender que ya había elegido el destino de nuestra "relación" y que era irrevocable. Ella parecía no estar conforme con lo que había decidido.
-Ryan...te lo suplico...dame una oportunidad...
-Vete Priscilla; te deseo lo mejor de mundo para ti
Entonces, ella al darse cuenta que no sacaría nada más de mí, tomó su bolso y salió corriendo sollozando en voz alta.
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