Capítulo 10
20 de noviembre de 1999
1
-¿Dónde está el sacerdote?! -Se escuchó gritar al comisario mientras tocaba con insistencia el timbre en el asilo del pueblo.
-¿Comisario que sucede? Son las seis de la mañana por Dios santo. - Preguntó sorprendida la monja, abriendo mínimamente la puerta. Pero el comisario no tiene tiempo para dar explicaciones. Irrumpe violentamente empujando la puerta provocando que la anciana por poco se caiga.
Totalmente furioso se dirige hacia la habitación del anciano sacerdote.
-No puede hacer eso! -Reclamaba la hermana Etelvina inútilmente.
Cuando Tomás llegó a la habitación del Padre Juan lo encuentra mirando por la ventana hacia el sol que se elevaba por sobre los árboles.
-¡A quien más ha contado esa historia ridícula! -Preguntó gritando con una furia difícil de contener.
-Es algo que debía hacerse hijo mío.
-¿De qué está usted hablando?! ¡Por su culpa una niña ha muerto! ¡Ahora mismo va a decirme quien es ese malnacido que envió al hospital!
-No puedo hacerlo hijo. Su tarea aún no ha finalizado. Y la tuya tampoco.
-¡Maldito sea! ¡Usted está loco! ¡Acaba de mandar a matar a una inocente!
-Fue lo mejor para ella. Créame que siento en el alma el dolor de esa pequeña, pero había de hacerse. Muy pronto lo entenderá. Cuando la luna llena vuelva a salir la bestia aparecerá y entonces usted deberá hacer las cosas más terribles.
No pudiendo contener más su enojo se abalanza sobre el anciano y tomándolo del cuello lo empuja contra la pared. Su mano aprieta con más fuerza, pero el anciano no se inmuta, ni siquiera trata de sacarse.
-¡Dígame quien mató a la pequeña!
-No puedo hacerlo. Haz lo que tengas que hacer. Yo estoy preparado. -Fue la respuesta del Padre Carlos. -Mi misión es advertirte. Cuando la luna salga debes estar preparado. Debes protegerlos a todos. Debes matar a la bestia y al guardián del abismo. Es la única manera.
-Usted no es más que un viejo loco y un asesino. No vale la pena seguir hablando con usted.
Al soltar al sacerdote, el comisario aprieta su puño con fuerza intentando soportar el impulso de golpearlo en el rostro. -Voy a averiguar quién es ese maldito y cuando lo haga, le haré desear jamás haber escuchado sus patrañas.
Al salir del asilo, sube al patrullero donde lo esperaba el conductor. -¿Se encuentra bien Jefe? -Le pregunta el Sargento Vicente Vega, mientras devoraba un bizcocho de grasa.
-Si lo estoy Vega. Solo tuve que pasar a hablar con un viejo loco. - Al ver que el suboficial continuaba comiendo a pesar de que era un sujeto muy obeso, y que, con su cabeza calva y sus cachetes regordetes y colorados, los muchachos de la estación lo habían apodado "el marrano" intenta evitar que siga con esa conducta. -Sabes Vega, deberías tratar de comer menos. Ya tienes más de 40 años, estas en zona de riesgo cardíaco. De ser tú me cuidaría un poco más.
-Tiene razón usted jefe, quizás mañana empiece a hacer dieta. -Le contestó y se apuró en poner el ultimo bizcocho en su boca para encender el vehículo.
Mientras se iban alejando Tomás pudo ver como el sacerdote continuaba parado en la ventana de la planta alta siguiéndolo con la mirada. -Vamos rápido vega. Este lugar me saca de quicios. Vamos rápido hasta el hospital.
2
Cuando el teléfono sonó, Carolina fue adormilada a atenderlo. Encendió la televisión para ver la hora. Grande fue su sorpresa al ver que eran las seis y cuarto de la mañana.
-Hola? -Atendió algo adormilada.
-Hola Carolina. Necesito que vengas al hospital lo más rápido que puedas. -Se escuchó decir al Doctor Pérez por la bocina del teléfono.
La joven enfermera se tapa la boca de impresión mientras el doctor le relataba lo sucedido. -Por supuesto doctor, enseguida salgo para allá.
-Oigan chicos! ¡Necesito que vengan un momento! -Llamaba a su hija y a Franco que se había quedado con ellas.
Cuando los niños se levantaron completamente adormilados, Carolina ya estaba cambiada con su ambo azul de enfermera y se apresuraba en servirles un vaso de chocolate a cada uno y unas tostadas casi quemadas.
-Lo siento niños. Debo irme al trabajo de manera urgente. ¿Creen que puedan ir solos hasta la escuela?
-Claro mamá. No te preocupes. No es tan lejos y ya somos grandes.
-Gracias hija. Cuídense mucho. -Le pidió mientras le daba un beso en la frente a Melisa.
-Espera. ¿Ha pasado algo en el hospital? ¿Mi hermano se encuentra bien? -Pregunta Franco preocupado.
Carolina duda por unos instantes en decirle la verdad, pero comprende que es peor ocultársela. Tomándolo del hombro le cuenta lo ocurrido.
-Anoche ha habido un ataque en el hospital.
-¿Que sucedió? ¿Mi hermano está bien?
-Tu hermano está bien. No te preocupes por él. Pero en el hospital se encuentra trabajando la policía en estos momentos. Cuando todo esté más calmo podrás ir a verlo. Ahora necesito que te quedes con Melisa. ¿Puedes hacer eso por mí?
-Está bien.
-Eres un buen niño. Cuando vuelvan de la escuela seguramente ya estará todo bien y podrás ir a ver a Jonathan.
Luego de despedirse de los niños, la Joven enfermera sale apurada de su casa, se sube a su pequeño vehículo y sale rumbo al hospital.
-No te preocupes Franco, tu hermano estará bien. -Intentó consolarle Melisa, mientras él observaba por la ventana entreabierta como el automóvil se alejaba por el polvoriento camino.
3
Cuando llegó hasta el hospital Carolina se topó con la camioneta del servicio forense que había llegado desde la capital, estacionado en las puertas del hospital. En ese momento dos policías y un médico forense salen empujando una camilla sobre la cual un par de sabanas manchadas con sangre tapaban el pequeño cuerpo. Junto a la camilla iba la madre llorando desgarradoramente.
-No se lleven a mi niña. -Gritaba la señora Stevenson mientras su marido la sujetaba para que pudieran subir el cuerpo a la camioneta.
-Por favor querida. Tranquilízate. -Le decía mientras la abrazaba y lloraba junto con ella.
Desde lejos Gastón observaba la escena. Su mirada desolada reflejaba la culpa que sentía por no haber podido proteger a su hermana. Le había fallado a su familia. Siendo incapaz de acercarse a sus padres permanece en silencio viendo como el vehículo forense se lleva el cadáver de su hermana.
Carolina pasa junto a los afligidos padres. Intentó decirles algo, pero al ver lo mal que se encontraban decide no molestarlos e ingresa al hospital en silencio. Dentro, varios policías tomaban fotografías y examinaban las puertas en busca de huellas digitales.
-Carolina. Qué bueno que llegaste. ¡Esto es un desastre! -La recibe el Doctor visiblemente estresado. -Están llegando enfermos para ser atendidos y la policía sigue trabajando. Necesito que por favor te encargues de ellos. Habla con el Comisario y dale todo lo que necesite. También controla a los pacientes que permanecen internados. Sarita, que estuvo en el turno noche, tuvo un pico de presión y tuvo que irse, así que estamos solos con todo este desastre.
-Tranquilícese doctor. Yo me encargo. Por favor tómese un café. Luce muy cansado.
-Lo haré. Gracias Carolina.
La enfermera se acerca a las habitaciones para asegurarse de que los demás pacientes se encontraban bien. Al avanzar por el pasillo ve una gran cinta amarilla que dice "No pasar", esa cinta delimitaba la escena del crimen e impedía llegar a la habitación donde se encontraba internada Emilia. En el suelo podía verse una gran mancha de sangre y en la pared había un orificio que parecía ser un impacto de bala.
-Esto es una locura. No puedo creer que esto haya sucedido. -Dijo Javier parándose junto a ella.
-¿Qué ocurrió?
-Un demente apuñaló a la niña en el corazón y luego intentó matar a Jonathan.
-¿Él se encuentra bien?
-Tiene una mano atravesada por un puñal y un pequeño corte en el pecho, pero se encuentra bien. Considerando su enfermedad claro. Ahora está con el Comisario, le está haciendo unas preguntas. Debe ser una situación muy incomoda.
-¿Tienes idea de quien pudo hacer esto?
-No lo sé. Pero lo extraño es que hace unos días atrás hemos visto un hombre merodeando en la oscuridad, completamente vestido de negro. Tal como el que atacó anoche. En esa ocasión se encontraba observando hacia donde se encontraba Jonathan y ahora pasa esto. No puede ser una coincidencia.
-¿Crees que sea el mismo que hace diez años?
-No lo sé. Al maldito jamás lo atraparon. Empiezo a pensar que todo es posible en este maldito pueblo.
4
-Bueno. Sé que esto es tan incómodo para ti como lo es para mí, así que seré lo más rápido posible. -Dijo el Comisario mientras se acomodaba en una silla de madera junto a la cama de Jonathan. -¿Puedes contarme que sucedió anoche?
-Vi a un hombre vestido de negro parado en el pasillo mirando hacia la habitación de la pequeña. Intenté acercarme, pero tuve un fuerte dolor que me hizo caer. Lo siguiente que recuerdo es ese sujeto intentando apuñalarme. -Le respondió señalando su mano vendada.
-¿Tienes idea de quién era el sujeto?
-No la tengo.
-¿Tienes idea de porque quiso matar a la niña y luego te atacó a ti?
-Tampoco lo sé. Quizás solamente era un loco.
-Puede que sea así. Pero tratándose de ti, sé que algo me ocultas.
-De que habla. Le dije todo lo que ocurrió.
-¿Entonces que hacía la niña momentos antes en tu habitación y luego aparece asesinada? Vi la cámara de seguridad del pasillo, se ve claramente como entra a tu habitación.
-Es verdad. Emilia entró a mi habitación y le dije que se fuera.
-Dime... ¿qué te dijo la niña?
Jonathan permanece en silencio. Piensa que si contara al comisario este no le creería y lo trataría de demente.
-Ya dímelo. -Le exigió el comisario nada amablemente.
-La niña entró y me pregunto si podía ver a su hermana muerta. Adelante, tráteme de demente como siempre lo ha hecho.
-¿Porque la niña te preguntó eso?
- Me dijo que el que las atacó aquella noche le dijo que yo podía comunicarme con su hermana. Que yo podía verla, aunque estuviera muerta.
-¿De que estas hablando? Lo que atacó a las niñas fue un animal.
-Ella me dijo que lo que las había atacado le habló. Hasta me dijo que le obligó a comer la carne de su hermana muerta... Mire no tengo porqué mentirle, eso fue lo que me dijo la niña. Si usted no me cree es cosa suya. Espero que esta vez no se equivoque.
-Eres un maldito. Todo alrededor tuyo es muerte. No me sorprendería que tuvieras algo que ver en todo esto. Te prometo que voy a investigarlo y si estas involucrado en lo más mínimo juro que vendré y te llevaré arrastrando hasta la cárcel, aunque estés en camilla.
-Veo que no ha cambiado en nada. Nunca creyó en nada de lo que le he dicho. Tenía un monstruo trabajando con usted. Usted y mi padre no me creyeron cuando les dije lo que me había hecho. Usted me trató de demente y por su culpa murieron pequeños inocentes, por su culpa lastimó a mi hermano. ¡Así que no me venga con amenaza cuando su conciencia está manchada con sangre! -En su enojo Jonathan esbozó una sonrisa casi burlona. -Yo intenté salvar a su hijo. Usted por no creerme lo dejó morir. No es culpa de nadie más que de usted. ¡Así que no intente limpiar sus culpas conmigo!
Enfurecido el comisario cierra su puño con fuerza y se levanta dispuesto a golpearlo. Pero en ese momento se detiene. Intenta respirar hondo y tranquilizarse.
-De acuerdo Jonathan. -Dice mientras vuelve a sentarse. -Supongamos que esta vez si te creo. ¿Dime que está pasando?
-Como le he dicho comisario. No lo sé. La niña vino, preguntó sobre hermana y luego se marchó. Lo siguiente que pasó fue ver a ese maníaco intentando apuñalarme. ¿Qué más quiere que le diga? Es todo lo que sé.
-Y dime. ¿Has visto a su hermana muerta?
-¿Que?
-¿Si has visto a Lucía? La niña te pregunto por su hermana. ¿La pudiste ver?
Jonathan queda pensativo por unos momentos y luego asiente con la cabeza. -Aunque usted no me lo crea si la he visto. No sé qué está pasando conmigo, ni como Emilia supo que podría hacerlo, pero lo hice, vi a la pequeña parada justo allí. Suena loco, pero también he visto a mi madre aquel día en el cementerio y he visto a mi padre esa misma noche.
-Pero jamás encontramos el cuerpo de tu padre.
-Lo sé. Pero ahora sé que está muerto.
-No sé qué pensar muchacho. Están ocurriendo cosas muy extrañas. El padre Carlos me dijo que debía matarte y luego pasa esto. Me dijo que muy pronto, con la próxima luna llena, la bestia vendría.
-¿La bestia?
-Si una bestia. Y que tú estás poseído por un demonio que puede liberar al diablo en persona y cosas del fin del mundo y algo así. Son delirios de un viejo enfermo, pero evidentemente ha convencido a alguien que haga su trabajo sucio. No he podido hacerlo hablar, pero es lo más probable.
-¿Fin del mundo? -Jonathan esboza una sonrisa. -No tiene de que preocuparse, en poco tiempo estaré muerto y si hay un demonio se irá conmigo.
-Supongo que debemos esperar hasta la próxima luna llena para averiguarlo.
-Supongo que sí. Pero no debe preocuparse por mí. No sé qué esté ocurriendo, pero puedo asegurarle que no soy un demonio. Solo me interesa el bienestar de mi hermano. Ya ha sufrido mucho y pronto volverá a sufrir cuando me muera.
-Está bien muchacho. Es todo por ahora. Volveré si tengo más preguntas.
-Aquí lo esperaré comisario.
Tomás sale de la habitación. Permanece observando la escena mientras los forenses venidos desde la capital seguían trabajando. Con su mente llena de preguntas, sale del hospital y enciende un cigarrillo. Mientras largaba grandes bocanadas de humo, Tomás intentaba encontrar una relación a todo. Lucia masacrada por un animal, su hermana desaparece varios días, el accidente de los Jakov, un hombre con Alzheimer se cura milagrosamente y comienza a decir cosas sobre el fin del mundo y todo relacionado con este joven a quien intentan matar. Muchos cabos por unir.
-¿Mañana difícil Jefe? -Interrumpe sus pensamientos Javier parándose a su lado.
-Cosas muy extrañas están ocurriendo López.
-Oiga Jefe. El maniático de anoche. ¿Cree usted que pueda ser el mismo de hace diez años? Después de todo nunca hallamos su cuerpo e intentó matar a Jonathan.
-No lo sé. ¿Pero porque reaparecería ahora? Ha pasado mucho tiempo y luego de atacar al más pequeño de los Jakov su padre lo persiguió y según contó, pelearon y lo atravesó con su machete y luego cayó al río. No. Lo más probable es que Darío Acosta esté muerto.
-Es lo más probable. Pero usted lo ha dicho Jefe. Cosas muy extrañas están ocurriendo.
-Solo esperemos que no pase nada en la próxima luna llena.
-¿Luna llena?
-Si. Ese sacerdote loco me ha dicho que una bestia aparecería en la próxima luna llena. Solo espero que sean delirios. Pero ya no sé qué pensar.
-Bueno jefe, supongo que lo sabremos en 11 días. Es lo que falta para la próxima luna llena. Seguramente no pasará nada. No se preocupes tanto jefe. Ya está pareciendo una anciana supersticiosa.
-Si. Tienes razón López. Nada pasará.
El comisario continuó fumando con tranquilidad, pero un halo de duda recorría su mente. ¿Realmente nada pasará?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top