𝓒. 009

TW: contenido maduro.

Sus dedos se sienten como carámbanos cuando Draco sale corriendo de la puerta principal hacia donde está estacionado su auto, la grava cruje bajo sus pies. Hace frío esa noche, más frío de lo que esperaba, y se queja de sí mismo por haber olvidado llevar su abrigo a Wiltshire. Preferiría estar hundido en el cómodo sofá de la sala de estar de sus padres, viendo fútbol con su padre, pero no tenía tanta suerte.

Hay una razón por la que él y Theo intentan coordinar sus visitas a casa y no con sus padres. Es su afición por el pub que visitan desde antes de que pudieran beber legalmente.

Lo primero que hace es encender los calentadores de asiento y volante, frotándose las manos en los pocos segundos que tarda el coche en calentarse. La velocidad con la que su automóvil se calienta y se enfría es una de las razones por las que, exactamente, necesita un vehículo de lujo.

Un simple "porque yo lo quería" nunca parece motivo suficiente para quien siente la necesidad de preguntar.

Su teléfono zumba contra su cadera y lo saca del bolsillo de sus jeans, la pantalla se ilumina con un mensaje de texto de Theo.

Theo.

Nos vamos ahora.

Yo también, nos vemos pronto.

Él no puede evitar reírse, sabiendo que Alaska se reiría de sus rígidos mensajes de texto a pesar de que vayan a sus amigos tan cercanos, y deja su teléfono en el espacio vacío cerca de la consola delantera mientras sale del largo camino de entrada. Sabe que el pub al que van a ir está a unos 15 minutos (si conduce un poco más rápido de lo que debería) y elige cuidadosamente una de sus listas de reproducción mientras espera para tomar la carretera.

Draco tararea junto con la música, la voz de Donny Hathaway suena a través de los parlantes de su auto, y golpea el volante con los dedos mientras conduce. Estar en casa, estar de vuelta en Wiltshire, siempre lo hace sentir un poco extraño, como si estuviera de regreso donde estaba cuando tenía 18 años, soñando con mudarse para ir a la escuela.

Admite felizmente que es un poco aterrador, que tiene demasiada testosterona bombeando por sus venas junto con la creencia de que era invencible, y que con frecuencia salía en el Jaguar de su padre para pasear por la zona con Theo justo al lado. él en el asiento del pasajero. Empuja el auto un poco, por el camino oscuro, y agarra el volante un poco más fuerte, un remanente de esa misma emoción bombea a través de su sangre.

Lo hace sonreír por un minuto, recordar ese momento de su vida; antes de que se casara a los 22 años, antes de que perdiera a su esposa tres años después, antes de que intentará tener una relación solo 15 años después de eso, antes de que sus padres lo molestaran incesantemente por dicha relación y por su difunta esposa.

Su teléfono suena a través del auto y él mira la pantalla, todavía tarareando la canción en voz baja, antes de contestar.

—Hola cariño. —él dice, disminuyendo la presión sobre el acelerador y disminuyendo la velocidad a una velocidad más respetable.

Hay algunos crujidos en el otro extremo antes de que él la escuche, su voz es suave y un poco áspera. —Hola Draco...

—¿Qué estás haciendo?—él pide.

Ella tararea en voz baja y bosteza. —Acabo de despertarme de una siesta, extrañé tu voz.

Draco hunde sus dientes en su labio, reprimiendo el gemido que sale de su garganta. Él solo puede imaginarla, acurrucada en sus mantas, con su cabello desordenado y enmarcando su rostro, su nariz rosada y sus labios teñidos de rojo. Sus ojos siempre están ligeramente vidriosos cuando se despierta de una siesta y él no quiere nada más que tirar de ella entre sus brazos y acariciar su cuello con la nariz.

Él suspira. —Ojalá estuviera allí contigo.

Ella se ríe. —¿Aquí? ¿En el dormitorio de mi infancia, con mis padres justo al final de las escaleras?

—¿Por qué no? Solo quiero abrazarte. —él dice, mientras su auto se detiene en el semáforo.

—¿Eso es todo? ¿Solo un abrazo?

Su teléfono vibra contra la consola y lo mira, aparece un mensaje de texto de Alaska. Él frunce el ceño y lo levanta mientras se sienta en el semáforo en rojo, abriendo el texto para ver una foto de ella, tal como la había imaginado.

Hay una leve sonrisa en sus labios, la punta de su lengua sobresale, y puede ver sus hombros desnudos por encima del borde de la manta en la que está envuelta. Se ve cálida y cómoda y, solo por un segundo, considera cuánto tiempo le llevaría conducir hasta ella.

Mierda. —él murmura, aunque sabe que ella lo ha oído por su risa. —Eres tan bonita, cariño. Simplemente preciosa.

—¿Aún quieres abrazarme?—ella pregunta.

Draco se remueve en su asiento, levantando los ojos justo a tiempo para que la luz se ponga verde. —¿Crees que puedes provocarme para que te folle?

Ella gime en voz baja en el otro extremo. —Pensé que podría tentarte.

Él sacude la cabeza y enciende su luz intermitente, esperando para entrar en el estacionamiento del pub donde puede ver el auto de Theo ya estacionado. —Alaska, cariño, me tientas todos los días.

—No lo suficiente, claramente.

Él ahoga una risa y estaciona su auto, bajando la visera para revisar su cabello en el espejo. —Más de lo que piensas, más que suficiente. Un poco más y no podría resistirme.

Él sabe que eso es lo que ella quiere escuchar, pero también es la verdad. Su paciencia está disminuyendo lentamente, muy lentamente, aunque sabe que es lo mejor. Tal vez él tiene un poco de torcedura de tamaño, tal vez lo pone un poco caliente que ella trabaje para tomar su polla, pero sobre todo no quiere lastimarla.

Ella se siente diminuta debajo de sus palmas, sus pulgares se tocan cuando envuelve sus manos alrededor de su cintura. Su dedo índice solitario encaja en ella tan cómodamente, como si ya estuviera empujando su coño hasta el límite.

Es a la vez un encendido y una preocupación.

—Bueno. —ella suspira. —Entonces tendré que esforzarme más.

—No esperaría menos. —él dice, apagando su auto. —Muy bien, cariño, estoy a punto de entrar en un pub. ¿Qué vas a hacer esta noche?

Ella tararea en el teléfono y él puede imaginarla levantando los brazos y estirándose. —Voy a bajar y ayudar a mi madre con la cena y luego creo que tenemos otro fascinante juego de Uno en el programa para esta noche.

Draco sonríe. —Bueno, te estoy apoyando. ¿Te escribo un mensaje?

—Mm, sí. ¡Oh! ¿Me envías una foto? ¿Por favor?—ella pregunta, haciendo que su voz suene pequeña y quejumbrosa.

—Seguro, cariño. No puedo esperar a verte mañana. —dice en voz baja, sonriendo a su teléfono. —Tengo que irme, diviértete.

—Está bien, Draco. ¡También diviértete!

Termina la llamada y sale de su auto, dirigiéndose hacia la entrada del pequeño pub de mierda que se había convertido en el lugar de reunión de Theo y él hace tantos años. Todavía se ve igual, un poco aterrador y deteriorado, y la puerta cruje familiarmente cuando él entra.

Le toma solo un segundo ver a su mejor amiga, Pansy, apretada fuertemente contra su costado y su frente presionada contra la de él mientras susurran algo de un lado a otro. Trata de asegurarse de que sus pasos sean ruidosos a medida que se acerca y podría arrastrar la silla hacia atrás un poco más ruidosamente de lo necesario.

—Ya era hora. —gruñe Theo, empujando una pinta en su dirección. —¿Qué hiciste, caminar hasta aquí?

—No. —él dice, antes de tomar un largo trago de su cerveza. —Estaba hablando por teléfono con Alaska. Hablando de eso, necesito que uno de ustedes me tome una foto para enviársela.

Theo resopla y Draco tiene suerte de que su confianza es profunda o se sonrojaría ante la petición. Sin embargo, a Pansy parece gustarle la idea, porque empuja a Theo a sentarse a su lado y le roba el teléfono, tomándoles algunas fotos.

—Ustedes dos son tan lindos. —dice Pansy, devolviéndole su teléfono después de haber elegido la mejor foto para enviarla a Alaska. —Es una pena que no la hayas traído.

—No creo que Lucius y Narcissa estén listos para esa bomba todavía. —murmura Theo, empujándolo con el codo.

Draco levanta una ceja pero mantuvo los ojos en su teléfono, escribiendo un mensaje para acompañar la foto.

Alaska.

Theo y Pansy dicen hola.

Él recibe una serie de emojis, cada uno más aleatorio que el anterior antes de que ella responda.

¿¿¿Compras tus sweaters una talla demasiado pequeña???

No, ¿Se ve pequeño?

Él frunce el ceño y mira el suéter verde que se había puesto sobre una polera gris.

Solo... te ves grande.
Muy grande.

—¿Te está llamando gordo?

Draco se gira para mirar a Theo y pone los ojos en blanco. —No. Dijo que mi suéter se ve muy pequeño.

—Déjame ver. —exige Pansy, extendiendo su mano y deslizando su teléfono.

—No...

— ...No voy a husmear, no te preocupes. —murmura, rodando los ojos. Ella se ríe. —Es un cumplido, Draco. Completas ese suéter bastante bien, si se me permite decirlo.

Theo deja que su vaso de cerveza golpee la mesa y se limpia la boca de espuma con el dorso de la mano. —¡Oye! ¿Que hay de mí?

Pansy le devuelve su teléfono y palmea la mano de su esposo. —Lo siento, mi amor, no tienes los brazos de Malfoy. Incluso Luciu...

Ella se apaga y Draco gime, inclinando su vaso hacia atrás hasta que se traga el resto de la cerveza. —Por favor, no continúes con ese pensamiento. ¿Necesito recordarte que Draco pudo haber sido tú esposo?

Él se encoge de hombros y mira alrededor del pequeño pub. Es sábado por la noche así que está lleno, las chimeneas encendidas para combatir el frío gélido del exterior. Sonríe para sí mismo, imaginando a su padre disfrutando de una bebida en un lugar como este. Él no cree haber puesto un pie dentro de un pub.

Sus padres no habían sido muy amables con Pansy, la única vez que fueron "amables" con ella fue en el verano que ambos tenían 18 años y sugirieron la idea de que deberían casarse, debido a la fortuna de ambas familias. Pansy casi golpeo a Lucius y Draco se atraganto con su vino. Luego de eso ellos habían tenido conversaciones forzadas con ella, pero su madre nunca la invitó a tomar el té y su padre apenas logró contener su ceño fruncido.

Poco a poco mejoró con los años. Al menos ahora podrían estar en la misma habitación sin una intensa cantidad de incomodidad.

—Mi padre me habló de tu papá. —dice Theo en voz baja, dándole un codazo en el brazo. —¿Está bien?

—No, en realidad no. Mamá dijo que tiene mucho dolor y que su pierna no mejora, pero se niega a ver al médico. Dice que no le gusta.

Theo niega con la cabeza. —¿Puedes encontrar a alguien más para él? Papá me dijo que tu mamá estaba realmente molesta.

Draco suspira y se frota los ojos con la palma de la mano. —Sí, voy a tener que hacerlo. Ella no puede seguir lidiando con él de esa manera y él está avergonzado, no quiere que ella lo vea tan débil.

—Típico. —murmuró Pansy, cruzando los brazos sobre la mesa. —¿Fuiste al mercado esta mañana?

Theo sostiene su mano hacia el mesero solitario para otra ronda y Draco asiente. —Mhm.

—¿Y tu madre te lo dijo?

—¿Decirme qué?

Sus ojos parpadean entre él y Theo, ampliándose mientras mira a su mejor amigo como si estuviera tratando de convencerlo de que diga lo que no quiere. Draco pone los ojos en blanco, porque solo puede tratarse de una cosa.

—Cristo, no tú también. —él se queja, aceptando la nueva pinta y entregando la vacía. —Realmente, realmente no quiero hablar de ella.

Theo le da a su esposa una mirada mordaz y murmura. —Te lo dije...

—No eres una puta ayuda. —ella dice, cruzando los brazos sobre el pecho. —Mira, Draco, sé que no quieres hablar de eso, pero también sé que no le has contado a Alaska sobre todo... eso... y no estás lidiando con eso de la forma en que lo necesitas.

—Me enfrenté a eso.

—¡No, no lo hiciste! Ni siquiera puedes decir su nombre... —dice Pansy enfáticamente. —¿No crees que eso significa que no te has ocupado de eso?

Draco bebe un gran trago de su cerveza, mira hacia la mesa rayada e ignora tanto a Pansy como a Theo. Se ocupó de su situación. Se ocupó de sus problemas, de las eternas facturas al hospital, de todos las cosas que habían planeado juntos, de la casa que tuvo que vender porque no soportaba vivir ahí. Ha lidiado con eso y ha terminado de lidiar con eso.

Ha terminado de hablar de eso.

—Pansy, voy a decir esto una vez y solo una vez. —él comienza, juntando sus manos alrededor de su vaso. —No quiero hablar de ella. No quiero hablar de su muerte...

—Su hermana tuvo un bebé y quiere que lo conozcas.

Es una sensación extraña, en el momento, en los pocos segundos después de que su mejor amiga dice lo que es una oración de diez palabras particularmente aburrida. Sin embargo, su pecho se aprieta, apretándose hasta que cree que no puede respirar, antes de que finalmente se afloje. Cierra los ojos y toma una respiración profunda, tratando de sacar su rostro de su mente.

—Bien por ella. —él se decide a decir, manteniendo la mirada baja.

Theo se aclara la garganta y escucha sus dedos golpeando contra la mesa. —Es bastante serio, Draco. Simplemente... pensamos que tal vez sería bueno para ti tener una conversación con ella, después de...

Sus manos golpean contra la mesa y lo sorprende. No es una persona violenta y trata de controlar su ira, pero ya no puede más.

—No quiero hablar de eso. Eso es todo, he terminado.

Caen en un silencio incómodo y Draco toma su cerveza, apurándola de un trago. Está cansado de hablar de su pasado. Está cansado de que las personas en su vida vivan en torno a eso.

Pansy se acerca y acaricia su mano con la suya tomándolo por sorpresa.

—¿Draco?

Él la mira, ligeramente sorprendido por la expresión seria de su rostro. Él mira entre ella y Theo, frunciendo el ceño. —¿Qué pasa ahora? ¿Pasó algo?

Theo se aclara la garganta. —No pasa nada, amigo.

—¿Entonces qué es eso?

Pansy aprieta su mano y le da una sonrisa suave, su pulgar frotaba su mano de un lado a otro. Él se encuentra conteniendo la respiración, inseguro de lo que podrían querer decirle.

Ella respira hondo y mira hacia el techo antes de volver a mirarlo. —Estoy embarazada.

Las cejas de Draco se levantan y se inclina un poco hacia adelante, mirando entre sus amigos, hasta que estalla en una gran sonrisa y se pone de pie. Marcha alrededor de la mesa y tira de Pansy en un abrazo, envolviéndola fuerte y apretándola.

Él presiona un beso a un lado de su cabeza. —Estoy tan feliz por ti, Pans. En serio, estoy emocionado, sé cuánto querías esto.

Será una madre perfecta, él lo sabe. Cuando él se aleja de ella, ella se está limpiando las lágrimas y él sabe que probablemente tiene una mancha húmeda en su suéter, pero no le importa. Se vuelve hacia su mejor y más antiguo amigo, extiende los brazos y le sonríe. —¡No te tomó mucho tiempo, amigo!

Theo se ríe y chocan en un abrazo, dándose palmaditas en la espalda. Draco se inclina hacia su oído y susurra, lo suficientemente bajo como para que Pansy no pueda escuchar. —Estoy tan feliz por ti, Theo. Sé que serás un gran padre. Lo sé.

Cuando se retira, Theo envuelve sus brazos alrededor de su esposa y la mantiene cerca, su palma descansando sobre su vientre aún plano y Draco fuerza su sonrisa más brillante. Él está feliz por ellos, realmente lo está.

***

Draco<333

¡¡Estoy MUY EMOCIONADA de verte!!

Yo también estoy emocionado, cariño. Acabo de llegar a la estación.
¿Vas a quedarte a dormir?

Alaska mira por la ventana del tren y observa la lluvia chorreando contra el vidrio. Está oscuro y lúgubre afuera y casi dos horas antes había abrazado a sus padres en el auto antes de entrar corriendo a la estación para esperar el tren.

Por lo general, le encantaba estar de vuelta en casa y pasar tiempo con sus padres. Como hija única, sus primeros amigos fueron sus padres y tenía muchos recuerdos de noches de juegos familiares, paseos nocturnos con su padre y los domingos por la mañana horneando con su madre. Pero esta vez se sintió diferente.

Esta vez sintió que se estaba perdiendo algo, volviendo a Bristol mientras Draco se dirigía a Wiltshire. Era demasiado pronto para que alguno de los dos conociera a los padres del otro, ella lo sabía, pero una parte de ella deseaba haber tenido más conversación al respecto. Tal como estaban las cosas, simplemente se informaban mutuamente de sus planes y se iban en direcciones separadas.

Ella niega con la cabeza y le envía un mensaje de texto a Draco.

¿Está bien?

Por supuesto, cariño. Siempre puedes quedarte a dormir.

Es increíble lo fácil que sus mensajes la hacen sonrojarse. Siente que pasa la mayor parte del día sonrojada y caliente, con los ojos pegados a su teléfono. Más de una vez había tenido que correr al baño de la casa de sus padres, abanicándose la cara y salpicándola con agua fría.

También había evitado llamarlo frente a ellos, el deseo de llamarlo por el apodo que le había gustado era demasiado como para poder evitarlo.

¿Podemos pedir nuggets para la cena?

Todo lo que quieras.

El tren se estremece debajo de ella y reduce la velocidad a medida que se acercan a la estación, otros pasajeros ya comienzan a recoger sus pertenencias y se dirigen a las puertas. Alaska permanece sentada, sin necesidad de salir corriendo del tren y abrirse paso entre la multitud. Draco la esperará.

Ella arroja su bolso sobre su hombro cuando el tren se detiene por completo, la estación aparece a través de las ventanas y sigue la fila de personas que bajan del tren. Se siente ligera sobre sus pies mientras salta del tren y camina hacia el interior.

¡Ahora voy hacia ti!

No le toma mucho llegar al interior y sonríe cuando ve a Draco. Se ve cansado, recostado contra la pared detrás de él, hay una gorra de béisbol en su cabeza y tiene los brazos cruzados frente a su pecho haciendo que sus brazos sobresalgan contra su henley.

Su teléfono vibra con un mensaje de texto, probablemente de él, pero ella lo ignora mientras él mira el suyo, ajeno a ella. Cuando está lo suficientemente cerca para ver la forma en que se está mordiendo nerviosamente el labio inferior, sale corriendo, sus zapatillas golpean el linóleo y él levanta la vista en el último momento, justo cuando ella se lanza a sus brazos.

—Oh, cariño. —él dice con una sonrisa, sus palmas se agarran debajo de sus muslos mientras sus piernas se envuelven alrededor de su cintura. —Estoy tan contento de que hayas vuelto.

Alaska se estira para levantar su gorra de béisbol, inclinándose para presionar un beso contra sus labios. —Me gusta esto.

Él le da una sonrisa perezosa, cambiando su peso en sus brazos para inclinarse y recoger su bolso antes de caminar hacia la salida. —Gracias, bebé. Te extrañé.

Ella tararea y apoya la cabeza en su hombro. —Yo también te extrañé. Se sintió como una semana en lugar de unos pocos días.

Draco está de acuerdo y continúa caminando en dirección al estacionamiento. Ella está segura de que hay gente mirándolos, un hombre mayor cargando a una mujer más joven, con las piernas alrededor de su cintura y los brazos alrededor de su cuello. Se siente un poco como una niña, pero no le importa.

Él la hace sentir segura y protegida de miradas extrañas y miradas indiscretas, como nadie lo había hecho antes. Está empezando a darse cuenta de que él la hace sentir como ella misma en medio del caos del mundo.

—¿Cómo estuvo tu viaje a casa?—pregunta él, abrazándola con fuerza contra su pecho.

Alaska considera su pregunta. —Fue bueno, fue agradable ver a mis padres y pasar tiempo con ellos. Creo que me extrañaron.

—Por supuesto que sí. —él dice, mientras los zapatos golpean contra el concreto del garaje. —¿Ganaste en Uno?

Ella se ríe y entierra su rostro en su hombro, su henley es suave contra su mejilla. —Sí, una o dos veces. También algunos otros juegos de cartas. ¡Oh! Y ajedrez.

El sonido del auto siendo desbloqueado llama su atención y Draco le toca el muslo en advertencia antes de animarla a desenvolver sus piernas de su cintura y pararse sobre sus propios pies. Antes de que pueda girarse para abrir la puerta del coche y deslizarse dentro, él le toma la mejilla y se inclina hacia abajo.

Sus ojos se cierran solos, pero en lugar de que sus labios se presionen contra los de ella, rozan su mejilla cuando él habla. —¿Te he dicho lo bonita que eres?

Ahí está ese rubor de nuevo, ese rubor estúpido e irritante que florece tan fácilmente contra sus mejillas y su pecho. Sus dedos se enroscan en su camisa y se pasa los dientes por el labio inferior. —Hoy no.

Sus labios se presionan contra su mejilla, una y otra vez hasta que llega a sus labios. Son suaves y voluminosos, apoderándose de su boca de la manera que solo él sabe hacerlo. Ella se derrite en el beso, presionando contra su cuerpo y dejando que sus dedos se extiendan contra el músculo del pecho.

—Eres tan bonita, Alaska. —él susurra contra sus labios, los dedos se enroscan en su cabello.

Él se endereza y Alaska deja caer su rostro en su pecho, dejando escapar un suspiro tembloroso ante sus palabras. A este ritmo, sus mejillas estarán ardiendo por el resto de la noche, pero si él continúa hablándole así, entonces a ella no le importará tanto.

—Eres tan injusto. —ella murmura en su pecho.

Él suelta una carcajada, el pecho retumba debajo de su mejilla, y acaricia su cabello con una mano. —Solo te digo la verdad. La chica más linda que jamás haya existido.

Ella deja que él la jale hacia el auto, abriendo la puerta y ayudándola a entrar. Incluso le permite inclinarse sobre ella y tirar del cinturón de seguridad sobre su pecho y sobre su regazo, asegurándose de que esté abrochado antes de cerrar la puerta.

Se detienen y recogen papas fritas en el camino de regreso al departamento de Draco y Alaska habla a gritos sobre su tiempo en casa. Ella le cuenta sobre el parque cerca de la casa de su infancia y los senderos a través del bosque que deseaba que él pudiera ver. Ella le habla de la acogedora librería que hay a pocas calles de distancia y de su restaurante italiano favorito al lado.

Cuando estacionan en el garaje debajo de su edificio, Draco toma su bolso y su comida y la lleva a su apartamento. No dice nada sobre su propio viaje a casa, sin embargo, y eso hace que Alaska se pregunte si pasó algo mientras él estaba allí.

De alguna manera les había admitido a sus padres que estaba viendo a alguien, pero no les había dado ninguna información adicional. No creía que necesariamente estarían enojados por su pareja elegida, pero tampoco creía que estuvieran felices. Esperaba indiferencia, en el mejor de los casos.

—Suficiente sobre mi viaje a casa, ¿cómo estuvo el tuyo?—pregunta ella, arrancando la bolsa de comida rápida de su mano y dejándose caer en su sofá.

Saca algunas papas fritas de la bolsa, se las tira a la boca y mastica, mirándolo expectante. Su rostro se tensa, solo un poco, y si ella no lo estuviera buscando, no lo habría notado.

—Estuvo bien. Lo normal.

Alaska frunce el ceño. —¿No pasó nada especial?

Draco suspira y toma asiento junto a ella, colocando su brazo a lo largo del respaldo del sofá detrás de ella y robando una papa frita de la bolsa. —Bueno, mi padre ha decidido que no le gusta su médico ahora y está teniendo más problemas para caminar. Entonces, tendré que encontrar a alguien más.

Ella tararea. —Lo siento, eso no es fácil de manejar.

Se encoge de hombros. —Bueno, no fue del todo malo. Pansy y Theo me dieron buenas noticias anoche.

—¿Oh?

Sumerge una papita en salsa agridulce, masticando alegremente mientras él observa. Ella le da un mordisco a otra antes de ofrecerle el resto, sonriendo cuando él acepta el mordisco y le muerde los dedos.

—Mhm. —él murmura mientras mastica. —Están esperando a un bebé Nott.

Alaska chilla, antes de casi atragantarse con una papita. —¿En serio? Dios, estoy tan feliz por ellos. Pansy seguramente será una gran madre.

Él no dice nada después de eso, solo pasa sus dedos por sus brazos y el dobladillo de su suéter. Él acepta bocados de comida de sus dedos, mordisqueando y chupando la salsa de las yemas de sus dedos. Es agradable, algo que ha echado de menos durante los últimos días estando fuera.

Sin embargo, no dura, nunca ha sido buena para quedarse callada, siempre llenando los silencios con charlas sin sentido. Mastica las papas fritas, metiéndo una entre sus labios cuando él se inclina sobre su hombro y le muerde la muñeca.

—¿Todavía vas a hacerme esperar?—ella pregunta, lamiendo la sal de su pulgar.

—¿Esperar para que?

Alaska suspira. —Ya sabes.

—No lo sé, en realidad. —él se ríe, apretando sus brazos alrededor de ella. —Iluminame.

Él sabe, ella sabe que él sabe, pero es muy propio de él obligarla a decir cosas que la hacen sentir incómoda. Bueno, no es incómodo solo...

—Deja de retorcerte, bebé. —dice, presionando sus palmas en sus muslos. —¿Qué te estoy haciendo esperar...?

Ella deja que sus manos descansen sobre las de él, maravillándose de la obvia diferencia de tamaño. —Haciéndome esperar a que me folles.

Draco se ríe y se inclina para acariciar su nariz contra su cabello, arrastrando su mejilla hasta su garganta. —¿Crees que estás lista?

No, ella sabe que no lo está. Cuando cierra los ojos, puede imaginarse su longitud y grosor presionados contra su vientre, puede imaginarlo viniendose por FaceTime mientras su mano se desliza hacia arriba y hacia abajo. No está lista, pero desearía estarlo.

—Bueno, no, pero...

—¿Pero qué? ¿Quieres que te haga daño? ¿Qué clase de persona sería si te lastimara a sabiendas? ¿Eh?

Alaska gime y echa la cabeza hacia atrás contra su pecho. —Dijiste que podía verte la próxima vez.

Él tararea contra su espalda, los dedos suben por sus muñecas y antebrazos, solo rozando su piel. —Dije eso, ¿no, bebé?

Lo hiciste, ella quiere decirle, prometiste que podría verte la próxima vez. Pero todo lo que sale es un gemido cuando sus dedos se deslizan por sus hombros y bajan por su pecho, con las palmas de las manos ahuecando sus senos.

Ella se estremece contra él, presionando su pecho contra sus manos. —Por favor, daddy.

—Qué bonita súplica. —dice en voz baja. —Está bien, puedes ver, bebé. Pero tienes que escucharme, ¿de acuerdo? Si no escuchas, entonces no puedes ver.

Es fácil para ella estar de acuerdo porque no hay nada que desee más en ese momento que volver a ver su polla, verlo correrse. Quiere desesperadamente mirar su rostro, ver cómo se ve cuando el placer es demasiado.

—Te escucharé, daddy. Lo prometo.

Draco la jala para que esté frente a él, sentada sobre sus muslos, más cerca de sus rodillas. Sus manos bajan inmediatamente a su cinturón, que abre rápidamente antes de desabrocharse los pantalones vaqueros. Ella puede ver la forma en que él cubre la tela de sus pantalones, su gruesa polla tensándose contra la tela oscura.

Sus dedos se contraen con la necesidad de tocarlo, pero él agarra ambas muñecas con una mano y las presiona contra su vientre. —No toques, bebé. Vas a sentarte ahí y mantener tus manos quietas. No me toques a mí ni a ti, ¿de acuerdo?

Ella gime, en voz alta, lastimeramente, pero él chasquea la lengua y niega con la cabeza. —Nada de eso. Si no puedes, entonces no puedes ver.

—Puedo hacerlo, daddy. Lo prometo.

Él tararea y lentamente suelta sus muñecas. Presiona su mano sobre sus hombros, solo para poder levantar sus caderas y tirar de sus jeans y pantalones hasta sus rodillas antes de presionarlos contra su vientre. Su camisa es la siguiente, agarrando la parte de atrás de su camisa y tirando de ella antes de tirarla al suelo.

Es una situación diferente para ellos. Por lo general, ella es la que está desnuda mientras él está vestido, pero esta vez es él quien está desnudo. Debería darle algún tipo de poder, algún tipo de sensación de que ella es la que tiene el control, pero no es así. Ni siquiera un poco.

Él todavía tiene todo el poder en esta situación y sus dedos se atan para mantenerlos quietos.

—Mira, bebé. —dice, agarrando su polla en la mano y acariciándose.

Tiene una buena polla, la mejor que jamás haya visto, piensa. Grueso y largo, lo mejor de ambos mundos, con cabello dorado oscuro recortado en la base. Es injusto lo atractivo que es, lo mucho que quiere recorrer su cuerpo con los dedos y la lengua.

Quiere trazar un camino por su pecho, arrastrando sus dientes a lo largo de sus músculos y la suavidad de su abdomen. Ella quiere pasar su lengua a lo largo de los huesos de la cadera y presionar un beso con la boca abierta en su polla.

En cambio, ella lo observa mientras se masturba, con los dedos en un círculo apretado alrededor de su polla. Su pecho sube y baja más rápido con cada golpe y Alaska observa atentamente. Ella memoriza todo acerca de él: la forma en que su respiración se engancha en la carrera ascendente, la forma en que sus dedos aprietan la base de su pene, el gemido apenas perceptible que escapa de su garganta cuando lo mira a los ojos.

—Tengo muchas ganas de tocarte, daddy. —ella susurra, con los ojos todavía pegados a él.

Él gime suavemente, sus caderas se flexionan con su movimiento. —Lo sé, bebé. Pero puedes ser una buena chica para mí y mirar.

Técnicamente, le está dando exactamente lo que prometió. Él le dijo que podía mirar la próxima vez, no que podía tocarlo y hacer que se corriera, solo que podía mirarlo. Así que ella mira, acepta el regalo que le han dado al verlo tan vulnerable.

Su garganta se convulsiona justo antes de correrse. Un sonido ahogado se escapa de entre sus labios y sus músculos se tensan en su vientre, endureciéndose y apretándose, una vena gruesa salta a lo largo de la línea de su hueso púbico y sube hasta su vientre.

Draco jadea y su mano libre agarra su cadera, los dedos se clavan en su trasero. —Joder, bebé. Alaska, mira, cariño, mira.

Ella casi se ríe. ¿Dónde más estaría mirando?

—Estoy mirando, daddy. —ella susurra. —Por favor, quiero verte venir.

Y lo hace, gruesas rayas blancas de semen se filtran sobre su vientre, sobre los músculos tensos y salpican a lo largo de la línea de cabello dorado oscuro debajo de su ombligo. Ella está paralizada, con los ojos muy abiertos mientras observa su pene contraerse en su mano, hay gotas de semen deslizándose por su pene.

Ella lo escucha gemir, escucha su respiración jadeante y observa cómo sus dientes se hunden en su labio. Sus ojos están fijos en ella, viéndola observarlo, esperando ver su reacción. Finalmente retira la mano de su pene, dejándola descansar y suavizarse contra su vientre, y extiende su mano, lejos de ella, húmeda y sucia.

—¿Yo puedo...?—ella se calla, sus ojos estan pegados a las manchas de semen a lo largo de sus dedos.

Se da cuenta de dónde están sus ojos pegados y lentamente, muy lentamente, acerca su mano a ella, sus dedos índice y medio apuntando hacia sus labios. Ella envuelve su mano alrededor de su muñeca, en su mayor parte, y tira de sus dedos en su boca.

Él sabe amargo y la textura no es algo que necesariamente disfrute, pero ella lame sus dedos de todos modos, girando su lengua alrededor de ellos y chupando su piel. Una parte de ella casi lo trata como una audición, y muestra algunos de sus talentos con la esperanza de que la próxima vez él la deje poner su boca sobre él.

—Tan jodidamente bonita, bebé —susurra, todavía recuperando el aliento. —Mi buena niña. Estás haciendo un buen trabajo.

Sus mejillas se sonrojan, otra vez, y se endereza, una sonrisa amenaza con aparecer en sus labios abiertos. Ya casi no puede saborear su corrida, pero continúa chupándole los dedos. Ni siquiera se da cuenta de que está balanceando sus caderas contra su muslo hasta que él tararea profundamente en su pecho.

No se da cuenta de lo cerca que está hasta que jadea, una chispa se enciende en su vientre. Ella aparta los labios de sus dedos y suplica. —Por favor, daddy. ¡Por favor!

Draco vuelve a tocar sus labios con los dedos, dejándolos descansar contra su lengua. —Te corres para mí, bebé. Hazlo contra mi muslo, chupando mis dedos, con el sabor de mi semen en tu lengua.

Y ella lo hace, sus ojos se cierran y sus caderas se mecen y chupan su boca. Cuando abre los ojos, sus dedos ya no están en su boca y se da cuenta de que sus bragas y calzas están pegajosas contra sus muslos.

—Ven aquí. —dice en voz baja, tirando de ella en su pecho.

Su abdomen se está secando y ella puede sentir su suave polla contra su vientre, a través de su suéter, pero no le importa. Ella se acurruca contra él y suspira contra su hombro, los dedos agarrando sus costillas y hundiéndose en su cabello.

—Te extrañé. —él susurra, presionando un beso en su sien. —¿Te sientes bien?

Ella tararea, presionando sus labios contra su hombro. —Me siento perfecta, daddy.

Authors Note.

Qué les pareció el cap? 😈😈😈

Gracias por el apoyo de verdad <3 y no olviden comentar que amo muchísimo leer sus comentarios <333

Subiré el próximo cap en dos o tres días <3

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