Futurismo distópico: 6

Su sonrisa cínica se dirigió hacia nosotros mientras una gran pantalla se encendía y nos mostraba nuestro planeta. Giré mi cabeza velozmente con necesidad de ver aunque fuese solo un momento nuestro hogar, sin embargo, inmediatamente después me arrepentí de ello.

Habíamos llegado tarde.

Ya no había humanos.

Ya no parecía haber vida, ni felicidad.

Londres parecía muerto, oscuro y escondido entre las sombras a pesar de la luz del mediodía.

Sherlock dirigió la mirada hacia otro lado. Fuimos incapaces de ver nuestro hogar así.

Moriarty soltó una sonora carcajada con la que me estremecí.

-Superaste la simulación inicial nada más llegar. No me decepciones. -Se burló con una sonrisa-. Os mataré a los dos antes de que podáis llegar a ser un problema para mi proyecto, pero estoy hecho de tu misma madera, Sherlock, lo que significa que también me aburro en este mundo lleno de gente ignorante y superficial, así que me voy a tomar el capricho de divertirme un poco más.

Se paseó por la sala teatralmente mientras se reía. Disfrutaba de ver a Sherlock como una bestia salvaje completamente incontrolable.

—Quiero que me digas cuál es mi plan.

Sherlock gruñó, pero ya más calmado se incorporó, se alisó su abrigo largo, y carraspeó ligeramente antes de demostrar una vez más sus increíbles dotes.

—Tú lo has dicho. Eres como yo. Más inteligente que los demás, y siempre has querido venir a por mí para poder competir con alguien que pudiera darte guerra. No quieres acabar con los humanos. Quieres mejorarlos. Mantener con vida a los más inteligentes para así evolucionar nuestra raza.

—Yo no he matado a nadie. Los humanoides son antiguos humanos que con unos cuantos implantes tecnológicos se han vuelto tan inteligentes como tú, o como yo.

—Has cometido un error —dijo con voz orgullosa. Yo sonreí. Sabía lo que venía después—. La inteligencia provoca que comiences a cuestinar todo. Tan solo con que yo pregunte a los humanoides algo tan simple como si verdaderamente creen que es correcto aquello por lo que luchas comienzan a pensar y a pensar hasta que dan con la solución. Hasta que se enciende una bombilla en sus cabezas y se dan cuenta de que cambiar la esencia de alguien en contra de su voluntad por no ser como a ti te gustaría es malo. Es muy malo. Y a las personas no nos gusta darnos cuenta de que somos malos. Te has convertido en presa de tu creación.

Moriarty permaneció quieto y esperó a que la tecnología que él había creado arremetiese contra él. Los humanoides irrumpieron en la sala y atraparon a Moriarty sin dificultad.

—John —dijo precavidamente.

—Dime.

—Sí que tuve una alucinación de mi mayor miedo nada más llegar. —Le costaba articular las palabras. Todas ellas iban en contra del orgulloso que antes era.

—¿Qué era?

—Eras tú, huyendo de mí, dejando de ser mi único amigo diciendo que era un monstruo.

—Normal que supieras que era una alucinación. Eso jamás pasaría.

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