Nuevo hogar
5.970 palabras.
Capítulo 1
Las nubes cubrían el cielo en toda su extensión, dando la impresión de lo cercana que estaba la lluvia. Las ganas de vomitar de Tyulib y el leve dolor de cabeza que tenía habían disminuido después de que Namjoon le recordara bajar la ventana. Una leve brisa le acarició la cara ahora que el auto disminuía la velocidad; estaban llegando.
Le echó un vistazo al pequeño niño que dormía profundamente en su asiento trasero sin enterarse de lo que estaba pasando. Claro que lo hacía, había despertado a su bebé muy temprano para hacer este viaje. Pensó que dormiría durante todo el trayecto, pero con Namjoon cantando sus canciones favoritas, Jun se había pasado gran parte del camino mirando a su padre con ojos brillantes y balbuceando en un intento de imitarlo. Eso los enterneció y les sacó varias risas; el niño también se había reído sin saber la razón. El solo mirar a sus padres era suficiente para emocionarlo.
El auto se detuvo y con él, una sensación de tranquilidad se asentó sobre ambos.
—Hemos llegado, Tyulib.
Namjoon se quitó el cinturón de seguridad para mirar a Tyulib y a su hijo. No podía creer que esa fuera su hermosa familia.
Tyulib bajó del auto antes de observar la gran casa frente a ellos. Emocionada, sonrió. Por lo que habían averiguado, ese barrio era muy tranquilo; esperaba que los vecinos fueran iguales. No quería tener ningún problema con ellos. Se habían mudado para que Jun creciera en un ambiente tranquilo y familiar. Y por lo que había visto en sus anteriores visitas, antes de que Namjoon la comprara, varios de sus vecinos tenían hijos, así que era perfecto.
Namjoon se acercó a ella con Jun dormido en sus brazos.
—Lo logramos —dijo Namjoon mientras ambos observaban el edificio—. Este será nuestro nuevo hogar.
Ella sonrió. Después de todo este tiempo, el sueño de ambos estaba delante de ellos.
—¿Quieres entrar?
Tyulib asintió con entusiasmo y tomó la mano que él le ofrecía. Después de varios años de trabajo, habían comprado la casa en la que la madre de Namjoon había vivido cuando era niña.
Después de un misterioso incendio en el que su suegra, cuando era niña, había quedado huérfana y había sido llevada a un orfanato, la casa, tras varias remodelaciones, había pasado de familia en familia hasta que la pusieron a la venta y ahora era de ellos.
La madre de Namjoon había fallecido hacía medio año, y Namjoon quería tener algo que le recordara a ella.
¿Qué mejor que la casa en la que ella había nacido?
Su esposo no entendía por qué su madre nunca había recuperado la casa; era su lugar feliz. Al menos lo era en los cuentos que le solía contar antes de dormir.
Ambos esperaban crear muchos recuerdos felices en esa casa.
Al entrar, se encontraron con muchas cajas por desempacar.
Un par de días atrás, el camión de la mudanza, monitoreado por el mejor amigo de Namjoon, había llegado con todo. Realmente esperaba poder organizar todo a tiempo.
Mientras ella admiraba la casa, Namjoon llevó a Jun a la cuna. Tenían suerte de que Hoseok también se hubiera encargado de armarla, algo que se les había pasado a ambos.
—Hoseok realmente es un ángel.
Tyulib sintió los brazos de Namjoon rodearla antes de girarse y recibir un beso en la frente, que ella recibió con mucho cariño.
—Lo es, no sé qué haría sin ese hombre.
Ella levantó las cejas ante esa declaración.
—¿Debería ponerme celosa? —sonrió ella, metiendo su dedo en uno de los hoyuelos del chico antes de que este negara con la cabeza.
—¿No se supone que debo serte fiel hasta que la muerte nos separe?
Acarició la ceja de Namjoon para que no la levantara.
—No es una obligación, es algo que sale de ti porque me quieres —Tyulib suspiró—. ¿Cómo puedes levantar una sola ceja? ¡Es imposible!
—No lo es.
Él solo se burló de su esposa mientras ella trataba de reprimir una sonrisa.
—No te burles de mí, claro que lo es.
—Sabes que no lo haría, pero mentiría si dijera que no es uno de mis encantos —Namjoon sostuvo su mano llena de cicatrices antes de besarla. Un calor muy reconfortante inundó el pecho de Tyulib ante esa acción—. Por fin podemos hacer de este nuestro hogar.
Ella se giró intentando visualizar el lugar como su futuro hogar. Al ver todas las cajas, su sonrisa decayó y gimió recostándose con pereza en el pecho del chico.
—Tengo mucho trabajo por hacer.
Sintió su profunda risa resonar en su cuello, provocando que una electricidad recorriera su cuerpo.
—Más bien, tenemos.
Ella arrugó la frente con confusión antes de girar el cuello para mirarlo.
—¿Tenemos? —él asintió—. ¿A qué te refieres?
Él caminó con ella aún abrazada hacia la ventana y olió su cabello. Tyulib cerró los ojos ante la comodidad y el calor que los brazos del chico le daban.
—Pedí esta semana libre para que desempaquemos juntos.
Ella se giró soltándose de su agarre para abrazarlo efusivamente mientras se ponía de puntillas y repartía besos por toda su cara, sabiendo lo mucho que Namjoon los disfrutaba.
—Kim Namjoon, te amo. ¡Joder! ¿Cómo pude tener tanta suerte para conocerte?
Estaba infinitamente agradecida de haber conocido a ese hombre.
Entonces la alegría se apagó cuando recordó algo.
—Espera, ¿dónde está Carlota?
Hasta ahora no se había percatado de la ausencia de su mascota.
Antes de que su cerebro empezara a maquinar ideas locas sobre el destino de su gata, Namjoon sostuvo sus manos y le sonrió.
—Ella está en el mejor lugar en el que podría estar en este momento.
¿Qué se suponía que significaba eso?
—Espera, ¡¿qué?! —Tyulib empezó a entrar en pánico tras la respuesta de su esposo—. ¡Oh Dios! No recuerdo haberla traído con nosotros.
Estaba a punto de explotar hasta que Namjoon volvió a hablar, acariciando sus hombros.
—Tranquila, Hoseok me hizo el favor de llevarla a la revisión del veterinario, pero se le hizo tarde y dijo que mañana nos harían una visita.
Un suspiro de alivio y una risa nerviosa escaparon de los labios de Tyulib.
—No puedo creer que haya olvidado a Carlota, yo... con todo esto de la mudanza, casi me da algo —puso una mano en su pecho—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Lo olvidé, pero...
El timbre hizo eco en sus oídos y ambos miraron la puerta. El estómago de Namjoon hizo un ruido antes de que él hablara.
—La pizza ya está aquí.
----------
Tyulib abrió los ojos con pereza. La borrosidad nubló su vista hasta que todo fue tomando forma. Se quedó mirando unos segundos el techo blanco de la habitación en la que habían dormido. Había dormido cómodamente en los brazos de Namjoon y solo podía sonreír ante la sensación de seguridad que él le transmitía.
Habían tratado de ensamblar la cama la noche anterior, y Namjoon lo estaba logrando, hasta que fue sorprendido por un ataque de besos de Tyulib. Eso fue suficiente para que ambos se cansaran y terminaran durmiendo en un colchón en el suelo, al lado de la cuna de Jun. Recordó todo eso y su sonrisa se ensanchó aún más. Bostezó un poco, intentando no despertar a sus compañeros de habitación. Su cuerpo se sentía un poco pesado y las ganas de levantarse eran escasas.
Frotó sus ojos para poder aclarar su vista y se volteó para abrazar al padre de su hijo. Cuando su brazo tocó el colchón en lugar de Namjoon, abrió los ojos con confusión. En efecto, su chico ya no estaba allí. Pero esta preocupación se disipó rápidamente cuando escuchó el sonido del agua cayendo en la ducha. Miró la cuna de Jun esperando encontrarlo dormido, pero se encontró con una cuna vacía.
Si Namjoon se encontraba en la ducha, ¿dónde estaba Jun?
Tragó saliva y se levantó de inmediato, pero no pudo dar ni un paso cuando el mareo la detuvo como consecuencia. Después de utilizar la cuna como soporte y recuperar la estabilidad, se dirigió hacia el baño al final del pasillo, donde encontró la puerta cerrada.
Ni siquiera hizo falta pegar su oído a la puerta; el sonido de la ducha abierta era claro. Tocó la puerta con fuerza para que Namjoon la escuchara, pero no hubo respuesta.
—¿Namjoon?
Ninguna voz le respondió del otro lado, solo el agua cayendo. Volvió a golpear la puerta, pero nada. Su cuerpo se sentía en estado de alarma, así que no lo pensó mucho y abrió la puerta con lentitud; si Namjoon no la había escuchado, tampoco quería asustarlo.
La cortina de la ducha tapaba todo, pero ¿por qué Namjoon no había reaccionado a su presencia? ¿Por qué sacaría a Jun de la cuna cuando se iba a dar una ducha? Estaba todavía adormilada, así que su cerebro no pensó correctamente. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba en penumbras; la luz del baño estaba apagada. Más extraño y también peligroso, tomando en cuenta que no había ni una sola ventana por la que entrara luz.
Levantó la mano para abrir la cortina cuando en su mente apareció el horrible pensamiento de que algo pudo haberles ocurrido. Una leve presión apareció en su pecho al pensar en su hijo. Y antes de que la ansiedad empezara a apoderarse de ella, extendió su mano.
—¿Hola? —la voz de un niño resonó dentro de la ducha, y ella se congeló.
—¿Quién anda ahí? —Ella se atragantó con su saliva y se acercó cuando la respuesta fue el silencio.
Exhaló el aliento que había quedado atrapado y su mente quedó en blanco cuando abrió la cortina y vio el interior de la ducha. Retrocedió unos pasos, desplomándose cuando su espalda tocó la pared. La ducha estaba vacía, el agua seguía cayendo y ella solo se quedó ahí, pensando en lo que acababa de pasar.
¿Había tenido una alucinación?
Porque no podía ser real, aunque estaba segura de que había escuchado una voz allí dentro.
En ese momento sintió que le costaba respirar y trató de no alterarse, pero era como si su cuerpo se negara a recibir oxígeno. Contó en su mente las respiraciones y empezó a inhalar y exhalar lentamente con dificultad. Namjoon le había enseñado a hacerlo en el pasado. Antes de poder hacer otra cosa, el sonido de algo cayendo en algún lugar de la casa la hizo interrumpir su intento por no hiperventilarse.
¿Qué había sido eso?
Se levantó del suelo, cerró la llave de la ducha y salió a buscar la fuente del sonido por toda la segunda planta, pero no encontró nada, y fue ahí cuando se dio cuenta de que había empezado a respirar normalmente sin darse cuenta. Sin perder tiempo, bajó las escaleras con rapidez cuando escuchó un balbuceo de su hijo provenir de la cocina.
—Vamos, abre la boca, cariño.
Caminó lentamente hacia la cocina y, tratando de olvidar lo que había pasado anteriormente, se asomó. Un frustrado Namjoon se encontraba intentando meter una cucharada de algo desconocido en la boca de Jun, que estaba sentado en el mesón. El niño esquivó la cuchara, mientras hacía pucheros. Su cara estaba roja y parecía que estaba a punto de llorar.
—Necesito que...
—Cariño, ¿por qué Jun tiene cara de estreñido? —Tyulib se interpuso entre Namjoon y el niño, acariciando las mejillas del pequeño, que miró a su madre pidiendo ayuda—. ¿Qué pasa, mi vida? ¿Qué ha hecho tu padre para que me mires de esa manera?
Namjoon no respondió y frunció el ceño en forma de protesta, hasta que vio que ella lo miraba de forma interrogante. Sin responder, ella dejó un sonoro beso en la mejilla de Namjoon antes de probar la cucharada que estaba destinada para su hijo. Namjoon se mordió el labio cuando vio cómo ella trataba de no arrugar la cara. Sabía que cocinar no era uno de sus fuertes, pero eso ni siquiera era algo preparado por él.
—Con razón mi pobre niño no quería comer.
Ella arrulló al niño mientras Namjoon suspiraba; solo trataba de alimentar a su hijo sin molestar a Tyulib.
—Pero es yogurt, lo acabo de sacar de la nevera, revisé la fecha de caducidad y todo está bien.
Tyulib sumergió la cuchara en el yogurt antes de sacarla y metérsela en la boca antes de que él pudiera negarse. Sonrió satisfactoriamente cuando vio que Namjoon también arrugaba la cara.
—Se supone que debería estar bueno —respondió el hombre después de tragar. No entendía cómo, pero había fallado en esa simple tarea.
Ella lo conocía, así que se acercó y lo besó en la barbilla antes de negar con la cabeza.
—No debes castigarte por algo que le podría pasar a cualquiera. Te olvidaste de leer la letra pequeña, ya está. No es que no sea comida; es más, fui yo la que me equivoqué y trajo yogurt griego. Y agradezco que hayas pensado en mí al no despertarme, pero no olvides que somos un equipo, ¿ok?
Namjoon asintió con un puchero y le besó la frente a Tyulib.
—Está bien, no quise molestarte.
—Aunque ha ocurrido algo raro —le contó el incidente de la ducha, obviamente omitiendo lo de la voz porque no quería que se preocupara; seguramente había sido su cerebro medio dormido.
—Espera, eso no puede ser posible —Namjoon frunció el ceño mientras limpiaba la mancha de yogurt en las mejillas regordetas de Jun—. Ni siquiera he utilizado la ducha porque primero quería desayunar contigo, cariño, y aunque quisiera no podría porque está dañada.
—¿Dañada?
Namjoon asintió.
—Hoseok dijo que la ducha de la segunda planta no servía, y que alguien vendría a arreglarla mañana o algo así. Se suponía que mientras tanto tendríamos que usar la de esta planta, pero acabas de decir que funciona, así que me toca llamar al fontanero.
—Qué extraño. —Tyulib puso leche en una pequeña olla cuando un extraño olor llamó su atención. Detuvo su acción para olfatear bien y descubrir de dónde venía ese olor—. Cariño.
—Hmmmm —Namjoon tarareó mientras buscaba las fresas en la nevera—. ¿Qué pasa?
—¿No hueles algo extraño?
Namjoon detuvo su búsqueda, aún de espaldas a Tyulib, mientras su nariz trataba de reconocer algún olor extraño. Cuando lo hizo, solo cerró los ojos con fuerza sabiendo de qué se trataba, y escuchó la voz dudosa de Tyulib.
—¿Por qué sale humo de la waflera, Namjoon?
Namjoon corrió hacia la máquina que le haría el desayuno para descubrir que los gofres con los que desayunarían no eran más que una masa negra.
A Namjoon le tocó desayunar con cereales y los regaños de la mujer. La mañana pasó mientras Tyulib y Namjoon organizaban las cajas y desempacaban las cosas de su habitación, mientras Jun los miraba desde su cuna.
Apenas habían metido la ropa en el gran armario de su habitación. Esperaba que esa semana lograran desempacar todo, pues era la única en la que su esposo podría ayudarla y la casa era realmente grande.
Grande y hermosa.
—¿Para qué necesitaremos tantas habitaciones? —le había preguntado Tyulib a Namjoon antes de comprar la casa.
¿Para qué necesitarían tantas habitaciones? Le había preguntado Tyulib a Namjoon antes de comprar la casa. Cuando él le respondió que sus tres futuros hijos también necesitarían sus propias habitaciones, Tyulib se molestó y trató de ignorarlo ese día.
Amaba a su bebé y había pensado en darle un hermanito en el futuro a Jun, pero estar embarazada no era fácil y mucho menos parir tres niños más. Al final, se reconciliaron. Namjoon la consoló, sabía que esa broma no le había gustado a Tyulib. No debería haberle dicho eso.
Ella sufrió mucho durante el embarazo de Jun; no había sido nada fácil para ambos. Namjoon se había desvelado durante meses viéndola sufrir, y la gota que derramó el vaso se dio cuando estuvo a punto de morir en el parto. En esos momentos, ella le pidió a Namjoon que, si tenía que elegir entre los dos, salvara a su bebé. Él no tuvo el corazón para decir en voz alta si decidía entre la vida de su esposa o la de su hijo, nunca aceptó. Razón por la que recordaba el alivio que inundó todo su ser al escuchar el llanto de su bebé y la débil voz de Tyulib pidiendo ver al niño. Siempre que los dos se relajaban, Namjoon le recordaba el miedo que tuvo ese día. Tyulib lo consolaba y ambos se dejaban llevar por los pensamientos de cada uno en un silencio relajante.
Ella sonrió mientras observaba la habitación que sería para Jun. Al principio se rehusaba a no dormir en la misma habitación que su hijo, pero al ver todas las cosas que tenían para decorarla, la ilusión se abrió paso y la hizo resignarse.
—Voy a echarle un vistazo al desván, pero necesito una escalera —murmuró Namjoon detrás de ella.
—Hoseok me envió un mensaje ayer diciendo que dejó una escalera por si la necesitabas —Tyulib abrió los cajones del armario, viendo si eran lo suficientemente grandes para uno de los juguetes que le había regalado Hoseok a su hijo. Entonces recordó algo y lo miró—. También dijo que nos haría una visita hoy.
—Entonces será mejor que encuentre esa escalera si quiero revisar hoy el desván —Namjoon se adentró en otra de las habitaciones.
Tyulib arrastraba una caja con cosas para la habitación del niño cuando el sonido retumbante del timbre le valió un sobresalto. Jun empezó a llorar desde su cuna en la habitación principal y tuvo que tomarlo en brazos para que se calmara. Bajó por las escaleras mientras escuchaba el grito de Namjoon desde una de las habitaciones, advirtiéndole que mirara primero antes de abrir. Se agachó para ver por la mirilla y una gran sonrisa se extendió en su rostro cuando abrió la puerta.
—¡Hana!
Ella se lanzó a abrazar a la otra chica con cuidado de no aplastar a Jun.
—¡Mi hermosa Tyulib! —Unos hermosos hoyuelos, iguales a los de Namjoon, aparecieron en las mejillas de Hana mientras la miraba antes de ver al niño—. Y mi hermoso sobrino, ¡qué grande estás!
Tyulib dejó que Hana sostuviera a su hijo antes de ver a una persona más alta detrás de ella, sosteniendo un transportador que conocía muy bien.
—¡Carlota! —Se apresuró a abrirlo y, antes de poder coger a su mascota, la gata saltó y se escabulló a algún lugar de la casa—. Vaya, sí que está emocionada por conocer el lugar. ¡Hoseok! —le dio un abrazo antes de que él entrara.
—¿Qué tal ha ido la mudanza? —preguntó antes de que sus ojos brillaran al ver a Jun en los brazos de Hana. No dudó ni un segundo en ir a besar las mejillas del niño.
Ella sonrió al presenciar la escena; si no los conociera, pensaría que Hana, Hoseok y Jun eran una hermosa familia. Namjoon se enfadaría si la escuchara decir eso y probablemente los animaría para que ellos tuvieran sus propios hijos.
—Por ahora todo bien, nos quedan muchas cosas por ordenar —Tyulib se sentó en uno de los sofás—. Namjoon quiere que lo ayudes a meter el piano en una de las habitaciones de arriba.
Hana dejó al niño con Hoseok, acercándose a ella.
—Entonces fue bueno que viniera con Hoseokie. Mina no llega hasta dentro de unos días porque tiene que terminar de arreglar el trato por nuestro nuevo departamento, así que decidí darles una sorpresa y visitar a mi cuñada favorita.
—¡Tyulib! —la voz preocupada de Namjoon la interrumpió—. ¿Quién es...? ¡Hoseok!
Namjoon apareció al principio de la escalera mirándolos antes de bajar apresuradamente. Trastabilló un poco, pero pudo por fin abrazar a Hoseok, quien le devolvió el abrazo con el mismo entusiasmo.
—¡Namjoonie!
—No aprieten demasiado a mi hijo, lo van a asfixiar.
Namjoon suavizó el abrazo en tanto Hoseok dejaba escapar una risita antes de ver el rostro indignado de Hana y tragar saliva.
—¿Cómo puedes abrazar a tu mejor amigo antes que a tu hermana?
Una mueca apareció en la cara de Namjoon antes de girarse.
—Primero fuimos mejores amigos antes que tú y él hermanos —respondió Hoseok con burla, haciéndole muecas a Jun para que se riera.
Hana levantó una ceja.—Pero el código es hermanos antes que amigos.
—¿Quién inventó ese estúpido código?
—No hace falta, es una regla tácita —ella sujetó el brazo de Tyulib, que miraba a Namjoon levantando una ceja. Namjoon sabía lo dramática que podía ser su hermana pequeña, así que se encogió de hombros. Sin embargo, la mirada que le dio Tyulib lo hizo suspirar y acercarse a Hana.
—Hana.
La mujer rubia ignoró a su hermano y comenzó a hablar con su cuñada sobre lo fanática que se había vuelto de los libros de un escritor que también publicaba en la misma editorial que ella. Mientras tanto, Hoseok se divertía con Jun, que al igual que su padre, amaba los mimos.
—Últimamente me he enganchado con sus libros. La forma en que narra el proceso de la investigación a cada casa embrujada es escalofriante, pero al mismo tiempo interesante. —Hana sabía que su hermano estaba a sus espaldas, tratando de hablar con ella, así que sonrió y siguió hablando con Tyulib—. Todavía me faltan dos de sus libros y cuando hizo su firma de libros, yo no estaba en Corea, pero como ustedes dos trabajan con la misma editorial, me preguntaba...
Namjoon la abrazó antes de que ella continuara, y ella hizo un puchero.
—Hana, siempre vas a ser mi pequeña hermana —antes de que pudiera protestar, él se le adelantó—. Y mi favorita.
—Aprovecha, no todos los días tenemos a Namjoon así de cariñoso —dijo Hoseok al mismo tiempo que entraba a la cocina.
—Soy tu única hermana, pero te perdono porque es Hoseokie—le apretó las mejillas al mayor, que respondió con una mueca y se separó del abrazo, provocando que ella se quejara—. Por eso hemos venido a visitarlos y como quiero ponerme al día, así que, ¿qué hay de cenar?
—Nada —Hoseok salió de la cocina, sosteniendo todavía al niño—. No hay nada más que yogur y leche en la nevera, también un paquete de fresas vacías sobre la mesa.
—Ya oíste, Joonie. Como no hay nada en la nevera, saldremos a hacer las compras. Vamos, Tyulib.
—Estamos ocupados, Hana. Tyulib y yo tenemos que desempacar —Namjoon trató de subir las escaleras, pero su hermana se le atravesó haciendo un puchero demasiado forzado, haciéndolo suspirar y mirar a su esposa con cansancio.
—Vamos, Hoseokie, enciende el auto —Hana empujó a Hoseok fuera de la casa después de quitarle a Jun y esperar en la puerta a su hermano.
—Ve con ellos, yo me quedo y adelanto un poquito —Namjoon no estaba seguro, así que poniéndose de puntas, Tyulib rodeó su cuello con los brazos y dejó un suave beso en la comisura de sus labios—. Anda, cariño, no tienes que quedarte cuando puedes acompañarlos.
Namjoon arrugó la nariz y volvió a negar, posando sus manos sobre las caderas de Tyulib.—Pero no quiero dejarte sola, tenemos que desempacar juntos, Tyub.
Ella sonrió, conociendo lo cariñoso que podía ser con ella. Pasó la mano por su cabello y besó su barbilla, viendo sus orejas enrojecer.
—Pero tú sabes lo que nos hace falta en la cocina; con esa memoria, sé que nada se te va a pasar.
Namjoon levantó una ceja e intentó reprimir la sonrisa, pero fue inútil, porque de todas formas sus hoyuelos no podían esconderse.
—Necesitas mucho más que eso para convencerme.
—¿De verdad? —Tyulib acarició su cuello con la nariz y lentamente dejó un camino de besos desde su clavícula hasta su mandíbula, notando cómo las manos de Namjoon en sus caderas se cerraban en puños.
—¿Y ahora q...?
Antes de poder terminar la oración, una de las manos de Namjoon se posó en su barbilla y se acercó con rapidez a sus labios. No tuvo que pensarlo dos veces cuando le devolvió el beso con las mismas ganas.
La mano derecha de Namjoon dejó de sostener su barbilla para acariciar su mejilla, mientras la otra acariciaba su cadera. Tyulib dejaba que sus manos acariciaran el cabello de Namjoon, tratando de no dejar escapar algún sonido. Antes de que la situación escalara, Tyulib disminuyó el ritmo, y Namjoon se alejó de ella para respirar, antes de dejar un par de besos más en sus labios.
—¿Con eso es suficiente?
—Por ahora.
Con eso, Tyulib animó a Namjoon para que fuera con los demás y comprara algunas cosas que hacían falta. Aunque él no quería dejarla, ella lo convenció.
—Jun también se queda.
—Espera, ¿qué? —Hana entró en la casa y miró con desánimo a su hermano—. Pero también quería llevarlo.
Namjoon ignoró el berrinche de su hermana, quitándole a Jun para entregárselo a Tyulib, y se despidió con un suave beso en la frente de ambos.
—Es la hora de su siesta, y así Tyulib no se queda sola. —Esta vez la miró con preocupación—. Ahora que regrese, seguimos.
—¿Seguimos? —Hana le dio un codazo a su hermano mientras los miraba con picardía.
—Con las cajas, Hana —Namjoon arrastró a su hermana fuera de la casa.
Hana no dejó de refunfuñar y Namjoon la siguió, dándole una perorata sobre lo bueno que era que Jun tomara su siesta a la hora correcta, mientras Hoseok se despedía de Tyulib y Jun desde el asiento del conductor.
Tyulib vio la camioneta blanca alejarse y acarició las mejillas de su hijo, que chupaba su dedo pulgar.
—Bueno, ahora solo somos tú y yo, cariño.
Jun hizo una mueca y ella empezó a mecerlo en sus brazos, sabiendo que esa sería la única forma en la que él dormiría.
Veinte minutos después, Jun acababa de quedarse dormido. A Tyulib le dolían los brazos, y no era para menos; Jun acababa de cumplir un año. ¿Quién creería que alguien tan pequeño haría que los brazos te dolieran?
Lo dejó en la cuna y empezó a recorrer toda la casa. Le gustaba el ambiente que daba; era tan relajante, tan silencioso. Ideal para leer algún libro mientras tomaba una taza de café. Aunque le daba miedo la escalera, Jun era un niño que amaba gatear, y ahora que estaba aprendiendo a caminar, sería aún más peligroso. Por suerte, eso fue algo que le pidió a Namjoon que comprara; pondrían una puerta en la escalera para impedir algún peligro para su hijo.
Lo único malo de que la casa fuera tan grande era la limpieza. Entre más espacio, más cosas que limpiar. Pero ya se las apañaría.
Como en el segundo piso estaban las habitaciones, tenía menos de la mitad hecho, eso sin olvidar que todavía les faltaba desempacar toda la planta baja. El estrés se acumuló en su cabeza mientras organizaba cajas y desempolvaba algunas estanterías. Namjoon la regañaría más tarde.
Había tratado de acariciar a Carlota, pero ella la había ignorado, así que estaba pensando en ir al desván a limpiar. La sed la hizo detenerse e ir a la cocina por un vaso de agua. Mientras refrescaba su garganta, miró por la ventana. Esa ventana frente al lavaplatos era un bonus; la luz que entraba por ella iluminaba la cocina de una forma muy cálida que hacía que la idea de cocinar en ella fuera más agradable.
Se dio cuenta de que, en la otra calle, frente a ella, había una casa muy bonita. También había una ventana baja donde una niña la estaba observando. Se sobresaltó un poco, y la niña también al ser sorprendida. Pero dejó escapar una suave sonrisa y agitó su mano en forma de saludo. La niña dudó por un momento, pero le devolvió el saludo.
Antes de poder hacer otra cosa, una mujer mayor se asomó detrás de la niña, la miró por unos momentos y también le sonrió.
Tyulib se sintió extrañamente cálida y le devolvió el gesto.
La niña pareció decirle algo a la mujer y pudo ver la expresión de sorpresa en el rostro de la anciana. Entonces, repentinamente, las cortinas se cerraron.
Se quedó mirando la ventana por unos segundos. ¿Qué había pasado? ¿Le había caído mal a la anciana? Pero podía jurar que había visto la expresión de sorpresa en el rostro de ambas. Eso había sido un poco extraño, de todos modos, después tendría tiempo de presentarse a los vecinos.
Subió por las escaleras y entró en la habitación donde Namjoon le dijo que estaba la entrada al desván. Antes de que siquiera pudiera poner la escalera, unos golpes la detuvieron. Se quedó quieta, intentando adivinar de dónde provenía el sonido.
Dos segundos después se repitió el mismo sonido de golpes. Caminó despacio hasta la escalera y se dio cuenta de que parecía venir de la puerta trasera en la planta baja. Bajó con rapidez; la curiosidad por saber quién era casi la hizo tropezar. Se acercó, poniendo su ojo en la mirilla de la puerta, pero no se podía ver más que una figura borrosa; la mirilla estaba sucia.
Le quitó el seguro a la puerta y, cuando la abrió, fue recibida con la vista de su patio trasero. Un gran plástico negro cubría la piscina; al lado de esta, una mesa y dos sillas de descanso; su patio estaba rodeado por una valla que también tenía una puerta que limitaba con una especie de bosque con unos pocos árboles. El viento sopló, lo que hizo que la mujer parpadeara, tratando de no encontrar la situación algo sombría. Alguien había tocado su puerta, la puerta de su patio, a la que se suponía que solo ella tenía acceso, y no encontró nada ni a nadie.
Suspiró y observó las casas que tenía al lado. Aunque la valla se lo dificultaba, podía ver el techo de sus vecinos. Con esto, descartó que fuera alguno de ellos tratando de presentarse o algo por el estilo. Antes de que pudiera entrar, pisó algo y le sorprendió encontrar una muñeca de trapo, muy bonita, con su cabello de lana amarillo chillón y un sombrerito que hacía juego con su vestido. Con extrañeza, la levantó, y antes de que pudiera admirarla con detalle, el pitido de un auto la hizo soltar la muñeca.
---------
La cena había sido preparada por Hoseok y Tyulib; claramente ni Namjoon ni Hana se habían acercado en el proceso. Namjoon había insistido mientras Hana solo quería molestar. Tyulib se había negado porque sabía que ambos no podían cocinar para salvar su vida.
Después de que el auto pitara de esa manera, Jun inmediatamente empezó a llorar y ella tuvo que calmarlo durante unos largos diez minutos, mientras regañaba a Hoseok y Namjoon por dejar que Hana hiciera ruido y molestara el sueño de Jun. Regresaron tan rápido porque Hana había olvidado su teléfono, así que volvieron a comprar lo que necesitaban.
Jun había sido el primero en cenar y ahora dormía en su cuna. Namjoon le hacía cumplidos a Tyulib y a Hoseok por la comida, mientras Hana les tomaba algunas fotos para su feed.
—Realmente esta casa es hermosa —Hana acarició la mano de su hermano—. A mamá le hubiera encantado verte viviendo en la casa de su infancia.
Namjoon sonrió con un poco de tristeza.
—Sí, a mamá le hubiera encantado.
—Yo escogí los colores y algunos muebles —Hoseok se jactó, señalando las paredes.
—Todo lo que haces es hermoso, Hoseokie. Si nuestra relación hubiera funcionado, nuestros hijos serían igual o más hermosos que nosotros.
Hoseok se atragantó con su saliva y Namjoon empezó a toser incómodamente, mientras Tyulib asentía.
—Tienes toda la razón; mira a Namjoon y a Jun —ella besó la mejilla de Namjoon, que la abrazó y se dejó mimar—. Son demasiado guapos, pero que Mina no te escuche si no quieres problemas, Han.
Las orejas de Namjoon enrojecieron, pero su expresión seria quería hacer ver otra cosa, al menos delante de su hermana, que lo molestaría si veía lo suave que era ante los elogios de Tyulib.
Ahora Hoseok era el que sonreía mientras Hana chillaba por la timidez de su hermano.
—¡Hana! —el gemido ahogado de Namjoon hizo que los demás se burlaran de él.
—Qué bueno que solo fue algo pasajero —Hoseok revolvió el cabello de Hana, que chilló porque estaba siendo despeinada—. Mina y tú hacen una hermosa pareja. Sin embargo, Tyulib tiene razón; no quisiera que Mina te escuchara decir eso y malinterpretara las cosas.
—No seas aguafiestas, Hoseokie. Mina sabría que solo estoy bromeando.
Después de la animada cena, en la que afortunadamente no despertaron a Jun, Namjoon le recordó a Hoseok que necesitaba ayuda para subir el piano al segundo piso.
—Qué mejor oportunidad para utilizar estos bebés —Hoseok flexionó sus bíceps y les guiñó un ojo a los demás—. Vamos, Namjoonie, no...
El sonido del timbre de la puerta lo interrumpió.
—¿Una visita? —Hana empujó a su hermano y se asomó por la ventana—. Oh, es para ustedes.
—Ya voy yo. —Tyulib abrió la puerta, mostrando a dos adolescentes con un plato de galletas en las manos, cada uno.
Un chico bastante alto, pelirrojo, le sonreía incómodamente; a su lado lo acompañaba un joven de flequillo y bonita nariz, que tenía la mirada baja.
El adolescente más alto extendió el plato hacia ella, y el tímido copió su acción.
Tyulib sonrió; por fin conocería a sus vecinos.
---------
El piano pesaba; era un poco peligroso.
Después de que los dos muchachos llevaran esas galletas de parte de su madre, como recibimiento, se habían ofrecido a ayudar a Namjoon y Hoseok a subir el piano.
Tyulib les había dado una rebanada de pastel en agradecimiento.
—Gracias, Jungkook y Soobin —su vecino más joven se inclinó tímidamente y salió con rapidez, mientras que su hermano se disculpaba antes de salir corriendo detrás de él.
—Siento como si toda mi energía hubiera sido consumida por culpa de ese tonto piano —resopló Hana, tirada en el sofá, antes de que Hoseok se tirara a su lado.
—No es tonto —Namjoon resopló, sentado en uno de los escalones—. Es un piano muy antiguo que agradezco haber conseguido. Además, ¿por qué te sientes cansada? Si apenas te rompiste una uña; nos dejaste todo el trabajo.
—¿Apenas ayudé?
Tyulib negó con la cabeza, mientras veía hacia dónde se dirigía el drama. Como sabía que no era serio, no intervino.
—Voy a ver a Jun —pasó al lado de su esposo antes de detenerse a mitad de la escalera—. Cuando terminen de pelear, ¿podrían recoger los platos?
Namjoon le guiñó el ojo y entró en la cocina, ignorando a su hermana mientras esta y Hoseok lo seguían.
Tyulib terminó de subir las escaleras y entró en la habitación con sigilo; no quería despertar a Jun.
La luz naranja de las farolas de la calle iluminaba tenuemente la cuna de su hijo a través de la ventana. Jun se encontraba boca abajo y parecía un angelito, balbuceando entre sueños. Lo cubrió un poco más con la manta y encendió la lámpara que estaba al lado de la cuna.
Pensó en esa muñeca que había encontrado y en cómo había omitido contarle a Namjoon el incidente completo en el baño. A su mente lo primero que llegó fue la imagen de esa niña; su vecina del frente era la única persona en la que podía pensar cuando había encontrado esa muñeca. Sonrió ante esa suposición; podría haber sido cualquier otro niño del barrio, aunque todavía no hubiera conocido a ninguno más.
Se quedó en la ventana observando la casa de enfrente.
Tal vez estaría bien conocer a sus vecinos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top