UN MAL AUGURIO

Reunidos en el primer piso de la torre, aquellos seis niños jadeaban recuperando el aliento, en silencio, mirándose los rostros, se repetían así mismos una y otra vez lo que había acontecido, se les había aparecido una niña...


─ ¡niega!... ─ jadea Eliel mirando a Charles. ─... ¡Niega ahora que la viste! ─


─ ¡No!... ¡No!... ¡No puede ser real! ─ tartamudeó aun recuperando el aliento.


─todos la vimos─ intervino Judy.


Se sientan en las escaleras, sudando, y mirándose las caras con aquella expresión de nuevo.


─ ¿enserio es un... fantasma? ─ espetó Luis.


─ insisto... debe haber otra explicación─ repitió Charles.


─ ¿Cómo cuál? ─ preguntó Eliel aún molesto, de que Charles no aceptara que la vieron todos.


─...p-puede haber sido una broma─ respondió Charles apresuradamente.


─ ¿una broma? ─ repitió Francy preguntándose quien podría hacerles una broma así.


Luis, se pone pensativo, ahora... pensaba que quizás podría haber sido el espíritu de Diana Carpio, presentándose tras escucharlos desde el más allá hablar sobre los niños desaparecidos.


─ Yo no sé... yo no creo que solo sea una broma...─ comentó Isaac.


Al tiempo en que se escucha el estruendoso abrir de una puerta, Isaac y Francy la reconocieron al momento, cuando esperan en silencio, baja su madre, La señora Ana, vistiendo una bata azul.


─ ¿qué pasó? ¿Por qué gritaban? ─ preguntó un poco seria.


─ nada─ respondió Eliel de inmediato.


La señora, observa por un instante a Eliel, y luego a sus dos hijos, quienes se miraban con notorios nervios.


─ ¡tu papá me mandó a llamarlos porque estaban gritando! ─ dijo la madre esperando la reacción de sus hijos.


─ es que...─ se escuchó a Isaac mascullar al tiempo en que Francy se había animado a hablar. Ambos niños se dedicaron una mirada en silencio, una muy interpretativa.


─ ¿Qué pasó? ─ preguntó de nuevo la madre.


─ ¡Estábamos jugando al escondite!... ─ dijo Isaac mirando a sus amigos, quienes desviaban la mirada, estaban inseguros de contarles a los adultos.


─... pensábamos que... Francy estaba escondida en la camioneta blanca con nosotros... ─ contó Isaac de igual modo.


─ ¿en la camioneta blanca? ¿En cuál? ¿La accidentada? ─ replicó la mujer un poco preocupada.


─ ¡Sí!... ─ respondió Isaac mirando a su hermana, y luego miró a su madre. ─ Pero no era Francy, Francy... entró después preguntando si podía esconderse con nosotros... cuando nos dimos cuenta... estaba otra niña allí─ contó Isaac resumidamente.


─ ¿sí? ─ inquirió la mujer un poco asombrada de aquel giro de la anécdota. Los demás niños asentían con los ojos de cachorros pidiéndole que les crean.


─... ¿y que les dijo? ─ les preguntó tras pensar que quizás estaban jugando.


Entonces para su sorpresa, todos los niños empezaron a hablar a la vez, era difícil comprenderlos, la mujer amablemente y casi riéndose de aquello, pide a los niños que guarden silencio.


─ ¡Hablen uno solo a la vez! ─ pidió la mujer.


En aquel momento, se escuchan unas motocicletas aceleradas, llegando a la otra entrada de la torre, por el lado de la pared de la canal. Mientras los niños aún trataban de organizarse para hablar, la mujer agudiza el oído, cuestionándose quienes estaban llegando en motocicletas semejantemente ruidosas.


─... ¡Charles Decía "Si, claro" cuando de pronto Francy dice "muchachos" y ¡púm! ...cuando vimos estaba otra vez allí... ¡Salimos corriendo! ─ escuchó apenas decir a Eliel, realmente estaba al pendiente de quienes entraban al edificio, los sintió caminar hasta la puerta vidrio, eran pisadas fuertes, la mujer asentía mientras los niños hablaban pero realmente no los estaba escuchando, pero si escucha claramente el sonar de unas llaves, y después el abrir de las puertas...


Quienes fueran tenían llave, sin embargo la curiosidad permanecía, quienes fuesen venían sin hablar, solo se escuchaban sus pasos pesados subiendo las escaleras, cuando por fin...


Surgen un hombre y una mujer, uniformados de policías, con sus chalecos, pistola, y todo el asunto encima, en aquel momento la mujer, siente que casi le salta del pecho el corazón, los niños sorprendidos también, contienen el aliento con los ojos bien abiertos.


Aquellos dos oficiales, lanzan una mirada a las personas en las escaleras cuando se detienen frente a ellos.


─ Buenas noches─ dice la señora Ana, al tiempo en que les hace seña a los niños para que se arrimen y abran espacio para que suban los oficiales.


El hombre policía, hace un gesto como agradeciendo, aun con aquella seriedad como de perro enojado y una vez los niños se apartan, los oficiales continúan su camino al piso de arriba.


─ Buenas noches─ responde él, al pasar junto a la señora Ana.


Los niños y la mujer se preguntaban ¿qué hacían esos policías allí? Tras otro par de segundos se les oye abrir una reja, una puerta, y cerrarlas también.


─ ¿Quiénes eran esos policías? ─ inquirió Eliel en voz baja mientras todos seguían esperando algún tipo de ruido.


Charles lo chita al instante.


─ No lo sé, es primera vez que los veo aquí─ respondió la mujer temiendo que se tratase de alguna redada, o algún tipo de operativo, de esas en que terminan muertos los inocentes presentes... como en el periódico. ─... ¡Quizás deberíamos subir ya, niños!... su papá tiene que salir a un viaje largo mañana con el camión─ decidió la madre, un poco nerviosa.


─ ¿enserio mamá? ─ replicó Isaac.


Los otros niños comienzan a reprochar, pidiendo quedarse un rato más.


─ ¡Sí enserio! ... ¡Vamos! No vaya a ser que se les aparezca la niña de nuevo─ se escuchó decir por encima de las voces de los niños.


Quienes tras oír aquellas palabras, se sintieron nerviosos, no fuese a ser que al quedarse solos, la niña realmente se vuelva a presentar.


─ ¡Deberíamos entrar! ─ sugiere Luis, mirando a su hermana, luego a Eliel y luego a Charles.


─ ¿entramos ya? ─ Se aseguró Charles, no quería irse a su casa a encerrarse en su cuarto, pero tampoco quería quedarse sólo afuera, fantasma o no, había logrado asustarlo.


─ Sí, yo creo que es mejor ─ dijo Eliel después de intercambiar miradas con Luis y Judy, Entonces se despidieron y volvieron a sus respectivos hogares.


Aquella mañana de sábado, Luis Córdoba había despertado tarde, su hermana Judy veía su serie favorita japonesa, había ganado el puesto en el computador de escritorio por llegar primero. Aunque ya casi era mediodía, Luis no iba a perderse su desayuno de los sábados por la mañana, cereales de aros de fruta con leche... ¡una de las mejores cosas del fin de semana!... su madre, parecía haber sacado ya las cajas de los adornos navideños, estaban sobre el sofá cama, al lado de la suya.


Luis, comía su cereal, notando a penas que sus padres no estaban.


─ ¿Dónde están papá y mamá? ─ le preguntó a Judy sentada frente al monitor casi hipnotizada.


─Salieron a la panadería... creo ─ respondió rápidamente.


─ ah ya─ musitó en respuesta, se llevó otra cucharada a la boca, preguntándose si sus padres se van a la calle para no estar tristes delante de ellos.


De pronto, Luis recuerda... recuerda lo que había pasado la noche anterior.


─... Judy─ musitó mirándola.


Ésta, vuelve la mirada a su hermano. ─ La... La niña...─ dice Luis aun mirándola.


─ ¿sí?... ¿La que se nos apareció en la camioneta? ─ preguntó Judy confundida.


─ ¡Sí!... ¡Así que no fue un sueño! ─ confirmó Luis, realmente esperaba que su hermana no supiera de lo que hablaba pero efectivamente, no lo había soñado.


─ ¿pensaste que había sido un sueño? ─ preguntó su hermana de nuevo, pone en "pausa" la serie, y se vuelve apoyándose en el espaldar de la silla mirando a su hermano.


─ Bueno... pues...hablamos de un... ¿un fantasma? ─ comentó Luis recalcando que aquello sonaba a fantasía.


─ sí─ musitó Judy mirando a un lado. ─... bueno, Charles dice que podía ser una broma... y no llegamos a ver si era una persona común...es decir... viva─ agregó.


─ Judy─ cortó Luis mirándola muy serio. ─...Yo sé que suena loco, pero es cierto... esa niña apareció allí... y fue como... tan solo apareció... si quiera pude darme cuenta... sí, sentía alguien detrás de mí, una sensación escalofriante, pero siempre pensé... que se trataba de Francy siguiéndome.


─ ¿sí la viste, Luis? ─preguntó Judy realmente intrigada.


─ Sí, Judy... aunque no puedo creerlo... la vi─ respondió manteniendo aquella seriedad. ─ ¿puedo decirte algo?... ¿entre nosotros? ─ soltó tras hacer una mirada analítica hacia su hermana.


Judy lo admira por unos segundos, jamás había visto a su hermano tan serio, siempre había sido un tanto obstinado, pero así de serio jamás.


─... Claro, dime, Luis─ responde Judy.


─ ¿Recuerdas la historia que contó anoche Francy? ─ Le recordó su hermano, ella asintió. ─... estaba, pensando varias cosas estos días...y entre una y otra, me di cuenta de que... están desapareciendo muchos niños... y nunca se sabe que fue lo que les pasó─ contaba Luis omitiendo algunos detalles.


─ Pero José y Alfonso fueron encontrados... además descubrieron que fue la madre... ─ respondió Judy.


─Sí, pero son los únicos casos, además de ser por un mismo responsable... a lo que quiero llegar, Judy...─ justificó lo necesario, tenía algo más que confesarle. ─...es que, llevo algunos días, tratando de saber qué fue lo que les pasó, también para evitar que nos pase igual...─ explicaba con un poco de dificultad, se estaba abriendo con su hermana, era necesario. Su hermana estaba sin aliento admirándolo.


─... y creo, que anoche, después de descubrir que fue lo que pasó con Alfonso y José... cuando jugábamos, de alguna manera... Diana trató de comunicarse con nosotros... ─ contó al fin.


Su hermana lo miraba, trataba de comprender.


─... creo que tal vez... nos escuchó contar sobre los niños desaparecidos... y se presentó... ─ dijo Luis, con un poco de tristeza en su rostro y su voz.


─ ¿realmente crees que era Diana? ─ le preguntó Judy, Luis parecía haberle afectado mucho la desaparición de Diana Carpio.


─ ...yo no lo sé... extraño verla en el recreo... ─ respondió de pronto, Judy clavó la mirada en su hermano, sin comprender, hasta donde ella sabía, ellos no tenían trato alguno. ─... Extraño verla cantar el himno nacional a mi lado por las mañanas...a veces en el recreo, se sentaba a mi lado a jugar con su atari de color fucsia, y yo podía oler su colonia como de bebé...─ contaba Luis, con la mirada perdida. Judy ahora comprendía, Luis estaba enamorado, ilusionado con aquella niña.


─... es raro no verla a ella tampoco, Judy... ─ dijo alzando la mirada hacia su hermana, estaba a punto de llorar, su hermana se incorpora de la silla del escritorio, se acerca a él y lo abraza en aquel momento.


─... ay... Luis... lo... lo siento mucho...─ respondió ella, literalmente sin palabras se sentía triste por aquella niña, y por su hermano también.


─ ¿Por qué se muere la gente buena, Judy? ─ Pregunta Luis moqueando, aun abrazándola.


─ No... lo sé─ suspiró Judy, oscurecida de nuevo por la presencia de la muerte.


Aquel sábado los seis amigos se reunieron, pasada la cinco de la tarde, con miedo por aquella aparición la noche anterior... esperaban que los demás fueran a buscarlos a sus casas, pero casi caída la noche, Charles fue quién decidió ir a reunir a la pandilla.


Una vez reunidos, se sentaron en las escaleras de planta baja, aquel pasillo estaba bastante iluminado.


─... ¿y bien? ─ soltó Eliel después de un gran rato en silencio, habían estado evitando hablar, por que surgiría el tema de la niña fantasma, no querían preguntar ¿Qué iban a jugar? Porque no querían tener que salir al estacionamiento, estaban asustados, sin embargo no se pasarían todo el fin de semana encerrados en la torre. ─... ¿Qué vamos a hacer? ─ tomó valentía Eliel, ya estaba aburrido de estar allí sentado.


─... yo ─ musitó Charles, pensando qué jugar... no quería darle crédito al asunto del fantasma, pero no tenía ganas de jugar afuera, también sentía temor en los pasillos, alguna esquina oscura y en las mismas escaleras. ─... no sé─ masculló al fin.


Isaac los miraba, no quería hablar sobre el tema tampoco, algo al respecto le daba una extraña sensación, tan solo ponerse a pensar en el dilema de los niños, le trasmitían una sensación de miedo, asecho, dolor, tristeza, y muerte... era mucha oscuridad... era como si esa energía lo recorriera por dentro y lo hiciera retorcerse, como un espasmo... Isaac no lo podía explicar... la noche anterior, había tenido una pesadilla, de nuevo... con aquellos ojos amarillos.


─ ¿van a hacer como que no pasó nada? ─ soltó de pronto Luis.


Los demás hicieron una mirada hacia él, como regañados, sin emitir alguna palabra. ─... anoche... se nos apareció... una niña...─ soltó Luis enojado, parecía regañar a sus amigos.


─ en realidad no sabemos si...─ tartamudeó Charles, pero rápidamente fue interrumpido.


─... ¡Claro que fue un "Espítiru", Charles! ─ bramó Eliel con un poco de seriedad, y la mirada fija hacia el niño de anteojos.


─... ¿no les parece raro que... estábamos hablando de los niños desaparecidos... y después... se nos aparece... ─ decía Luis, cuando lanza una mirada a su reflejo en la puerta de vidrio. Su hermana le dedica una mirada.


Luis suspiró mirándolos de nuevo ─... se nos aparece una niña? ─ culminó.


─ Qué quieres... ¿Qué quieres decir? ─ preguntó Charles muy poco convencido.


Sus amigos lo miraban sentados frente a él en las escaleras. ─...solo digo, que parece... una señal, como si ella... se quisiera hacer presente... como diciendo "yo también... estoy perdida... en..."─ respondía Luis imaginándose como si estuviese en esa situación.


Isaac estaba con los vellos de sus brazos de punta, sentía un pequeño cosquilleo en su cuerpo, mientras escuchaba las palabras de Luis.


─... Luis, pero es que... ¿Qué podemos hacer nosotros? ─ soltó Isaac sintiendo temor.


─ ¿Enserio Isaac? ─ replicó Luis sorprendido de la actitud de su amigo. ─... pensé que tú me apoyarías en esto... es una niña que parece... querer decir algo...─ agregó, Isaac se sentía abrumado, seguir escuchándolo era como una marea golpeándolo una y otra vez.


─ ¡solo... cierra los ojos e imagínate... cómo sería querer que encuentren tu cuerpo! ─ reprochó Luis con cierto desahogo.


─ ¡Está bien! ─ bramó Isaac, sintiendo que aquella sensación lo estaba ahogando, quizás debería contarles a sus amigos sobre el diablo rojo de ojos amarillos que ha estado viendo. ─ tú... ¿Qué quieres hacer? ─ le preguntó Isaac finalmente.


─ ¡¿Qué quieres hacer?! ─ repitió Charles, estaba impactado sobre aquella plática. ─ ¿Quiénes somos? ¿Los caza fantasmas? ─ vaciló claramente en desacuerdo.


─ ¿Qué no decías que no existen los fantasmas? ─ vaciló Eliel aprovechando la oportunidad, Mientras Francy y Judy soltaba unas risas burlándose.


─ ¡Bueno! Pero si es real tampoco quiero andar de curioso donde no me han llamado... además ¿Qué pretenden hacer? ¿Qué puede hacer Luis? ¿o qué podemos hacer nosotros al respecto? ─ replicó Charles nuevamente.


─ No lo sé─ resopló Luis. ─... yo supongo, que ser más cuidadosos con nuestro alrededor, y cuidarnos entre nosotros... ya que ahora nos vendremos juntos de la escuela.



Charles traga en seco, considerando que él asistía a otro colegio, para su suerte su madre lo pasaba recogiendo las mayorías de las veces, otras, regresaba solo a casa.


─ sé que tienes razón... ─ soltó Isaac, los demás niños a su alrededor estaban en silencio.


─... ¿podemos cambiar de tema ya? ... ¡Salgamos a jugar! ─ bramó Eliel cansado de toda aquella tensión.


─ ¿salir? ─ replicó Francy en el fondo, intercambiando miradas con Judy.


─ ¡Si, claro!... juguemos fusilados... ¡Jamás jugamos!─ insistió Eliel.


Sus amigos intercambiaron miradas recargadas de energías, sonrientes.


─ ¡Sí! ¡Es cierto! ─ recordó Charles notoriamente emocionado.


─ bueno... está bien... ¿saco el balón? ─ Se aseguró Luis incorporándose de las escaleras.


Estaban un poco entusiasmados cuando Luis salió de su apartamento con la pelota de Voleibol en las manos, agotados de arrastrar aquella semana gris, bajan a prisa las escaleras, tras llegar al estacionamiento dibujan con ayuda de un pedazo de ladrillo rojo, los cuadros de anotaciones con sus iniciales, trazan la raya donde lanzarían la piedra para elegir el "fusilador", explicado que debían llegar al primer árbol en la entrada de la residencia y volver, sin ser tocado por el balón, les era fácil comprender las reglas.


Empezó lanzando Luis, la piedra cayó en el nombre de Eliel, todos los demás corrieron al primer árbol, casi en la entrada de la residencia, mientras Eliel tomaba la pelota y corría detrás de ellos, después de llegar de último al árbol, podía ahora fusilar a algunos de los otros para librarse de acumular las tres marcas en el cuadro de puntuación, lanzó la pelota tratando de pegarle a Judy, pero falló. Tras recogerla, descubrió a Isaac corriendo al último mirándolo con notorio miedo por ser tocado, Eliel pinta una sonrisa malvada.


─ ¡Estás Frito! ─ celebró Eliel, lanza con todas sus fuerzas el balón, Isaac se agacha al instante, pasando el balón sobre su cabeza sin tocarlo.


luego Isaac abre los ojos sorprendido de su suerte, rápidamente se pone de pie, y enseñándole el dedo del medio vuelve al cuadro corriendo, quedando libre, marcando la primera "x" para Eliel, si llegaba a acumular tres, sería fusilado brutalmente con la pelota por los demás jugadores.


─ ¡No es justo!... ─ se escuchó refunfuñar a Eliel al incorporarse a los demás. ─... ¡Isaac se agachó! ─


─ ¿Qué querías? ¿Qué me quedára esperando el pelotazo? ─ vaciló Isaac.


En aquel momento, surge la señora Ema por el portal de la torre "H", vestía muy elegante, llevaba un vestido negro corto que llegaba por las rodillas, y unos tacones altos.


─ ¡Eliel! ─ llamó la mujer al tiempo en que los niños la veían llegar frente a ellos. ─ ¡Ya voy saliendo!... te guardé la cena en el microondas... ¿seguro de que estarás bien solo? ─ cuestionó revisando su pequeña cartera y lanzando una mirada a su hijo.


─ ¡Claro, mamá! ─ aseguró Eliel sonriente.


─ Bueno... Dios te bendiga... no entres muy tarde, por favor─ le dijo continuando su partida fuera de la residencia hablando por su celular.


─ ¿A dónde va tu mamá tan guapa? ─ cuestionó Luis con una expresión morbosa.


─ ¿Qué te sucede pervertido? ─ regañó Eliel.


─ ¡No es perversión!... además sí está linda─ respondió Luis, causándole gracia a todos los presentes menos a Eliel, quien lo miraba con cierta perturbación.


─ ¿vas a quedarte solo esta noche? ─ le preguntó Francy de pronto.


─ Sí, mamá va a salir con unas amigas del trabajo─ Respondió Eliel, tratando de borrar la marca dibujada en la columna de su inicial, frotando con la suela del zapato mientras sus amigos no se daban cuenta.


─ ¿tú solo? ¿Tu hermano mayor no está? ─ intervino Charles.


─ No, Manuel está quedándose en casa de mi abuelo, en el sector "El Consejo"─ respondió Eliel, notando que aquella marca había aclarado, pero no se había borrado.


─ bueno... sigamos jugando ¿no? ─ dijo Isaac de pronto. Eliel hizo una mirada hacia su amigo, tenía razón mejor era continuar.


Luego, Eliel tenía que lanzar la piedra desde la marca, pensaba a quien lanzarle el turno con la pelota, aunque tenía miedo de que por accidente volviese a tocarle a él.


arroja la piedra y cayó en la inicial de Luis, Instantáneamente todos salen disparados hacia el primer árbol entrando a la residencia, Luis, derrapa sobre el jardín de la torre "G" tomando el balón y corriendo tras sus amigos, Francy y Judy ya estaban regresando cuando Luis alcanzaba a los demás muchachos.


Se libran Charles e Isaac, seguido Eliel y Luis al mismo tiempo, Luis automáticamente, dispara el balón por la espalda a Eliel, quien se frena de golpe con aquella frustración. ─ ¡Coño de su pepa! ─ bramó persiguiendo el balón, y rápidamente persigue a sus amigos Luis e Isaac, quienes huían de él mirando atrás con una enorme sonrisa.


Eliel, corrió tan rápido como pudo y lanzó la pelota hacia las piernas de Luis, casi rodando sobre el asfalto, Luis vuelve la mirada apenas dándose cuenta de que el balón lo había logrado tocar, con desanimo se devuelve tras la pelota, al tiempo en que Eliel pasa corriendo junto a él haciendo una risita burlona.


Isaac apenas se unía a Charles, Judy y Francy cuando vuelven la mirada al estacionamiento para vislumbrar el desenlace de aquella ronda, Eliel se aproximaba trotando muy sonriente, cuando de pronto, se ve venir el balón por el aire, directo hacia la cabeza de Eliel. ─ ¡Ay, Coño! ─ soltó Eliel tras el golpe sorprendido.


Aquellos cuatro niños párados sobre el tablero de puntuaciones, soltaron una parranda de carcajadas, Eliel enojado vuelve la mirada descubriendo a Luis corriendo hacia ellos, y pisando en el tablero dibujado en el suelo.


Eliel no distingue la pelota por ningún lado, bufó enojado, estuvo tan cerca de librarse y ahora llevaba dos marcas, vuelve la mirada a Luis.


─ ¡Eso fue suerte! ─ sentencia un poco frustrado caminando de regreso en búsqueda del balón.


Sus amigos aún se reían, fue tan impresionante el tino de Luis, como graciosa la reacción de Eliel.


Alejándose de los comentarios de sus amigos, Eliel se detiene en medio del estacionamiento, que estaba iluminado a medias, buscando aquel juguete con la mirada, no lograba concebir que hubiese caído lejos.


Cuando de pronto, nota que surge rodando debajo de la camioneta picó del padre de Charles hasta sus pies, Eliel hace la mirada hacia el lugar extrañado y piensa que tal vez la pelota rebotó hasta la pared y regresó por debajo del vehículo.


Levanta el balón del asfalto, y se vuelve caminando de regreso con sus amigos a la entrada de la torre "G".


─ ¡vengo yo a lanzar la piedra! ─ anuncia Isaac al tiempo en que la recogía. Lanzó y corrió después de ver la piedra caer en la inicial de Charles.


Acto seguido aquel grupo de niños corrió velozmente, Charles era muy rápido, a media carrera los había alcanzado a todos, cuando de pronto los tres niños que iban por delante se frenan de inmediato, haciendo que los otros tres lo imiten; Pues:



Había una niña de pie junto aquel árbol, los niños, quienes la miraban, estaban paralizados de miedo ante aquella silueta a medio iluminar.


─ parece...─ balbucea temerosa Judy, todos estaban seguros de que era la niña que les apareció en la camioneta blanca.


─ ¡¿Quién eres?! ─ soltó de pronto Isaac, estaba tan asustado, que lo hacía rabiar consigo mismo. Sus amigos dedicaron una breve mirada hacia él, preguntándose si su amigo había perdido la cordura.


─ ¿Dónde está? ─ se escuchó decir a Charles, lo que los hizo darse cuenta de que la niña había desaparecido así sin más delante de sus ojos.


─ ¡Ay, no! ─ Chilló Francy, y los demás niños comenzaban a buscar alrededor con la mirada, asustados y agitados.


─ ¿A dónde se fue, Charles? ─ se escucha a Eliel preguntar nerviosamente mirando a todos lados, los seis niños comienzan a agruparse en un pequeño círculo.


─ ¡Yo que voy a saber! ─ soltó Charles no menos nervioso.


Isaac estaba temblando, era como corriente pasando por su cuerpo, miraba a todas las esquinas, los rincones, cuando de pronto, se detiene con la mirada en el árbol de jobo más pequeño, el que estaba allí cerca, junto a la camioneta blanca accidentada.


Estaba distinguiendo una forma, una silueta, estaba seguro, allí se escondía la niña. ─ ¡Está allí! ─ musitó casi seguro.


─ ¿Dónde? ─ inquirió Eliel al tiempo en que se unían a mirar con Isaac.


─ ¡Allí! Junto al tronco del árbol─ volvió a decir temblando del miedo, sin quitar la mirada de aquella oscura sombra.


─ ¡yo no veo nada! ─ comentó Charles parpadeando.


─ ¿Estás seguro? ─ inquirió Francy.


Isaac temblaba, mientras asentía con la cabeza.


─ ¡yo tampoco la veo! ─ reconoció Luis.


─ ¡Se fue! ─ saltó de pronto Isaac. ─ ¿A dónde se fue? ─


se dieron vuelta buscándola nuevamente, cuando frente a ellos, a unos pocos metros, pudieron verla, era tan pálida, como si estuviera congelada, su nariz redonda y caída, sus ojos grandes y oscuros mirándolos, llevaba un vestido de pijama color blanco.


Aquella niña se parecía un poco a Francy pero era un poco más alta, y tenía el cabello más largo también.


─ ¡Ya los descubrió! ─ se escuchó decir a aquella aparición frente a ellos, apenas fueron capaces de verla.


Tan pronto la escucharon hablar, Eliel soltó un grito tembloroso iniciando una carrera de regreso a la torre, con sus amigos detrás de él.


Antes de entrar, Isaac volvió la mirada al estacionamiento, vislumbrando que aquella niña los miraba fijamente, parada algunos metros más cerca de ellos bajo el tablero que indicaba la entrada de la torre "H".


Tras cerrar aquella puerta, los niños se detienen en las escaleras, tratando de recuperar el aire y recomponerse, antes de que volviese a salir otro adulto reclamando por los gritos.


─ ¡Era ella!... ─ dijo Eliel aun perturbado por la aparición. ─ ¡Era la niña fantasma! ─ jadeaba caminando de un lado a otro, vigilando que no se apareciese por el portal.


─ ¡Ya nos dimos cuenta! ─ replicó Luis también jadeando.


─ ¿Por qué se nos está apareciendo? ─ preguntó Francy casi chillando, estaba realmente asustada.


─ ¡Verdad! ─ intervino Judy. ─ ¿Por qué se nos está apareciendo? ¿Estamos portándonos mal?


─ No lo sé─ musitó Isaac pensativo.


─ ¡Yo no me porté mal!... he hecho todas mis tareas, no me meto con nadie, soy una buena persona─ soltó Charles notablemente nervioso.


─ ¡Si, tú! ¡Claro! ─ le contradijo Eliel mirándolo y vigilando la entrada del edificio.


─ ¿Qué quieres decir? ─ replicó Charles.


─ ¡Oigan! ¡No peleen! ¡No es el momento! ─ regañó Judy.


─ es cierto─ comentó Luis. ─... debemos permanecer juntos, para cuidarnos de esto.


─ ¿cuidarnos? ¿Crees que quiera hacernos algo? ─ espetó Charles preocupado.


─ No lo sé─ respondió meditando el asunto. ─... solo... digo que si algo se nos está apareciendo dos veces seguidas, deberíamos tener más cuidado.


─ ¡¿Quieres decir que se nos puede aparecer de nuevo?! ─ concluyó Eliel su propia teoría.


─ Luis... ─ se escuchó musitar a Isaac, y sus amigos lo miraron. ─... ¿notaste algo? ─ Su amigo, negó con la cabeza sin comprender.


─ no era Diana Carpio─ reveló Isaac.


─... no, eso no lo sabemos, yo, no pude distinguirla ─ se excusó Luis, él aún estaba seguro de que se trataba de la niña desaparecida.


─ Yo si la vi...─ intervino Charles, luego hizo la mirada hacia Luis. ─... a mí se me hizo parecida a Francy.


─ ¿A mí? ─replicó Ella.


─sí, se parece mucho a ti─ respondió su hermano, mirándola aun con aquella mirada pensativa.


─ Pero... yo no... ¿Por qué se parecerá a mí? ─ se cuestionó, y luego hace una mirada a su amiga junto a ella, quien se encogió de hombros, tan sorprendida como ella.


─ ¿notaron como desaparecía de un lugar a otro? ─ participó Eliel aun nervioso. ─ En... en un momento estaba en el árbol de la entrada, y de pronto en el otro árbol de jobo... y luego detrás de nosotros...─Eliel parecía alterado.


─ ¡Cálmate! ─ Le pidió Luis, haciendo señas, recordándole que los adultos podrían salir a regañarlos por la bulla.


─ Luis...─ vuelve a decir Isaac tras pensarlo por unos segundos. ─... creo que no se trata de Diana.



─... y si no es Diana... ¿quién es? ─ cuestionó Luis nuevamente.


─ No lo sé─ dijo Isaac.


─ puede ser la niña de mi colegio... o de cualquier otro colegio, Luis─ intervino Charles.


─... pero, creo que Luis tenía razón...─ comenta Isaac obteniendo la atención de sus amigos. ─...tal vez, esa niña si nos ha escuchado hablando sobre los demás niños desaparecidos, e intenta comunicarse con nosotros... ─ reveló Isaac aquel pensamiento.


─ ¿Por qué ahora sí lo crees? ─ espetó Luis sorprendido. ─ ¿por qué lo dices, Isaac? ─



─ ¿escucharon lo que ella dijo?... ─ inquirió Isaac a sus amigos, quienes permanecieron en silencio esperando su respuesta. ─... "Ya los descubrió" ─ les recordó.


─ y... ¿eso que quiere decir? ─ cuestionó Judy confundida.


─ No lo sé... pero eso sonó como una...─ decía Isaac temeroso, mirando a sus amigos.


─...sonó como una advertencia ─ completó Charles, comprendiendo de lo que Isaac hablaba, sus amigos intercambiaron miradas preocupadas.


─ entonces estamos viendo a una de las niñas desaparecidas... que nos advierte ¿qué...?─ intervino Eliel.


─ No sé─ respondió Isaac aun pensativo, todo aquel tema le estaba dando mucho en que pensar.


─ ¡Claro que es obvio! ¡Que tengamos cuidado! ¡Que podríamos ser los próximos en desaparecer! ─ sentenció Luis.


─ ¡No digas eso Luis! ─ regañó Judy abrumada por aquel comentario.


─ ¡Luis tiene razón!... debemos es permanecer juntos y cuidarnos los unos a los otros─ volvió a decir Isaac.


─ ¿Por qué nunca antes la habíamos visto? ─ cuestionó Francy repentinamente.


Los niños intercambiaron miradas expresivas, como asegurándose de que nadie hubiese visto a aquella aparición con anterioridad.


─ es cierto... a mí nunca se me había aparecido─ reconoció Charles después de pensarlo un poco.


─ A mí tampoco─ agregó Luis.


─ yo... no estoy seguro─ confesó Eliel para sorpresa de todos.


─ ¿la has visto antes? ─ le preguntó Francy, mientras que sus amigos lo observaban expectantes.


─... no, pero... en estas tardes, cuando salía a botar la basura, pasó algo muy extraño... cuando bajaba las escaleras... sentía como que alguien me seguía, de regreso fue igual... les juro que llegué a distinguir como si alguien viniese detrás de mí... y me ha pasado varias veces... ─ contó Eliel comenzando a tomarse aquel asunto del fantasma, más en serio.


─ ¿pero la viste? ¿Era ella? ─ inquirió Charles.


─... bueno... no, no vi que era ella, pero se sentía muy aterrador...─ respondió Eliel.


─ ¿Por qué no nos habías contado? ─ inquirió Judy.


─... la verdad, pues... me parecía muy tonto... y pensé que se burlarían de mí antes de creerme ─ contestó Eliel, Isaac lanzó una mirada a su amigo pensando, si debía contarles lo que él también había estado viendo, pero no, él estaba viendo un monstruo, no un fantasma y su boca parecía estar maldita... pensaba que todo lo malo que narrara por su boca se convertiría en realidad.


─ tengo miedo─ comentó Francy tras unos segundos.


─ Sí, yo también estoy asustada... ─ comentó Judy.


En aquel momento se escucha una motocicleta acelerada, llegando con aquel escándalo.


─ ¡Escuchen! ─ Los interrumpe Charles. ─ creo que llegaron de nuevo esos policías.


─ ¿Cómo sabes que son los policías? ─ inquirió Eliel susurrando.


─ ¡Por el sonido del motor de las motos! ─ explicó Charles, cuando notaron que llegaba aquel oficial de policía por sus pisadas fuertes, con sus llaves, abre la reja de vidrio y entra a la torre, los niños abrieron espacio en las escaleras para que el oficial pasara, aquel hombre moreno de rostro enojado, lanzó su mirada hacia Isaac, sus ojos eran negros y parecían malvados, el hombre cruza en el descanso de las escaleras mientras se escucha interferencia en su comunicador radial, parecía tener un poco de prisa en sus pasos, que se escuchaban en toda la escalera del edificio.


Los niños aguardaron en silencio, hasta escuchar la puerta del apartamento cerrar en las plantas superiores.


─ es ese policía otra vez─ comenta Judy para sus acompañantes.


─Sí, yo les dije...─ comentó Charles.


─ ¿Qué estarán haciendo en ese apartamento? ─ inquirió Eliel.


─ pueden haberse mudado allí, lleva bastante tiempo vacío ese apartamento─ comentó Isaac, Judy y Luis asintieron confirmando.


─ ¡Así mejor! ¿No? ─ espetó Charles. ─ ¡Estaremos más protegidos! ─ dijo después.


─ si siempre van a llegar después de que todo pasó... no tiene chiste─ comentó Eliel con vacilo.


─ ja, ciertamente─ apoyó Isaac.


─ Pero si es bueno que estén aquí...─ intervino Judy, obteniendo la mirada de todos. ─... pues, en caso de que de verdad estemos en peligro.


─ ¡Es cierto! ─ apoyó Luis. ─ Si el secuestrador de niños aparece por aquí ya sabemos a qué apartamento debemos ir.


─No lo sé... a mí tampoco me da muy buena espina ese policía─ comentó Isaac.


─ ¿Por qué no? ─ cuestionó Charles.


─ No lo sé... por encima se le ve que es malo─ comentó.


─ ¿crees que sea malo? ─ repitió Charles.


─ Sí, no lo sé... sólo, no sé, no me da buena espina─ se justificó Isaac, queriendo ya cambiar el tema, aquella situación se había hecho muy cansona para aquellos pequeños niños, estaban estresados, se sentían atrapados dentro de la torre nuevamente.


─ ¡Charleeees! ─ se escuchó a la señora Ramona llamar a todo pulmón.


─ ¡que fastidio! ─ resopló Charles antes de virarse hacia la reja de la torre. ─ ¡¿QUÉ?! ─ gritó él con más fuerza.


─ ¡SUBE! ─ se escuchó a la señora Ramona responder.


─ nos vemos muchachos, ya son las diez seguramente─ se volvió hacia sus amigos, se acomodó las gafas y con un saludo de puño se despidió de cada uno de sus amigos.


─ nos vemos mañana...─se despidió de nuevo llegando al descanso de las escaleras.


─ ¡Espera!... ─ lo detuvo Isaac. ─ ¿Qué van a hacer? ¿Entramos ya? ─ preguntó a los otros tres vecinos.


─ sí─ respondió Judy. ─ la verdad ya tengo hambre y sueño─ explicó.


─ Bueno entonces nos vemos mañana...─ se incorporó Eliel aceptando. ─... yo no quería entrar todavía, pero bueno.


─ lo siento, Eliel─ respondió Isaac.


─ no te preocupes... así veo alguna película comiendo cotufas─ sonrió despidiéndose.


Sus amigos se rieron de aquel muchacho y sus ocurrentes comentarios, tras desearse las buenas noches, cada quien tomó su camino, Luis y Judy volvieron a despedirse de Eliel en el pasillo derecho de la primera planta.


Eliel estando solo en su casa, recalentó aquella hamburguesa que su mamá le había dejado en el microondas, sobre el mesón en la cocina sirvió la hamburguesa sobre un plato, a un lado la acompañó con una ración de papas a la francesa que tenía guardada en el refrigerador.


Luego tomó un vaso de la despensa y fue directo al refrigerador donde sacó una gaseosa de cola negra, se sirvió, guardó el restante de vuelta a la nevera, luego regresó al mesón, llevándose su cena y su gaseosa al cuarto de su madre, adjunto a la entrada del apartamento.


Se echó sobre la cama de su madre, que aunque aquella habitación era bastante pequeña... tenía los mejores cobertores de cama, el colchón más cómodo, la pantalla plana y el aire acondicionado... ¿Qué más podría necesitar?.


Mientras veía caricaturas gracias a la televisión por cable, terminaba aquella deliciosa hamburguesa, estaba buenísima, tenía queso amarillo, huevo, papas, ensalada de tomate, lechuga, cebolla y aguacate; además de la carne de hamburguesa tradicional, tenía tocineta y pollo a la plancha.


Eliel estaba como un rey, no podía comerse las últimas papas, estaba que casi se le devolvía la comida, pero no quería parar, tomaba tragos largos de gaseosa negra para pasar la comida.



Lo bueno de quedarse solo era que podía estar a sus anchas, hacer lo que quería, en plena pausa comercial, salió al baño al fondo del apartamento, disparado a orinar, se quitó toda la ropa al salir, la arrojó dentro de su habitación desde la puerta del baño y en ropa interior corrió por la sala, saltó a la cama cayendo sobre el plato donde había comido.


Descubriendo que aún le quedaba tiempo mientras pasaban los comerciales, volvió a la sala a servirse un poco más de gaseosa negra, y eructando de regreso a su trono, apagó la luz de la sala dejando todo el apartamento a oscuras, solo la luz de la luna se colaba por la ventana, y el poco resplandor de la TV que se escapaba de la habitación de su madre.


Viendo una caricatura de las aventuras de un samurái en la época moderna, comenzó a caer rendido ante la pesadez de sus párpados, sentía un ligero mareo mientras se incorporaba del lecho, buscando en la mesa de noche a los pies de la cama el vaso con gaseosa, estaba ligero, miró dentro y estaba vació. Aquel adormecimiento, era extraño, Eliel sentía que el apartamento parecía estar moviéndose ligeramente, le parece escuchar a lo lejos la risa de un niño, vuelve la mirada confundido fuera de la sala, el apartamento estaba a oscuras, solo aquellas franjas plateadas se colaban por la rendijas de la persiana sobre las ventanas de la sala en aquella noche fría. Eliel podía ver el pasillo hacia su cuarto tornándose tan oscuro que no podía verse nada; (la puerta del cuarto de baño debe de estar cerrada, o la luz de la luna hubiese iluminado el pasillo colándose por las ventanillas del baño). pensó Eliel. Quién siente un ligero escalofrió que recorre su cuerpo, su piel se mantiene erizada un instante mientras trataba de mirar en lo profundo de la oscuridad de aquel corredor, traga en seco, con el vaso ya en mano, mira al suelo, se acomoda con cuidado acostándose boca abajo, con temor, quería mirar bajo la cama, pero tenía miedo... ¿y si al asomarse la niña estaba allí?... sacude la cabeza quitándose esas ideas de la cabeza, no quería pensar en ella, si sus amigos tenían razón, hablar sobre los niños perdidos la había atraído a ellos... era mejor si quiera pensar en el tema, no vaya a llamarla con el pensamiento, se escuchó un silbido de dos tonos, a lo lejos, como si fuese fuera del apartamento, Eliel lanza la mirada a la sala nuevamente y se decide a poner el primer pie sobre el suelo, un segundo después pone el otro, trata de calmarse respirando profundamente.


Sale de la habitación de su madre lentamente, fingiendo estar tranquilo llega hasta el mesón y de pronto le parece escuchar a alguien susurrando su nombre, vuelve la mirada al fondo del pasillo un poco nervioso, no pudo haber sido su madre, ni su hermano, ni nadie, él estaba solo allí.


─ ¡Que no me salga la niña! ¡Que no me salga la niña! ─ pedía de pronto, casi inaudible, recordó, mejor era no pensarlo pero, vuelve a escuchar que susurran su nombre, y aquel escalofrió recorre su espalda una vez más, aun mirando al fondo del pasillo, siente que la habitación se hace más fría, sus piernas, su pecho y sus brazos estaban helándose.


─ ¿Eliel? ─ se vuelve a escuchar esta vez muy claro, parecía ser fuera del apartamento, Eliel volvió la mirada hacia la puerta junto a él, tratando de identificar la voz de aquel niño, sí, parecía ser un niño varón pero Eliel, no lograba compararla con ninguno de sus amigos de la residencia. Se inclina debajo del mesón buscando en la oscuridad una cubeta que tiene allí boca abajo, junto a la tubería del fregadero, en silencio y con mucho cuidado coloca suavemente la cubeta en el suelo frente a la puerta, y apoyándose de la pared se sube a la cubeta procurando no hacer ruido, luego se asoma por el ojo de la puerta, pero no logra distinguir más que sus rejas y la reja de la casa de Luis y Judy, no había nadie aparentemente en el pasillo de afuera.


Nervioso, Eliel lanza la mirada al corredor, estaba tan oscuro que parecía una gran pared negra al fondo del pasillo, absolutamente negra, pero él no podía evitar sentir que algo lo miraba desde aquella oscuridad, ahí recuerda, y aún montado en la cubeta, se vuelve hacia la pared detrás de él, y enciende la luz de la sala, pisando el botón superior del interruptor en medio de la pared.


Entonces queda iluminado el lugar, estaba la nevera, la pequeña mesa cuadrada de adornos en medio de la sala, los sofás, el corredor, y el cuarto de baño, que aunque estaba un poco oscuro, aun así se podía apreciar que no había nadie dentro del baño, Eliel suspira con un poco de alivio, vuelve la mirada una vez más dentro del baño pero efectivamente, estaba vacío, baja de la cubeta, la toma y la vuelve a colocar debajo del fregadero en el mesón, vuelve a la nevera, abre la puerta, y saca el tarro de gaseosa y se sirve un gran vaso de cola negra, aun con el tarro en la mano, se bebe la gaseosa de a tragos grandes, disfrutando el sabor de la cola negra helada, trago tras trago, luego se bebió el fondo restante de gaseosa en el tarro, directo del pico, soltó un eructo enseguida, cerró la nevera, volvió al mesón, botó el tarro vacío en la papelera a sus pies, y luego abrió la llave del agua para fregar el vaso, el agua del grifo estaba también muy helada, estaba realmente fría toda la casa, incluso estaba frío el piso de cerámica roja en sus pies descalzos, cuando terminó de lavar el vaso lo sacudió dentro del fregadero y luego lo puso a secar en el coladero adjunto.


Nuevamente nota que alguien silva en las lejanías. Eliel escucha aquel silbido volviendo la mirada hacia la ventana preguntándose ¿Quién será? Sacudiéndose las manos camina hasta la ventana rodeando el mesón, y con los dedos abre las persianas mirando al estacionamiento de la residencia, estaba un tanto vació y a penas iluminado, tras unos segundos contemplando la vista nocturna de la residencia comienza sentirse un poco temeroso, recordando aquella aparición, vuelve frotándose los brazos con sus manos para calentarse un poco, era mejor irse adormir, llega hasta la pared junto a la puerta del apartamento tratando de no pensar más en aquel tema, apaga la luz pisando nuevamente el botón, quedando de nuevo a oscuras con aquellas franjas plateadas en medio de la sala, y arrastrando los pies camina hacia su habitación contemplando como se iluminan dibujando franjas con la luz que se colaba por la persiana, Eliel gira, vuelve la mirada hacia la ventana: la luz entrando a través de las pequeñas rendijas estaban haciendo delgaditas barritas de luz en la oscuridad. cruza ligeramente evitando un bulto en la oscuridad que identificó como el posa brazos de uno de los sofás de la sala, entra hacia el corredor, volviendo la mirada al fondo al tiempo en el que distingue dos pequeñas esferas amarillas luminosas flotando parejamente, muy alto dentro del oscuro pasillo, le parece volver a escuchar aquella risa de un niño, pero esta vez parecía un eco, que se escuchaba muy lejos.


Eliel, se detiene mirando aquellos dos puntos brillantes dentro de esa oscuridad absoluta, incluso le parece oír algo dentro, agudiza el oído intentando distinguir, era como aire, ¿será la brisa? Se escuchaba como, una respiración, lenta y pesada, su piel se pone de gallina, exhala lentamente distinguiendo su aliento en el aire, del frío que hacía aquella noche.


El niño comenzaba a preguntarse qué era aquello que estaba observando... de pronto para su sorpresa caen las esferas al suelo como si fueran dos metras, sin hacer ruido al caer, ruedan y se detienen de pronto, Eliel permanecía mirando fijamente sin moverse, tratando de entender lo que estaba viendo, comenzaba a ponerse tembloroso, aquellas esferas rodaron nuevamente sobre el suelo, acercándose entre ellas a cierta distancia una vez más y volviendo a elevarse hasta la altura de Eliel.


Eliel, comenzó a temblarle las piernas al tiempo en que siente un escalofrío como si miles de hormiguitas recorrieran desde sus pies hasta la cabeza, tartamudeando, sigue mirando aquellas dos esferas al fondo del pasillo, aquella respiración comienza a escucharse un poco más clara, parecía ser una respiración un poco más calmada.



─ ¿Me olvidaste, Eliel? ─ se escuchó de pronto la voz de un niño, Eliel dio un pequeño brinco espavorido ante aquello.


Perplejo y asustado, se queda mirando en la oscuridad. ─ ¿me olvidaste, Eliel? ─ se escucha de nuevo a aquel niño cuando empieza a distinguir aquella silueta en la oscuridad. ─ ¿me olvidaste, Eliel? ─ vuelve a oírsele decir mientras se acercaba un poco, permitiendo que se le distinga un poco mejor con la reflexión de la luz, era un niño moreno de cabello rollito pegado a la cabeza, cara redonda con las pupilas amarillas como las de un felino y brillantes, aunque se veía un tanto pálido con aquella poca de luz, sus ojos dejan de brillar gradualmente al tiempo en que se hacen comunes y de color café, Eliel no podía moverse, temblando observa a aquel niño que le parecía familiar...


─ ¿me olvidaste? ─ vuelve a preguntarle mirándolo fijamente con una extraña segunda voz saliendo de su boca, Eliel lo reconoce de pronto...


─ ¿José? ─ tartamudeó Eliel, era el compañero de clase que había desaparecido.


─ ¿ya me olvidaste, Eliel? ─ vuelve a preguntar aquel niño en la oscuridad inclinando la cabeza a un lado, aun mirándolo fijamente. ─ ¿ya no te acordabas de mí? ─ parecía algo triste.


─ Yo... yo─ tartamudeó Eliel, recordando sus palabras en el pasillo─ Lo siento, José... no fue mi intención yo no...─ dijo Eliel temblando de miedo, no quería hacer enojar al espíritu de su compañero de clase, no había sido su intención olvidar que había desaparecido, ni olvidarse de él, ahora aquel niño parecía habérsele presentado para castigarlo por su falta de humanidad.


─ me olvidaste, Eliel...─ le interrumpió aquel niño con aquella voz tranquila y sombría que de alguna forma lograba hacer que a Eliel se le erizara toda la piel. Se escucha de pronto como un leve rechinido provenir del oscuro lugar. ─... ¿Sabes dónde estoy? ─ preguntó con aquella extraña expresión perdida.


Eliel sintió por un momento miedo de saber la respuesta, pero repentinamente su mente, le recordaba que estaba muerto, quizás José no sabía dónde estaba su cuerpo, quizás estaba enterrado en el Cementerio, pero su espíritu no lo sabía, un sentimiento de tristeza de pronto invadió a Eliel, José ha de sentirse perdido o asustado, debe estar muy confundido, ahora no podría volver a ver a su madre, ni salir a jugar con sus amigos, no podrá ir a la escuela para convertirse en un adulto, jamás podrá casarse ni tener hijos, ni auto, ni un hogar, era solo un niño, que ya no tenía ningún futuro, aquella sensación lo hizo mirarlo con los ojos humedecidos, preguntándose si esa también sería su última noche, estaba sudando, tenía ganas de salir corriendo de allí pero ¿A dónde? Estaba solo.


─ ...No... lo sé─ tartamudeó Eliel en respuesta por fin, mirando la cara de José apenas iluminado por el rebote de la luz que se colaba por las persianas de la sala, de pronto comenzó a hincharse como si fuese inflado con burbujas de gases, desfigurándose y respirando aceleradamente, como si estuviera enojándose.


─ ¡Estoy muerto! ─ dijo aquel niño en la oscuridad. Comenzó a correr hacia Eliel pisando fuertemente, Eliel no espero a verlo aproximarse, giró corriendo soltando un grito ahogado de regreso a la sala ─ ¡ESTOY MUERTO! ¡ESTOY MUERTO! ─ lo escuchaba gritar detrás de él, con aquella terrible segunda voz que acompaña su voz infantil, seguido de aquellas pisadas que se hacían cada vez más pesadas y fuertes siguiéndolo.


Eliel atraviesa la sala corriendo, y después de pasar la parte iluminada por la poca luz que se colaba, vuelve la mirada atrás vislumbrando con ayuda de la misma, aquel enorme niño desnudo, inflado, amorfo y grotescamente inhumano, era tan grande que ya casi no iba a caber dentro del apartamento, estaba todo doblado para poder seguirlo corriendo, con aquellos movimiento tipo espasmos, repleto de llagas supurantes de sangre, podridas hediondas como a cloaca, con un gran corte sangrante en medio del pecho mientras gritaba horriblemente. ─ ¡ESTOY MUERTO! ¡ESTOY MUERTO! ─


Eliel soltó un grito, volvió la mirada al frente saltando hasta la pared adjunto a la puerta del apartamento, aún escuchándolo venir detrás de él, toca el botón del interruptor de la luz, con esperanza de que desaparezca, grita casi llorando y deseando que su mamá no se hubiese ido con sus amigas, al tiempo es que se escucha tres golpes llamando a la puerta y se enciende la luz...


... Eliel abre los ojos acelerado, tan nervioso que estaba que se orinaba, apenas podía contenerse, lanza la mirada a la sala y estaba como si nada, la mesa pequeña en el centro, los sofás cuadrados, todo, menos aquel niño abominable y tenebroso. Vuelven a llamar a la puerta, y Eliel da un brinco sobre saltado con la mirada al lugar, todavía temblando.


─ ¿Q-Quien es? ─ preguntó temeroso.


─ soy yo... Isaac─ se escuchó la voz de su amigo al otro lado.


Eliel no estaba seguro, sonaba como su amigo pero, ¿y si no lo era? ¿Qué haría Isaac llamándolo a esta hora de la noche? Ya hace mucho rato que se habían metido a sus casas después del asunto de la niña. Eliel rápidamente intentando ser silencioso, toma la cubeta nuevamente debajo del fregadero en el mesón, lo coloca frente a la puerta cuidando no hacerlo sonar, vuelve la mirada al corredor a su habitación encontrándolo vacío y deseando que permaneciera así. Apoyándose de la pared se sube a la cubeta mirando por el ojo de la puerta, apenas le lograba distinguir la cabeza en lo bajo de la puerta, sí parecía ser Isaac.


Eliel se baja, aparta a un lado la cubeta, y de la columna entre la nevera y la puerta, descuelga de un clavo las llaves del apartamento.


Abre la cerradura rápidamente, y entre abre la puerta asomándose, confirmando que se siguiese tratando se su amigo, quien lo miraba con una rara sonrisa.


─ ¿Hola, Eliel...? ─ Le saludó Isaac. ─... ¿todo bien?... ¿tú me estabas llamando en el pasillo ahora? ─ le preguntó.


─ ¿en el pasillo? ...No... ─ respondió un poco más tranquilo, efectivamente era su amigo. ─... pero menos mal que bajaste... ¡No vas a creer lo que acaba de pasarme, estoy cagado! ─ dijo aceleradamente Eliel, mientras con aquella prisa nerviosa intentaba abrir la reja de su puerta, para dejar pasar a Isaac, quien lo miraba con una extraña mirada expectante, preguntándose de que hablaba ahora su singular amigo.


Isaac entra por fin al apartamento y cierra solo la reja del lugar, dejando la puerta de madera abierta totalmente, Isaac y Eliel se reúnen en el mesón.


─ ¿estás seguro que no fuiste tú quien gritaba hace rato en el pasillo de arriba? ─ vuelve a asegurarse Isaac, estaba seguro de haberlo oído, cuando estaba con su hermana en el cuarto viendo películas, mientras que su mamá estaba orando desde hace rato, con el rosario en la mano reclinada en el espaldar de la cama.


─ ¡Enserio, no he salido! ...seguro me escuchaste gritar desde aquí─ respondió él corriendo a la esquina del corredor a su habitación, asomándose como si buscara a alguien al fondo. Isaac no creía que lo que decía Eliel fuese posible, debió haberse confundido. Se frotaba los brazos para calentarse, aquel apartamento estaba bastante helado, parecía un refrigerador, luego vuelve a hacer la mirada a su amigo quien se adentraba lentamente al pasillo asomándose como si buscara a alguien.


─ ¿tu mamá está durmiendo en tu cuarto? ─ Le preguntó Isaac apenado con susurro.


─ mi mamá no está...─ responde Eliel sin volver la mirada, parecía estar un poco más calmado ahora, entra a la habitación encendiendo la luz quedando iluminado aquel pasillo, a los pocos segundos surge Eliel vistiendo un short, mientras se terminaba de colocar la camiseta con aquella prisa, corriendo al mesón. Aun parecía un poco nervioso, volvió la mirada al corredor asegurándose de haber dejado la luz de su habitación encendida.


─ ¡No me vas a creer lo que me acaba de pasar! ─le asegura Eliel dando dos manotazos en el brazo de su amigo.


─ ¡Au! ─ Se quejó Isaac mirando a su amigo con enojo, y preguntándose de que se tratará. ─ ¿Qué pasó? cuéntame ─ pidió al tiempo en que sentía como si lo estuvieran observando, hace la mirada por alguna razón al fondo del apartamento, hacia el pasillo que da a la habitación de su amigo y el cuarto de baño. Eliel lo nota y vuelve la mirada hacia el lugar también, estaba nervioso. ─ ¿lo estás viendo? ─ preguntó de pronto.


─ ¿a quién? ─ inquirió Isaac confundido mirando a su amigo, quien vuelve a mirarlo también.


─ ¿Qué estabas viendo en el pasillo? ─ preguntó Eliel tras unos segundos, probando a su amigo.


─ nada... solo... me quede viendo para allá─ respondió Isaac y luego hizo una pequeña sonrisa esperando no sonar muy extraño.


─ ¡no! Dime la verdad─ insistió Eliel, parecía estar seguro de que Isaac estaba viendo a alguien más en el apartamento.


─...he...─ musita Isaac confundido. ─... pero, es enserio... no estoy viendo a nadie... ¿Por qué lo dices? ¿Tú sí? ─ Se sorprendió Isaac intrigado, quizás no era el único que estaba viendo y sintiendo cosas raras.


─ No... yo...─ musitó Eliel cambiándole la expresión como si hubiese estado esperando otra respuesta. Guarda silencio pensativo, y luego de unos segundos vuelve la mirada, seriamente hacia su amigo. ─ ¿puedo decirte algo?... Qué quede entre nosotros ─ dijo de pronto.


Isaac se queda contemplando su expresión, preguntándose de que se tratará; (¿Qué lograba hacer poner así de serio a Eliel? ¿Será...? ¿Será que Eliel también lo ha visto? ¿Lo ha escuchado respirar? ) pensó Isaac─ Claro, Eliel... dime ¿Qué pasó? ─ respondió él al fin con aquella intriga.


─ estaba por irme a acostar, cuando de pronto empecé a escuchar que me llamaban... primero pensé que era la niña del estacionamiento... yo me asusté─ comenzaba a contar Eliel, se veía asustado.


─ ¿Dónde fue eso? ─inquirió Isaac.


─ ¡Aquí! ─ respondió él sobresaltado, ─ ¡Aquí en el apartamento! ... antes de que llegaras...me fui a acostar cuando de pronto... veo en el baño unas peloticas amarillas brillando en la oscuridad...- Dijo e Isaac abrió sus ojos mirándolo fijamente. ─ sentía que respiraban, y de pronto escuché su voz... claramente preguntándome si... lo había olvidado, era José Paredes... de pronto comenzó a correr hacia mi volviéndose horrible, Isaac... era asqueroso como si se pudriera y se inflara luego... solo desapareció cuando encendí la luz, que tocaste a la puerta─ completó Eliel, Isaac sintió una escalofrió recorrer su cuerpo, para rematar sentía la extraña sensación de que alguien estaba cerca, escuchando.


─ ¿unas peloticas amarillas? ─ se aseguró Isaac mirándolo seriamente, Eliel asintió con la cabeza también mirándolo. ─ ¿brillantes como los ojos de un gato en la oscuridad cuando le refleja la luz? ─ volvió a preguntar.


─ ¡sí, sí! ¡Justo así!... ─ respondió emocionado, de pronto pone cara seria mirando a los ojos de su amigo. ─ ¿me estás mamando gallo? ─ espetó Eliel, pensando que su amigo se burlaba de él.


─ ¡Te creo! ─ respondió Isaac sujetándolo por los hombros y mirándolo fijamente al rostro. ─ ¡Yo también los he visto! ─ agregó después para mayor sorpresa de Eliel.


─ ¿enserio? ¿Has visto a José Paredes? ─ le preguntó.


Isaac hizo una mirada a su amigo, pensativo. ─ No... los ojos amarillos─ respondió, con temor de llamarlo al hablar sobre él, comenzaba a preguntarse ¿por qué Eliel lo vio en José Paredes y él con aquella forma?


─ ¿Cómo así?... ¿los ojos amarillos? ─ espetó Eliel de nuevo aun sin comprender.


─ es que... ¡Debes prometer no contarle a nadie más! ─ Le advirtió Isaac temeroso de que lo creyesen loco. Eliel asintió esperando la explicación de su amigo.


─ ¡promételo! ─ exigió Isaac.


─ ¡Está bien, hermano! ¡Te lo prometo! ¿Sí? cuéntame─ replicó Eliel, cuestionándose que podía poner a Isaac de esa manera.


─ La otra noche, después de la última noche de cuentos de terror... ¿recuerdas? ... ─ Eliel le confirmó asintiendo. ─... esa noche cuando estaba acostado en la cama, empecé a escucharlo... era ese silbido como el de la historia, tal cual lo había imaginado cuando lo contaba...─


─ ¿el silbido? ¿De qué historia hablas? ─ espetó Eliel.


─... el de la Colonia Tovar... el demonio que tenía los ojos amarillos─ explicó Isaac, al tiempo en que parpadearon ligeramente las luces de la sala. Eliel e Isaac vislumbraban las bombillas parpadeantes deseando no se fuesen a apagar del todo, Isaac comenzó a sentir una presencia, una muy oscura, que abrumaba como si fuese un océano tan grande y profundo como aquella oscuridad.


Eliel temblando, sin saber si lo hacía temblar más el frio en el lugar, o el miedo que sentía, también mira a su alrededor esperando que nada se aparezca. Cuando repentinamente se quedan encendidas todas las luces, ambos niños se miran las caras como queriendo decirse mentalmente alguna cosa, sabían que habían sido solo unos segundos pero fue suficiente para aterrarlos, Isaac estaba seguro que aquello era una confirmación, su "instinto" se lo decía: se trataba de aquel diablo de ojos amarillos haciéndose sentir en el lugar.


─ Eliel... deberíamos... ¿quieres quedarte en mi casa? ─ dijo de pronto Isaac temiendo dejar a Eliel solo, con aquella presencia malvada alrededor, y recordando aquel sueño que vio despierto la noche que confirmaron las muertes de Edgar y Andrés.


─ ¿enserio? ─ se sorprendió Eliel sintiendo un poco de alivio, realmente no quería quedarse asolas.


─... bueno, realmente...─ dijo Isaac, pensó un segundo en silencio. ─... Sí, vamos a preguntarle a mi mamá, está rezando allá arriba en el cuarto─ completó al fin.


No se sentía aquella energía tan pesada como hace unos instantes, pero Isaac estaba seguro de que eso, realmente estaba allí, ocultándose entre las dimensiones, en alguna sombra, o en algún lugar.


─ ¡Sí, Claro! ─ respondió de inmediato Eliel. ─ déjame dejarle una nota a mi mamá...─ anunció tomando un block de notas en la repisa de madera sobre el mesón, buscó y sacó un bolígrafo con lo que escribió la nota diciéndole a su madre que pasaría la noche en casa de su amigo Isaac, deja el block sobré el mesón deseando que su madre llegue directo a dormir, y no se dé cuenta si quiera de la nota ni de su ausencia ─ y... ¿tu papá te va a dejar?... ¿Qué me quede? ─ cuestionó Eliel tomando la llave y saliendo junto a su amigo del apartamento.


─ ¡no te preocupes por eso!... mi papá llega más tarde, el domingo en la noche─ respondió Isaac susurrando, mientras Eliel le pasaba llave a la cerradura de la puerta, luego cerró la reja y comenzaron a caminar hacia las escaleras.


─... tenemos que hablar, Eliel ─ musita Isaac mientras subían, Eliel hizo una mirada hacia él, Isaac lo observa, y luego siente que alguien los sigue por las escaleras, baja la mirada hacia atrás, pero solo le parece ver una silueta oscura reflejada en la pared de frente. ─ ¿es sobre el monstruo? ─ susurró Eliel mirándolo aún, Isaac vuelve la mirada hacia el camino, y acelera un poco el paso.


─ ¡Vamos! ─ Lo invita a apurarse, finalmente entran al apartamento empujando la puerta, Isaac cierra y le pide a su amigo que aguarde en la sala, camina hacia el pasillo entrando a la habitación al fondo, mientras que Eliel se queda mirando alrededor preguntándose ¿cómo se podían tener tantas cosas dentro de un apartamento? había un tocadiscos y radio encima de un seibó, repleto de corotos por todos lados, también había una extraña mesa con una máquina de coser incorporada, llena de bolsas repletas de cosas, apiladas encima y por debajo de la mesa. Pronto vislumbra a su amigo volver a la sala acompañado con su hermana menor, Francy.


─ ¡mi mamá dice que cuando termine el rosario viene a la sala!... ─ anuncia Isaac incorporándose al lado de su amigo, Francy se detiene mirando a Eliel.


─ ¿Qué pasó, Eliel? ─ le pregunta curiosa. ─ ¿y eso que quieres quedarte aquí? ─


Ambos niños intercambiaron miradas, y luego halaron a la niña tomando asiento en las sillas del comedor pegado a la pared de la sala. ─ ¡Francy, tenemos que contarte algo!... ─ inició Isaac seriamente.


─ Sí... realmente algo está pasando en la residencia─ acotó Eliel con aquel misterio.


─ ¿Qué cosa? ¿Contarme de qué? ─ cuestionó Francy intrigada, vuelve la mirada al suelo, donde vislumbra a su gata Pelusa caminar con cierta pereza, se extiende sentada, estirando los brazos para cargarla y abrazarla entre sus brazos, esperando la respuesta de los dos niños, quienes se volvían a observar con miradas interpretativas.


─... acabo de ver a José Paredes...─ anunció Eliel con cierto temor notorio en su voz, Francy perpleja les observa los rostros a ambos niños, esperando que fuese una broma.


─ ¿el... primo de Alfonso Lira? ─ inquirió después de unos segundos, mientras sobaba a su gata con un poco de nervios, Eliel asintió con la cabeza confirmando con la misma seriedad en su rostro.


─ ¡Bueno!... realmente... yo creo que... se trata de otra cosa─ participó Isaac, ganando la atención de su hermana y su amigo.


─ ¿otra cosa? ─ inquirió Francy confundida, ya que Eliel había afirmado ver a aquel niño fallecido, incluso Eliel aún no estaba seguro de comprender a su amigo tampoco. Isaac los observa pensativo, considerando como plantear lo que sospechaba que estaba pasando alrededor de ellos.


─ ¡Eliel!... cuéntale tú primero lo que sucedió. ─ dijo Isaac, Eliel entonces asiente.


─ bueno─ musita preparándose para repetir la historia. ─ ...estaba por acostarme cuando de pronto, sentí que había alguien en el pasillo hacia mi cuarto, estaba en la entrada del baño, habían como... unos ojos amarillos... flotando en la oscuridad...─ contaba Eliel recordándolo al tiempo.


─ ¿flotaban? ─ cuestionó Francy aun sobando a Pelusa.


─ ¡Sí!... flotaban, de pronto se cayeron al suelo y volvieron a elevarse, y surgió a la luz, al principio...─ Eliel tragó en seco. ─ ... Al principio no lo reconocí, pero él, era José... comenzó a preguntarme si lo había olvidado... parecía enojado...me decía "me olvidaste, Eliel" a cada instante... yo... intenté disculparme pero... de pronto empezó a hincharse, Francy... se desfiguró corriendo enojado hacia mi gritando que estaba muerto... en ese momento... llegó Isaac tocando la puerta cuando encendí la luz... ya había desaparecido─ contó sintiendo que tenía ganas de llorar, ahora que lo había contado con más calma, estaba seguro de que podía haber muerto en ese momento.


Francy lo observa, había dejado de acariciar a Pelusa, estaba paralizada analizando la veracidad de la historia, pero Eliel era aquel típico bromista, podría ser una treta según Francy, quien vuelve la mirada a su hermano. ─ ¿es enserio? ¿O es una broma? ─ tuvo que preguntar, a estas alturas, no estaba muy segura sobre el tema de los fantasmas en realidad.



─ ¡Es en serio! ─ replicó Eliel, parecía desear que le creyeran.


─ ahora les contaré...─ intervino Isaac, obteniendo la atención de los otros dos. ─ ¿Ambos recuerdan la historia del fin de semana que Charles se fue a la finca? ─ espetó Isaac.


─ ¡Si tú me dijiste hace un rato!... el de la Colonia Tovar...─ respondió Eliel atento.


─ ¿el cuento de... Nelson, Rosa, Y todo eso?... ¿El del monstruo? ─ recordó Francy asociándolo a la muerte de Edgar y Andrés sin querer mencionarlo.


─ ¡Sí!... ese mismo...─ respondió Isaac. ─ la noche que Luis y Judy entraron antes de empezar la noche de cuentos de terror... me quedé hasta tarde en la sala, estaba organizando el material para la exposición del colegio, cuando me fui a acostar, escuché que alguien silbaba, al principio no lo reconocí pero luego... cuando lo volví a escuchar... me di cuenta... era ese silbido de dos tonos...─ contaba Isaac.


─ ¿silbido de dos tonos? ─ repitió Francy.


─ ¡Sí! ¿No recuerdan la historia?... fue tal cual lo imaginé... así─ respondió Isaac y entonces silbó de aquella manera explicando con un ejemplo. Eliel sintió escalofríos recorrer su cuerpo, ya había escuchado aquel silbido anteriormente, fue cuando aquella cosa apareció en la oscuridad.


─ ¡Isaac! ─ bramó Eliel entonces, asustando a los hermanos junto a él. ─ ¡Yo... Yo también lo escuché! ... cuando estaba en el cuarto, y antes de que se me apareciera José─ soltó Eliel conmocionado.


Isaac hizo la mirada a su amigo, le había dado otra pista importante para lo que sospechaba. ─ ¿enserio, Eliel? ¿Lo escuchaste? ─ inquirió para asegurarse.


─ ¡Sí! ─ respondió acelerado, imitó aquel silbido de dos tonos. ─ ¡Claro que es el mismo!... lo había escuchado pero... yo pensaba que era alguien afuera... incluso me asomé a ver por la ventana, y no había nadie─ completó Eliel, estaba convencido de que era el mismo silbido.


─ ¿entonces...? ¿Qué significa? no entiendo ─ dijo de pronto Francy.


─ ¡Es el monstruo! ─ sentenció Eliel en respuesta.


─ ¡Esperen!... ─ los interrumpió Isaac. ─ ... eso no es todo... como les decía; yo reconocí aquel silbido, y me paré un poco, a asomarme por la ventana... lo escuché silbar y parecía venir del estacionamiento de la residencia Blank, entonces escuché sus pasos, y vi su sombra acercándose, cuando vi sus piernas largas me asusté, y me alejé de la ventana con miedo... pero tenía que verlo... cuando me volví a asomar, había pasado la pared, estaba apoyándose del muro del cuarto de la bomba de agua del edificio... y lo vi, vi sus ojos amarillos... ¡Era él! ¡Se los aseguro!... ─ contaba Isaac abrumado, pero liberándose de contar aquello. ─... sus orejas, sus cachos, sus brazos... sus ojos... me miró al momento...me escondí, pero me pareció ver que subía la pared hacia la ventana del cuarto y me arropé hasta la cabeza... ─


─ ¿eso fue aquí? ¿Detrás del edificio? ─ preguntó Eliel sorprendido, Isaac asintió confirmando.


─ ¿estás seguro de que no fue un sueño? ─ preguntó Francy con un tanto de miedo, a que todo aquello que le decía fuera cierto.


─ ¡Estoy seguro!... apenas me estaba acostando y no es primera vez que siento que me asecha...─ respondió Isaac. ─ Además eso no es todo, en estos días... en la escuela, bajé al baño para ir a orinar... casi sentía esa... sensación...esa presencia... de que estaba allí... era como si... tratara de ocultarse, pero yo estaba seguro... y cuando salía del baño... me di cuenta de que algo me miraba, cuando volteé a ver hacia la biblioteca de la escuela... estaba allí agachado... yo... por un momento... sospeche que fuese esa cosa... pero también, que podría ser alguno de los niños... cuando de pronto se puso de pie, abriendo esos ojos... eran brillantes y amarillos también... ¡Era esa cosa!... salí... Salí corriendo de allí a penas lo identifiqué...─ contó Isaac.


─ ¿es enserio, Isaac? ¿No estás bromeando? ─ preguntó Francy asustada.


─ Sí, es enserio... tienen que creerme─ suspiró Isaac esperando que así fuese, aquello tenía días perturbándolo.


─ Yo sí te creo aunque... ahora que lo pienso... yo no vi a ese monstruo─ dijo Eliel.


─ No... yo lo sé... pero recuerdo que en la historia... sus... sus víctimas o a quienes torturaba... les mostraba de alguna forma... cosas aterradoras... por lo menos... algo que me hace creer que se trata de él, son los ojos amarillos... tú también los viste...─ responde Isaac sabiendo que tenía que explicarse perfectamente, no solo podía decir que era "algo que él presentía".


─ Sí... pero ¿y eso qué? ─ preguntó Eliel, sin ser suficiente para asociarlo.


─ ¿recuerdan cuando Nelson se les apareció a Rosa y a Jackson? ─ insistió Isaac, ambos niños asintieron. ─... El Diablo Rojo utilizó el cuerpo de una de sus... de sus víctimas para asustar a los demás... al igual que utilizó el cuerpo quemado de Rosa para asustar a Daniel ¿Recuerdan? ─


─ ¡Sí! Entiendo tu punto pero... a José Paredes lo mató su tía ¿no? ... la madre de Alfonso─ respondió Francy, ahora que escuchaba la teoría de su hermano mayor.


─ cierto─ intervino Eliel mirando a su amigo esperando.


─ Bueno... sí, pero puede... Bueno, yo... creo que puede haber alguna conexión─ respondió Isaac, había tomado en cuenta ese vacío en su teoría, pero algo dentro de él, le decía que aquella cosa estaba involucrada en el asesinato de los dos niños de su escuela también.


-...además, yo si creo que ese Diablo Rojo fue quien mató a Edgar y Andrés- reveló al fin Isaac, Aquello lo estaba comiendo por dentro.


Los niños, comenzaron a mirarse en silencio digiriendo y analizando aquella situación. ─... entonces...─ musitó Eliel. ─ Pero... ¿de dónde salió ese monstruo? ─ cuestionó Eliel.


─ No lo sé... he tratado de entender cómo es posible que esto esté pasando... y es difícil de... explicar... pero he llegado a pensar que tal vez...─ decía Isaac con dudas al respecto, aquella idea era una locura.


─ ¿qué? ¿Qué cosa? ─ pidió Eliel intrigado.


─ creo que quizás... de alguna forma... lo creamos nosotros... contando la historia...─ respondió al fin.


─ ¿enserio? ─ cuestionó Eliel. ─ Pero... ¿pero cómo? ─


─ No lo sé... yo solo digo que puede ser posible... yo...─ decía Isaac cuando de pronto sienten que se aproximaba la señora Ana desde la habitación del fondo.


─ Bueno, niños... ya terminé─ se escuchó a la mujer decir mientras surgía por el pasillo hacia la sala. ─ ¡Hola, Eliel! ¿Cómo estás?... ¡Ya te hacía en tu cama rendido! ─


─ Hola, señora Ana ¿Cómo está? ─ responde Eliel entre risitas nerviosas.


─ ¡Muy bien! Gracias... ─ sonrió la señora, de pie junto a los niños. ─... Isaac me comentó que tienes miedo de quedarte esta noche solo en tu casa.



Eliel hizo una mirada de regaño a su amigo, creía que no era necesario dar esa explicación.


─ Sí... algo así ─ balbuceó avergonzado.


─ ¿Qué fue lo que pasó? ─ curioseó la señora Ana.


─ es que... es que...─ musitaba pensando que decir, mientras intercambiaba miradas con sus amigos presentes. ─... sentí que había alguien en la casa... incluso escuché voces...─ respondió contando por encima.


─ ¿en tu casa? ¿Enserio? ─ preguntó la señora.


─ Sí... de verdad señora Ana...─ dijo notoriamente asustado.


─ ¡Pobrecito!... ─ respondió la mujer. ─ ¡bueno!... hoy no está Misael... y no hay mucho problema con que te quedes... pero tienen que dormir afuera en la sala... ¡espero no sea problema!... Isaac puede acompañarte... ─ respondió.


Isaac y Eliel sonrieron celebrando. ─ No, no hay problema... más bien, Gracias...─ dijo Eliel al fin.


─ ¡Está bien!... ─ sonrió la mujer y luego se volvió hacia su hijo mayor. ─ ¡Isaac, consíguele unas almohadas y sábanas a Eliel! ¿Sí?... yo te ayudo a sacar la colchoneta de la cama de debajo de la litera cuando estén listos─ pidió.


Entonces su hijo consiguió las almohadas y sábanas para ambos, era primera vez en mucho tiempo que alguien se quedaba en casa para variar.


Luego su madre, lo ayudó a sacar el colchón de su cama, y colocándolo en medio de la sala se acostaron, uno con la cabeza para un lado y el otro, para el otro lado. Tras platicar un rato más sobre aquella aparición de la niña, los dos niños cayeron dormidos.


Al día siguiente, La señora Ema había pasado temprano a preguntar por Eliel, y llevándoselo a casa para desayunar, La señora Ana, en cambio alistaba a sus hijos para ir a la misa de aquel domingo, la mujer usualmente se maquillaba muy poco, pero para ir a la Iglesia de Las Carmelitas, se pintoreteaba, se ponía los aretes finos que le había dejado su madre estando en vida, se ponía elegantes vestidos y tacones también. Había hecho que sus hijos se ducharan y vistieran elegantes, tenía que peinarlos, sus hijos eran unos rebeldes, al igual que sus cabellos gruesos.


A toda prisa caminaba recorriendo la calle Páez, con sus niños agarrados de sus manos. La señora Ana necesitaba un poco de fuerza aquella semana, y también valor, a todo pronóstico en contra, había decidido comenzar a trabajar, y cambiar un poco las cosas en casa.


Casi a mediodía, regresaban a la torre "H" con una bolsa de pan en las manos, Isaac y Francy habían permanecido casi toda la mañana en silencio, preguntándose si Dios estará observándolos y protegiéndolos... al entrar en el estacionamiento, descubren a una pareja con un infante, de pronto los reconoce, Eran aquellos oficiales de Policía de las noches anteriores, solo que esta vez estaban vestidos como civiles cualquiera, junto a ellos estaba un niño de unos nueve años de edad, era delgado y tan blanco como el lomo de un armiño, tenía los ojos casi grises, y el cabello negro oscuro. Isaac y Francy se quedaron apreciándolo fijamente mientras que su madre saludaba a la señora y al señor que acompañaban a aquel niño.


─ Disculpe... ¿tiene problema con la llave? ─ dijo la señora Ana junto a la pareja, quienes parecían retenidos buscando la llave de la reja de vidrio de la entrada a la torre.


─ ¡Hola!... qué pena, señora─ dijo la mujer con aquella imponente voz femenina. ─... es que aún no conocemos la llave, disculpe la demora─ explicó haciéndose a un lado, aun buscando en el llavero, el señor en cambio permanecía serio con aquella cara de bulldog amargado.


─ pero... tranquilos, yo les puedo abrir de una vez─ respondió la señora Ana, quien ya tenía la llave en mano, la metió en la cerradura y abrió la puerta de la reja, abriendo espacio para dejar pasar a la pareja. ─ ¿son nuevos? ¿Cierto? ─ preguntó sujetando la puerta mientras los niños terminaban de entrar uno detrás del otro, Isaac y Francy estaban intimidados por la presencia de aquel niño delante de ellos, que al entrar se hizo a un lado de la pareja frente a la reja del pasillo adjunto.


─ ¡Muchas Gracias por abrirnos la puerta!... Sí, vamos para tres semanas de habernos mudado... apenas estamos terminando de traer las cosas... ¡usted sabe cómo son las mudanzas!─ respondió aquella atlética y simpática mujer de labios gruesos y ojos rallados.


─ ¡Bienvenidos! ─ extendió la mano la señora Ana sonriente. ─ Yo me llamo Ana, vivo en el mismo piso, del otro lado, en el once ─ se presentó.


─ ¡un placer! ─ sonrió la mujer tendiendo la mano de la señora de vuelta. ─ Yo me llamo Dorian y él es mi esposo Guaicaipuro...─ se presentó mientras guardaba sus manos en los bolsillos de su mono verde y el hombre le tendía la mano a la señora Ana. ─ Un placer─ dijo con aquella voz gruesa y ronca.


Luego, la señora Dorian sujeta al niño a su lado, haciéndolo acercarse. ─ ¡él es Jairo!... nuestro hijo... ─ lo presentó.


Entonces aquel niño, tendió la mano a la señora Ana y se escuchó aquella voz como niño de la televisión ─... Hola, Jairo... un placer─ al tiempo en que volvía la mirada a Isaac, luego le tendió la mano. ─ ¡un placer! ─ dijo apretándole la mano ligeramente, y luego tendiendo la mano de Francy. ─ hola─ le saludó antes de volver hacerse detrás de sus padres.


Isaac y Francy lo miraban aún como hipnotizados por los ojos de aquel niño, era como ver una galaxia dentro de ellos, (o eso era lo que más o menos ambos pensaban).


─ ¡ah qué bueno! Otro amiguito...─ dijo la madre de Isaac y Francy, con aquella voz, contemplando aquellos niños como si aún fuesen unos pequeños bebés.─ ¡Aquí todos son muy unidos!... ─ comentó mientras comenzaban a subir las escaleras. ─... justo anoche, el muchachito de este piso, subió a quedarse por que tenía miedo de quedarse solo...─ soltó una risita la mujer conmovida, Isaac subía las escaleras con la mirada fija al niño que subía delante de él, y sin entender muy bien las razones, le había causado una peculiar impresión, no era algo malvado, ni nada por el estilo, era incluso confuso para Isaac.


─... ¡pobrecito!... incluso estaba asustado... dice que le pareció que había un fantasma en su apartamento...─volvió a reírse.


La señora Dorian también sonrió soltando una pequeña carcajada, el señor Guaicaipuro en cambio, permanecía observando a la señora Ana con seriedad. En aquel momento Jairo volvió la mirada a la mujer, aparentemente atraído por el tema de la conversación, y luego volvió la mirada atrás mirando a Isaac, quien al momento bajó la mirada, luego el niño hizo la mirada unos segundos hacia Francy, ella también lo miraba a él, luego Jairo volvió a mirar a la señora Ana, que estaba aún riéndose.


─ es que se reúnen los fines de semanas en las escaleras, a contarse historias de terror... y después no pueden dormir─ comentó la señora Ana con cierto vacilo.


─ ¡Ah sí, así son!... Jairo es igual... se queda hasta tarde viendo películas de terror... que si "Chucky", que si "Freddy Krueger"... y después quiere dormir en la cama con nosotros ─ Respondió Dorian sonriendo, mientras cruzaban la planta del primer piso hacia las otras escaleras.


Isaac y Francy vuelven a mirar a aquel niño, quien también lanza la mirada hacia ellos y parece sonreír un poco avergonzado por aquella anécdota de su madre. La señora Ana disfrutando de aquel comentario, vuelve la mirada hacia sus hijos apreciando aquella etapa de su infancia que la enternecía totalmente.


─ ... hace dos años, aquí vivía un niño llamado Miguel, que era amigo de Isaac... ─ comenzó a contar mientras sus dos hijos la observaban, Francy casi no recordaba mucho de ese niño o de su familia, antes de que se mudaran, pero Isaac si lo recordaba, a todos, Miguel había sido su mejor amigo, más, casi un hermano mayor, Miguel planificaba las mejores carreras, deslizándose por las escaleras montados en cajas de cartón, Inventaba los juegos más locos y divertidos de todos, o si no, sus historias, las que repetía de su padre Ignacio, que le contaba las noches de fin de semana cuando tomaba Whisky escuchando boleros españoles a todo volumen.


─... Miguel, ¡subía todo el tiempo a la terraza!... en las noches, cuando el faro de la esquina estaba encendido iluminando el estacionamiento... agarraba hojas secas del árbol que llega hasta ahí... y las dejaba caer... ¿sabe? Como parecen chispitas cayendo... ─ contaba la señora Ana al tiempo en que su hijo mayor recordaba. ─... bueno, una noche... Isaac y yo subimos a colgar ropa de nuestro lado de la terraza, y lo vimos echando las maticas en el faro, Isaac y yo lo miramos, pero él no se dio cuenta, así que empecé a silbar como el silbón... ─ soltó aquella carcajada seguida por la señora Dorian, mientras llegaban a la segunda planta.


─... ¡Ahí mismo llamó a su mamá! Que lo fuera a buscar, que yo no sé qué...─ soltaba entre carcajadas, la señora Dorian parecía entretenida por la conversación. Isaac estaba mirando a su madre y preguntándose, si quizás de allí habrá sacado la idea para crear a aquel monstruo,( si es que acaso ellos lo habían creado de alguna forma).


─... ¡Salió disparado!... ─ continuó contando la mujer. ─... ¡estaba más asustado! ─


La señora Dorian aun riendo, intercambió una mirada con su esposo y sonrió a su vecina. ─ ¡para que siga haciendo lo que no debe! ─ vaciló la señora Dorian, sujetando de los hombros a Jairo ─ Bueno, un gusto, muchas gracias de nuevo por abrirnos la puerta─ se despidió por fin.


─ Ay, no... tranquilos... ¡Estamos a la orden! ─ Se despidió la señora Ana caminando con sus hijos hacia el apartamento, ─ vamos niños.


─ nos vemos luego─ se despidió Jairo mirando a Isaac y Francy, y luego siguiendo a sus padres al fondo del pasillo opuesto.


Después de entrar al apartamento, Francy e Isaac se fueron al cuarto a ver la televisión mientras su madre preparaba el almuerzo, mientras su hermana estaba sentada sobre la cama de sus padres, mirando las caricaturas en la televisión. Isaac estaba acostado en su lecho, la cama de abajo en la litera, pensando en aquellas teorías sobre el monstruo: (¿Habrá sido creado aquel monstruo al contar su historia por efecto de algún tipo de magia o maldición? ¿O será que ya existía desde antes y solo invocaron de alguna forma a aquel malévolo ser?


Intentaba armar las piezas de aquel misterio, ¿por qué estaban viendo estás cosas? ¿Por qué se les apareció aquella niña y José Paredes?) ... entonces Isaac recuerda que la niña no tenía los ojos amarillos en ninguna de sus apariciones... Pero ¿qué significaba?... de alguna forma Isaac creía que aquel ser no podía ser cosa de su imaginación, ahora creía que aquello, aquello, era real... y sentía que tenía que ver con los espíritus de esos niños que habían visto... pero ¿Cómo relacionarlo? no sabía cómo había muerto esa niña del estacionamiento, parecía un poco golpeada, pero... no tenía rastro de sangre aparentemente según recuerda, de lo que sí estaba seguro sobre aquellos ojos amarillos en la aparición de José Paredes, era que se trataba de una jugarreta de aquel ser maligno tratando de engañar a Eliel... por alguna razón para Isaac todo parecía estar conectado.


Al poco tiempo su madre fue al cuarto entregando a sus hijos la taza de comida, un arroz con pollo amarillito y caliente acompañado de una pieza de pan francés para cada uno. Mientras almorzaban juntos sentados en la gran cama, mirando la película que recién empezaba en la TV, Isaac permanecía pensativo, llevaba ya un rato en ello, ahora le parecía escuchar en su cabeza una segunda voz igual a la suya, conversando sobre aquella teoría, prácticamente debatiendo consigo mismo dándole vuelta al asunto. Isaac vuelve la mirada a su madre, recordando aquella historia que contó hace unas horas atrás en el pasillo. ¿Será posible que solo sea una muy buena broma? Pero ¿Cómo sería posible? ¿Dentro de las casas? ¿En la escuela? ¿Cómo recrear semejante monstruo? ¿a la niña o a José? ... Definitivamente no puede ser una broma.


─ Mamá...─ musitó Isaac mirando a la señora Ana de pronto, quien se detiene de llevarse una cucharada para responderle. ─ ¿dime? ─ preguntó volviendo la mirada a la TV brevemente.


─... ¿tú no crees en espantos? ─ Le preguntó Isaac. Fue entonces cuando Francy, dejó de mirar la televisión y ligeramente vuelve la mirada a su madre esperando también su respuesta.


─ ¿en espantos? ─ inquirió su madre volviendo la mirada hacia sus hijos ante aquella pregunta, nuevamente la cautiva la curiosidad y la imaginación de los niños. ─ ¿por qué preguntas eso? ─ curioseó.


─ es que... hace un rato... cuando conocimos a los Policías, te estabas burlando de Eliel y de Miguel... por que le tienen miedo a los fantasmas... ─ se explicó Isaac.


─ ¡No me burlaba! ─ saltó la madre, luego se quedó unos segundos considerando la respuesta de su hijo y después de mirarlos brevemente continuó. ─... bueno, solo me da risa como se ponen nerviosos pero... eso no quiere decir que no crea en Espíritus... ─ responde la madre, mientras Isaac se queda observándola pensando en aquella respuesta.


─ ¿entonces si crees en espantos, mami? ─ espetó Francy sentada al frente de ella, inclinada de lado hacia su madre y su hermano en la cama.


─No... ─ respondió para sorpresa de ellos. ─... no creo en "espantos", pero sí creo en los espíritus... yo no sé qué interpretación le darán a esa palabra que utilizan ustedes... pero yo sí creo en los espíritus, porque todos nosotros tenemos un alma... y en eso creo... ─ completó la señora Ana.


─ Pero... no entiendo, mamá─ musitó Francy. ─ ¿Por qué se aparecen los espíritus? ─ preguntó la niña, y luego se llevó una cucharada de arroz a la boca.


La mujer reconsidera su respuesta anterior y comienza a meditar sobre lo que sus pequeños le preguntaban ─... bueno, niños... supongo que a veces las personas fallecen, y quedan con... cosas pendiente por hacer, o con personas por despedirse... ¡No lo sé!... ─ suspiró la señora Ana, recordando a su difunta madre, aunque han pasado tres años sigue siendo un enorme dolor presente en su corazón. ─...entonces... a veces, no van al cielo... ni al infierno, y quedan penando... perdidos vagando por el mundo. ─ completó tratando de darle su humilde comprensión sobre el tema.


─ ¿penando...? ─ repitió Isaac, estaba un poco abrumado por aquello que le explicaba su madre.


─ ¿Por qué tanto interés repentinamente?... ─ preguntó su madre después de contemplar sus rostros por un segundo, ─... ¿otra vez vieron a esa niña?- preguntó tratando de evitar el tema de los niños de los edificios de adelante en la residencia.


Isaac y Francy intercambiaron miradas con notoria complicidad, su madre hizo una pequeña sonrisa descubriendo a sus pequeños. ─ No deben temer a los muertos... es a los vivos a los que tienen que temer─ les sugirió su madre, sujetando a sus hijos ligeramente por los hombros.


Los niños vuelven a mirarse, no estaban muy seguro de que aquel fuese un buen consejo, no parecían aliviados, ni consolados, peor, pensaban que no entendían si quiera lo asustados que ellos estaban. Isaac quisiera poder decirle a su madre todo pero no le creerían, jamás.



─ ¿Qué es lo que te preocupa, Isaac? ─ preguntó la Señora Ana, notaba que su hijo frotaba su dedo índice derecho con su pulgar, como si estuviese ansioso. El niño levanta la mirada a su madre, tenía muchas ganas de contarle sus preocupaciones, pero sentía el terrible temor de que al hablar, lo enviaran a un manicomio y morir encerrado dado por loco. No exageraba en cuanto al miedo que tenía de ello, de verdad sentía un terrible miedo de que así fuese.


─ Mamá...─ musitó Isaac mirando con aquellos ojos a su madre. ─ ¿alguna vez... has sentido que... algo muy malo está... persiguiéndote? ─ preguntó al fin tartamudeando, realmente formulaba la pregunta buscando las palabras adecuadas para pedir ayuda.


Su madre lo miraba expectante, se preguntaba si se trataba de la situación que tenía en casa, de algún brabucón en la escuela, o si otra vez estaba un hombre asechando en los alrededores del edificio.


─ ¿hablas del hombre de la capucha, Isaac? ─ inquirió la madre un poco preocupada, pero Isaac tragó en seco, (dándose cuenta de que la historia del hombre de la capucha también la había contado él, y que con el paso del tiempo empezó a rondar por las noches un hombre encapuchado...


Los adultos no les habían creído cuando iban a contarles para entonces, hasta que una noche jugando a cazador, Judy lo encontró en la ventana del apartamento de Mai por la parte de atrás del edificio, todos los adultos salieron alertados por el grito de Judy, pero cuando los adultos fueron al lugar, y también se asomaron por las ventanas, pudieron verlo escapar corriendo hacia la canal, aprovechando la grieta en la pared, para pasarse al rio Calanche con facilidad).



─ No... ─ respondió Isaac al fin, diciéndose a sí mismo que tenía que recordar contarle a los demás lo que acaba de descubrir: el hombre de la capucha tal vez también lo habían creado. ─... hablo de sentir... como que algo malo se acerca... o va a pasar... ─ explicó.


─ ¿sentir... que algo malo va a pasar...? ─ se repitió tratando de comprender a que se refería aquel niño. ─ Bueno, tomando un poco literal tu pregunta... una vez... cuando tenía como... doce años, creo... estaba saliendo de clase, yo estudiaba en el Liceo José Félix Ribas... tu abuela, que en paz descanse, siempre me decía que viniese por la avenida, pero a mí me gustaba irme por la otra calle, por detrás del estadio de Béisbol... ¡había más sombra y a mí me parecía más corto el camino!... pero esa calle a veces era muy solitaria, apenas salí por la puerta tenía la sensación de que debería irme por la avenida... y eso, que casi siempre me iba por la otra calle pero ese día tenía un... un extraño presentimiento... pero bueno... ¿Adivinen qué? ─ les preguntó, sus hijos estaban intrigados por la historia que contaba su madre.


─ ¿qué? ─ inquirió Francy, al tiempo que Isaac preguntaba. ─ ¿te fuiste por la calle de atrás? ─ Entonces la mujer hizo la mirada hacia su hijo, y con el dedo índice lo tocó en la punta de su nariz redonda y morena.


─ ¡Sí! Me fui por la calle de atrás, cuando bajaba la esquina... sentía que alguien me seguía era una sensación, como que sabía que estaba allí...─ Isaac entonces fijó la mirada en los ojos de su madre, él conocía ese sentimiento. ─... miré varias veces atrás pero no vi a nadie, la calle siguiente era la más larga y la menos transitada, casi nadie nunca estaba allí... algo me decía que me devolviera... que aún estaba a tiempo... pero ya estaba allí y seguí caminando, a mitad del camino pegada a la pared del liceo, hay un gran árbol, después de que lo pasé, saltó un hombre... con su cosa por fuera... ─ su niña estaba horrorizada, incluso Isaac. ─... yo salté gritando y salí corriendo, ese hombre... corrió detrás de mí, yo estaba muy asustada... cuando llegué al cruce del final, pensé en esconderme entre los matorrales, pero entonces... escuché la voz de una niña que me decía "sigue, Ana Carmelia, Sigue caminando"...─ la expresión de sus hijos ante aquella parte de la historia, fue una notoria sorpresa pintada en sus rostros. ─... entonces eso hice, seguí corriendo, y el hombre seguía corriendo detrás de mí... cuando crucé a la esquina que llegué a la calle que daba a la casa de tus abuelos... estaba un auto de la policía, que milagrosamente, unos oficiales se había detenido a comprarse unos tortas frías en una casa que estaba allí... de inmediato cuando lo vieron, lo acorralaron contra la pared, y lo esposaron, luego me llevaron con mi mamá al final de la calle... ¡recuerdo a mamá tan angustiada...!─ terminó de contar la mujer, con cierta nostalgia por su madre, realmente la extrañaba.


Isaac podía sentir la tristeza en su madre, recuerda entonces aquella noche en la que falleció su abuela. ─ mamá... ¿puedo preguntarte algo más? ─dijo al fin. La mujer asintió conteniendo un poco aquella melancolía. ─... ¿quién fue esa niña que escuchaste?... ─ le preguntó curioso. ¿Habrá sido la misma niña del estacionamiento? (se preguntaba a sí mismo).


─... no lo sé, yo creo que fue... un Ángel─ respondió para mayor sorpresa, Isaac se queda analizando la posibilidad, su madre contempla por unos segundos a aquel niño, lo rodea con sus brazos, besándolo tiernamente sobre la cabeza, luego hace lo mismo con su hija, y contemplando sus caritas vuelve a comer su arroz con pollo que afortunadamente se había puesto tibio finalmente.


Más tarde Charles tocó a la puerta del apartamento para buscar a Isaac y a Francy, y juntos pasaron recogiendo a Luis, Judy y Eliel, los seis niños reunidos bajaban las escaleras llegando a planta baja, Eliel e Isaac estaban ansiosos por poner al día al resto de la pandilla. ─ ¡Tenemos que contarles algo! ─ anunció Eliel muy acelerado. ─ ¡Dirás muchas cosas!... para variar, mi mamá me hizo darme cuenta de algo que no tenía presente ayer cuando hablamos─ intervino Isaac. Charles, Judy y Luis estaban tan perdidos, que no sabían si preguntar.


─ ¿enserio Isaac? ─ cuestionó Francy mientras cruzaban el portal de la torre "H", aunque ella había estado allí cuando hablaba con su madre no se dio cuenta de nada.


─ ¡Sí! ─ afirmó Isaac mientras salían al estacionamiento por el camino de concreto sobre el jardín. ─ Pero primero tenemos que poner a Judy, Luis y a Charles al día─


Aquellos tres estaban tan confundidos como al principio, nadie llegaba a nada, si quiera a decir de que estaban hablando, de pronto sale un balón disparado a la pared de la torre "G", los niños se detienen en su andar sorprendidos por el ruido del golpe del balón chocando contra aquella pared.


Isaac vuelve la mirada buscando al que jugaba con la pelota, cuando vislumbra a aquel niño blanco como la nieve corriendo en búsqueda del balón, pronto este volvió sus ojos grises hacia él, al instante Isaac retrocedió un paso intimidado, olvidando por completo el tema de la conversación.


─ ¿Quién es ese? ─ preguntó Eliel a un lado.


─ Él...él...─ balbuceó apenas Isaac.


─ ¡él es Jairo...el vecino nuevo!... ─ respondió Francy para sus amigos, también mirando con aquella sonrisa al niño que volvía con la pelota en sus manos, caminando lentamente al grupo. ─... es el hijo de los Policías de nuestro piso─ acotó antes de que estuviera lo suficientemente cerca para oírlos.


─ ¡parece un vampiro! ─ comentó Eliel, Judy, Charles y Luis soltaron una risita ante aquel comentario, mientras que Isaac apenado pedía que se comportaran haciendo muecas con su rostro.



─ ¡Hola! ¿Cómo estás? ─ saludó Jairo a Isaac chocando el puño a penas se les incorporó.


─ ¡Hola de nuevo!─ respondió sonriendo nervioso, luego volviendo a ponerse serio. ─ Ellos... ellos son mis amigos:... Eliel, Judy, Luis y Charles...─ los presentó. ─muchachos, él es Jairo... es nuevo en el edificio.


─ ¡Hola, un placer! ─ saludó dándole la mano a todos. ─ ¡hola! ─ saludó después a Francy.


─ ¿y que hacen? ─ preguntó Jairo un poco perdido. ─ ¿puedo juntarme con ustedes?... la verdad no es tan divertido jugar solo con la pelota... ─ dijo con poco de vacilo, los niños sonrieron apreciando un posible nuevo candidato al grupo.


─ ¡Pues la verdad!... Es que ahora... ─ comentaba Eliel, pero Isaac pensó que podría hacerlo irse, y por alguna razón quería que el niño nuevo se les uniera.


─... ¡Es que! ─ interrumpió Isaac a su amigo. ─... ¡Es que queríamos... contarle unas cosas a los que no estaban ayer!... pero ─ explicaba Isaac preguntándose si el niño nuevo iba a creerles.


Eliel lanza una mirada expectante a su amigo, que parecía estarse preguntándose lo mismo.


─ ¿tú crees en espíritus? ─ soltó de pronto Francy, también estaba entusiasmada de que Jairo se les uniera, sus amigos la miraban preguntándose si ella había perdido la cabeza.


─ ¿qué? ─ preguntó Jairo con una pequeña sonrisa, cuestionándose de que iba aquella pregunta.


─ ¡ya sabes! ¿La llorona? ¿El hombre de la carretilla? ... ¿crees en "espítirus"? ─ intervino Eliel, Jairo hizo una mirada a los presente con una pequeña sonrisa.


─ ¿es una pregunta seria? ─ espetó Jairo.


─...sí... lo es─ respondió Francy sonriendo, escondiendo sus manos detrás de su espalda y mirando fijamente los ojos grises del niño. Isaac permanecía en silencio solo presenciando el momento.


─ ¡pues, sí creo en eso!... ¡de hecho!... mis... mis padres son hijos de "Oyá" y "Yemaya" ─ comentó Jairo.


─ ¿Eso que significa? ─ cuestionó Eliel con la cara arrugada.


─ ¿no saben que es ser hijo de Yemaya? ¿O de Oyá? ─ respondió Jairo con otra pregunta, como si fuese algo muy obvio a lo que se refería. Pero era evidente en el rostro de aquellos niños que no tenían la más mínima idea. ─... son practicantes de la Santería, es una religión... dónde consultas los santos, los muertos... ¿no habían oído de la Santería? ─ explicó Jairo un poco sorprendido.


─ No...─ contestó Judy, al tiempo en que su hermano negaba con la cabeza.


─ Una vez yo escuché a mi mamá decir que su hermano, mi tío Fabiano se había... metido a esa religión... y en planta baja, en el apartamento número dos... dicen que vive una señora que también es Santera... ─ comentó de pronto Isaac, obteniendo la atención de los ojos grises de Jairo.


─ ¿La bruja? ─ soltó imprudentemente Eliel, haciendo que todos volviesen a mirarlo. ─... ella ¿no?... mi abuelo dice que ella es "bruja" ─


─ Bueno, si es una de las formas en la que llaman a los santeros...─ aceptó Jairo omitiendo que conocía a la mujer de la que hablaban.


─ ¿tú?... ¿tú eres brujo también? ─ inquirió Isaac inocentemente, Jairo suelta una risita ante aquel comentario.


─No, no... ¡Aun no he decidido iniciar!... Guaicaipuro, mi papá... me ha dicho que tengo tiempo para tomar la decisión─ respondió Jairo.


─ ¿es cierto que hacen brujería? ─ curioseó Eliel, Jairo vuelve a reírse.


─ sí, son rituales... así le llaman los practicantes, o trabajos, pero sí...─ volvió a responder sorprendiendo a los niños.


─ ¿has visto que funcionen? ─ preguntó Charles cruzándose de brazos.


─ ¡un escéptico! ¿Cierto? ─ sonrió Jairo mirando a Charles.


─ ¡Este es el miembro que necesitamos!... ¡Quizás él sepa que hacer! ─ aseguró Eliel de pronto poniéndose firme y picando con su dedo índice en el pecho de Isaac.


Jairo los miraba sonriente aunque claramente no entendía de qué hablaban los niños. Isaac vuelve la mirada hacia el niño de los ojos grises, preguntándose si era aquello posible, quizás esa era la razón por la que llamaba tanto su atención, quizás era eso lo que intentaba decirle su madre con aquella historia, tal vez, no solo podía sentir las cosas malas, también las cosas buenas, quizás la moraleja de aquella historia era que: ante cada entidad malvada, hay una benigna para protegernos y salvarnos...


─ dijiste que sí crees en fantasmas ¿no? ─ musitó Isaac mirando a Jairo fijamente, ahora con un poco de valentía.


Jairo hace una ligera sonrisa, con la mirada fijamente a los ojos color café de Isaac, como preguntándose si era él quien finalmente le dirá de qué trataba todo el asunto, finalmente asiente con la cabeza y se cruza de brazos. ─ ¡a ver cuéntenme ya!... ¿es sobre lo que contaba tu mamá en las escaleras? ─ dijo con voz relajada caminando hacia el pequeño muro que separaba el estacionamiento de la canal de agua. Los otros niños lo siguen y se sientan a lado de Jairo, exceptuando a Eliel, quien se hace junto a Isaac y apoyando su brazo en el hombro de él, cruza una pierna, mirando a los otros frente a ellos.


─ ¡Bueno, primero que nada quiero que recuerden la historia del monstruo de la Colonia Tovar que conté en la noche de cuentos de terror! ─ dice suspirando Isaac: de nuevo con pesar por las muertes de los brabucones de Andrés y Edgar, tendrá que explicar todo bien.


─ ¡El de Nelson, Daniel, Sabrina...! ¿Recuerdan? ─ soltó Francy sentada a una esquina sobre el muro.


─ ¿el del choque, y el fuego en el bosque? ─ espetó Charles. ─ ¿el de los ojos amarillos? ─ preguntó Judy al mismo tiempo, la verdad es que todos (menos Jairo) pensaron automáticamente en el cuento donde sus vecinos brabucones habían sido asesinados por el diablo rojo y un grupo de personas vestidas de negro y con máscaras de madera.


─ ¡Correcto!... ─ dijo Isaac notando la mirada perdida de Jairo. ─... las noches que salimos al pasillo y nos quedamos sin nada que jugar, o si la noche lo amerita... nos reunimos a contar historias de terror inventadas...─ explicaba Isaac.


─ ¿enserio? ─ preguntó Jairo un poco fascinado.


─ ¡Sí! Es fino─ respondió Luis sentado a su lado con una sonrisa.


─ hace unas noches atrás...─ Isaac recuperó el turno de la conversación. ─ ... conté una historia que trataba sobre unos jóvenes universitarios que viajaban a la Colonia Tovar celebrando el cumpleaños de uno de ellos... ¡Daniel!... con ellos iba Nelson, quien recientemente había perdido a sus padres y a su hermano menor en un extraño asesinato, desde entonces sentía que lo acosaban, que algo estaba detrás de él, tenía pesadillas... donde veía cosas que iban a pasar, cosas malas... ¿recuerdan que había visto que esa noche todos ellos iban a morir en la colonia, antes de que su primo lo invitara?... ─ todos asintieron exceptuando a Jairo, quien de igual manera escuchaba con atención la historia. ─... después de eso, en La Colonia Tovar, Nelson veía aquella extraña figura, la escuchaba, salió a tomar aire, y después de discutir con su primo, él se va, y su primo empieza a discutir con su novia y sus amigos, que lo convencen de ir a buscarlo, cuando tuvieron que ir a buscarlo en el carro se les aparece una figura en medio de la calle, y ellos se vuelcan colina abajo, cuando despertaron escucharon a Nelson pidiendo ayuda, cerca del incendio que había causado un relámpago.... Que después se les aparecen esos... esos ojos amarillos... burlándose de ellos...─ decía Isaac, de pronto temblaba un poco,(debe admitir que al hablar de esa cosa, una sensación lúgubre y electrizante recorría su cuerpo entero).


─ ¡YA LO RECUERDO! ─ bramó de pronto Judy, sorprendiendo a todos, Jairo incluso saltó del muro poniéndose de pie, con aquella impresión en su rostro, miró a todos asegurándose de que no se hubiesen percatado de su reacción, pero todos se habían asustado, se sentó de nuevo manteniendo la mirada a la niña de cabello negro y largo.


─... ¡Yo creo que soñé con eso, esa noche! ─ comentó Judy parecía un poco nerviosa. ─ trato de recordar lo que soñé... pero no puedo... solo... recuerdo que tenía mucho miedo y estaba sudando cuando desperté.


─ ¿eso fue la noche en que supimos que murió abuelita? ¿En casa de abuelita? ─ Le preguntó Luis, recordando aquella noche en que su hermana despertó muy agitada, sudando y después volvió a caer dormida como si nada.


─ ¡Sí! ─ confirmó con aquel tono de voz dulce,


─ ¿enserio Judy? ¿Soñaste con "él"? ─ inquirió Isaac sorprendido e intrigado. Ella volvió la mirada a él, y asintió con la cabeza.


─ ¿Qué soñaste? ¿No recuerdas ni un poco del sueño? ─ preguntó de nuevo Isaac.


─ he... trato de recordar pero solo... me acuerdo de sus ojos, y su rostro...─ respondió Judy.


─ ¿eso que tiene?... fue solo un sueño─ cuestionó Charles cansado de esperar tanto para oír historias absurdas para él.


─ ¡CÁLLATE, CHARLES! ─ gritó Eliel cansado de su actitud en cuanto al tema. ─ tú mismo viste a la niña... ¡sabes que sí!... anoche se me apareció José Paredes en el apartamento.


─ ¿qué? ─ replicaron Luis y Judy al mismo tiempo sorprendidos.


─ ¡Esperen! ─ interrumpió Francy. ─ aun Jairo no termina de escuchar la historia de la Colonia.


─ disculpa que pregunte... pero ¿por qué es importante la historia? ─ cuestionó Jairo.


─ ¡a eso quiero llegar! ─ intervino Isaac. ─ esa cosa... la semana pasada la vi, por la ventana del cuarto... al principio pensé que fue mi imaginación, pero luego seguí soñando con esa cosa... hasta que esta semana que pasó... se me apareció en la escuela... anoche Eliel, creyó ver a José Paredes... pero escuchó ese silbido que hacía en la historia... y con sus ojos amarillos... en la historia el monstruo... le mostraba a sus víctimas cosas aterradoras... para jugar con ellos...─ explicó rápidamente Isaac estaba urgido por hacerlos entender. ─... creo, que de alguna forma las desapariciones de los niños... y esos entes que se nos están apareciendo... es a causa de ese... monstruo. ─ culminó mirándolos, esperando que le creyeran.


─ ¿puedo decirles algo? ─ dijo de pronto Jairo, Isaac y Eliel volvieron la mirada a él, esperando no fuese a burlarse de ellos. ─ Yo... les creo... también he visto a ese diablo rojo de ojos amarillos─ confesó para sorpresa de todos, Isaac ni nadie allí había dado esa descripción física de aquel monstruo, nada más que aquellos ojos.


─ ¿Lo has visto? ─ inquirió Isaac, sorprendido. Aquello no podía ser una coincidencia.


─ Sí...─ respondió Jairo, pero parecía estar pensando sus próximas palabras, los niños a su alrededor lo miraban curiosos esperando a que dijese algo más. ─... bueno, supongo que de alguna forma se iban a enterar algún día...- . ─... La señora Dorian y El señor Guaicaipuro no son mis verdaderos padres... ─ dijo Jairo de pronto haciendo que los niños intercambiaran miradas. ─... cuando tenía cinco años, me adoptaron... la verdad recuerdo poco de mis padres... pero recuerdo que la última noche que los vi... unos hombres entraron a casa... fueron por papá primero, pero mamá trató de protegerlo... me pidió que corriera a esconderme, yo corrí y me subí en el árbol de mango en el patio... estaba oscuro... aquellos... hombres arrastraron los cuerpos de mis verdaderos padres hasta el patio...yo... lo vi de pronto...estaba parado en la puerta, mirando como mutilaban a mis padres... después de eso... lo seguí viendo un tiempo, mientras me quedaba viviendo con otros niños en una casa en Zuata... poco tiempo después fui adoptado por el señor y la señora Gómez, desde entonces, estoy con ellos... ─ contó Jairo, la verdad era que hace mucho tiempo no hablaba sobre ese día, casi no lo recordaba, las cosas eran tan diferentes desde que comenzó a vivir con los oficiales Gómez, como padres adoptivos habían dado lo mejor que podían, juguetes, ropa, comida, un club de futbol, aunque Guaicaipuro era muy poco expresivo, y ambos casi nunca estaban en casa, cuando tenían días libres, se dedicaban a atenderlo y compartir con él.


─ ¿eres adoptado? ─ inquirió Isaac, mientras sus amigos seguían sorprendidos por aquella historia que contaba el chico nuevo.


─ Sí, pero por favor... hagan como que no les dije... la señora Dorian ha sido muy buena conmigo, y no quiero que crean que no los veo como mis padres...─ pidió Jairo.


─ Tranquilo...─ respondió Isaac. ─ entonces... ¿habías visto al demonio de ojos amarillos? ─ volvió a preguntar Isaac, (si aquello había sucedido casi cuatro años atrás ¿era posible que ellos hubiesen creado al monstruo? ) Se preguntaba con aquella nueva información.


─ ¡deberías convertirte en brujo!... y así ayudarnos a defendernos de él─ sugirió Eliel seguro de que tendría fantásticos poderes mágicos, como en la televisión.


─ No funciona así─ sonrió Jairo.


─ ¿Qué piensas Isaac? ─ le preguntó Francy a su hermano, dándose cuenta de que se había quedado colgado mirando al infinito vacío.


─ ¡Estaba por decirles!... es que es tan raro...─ respondió él volviendo en sí. ─ ayer estaba pensando que quizás, de alguna manera habíamos creado el monstruo al contar su historia, y comenzaba a creerlo posible... pues, ¿recuerdan que al tiempo de contar la historia del hombre de la capucha, comenzó a aparecerse detrás del edificio? ... pensé que había descifrado de donde venía─ comentaba Isaac, mientras sus amigos comenzaban a creer aquella teoría. ─... pero si la historia de Jairo es de hace años... entonces... el diablo rojo ya existía─ culminó.


─ ¡Pudimos haberlo invocado contando su historia o algo así! ─ sugirió Luis de pronto, sentado frente a él en el muro.


─ ¡Eso también lo he pensado! ─ respondió Isaac no tan seguro de tener las respuestas correctas.


─... eso es lo que no entiendo... ¿crear al monstruo? ¿Qué quieren decir con eso? ─ cuestionó Jairo.


─ ¡Isaac parece tener la idea de que de alguna "mágica" manera los cuentos de "las noches de terror" se están convirtiendo en realidad ... ─ explicó Charles lo que había comprendido con aquel tono de voz incrédula. ─ ¿me equivoco? ─ dijo después mirando a Isaac.


─ ¡Charles, tú mismo viste al hombre de la capucha! ─ le regañó Judy recordando aquella noche.


─ ¡Pudo haber sido solo casualidad! ─ dijo Charles en respuesta.


Eliel lo mira enojado, todo intento por llegar a algo importante, parecía hacerse nulo con los comentarios de Charles.


─ Pues... ─ musitó Luis. ─ Algo si es cierto... y Charles no puede negarlo... una niña se nos apareció esa noche en el estacionamiento...─ intervino Luis, haciendo la mirada a su amigo Isaac, parecía apoyarlo hasta cierto punto con su historia.


─ es verdad... todos la vimos─ agregó Judy.


─ ¿vieron el espíritu de una niña aquí? ─ preguntó Jairo excitado por la idea.


─ ¡así es!... se nos ha presentado dos veces─ le respondió Francy a la esquina, sentada junto a Judy.


─ ¡entonces debe de estar pasando algo! ─ aseguró Jairo. ─ ¿les hizo algo? ─ preguntó después, los niños sentados a su lado sobre el muro, negaron con la cabeza.


─ Pero... si dijo algo... esa noche─ recordó Eliel, refrescándole la memoria a sus cinco amigos. ─... dijo "ya los descubrió" ─


─ ¡Es cierto!... lo habíamos olvidado─ reconoció Luis.


─ ¿ya los descubrió?... mm... suena como un mensaje... ─ dijo Jairo frotándose el mentón tratando de entender.


─ ¿quizás?... ─ musitó Isaac. ─... quizás... hablaba del diablo rojo.


─ ¿tú crees? ─ preguntó Eliel preocupándose.


─... puede ser... quizás el espíritu de esa niña intentó advertirles de él─ teorizó Jairo.


─ yo también creo que puede ser posible. ─ musitó Isaac mirando al niño.


Pronto vuelven la mirada escuchando un estruendoso camión entrando por la residencia, era el padre de Isaac y Francy llegando por fin de aquel viaje.


─ llegó papá─ musitó Francy poniendo cara seria, mientras contemplaban el camión adentrarse lentamente en el lugar, buscando puesto junto al pequeño muro contra la seca canal del Calanche.


Tras estacionarse, se baja del camión aquel hombre moreno, pisando fuertemente con sus botas de cuero en el suelo al caer de la escalerilla del vehículo, Francy fue la primera en acercarse para saludar al padre, seguido de Isaac con pasos lentos.


─ ¿ustedes realmente creen que esté un monstruo atacando niños en La Victoria? ─ cuestionó Charles para los presentes.


─... sinceramente, anoche se me apareció José con esos ojos amarillos... no lo estoy inventando... ─ respondió Eliel aun apretando los dientes.


─ Pero... es que eso... eso es imposible... ¿demonios? ─ replicó Charles ocultando su preocupación.


─ a mí también me han pasado cosas extrañas─ comentó Luis. ─ ...a Judy... y Jairo también... ─ agregó Luis recordando aquellas voces de niños en el desagüe de la ducha. Charles estaba en silencio, parecía pensativo.


─ ¿tú no has visto nada? ─ le preguntó Judy, pero Charles actuó como si no la hubiese escuchado.


─ ¿lo has visto? ─ preguntó Jairo mirándolo fijo y contemplando aquella expresión, Charles vuelve la mirada inseguramente hacia el niño nuevo. ─ ¡lo has hecho! ─ afirmó Jairo tras aquella reacción.


─ ¡Claro que no! ─ bramó Charles, y luego se puso un poco pensativo. ─ Bueno... yo no he visto ojos amarillos, ni demonios... ni espíritus...pero...─ comentó después recordando aquella noche en la finca.


─ ¿pero...?─ repitió Eliel esperando que completara aquella frase, Charles parecía querer negar a toda costa que algo malvado los estaba asechando.


─ Pero... aquella noche cuando fui a la finca de mi familia... me pareció ver algo... también me sentí un poco asechado, mi prima Adriana estaba conmigo esa noche... la mañana siguiente amaneció uno de los caballos muertos... y mi prima y yo... pensábamos... pues... que lo que mató a Simón, el caballo... parecía haberlo cargado hasta el techo de la casa más grande... como haberlo matado en el techo y luego haberlo arrojado a la colina─ comentó Charles poniéndose un poco nervioso. (¿Será posible que haya sido aquel monstruo?) Se preguntó.



─ ¿dices que lo cargó hasta el techo? ─ replicó Luis asombrado de lo que decía.


─ ¡Bueno! O eso parecía... había mucha sangre y huellas sobre el techo... Adriana tuvo que llevarme a lo alto de la colina para poder verlo bien pero... esa fue la teoría que sacamos nosotros... jamás conseguimos pruebas de nada─ respondió Charles.


─ ¿Isaac sabe de esto? ─ inquirió Eliel un tanto molesto de que se hubiese guardado aquello con las cosas que habían estado pasando.


─No─ musitó Charles pensando que aquella historia era bastante absurda.


─ ¡tenemos que contarle! ─ sentenció Eliel, volviendo la mirada a sus amigos aun saludando a su recién llegado padre a una corta distancia.


─ ¿por qué? ─ espetó Charles un poco celoso, (a final de cuentas ¿Quién era Isaac González?) Pensó Charles.


─ ¡¿por qué?!... ─ replicó Eliel dedicándole aquella mirada de nuevo. ─... es el único que ha visto la forma real del monstruo... además él contó la historia de Edgar y Andrés-terminó Eliel aquel reclamo dejando a sus amigos con un silencio amargo.


─ yo también lo he visto─ intervino Jairo obteniendo la mirada de los niños junto a él.


─ ¿recuerdas como era? ─ espetó Luis, atrapado por aquella conversación.


─ Sí...─ musitó mirándolos, luego cerró sus ojos visualizándolo en su mente, los abrió. ─... era larguirucho, muy alto... su piel era grisácea, rojiza... vestía de blanco... y tenía cara como de diablo─ describió al tiempo en que una brisa misteriosa los acompañaba y sus pieles se erizaban, imaginándose aquella horrible cosa.


─ es... es él─ tembló Judy recordando un breve fragmento de la criatura en sus sueños.


Entonces Isaac y Francy se incorporan finalmente al grupo. ─ Bueno... ¿en que estábamos? ─ dijo Isaac haciéndose de nuevo junto a su amigo Eliel, mientras Francy se sentaba junto a Judy, con la mirada hacia el niño nuevo.


─ ¡el monstruo!... Isaac... Charles también lo ha visto... ─ dijo Eliel y luego miró a Charles pidiendo ─ ¡Cuéntales! ─


─ ¿lo viste? ─ Se sorprendió Isaac.


─ no... no dije que fuese el monstruo─ se excusó Charles renuente a aceptar.


─ ¡Cuéntales! ─ ordenó Eliel comenzando a enojarse de nuevo, pero Charles se quedó callado mirando con el entrecejo fruncido al niño junto a Isaac. Entonces Eliel apretó sus puños con claras intenciones de lanzársele encima a Charles, los otros cinco niños se travesaron de por medio, evitando la pelea.


─ ¡Cálmense! ─ pidió Isaac alzando un poco la voz, mientras sujetaba a su amigo por los hombros. ─ ¡No podemos pelear entre nosotros!... menos ahora...─ agregó después.



─ ¡Es cierto! ─ intervino Jairo sujetando a Charles por un brazo, mientras Luis lo sujetaba por el otro. ─... si eso está detrás de ustedes... seguramente quiere verlos peleados y separados... así trabajan las entidades malignas... ─ justificó.



Los dos niños rivalizados intercambiaron miradas, considerando aquella recomendación del niño nuevo, aunque no lo conocían lo suficiente, si sus padres trabajaban con muertos y espíritus, entonces podría ser que tuviese razón.


─ ¡ya escucharon! ─ regañó Isaac, entonces Eliel se soltó de su amigo, parecía haber aceptado. ─ ¡debemos permanecer juntos... y quizás podamos evitar que nos ataque de nuevo!... Luis lo había dicho:... tenemos que protegernos entre nosotros... sean personas vivas o muertas...debemos hacerlo.-


Entonces la tensión entre el grupo de niños pareció descender, aquellos dos se miraban aun con aquel enojo. ─... debes contarme, Charles... ¡todos!...si tienen alguna experiencia... o pesadilla recientemente... debemos contarnos... cualquier detalle puede ayudarnos a descubrir ¿Qué es? O por lo menos como evitarlo...─ soltó Isaac mirando a sus amigos, la situación se había convertido en algo serio, algo a lo que no sabía siquiera como actuar o resolver.


─ ¿evitarlo? ¿Crees que se pueda? ─ Le cuestionó Jairo.


─ No lo sé... eso espero─ respondió Isaac preocupándole que no pueda ser posible.


─ ¡podemos intentar! ─ asintió Jairo tomándolo en cuenta y apretando el hombro de Isaac.


─ Entonces... Eliel, cuenta por favor lo que pasó anoche... y todos... traten de recordar... debemos contarnos lo que hemos visto o sentido... incluso lo que nos pase de ahora en adelante... ─ continuó Isaac, esperando que eso los pueda mantener alerta en caso de otra aparición, y deseando así conseguir la forma de terminar con el asecho del Diablo Rojo.



Tras algunas miradas entre ellos, Eliel finalmente aceptó contar los eventos ocurridos la noche anterior en su apartamento mientras estaba solo, la participación continuó con Charles revelando otras extrañas presencias en los pasillos del edificio, terminó Luis contando aquella asquerosa experiencia en el baño mientras se duchaba, cuando terminaron de contar sus pesadillas recientes, era definitivo para la pandilla, de ahora en adelante deberían contarse todo lo extraño que pudieran presenciar pues El Diablo Rojo y aquellas otras presencias las veían todos. Con el paso de las horas, aquel tema de conversación fue muriendo, al tiempo en que el día también llegaba a su final, aquella noche los seis niños, ahora junto a Jairo como nuevo amigo y miembro del grupo, jugaron con el balón de Jairo al juego llamado "la papa caliente" distrayéndose un poco de aquel asunto de los espíritus y demonios.







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