PROFECIAS & PROFETAS

Los eventos sucedidos aquella noche fueron totalmente conmovedores y sin duda, una prueba de que “La Esperanza es lo Último que debe morir”
La aparición de Jairo sano y salvo fue una luz entre tanta oscuridad, El padre adoptivo del niño de ojos grises; Guaicaipuro, se apareció a la mañana siguiente en el apartamento de la señora  Ana y el Señor Misael, pidiéndole permiso para hablar con su hijo el mayor, no obstante le agradeció por su determinación, valentía y amistad, al haberse adentrado en los senderos de la canal en rescate de su hijo. Aquello había dejado una sensación agridulce en Isaac, si bien esta fue una primera “Victoria” ante aquel Diablo Rojo que los había estado asechando…no pudo evitar pensar que de haber hecho lo mismo por Edgar y Andrés, tal vez también los hubiesen salvado…
…Para Luis, (su vecino del piso de abajo) era totalmente igual, pensaba que quizás, si buscaban a Diana Carpio podrían encontrarla…repentinamente también recuerda aquella  noche nefasta e Inolvidable…(no me mal interpreten, Inolvidable por lo traumático)…Sí, aquella noche en que junto a Isaac y Eliel narraron la muerte de sus dos brabucones.
No estaba seguro si realmente Isaac tenía la razón y habían estado provocando desastres contando esas Historias, o si acaso, era este niño algún tipo de “Profeta”… (tal vez si Isaac cuenta una historia dónde Diana Carpio Vuelve sana y salvo… se haga realidad) pensó.
Esperanzado de que pudiese encontrar a Diana Carpio, aquella tarde convence de salir a su amigo Isaac y una vez sentados en las escalas que daban a la azotea, Luis comienza a explicarle su angustia:
—… ¿está todo bien, Luis?— le preguntó Isaac al instante en que lo ve quitarse el sudor y sentir una tristeza peculiar en su semblante. —¿qué pasó?...—…—¿Qué querías decirme?— le preguntó preocupado de que tuviese que ver con el Diablo rojo, o con Judy.
—es que—…dijo Luis, y ambos vuelven la mirada al frente cuando se abre la puerta del apartamento de Charles, su amigo de anteojos se asoma al puente que conecta con el pasillo cargando a su cachorra en brazos,  ve a los dos amigos mirando dentro del apartamento y Charles sale a saludar, cargando un pesado bolso en su espalda y sobando a Lola en sus brazos.
—¿qué pasó? ¿Ya te vas?— preguntó Isaac desde afuera de la reja del puente.
—¿no estarás en Navidad?— preguntó Luis después.
—¡no!... voy a casa de mi abuelo en San Antonio… vuelvo en dos días…— respondió Charles algo alegre de que sus amigos se preocupen.—… del viaje para navidad aun no se ha dicho nada… al menos a mí no.— resopló.
—¿Charles?...— llamó la señora Ramona tras él, y el volvió la mira a su madre.—…¡Si quieres ve bajando las cajas para tu abuelo y nos esperas abajo!—
Entonces Charles aceptó, sus amigos lo ayudaron a cargar unas pequeñas cajas pesadas, con latas de pepinillos y frijoles.
Sentados en el parachoques trasero de la picó del padre de Charles, volvían a revivir lo ocurrido. — … ¡tienes que cuidarte!— soltó Isaac mirando al murito junto a la canal.
Realmente, los tres estaban mirando al lugar, como si de allí proviniese todo el mal que los rodeaba. —…¡Si!— soltó Charles pensando en todo el asunto. —¡pero ustedes más!... yo estaré fuera de la ciudad…— dijo después contemplando a sus amigos a un lado, Isaac tenía algunos rasguños en el rostro.
—cómo…— ...—¿cómo supiste que lo encontrarías?— soltó de pronto Charles mirando a su amigo el mayor, que parecía no querer reaccionar ante su voz. — …Todos vimos que el indio se lo llevó, y luego… ese… esa cosa… apareció… cualquiera lo daría por…— volvió explicar su asombro cuando Isaac lo hizo guardar silencio con una mirada.
—…yo…— musitó Isaac sin siquiera conocer las respuestas, ha tratado de entender todo lo que sucede pero nada logra tener respuesta alguna, su amigo Luis vuelve la mirada también a Isaac.
—…yo no lo sé, solo pensaba mucho en ello y tenía la sensación de que así iba a ser… de que lo encontraría— contestó Isaac al fin.
—¿y con Andrés y Edgar?...—musitó Luis pero fue interrumpido a la llegada de los padres de Charles, tras una despedida vieron partir a su amigo y su perrita en la camioneta de su padre, y siguiéndola en su salida, se sientan en el muro aquel, que conecta con la canal.
Isaac se sienta y lo primero que hace es volver la mirada a la canal… esta vez, no sentía que algo lo llamase a ese lugar, suspira con la satisfacción de que Jairo, su amigo, estaba sano y salvo, pero por alguna razón… esa sensación de alivio, era pequeña… y estaba rodeada de otro abrumador sentimiento de angustia, y temor por el mañana.
—Isaac…— musitó Luis, su amigo volteó la mirada hacia él.—…¿puedo preguntarte algo?—
—…sí, Luis...— respondió su amigo a su lado.—¡Claro!— Isaac sabía que algo preocupaba a su amigo.
—… ¿crees que Diana?...— preguntó Luis con timidez y miedo a la respuesta.
Su amigo a su lado sintió una punzada en el pecho, y lentamente llevó su mano al lugar para no alarmar a su amigo, repentinamente una sensación dolorosa lo invadió en el pecho y su cerebro se sintió frio.
—…¿tú piensas que pueda aparecer?— preguntó Luis de nuevo, su amigo lo mira directo a los ojos en silencio y podía notar que su amigo aun estaba cautivado por aquella niña que jamás logró presentarle.
—Luis…— musitó Isaac interrumpido por un sonido como el de un rayo tras él, vuelven la mirada levemente a la canal, y luego al cielo… este está totalmente nublado. Sin hacerle mucho caso al asunto vuelve a mirar el rostro de su amigo y siente aquella preocupación que todavía lo aborda.
—…no sé que decirte, quiero pensar que sí volverá a salvo— dijo Isaac al fin.
—¿crees que esté en la canal?— preguntó Luis, mientras que Isaac imaginó de pronto: como sí aquella niña corría bajando unos escalones… una horrible mano roja grisácea tomándola por los pies… y de pronto vio solo su rostro, con ese broche azul y blanco  y las mejillas sucias, soltando un pequeño aullido al tiempo en que ve como la luz se escapaba de sus pupilas…
Isaac reacciona mirando a su amigo sintiendo todavía esa punzada en el pecho que comenzaba a atenuar, pero aquel sentimiento abrumante por otro sentido, estaba creciendo y convirtiéndose en una sensación de alerta.
Isaac hace la mira al frente por inercia y distingue a aquella niña que se parece a su hermana, estaba casi resplandeciendo, y parecía que escondía a alguien detrás de ella. Él se queda petrificado mirándola y preguntándose ¿cómo reaccionar?.
Su amigo Luis, que estaba a su lado nota aquel extraño semblante y busca con la mirada aquello que observa su amigo sin poder distinguir nada en particular.—¿Isaac?— llamó Luis volviéndose a asegurar de que no hubiese “alguna presencia” por ahí.—¿está todo bien?—.

Isaac le dedica una mirada en silencio, y hace un gesto en dirección a aquellas presencias paradas a solo metro y medio de ellos. Pero en ese momento escucha aquella escalofriante voz de infante resonar en su cabeza.  “—no le digas nada a Luis, Isaac—“ con la piel de gallina el niño vuelve la mirada al frente y distingue parte del rostro de otra niña, que se ocultaba tras la niña que habían estado viendo en el estacionamiento.
Pasaron un millón de pensamientos en su cabeza en un segundo, su amigo a su lado seguía mirando alrededor esperando entender, mientras que Isaac comenzaba a pensar que no debía preocuparse por las presencias de aquellas niñas.
—¿Estás molesto?— escuchó decir a su amigo.
—no…— musitó al fin Isaac cuando escuchó aquella voz interrumpirlo.
“—dile…que alguien quiere hablar con él…—“ dijo la niña evanescente que se parece a su hermana, haciendo que un cosquilleo recorra su cuerpo. Isaac mira a su amigo a los ojos pero se siente incapaz de emitir aquellas palabras.
—¿Qué pasa?— pregunta su amigo mirándolo confundido. Isaac vuelve a mirar a las apariciones temiendo llorar antes de poder hablar, era abrumadora la experiencia.
—él…él— balbuceó Isaac sintiendo un mar de emociones, que no sabía si quiera de donde venían. Su amigo Luis asustado vuelve la mirada al estacionamiento vacío preguntándose con quien hablaba su amigo.—¡él quiere verla!— sollozó Isaac aun con la mirada al lugar y dejando salir una lágrima.
Luis sintió un escalofrió y sus ojos se humedecieron mirando al sitio, esta vez pidiendo poder verla… sentía que Diana Carpio estaba allí. —¿es ella?— preguntó con voz quebrada. —¿puedo hablar con ella?— le preguntó de nuevo casi rogando.
Isaac asiente y vuelve a mirar a aquella niña pálida y amoreteada, quien vuelve el rostro ligeramente para que la otra niña espectral tras ella le susurre al oído… “—Dile, que ella lo verá, ella lo verá esta misma noche…—“ la escuchó decir de nuevo con aquella voz.
Él vuelve la mirada a su amigo.— la niña…—tragó—…la niña dice que la verás… esta noche— anunció Isaac y su amigo volvió la mirada al lugar inundando sus ojos en lagrimas. —¿pero yo la veré?— le preguntó casi moqueando.
Su amigo vuelve la mirada al lugar pero no distingue a nadie esta vez, nuevamente estaban solos en el estacionamiento. Busca alrededor con la vista y su amigo lo nota. —¿qué dijo?...¿podré verla?— volvió a preguntar Luis un poco desesperado.
—yo…— musitó Isaac con pesar, deseando poder calmar a su amigo.— ya no… las veo— explicó y su amigo hizo una mirada de decepción y enojo.
—…¡desaparecieron Luis!— dijo Isaac y volvió la mirada a su amigo notando aquel sentimiento frustrado en él. — Luis…lo siento— susurró después.
Su amigo, notoriamente enojado se levanta del muro y sus ojos comienzan a lagrimar como cascadas dedicándole aquella fría mirada, culpándolo, (¿por qué él elegía a quién salvar y a quién no?) Pensó furioso de frustración.
—¡Luis de verdad quisiera ayudarte a encontrarla!— sollozó Isaac honestamente con un nudo en la garganta, se escucha otro estruendo resonante dentro de aquella oscura canal a medio llenar.
—¡No es justo!— bramó Luis refunfuñando y sin querer llorar delante de su vecino, arranca de regreso al interior del edificio pisando fuerte, escucha a su amigo llamándolo y los relámpagos suenan nuevamente al tiempo en que empieza a lloviznar. Luis cruza el portal con las mejillas encharcadas preguntándose si su amigo de verdad había estado hablando con Diana Carpio… se vuelve tras entrar al edificio y escalofriantemente ve el celaje de alguien correr del descanso de las escaleras para arriba. Se detiene mirando al lugar y respirando agitado, piensa de pronto en aquella niña y se lleva la mano al pecho sintiendo los saltos de su corazón.
“—¡Luis!—“ escuchó aquella voz suavemente colándose entre el sonido de la lluvia. Su corazón siente esta vez algo parecido al “confort” y a pasos lentos se acerca a las escaleras, subiéndolas vuelve a escuchar aquella voz llamándolo, evade los pequeños charcos  que comienzan a formarse por el agua que salpica de los respiraderos, con aquella sensación fría en sus brazos, se abraza frotándose y subiendo al segundo piso, donde esta vez vuelve a distinguir la silueta de una niña de cabello corto y vestido blanco subiendo las escaleras a la azotea, esta vez haciendo una pequeña risita.
Luis se detiene un segundo, con el corazón ilusionado… era ella, su corazón se lo decía… continúa y se detiene antes de subir  después del descanso, Contemplando la oscuridad hacia el techado de la azotea.
—¿Diana?— musitó temeroso.
Pero la brisa sopló, y no escuchó alguna respuesta. Luis considera por un segundo la posibilidad de que no sea Diana Carpio a quien ha estado viendo, o si aquel Diablo Rojo lo estuviese engañando, pero era quizás la oportunidad de verla… así fuese una vez más… haciendo a un lado el temor, sube las escaleras mientras la brisa azota durante aquella llovizna. Luis llega al oscuro techado pero no distingue a nadie, cruza hasta el marco hacia la terraza izquierda de la torre y mira la ciudad mientras aquella lluvia caía frente a sus ojos, vuelve a sentir aquella agria decepción…suspira sintiendo un par de gotas cayendo sobre su rostro y se da vuelta sorprendiéndose, al ver la figura de una niña al fondo del techado… parecía que su piel resplandeciera ligeramente y se perdiera entre la oscuridad del rincón.
Luis recupera el aliento y los nervios le bajan ligeramente, la niña se acercó a la luz dejando ver su rostro redondo, y aquel distintivo broche azul y blanco sujetando su pollina. Luis llevó sus manos a su boca ahogando un llanto, sus ojos se humedecieron y se dejó caer al suelo mirando a la niña frente a él.
—¡no, Diana!— se escuchó decir apenas entre el sollozo.
La niña bajó la mirada a su pecho dejando ver un repentino agujero, pone su mano tapándolo un segundo y al quitar su mano la herida había desaparecido, vuelve a mirar a Luis mirándola frente a ella, arrodillado. —¡Lo siento mucho!— chilló Luis entendiendo, que aquella era una forma de decirle que ya no estaba entre los vivos.
La niña Carpio se acerca con unan mirada muy seria “—ya no llores Luis…—“… se escuchó decir y el niño inmediatamente calmó su gimoteo mirándola frente a él…”—…te agradezco que has estado pensando en mi…tienes muy bonitos sentimientos…pero quiero que sepas… que ya no siento dolor…—“
Luis dejó salir otro par de lagrimas. —¿qué fue lo que te pasó? Diana…— masculló.
“—…no temas Luis… aunque aun queda oscuridad por recorrer… aquellos que han visto sus ojos amarillos están por descubrir su verdad…—“ respondió Diana acariciando el cabello de Luis, aun de rodillas en el suelo.
—qué…— masculló Luis.—…¿qué puedo hacer por ti?— preguntó al fin.
Entonces la niña le hizo una pequeña sonrisa, retrocedió al tiempo en que la brisa soplaba con tenue potencialidad…deteniéndose donde apenas y podía verse su rostro.
“—lo que todos los niños deberíamos hacer… crece y sé un buen hijo…disfruta a tus amigos…—“ respondió y volvió a acercarse a el tomando una de sus manos, con aquella piel tan helada que parecía una panela de hielo.
La alzó sujetando la mano del niño con ambas manos y mirándolo de frente volvió a sonreír. “—…me hubiese gustado conocerte Luis… quizás en la próxima vida… — “ susurró la presencia de Diana Carpio con aquella voz, perdiéndose de nuevo en la oscuridad del techado.
Luis vuelve la mirada a su mano contemplando aquel pequeño broche de azul y blanco, que consideró un obsequio de despedida.
—¿Diana?— masculló con voz ronca, y apoyándose del marco se puso de pie buscándola con la mirada. —¿sigues ahí?— preguntó deseando que así fuera. Dio un par de pasos torpes dentro y al mismo tiempo un relámpago iluminó brevemente el interior del techado, mostrándole la ausencia de aquella niña espectral.
Luis vuelve a contemplar el broche, recordando las palabras que acaba de oír de la entidad “fantasmal” de Diana Carpio. Y entonces considera su propia actitud gris durante los últimos días, había pasado por alto… que aunque había mucha muerte y tragedia en la ciudad, al menos su amigo había regresado con Bien, estaba a salvo, había que ser agradecido por ello al menos.
Fue allí que recordó la forma en que había dejado a su amigo hablando solo, Isaac tan solo intentaba ayudar, y no mentía cuando le dijo “que vería a Diana Carpio aquella noche”. Apretó el broche en un puño, y despidiéndose en silencio de Diana baja las escaleras de regreso a planta baja, quería disculparse con su amigo y contarle que había podido despedirse de Diana.
Llega al portal notando que la llovizna estaba un poco fuerte, sin embargo creía a su amigo capaz de quedarse bajo la lluvia. Abre la reja de la puerta de vidrio y sale al camino de concreto recorriendo el jardín bajo la llovizna.
Busca con la mirada en todos lados por si acaso decidió escampar bajo algún lugar, llegó finalmente a medio estacionamiento y su amigo no estaba en aquel murito junto a la canal.
Se preocupa un poco mirando a su alrededor, preguntándose si acaso a su amigo le habrá pasado algo al dejarlo solo, pero seguramente volvió a casa. Luis sigue mirando a su alrededor de regreso al portal, y entra al edificio subiendo hasta el tercer piso pensando que había sido muy grosero con su amigo, (¿Cómo no se iba a ir a casa?) Si él tan solo intentaba consolarlo, y Luis lo había tratado de aquella forma, se detiene avergonzado de tocarle la puerta tan solo para disculparse, quizás era mejor dejarlo para otro día.
Vuelve a su pasillo para entrar a su apartamento, después de bañarse, cambiarse e ir a cenar con su familia, sentados a la mesa nota que su padre tenía un mejor semblante y no se había percatado antes de ello, estaba pensativo sobre todo lo que había sucedido, fue una experiencia fuera de su comprensión y no tenía con quien compartirlo, (¿Quién le creería?) Sin embargo había una forma de ser consecuente con lo que había vivido: Cumpliendo con lo que le pidió la linda Diana Carpio, Luis ha de ser agradecido con lo que tiene, ahí apreció a sus padres, que parecen también estar superando de a poco los efectos  de la presencia de la muerte. luego, su hermana sentada a una esquina, lo miraba analíticamente cuando él la encontró con la mirada, Luis le sonríe…(¡vaya! que hermana amorosa y atenta la que tenía, y Luis no la había reconocido hasta entonces)… estaba rodeado de su familia, seres que lo amaban y aunque; la muerte parecía ser una oscura presencia  que nos asecha permanentemente… Luis creía… que vivir pensando en la muerte no era vida… por el contrario, de ahora en más… apreciar la vida cada día, era la  forma nueva en la que quería ver el mundo, aunque…como Diana Carpio le advirtió en aquella aparición…  “aún quedaba oscuridad por recorrer”.

Fin.

Sigue:
“La Victoria del Diablo Rojo”.

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