Todo comenzó con un simple... acepto
Elsa
—¿Emocionada? —preguntó mi hermana sentada sobre mi cama.
Guardé silencio mientras observaba mi rostro en el reflejo del espejo. Hoy era un día muy especial para mí, lo considero como el mejor de mi vida. Todas mis amigas me han dicho que esta fecha nunca se olvida, estoy segura que yo siempre tendré presente lo que suceda hoy.
—En realidad... —titubeo —tengo muchos nervios. ¿Y si lo arruino? —me giré a verla.
Anna se levantó de su puesto para caminar hasta mí. Se quedó viéndome con algo de enojo pintado en su rostro.
—Lo harás bien, te lo aseguro. Y si fallas, solo voltea a verme, yo te ayudaré —acarició mi rostro —Estás muy bella ¿sabías?
—Oh, gracias, hermana —respondí con una media sonrisa —Entonces ¿crees que haré lo correcto? Si arruino este día quedaré marcada para toda la vida, seré infeliz.
Ella rodó los ojos y se cruzó de brazos. Luego soltó un bufido.
—Oh, vamos, Elsa, no seas dramática. Vas a ver que todo saldrá a la perfección. Tienes que parecer segura, elegante y sobre todo sonriente con todos los invitados.
Era verdad, hoy tengo que ser una mujer fuerte y feliz, no podía desfallecer o los familiares de Tadashi se enojarían conmigo por no ser la novia formal y elegante que siempre quisieron para él. Yo les demostraré que él escogió a la mejor de las mujeres.
Me levanté de la silla donde estaba sentada para acomodar el velo blanco sobre mi cabello rubio recogido en un delicado moño, madre me había ayudado con ese peinado, mientras que papá aportó para que se adecuara la mansión para esta inolvidable celebración.
El vestido de novia resultó ser para mí la mejor prenda del mundo, un poco ajustada, pero con un toque elegante, justo lo que buscaban de mí. Me sentía como una princesa de cuento de hadas con ese vestido, resaltaba mi belleza. Tadashi me dijo en alguna ocasión que yo valía más que un rubí, que merecía ser atendida como una reina por eso mandó comprar este elegante vestido de novia.
Desvié la mirada hacia Anna, ella lucía un vestido violeta con detalles dorados en el cinturón, junto con unos zapatos altos de igual color. Su cabello zanahoria lo dejó caer como cascada en su espalda descubierta, ella era una chica hermosa y a sus diesciete años era la envidia de todas por ese rostro tan angelical que posee.
Anna y yo siempre hemos tenido una buena relación desde que éramos niñas, sin embargo, a veces me separaba de ella porque tenía que estudiar mis libros de historia para conocer más sobre la ascendencia de nuestra prestigiosa familia. Doy gracias al cielo porque nunca tuvimos que pasar por hambre, gracias al dinero que las empresas de la familia proveían teníamos para vivir.
Actualmente aspiro al cargo de administradora de una de las empresas, papá la llama "la empresa madre" la más importante de todas. El otro año cuando cumpla mis veintiuno podré acceder a la presidencia y tener el control de todo el negocio. Para ser sincera espero que el poder no se me suba a la cabeza como a muchos les pasa y volverme una tirana, eso jamás.
Siempre me he caracterizado por ayudar a las personas, por eso pretendo crear una fundación, aún no sé de qué, pero pronto la consolidaré al lado del amor de mi vida Tadashi Hamada, conocido por ser un hombre inteligente y un gran ser humano, buen hijo, buen hermano. No puedo pedirle más a la vida porque ya todo lo tengo.
Tocan a la puerta. Anna camina hasta allí y la abre con sutileza verificando quién es, porque si se le ocurre a Tadashi aparecer arruinará la sorpresa. Desde que lo conocí siempre ha sido un tanto impaciente. Y ya llevo unas cuantas horas preparándome para estar perfecta para él y para su familia.
Alguien se abre paso frente a mi hermana. Un par de ojos verdes se me quedan viendo de arriba a abajo.
—Estás preciosa, hija mía —le escucho decir. Él se acerca a mí y me envuelve en sus cálidos brazos —Mi princesa se me va a casar, la van a alejar de mi lado.
Yo río en su pecho y me separo para poder verlo a los ojos.
—Señor Agnar, usted no perderá a su princesa porque ella siempre estará a su lado —besé su mejilla —Padre, no los voy a abandonar, son mi familia y los amo muchísimo, sólo uniré mi vida a la de un hombre maravilloso.
Mi padre torció el gesto de uno alegre a uno preocupado.
—Mi niña, sabes muy bien que Hamada no me resulta nada bueno para ti, me parece algo manipulador —habló con lentitud porque ya conocía lo que le diría después.
Di media vuelta, alejándome de él para volver al espejo y retocarme otro poco el maquillaje.
—No volveremos a tener la misma conversación otra vez, papá —dije con algo de fastidio en mi voz —Hoy me caso y punto, es una decisión tomada hace mucho.
Vi, a través del espejo, como mi hermana se acercaba a mi papá para tomarlo por el hombro.
—Papi, no lo intentes. Elsa está convencida que se casará con su príncipe azul, déjala ser feliz —escuché que le decía con sutileza.
Me reincorporé para encararlos. Tomé un respiro y cerré los ojos para después decirles:
—Todo va a estar de maravilla, Tadashi me ama y yo a él con eso conseguiremos ser felices —mencioné con seguridad —Ahora, si me permiten, tengo que ir a casarme con mi príncipe azul.
Acomodé mi vestido sobre mi cuerpo y me dirigí a la salida de mi habitación. Escuché pasos tras de mí, eran papá y Anna, por fin aceptarían que voy a casarme y a encontrar mi felicidad junto a Tadashi.
Me cuesta aceptar que Agnar, después de dos años de noviazgo, aún no acepte a Tadashi como mi pareja. Tuvieron en el pasado muchas discusiones que solo yo podía parar, el motivo siempre era el mismo, papá le escupía a Tadashi que era un manipulador y él contestaba con que Agnar era un sobre protector. La pelea siempre se inclinaba hacia mí, era como si lucharan por mi amor sabiendo muy bien que los amo a los dos.
En cuanto a mi madre Iduna, ella aceptó gustosa a Tadashi porque pensaba que era un hombre encantador, por un momento pensé que la que se había enamorado de él no era yo sino ella. Lo bueno era que se querían mucho, Tad siempre le traía sus tulipanes favoritos cada vez que venía a la mansión y ella le daba un dulce té de manzanilla.
Otra cosa que mamá siempre decía es que Tadashi Hamada es de buena familia, con una posición respetable en la empresa de robótica de su familia y que era un buen partido. Pero yo no me enamoré de su dinero y su atractivo sino de su buen corazón.
Bajé por las escaleras con cuidado detallando la belleza de la mansión y lo bien que la habían decorado con jarrones repletos de rosas blancas. Los empleados de la casa me hicieron una reverencia como si fuera una princesa, yo les dediqué una sonrisa y continué mi camino.
Sin embargo, una bella mujer de cabello castaño y saltones ojos azules me hizo detener a mitad de mi camino. Sin pensarlo me abrazó y besó mi frente con ternura, así era mi madre, tan dulce. Creo que fue lo mejor que pude heredar de ella lo dulce y lo humilde. La familia Arendelle se ha caracterizado por ser de buen corazón.
—Mami, hoy será el gran día. Lo hemos esperado por varios meses —mencioné cuando rompió el abrazo. Ella tomó mis manos entre las suyas.
—Mi amor, te has convertido en toda una mujer. Recuerdo como si fuera ayer cuando jugabas con muñecas y hoy dejas de ser mi niña para volar al lado de ese hombre tan maravilloso —apretó mis manos.
—Oh, me vas a hacer llorar —respondí sintiendo un nudo en la garganta.
—Bueno lindas mujeres, no lloriqueos. Arruinarán su maquillaje —aportó mi padre llegando a mi lado. Luego me tendió su mano —¿te acompaño, princesa?
Acepté su ofrecimiento y caminé de su mano.
—Será un gusto, mi rey —reí a su lado.
En el jardín ya todos nos estaban esperando. Cuando se escuchó la melodía que anunciaba mi llegada todos se pusieron en pie y dirigieron su mirada hacia mí. Yo avancé al lado de mi padre con las miradas de los familiares de Tadashi encima mío, sobre todo la de Hiro, el hermano de Tad, que aseguraba no quererme ni un poquito.
Mi mirada chocó con la suya, el chico me envió una sonrisa lobuna y negó con la cabeza. A su lado estaba Honey Lemon, la mejor amiga de Tadashi, ella me miró con desprecio, otra chica que nunca gustó de mí porque yo me quedé con lo que ella quería, ella nunca pudo aceptar que la vida es así y siempre buscaba motivos para hacerme quedar mal con Tad, pero nunca lo consiguió.
Por fin dejé de pensar en esas despreciables personas para ver a mi galán novio detenido frente al altar con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro, también estaba emocionado. Pude ver que lucía un espléndido traje de color azul oscuro junto con unos zapatos de charol, no podía esperar hasta la noche para comerme ese pastelillo de chocolate.
Cuando estuve frente suyo nuestras miradas chocaron, la de él de un color marrón brillante y la mía azul como el cielo.
—Tadashi Hamada, te entrego a mi hija para que la hagas feliz y para que estés siempre con ella. Te pido que la cuides —habló mi papá en medio de nosotros y entregó mi mano a la de Tadashi.
—Claro que la haré feliz, señor —contestó mi prometido con una sonrisa.
Papá se alejó de nuestro lado y se ubicó en las sillas que estaban cerca de nosotros, allí mismo estaba mamá y Anna viéndonos con una sonrisa, solo que Anna la disimulaba porque no estaba tan de acuerdo con mi compromiso como mamá, solo ella me entendía y apoyaba.
Desvié la mirada hacia Tadashi y le dediqué una radiante sonrisa.
—Te ves encantador —susurré.
—Y tú como una diosa —respondió en mi mismo tono de voz.
Reí por la bajo y puse atención a lo que el sacerdote mencionaba sobre lo que decía la biblia sobre el matrimonio, sin embargo, no le atendí mucho porque me entretuve viendo a Tadashi, él sí escuchaba al padre, mientras que yo me perdía en el brillo de sus ojos.
Recordé como nos conocimos hace más de dos años.
Estaba saliendo de la universidad junto con Rapunzel, mi mejor amiga, ella me hablaba sobre su nueva conquista mientras que yo me quedaba viendo hacia la nada.
—Entonces yo le dije que sí, pero que me diera tiempo para conocerlo —escuché su voz lejana.
Comencé a caminar más rápido sin percatarme si ella me seguía o no. Algo me atraía a la calle, pero no sabía qué, era extraño, como si mis pies recibieran órdenes de otra persona que no soy yo.
Sin mirar, me encamino hacia la calle, pero los gritos de muchas personas me hacen entrar en sí.
—¡Cuidado! —gritaban.
Pero era un poco tarde. Un auto se acercaba a mí a toda velocidad. Al verlo me quedé petrificada sin saber qué hacer. Sin embargo, unos cálidos brazos me envolvieron y me apartaron de la ruta del automóvil.
Sentí como mi cuerpo se estrellaba contra el césped y un lindo chico estaba encima mío y me sonreía como nunca.
—Por poco te atropellan, eres una chica distraída —mencionó él acariciando mi cabello.
Aquel joven de cabello negro y ojos marrones me cautivó en un segundo. Me quedé viendo su rostro sin poder emitir ninguna palabra.
—Y... Yo —balbuceo.
Mi salvador se levanta y me tiende la mano para ayudarme a levantar. Lo dudé al principio pero después accedí.
Su toque era cálido y su mano suave. Lo consideré un caballero al ayudarme, no sabía qué decir.
—Soy Tadashi Hamada, estudio robótica en esta universidad —su voz era ronca y muy atractiva. Sentí que babeaba por él.
—Soy administración Arendelle y estudio Elsa de empresas —dije, torpe. Él hizo una mueca —L...lo siento, soy Elsa Arendelle estudio administración de empresas, soy algo tonta para hablar —Rasqué mi nuca con nerviosismo.
Tadashi soltó una carcajada. Pensé que se estaba burlando de mí, pero me equivoqué cuando dijo:
—Eres linda, Elsa.
Mi corazón se detuvo en seco al escucharlo, jamás me habían dicho eso antes. Creo que el amor a primera vista sí existe, acabo de descubrirlo con Tadashi Hamada.
Un suspiro se escapó de mis labios sin que pudiera evitarlo, me dio vergüenza, pero traté de disimular.
—Fue un gusto verte, Elsa Arendelle. Nos veremos en otra ocasión —depositó un beso en mi mejilla —Y ten cuidado por dónde caminas.
Asentí y él se marchó.
Acaricié mi mejilla recordando el contacto de sus labios, fue... Fascinante, bueno... Él lo es.
Acabo de descubrir que aquello que me llamaba a la calle era el destino que quería que me encontrara con aquel hombre. Este día nunca lo olvidaré.
Escuché pasos acercándose. Giré para ver a Rapunzel con un gesto de preocupación.
—¡Por Dios, Elsa, como...!
—Shh —la silencie —¿Viste a ese chico que me salvó? —asintió —Él se convertirá en mi esposo, lo presiento.
Rapunzel me miró con una mueca luego me dijo que había enloquecido.
La verdad es que no estaba loca, sino enamorada y como lo prometido es deuda, hoy me encuentro al lado del chico pelinegro que me salvó, a punto de casarnos.
Por un momento me sumergí en mis pensamientos, el tiempo pasó rápido. Noté que Tadashi estaba pronunciando sus votos y yo... No me di cuenta, sigo siendo la misma chica distraída de la universidad.
—... Te entrego mi vida porque te amo. Juro por Dios que estaré contigo en la salud y en la enfermedad, solo la muerte nos separará —sujetó mis manos y en uno de mis dedos colocó la argolla dorada que simbolizaba nuestra unión.
Era mi turno. Muero de nervios.
Tomé la otra argolla y la mantuve en lo alto, luego dije:
—Yo Elsa Arendelle prometo amarte y respetarte toda la vida. Prometo estar para ti cuando lo necesites y juntos seremos felices, construiremos un hogar regido por valores —afirmé con una sonrisa y le coloqué el anillo —Hasta que la muerte nos separe.
Nos quedamos viendo a los ojos esperando el momento más importante de la boda; cuando el padre nos hace la pregunta crucial.
—Tadashi Hamada, ¿aceptas a Elsa Arendelle para...
—Sí, acepto —dijo Tad sin dejarlo terminar.
—Elsa Arendelle, ¿aceptas a Tadashi Hamada para amarle y respetarle toda la vida hasta que la muerte los separe?
Tomé aire por la nariz y solté mi respuesta.
—Por supuesto que sí, hasta que la muerte nos separe —prometí sin separar la mirada de Tadashi.
—Por los poderes que me concede la iglesia yo los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia...
No dejé continuar al párroco porque fui yo quien atrapó a Tadashi entre mis brazos y lo besé como nunca le han besado, sellando así nuestro pacto ante Dios.
Cuando nos separamos, él sostuvo mi rostro entre sus manos.
—Te amo Elsa y te protegeré de cualquier mal.
Asentí.
Lo peor de todo es que me creí toda su palabrería. Qué tonta fui, porque lo que sigue a continuación es la odisea que tuve que pasar con el demonio que creí que era mi príncipe azul...
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