16

GINEVRA SE ENCONTRABA practicando con el arco en los campos del Campamento Júpiter. Después de todas las aventuras que había vivido, ahora estar sin hacer nada en casa le parecía un poco aburrido. Por otra parte sentía que siempre debía estar alerta.

Observó el hermoso diseño del arco que Leo le había obsequiado y comenzó a farfullar.

—Leo Valdez, eres un gran idiota —murmuró—. ¿Cómo pudiste hacerme eso? Mentiroso, bobo, imbécil.

—Parece que alguien guarda rencor —dijo Kyle llegando a su lado.

—Claro que no... Sólo...

—Hey, está bien sentirse horrible.

La rubia recogió una flecha tratando de ocultar las lágrimas que querían escapar. Era la primera vez que alguien le permitía estar triste y sentir dolor.

—Gracias.

El silencio reinó hasta el siguiente tiro.

—¿Piensas en qué hubiera pasado en otras circunstancias?

—Cada día antes de dormir —reconoció ella—. Pero no sirve de nada... Pienso en ello y me entra la cólera de querer tomar sus hombros y zamarrearlo y gritarle: "¡¿Qué pensabas, cabeza hueca?!"

—No quisiera ser él... —dijo a lo bajo Kyle para luego reír—. En fin, hace poco me informaron que llegaron nuevos campistas y que hay algunos que traen carta de recomendación para unirse a nuestra cohorte.

—Esos pequeños... Gracias a los dioses no llegaron antes de todo este problema con Gaia, sino, Octavian los habría llevado a luchar contra los griegos —suspiró la ojiverde—. ¿Convocaron una reunión?

—Sí. Frank dijo que ahora fuéramos al Gran Salón para oficiarlo.

—Bien, nos vemos ahí entonces. Gracias Kyle, por todo.

Él sonrió. —Para eso son los amigos.

Cuando el hijo de Vulcano se retiró, Ginevra inspiró con los ojos cerrados. Sentía tristeza y furia por lo que había sucedido, aún no le cabía en la cabeza cómo Valdez había sido lo estúpidamente valiente como para sacrificarse, pero más enfado sentía al recordar que alguna vez le explicaron las etapas del duelo y reconocía que estaba llegando a la resignación y aceptación.

"Vamos, dame una señal, idiota"  pensaba mientras caminaba por los campos del campamento. "Dame una razón para seguir teniendo fe".

Dejó su carcaj y arco en su cabaña, arregló cabello y su ropa para dirigirse a la reunión extraordinaria programada por los pretores.

—Hola chicos —saludó a Hazel con un abrazo y lo mismo hizo con Frank.

—¿Cómo estás, Ginny?

—Todo bien —sonrió ella—. Tendremos sangre fresca, es emocionante, ¿no es así?

—Sí, aunque la mayoría va a la primera y a la tuya. Tendrás mucho trabajo —admitió Frank.

—Excelente. Entre más, mejor.

—¿No será un gran peso?

—¡Claro que no! Será una buena distracción.

—¿Distracción?

Se miraron aunque ella se despidió rápidamente y fue a conversar con Reyna.

—¿Crees que eso sea normal? —le preguntó Frank a su novia.

—No creo que haya algo que últimamente sea normal, hay que tener paciencia.

La rubia miró a su alrededor cuando los jóvenes comenzaron a entrar al Salón. Sus rostros llenos de inocencia y emoción le hacía sentir alegría de saber que podría generar un impacto en ellos. Recordaba cuán contenta estaba de conocer aquel lugar del que su madre tanto habló. Entre ellos, vio una sombra conocida, pero se esfumó de la nada. Frunció el ceño con confusión, aunque pensó que solamente era un producto de su imaginación... No permitiría que este momento se amargara.

Se perdió en las palabras de Frank como pretor y cayó en cuenta que se había finalizado la reunión cuando observó diez adolescentes promedio acercarseles con Kyle. —Y ella es Ginevra Paris, mi segunda centurión--

—¿Soy la segunda? —le susurró al muchacho.

—Después que te fuiste con los griegos alguien debía quedar a cargo, ¿no lo crees?

—Ay, me va a dar algo...

—No seas exagerada, tonta —le palmeó el brazo para luego seguir con su exposición—. Y como es la segunda, les mostrará todo el campamento, lo que deben hacer, los horarios, dónde dormimos, prácticamente todo. Si necesitan a alguien, buscan a Ginny. Le encanta ocuparse de todo esto.

"Lo ahogaré mientras duerme" pensó la rubia quien no dejaba de sonreír.

—¡Bien! ¿Por qué no empezamos? —finalizó la charla de su compañero y al mismo tiempo estrujó su mano, que todavía le palmeaba el brazo.

Escuchó cómo a su lado Ming trataba de aguantar un quejido de dolor mientras soltaba un suspiro pesado.
Los chicos comenzaron a seguir a Ginevra en todo momento mientras ella les mostraba el campamento.

—Generalmente cuando llegan nuevos miembros en el campamento, jugamos algo llamado "Juegos de Guerra"y competimos en el Campo de Marte. Entonces, en la noche se les explicará eso —explicó mientras apuntaba a lo lejos y recordaba sus últimos Juegos de Guerra—. ¿Alguna pregunta hasta ahora?

"¿Es verdad que fuiste parte de una profecía? ¿Conoces a algún griego? ¿Quién es tu padre divino? ¿Alguien ha muerto acá? ¿Es malo ser de esta cohorte? ¿Eres rubia natural? ¿Cuándo empezaremos a practicar con armas? ¿Has estado en el Olimpo?"

La rubia se refregó el ojo mientras escuchaba con paciencia. Fue un total bombardeo, ni las cosas que vio en el Argo II la dejaron tan sorprendida como esas preguntas.
—Uh, sí, una pregunta a la vez. Sí fui parte de una profecía, en ella se incluían griegos y romanos trabajando juntos, así que, sí conozco griegos. Son muy simpáticos, nunca tan organizados y geniales como los romanos, pero son amables. Tenemos un programa que se impartirá dentro de poco y podrán realizar intercambios con el Campamento Mestizo, el cual es el de los griegos.

Siguieron caminando mientras veían los alrededores, pero nada parecía más importante que Paris respondiendo preguntas.
—Mi padre divino es Apolo, si lo describiera en dos palabras diría que es: un personaje. Él se preocupa mucho por sus hijos. Lo que me lleva a la otra pregunta: ¿Alguien ha muerto aquí? Les mentiría si dijera que no, pero puedo asegurarles que nadie bajo mi mando-- el mando de Kyle, morirá.

—¿Es todo eso cierto?

—Claro que si, chica. Ya me dirán sus nombres... Pero, siguiendo con las preguntas, cuando recién llegué pensaba que tenía importancia el número de Cohorte en la que estabas, pero después entendí que había grandes personas en cada una de ellas. Mi mejor amigo llegó al campamento, la Quinta lo acogió cuando nadie más quiso, y resultó ser el semidiós más poderoso que conozco. Nuestro pretor es de la Quinta, y asimismo un traidor fue de la Primera. Todo depende de cómo sean a modo personal. Nosotros esperamos que se esfuercen para ser las mejores personas posibles, ayudando a sus compañeros y trabajando en equipo, conviviendo en unión. Así, seremos la mejor cohorte y ganaremos.

—Pero ganar es algo de segundo plano, ¿no es así? —llegó Ming a su lado.

—Sí, sí... Claro. En fin, soy rubia natural, empezaremos a trabajar en combate cuando termine de darles el tour, pero de eso se encarga nuestro querido centurión Kyle ya que es mucho mejor en eso que yo. Última pregunta, ¿quién la hará?

—¿Eres feliz acá? —Ginevra volteó a observar al emisor. Parecía ser la chica de menor edad ahí con unos doce años. Por un minuto pensó que podría ser su hermana.

—Claro que sí, este es mi hogar... Es donde yo pertenezco, y ustedes también, si es que eso quieren —sonrió ella—. Llegamos a nuestra cabaña, Kyle les enseñará donde dejar sus cosas y cómo pueden prepararse para los Juegos de Guerra.

Observó su alrededor recordando su sueño, pensando que si en algún minuto podría aparecer por los cielos el dragón Festo, este sería el más apropiado... Pero nada apareció, tan sólo la vista de una loca para los nuevos campistas.
Suspiró una vez más sintiendo decepción por las esperanzas que alguna vez mantuvo. Ya no había vuelta atrás, Leo se había ido.


[...]

Todos se preparaban en el Campo de Marte para los Juegos de Guerra. La Primera Cohorte había propuesto jugar "Bola de la muerte", pero Ginevra Paris reclamó que sería muy peligroso para los reclutas que recién se estaban integrando en el campamento. Es por esto que se comenzaron a poner las armaduras y prepararse para "El Asedio".

Recordó que la última vez que los había jugado, había sido en el ingreso de Percy a la Quinta. En ese momento supo que encontraba a un buen aliado y quizás sucedería así para aquellos adolescentes.

—Me imagino que nuestro gran centurión Kyle tiene un plan para nosotros, ¿no es así?

—No me gustó ese tono, pero sí, tengo un plan.

La rubia subió las cejas sorprendida. Lo había presionado por años para que planeara y aprovechara todo su intelecto. ¿Había funcionado?

—¿De verdad?

—Claro, mi plan es que tú te encargues.

Paris soltó su espada inspirando controladamente. —Me imagino que estás bromeando. Claramente bromeas ya que quedan diez minutos antes que Frank de inicio a los juegos —la muchacha recogió el arma—. Haremos lo siguiente, hablaré con los chicos para enseñarles las reglas y de vuelta nos cuentas a todos tu brillante plan.

Antes que Ming dijera algo más, ella se fue a ver a su grupo. Los adolescentes parecían estar extasiados, sumamente preocupados al ver a Aníbal, el elefante, con su gran armadura caminando por los Campos de Marte.

—¿Por qué hay un elefante acá? —preguntó un chico.

—Aníbal se enoja cuando no lo incluímos en los juegos, así que siempre lo dejan en el equipo de la Quinta Cohorte.

—¿Estará contra nosotros?

—No, no, no. Casualmente en el Asedio estamos la Tercera, Cuarta y Quinta contra la Primera y la Segunda Cohorte. Es como un "captura la bandera", pero un poco más grande. Se defiende una fortaleza mientras que el otro equipo intenta romper el fuerte al mismo tiempo que protegen su bandera, y tratar de apoderarse de la bandera del equipo contrario. ¿Se entiende?

El silencio se apoderó de la noche y justo en ese preciso momento Reyna entró junto a Frank en el Campo.
—¡Damos inicio a los Juegos de Guerra! —Zhang hizo sonar el cuerno que retumbó por todo el campameno.

—Kyle, ¿cuál es el plan?

—Lo mismo de siempre, dividirnos en grupos. Dos a los lados atacando junto con uno en medio avanzando.

La muchacha suspiró mientras rodaba los ojos y se dispuso a pensar.
—Hablaré con Hazel para ver qué harán ellos, por mientras, sigan así...

Se acercó a Levesque, quien charlaba con Dakota, el otro centurión de la Quinta Cohorte.

—Entonces, ¿qué planean, chicos?

—Dakota quería que hiciéramos algo como meses atrás...

—Si pudieras movernos por los suelos, podríamos dejar que los demás avancen como lo planeaba Ming.

—Está bien, vamos a hacerlo.

Ambas se prepararon mientras dejaban que las demás Cohortes avanzaran. Los ataque de la Primera y la Segunda eran fuertes, pero no lo suficiente para que el entusiasmo de los campistas nuevos cayera.
En menos de lo esperado, las chicas se encontraron bajo tierra. Recorrían rápidamente el camino pero de la nada, Hazel se detuvo.

—¿Qué sucede?

—Hay cuatro personas delante de nosotras, seguramente alguien sospechó que planearíamos esto.

—Bien, tú vete por un camino alterno y yo seguiré acá. Si no nos ven será peor, por lo que los enfrentaré mientras que tu adelantas el tramo para la bandera.

—¿Estás segura que podrás sola?

—Nunca pierdo, Hazel. Preocúpate de continuar para ayudar al equipo.

—Está bien —asintió la morena mientras le abría el camino.

A continuación, Ginevra desenvainó su espada y corrió al encuentro. Ahí se encontraban cuatro campistas de la Primera y Segunda cohorte. Aprovechó que en un minuto parecían estar desprevenidos para comenzar con los ataques frontales. No fue gran encuentro, mas recibió unas cuantas heridas en los brazos.

Después de ello, siguió adelante para encontrarse con Hazel. Justo de esa altura, podían observar cómo los de la Cuarta se detuvieron para descansar.

—¡Vamos, vamos, vamos! ¡Avancen y no dejen a mis chicos solos! —gritó Ginny para continuar batallando.

Juntas, Paris y Levesque echaron a los defensores de los muros. Debajo de ellos, las puertas se rompieron. Aníbal entró a toda velocidad en el fuerte, mientras flechas y rocas rebotaban en su armadura de Kevlar sin hacerle el más mínimo daño.
Desde ahí en adelante, sus compañeros dominaron el campo y le dejaron el campo libre para conquistar la bandera.
Se sentía como si brillara, y así era. La emoción fue tal que no se detuvo al ver que estaban retrocediendo los vigilantes. Esperó a que todos estuvieran en el suelo para aproximarse a la bandera.

—¡Vamos, Hazel! ¡Ya es nuestra!

Al sentir silencio como respuesta, volteó a ver a su amiga, pero ella se mantenía en silencio mientras lágrimas salían de sus ojos.
—Hazie, cariño, ¿qué sucede? —procedió a acercarse y bajar un par de peldaños de las escaleras para estar a su altura y revisarla. Temía que le sucediera lo mismo que a Gwen como tiempo atrás. No había ninguna herida, pero el rostro de la morena parecía estar lleno de dolor, como si viera a un...

Sus ojos se dirigieron al lugar que veía Levesque y ahí se encontró con un fantasma, porque era la única opción lógica ante lo que presenciaba.
De pie, frente a ella, sosteniendo la bandera estaba el mismísimo Leo -maldito- Valdez. Tan loco, tan guapo como siempre. Era como si nada hubiera pasado, aunque traía una camiseta del Campamento Júpiter...
Al percibir que ya no estaba la bandera en el fuerte del enemigo, sus compañeros comenzaron a festejar y los pretores dieron fin a los juegos. Frank subió al encuentro de las chicas y no reaccionó mejor que ellas, de hecho, parecía mareado.

—¿Qué? ¿Acaso vieron un fantasma? —sonrió el moreno.

—Amigo —Zhang fue el primero en reaccionar y con lágrimas le abrazó. A este, se unió Hazel.

Pasaron unos segundos en los que los tres compartieron miradas ya que Ginevra parecía haberse quedado pegada en el tiempo, sin moverse ni hablar.

—¿No vas a...? Bien, Ginn. ¡Di algo, haz algo! ¡Golpéame, grítame, bésame! Haz algo...

La rubia sintió su boca seca y sus ojos mojados, su corazón latía a mil por segundo, pero antes de poder abrir la boca para decir algo, cayó por las escaleras.

"Leo..."

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