7
AL DÍA SIGUIENTE LA rubia despertó con un gran dolor en todo el cuerpo, pero más en la cabeza.
Tenía la ropa que Córito le había dado y se preparaba para salir. Quizás podría pedirle indicaciones a mortales o algo por el estilo, pero no podía simplemente quedarse ahí a vivir para morir.
Con su antigua playera había hecho una muy ingeniosa (y de bajo presupuesto) mochila donde había hecho flechas, llevado mucha agua, comida, y los pedazos de su arco roto.
Aún le costaba dejar de quejarse al caminar por el dolor y más aún dejar de cojear, pero era lo que debía hacer simplemente.
Salió de la casa y se dio cuenta que Córito se aproximaba con frutas en las manos.
—¡Ginn! Pero... ¿Qué haces? Deberías estar descansando... Aunque has descansado como por tres días, aún así debes guardar reposo, sufriste grandes heridas cuando caíste acá.
—¿Tres días? No tengo tiempo para eso, debo volver.
—¿Volver a dónde?
—No... No es de tu incumbencia —dijo ella, aunque su mente reflejaba un: "No lo sé".
—Bien, imagino que si no es de mi incumbencia te puedo dejar marchar con la conciencia limpia, sin importar si un monstruo te come o algo así.
—Exacto, muchas gracias por tu ayuda ayer, pero debo partir.
Dicho esto, Ginevra Paris comenzó a caminar (aún cojeando) hacia un grupo de personas comerciantes. Ella tenía intención de preguntarles alguna dirección, pero al verla, estas personas la abordaron ofreciéndole productos.
"Gracias, pero no estoy interesada, no tengo dinero" les decía ella, aunque seguían con la insistencia.
—Hay muy pocas personas que aquí hablen tu idioma, Ginn.
—Ah, maravilloso. No podía caer en un crucero fantástico, tenía que ser el único lugar del mundo donde nadie hable mi idioma.
—Hey, podría ser peor... Podrías haber caído en una isla desierta y no tendrías a alguna persona en general —le sonrió él—. Vamos, dime lo que quieres hacer y te ayudaré.
"No confío en su amable sonrisa y bello rostro. Ninguna ninfa alguna vez nos ha tratado bien y menos sus hijos." Pensó ella.
—¿Tienes algún arma de oro imperial?
—Una daga, pero es la que--
—¿La ocuparás más que esta desolada semidiosa en un lugar extraño?
—Nah —se la entregó él. Si estaba planeando algo en su contra, ¿Por qué le daría su medio de defensa?—. Tengo una espada en casa, así que no importa.
—Daga —murmuró Ginevra—. No es muy mi estilo pero servirá. Ahora, ¿tienes un mapa de este lugar?
—Sí, pero...
—Bien, ahora... —decía la ojiverde cuando de repente sintió un gran punzón en el pecho.
Fue invadida por una visión en la que Percy y Annabeth estaban hablando bebiendo de un río de fuego. Se les notaba el sufrimiento que vivían dentro del Tártaro. Después tuvieron que enfrentarse con unos monstruos y parecía que daban lo mejor de sí, pero se veían tan cansados...
En ese momento la visión cambió. Ahora estaba Leo ahí, quien parecía inconsciente mientras caía desde el cielo tal y como ella lo había vivido.
"¿Ves lo que sucede cuando te involucras? Deberías hacer lo mismo que estos semidioses y aceptar tu muerte" dijo Gaia en su mente.
—¿Estás bien, Ginn?
—Claro. Todo está súper, súper, súper, súper bien— parpadeó ella—. Bien, a conseguir un mapa se ha dicho.
Ambos pasaron por una tienda turística que tenía todo tipo de mapas del país y sus alrededores. Ya lista la compra, volvieron a la casa donde se hospedaba Ginny.
La rubia tenía cierta preocupación porque Córito ayudaba y obedecía en todo lo que ella decía. Y no sabía si era una ayuda de Venus el incrementar su embrujahabla o si algo más sucedía y no lograba percibirlo.
—Puedes irte a dar una vuelta o lo que sea... Yo necesito meditar.
—Pero--
—No puedo hacerlo con gente a mi alrededor. Hazme el favor y ve a pasar por media hora.
—Está bien —suspiró él mientras se iba. Cuando ya escuchó las pisadas lejos de la puerta, Ginevra puso el pestillo en todas las posibles entradas y asímismo cerró las cortinas y ventanas.
Encendió una vela que encontró por ahí y sentada en el suelo abrió el gran mapa de aquel país que ni conocía.
—Señores del olimpo, dioses de todo y todos, por favor guíenme en esta travesía. Papá, digo, señor todopoderoso Apolo, ayúdame a saber a qué lugar debo ir para cumplir con la tarea que se nos ha encomendado.
Esperó en silencio que llegara alguna señal, un tipo de visión o cualquier cosa que le enseñara un lugar. Pero nada llegó.
Nada.
Siguió esperando con paciencia, pero nada sucedió... La impaciencia le dominaba y justo cuando apagó la vela con frustración, un lugar en el mapa le llamó la atención. "La Valeta".
Eso era... ¡A ese lugar debía ir!
Tomó un bolígrafo y trazó una línea entre Birkirkara y La Veleta.
Era una línea corta. Estaba en el mismo país... Sí, podía caminar hasta allá.
Pero muy en el fondo sabía que la esperanza que la mantenía en pie era una simple falta de conocimiento de geografía.
Se levantó con gran dificultad para ir a buscar a Córito, y en esa pequeña caminata se dio cuenta que sería muy difícil llegar a pie, porque todo le dolía como si cada vez que pisara se le abriera una nueva herida.
—¡Córito! —lo llamó. Se encontraba cerca, así que decidió que él tendría que venir, porque caminar más no podía.
—¡Hey, Ginn! ¿Salió bien?
—Um, sí... Ahora, no es como si estuviera por morir de dolor o algo por el estilo, pero si fuera así, ¿tendrás de casualidad un poco de néctar y ambrosía?
—Claro, te acompaño a la casa y buscamos ahí.
Él permitió que Ginevra se pudiera apoyar para caminar mejor. A este punto, su preocupación comenzó a aumentar. No todo podía ser tan perfecto.
—¿No rondan muchos monstruos por aquí?
—Es un lugar protegido...
—¿Por quién?
—Los dioses.
—¿Qué dioses?
—Preguntas mucho, ¿no es así? Vamos, deberías entrar a descansar —le sonrió él, y ella sintió cómo su interior se derretía, pero eso la fastidió.
—¿Por qué estás siendo tan amable conmigo?
—¿A qué te refieres?
—Eres muy amable. Demasiado. ¿Es acaso este un plan de Gaia? ¿Es esta una clase de ilusión o algo? ¿Siquiera eres real? —se alejó empujándolo. La cara que el muchacho tenía en ese momento le hacía sentir que estaba siendo paranoica.
—Si quieres, golpéame para ver si soy real —respondió él con el ceño fruncido.
—No dudes en que lo haré —aseguró ella para después apuntarlo—. ¿Dónde tienes el néctar y la ambrosía? Si tienes planeada alguna trampa o traición, lo lamentarás.
—Oh, Ginn... —la miró Córito mientras se sentaba—. Sólo bastaba pedir.
El rizado le entregó un poco de néctar, esperó a que la rubia se lo tomara para soltar un suspiro.
—Creo que se me olvidó mencionar algo... —fingió sorpresa él—. El néctar tiene veneno de escarabajo.
Ginevra sintió que se iba a desmayar. Quería atacar a Córito y huir lo más rápido posible, pero sus extremidades no se movían.
—¿Q-qué?
—¿Alguna vez has leído "La Odisea", Ginn? Bueno, creo que no dado a que eres romana... En fin, en Éfira, Odiseo fue a buscar un veneno para untar en sus flechas, y este fue el resultado. Lento pero seguro.
—Ni Marco Bruto se atrevió a tanto —gruñó Paris—. ¿Y ahora qué? ¿Esperarás que muera para vivir tranquilo y engañar a otras personas?
—Aún no lo he pensado, pero tengo mucho tiempo para pensar en eso, contrario a tu situación.
—¿Por qué? ¿Por qué lo haces? Gaia no es--
—¡Gaia me dio vida! Lo único que quise en vida fue vengarme de mi padre, pero por lo menos pude vengarme de su protectora.
—Retrocede un par de pasos, ¿Eres hijo de...?
—¿No te enseñan nada en ese campamentito? ¡Soy hijo de Paris de Troya!
—¿Y qué tengo que ver yo?
—Eres tonta... Eres tan tonta que confías en cualquier cara bonita que es amable contigo —dijo observando sus uñas.
—Bueno, yo no diría boni--
—Lo haré simple para ti: Afrodita era la protectora de Paris. Paris le rompió el corazón a mi madre. Yo me vengo de Afrodita con su familia.
—¿¡Crees que yo le importo a ella!? ¡Te equivocaste de lado, soy romana, no griega! ¡Ve a buscar a alguien más importante como alguna actriz famosa o qué sé yo!
De repente, una sensación de inseguridad, ansiedad y vacío le llenó el interior. Si no hacía algo, moriría literalmente. Cerró los ojos tratando de regular su respiración, pero todos estos malos sentimientos le consumían el aire. Se sentía asfixiada.
Tomaba cortas e inconstantes bocanadas de aire, pero no podía hacer nada.
Cada vez sentía el aire más pesado, sintiendo importancia ya que no podía hacer algo para librarse de esto. Y sin más, se desplomó.
En ese momento, aún inconsciente, una visión pasaba por su mente. Pensaba que era otra tontería de Gaia y le dieron ganas de llorar. Moriría.
Cuando empezó, era como si los flashbacks de todos los buenos momentos que había pasado en el barco con los otros semidioses y en el campamento se repitieran una y otra vez.
"Despierta, Rapunzel" se oyó una y otra vez la voz de Leo.
Trató de mover sus extremidades, pero era como si su mente estuviera despierta y su cuerpo no.
—Ginevra, confío en ti. Levántate y lucha —escuchó a su padre.
En ese momento, inspiró fuertemente todo el aire que pudo, y abrió los ojos. Cuando iba a levantarse para golpear a Córito, se dio cuenta que estaba dentro de una caja en posición fetal.
Demonios...
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al pensar que ahora Leo diría algo chistoso pero se desvaneció cuando la notó.
"Si me hubieran dicho que necesitaría el tonto humor de un griego para no enloquecer, yo misma me habría clavado una flecha en el pecho." pensó ella.
—No debe ser muy complicado salir de una caja —dijo para sí misma—. Una caja... Totalmente cerrada y sin aire. Oh, dioses... No tengo aire, no, no, no. ¡Estoy muerta! Es eso... Eso es lo que viene después de la muerte, una caja.
"YA BASTA" Se dijo. "Recuerda lo que te enseñaron. Mantén todo el aire que puedas y comienza a golpear en medio".
Así mismo, comenzó a hacer. Nunca había tenido una prueba así en misiones o en el campamento, pero su madre le había enseñado eso.
Sintió que sus nudillos comenzaban a sangrar y doler de tantos golpeas que daba, pero no se abría.
—Vamos, ¡Vamos! —decía con desesperación. Lágrimas brotaron de sus ojos y no se detuvieron—. ¡VAMOS! Por favor, por favor...
Siguió golpeando con todas sus fuerzas, pero era como si cada vez se volvía más pesada la tapa de la caja.
En cierto minuto, escuchó un "¡Crack!" y se detuvo porque pensó era uno de sus dedos que se habían quebrado. Pero era la caja.
"¡JA! ¡Lo hice!"
Con rapidez, trató de abrir la tapa y en ese momento cayó un montón de tierra encima suyo.
Ay no. Ay, no, no, no, no, no.
Solamente había una posibilidad para que eso sucediera... Estaba bajo tierra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top