15

GINNY AMABA A SUS AMIGOS. Literalmente podía morir por ellos... Pero en el momento en el que Hazel le pidió que meditara y usara sus poderes de visiones para localizar a Nico, su cara se volvió pálida y le dieron ganas de lanzarse de un precipicio.

—¿Crees que puedes? —Levesque preguntaba con sus ojos brillando cual gemas.

Era imposible para Ginevra lastimar a sus amigos a propósito y menos a la rizada, quien era como una hermana menor, pero le pedía mucho.
Estaban los cuatro en el barco mientras los chicos sólo se dedicaban a observar.

—Yo... Um, no me siento lista para--

—Solamente es algo pequeño, yo sé que si —empezó la morena entremedio de la frase de la rubia—. Si lo haces, podremos tener un indicio.

—Es algo raro para mi... Y-yo casi-- Uh... —Ginna se abrazaba a si misma y trataba de no soltarse, se sentía muy... Ansiosa—. Bien, lo haré.

—Hey, ¿estás bien? —le dijo Leo poniendo su mano en el hombro de la muchacha—. Respira, estaremos todos ahí.

Los cuatro se dirigieron al camarote de Ginevra Paris, ella se sacó los zapatos y comenzó a soltar la tensión dando pequeños saltitos. Luego, se sentó en el suelo cerrando los ojos, pero aún así, era como si pudiera ver esos cuatro pares de ojos en ella.

—¿Creen que pueden dejar de mirarme o algo?

—¿Cómo sabe que la miramos? ¡Qué miedo!— susurró Leo.

—También puedo escucharte.

—Lo siento.

Comenzó a relajar su respiración, tratando de concentrarse en Nico.
"Por favor, dioses del Olimpo, señores de todos y todo, guíenme en esta encrucijada para poder encontrar a Nico di Angelo. Papá, si es tu deseo, dame una señal o una visión" pensó ella.

Sintió un golpe cómo si hubiera caído a tierra. Le costó un poco más levantarse, se sentía débil. Miró a su alrededor tratando de capturar todo lo que veía, pero no quería mantener los ojos abiertos. Se veía todo oscuro, que no pensaba más que podían ser guiados en túneles por Hazel.
Después de todo ese silencio, siempre debía suceder algo, después de todo era una semidiosa. Para entonces, sintió cómo el lugar comenzó a moverse como si fuera un terremoto, hasta tal punto que vio mucha luz proveniente de arriba.

Y entonces despertó. Tomó una gran bocanada de aire para darse cuenta que estaba en su habitación, con sus amigos a su alrededor.

Una pequeña lágrima cayó por la mejilla izquierda sin notarla. Lo único que podía pensar ahora era en lo tentador que era dejar todo botado e irse a Venecia para siempre.

—¿Qué sucedió?

Los tres estaban expectantes, aunque ella solamente soltó en un suspiro la frase: "Yo era Nico".

—¿Qué?— exclamaron los semidioses, aunque era entendible. Ya ni ella misma se entendía.

—Me sentía débil, y todo se veía oscuro... Era como un trance, ni él mismo sabía donde estaba. Pero de repente todo se empezó a mover. No sé si era Gaia o en realidad había algo más... Y luego, hubo una gran luz arriba mío, después de eso desperté.

—Creo que esto nos dio más dudas que respuestas —rompió el silencio Leo.

—Oh, gracias —rodó los ojos la rubia—. Tienes mucho tacto.

—Bien, uh, creo que ahora deberíamos usar el plan B. Buscar con el sentimiento de Hazel. Hijo de Plutón siente a hijo de Plutón, ¿verdad?— habló Frank.

—Sí... Lo siento chicos— se disculpó Ginny.

Realmente era vergonzoso no poder hacer nada con el don que se te era dado.
Salieron del barco y comenzaron a caminar.
Hazel comenzó a guiarlos según túneles que sentía bajo tierra, pero ella siguió conduciendo a su alrededor y alrededor de la ciudad, mareándolos, y regresando.

―Lo siento ―dijo ella―. Es solo que... hay tanto subterráneo aquí, tantas capas, es abrumador. Al igual que estar de pie en medio de una orquesta y tratar de concentrarse en un solo instrumento. Me vuelve sorda.

—No te preocupes, Hazie.

Como resultado, ellos dieron un tour por Roma. Frank parecia feliz avanzando laboriosamente como un perro pastor grande.
Ginny seguía, aunque le dolían los pies. Se detuvo un poco a ponerse protector solar y tomar agua.
Leo se paró a su lado y parecía impacientarse.

—¿Está todo bien, Valdez?— preguntó ella atado su cabello en una coleta alta.

—¿Por qué haces esto?

—Por la misma razón que voy al baño. Me preocupo por mi —sonrió ella—. Si me quemo, me costará moverme para pelear. Hoy el sol está muy fuerte. ¿Quieres un poco?

—En realidad no necesito —dijo él antes de comenzar a colocarse en la cara y los brazos el protector solar—. En las peleas siempre soy el que se queda mirando desde atrás.

—Siempre eres necesario en algo, y si no estás disponible ya que te duele existir porque te quemaste bajo el sol, sería tragicómico —comenzó a caminar ella, siguiendo el paso de sus amigos—. ¿No lo crees?

Leo la observó un momento para luego poner una sonrisa juguetona. —Ahora que lo dices, sí, soy extremadamente necesario —bromeó él—. Sin mi no podrían hacer nada.

—Que no se te suba a la cabeza— respondió de la misma forma mientras le revolvía los rizos.

Pasaron por delante de grandes iglesias, arcos, tiendas de ropa y restaurantes de comida rapida.

―Nunca pensé que iba a llegar a ver Roma ―dijo Hazel―. Cuando yo estaba viva, me refiero a la primera vez, Mussolini estaba a cargo. Estábamos en guerra.

―¿Mussolini? ―Leo fruncio el ceño―. ¿No eran asi como mejores amigos con Hitler?

Hazel lo miro como si fuera un extraterrestre―. ¿Mejores amigos?

―No importa.

―Me encantaría ver la Fontana de Trevi ―dijo Ginny inspirando el aire de Italia. Aunque justo iba pasando un auto, entonces tomó todo el humo contaminado, cosa que la hizo toser.

―Hay una fuente en cada cuadra ―gruñó Leo.

―O la Plaza de España ―dijo Hazel mientras la rubia asentía.

―¿Por qué vienes a Italia para ver la Plaza de España? ―se preguntó Valdez―. Eso es como ir a China por comida mexicana, ¿no?

―No tienes remedio ―se quejó Hazel.

―Eso me han dicho.

Se volvio hacia Frank y le tomó la mano, como si Leo hubiera dejado de existir. ―Vamos. Creo que deberíamos ir por este camino.

Zhang le dio una sonrisa confusa, como si no pudiera decidir si regodearse o agradecerle a Leo por ser un bobo, pero el alegremente se dejó llevar por Hazel.

Valdez se volteó a Ginevra mientras movía los brazos. —Creo que seguimos solos.

—Oh, qué afortunada soy— fingió ella que se iba a desmayar.

—No una oportunidad que todas las chicas puedan tener, Rapunzel. Deberías aprovechar.

Después de caminar para siempre, Hazel se detuvo frente a una iglesia. Al menos, Leo asumió que era una iglesia. La sección principal tenía un techo abovedado grande. La entrada tenía un techo triangular, típicas columnas romanas, y una inscripción en la parte superior: M. Agripa algo u otro.

―¿Latín para Dar una mano? ―especuló Leo.

―Esta es nuestra mejor opción ―Hazel sonaba mas segura de lo que había estado en todo el dia―. Debería haber un pasadizo secreto en algún lugar en su interior.

Leo escucho el guía de turismo español durante unos segundos, y luego él informó a sus amigos: ― Este es el Panteon. El edificio fue construido por Marcus Agripa como un templo a los dioses. Después de que se quemó, el emperador Adriano lo reconstruyó, y ha estado de pie durante dos mil años. Es uno de los edificios romanos mejor conservados del mundo.

Frank y Hazel lo miraron fijamente.
―¿Cómo lo sabes?

-―Soy naturalmente brillante.

―Popo de Centauro ―dijo Frank―. Ha espiado en un grupo de turistas.

Leo sonrió. ― Tal vez. Vamos. Vamos a buscar ese pasaje secreto. Espero que este lugar tenga aire acondicionado.

—Eso ya sería parte de una misión de lujo— rió Ginevra. Por supuesto, no había aire acondicionado.

El interior era bastante impresionante, teniendo en cuenta que había sido construido hace dos mil años.  El espacio principal era una cámara enorme, con una rotonda circular, como una especie de nuevo edificio del Capitolio de los Estados. Pero el verdadero punto de atracción fue la cúpula sobre su cabeza. Toda la luz en el edificio venía de una abertura circular en la parte superior derecha. Un rayo de luz del sol se inclinaba hacia la rotonda y brillaba en el suelo.

Hazel se detuvo en medio de la habitacion y camino en un círculo. ― Esto es increible. En los viejos tiempos, los hijos de Vulcano podían venir aquí en secreto para consagrar armas de semidioses. Aquí es donde el oro Imperial era encantado.

―Pero no estamos aquí por eso ―supuso Leo.

―No ―dijo Hazel―. Hay una entrada, un tunel que nos llevara hacia Nico. Puedo sentirlo cerca. No estoy segura de donde.

Frank lanzó un gruñido. —Si el edificio es de dos mil años de antiguedad, tiene sentido tuviera una especie de pasadizo secreto dejado desde la época romana.

—Exacto— afirmó Ginny recordando sus clases de romano en el campamento—. Genial, a buscar.

Todos comenzaron a buscar por distintas partes, la rubia pensó que el suelo podía tener una clase de señal, pero antes de siquiera comenzar la búsqueda, Leo ya lo había encontrado.
Se volvió hacia un altar de mármol rojo luciendo algo con una estatua de la Virgen María en la parte superior.
― Por ahí.

Marcho con confianza hacia el santuario. Tenia la forma de una especie de chimenea, con un abside en la parte inferior. El manto estaba inscrito con un nombre, como una tumba.

―El pasaje es por aquí ―dijo él―. El lugar de descanso final de este tipo esta en el camino. ¿Algún Rafael?

—Pintor famoso, creo— dijo Hazel.

―Él era Pintor y arquitecto famoso en el renacimiento. Él fue influenciado artísticamente por Da Vinci y Miguel Ángel... Incluso el Papa lo llamó para que pintara en el Vaticano —corrigió Ginny—. Fue muy importante en las obras artísticas italianas.

Leo se encogio de hombros. Al parecer a nadie aparte de ella era aficionado por el arte, por lo que no le dieron mayor importancia a quién era Rafael.

―Esperen... ―Leo miro a su alrededor.

La rubia hizo lo mismo. Escaneando a la multitud, comprendió que la mayoria de los grupos de turistas estaban embobados con la cúpula, pero un trío ponía a la chica incómoda. A unos cincuenta pies de distancia, algunos de mediana edad con sobrepeso con acentos americanos hablaban en voz alta, quejándose acerca de la calefacción. Se veían como manaties de peluche en ropa de playa, sandalias, pantalones cortos, camisetas para turistas y gorras.

Ellos no los estaban mirando, pero Ginny tenía desconfianza y al parecer Valdez también, pero lo dejó de lado.

—¿A alguien más le parecen raras esas personas o es que solamente yo odio a los viejos?

Leo se deslizó por el lado de la tumba. Pasó la mano por la parte de atras de una columna romana, hasta llegar a la base. En la parte inferior, una serie de líneas habian sido grabadas en el mármol, numerales romanos.

―La combinacion de una cerradura ―habló él― El bloqueo en si ha sido arrancado, probablemente destrozado alguna vez en los ultimos siglos. Pero deberia ser capaz de controlar el mecanismo interior, si puedo...

Leo puso la mano en el suelo de mármol sin que los demás entendieran qué hacía.
En el suelo junto a la pared, una seccion de baldosas de marmol se deslizo debajo de otra, dejando al descubierto una abertura cuadrada oscura apenas lo suficientemente grande como para moverse a través de ella.


―Los romanos deben haber sido pequeños. ―Leo miro a Frank apreciativamente―. Tendrás que cambiar en algo más delgado para pasar por
aqui.

―¡Eso no esta bien! ―reprendió Hazel.

―¿Qué? Simplemente decía.

―Genial ―dijo Frank―. ¿Como sabemos que es seguro ahi abajo?

Hazel se arrodillo. Ella puso su mano sobre la abertura chequeando la temperatura. ― No hay nada vivo... al menos no por varios cientos de metros. Los tuneles se sesgan hacia abajo, luego se nivelan y van hacia el sur, más o menos. No siento ninguna trampa...

―¿Cómo puedes saber todo eso? ―preguntó Leo.

Ella se encogió de hombros. ― De la misma forma en que puedes abrir cerraduras en columnas de marmol, supongo. Me alegro de que no abras bovedas de bancos.

―Oh... Bóvedas del banco ―dijo Leo―. Nunca pensé en eso.

—¡No le den ideas!— suspiró Ginny con las manos en la cara.

—Tranquila, es una broma, Rapunzel.

―Miren, aún no son las tres. Al menos podemos explorar un poco, tratar de encontrar la ubicación de Nico antes de ponernos en contacto con los demás. Ustedes quédense aquí hasta que los llame. Quiero ver las cosas, asegurarme de que el túnel se encuentra en buenas condiciones estructurales. Voy a ser capaz de saberlo una vez que este bajo tierra.

Frank frunció el ceño. ―No puedo dejarte ir por tu cuenta. Podrias salir lastimada.

―Frank, puedo cuidar de mi misma ―dijo―. Bajo tierra es mi especialidad. Es más seguro para todos nosotros si voy primero.

―A menos que Frank quiera convertirse en un topo ―sugirió Leo―. O un perro de la pradera. Esas cosas son increíbles.

―Cállate ―murmuró Frank.

―O un tejon.

Frank apunto con un dedo a la cara de Leo. ― Valdez, te lo juro...

—Ya, dejen de discutir —cortó la rubia—. Ni mi hermana se comporta así. ¡Y ni siquiera va a la escuela!

—Lo siento, Ginny —se disculpó Zhang.

―Voy a estar de vuelta pronto. Denme diez minutos. Si no saben de mi entonces... no importa. Voy a estar bien. Solo traten de no matarse el uno al otro mientras yo este ahi abajo.

—Diez minutos Hazel Levesque —advirtió la hija de Apolo—. No más, sino, yo misma bajo por ti.

Ella sólo le sonrió antes de dejarse caer por el agujero.
Leo y Frank lo bloquearon lo mejor que pudieron.
Estaban de pie hombro con hombro, tratando de parecer casuales, como si fuera completamente natural ver dos chicos adolescentes parados alrededor de la tumba de Rafael.
"Son como niños" pensó ella soltando una pequeña risilla.

Los grupos de turistas iban y venían. La mayoria ignoraban a Leo y Frank. Algunas personas los miraron con aprensión y siguieron caminando. Tal vez los turistas pensaban que podian pedirles indicaciones.
Los tres manaties americanos todavia estaban pasando el rato en el medio de la habitacion. Uno de ellos llevaba una camiseta que decia ROMA, como si acabara de olvidar que esta ciudad lo seguiria siendo aunque no la usara. De vez en cuando, miraban a Leo y Frank como si encontraran su presencia desagradable.

―Ella me hablo antes ―dijo Frank abruptamente―. Hazel me dijo que descubriste sobre mi línea de vida.

"Uh, terreno personal" pensó la chica tratando de ignorar la conversación.

―Tu línea de vida... Oh, el leño ardiendo... Claro. Mira, hombre ―dijo el moreno―. Está bien. Nunca haría nada que te ponga en peligro. Estamos en el mismo equipo.

"Eso es lo más maduro que le he escuchado decir desde que los conocimos" pensó ella sin opinar. No le incumbía.

Frank jugueteo con su insignia de centurion. ―Siempre supe que el fuego podría matarme, pero desde que la mansión de mi abuela se quemó en Vancouver... parece mucho mas real.

Se están abriendo! ¡Van a generar lazos!"

Leo asintió.
―Tu abuela, ¿ella murió en ese fuego? No lo dijiste.

―Yo-yo no lo se. Ella estaba enferma y muy vieja. Ella dijo que iba a morir en su momento, a su manera. Pero creo que ella logro salir del fuego. Vi esta ave volando saliendo de las llamas.

—¿Así que toda la familia tiene lo de cambiar de forma?

―Supongo ―dijo Frank―. Mi mamá. La abuela piensa que eso fue lo que la mato en Afganistan, en la guerra. Mamá trato de ayudar a algunos de sus amigos, y... No sé exactamente lo que pasó. Había una bomba.
Leo hizo una mueca de simpatía. ―Así que ambos perdimos a nuestras madres por el fuego.

Así, Leo le contó toda la historia de cuando su madre había muerto.
Los ojos de Frank se pusieron acuosos. ―Nunca me gusta cuando la gente me dice: Siento lo de tu mamá.

―Nunca se siente genuino ―coincidió Leo― Pero yo siento lo de tu mamá.

―Gracias.

Ginny limpió silenciosamente las lágrimas que cayeron por sus ojos. Nunca pensó que sería un momento tan vulnerable... Y agradecía por tener a su mamá viva.
Por otro lado, no había señales de Hazel. Los turistas estadounidenses seguian dando vueltas al Panteon. Parecian estar dando vueltas cerca, como si estuvieran tratando de acercarse sigilosamente a la tumba de Rafael, sin darse cuenta.

―De regreso en el campamento de Júpiter ―dijo Frank― Nuestro Lar de cabaña, Reticulus, me dijo que tengo mas poder que la mayoria de los semidioses, siendo un hijo de Marte, además de tener la habilidad de cambiar de forma por el lado de mi madre. Dijo que es por eso que mi vida estaba atada a ese leño ardiente. Es una debilidad enorme que equilibra las cosas.

―Todos tenemos debilidades ―dijo―. Yo, por ejemplo. Soy tragicamente divertido y bonito.

Ginevra se tapó la boca fuertemente mientras trataba de aguantar una risotada.
Frank soltó un bufido. ―Es posible que tengas debilidades. Sin embargo, tu vida no depende de un pedazo de leña.

La chica miró al otro lado de la habitacion y se tambaleo. Los tres turistas norteamericanos venían en camino, sin más vueltas o escondidas. Caminaban directamente hacia la tumba de Rafael, y los tres miraban a Leo.

―¿Uh, Ginny? ―preguntó Leo―. ¿Han pasado diez minutos ya?

Frank siguió su mirada. Las caras de los americanos estaban enojadas y confundidas, como si fueran sonambulos a traves de una pesadilla muy molesta.
―Leo Valdez ―llamo el chico de la camisa de ROMA. Su voz habia cambiado. Era hueca y metalica. Hablo español como si fuera una segunda lengua—. Nos reunimos de nuevo.
Los tres turistas parpadearon y sus ojos se volvieron de oro macizo.

Frank gritó. ―¡Eidolons!

―Ellos no pueden caber en el agujero ―dijo Leo.

―Correcto, ―dijo Frank―. Bajo tierra suena realmente bien.

Ambos parecían realmente esperando que el otro actuara, por lo que Ginevra aplaudió una vez sacándolos del trance para luego ordenar:
—¡Muévanse, ya, ya!

Frank se convirtió en una serpiente y se deslizó por el borde. Leo saltó tras él, tirando de la mano de Ginny.
Nunca podían estar tranquilos.

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