06. Raizel | Contra reflejo.
Capítulo 06:
Contra reflejo.
Esa noche habíamos sido invitados a una cena en la casa de Isaac Llanten, y pese a que no tenía ningún ánimo de ir, debía hacerlo por el bien del proyecto.
Tampoco quedaba demasiado lejos, solo estaba cuatro calles abajo en una casona barroca de tres plantas, muy parecida a la que ocupaban los Karravarath.
La excusa era que al fin había decidido desocupar el piso del centro para instalarse de manera más cómoda.
Por lo que indicaba, el trato ya estaba bien cerrado.
Cassio se ofreció a llevarme y acepté porque no veía más alternativas, nos recibió un ama de llaves de expresión agria y nariz en alto.
Era un cambio de los hoteles de lujo en Senylia, pero todavía tenía una larga distancia hasta los bailes de cosecha en las Heik.
Los pisos pulidos de caramelo estaban cubiertos por finas alfombras de diversos motivos, los grandes ventanales habían sido engalanados con el terciopelo más fino, los detalles de impecable ebanistería brillaban y las luces de los candelabros le daban un tono cálido al ambiente y la noche.
Parecía el salón colonial de algún gran teniente.
──¿Qué te parece? Podríamos instalarnos en un lugar así, los dos ──Cassio pasó su brazo por mi cadera.
──Ya estamos instalados en un lugar así los dos.
──Los dos solos, bonita ──Sonrió como si no pudiera ser otra cosa que encantadora.
Cas había cambiado bastante su personalidad, era una mejor versión de sí mismo ahora que estaba lejos del grupito de amigos que no hacían más que ensalzarle las actitudes de patán.
Se encontraba más centrado en su trabajo, llevaba las finanzas de su departamento con seriedad, lo sorprendí varias veces sugiriendo a Constantino formas de hacer mejores inversiones en la infraestructura del lugar e incluso tuvo la idea de buscar inversores en Senylia que estuvieran dispuestos en trasladar fábricas al pueblo para obtener más trabajo.
Era el favorito del alcalde, y ya lo invitaron a varias cenas en la comunidad.
Incluso si eso no cambiaba nada entre nosotros, me alegraba por él.
──Seguro es un cambio desde las fiestas en Senylia ──desvié el tema como siempre que él traía a colación algo como «nosotros», «juntos» o cualquier plural que nos incluyera.
Cas se mordió los labios como si se contuviera de decir algo más, pero no dejó entrever demasiado su disgusto.
──Senylia es buena, pero luego de un tiempo comienzas a cansarte, a buscar otra cosa…
No reprimí la sonrisa ladina.
──¿Y qué cosa sería eso?
Se encogió de hombros.
──No lo sé, es solo que… no sentía que mi vida tuviera ningún sentido allá ──agregó captando mi sincero interés──. Es como si viviera en una fiesta constante.
──Porque tú vivías en una fiesta constante ──lo corregí.
──Tal vez, en todo caso ya me cansé de eso. Me gusta este lugar.
Yo no podía decir que me desagradara, la comunidad cerrada me recordaba a las Gex o por lo menos cómo serían sin los policías rondando, solo una comunidad tranquila viviendo bajo sus preocupaciones.
──También a mí ──Luego me avergoncé al notar que era cierto──. Pero también me gusta Senylia, la ciudad, la vida ajetreada y las miles de tareas.
«El lujo, ¿verdad Raizel?»
La vocecita replicando molesta en mi cabeza.
──Iré por un trago ──dije entonces──, lo necesitaré si tengo que aguantar a tu hermano.
──Recuerda la última vez, Rai.
Me alejé, quitándole peso a sus palabras.
Cas fue rápidamente asaltado por una dama que parecía haber estado esperando su oportunidad para captarlo, yo me dirigí a la larga mesa de aperitivos.
Medité en qué elegir. La verdad sea dicha, nunca había sido una buena bartender.
──Difícil elección, ¿eh?
Me mordí los labios, un escalofrío subió por mi columna como un látigo.
Miré de reojo al tipo a mi lado.
──Sí, supongo, no soy de beber ──dudé.
Isaac alcanzó una botella rosa delante de mí, sopesé la idea de hacerme un ovillo y hundirme en mi lugar.
──¿Qué tal si te preparo algo suave?
──Sí, claro.
Alcé la vista a través de mis pestañas, buscando a Cas por algún lado, en mi desesperación incluso busqué a Constantino, cualquier excusa para salir huyendo de ahí.
──Te haré un cóctel de gin con soda, no es lo más refinado que sé, pero…
Humedecí mis labios, nerviosa, la sortija de plata brillaba en el índice del elegante hombre con una criminalidad insultante.
¿Podría ser…?
──¿Te gusta el vodka?
──¿Eh?
Mis celos irracionales se chocaron contra un muro.
Isaac río, una risa grave y profunda, de ese tipo que cautiva y detiene miradas, de esas que necesitan un momento de apreciación, podría haber dicho cualquier otra cosa más para oírla.
Quizás quería torturarme, quizás quería volverme loca con la imagen de Cavale embobado mirándolo reír.
Tomé el vaso que me ofreció.
──Cortesía de la casa ──me guiñó un ojo.
Probé el trago por amabilidad, porque en realidad no había conectado la sinapsis necesaria para decirle que no me gustaba el gin, o el vodka, y hasta la soda me hinchaba cuando andaba nerviosa ─que era como el 95% del tiempo.
Él me observó atento.
Evité las muecas con bastante buen temple.
──Muy bueno, gracias.
Quise golpearme por mis pocas habilidades sociales, pero tenía el punto suficiente de ellas como para no hacerlo en público.
Dejé el vaso sobre la mesa.
──Y entonces ──añadió antes de que pudiera marcharme──. ¿Cavale y tú se conocen desde hace un tiempo verdad?
──Cavale, sí, claro, fuimos años a la misma universidad.
En ese momento, él hizo acto de presencia, llegó vestido con un traje completo, camisa blanca y corbata negra, desvié la mirada antes de que mis pensamientos se me reflejaran en el rostro.
──Perdón por el retraso, vine en carreta ──bromeó Rival Cavale.
Isaac rio, Cavale lo miró con una sonrisa y por un momento tuve la imperiosa necesidad de arrancarme toda la piel de la cara.
No podía hacerlo, pero sí beber todo el vodka que Isaac dejó servido a un lado.
Evité las arcadas, y volver a mirar a cualquiera de los dos.
──Cariño, Astarte me estaba comentando que se conocen desde la universidad.
──Bueno, sí…
Decidí que no era lo suficientemente sensata como para aceptar todo eso.
──No, no la verdad ──lo interrumpí, mirando solo a Isaac──. Cavale y yo nunca fuimos cercanos, nos juntábamos en grupos diferentes.
Cuando lo miré, él permaneció inescrutable, volvió a esconder ambas manos en los bolsillos y terminó con mi trago de gin con soda.
──Oh, es una lástima… ──soltó Isaac.
──Te espero en el salón ──se disculpó Cavale.
Pero se dirigió solo a su pareja, y evité mirarlo otra vez antes de que se fuera.
──Discúlpalo, nunca se puede quedar quieto en un solo lugar.
Ya lo sabía, como sabía, incluso antes de que empezáramos a salir, que Cavale estaría maldiciendome justo en ese momento, llamándome vanidosa, creyendo que me creía demasiado por negar conocerlo.
Bien, era mejor para mí, quería que me odiara, lo prefería mil veces antes de que se atreviera a tratarme con esa amabilidad reservada a extraños.
──No hay problema, creo que fui muy brusca y es que nunca nos llevamos muy bien ──Le sonreí con un inocente encogimiento de hombros.
──Ah, lo entiendo, bueno, Cavale puede ser una persona difícil, no te juzgo.
Y volvió a reír.
Me mordí el interior de la mejilla, no necesitaba que él me dijera cómo era o no Cavale, porque él lo conocía hace meses y yo lo conocía desde hace años.
Luego me aterró la idea, el pensamiento horrible que les llega a todos cuando se dan cuenta que no son especiales, sino otro casillero en la vida de las personas que aman.
Y me sentí más traicionada que cuando Cas me fue infiel por primera vez.
──Y aun así se están comprometiendo ──No resistí la idea del anillo.
──Ah, esto, no, no nos estamos comprometidos aún ──Me mostró el horrible anillo de cerca──. Es una reliquia familiar, es todo, pero sí me gustaría verlo usarla alguna vez.
Intenté ponerme de pie y terminé por chocar contra un mesero que iba cargando una bandeja con copas de champagne, dos terminaron manchando mi vestido lila.
──Lo siento, en verdad, fue estúpido de mi parte hacer esto ──me apresuré a decir.
──Pero tú no hiciste nada, déjame que te acompañe al lavabo.
──No, está bien, no quiero molestarte, muchas gracias.
Y corrí entre la multitud para salir de ahí, como una cobarde, no encontré el baño, por lo que me deslicé en la primera habitación disponible.
Necesitaba respirar, estar a solas.
Cavale… estaba con alguien más.
──Astarte.
Humedecí mis labios, maldiciendo mi mala suerte.
──Yo…
Estaba fumando en el balcón que daba a la calle, la luz de la luna recortaba su silueta como plata, dándole justo el tipo de aire fantasmal e inalcanzable que tenía para mí ahora.
Él tiró el cigarrillo que llevaba antes de acercarse, dejó escapar el humo en el sentido contrario, me escrutó con severidad.
Sus ojos dispares recorrieron mi cuerpo, por un momento me vi demasiado expuesta ante la idea de mi vestido transparentado.
Respiré cuando Cavale desvió su mirada.
──¿Qué te ocurrió?
──Me manché el vestido con una bebida y creo que se ve bastante… ridículo.
Y te extraño, a ti o a la versión de ti que conocí hace algunos meses y que sospecho no volveré a ver, ¿lo besas entre las sábanas y lo haces mirarte mientras te corres?
Podría preguntarle eso, pero entonces él me miraría como si fuera una desquiciada, o peor aun, podría responder con la verdad.
──Ven, te daré algo para cambiarte.
Lo seguí porque aun con todo lo que odiaba la situación, era mejor seguir un segundo más detrás suyo que diez años alejados.
Cuando amagó para encender la lámpara de aceite, lo detuve.
──No enciendas la luz.
Si lo hacía podría ver mi rostro con claridad, los ojos vidriosos y mejillas encendidas.
Él bajó el brazo, con reticencia.
──¿Okey?
──Solo dame la ropa y vete.
──Eres más rara de lo que te recuerdo, Astarte.
Había olvidado la forma grave y áspera en que decía mi apellido.
Me paré a los pies de la cama, estaba revuelta, entre las sábanas blancas podía notar uno de los anillos de Cavale y su reloj en el otro lado de la cama, sobre la mesita de noche.
La remera de Isaac tirada en su lado del colchón.
──Aquí está.
Cavale fue quien me quitó de mis pensamientos, estaba a un palmo de distancia, y de repente fui dolorosamente consciente de la diferencia de altura entre los dos.
──Es extraño… ──divagó.
Sus ojos tenían una expresión extrañada, un ojo celeste y el otro marrón, humedeció sus labios para dejarlos brillantes.
Pensé que podría besarlo, atraerlo hacia mí, rozar mi boca con la suya y aspirar la colonia que conocía tan bien.
Entonces él me apartaría para recordarme que tenía un novio que lo amaba y se reía de forma encantadora, que estaba esperando para darle un anillo y que de seguro no lo molestaba rodó el tiempo con todos sus pensamientos intrusivos.
──Creo que me cambiaré en el estudio, gracias.
Intenté irme y Cavale me sujetó del brazo para devolverme junto a él.
──¿Qué te ocurre, Astarte?
──Me manché el vestido…
──Sabes que no hablo de eso ──Su voz fue suave y profunda.
Presioné su camisa más cerca de mi pecho, sabiendo que me rompería si él seguía mirándome así.
──No sé de qué hablas.
──Te vi esa noche, atrás de esa cosa cuando te sacaron de ahí.
Relajé los hombros ante el alivio, agradecí también cuando puso cierta distancia entre ambos.
──Cavale, ¿te gusta tu vida?
──¿Cómo dices?
Su confusión e incredulidad me dieron las fuerzas para seguir.
──¿Amas a Isaac?
──Astarte…
──¿Lo amas o no?
──Eso no te incumbe.
Manejé mi voz quebrada para continuar.
──Si lo amas, y amas este lugar, la Academia, seguro tienes buenos amigos…
──¿Siempre fuiste tan rara?
──No busques en nada más ──le corté──, no arriesgues lo que tienes y quieres por buscar nada.
Él me miró como si estuviera desquiciada y odié cómo aun así disfruté de la atención en sus ojos.
──Dile a Isaac que fue una linda velada ──Di un paso hacia atrás, fuera de su alcance──. Y también el gin con soda, me gustó.
──¿Y tú eres feliz, Raizel? ──me cuestionó antes de que llegara a la puerta.
Recordé mi familia en la Gex, el olor a madera y té recién hecho en mi casa, el Internado, Esen, la sonrisa de Esen, los primeros años en Senylia donde creí que nada me detendría, recordé a Caiden, los besos de Caiden, el mío, el que solo yo conocía y estaba segura de que Isaac no vería jamás.
Reconocí que en todas esas ocasiones siempre había estado esperando por algo más.
──A veces ──respondí antes de irme.
¿Qué les pareció el reencuentro de Raizel y Cavale?
¿Qué opinan de la relación de Isaac y Cavale?
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