17



GINEVRA SINTIÓ UN gran dolor en su cabeza al despertar, era como si todo diera vueltas, casi como si hubiera caído dentro de un tornado. No sabía qué había sucedido desde los Juegos de Guerra. Sabía que iba ganando junto a Hazel, casi con una racha invicta. Estaban todos sus enemigos en en el suelo y de repente se volvió borroso... Su novio estaba de pie, sosteniendo la bandera del equipo contrario, tendiéndosela y asegurándole la victoria.
Quizás había sido un sueño en representación de lo que había sucedido en la guerra con Gaia... Pero todo parecía tan real.
No quería volver a ilusionarse por tonterías, porque sabía que era un sueño y imposible era que Leo estuviera...

—Hey nena...

—¿No tenías nada mejor que eso? —abrió los ojos, cansada. Miró a su alrededor y estaba en la enfermería del campamento.

—¿Esperabas que dijera algo bobo como: "Babeas cuando duermes" o--

Con un leve sonrojo dada la vergüenza de la expresión, Ginevra se incorporó.
—¿De verdad hago eso? Qué asco.

—Te veías linda. Creo que es la primera vez que te veo tan tranquila.

—Agradece que estoy recién despertando y me duele todo, porque me juré a mi misma que si te volvía a ver yo misma te mataría.

—Esa es la usual reacción que genero en las mujeres —sonrió él galante.

—Todavía no me creo que estés aquí...

—Pues empieza a creerlo —el moreno le tendió la mano.

—¿Puedes explicarme qué rayos sucedió?

—Me viste y te desmayaste —respondió Valdez—. Cualquiera habría reaccionado así, estoy que ardo.

—Sabes a lo que me refiero, grandísimo idiota.

—Auch, bueno... Ni yo mismo lo sé. Estaba muerto y después no. Fue como un abrir y cerrar de ojos, pero al despertar estaba volando con Festo en un lugar desconocido.

—Tú... ¿Por qué tardaste tanto?

—Tenía una promesa que cumplir...

—Valdez. ¿Tenías--? —inspiró con molestia pero trató de relajarse—. Disculpa por mi repentino egoísmo, pero también tenías una promesa conmigo...

—¡Y la cumplí, estoy aquí ahora!

La muchacha se levantó y comenzó a caminar fuera.
—¿A dónde vas?

—Creo que si me quedo un poco más no podré aguantar mis golpes.

—Está bien —él la retuvo de la mano—. Hazlo, hazlo pero no te contengas más.

—No lo entiendes... ¡Claro que no lo entiendes! ¡Yo te vi morir! ¡Pasé todo el tiempo desde ese momento como una maldita loca creyendo que podrías seguir vivo, que lo lograrías, que era una estúpida al pensar que podrías hacerlo solo, que merecía morir contigo por no acompañarte!

—Ginn, no digas--

—Me dijiste que no me contuviera. ¿Sabes lo que significa que todos te vean con ojos de lástima y traten de motivarte a seguir adelante? ¿Entiendes lo que es tener tanto dolor acumulado y tener que fingir por el bien de los demás que nada sucede?

—Sí, y siento que tuvieras que pasar por ello... Pero estoy aquí ahora, ¿no puedes pensar en eso?

Paris suspiró con resignación ante el hecho que Valdez tenía razón. Lo abrazó con fuerza tratando de mantenerse firme a pesar de las emociones del momento.

—Podría acostumbrarme a esto —sonrió él.

—¿Los demás saben que estás vivo? Todos querrán golpearte.

—En realidad, todos saben...

—Tú... ¿Estás diciendo que somos los últimos en saber? ¡Antes de los juegos gaste mi último dracma hablando con Percy y no me dijo nada!

—Quería hablar con ellos antes de llegar a casa.

—¿Casa? No lo entiendo... ¿Planeas quedarte acá?

—Claro, después de todo debo estar donde mi corazón esté.

Sus ojos brillaron un momento y procedió a ocultar su rostro tras sus manos. Estaba completamente sonrojada. No podía seguir enojada cuando decía esas cosas.
—Tú... Eres muy cursi, rizos —evitó sonreír tratando de mantener la compostura.

—¿Eso significa que estaré en tu grupo?

—Primero, se llaman cohortes. Segundo, no creo que pueda concentrarme contigo ahí...

—Podrías concentrarte incluso si estuviera trabajando con todos los hijos de Hefesto juntos.

—Además, odiaría gritarte —continuó diciendo la rubia.

—Me gritaste todos los meses que estuvimos en el Argo II. ¡Vamos!

—No puedo hacerlo, Leo. Mis compañeros apelarán que tienes trato especial y beneficios. Me encantaría tenerte acá, pero odiaría que te traten mal por ello. Hazel te aceptará en la Quinta.

—¿Segura que no es porque me guardas rencor o quieres que compitamos?

La rubia sonrió. —Me encantará destrozarte en los Juegos de Guerra, rizos.

—Ya veremos eso, linda... Por cierto, antes de venir, Annabeth me dijo que en remoto caso que quisieras matarme te dijera que toda relación duradera y respetable pasaba por una etapa en la que uno pensaba que el otro estaba muerto. Así les había sucedido a Percy y a ella.

La rubia negó con la cabeza tratando de encontrar sentido en la frase de su amiga, pero no podía. También recordaba la reacción que había tenido Chase al momento de reencontrarse con Jackson en el campamento... Ella lo había lanzado al piso como si fueran enemigos y luego se habían besado.
Ladeó la cabeza pensando que quizás debía golpearlo y después besarlo.

—¿En qué piensas, nena?

—En si debo golpearte...

—Solamente si obtendré una recompensa.

"¿Lee la mente? ¿Es ese un poder que su padre podría haberle dado?"

—V-Vamos a comer...

Ambos fueron a cenar, Ginevra tuvo que sentarse en la mesa de la Tercera, pero en ningún minuto despegó los ojos de Leo, quien parecía tan activo como siempre en una conversación con Hazel. Todavía le costaba creer que estaba ahí. A veces pensaba que si volteaba, él se esfumaría y sólo quedaría un pequeño recuerdo de lo que fueron...

"Leo, mi dulce e hiperactivo Leo... ¿Todo esto es real? ¿Qué haré contigo?"

En ciertos momentos recordaba que debía convivir con su cohorte, la cual hablaba incesantemente de la victoria que obtuvieron y los chicos nuevos que no dejaban de sorprenderse de la forma de combatir de Ginny (ya que al parecer no tenían muchas expectativas).

—Los chicos tienen razón, Ginn. Cuando te fuiste no eras tan buena.

—¿Qué tratas de decir con eso? Siempre he sido buena, por algo soy centurión. Si bien estos últimos meses he mejorado mis ataques, lo necesario son las tácticas, y eso está aquí —apuntó a su cabeza.

—Bien, bien. Tienes razón, pero algún día les tendrás que enseñar tú porque yo no soy tan bueno ocupando la cabeza...

—Kyle —le sonrió la muchacha para acercarse a su oído—. Deja de escapar de tus responsabilidades con halagos y servilismos.

—Ya, ya —levantó ambas manos él, rendido.

La rubia se levantó cuando finalizó la cena, yendo directamente hacia Leo. Toda la hora había pensado un par de cosas que necesitaba decirle.
—Hola —sonrió ella a Levesque.

—Ya los dejo solos —terminó la morena.

Paris observó a Valdez un momento antes de decir algo. Se veía bien... Pero no feliz.
—Rizos, quiero hablar algo puntual.

—Soy todo oídos —le tomó la mano y la apartó del montón—. ¿Todo bien, linda?

—No creo que hayas pensado bien antes de decir que te quedarías aquí...

—¿A qué te refieres? Hazel me aceptará en su grupito.

—Leo —apretó los labios mientras le acariciaba la mano—. Las cosas acá son muy distintas al Campamento Mestizo, no vas a estar rodeado de personas como tú soldando todo el día y jugueteando con las ninfas o lo que sea que hicieran allá. Nosotros no somos así.

—Eso lo sé, pero no entiendo tu punto...

—Lo que digo es que no sé si serás feliz acá —al ver la expresión de confusión y tristeza de su novio, puso la mano en su mejilla—. No trato de ser mala al decir esto.

—¿No quieres que me quede?

—No estoy diciendo eso, cielo--

—¡Ginny, por los dioses! Sé que soy juguetón y no me tomo enserio las cosas, pero no me trates como niño. Sólo dímelo.

—Me odiaría si te quedaras sólo por mi y fueras infeliz. El Campamento Mestizo es tu hogar y este es el mío y puede funcionar si nos organizamos para vernos--

Sus palabras fueron interrumpidas por un beso del moreno. Tan suave como la brisa que corría por el Campo y cálido como si estuvieran en un mediodía de primavera... ¿Acaso esa era su respuesta? Si era así, podría aceptarla, pero quería oírlo de su boca.

Él puso las manos en los hombros de la ojiverde y con firmeza y amor exclamó:
—No me iré. Aprenderé a ser feliz aquí... Si estás tú, estoy seguro que lo haré.

Ante eso, Ginevra sonrió y le volvió a besar.
—Bien, si es así, bienvenido al Campamento Júpiter, cielo.



fin.

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