Tú eres mi mejor decisión
Elsa
Empaco todas mis cosas en cajas para guardarlas en la azotea. Esta casa quedará abandonada el día de hoy y quizás vuelva aquí cuando cumpla mi condena o quizás pida a mi padre que la venda, mientras tanto cubro todos los muebles para protegerlos del polvo.
No pude dormir gracias a la ansiedad que me azotaba. No me sentía segura y además estaba sola porque él no pudo estar conmigo. La desesperación pudo haberme controlado pero me calmé y enfoqué mi mente en otra cosa que no involucre mi encarcelamiento.
El reloj de la pared marca las nueve de la mañana. Jack me prometió que estaría a las seis, pero seguro no pudo. Imagino que lo veré en el juicio por última vez.
Dejo escapar un suspiro y miró la pulsera roja, hoy me voy a deshacer de ella, aunque ya me había acostumbrado a tenerla. A las diez vendrán por mí y me la quitarán, luego a enfrentar mi castigo por meterme con las personas equivocadas. Lo único bueno que saco de haberme unido a ellos es que pude volver a ver a Jack, aunque hubiera sido de una forma poco convencional.
No puedo evitar recordar lo que me dijo Gogo cuando hablamos ayer.
“Yo sacrifiqué mucho por esta misión"
El hecho de sacrificar lo que una persona más añora lo convierte en alguien fuerte —bueno, eso pienso yo —, Gogo entregó su vida a la policía, se esforzó por hallar la verdad y para conseguirla tuvo que convertirse en la puta de Norte, y la verdad me da pena por ella, pero ayer sonrió como nunca al capturarlo, su sacrificio valió la pena.
Por mi parte, sacrifiqué mi libertad para quedarme junto a Jack estos dos meses. Perfectamente pude haberme ido muy lejos de aquí el día que decidió no capturarme, pero yo quise acompañarlo un tiempo y me atraparon. Me dieron la oportunidad de seguir caminando por las calles y aproveché eso para relacionarme con él. Si no hubiera decido quedarme no hubiera conocido su amor y tampoco había gozado de tantas experiencias vividas a su lado.
Me queda como conclusión, que el sacrificio valió la pena porque conocí a quien de verdad me hizo sentir viva y plena. Sin embargo, el tiempo de estar juntos se acabó, y si nuestro amor es verdadero prevalecerá hasta mi libertad y si no... Solo quedan los recuerdos.
El sonido de la bocina de un auto me saca de mi ensimismamiento. Me dirijo a la ventana y a través de ella observo un vehículo de color rojo, último modelo, estacionado al frente de mi casa. Si no estoy mal ese es el de Anna, sin embargo, de la puerta del copiloto salió Jack y se movió hasta la puerta.
No entiendo qué planean esos dos. Puede ser que mi hermana se haya ofrecido a llevarme —a pesar de que le dije que no — pero lo que no me encajaba era ¿cómo se entendieron Jack y ella? Anna lo aceptó como mi pareja, pero todavía no se habían hecho amigos, o eso me quisieron hacer ver.
Salí de la habitación y llegué hasta la entrada. Jack abrió la puerta con las llaves que tenía y lo primero que hizo al verme fue abrazarme.
—Perdón por no haber venido antes, tuve que solucionar algo —me explicó.
—No hay problema, pero ¿por qué viniste con Anna? —me separé de él y lo observé a los ojos.
Estaba algo agitado y sonreía nerviosamente.
—Verás, no pude dormir ayer pensando en lo de hoy —habló, preocupado —Tengo una solución a todo esto.
—¿De qué hablas? —enarqué una ceja.
—Elsa, mi amor —atrapó mis manos entre las suyas —Quiero que escapemos juntos.
Mi boca se abrió al escuchar la locura que me había propuesto. No me cabía en la cabeza que quisiera que cometiéramos un delito, él es policía y sabe muy bien que eso está prohibido.
—N... No podemos —titubeo.
—¡Sí podemos! —exclamó —Todo lo tengo planeado, viajáremos lejos de aquí donde nadie nos pueda encontrar. Comenzaremos una vida juntos. ¿Qué dices?
—Que estás loco —di un paso hacia atrás.
Marcharnos nos condenaría a los dos. Nos buscarían por todos lados y viviríamos bajo la zozobra por estar huyendo de la ley.
Jack despeinó su cabello con la mano y respiró profundo.
—Elsa, yo no voy a soportar verte encerrada quince años en una prisión —mencionó con tranquilidad —Te necesito a mi lado, tú eres la única que me completa y que me ayuda a no caer. Si te encierran me voy a perder en la tristeza.
—Yo no quiero eso, pero... Esto es muy arriesgado.
—Lo sé, pero es la única forma para que no nos separen. ¿Tú soportarías estar sin mí tanto tiempo? Dime la verdad —pidió.
Entiendo su ansiedad por irnos, pero no quiero que él termine en una cárcel si nos atrapan. Deseo lo mejor para él, no una vida llena de miedo.
—No lo soportaría, pero tampoco que te condenen por escapar junto a mí.
Jack se acercó hasta quedar a pocos centímetros de mi cuerpo, luego colocó sus dos manos sobre mi rostro.
—Vamos, no tengas miedo, todo va a salir bien si lo hacemos juntos. Estoy dispuesto a dar todo de mí para quedarme contigo para siempre —insisitió.
—¿Y qué pasará con tu familia? ¿Dejarás a Sarah y Emma solas y desprotegidas? —pregunté.
Pensé en el par de mujeres que dependían de él, no quería ser egoísta con ellas y robarme al hombre de sus vidas.
—Yo ya lo hablé con ellas y entendieron que tú eres mi fecilicidad y que sin ti no va a ser fácil volver a empezar —esbozó una genuina sonrisa y besó mi nariz —Acepta, por favor.
—Pero, y si... Las cosas no salen como tú esperas —dudé —¿qué será de nosotros?
—Amor, ya deja de pensar en eso. Sé que eres una mujer arriesgada y valiente, así te conocí. No dejes que el miedo te impida elegir lo mejor para tu vida, y lo mejor para ambos es estar juntos ¿no? —jugueteó con mis cabellos sueltos.
Tomé aire por la nariz y solté mi respuesta:
—Esto es lo más loco que me has pedido, pero... ¡Acepto ir contigo hasta el fin del mundo si quieres! —chillé, emocionada.
Jack atrapó mis labios entre los suyos y me abrazó a su cuerpo. Pasé mis brazos tras su espalda y disfruté de su contacto físico.
—Emm, pueden hacer eso cuando estén completamente solos, pero por ahora yo estoy aquí presente —interrumpió una voz femenina.
Nos separamos para ver a Anna con los brazos cruzados y una ceja alzada. Caminé hacia ella y la envolví en mis brazos.
—Tú tienes que ver con esto ¿cierto? —pregunté sonriente.
—Algo.
—Hermana, ¿cómo se te ocurre seguirle el juego a este demente? —dije con burla.
—Lo hago por ti, porque yo tampoco voy a soportar verte encerrada tantos años. Quiero tu felicidad y ese loco lo es —señaló a Jack —Sé que esto no está bien, pero... Pues ni modo —se encogió de hombros.
Anna siempre ayudándonos con nuestras locuras. Le doy gracias por estar para mí en las buenas y en las malas, eso era lo que una verdadera amiga debería hacer.
—Elsa, tenemos que quitarte ese brazalete —mencionó Jack llegando hasta mí y tomando mi muñeca.
—¿Cómo? —quise saber.
Él se quedó observando lo que rodeaba mi mano y que me impedía huir. Movió mi brazo de un lado a otro evaluando la manera de sacármela de encima para que la policía no pueda rastrearnos.
—Creo que lo mejor será cortarte la mano —bromeó.
—¡Tonto! —golpee su hombro con mi puño.
Jack soltó una carcajada y soltó mi mano. Luego, colocó los dedos sobre el mentón en un gesto pensativo.
—Tengo una idea —dijo mi hermana, esperanzada —No veo que ese material sea fácil de romper, pero he pensado que podemos sacársela de la mano.
—Explícate —pidió el peliblanco.
—Fácil —tomó mi mano —Aplicamos alguna sustancia que resbale sobre su piel y alguno de los dos tira de la pulsera hasta que salga de su mano. Que dicen ¿lo intentamos?
Desvié mi vista hacia Jack y lo miré con duda. La idea de mi hermana no era tan descabellada, pero la verdad es que la pulsera estaba ajustada a mi muñeca y no sería tan fácil liberarme de ella.
—No perdemos nada con intentarlo, ¿qué dices tú, Elsa? —me preguntó.
—Pues que adelante, tratemos —sonreí.
—Perfecto, ¿tienes algo que resbale aquí en tu casa? —me habló Anna.
—En la gaveta de la cocina hay mantequilla, puede que eso sirva.
Anna asintió y caminó hacia donde le indiqué. Me acerqué a Jack y él me abrazó mientras que llegaba ella con el producto para salir de este lío cuanto antes.
Lo primero que hicieron fue extender mi brazo y aplicar sobre la zona de mi muñeca la mantequilla, luego, Anna me sostuvo por el antebrazo y él sujetó la pulsera y haló de ella para quitarla, sin embargo, me provocó un leve dolor en la mano.
—Va a ser más difícil de lo que creí —murmuró Jack con una sonrisa nerviosa —Puede que te lastime, Elsa.
—Soy capaz de aguantar todo lo que sea necesario. No te preocupes, continúa —le sonreí.
Él asintió y volvió a tirar de la pulsera con más fuerza. Mi hermana sostuvo mi antebrazo con fuerza para que se le facilitara el trabajo a Jack.
Apreté los labios cuando sentí la presión del aparato sobre mi piel. Me estaba ahorcando la mano, pero faltaba poco para que saliera por completo.
Bastó de un último esfuerzo para que Jack lograra sacarme la pulsera de encima, sin embargo, usó tanta fuerza que perdió el equilibrio y cayó de espalda con la joya entre sus manos. Por mi parte caí sobre el cuerpo de Anna, con la mano dolorida. Me puse de pie y masajee mis nudillos junto con mi muñeca.
Mi hermana se quejó y se levantó por sí sola con una mueca de molestia. Acarició su cabeza dando a entender que allí se había golpeado.
—No tuvimos que destruirla por lo que si continúa en esta casa la policía pensará que Elsa está aquí —dijo Jack desde el suelo y jugando con la pulsera —Bien pensado, cuñada —elogió a Anna.
—Yo no lo había visto de esa forma, pero... Gracias de todos modos —respondió, calmada —¿Saben? Deberíamos dejar de perder el tiempo y viajar de inmediato al aeropuerto antes que lleguen por ti, hermana.
—¿Cuál será nuestro destino? —pregunté limpiando la mantequilla de mi mano.
Jack de un salto se levantó y se ubicó a mi lado.
—Siberia, Rusia —respondió a mi pregunta —Mi abuela vive allí y ya hablé con ella para que nos dejen quedar en la cabaña que compró cerca de una montaña.
—Veo que ya tienes todo pensado. Pero ¿cómo vamos a salir del país?
—Mi linda novia —me abrazó por los hombros —No creerás lo que te va a decir este policía —canturreó —Conseguí identificaciones falsas para ambos.
—No te creo capaz —menciné, sin poder aceptarlo.
Jack sacó de su bolsillo dos tarjetas y me las entregó en las manos. La primera de ella mostraba a una mujer igual de blanca que yo con ojos azules y cabello rubio, pero más oscuro que el mío.
—¿Nina Ivanov? —leí su nombre.
—Para ser sincera, tienes cara de Nina —aportó mi hermana con una sonrisa.
—¿Y qué tal el mío? —preguntó Jack.
Revisé la otra tarjeta y la foto me mostraba a un joven de piel blanca, ojos azules y cabello castaño.
—¿Serás Iñaqui Ivanov? —esto ya era demasiado.
—Entiendo tu disgusto, pero recuerda que esto lo hice por los dos, por nuestro futuro. Esta mal y lo sé, pero no voy a dejarte ir, por nada del mundo —prometíó muy seguro de sí mismo.
—No me convence del todo esta ocurrencia tuya —volví a dudar.
Ser Nina Ivanov no me parece gran idea. Sería crear otra identidad diferente a Elsa Arendelle, me sentiría como si hubiera nacido de nuevo. Todos me llamarían por ese nombre en ese país y me recordarían una y otra vez que ella no soy yo. Tendría que abandonar a la Elsa de Estados Unidos, por una rusa que ni conozco.
Ahora me encuentro frente a un debate mental entre aceptar la propuesta del amor y vivir feliz, aunque esté rodeada de mentiras o quedarme aquí, sin Jack, pero con mi verdadera identidad. No lo condenaría, pero lo haría conmigo. Lo necesito a mi lado, pero de esta forma no me agrada.
—No quiero presionarte, Els, pero si no decides pronto será demasiado tarde —dijo, apresurado —Dime de una vez por todas ¿te vas conmigo o vuelves a prisión?
Solté un suspiro y cerré los ojos. Sé que me voy a arrepentir de esto, pero es por mi felicidad, solo con él la conseguiré.
—No me agrada para nada que tenga que ser así, pero no voy a dejarte en paz nunca —abrí los ojos y le dediqué una sonrisa —Vámonos ahora mismo.
—Asi se habla, mi reina.
(...)
Anna fue quien nos acercó hasta el aeropuerto. Todo estaba planeado para que tomáramos un vuelo a Siberia a las diez de la mañana, justo cuando tenían que ir por mí.
Al entregar los pasaportes a la encargada del vuelo mi cuerpo tembló de solo pensar que ella creyera que no éramos nosotros, pero la chica nos dejó seguir sin ningún problema. No pude estar tranquila hasta que abordamos el maldito avión.
Despedirme de mi hermana para siempre fue algo muy duro para mí. Ambas nos echamos a llorar en el último momento y nos dimos un fuerte abrazo que tardó unos segundos. Le agradecí por todo lo que hizo por mí; por ayudarme a liberar de ese demonio con el que me casé y por ser partícipe de mi felicidad al dejarme ir con el verdadero amor de mi vida. Anna hizo mucho por mí y estaré eternamente agradecida con ella.
El avión encendió motores a las 10:20 de la mañana. Solo cuando estuvimos en el aire pude soltar un suspiro aliviado. Nos espera Rusia con las puertas abiertas hacia una nueva vida.
—¿Estás bien? —susurró Jack a mi lado y de inmediato tomó mi mano entre la suya —Tiemblas.
—Solo son los nervios.
—Tranquila, cuando estemos a kilómetros de Estados Unidos podrás estar segura —apreró mi mano —Verás que no te arrepentirás de hacer esto conmigo.
—Espero no hacerlo. Abandonamos muchas cosas, y en especial a nuestras familias que tanto nos aman ¿no te parece que las hemos traicionado?
Recordé el rostro demacrado de mi mamá, la he dejado con su enfermedad y no podré estar para ella en su recuperación, Papá quedó a su lado, pero prometió que estaría conmigo en el día de mi salida, pero yo no voy a volver a verlo nunca.
Jack no verá a Emma crecer, no conocerá a su primer novio, ni estará para ella cuando esté triste. Él decidió colocarme por encima de ellas y no creo que yo merezca ese privilegio.
—Elsa, no traicionamos a nadie, solo escogimos estar juntos a pesar de todo. Yo sé que te duele dejar a los que quieres, yo también sufrí mucho al despedirme de Emma y mamá, pero tenía que ser así —entrecruzo sus dedos con los míos.
—Dejaste todo por mí ¿crees que estuvo bien? —continúe con mis dudas.
Él rodó los ojos, fastidiado.
—Sí, ¿cómo hago para hacértelo entender? —preguntó —Tú eres la mejor decisión que he escogido en mi vida, a pesar de todo lo que vivimos yo me convencí que sin ti no soy nada. Que te metiste en mi corazón y en mi mente y no habrá nadie que te pueda sacar de aquí —señaló su pecho.
—Jack...
—Si vas a seguir dudando de algo que ya no tiene vuelta atrás entonces no hables —dijo, seco, y soltó mi mano.
—No es para eso —aseguré —Yo solo quería decirte que voy a tratar de superar esto y que daré todo de mi para que lo nuestro sea perfecto. Juntos comenzaremos una vida y... Me da gusto que tú hayas sido mi mejor decisión.
Jack no pudo evitar sonreír.
—Vaya, será difícil soportarte tanto tiempo —bromeó.
—Ah, mi amor, te metiste en un gran problema porque Elsa, Nina —corregí —Te hará la vida imposible —seguí su juego.
Él enarcó una ceja y acercó su rostro al mío.
—Ya lo veremos, muñeca —habló, seductor —Cuando lleguemos a nuestro nuevo hogar.
Cuando mi vida cambié por completo...
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