𝓒. 004

TW: contenido explícito.

Cuando Alaska le dijo a Draco que no tenía miedo, le estaba diciendo la verdad.

No, ella no tiene ni muchas ni buenas experiencias en el departamento de relaciones amorosas. Ella tiene 21 años y solo ha tenido un novio durante más de seis meses, pero tiene citas, algunas solo una vez y otras durante algunas semanas. Independientemente de su experiencia real en las citas, también tiene ojos.

Ella miro pornografía y durante años hojeó libros de romance solo en busca de escenas obscenas. Ella también creció con twitter, durante la época en que la pornografía estaba desenfrenada y la gente lo usaba para mostrar sus relaciones.

Cuando volvió a mirar a Draco, él la observaba con atención, casi como si la estuviera monitoreando cómo lo haría con uno de sus pacientes en busca de reacciones negativas o movimientos erráticos repentinos. Tiene la sensación de que admitir esto ante ella no fue fácil y sabe que sus relaciones anteriores han fracasado, al menos en parte, debido a sus deseos.

Pero él no tiene que preocuparse por eso con ella.

Ella no se iría a menos que él hiciera algo que a ella verdaderamente le doliera o si él le dijese que se fuera.

Alaska pasó su lengua por sus labios humedeciéndolos, antes de poner su mano en su antebrazo. —Bueno, en verdad espero que seas mi daddy.

Ella casi se ríe de la forma en que la palabra daddy salió tan fácilmente de sus labios, y también por la expresión del rostro de Draco, sus cejas se habían disparado hasta la línea de su cabello con sorpresa. —¿Realmente estás bien con esto? ¿No solo estás... diciendo que está bien para tranquilízame?

—¿Por qué iba a tranquilizarte?— Ella ríe. —No te ofendas, Draco... me gustas, de verdad... pero hay otros hombres por ahí... si quisiera otros hombres.

Cuando él asiente, ella sabe que lo hace porque tiene razón. Si solo quería afecto o estaba más interesada en el dinero o incluso en un hombre que se la follara, podía encontrar a otra persona. Pero en estas cortas semanas, enviando mensajes de texto a un hombre que le dobla la edad, ha llegado a conocer a alguien a quien se da cuenta de que quiere mantener en su vida.

Ella junta sus manos y gira su cuerpo para mirarlo. —Entonces, ¿qué pasa ahora?

Para su sorpresa, él le da una suave sonrisa y se inclina más hacia la esquina de su sofá. —¿Ahora? Nada, seguimos en lo que estábamos.

Alaska frunció el ceño. —Pero acabas de decir que quieres...

—Sí, lo hago. —él dice en voz baja, apoyando una de sus manos en su rodilla. —Pero no hay ninguna razón por la que no podamos llegar allí de forma natural. Nunca has estado en ese tipo de relación antes y no espero que sepas lo que quieres todavía. Así que nos moveremos lentamente y exploraremos las cosas a medida que lleguemos a ellas.

Bastante justo, piensa ella. Sus ojos parpadean hacia abajo para mirar su palma, sus dedos están agarrando su rodilla.

—¿Tú...? —ella hace una pausa y lo mira mientras él levanta las cejas, sus ojos plateados se enfocan en los suyos.—¿Quieres que te llame así?

—No. —él dice, rápido para responder. Casi parece avergonzado, sus mejillas se volvieron un poco rosadas. —Todavía no. Si hacemos esto correctamente, un día simplemente sucederá y se sentirá bien.

Alaska toma un sorbo de su copa de vino y terminó el resto del chardonnay antes de acercarse un poco más a él. —¿Me follarás esta noche?

Ella no puede evitar preguntarle eso. Dios, debería estar encantada de que él esté dispuesto a tomar las cosas con calma. Él ha sido tan suave con ella, tan cuidadoso, y en lo único que puede pensar es en él llevándola a la cama para devastarla.

Draco simplemente sonríe de nuevo, con esa misma sonrisa molesta y pacífica que le da cada vez que ella le pregunta, y luego niega con la cabeza. —No.

—¿Por favor?—ella hace pucheros por si acaso.

Otro movimiento de cabeza. —No.

Ella se mueve hasta llegar al sofá y se arrodilla para luego llevar sus manos hacia el cierre del pantalón de Draco. —¿Puedo?

—No. —él repite antes de agarrar su cintura con las palmas. —Ven aquí.

Draco tira de ella hacia su regazo para que sus rodillas estén a cada lado de sus muslos y su trasero descanse sobre sus rodillas. Él aprieta sus caderas y la acerca un poco más hasta que sus manos están presionadas contra su pecho.

—Siempre puedes pedir lo que quieras, de hecho, yo quiero que lo hagas. Pero no siempre voy a decir que sí. —él dice en voz baja.

Alaska chasquea su lengua. —Hasta ahora nunca has dicho que sí.

—Alaska. —Draco suspira y se inclina hacia adelante para descansar su frente en su pecho. —¿Crees que no quiero?

Ella deja que su mano se mueva hacia arriba para peinar su cabello. —No lo sé, solo sé que sigues diciendo que no.

Su aliento está contra su cuello y la hace temblar y luego la mano que estaba en su cadera se mueve hacia su vientre, sus dedos se sumergen debajo del elástico de sus mallas. Su piel arde cuando sus dedos se arrastran por su vientre hasta sus bragas.

—Sé que piensas que estoy jugando con algo diciendo que podría romperte, pero eres tan jodidamente pequeña, amor. —él dice, presionando un beso en su clavícula. —Y yo te voy a cuidar. Vamos a ponernos manos a la obra, así que tomarás mis dedos y mi boca hasta que crea que estás lista.

Sus dedos se deslizan por debajo de sus bragas y ella intenta controlar su respiración.

—¿Quieres pasar la noche aquí?—él pregunta, todavía murmurando en su piel.

Ella deja escapar un entrecortado: —Sí. — y antes de que se dé cuenta, él saca la mano de sus mallas y la levanta en sus brazos. Ella envuelve sus piernas alrededor de su cintura y sus brazos alrededor de su cuello, abrazándolo mientras él los lleva a lo que ella cree que es su habitación.

Está oscuro, así que no puede ver mucho de algo, pero lo siente cuando Draco la suelta con cuidado y ella se deja caer en la cama. Sus manos están de vuelta en sus caderas y le está bajando las mallas y las bragas.

Alaska se quita el suéter y puede ver que sus ojos se mueven rápidamente hacia sus pechos desnudos cuando se estira en la cama.

—¿Sin sujetador?—él pregunta, quitándose la camisa.

Alaska deja que sus ojos recorran su torso antes de negar con la cabeza. —No si puedo evitarlo.

Draco se cierne sobre ella, presionando un suave beso en sus labios antes de bajar por su pecho y esternón. Él le frota el pezón con el pulgar y lo toca con los dedos hasta que ella jadea y arquea la espalda.

—Lo recordaré. —él dice, besando su vientre.

Su dedo es tan grueso como recuerda y por un segundo cree que probablemente tenga razón. Si su dedo se siente así de grueso y la llena así de bien, ¿cómo podría ella tomarlo? Pero mientras él mete su dedo dentro de ella y su pulgar frota círculos firmes sobre su clítoris, ella lo quiere independientemente de si caería dentro de ella o no.

Antes de que ella pueda abrir la boca para suplicar, rogar, para que se la folle, él pasa la lengua por la parte interna de su muslo y cepilla los dientes contra la piel sensible en una advertencia. —Me detendré si me lo preguntas de nuevo.

Alaska gimió y echó la cabeza hacia atrás con molestia, sus manos comenzaron a apretar las mantas. Se sentía bien, por supuesto que sí, pero ella quería más. Él ya la ha etiquetado como codiciosa y sí, cuando se trata de él, ella lo es.

—Dame tu mano, amor. —Él le dice en su piel, su mano rozaba con la punta de sus dedos.

Él la bajó hasta su vientre y la presionó firmemente contra su piel. Cambiando de posición, él movió su brazo para tener más espacio y Alaska tomó aire cuando su dedo se mueve más dentro de ella. ¿Cómo pueden sus dedos ser tan largos?

—Empuja hacia abajo. —él murmura, antes de presionar su lengua contra su clítoris y curvar su dedo contra ella.

Presiona su mano hacia abajo y la presión dentro de ella es casi demasiada. Con solo unos pocos besos suaves y húmedos, sus labios chupando su clítoris y sus dedos rozando repetidamente justo detrás de esa muesca en su pared frontal, ella aprieta su dedo y grita.

El orgasmo la golpea rápido y duro. Siente que le han sacado todo el aire de los pulmones y le tiemblan las piernas cuando él no la deja. Ella se retuerce bajo su atención, pero él pone su antebrazo sobre sus caderas, presionando su mano más en su hueso púbico.

—Otro, cariño. —él dice, alejándose de ella el tiempo suficiente para decir las palabras.

Se siente como si su segundo orgasmo fuera solo una extensión del primero y sus caderas giran con la presión que estalla en su vientre hasta que su mano libre encuentra el cabello de Draco y tira, más fuerte de lo que pretendía, pero lo suficiente para alejarlo de ella.

—¿Hecho?—él pregunta, con la cabeza erguida y la barbilla hundida en su vientre.

Ella asiente, su cabeza se echa hacia atrás y los rizos se derraman a su alrededor. —Listo.

°°°

A la mañana siguiente Alaska se despierta por unas suaves caricias en su cabello y mejilla. Ella se estiró y luego sintió un dulce beso en su frente. —Buenos días. —él murmuró.

Sus párpados aún pesaban, debido a la falta de sueño. —Mmh, buenos días. Es temprano.

Draco tomó una taza de café caliente que descansaba en la mesita de noche y la acerca hacia ella, lo suficientemente cerca como para saber que ahora puede oler el líquido amargo. Los ojos de Alaska se abren de golpe y se sienta, con la espalda apoyada en su cabecera.

—¿Hiciste café?—ella pregunta, tirando de las mantas hacia arriba y sobre sus pechos desnudos.

—Lo hice, es una disculpa por despertarte tan temprano. —él dice, agarrando su propia taza y llevándosela a la boca. —Tengo que ir a trabajar en unas horas.

Ella da un ligero sorbo al café y le sonríe. —Bueno, estás perdonado, el café es perfecto. —¿Es... ?

—Leche de avena. —él dice, terminando su pregunta. —Lo compré ayer. Es lo que ordenaste en el café, ¿verdad?

El corazón de Alaska golpeó con fuerza en su pecho por saber que él recordaba algo tan banal como eso. —Sí, lo recuerdas. —sus mejillas se tiñeron de rosa junto con la punta de su nariz, y ella bajó su mirada hacia su taza.

Ellos beben sus cafés en silencio. Pero la mente de Alaska estaba todo menos en silencio, ella no dejaba de pensar en cómo él la hacía sentir. Sin duda de una manera que nunca nadie lo había hecho antes, pues ella nunca había estado con alguien que se preocupará de ella de la manera que Draco lo hacía.

Sentía una calidez en su pecho que la embriagaba por completo y le dejaba mariposas en su estómago, sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Draco.

—No estoy tratando de echarte, amor. —él dice dejando su taza en la mesita de noche.

—Pero me estás echando. —ella se ríe, cruzando las piernas y sentándose.

Draco se inclina hacia ella y le da un beso con la boca cerrada en los labios, sonriendo contra ella por la sensación que le da. —Te llevaré a casa.

Ella lo ve ponerse de pie y luego recoger su ropa de la habitación, sacándole las bragas de las mallas y arreglando el suéter que se había quitado rápidamente la noche anterior. Él las deja en la cama y se rasca la cabeza ligeramente con las uñas.

—No tienes que hacer eso, puedo pedir un Uber. —ella dice, moviéndose en la cama pero sin levantarse todavía.

—Quiero llevarte a casa. —él dice claramente antes de entrar en su armario para ponerse una camiseta y echarse un poco de desodorante.

Alaska se viste rápidamente y en silencio mientras él está ocupado. Luego de vestirse se preocupó de entrar al baño para lavarse y luego hacerse un moño desordenado. Luego tomó su teléfono y su bolso, para dirigirse con Draco hacia el garaje del edificio y subirse al auto.

El viaje es silencioso, y Alaska inclina su cabeza en el vidrio antes de perderse mirando los autos que pasan al lado de ellos. Aún tiene bastante sueño, y le es difícil mantener los párpados abiertos.

—¿Estás bien?—él pregunta al mismo tiempo que deja su mano en su muslo.

Alaska se sorprende un poco con el repentino tacto, sin embargo eso fue suficiente para despertarla. —Sí, solo con un poco de sueño.

Su piso no está lejos del de Draco y cuando están a solo unos minutos de distancia, él se aclara la garganta.

—Tengo algo que quiero pedirte que hagas por mí. —él dice en voz baja, volviéndose para mirarla por un segundo antes de volver a la carretera.

—¿Tengo que decir que sí?—ella pregunta, con un tono burlón en su voz.

Él se ríe. —No, por supuesto que no. Pero me gustaría que lo hicieras.

Alaska tararea antes de asentir y luego comenzar a sentir como el pulgar de Draco frotaba suaves círculos en su muslo. —Me gustaría saber cuándo estés a salvo en casa o cuándo vas a algún lado. No necesito saber a dónde vas, si no quieres decírmelo, pero me gustaría saber cuándo vas a salir o cuándo llegues a casa.

Ella está callada, y por un segundo Draco se pregunta si juzgó mal su conversación. Había tratado de dejar en claro que no era algo solo sexual, pero a veces es difícil de aceptar, especialmente cuando se trata de la palabra daddy.

—Solo es un mensaje de texto, nada complicado. —él dice.

Se detiene frente a su edificio y aparca el coche, volviéndose hacia ella. Para su sorpresa, ella tiene una sonrisa suave en los labios y un brillo en los ojos.

—¿Qué?—él pregunta. —¿Muy apresurado?

Alaska niega con la cabeza y le hace un gesto con el pulgar. —No, solo me gusta que te preocupes. Es agradable.

Authors Note.

En verdad perdón la demora 😭, espero de todo corazón que les haya gustado el cap <3

Porfis déjenme sus opiniones de que les está pareciendo la historia <3

Also me gustaría invitarles a que se pasen por otra historia original que estoy escribiendo, pero es un slow burn y dark romance. Se llama Golden Traitor, léanla les juro que no se van a arrepentir 😭🤍

Eso les amo mucho 😭🤍

Subo nuevo cap en dos días <3

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