𝓒. 003

Últimamente, Alaska comenzó a darse cuenta de que el tiempo pasaba relativamente lento cuando estaba estudiando o en la universidad. Y muchas veces solo deseaba que los minutos pasaran más rápido.

Ella no era mala estudiante, pero tampoco era la mejor de la clase. Simplemente era una estudiante con notas lo suficientemente buenas como para pasar una asignatura, y que rara vez le iba mal en un examen, eso debido a que ella siempre trataba de estudiar para así después no tener que preocuparse por rendir exámenes globales o estar preocupada de tener una nota en específico para aprobar una asignatura.

Pero eso no quería decir que no tenía tiempo para salir y divertirse de vez en cuando con Clarke.

De hecho lo hacía a menudo, y algunas veces (dependiendo del estado de ánimo de Alaska) podía terminar teniendo sexo casual con alguien.

Alaska se permitía así misma hacer eso, ya que de alguna forma sentía que lo merecía y de todos modos no era como si volviera a hablar con esa persona de nuevo.

Ella no se consideraba una persona mojigata, y tampoco alguien promiscua, Alaska se sentía como cualquier adulto joven que disfrutaba de su sexualidad de una manera madura y sin ataduras de por medio.

Y a ella le gustaba eso.

Antes de conocer a Draco, ni siquiera se había planteado la idea de mantener una relación romántica con alguien, ya que simplemente no era lo que estaba buscando (y tampoco era como si su relación anterior hubiera sido muy buena.)

Y ahora, no estaba muy segura de si seguía manteniendo ese pensamiento.

Ciertamente, ella sentía algo por Draco. Y no era algo solamente sexual, ella sabía que era más que eso, pero le preocupaba la diferencia de edad y que él solo la viera como una aventura o que solo fuera una fase para él.

Alaska era más que consciente de la notoria diferencia de edad entre ambos, y trataba de ignorarlo, ya que por lo menos para ella no era algo que la complicará.

Pero, sí le preocupaba bastante lo que él pensará de ella y sobre todo el no poder satisfacer sus deseos y necesidades.

Draco le había dicho que tenía cuarenta y tres, y él era un hombre muy atractivo que a pesar de ya ser mayor y tener algunas arrugas alrededor de sus ojos, seguía viéndose en forma y extremadamente sexy, por lo que Alaska era consciente de que muy probablemente él haya estado con mujeres que obviamente han de tenido mucha más experiencia que Alaska en ese tipo de área. Y eso era lo que principalmente le preocupaba.

Ya había pasado un mes desde que ambos habían comenzado a tener sexo, si es que se podría definir así, ya que Draco aún no la había penetrado, porque según él ella aún no estaba lo suficientemente preparada. Alaska no estaba de acuerdo con eso.

Aunque él le recompensaba eso con maravillosos toques y besos en la zona íntima de Alaska, que la dejaban viendo estrellas, era como si Draco supiese exactamente las partes dulces de ella, lo que hacía pensar a Alaska que tal vez, en otra vida él fuese una especie de mago o algo así.

Draco siempre hacía lo posible por complacerla a ella, y nunca dejaba que ella hiciera lo mismo con él. Ella le había dicho que quería poder complacerlo y darle placer, pero la respuesta siempre era la misma:

—No es necesario, amor.

Y luego hundía su lengua entre los pliegues de Alaska, mientras su mano derecha masajeaba uno de los senos de ella y uno de los dedos de la mano izquierda de Draco comenzaba a entrar lentamente en su interior. Ya llegando a ese punto, Alaska comenzaba a mover su cadera y enredar sus dedos en las hebras del cabello de Draco. A veces, cuando Draco se dejaba crecer un poco la barba, está comenzaba a raspar un poco la zona íntima de Alaska, pero a ella no le molestaba la sensación, de hecho le gustaba. Le gustaba cómo se sentía eso. Era sólo un poco de dolor y placer a la vez.

Alaska resopló.

Sin duda, ella necesitaba terminar de estudiar e ir al departamento de Draco en cuanto antes.

Pero no sabía si ella podría verlo ese día, ya que después de terminar de estudiar tenía planeado ir a ver Clarke, para ponerse al día.

Clarke se había ido de viaje a una playa con su novio esa semana, y Alaska quería saber todo los detalles sobre y también decirle acerca de sus preocupaciones.

Su amiga le había dicho que llegaría ese día por la tarde, sin embargo Alaska no había tenido tiempo de preguntarle si ya había llegado o no, por lo que decidió enviarle un mensaje.

Pero casi al instante de que ella comenzará a buscar el chat de Clarke, una llamada de un apuesto doctor entró.

Gracias Dios. Pensó Alaska.

Ella rápidamente presionó el botón verde y llevó el teléfono hacia su oído con una mano un poco temblorosa.

—Hola... —ella dijo en voz baja, y con una enorme sonrisa en su rostro.

—Hola amor. —Alaska juró que sintió todo un zoológico en su estómago cuando escuchó la palabra amor.

—¿Qué estás haciendo?—él preguntó mientras Alaska comenzaba a guardar sus libros con su mano libre.

Ella dió una risa nerviosa. —Estaba estudiando lengua moderna, por suerte terminé de hacerlo, ya sabes, esa asignatura es mi completa perdición.

Él se rió bajo. —¿No eres fan?

—No...—ella hizo una pequeña pausa cuando por fin terminó de guardar todo, y luego se reclinó en su silla. —¿Aún estás en el trabajo?

—Mmh. —él murmuró. —Me quedan unas horas más, estaba tomando café y pensé en llamarte.

Algo que él le había dicho cuando recién comenzaron a verse fue que normalmente trabajaba unos tres turnos a la semana, aunque a veces estaba de guardia más de lo debido si era necesario. A Alaska le agobiaba solo pensar en el horario de Draco, no podía creer cómo podía pasar doce horas trabajando.

Ella dió un leve suspiro mientras llevaba su vista hacia el techo. —Bueno, casi terminas, y luego podrás irte a casa a descansar y dormir. —dijo suavemente.

Él estaba callado, y Alaska podía escuchar su respiración una máquina de café sonando de fondo. Y si algo había aprendido en todo el tiempo que llevaba conociéndolo era que Draco necesitaba de su café.

Por supuesto, eso no era lo único que ella había aprendido de él. También había aprendido de su increíble paciencia, que claramente ella solo quería agotar.

—¿Cuáles son tus planes para esta noche?—él preguntó.

—Iré a ver Clarke más tarde, pero sé que ella sólo quiere que vaya para ayudarla a desempacar. Llegó hoy de su viaje.

—Espera un instante, cariño. —él dice antes de que ella pueda escucharlo hablar con alguien que parece ser un cajero.

Ella hace girar su silla con el impulso de sus piernas, su cabeza sigue mirando al techo cuando escucha de nuevo: —¿sigues ahí?

—Así es. —ella dice en voz baja.

—¿Quieres salir a cenar mañana por la noche? —él pregunta y Alaska puede jurar que sintió algo golpear contra su caja torácica.

—¿Por fin me vas a follar?—ella dice con una sonrisa.

Draco se ahoga desde la otra línea y Alaska suelta una risa. Sin duda ella ama cómo puede romper su compostura tan fácilmente y con solo unas pocas palabras.

—Cristo, Alaska. No puedes esas cosas así como así. —él dice luego de aclararse la garganta.

—Sé que tú también lo quieres, ¿no es así?

Él se rió, y el sonido de su risa se deslizó en los tímpanos de Alaska. —Sí, lo quiero. Pero no lo haré, ¿vendrás a cenar de todos modos?

Alaska soltó un bufido. —Sí, pero tendrás que hacer que valga la pena.

Draco soltó una carcajada. —Eres una impaciente.

—Así es. —Ella respondió riendo.

Draco se volvió a reírse y ella jura que puede ver sus labios cuando cierra sus ojos. —Está bien, diviértete esta noche. ¿Me envías un mensaje?

Ella no puede explicar la sensación que le dan esas dos palabras: ¿Me envías un mensaje? Qué diferente es tener a un hombre tan abierto sobre el hecho de que quiere hablar con ella, que quiere saber de ella.

—Lo haré. —ella dice y lo dice en serio.

***

Resultaba que Clarke había llegado ese día por la mañana de su maravilloso viaje por las Islas Canarias junto con su novio Alex. Y Alaska se moría por saber todos los detalles de ese fantástico viaje, y también sabía que Clarke se sentía igual por saber los de ella.

Cuando Clarke abre la puerta de su apartamento, Alaska fue recibida por los brazos de su amiga y un olor a pizza de su lugar favorito. Ella dejó caer su bolso de mano en la puerta y luego sus pies comenzaron a seguir a Clarke a la sala de estar.

Allí, en la mesa de café, se encontraba la pizza junto a dos platos y los restos de una botella de vino. Clarke conoce los caminos al corazón de Alaska mejor que nadie.

Ni siquiera se molestan en preguntarse si están bien o no. Alaska agarra un trozo de pizza, come un bocado y luego las palabras comienzan a deslizarse por su boca.

—Aún no me ha follado y es frustrante.

Clarke estaba tomando un sorbo de su copa de vino y casi lo escupe por la carcajada que le causó su amiga. —Si que sabes cómo comenzar una historia.

Alaska se encogió de hombros. —Es la verdad, créeme, lo he intentado de todas las maneras posibles. Y él sigue hablando de que no estoy lo suficientemente lista.

—¿Lista?—Clarke hizo una pausa para tomar un largo sorbo de vino. —Espera, ¿de qué tamaño es su pene? ¿treinta centímetros?

Alaska rió y tomó otro trozo de pizza. —Ni siquiera lo sé todavía, y creéme que hay dos cosas que quiero ver: su polla y verlo vestido con su bata de doctor —. enumeró con sus dedos.

—Dios, ¡si!, si en las fotos que me enviaste de él ya se veía como un dios, me imagino con una bata. ¿Cómo es que un hombre como él lleva tanto tiempo soltero? ¿estás segura que no es casado?

Esa es una respuesta que Alaska no sabe, y de cierto modo le da miedo preguntar por ella. Alaska es más que consciente de su atractivo y le causa intriga saber si en todos esos años él pudo haber estado casado, ella entendería si él es un hombre divorciado y de todos modos en el tiempo que ha pasado en su departamento con él, ella no ha visto ningún anillo o foto que de indicio de que hubo alguien importante antes de ella.

Pero de todos modos, ella está abierta a esa posibilidad.

—No tengo idea, Clarke. —ella dice, inclinándose hacia adelante para verter la botella de vino en sus vasos. —Pero es dulce y sexy y no tiene miedo de hacerme saber que en realidad quiere hablar conmigo.

Alaska dirige su atención a su teléfono para enviarle un rápido mensaje de texto.

Hola desde el apartamento de Clarke :)

Ella no esperaba una respuesta porque probablemente él estaba de camino a casa o podría estar durmiendo, pero su teléfono suena con un nuevo mensaje de texto casi de inmediato.

Hola desde la cama.

¿No deberías estar durmiendo?

Sólo estaba esperando tu mensaje.

Alaska trata de ocultar la sonrisa en su rostro.

Bueno, puedes dormir ahora <3

Por favor envíame un mensaje de texto cuando llegues a casa.

Y si necesitas algo no dudes en llamarme, no importa la hora, siempre te responderé.

—Déjame adivinar, el buen doctor te ha agraciado con un mensaje de texto. —bromea Clarke, levantándose para abrir la ventana.

—Más bien me pidió que le avisara cuando me dirigiera a casa. —ella dice.

Clarke vuelve al sofá con un collar que parece hecho de conchas de mar y se lo tiende a Alaska.

—Lo ví cuando estábamos paseando con Alex por la playa, y me recordó a ti. Y también es un lindo recuerdo de las islas canarias, está hecho con conchas de allí mismo.

Alaska lo sujeta en sus manos y lo observa, antes de sonreír y abrazar a Clarke. —Gracias, y ahora quiero escuchar todos los detalles sucios de la gran Clarke Ross.

Su amiga se ríe y se vuelve a sentar a su lado, y mientras se inclina para rellenar su copa de vino, Alaska echa un vistazo a su mensajes de texto de nuevo.

Lo haré, pero estoy segura de que estaré bien. ;)))

Duerme bien. <333

Independientemente envíame un mensaje cuando te vayas.

Gracias amor.

Alaska siente algo florecer en su pecho, pero hace todo lo posible por ignorarlo y centrar toda su atención en su amiga.

—Bueno, honestamente el viaje fue mucho mejor de lo que pensaba que iba a ser. —hace una pausa. —Al principio pensé que con esto de la relación abierta iba a ser algo tedioso, pero no. De hecho fue bastante liberador.

Clarke mantenía una relación abierta con su novio, Alex. Alaska había oído hablar de ese tipo de relaciones, pero nunca antes había visto a una pareja teniendo una.

Si bien, Clarke también tuvo sus dudas al principio, estás rápidamente se dispersaron con el tiempo. Alaska no entendía bien ese tipo de relaciones, pero si su amiga era feliz no se sentía en el derecho de cuestionar eso. Además, ella conocía a Alex, ambos habían estado trabajando juntos como meseros en el verano antes de entrar a la universidad. Y Alaska sabía que era un buen hombre, y que de alguna forma quería a su mejor amiga.

—¿Liberador? —preguntó Alaska a su amiga con un trozo de pizza en su boca.

Clarke la miró y luego se rió. —Sí, bueno. Es lo que me gusta de estar con Alex. Ya que cualquiera de los dos podemos estar con otras personas, pero seguiremos teniéndonos el uno al otro al final del día, ya sabes. De una manera romántica.

Alaska observó a su amiga que ahora estaba levemente sonrojada. —Supongo que eso es lo que importa, que sigan estando juntos a pesar de eso.

Clarke le sonrió. —Sí, lo sé. De todos modos a veces me he planteado el ser exclusivos, pero me gusta mi libertad. No quiero limitarme todavía.

—Creo que deberías seguir así hasta que estés segura sobre lo de ser exclusivos, por cierto ¿sabes lo que piensa Alex de eso?

Clarke bajó la mirada y se quedó mirando la botella de vino. —Hablamos de eso una noche, él me dijo que está listo para ser exclusivos, pero yo no me siento lista, así que me dijo que estaba dispuesto a esperar a que lo estuviera.

Alaska le sonrió. —Me gusta que Alex te respete a ti y a tus decisiones, es realmente difícil encontrar a alguien que lo haga. —ella llenó su copa con vino y luego volvió a tomar un largo sorbo. —Me hace realmente feliz saber que tienes a alguien así en tú vida, y no te presiones por cambiar de opinión con respecto a eso, estarás lista cuando sea el momento.

Clarke se levantó de su asiento y envolvió en sus brazos a su amiga. Ambas se quedaron así durante unos minutos hasta que antes de separarse, Clarke le diera un suave beso en la frente a Alaska, y luego entrelazara sus manos. —Gracias, en verdad no sé como siempre sabes que decir en cada situación, y por cierto creo que Draco de verdad te quiere, al menos de una manera buena. No te preocupes, él no es como Ethan en absoluto.

***

Cuando Draco invitó a Alaska a su hogar, solo quería darle buena comida, buen vino y quizás pasar la noche con ella acurrucada en sus brazos, entre sus sábanas. Y tal vez, solo tal vez se volvería a deslizar entre sus piernas, pero nada más allá de eso.

En cambio, él se estaba preparando para preguntarle algo que podría arruinar todo.

Él sabe que ella quiere más. Le había rogado con mucha dulzura y él casi pierde el control

Él no había mentido cuando le dijo que podría romperla, la mera visión de su grueso dedo empujando entre sus pliegues, y sus otros dedos descansando contra su montículo, hasta su hueso púbico, fue suficiente para decirle que no podía apresurar esto.

Se tomaría su tiempo con ella. Él la cuidaría.

Ella era la cosa más delicada que había visto en mucho tiempo, y tenía miedo de arruinarlo. Ya había perdido a la persona que amaba antes, y de alguna forma quería seguir con Alaska porque ella lo hacía sentir vivo de nuevo.

Desde que Astoria murió, su vida se puso en modo automático. Y él solo se limitaba a despertarse, vestirse, comer, ducharse e ir al trabajo. Algunas veces salía a cenar con su grupo de amigos, pero eso solo era de vez en cuando.

Él nunca había amado tanto a alguien de la manera que amó a Astoria, y dudaba que alguna vez pudiera a amar a alguien con tal intensidad. Simplemente. nadie podría ocupar el lugar que Astoria tenía en su corazón.

Pero él también era consciente de que no podía vivir el resto de su vida de luto. Él es doctor, y a pesar de que la psicología no era su especialidad, sabía a la perfección que no era sano vivir así. Además, él le había hecho una promesa a Astoria, una promesa que no pensaba romper si se trataba de ella.

Así que luego de varias terapias con su psicólogo, y pasado díez años de la muerte de Astoria, decidió comenzar a ver a algunas mujeres, aunque lo más largo que había tenido con una había durado exactamente seis meses y luego se había enterado de que ella lo había engañado. Por lo que una relación no era lo que estaba buscando, en ese momento.

Ahora, sólo sabe que quiere tener a Alaska entre sus brazos el mayor tiempo posible. Y por eso aún no le ha dicho nada de Astoria, porque tiene miedo de que ella lo deje.

Y sobre todo tiene miedo de dejar de sentirse así.

Cuando ella llama a su puerta, él la deja entrar y luego toma su bolso para dejarlo en uno de los taburetes de la barra. Opta por el vino blanco, no por el tinto, y elige el sofá de dos plazas, no el sillón.

Ella se inclina cerca de él hasta que su muslo se presiona contra el de él y su cabello roza su hombro. Mientras bebe, se permite tocarla. Primero, solo en su rodilla, sus dedos permanecieron en su lugar.

Luego, sube por su muslo, sus dedos se arrastraron contra sus mallas.

Su mano, sigue subiendo por su brazo, sus dedos rozan su mejilla y su mandíbula.

Cuando ella está casi jadeando, él decide que es un momento tan bueno como cualquier otro para intentar decir lo que quiere decirle.

—¿Alguna vez has deseado que alguien te cuide y te haga sentir deseada y amada?

Él le pregunta en voz baja y busca cualquier reacción oculta en los hermosos ojos de Alaska. Y ella inclina la cabeza y luego asiente.

—Yo quiero lo contrario, quiero cuidar a alguien. Quiero ser su lugar seguro en donde sientan que pueden confiar en cualquier momento y sobre todo quiero ser un lugar que les pueda proporcionar comodidad, seguridad e intimidad. —él explica sin dejar de mirarla a los ojos.

Él mueve su mano lentamente hacia arriba desde donde descansa contra su mejilla hasta un mechón de cabello que colgaba frente a su rostro y lo coloca detrás de su oreja. —Quiero llenar a alguien de regalos y ser su ancla cuando se sienta mal. Quiero mantenerlo entre mis brazos cuando sientan que necesiten un abrazo y ser la primera persona a la que quieran decirle algo realmente bueno que les haya pasado.

Él la observa, observa su ojos y luego sus labios que se arquean en una media sonrisa.

—Quiero hacerles bromas y reirme con ellos...—él se inclina y deja un suave beso en sus labios. —y mostrarles que nunca necesitarán a nadie más. Sólo mis labios, mis dedos y yo.

Alaska lo miró. —¿Estás... estás diciendo que quieres cuidar de mi?

Eso es exactamente lo que él quiere. —Sí.

Él la observa con atención, buscando cualquier indicio de que ella pueda sentirse incómoda, pero su expresión no ha cambiado. Ella es un libro abierto, mezclado con un poco de vino y queso, y su toque contra su piel.

Él la quiere así, siempre.

Draco traga saliva, porque algunos dirían que lo es y otros dirían que no. No es exactamente fácil de explicar o simple de cuantificar. Puede ser sexual, pero también romántico, platónico y todo lo demás.

—En cierto modo, sí. Pero no es solo sexual, es... más que eso.

Él observa mientras ella considera sus palabras.

—Quieres ser... mi daddy. —ella dice. —¿Alguna vez...?

Él asiente con la cabeza. —Sí, pero nada muy duradero.

—Mira, no quiero asustarte y si no estás interesada, entonces podemos ir por caminos separados. Pero he intentado salir con mujeres que no estaban interesadas, me he obligado a apartar esa parte de mí. No funciona y no puedo seguir haciéndolo.

Ella se lanza hacia adelante casi tan pronto como él termina de hablar, presionando sus labios contra los de él en un beso firme. Es el tipo de beso que sigue a una amplia declaración de... algo.

—No tengo miedo.—ella susurra, sus labios rozan los de él. —Nunca he estado en una relación como esta, pero no puedo negar que me atrae.

—Eso está bien, amor. —él dice. —eso significa que ahora seré tú daddy.


Aaaa de verdad ame mucho escribir este cap y espero que les haya gustado <3333

Also, ¿qué opinan de la historia? 😩

No olviden votar que eso ayuda muchísimo <333 les amo mucho <3 gracias por el apoyo aaaa <333

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top