Dalia.

Mientras mis cansados pies recorrían el camino de regreso a casa la nostalgia invadió mi corazón.
Los recuerdos me agobiaron y me estremecí cuando, tras aquel cristal, observé una delicada escultura tallada en caoba con tres hermosas flores distintas. Esta escultura removió mis memorias marchitas.

Tres flores preciosas marcaron mi vida.
Tres flores atormentan mis heridas.
Tres flores retumban entre cada profundo palpitar y tres son los duelos que tuve que afrontar.

Una lágrima resbaló por mi mejilla pues la agonía no podía eludir más. Al llegar a casa los fantasmagóricos recuerdos rondaban las sombras de cada rincón al acecho de mi alma.
Vacilante retiré ambos anillos de mi temblorosa mano y los coloqué dentro del compartimento de reproducción.
La tecnología ha avanzado indudablemente. ¿Quién pensaría que en un anillo se podría contener una grabación? Presioné un botón y frente a mí comenzó a reproducirse un vídeo que grabé durante mi primer duelo, donde las palabras que recitaba fluían como una eterna declaración.

[Año 2033.]

Los tenues rayos del sol atravesaban la ventana. El canto alegre de las aves contrastaba el lugar, burlándose de mi interminable melancolía.
La mañana era fresca y mi rostro joven e incrédulo se tornaba inexpresivo.
Vestía de traje y sostenía una Dalia en la mano.
Lentamente escuché cómo las palabras eran emitidas sin que pudiera detenerme.

Mi nombre es Josh Abbott, tengo quince años y mi primer contacto con la muerte me ha dejado flotando a la deriva.
Me siento perdido, perdido en el abismo buscando una luz que me permita continuar.

Miro por mi ventana y está tapada por las rejas. Miro al horizonte y veo como mis sueños se alejan. Late mi corazón para transmitirme sus quejas.

Dalia de nombre.
Dalia con perfección.
Una embriagante fragancia que anida en mi corazón.

Esta mañana el jardín está de luto, pues han perdido a una hermosa flor.
Me cuesta creer que no volveré a escuchar tu voz, ni sentir tu mano sobre mi hombro cuando nadie más estaba para consolarme.
Viviste mis caídas y mis derrotas.
Viviste mis triunfos y mis anhelos.
Estuviste ahí para escucharme, para darme consejos e incluso para regañarme cuando tomaba decisiones impulsivas y descabelladas.
Estuviste ahí como un recuerdo, un recuerdo que se aleja como una roca en el mar.

Dalia de luz. Dalia radiante.
Prevalecerás en la memoria como un destello en el cielo.
El tic tac del reloj avanzaba hasta que el momento de marcharse llegó.
Esta mañana perdí a mi madre.
Esta mañana una Dalia me fue arrebatada.
Me encuentro ahora dentro de un túnel sin salida donde cada ráfaga de viento me grita tu nombre.

En tu honor una Dalia dejé entre tus manos, tu apariencia tan frágil dentro de ese féretro me hizo doblegar.
En el cementerio se encuentra quien me dio la vida.
Una flor quedó extraviada entre lápidas.

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