▪️Chapter 1

Estaba cansado.

Caminaba sin rumbo por las frías calles de Seúl, tenía su capucha cubriendo la mayor parte de su rostro y estaba cabizbajo.

Había sucedido de nuevo, lo habían tratado como si fuese mierda, como si no valiera nada.

Sus manos raspadas y cubiertas de sangre seca estaban en sus bolsillos, trataba de cubrir su moretón con la capucha de su sudadera, cojeaba por el fuerte golpe que había recibido en su pierna derecha.

Estaba hecho un completo desastre.

...

—¿Qué pasó?¿Quieres llorar?

Preguntó con una sonrisa burlona dibujada en su rostro, como si disfrutara ver la desgracia del rubio.

—¿O le vas a decir a tu papi?

Se escucharon risas burlescas en su alrededor y Jimin ni siquiera podía levantar la mirada, no entendía porqué le estaba pasando esto a él de nuevo.

¿Lo peor? Así quisiera, no podía decir nada, a su padre no le importaba en absoluto lo que le pasara, solo le interesaba su rendimiento académico, además, siempre estaba de viaje de negocios o muy ocupado.

¿Denunciarlos? Imposible, él podía tener todo el dinero del mundo, pero ellos también lo tenían, sería inútil.

Se saldrían con la suya fácilmente.

La única vez que habló y no se quedó callado, le fue terrible. No era muy diferente a lo de ahora.

Pero al final de él día, era su culpa.

Siempre era su culpa.

Qué seas un riquillo no te hace como nosotros, Park, no entiendo porqué sigues aquí, gordo inútil.

El más alto se acercó y se puso en cuclillas frente al rubio, para despues agarrarlo del cabello, levantar su cabeza y acercarse a su oído.

Jimin soltó un gemido de dolor, ya lo habían golpeado lo suficiente, ¿no estaban satisfechos?

La ropa holgada cubría el ahora delgado cuerpo de Jimin, desde que empezaron los malos tratos por su parte, ni siquiera podía comer bien.

Él no lo sabía y seguía llamándolo gordo.

—Eso es lo que te pasa por rechazarme, ¿quién te crees que eres maldita puta arrogante?

Susurró antes de lanzar la cabeza contra el suelo y escuchar las risas tras él.

Sintió fuertes subidos en su oído y por un momento, pensó que por fin había muerto por aquel golpe, pero al parecer la vida lo odiaba, y quería verlo sufrir hasta el último momento.

El chico se levantó y se sacudió las manos, viendo a aquel rubio levantar la cabeza con los ojos llenos de lágrimas y su cabeza sangrando.

Era su culpa.

Nuevamente se repitió Jimin en su mente.

—Riquillo engreído.

Lo vio con rabia antes sonreír.

Se dio la vuelta y se fue del lugar, seguido de todos sus amigos, quienes lo seguían mientras soltaban carcajadas.

...

Las lágrimas caían por las mejillas de Jimin mientras caminaba por aquellas frías calles, su corazón estaba pesado con la culpa.

Era él el que fallaba, él el que no estaba a la altura de todos ellos. Y lo peor de todo esto es que no quería regresar a casa.

No podía regresar a casa.

Sabía lo que le esperaba allí, los mismos reproches, los mismos malos tratos de unos padres que nunca estarían satisfechos con él, por no ser el hijo perfecto que siempre soñaron.

Hubiera aguantado todos esos reproches y golpes por parte de su progenitor, pero no podía lidiar con eso en ambos lugares.

Ni cuando estaba en su casa, ni cuando estaba estudiando.

Diez meses de puro sufrimiento.

Su padre jamás lo golpearia hasta sangrar, por eso pudo soportar maltratos por los últimos doce años, pero con Jinyoung, el chico que lo molestaba, todo era el doble y casi el triple de peor.

Podía soportar a su padre, pero no podía soportar a todos en su contra.

"¿En serio crees que un mísero nueve te hará manejar la compañía como deberías? Te dejaré en la calle antes de que lo hagas."

"En vez de estar de puta dejando que te golpeen, deberías estudiar, que mucho te falta."

"Ni se te ocurra venir a casa sin obtener la excelencia académica, ¿Crees que le pago millones de wones a esa universidad solo para que vayas a estar sentado sin hacer nada?"

"Alguien tan débil como tú, no merece ser mi hijo."

"No estás a la altura, no mereces ser un Park."

Con cada palabra cruel que había escuchado de ellos, Jimin sentía que se hundía más y más en un abismo.

No importaba cuánto se esforzara, no importaba que diera todo lo que tenía: nunca era suficiente.

Giró la cabeza y vio el río Han desde aquel puente. Los carros pasaban y el cielo se empezaba a nublar, cubriendo a la luna poco a poco.

Apretó los labios y sacó su celular, la pantalla mostraba un mensaje de su padre.

"La universidad mandó tu reporte, y veo que no has obtenido la excelencia académica que te he pedido. Hablamos cuando llegues."

Sus piernas tembraron y el miedo lo invadió.

Eso significaba una cosa.

Vio su rostro a través de la oscura pantalla del celular y se vio hecho un desastre.

Lo único que ocasionaría sería que su padre sea más agresivo al verlo tan lastimado. Porque para el era un inútil, una decepción, una escoria que se dejaba golpear.

Vio a su alrededor, estaba más solitario de lo normal, y era raro, el viernes por la noche suele ser el día más concurrido.

Suspiró y se inclinó sobre la baranda reposando sobre sus brazos mientras veía la luz de la luna sobrepasar las nubes que la cubrían.

Bajó la mirada lentamente viendo con detalle los edificios mientras sus ojos soltaban pequeñas lágrimas.

No sabía si lloraba de dolor o de cansancio.

Quería descansar.

Quería dormir y nunca despertar.

Bajó la mirada y vio el frío río Han a metros de aquel puente mientras soltaba suspiros temblorosos.

—Moriría al instante.

Susurró mientras apretaba sus labios con fuerza.

Se subió a la baranda y puso sus pies al otro lado, en el pequeño espacio de concreto, mientras se agarraba con fuerza de las barandas.

Sus manos temblaban, sus piernas igual, sus ojos sollozaban, y el pensaba "¿soy tan cobarde hasta para dejar de vivir?"

Miró al cielo antes de bajar la mirada nuevamente, pensando en cómo llegó a este punto.

Sus manos no tenían un fuerte agarre de lo lastimadas que estaban, simplemente se soltarian en algún momento por el insoportable dolor que causaba sujetarse con fuerza de la baranda.

Vio a sus ambos lados por última vez y no vio a nadie quien lo estuviera observando.

Se sentía un cobarde por no querer vivir.

Pero estaba agotado mental y físicamente.

Cerró los ojos y se soltó se las barandas dejando caer su cuerpo hacia adelantante.

Se obligó a dejar de pensar en ese momento, intentó poner su mente en blanco, por fin iba a tener la paz que había estado anhelando durante años.

Su corazón latía con fuerza, su respiración era irregular,  sus ojos dejaron de soltar lágrimas por un momento, pero ya estaba hecho no había vuelta atrás.

Juraba que sus pies estaban a punto de dejar el concreto, pero sintió que un gran brazo lo agarró de la cintura fuertemente pasándolo por encima de barandas y tirando lo al suelo preocupado.

Había sentido el fuerte golpe en su espalda contra las barandas, pues aquella persona lo había jalado con desesperación.

—¿E-estas bien?

Lo seguía sujetando fuertemente, como si fuera a caer en cualquier nomento, aunque ya estaba fuera de peligro.

Jimin abrió los ojos lentamente, conteniendo lágrimas por el intento fallido que tuvo.

Vio a un pelinegro asustado destapando una botella de agua rápidamente.

—Ten un poco.

Le extendió el agua.

Jimin tenía los labios resecos, ojos hinchados, nariz roja, aquel chico estaba realmente preocupado, y mucho más con lo que acababa de hacer.

—¿Quién eres...?

Estaba apunto de reprocharle, interrumpió la acción que lo iba a llevar a la tranquilidad que tanto deseaba.

—Eso no importa ahora.

Aflojó levemente el agarre antes de suspirar y ver mejor a aquel rubio que había salvado.

—¿Estás bien?

Volvió a preguntar.

—¿Te parece que lo estoy?

Sus ojos se aguaron, hace tiempo que nadie le preguntaba como estaba, como se sentía, era tan extraño para él ver que alguien se preocupaba por él.

Tanto que creía que era un falso interés.

Se levantó con dificultad y empezó a caminar dejando atrás a aquel pelinegro.

—¡Espera!

Gritó el pelinegro antes de levantarse y alcanzar a aquel rubio.

—No me sigas.

Dijo al ver que estaba a su lado nuevamente.

—No te vez muy bien, deberías ir a un hospital, estás herido.

Jimin lo ignoró y sintió su teléfono vibrar, sabía que era su padre, y no quería saber nada de él en esos momentos.

Probablemente sea una amenaza o algo por el estilo.

Ya tenía suficientes cosas en la cabeza.

—¿Te duele algo?¿Puede ayudarte en algo?

Volvió a hablar y Jimin intentó pasarlo por alto de nuevo, no quería verlo a la cara, estaba tan avergonzado de que lo haya visto de esa forma.

—¿Quieres que te acompañe al hospital?

—¡Tu...!

Volteó bruscamente intentando no mirarlo a la cara, simplemente quería que se fuera.

—No necesito nada, gracias.

Se puso su capucha y siguió caminando bajando la cabeza levemente.

El pelinegro lo siguió.

—N-no puedo dejarte así.

Dijo y el rubio se detuvo confundido.

Estaba genuinamente preocupado, se sentiría culpable si lo dejara ahí y después haga lo que intentó hacer antes.

—Solo sigue con tu vida.

Respondió sin voltear a verlo.

Siguió caminando sin mirar atrás y cuando ya sintió que no había nadie volteó a ver si se había ido.

No lo vio.

Soltó una pequeña risa irónica, por un momento pensó que alguien se preocupaba por el.

Claro que era mentira.

Volvió a ver la baranda, se acercó a ella y suspiró, ¿debería hacerlo?

Sacó su celular y vio el mensaje que le había llegado hace unos minutos, y efectivamente, era su padre.

"¿Sabes qué? No aparezcas por aquí, seguramente te dejaría inconsciente si te veo ahora."

Sus manos volvieron a tembrar, no entendía como su padre podía odiarlo tanto, no tenía sentido para él.

Guardó su teléfono, el horrible sentimiento de querer saltar había vuelto.

No tenía a donde ir, le dolía todo el cuerpo, estaba hecho un desastre.

Intentó pasar la baranda por segunda vez pero una mano en su hombro lo detuvo, de nuevo.

Volteó a ver encontrándose nuevamente con aquel hombre pelinegro, al que le pude ver mejor el rostro.

—No lo hagas.

Lo agarró de la cintura y lo bajó de donde estaba.

Jimin mordió su labio inferior con fuerza, quería llorar, quería gritar, quería desahogarse.

—Por favor, déjame...

Dijo en un hilo de voz, sonando como una suplica ante él.

El pelinegro lo miraba preocupado, no sabía que decirle para que no hiciera algo tan impulsivo.

—No puedo seguir sufriendo.

Su voz salió con sufrimiento, quería que entendiera que él no podía seguir viviendo más, mucho menos con la vida que llevaba.

—¿N-no te has puesto a pensar en cómo se sentirán tus padres?

Dijo como último recurso.

Jimin apretó los labios, solo de pensarlo se abrumaba, seguramente sería una vergüenza para ellos que la gente se entere que su hijo se había suicidado.

—Sería una vergüenza para ellos hasta estando muerto.

El hombre abrió los ojos sorprendido, arrepintiendose inmediatamente de su pregunta.

—Bueno...¿alguien importante en tu vida?

Jimin negó sin pensarlo demasiado.

—¿Un tío...una abuela?

Jimin quedó frío al escucharlo.

Su abuela.

Su enferma abuelita.

Ella estaría devastada si se enteraba de esto y sería muy peligroso en su estado.

—¿No?

Pregunto nuevamente y Jimin se limitó a asentir.

El chico suspiró mientras miraba a su alrededor.

—Mira, dejé mi motocicleta a unos metros de aquí, déjame llevarte al hospital a que curen tus heridas.

Jimin suspiró, igual no tenía a donde ir, rechazarlo solo haría que se vuelva más insistente.

—Está bien.






[...]

¡Hola a todos!

Les traigo una nueva historia inspirada en la increíble idea de JungkookMyBoyyyy, un seguidor o seguidora que me sugirió esta maravillosa trama. 🌟

Como ya hacía falta un fic de este estilo, no dudé en escribirlo porque simplemente me encantó.

Por supuesto, no podía faltar mi cliché favorito: familias adineradas, así que prepárense para mucho drama.

Espero que les encante, y prometo intentar actualizar seguido.

¡Gracias por su apoyo!






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