Reavivar un sentimiento
Jack
Despierto lentamente. No sé que pasó conmigo, pero al parecer sigo vivo. Lo primero que me encuentro en mi campo de visión es un par de brillantes ojos azules y una sonrisa perfecta.
—Hola —saludó.
—H... Hola —respondí a medias.
Me dolía todo el maldito cuerpo y cuando intenté moverme no pude, solo pude levantar mi cabeza para ver que estaba sin camisa y que mi espalda estaba curada.
—¿Qué hiciste? —volví a Elsa.
Ella estaba acostada a mi lado y no paraba de sonreír. De pronto pasó una mano por mi rostro y soltó un suspiro.
—¿Qué no hice? Debería ser tu pregunta —dijo sin parar de tocarme —En realidad salvé tu vida, de nada —susurró.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —pregunté, mi voz volvió a mí con normalidad.
—Mmm, unos cuantos minutos. Lo bueno de todo esto es que ya estás bien y que hice lo que pude para que no te murieras —se giró y dirigió su mirada hacia el techo —Resulta que ahora tengo dotes para la medicina.
—¿Por qué lo hiciste? —quise saber.
Ella cerró los ojos y dejó escapar una carcajada.
—No lo sé ¿instinto? —me miró —En fin, ahora que has despertado y sé que no perdiste la vida ahora sí podré dormir.
—¿De qué hablas? —fruncí el ceño.
—Pues que tuve que tomar mucho café para no quedarme dormida, porque tenía que vigilar que siguieras respirando —me explicó y soltó un suspiro cansado —Lo que vivimos hoy fue de lo más agotador, perseguidores por aquí, perseguidores por allá ¡fue de película! ¿No lo crees? —jugueteó con mis cabellos.
Atrapé su mano y la alejé de mi cabeza. Ella estaba teniendo muchas atenciones conmigo, eso me parece bastante extraño, no puedo confiar en ella.
—¿Ya amaneció?
—No, apenas son las doce —respondió —Me pondré cómoda —avisó.
Se levantó de la cama.
Tomé aire por la nariz y después con las fuerzas que me quedaba intenté girarme para quedar boca arriba, pero me dolió más de lo que creí. Solté un gemido agónico. En segundos tuve a Elsa al lado ayudándome a acomodar ¿y ahora qué le sucede?
—Ten cuidado, bobo, puedes lastimarte —me señaló con su dedo.
Rodé los ojos. Me estaba tratando como a un niño, pero en parte le agradezco su ayuda, por lo contrario estaría muerto. Se apartó de mi lado y volvió a buscar no sé que cosa en el armario. Me entretuve viendo la habitación a detalle, claramente pertenecía a un hombre, recuerdo que ella nombró a un tal Hiccup.
Dirigí mi mirada hacia Elsa, se estaba sacando la ropa de encima.
—Oye, ¿no te interesa que te esté viendo? —mencioné.
—No —contestó sin siquiera pensarlo —Necesito quitarme toda esta ropa para poder dormir cómoda. Si te molesta, cierra los ojos.
Desvié la mirada, pero no pude evitar voltear para verla, me daba la espalda, así que no se podría dar cuenta que la estoy viendo. Recorrí su cuerpo con mi mirada, de verdad era muy hermosa y tenía una silueta de modelo, la mujer perfecta para cualquier hombre. El color rojo de su ropa interior realzaba el de su piel blanca.
—Siento tu mirada sobre mí, Jack —canturreó sin voltear.
Me sentí avergonzado, por lo que tuve que mentir.
—No te estoy viendo, estás loca.
—Sí claro.
Dio media vuelta, pero cerré los ojos antes que me descubriera.
—Ya puedes abrir los ojos —anunció.
Hice lo que dijo y me topé con que todavía no se había cambiado y continuaba en ropa interior. La muy descarada me sonrió.
—¿Vas a dormir así? —se me ocurrió preguntar.
Ella soltó su cabello y lo dejó caer por su espalda, le llegaba a la cintura y la hacía ver inocente, cosa que está lejos de ser, pero las apariencias engañan bastante. Ella es una mujer muy hermosa, pero por dentro es una atrevida y loca.
Dibujó una sonrisa traviesa en sus labios y me guiñó un ojo. Está jugando conmigo.
—Mmm, obvio no —habló entre cortas risas —Suelo dormir completamente desnuda —enarcó una ceja. Por favor que no se le ocurra hacerlo —Pero... Como estás tú presente no puedo hacerlo.
Trague saliva, aliviado. No me sorprendería que se desnudara frente a mí con lo demente que está, pero ello ya sería demasiado para mis ojos, y tengo que aceptar que soy hombre y con una chica tan hermosa desnuda frente a mí, no sé si lo soportaría.
Solté un disimulado suspiro cuando vi que colocaba una camiseta blanca sobre su cuerpo, era de hombre y le quedaba bastante grande pero no lo suficiente para cubrir por completo su trasero.
En un abrir y cerrar de ojos terminó acostada en la cama, a mi lado. Lo primero que hizo fue pasar la manta por encima de sus piernas, cosa que agradecí, y luego apagó la lámpara que estaba a su lado, dejando encendida la que estaba a mi lado. Luego desvió su mirada hacia mí.
—Aún me debes algo ¿no? —insinuó.
Recordé lo que me pidió por liberarme y me maldije en voz baja por ser tan idiota y envolverme en su juego seductor.
—Sí. Tú dices cuándo —respondí.
Elsa se acercó a mí hasta que nuestros rostros quedaron a centímetros.
—Ahora —susurró —Pero, quiero que beses como la besabas a ella —pasó su mano tras mi cuello para acercarme más a ella —Solo eso pido.
—¿Como la besaba a ella, a quién te refieres? —frunci el ceño, confundido.
—A Tooth —murmuró —Vi en tus ojos el reflejo del dolor cuando Pitch dijo que fue Eugene quien la asesinó. Ahí me di cuenta que la amabas demasiado. Yo... Yo quisiera solo un poquito de ese sentimiento.
Vaya, eso sí que me dejó con la boca abierta. Nunca pensé que me pediría algo como eso, suena estúpido, pero veo en ella un anhelo de ser amada y... No sé qué pensar ahora, la desconozco.
De todos modos es solo un beso, con el que quiere llenar ese vacío, solo es un capricho suyo y pues no me queda más que hacerle caso y ya.
—Bien —acepté.
Una sonrisa se pintó en su boca.
Reduje todo el espacio que nos separaba y atrapé sus labios entre los míos. Ya los había sentido antes, pero ese día la besé para robarle el arma, esta vez lo hago con más lentidud y... Algo de cariño. Sin embargo, cuando sus traviesas manos comenzaron a bajar por mi torso, algo descomunal se apoderó de mi cuerpo y terminé intensificando el contacto hasta estar prácticamente comiéndome su boca, incluso mis manos terminaron por debajo de su camiseta acariciando su espalda.
Elsa no hacía nada por detenerme sino que también seguía el juego seductor que estábamos teniendo. La temperatura de nuestros cuerpos incrementó y la razón fue opacada por el deseo de dos personas desesperadas por sentirse amados, porque aunque me cueste aceptarlo a mí también me hace falta una mujer que cubra el vacío de mi alma, pero... No creo que la indicada sea Elsa, yo tengo que odiarla no dejarme llevar por la lujuria.
Volví a la realidad y me separé de su cuerpo. Por poco y un simple beso termina en algo más. Terminamos jadeantes y sorprendidos con el ritmo que llevábamos. Miré a Elsa y ella tenía los dedos sobre su boca, su pecho subía y bajaba sin cesar.
—Wow, eso fue... Increíble, cuanto sentimiento —hizo una pausa para respirar —Tooth debió haber sido la envidia de todas las mujeres con un novio así de... De entregado.
—Claro... —musite, ahogado —Pero te agradecería que no la vuelvas a nombrar.
—Oh, entiendo —sonrió —Gracias.
—¿Por qué?
—Por fingir unos segundos que me quieres —pasó las manos por su rostro —Será mejor dormir ¿no?
Asentí con la cabeza y ella se levantó para apagar la luz de la lámpara y que quedáramos en penumbras. Luego se movió lo más lejos de mí y me dio la espalda. Así era mejor, que ella estuviera apartada de mí.
Vaya, bastó solo unos segundos para que esa mujer encendiera algo dentro de mí, que pensé nunca despertarían después de la muerte de Tooth. No sé si eso es bueno o malo.
(...)
Al otro día, desperté abrazado a ella. Otro error de mi parte. En algún momento de la noche terminó acercándose demasiado y pues, en medio del sueño, acabamos demasiado juntos.
Me quedé contemplando su rostro por unos segundos, incluso me dio risa darme cuenta que dormía con la boca abierta, eso la hacía ver inocente. Su cabello estaba despeinado y algunos mechones caían por su rostro, así que con cuidado los removí, sin despertarla.
De pronto, se movió y se acurrucó cerca de mi pecho. No supe qué hacer, estaba congelado. Sin embargo, uno de sus brazos rodeó mi cintura por encima de mi herida, me quejé de dolor y moví sus brazos de mi cuerpo, pero ella insistía en estar cerca de mí.
—Elsa, Elsa —le llamé —Oye, me estás lastimando.
Su cuerpo se movió del mío como un resorte y la vi sentarse sobre la cama para mirarme con los ojos bien abiertos.
—Lo... Lo siento, es que... Hace mucho tiempo no dormía sin tener pesadillas y... Y... —habló de prisa. Después pasó una mano por su rostro —Creo que hablé demasiado. ¿Estás bien?
—Me duele más que ayer —respondí con una mueca de dolor y traté de sentarme, pero no pude sin su ayuda.
Me sentía como un inútil, sin embargo, me estaba costando demasiado moverme, cada vez que lo hacía sentía una punzada en mi costado que me hacía chillar de dolor.
—Creo que es normal, pero será mejor que vayas a un hospital —sugirió —Yo hice lo que pude, pero no soy profesional, entonces es posible que no haya hecho el procedimiento bien.
—Me va a costar, pero creo que tienes razón —afirmé —Necesito mi camisa o me congelaré del frío.
—Mmm, la tuya quedó manchada de sangre, no querrás salir con ella a la calle —me mostró una amplia sonrisa —No te preocupes, te prestaré una de Hiccup, debe quedarte.
Se puso de pie y sacó del armario una camisa azul.
—¿No le importa a tu amigo que andes prestando sus cosas?
—No lo creo —hizo un aspaviento con su mano —¿Quieres que te ayude a ponértela?
Negué con la cabeza, sonriente. No conozco a la chica amable que está frente a mí, es diferente a la que estuvo a punto de matarme y a la que me dejó encerrado en una celda. Esto me lleva a hacerme la misma pregunta de hace unos días ¿qué la llevó a convertirse en lo que es ahora? Desde ayer me ha demostrado su lado bueno, a una mujer sonriente, divertida, seductora y hasta tierna. Daría lo que fuera para que las circunstancias fueran diferentes y poderla conocer más a fondo, porque me he dado cuenta que me interesa, que en realidad me comenzó a interesar la primera vez que la vi, aquella noche cuando me estrellé contra su auto.
—No vas a poder solo, déjame ayudarte —Insistió haciendo un puchero.
Se movió hasta quedar sentada cerca a mí, con la camisa en mano y una sonrisa radiante en sus labios.
Rodé los ojos, y le permití solo esta vez ayudarme. Me acomodé de tal forma que pudiera pasar la camisa por mi cuerpo. No pude evitar reír al recordar a mi madre hace muchos años cuando peleábamos porque yo no me dejaba vestir y ella terminaba dándome pellizcos en los brazos. Ahora, frente a Elsa, no puedo evitar rememorar a esa mujer.
—¿Qué te da tanta risa? —preguntó mientras abotonaba mi camisa.
—Un recuerdo de mi madre, cuando yo era niño y no era muy fácil vestirme —comenté.
—Entonces eras algo desobediente ¿eh? —enarcó una ceja —Me imagino que en la policía debiste aprenter a hacer caso.
—Mmm, puede ser —se me ocurrió responder.
Ella tenía algo de razón; de niño era muy travieso, de adolescente un rebelde sin causa, pero cuando murió mi padre y cuatro años después mi hermano, aprendí a obedecer en la policía, a soportar los gritos de mi tío, todo por hacer lo que siempre me gustó hacer: defender vidas. Sin embargo, últimamente no he tenido buena racha, no he hecho bien mi trabajo y el juramento que le hice a la vida tampoco lo he cumplido.
Durante aquellos seis meses de soledad debí haber capturado a Pitch Black y matar a su maldito hijo por lo de Tooth, pero siempre había algo que me detenía, podría ser el traidor de la policía jugandonos sucio, o cuestión de suerte.
Ahora que pienso sobre mi promesa, juré destruir a todos los criminales que trabajan para ese maldito y Elsa Arendelle es uno de ellos, pero no he tenido las agallas para matarla. En la noche, mientras dormía a mi lado, pude hacerlo, pero no. Algo dentro de mí me impide volver a tocarla, espero no sea un sentimiento especial porque eso estaría muy mal. Ella es una criminal y los policías no podemos relacionarnos con los de su clase.
Decido salir de mi ensimismamiento para toparme con sus ojos azules mirando los míos. Me veía con amabilidad, y en lo personal, me derriten esas miradas tan cautivadoras.
—Elsa, quiero que sepas una cosa —comencé frío, ella borró la sonrisa de sus labios —Antes que nos capturaran íbamos hacia el departamento de policía para entregarte, tú debías declarar lo que sabes. No olvidemos el lugar de cada uno en el mundo...
—Yo soy una asesina criminal, lo sé, y también sé que tú eres un policía y que es tu trabajo llevarme ante la justicia, pero no será posible —afirmó muy convencida —Jack, yo no quiero ir a prisión.
—Eso debiste pensarlo cuando te uniste al bando equivocado —respondí algo enojado.
Soltó un bufido y rodó los ojos.
—Soy consciente de eso, pero es que... Odio con mi corazón ese lugar, es un infierno —habló, desesperada —No me gusta estar encerrada.
Vi algo en su mirada azul que se rompió. Me estaba hablando en serio y no logro comprender por qué ahora quiero saber por qué muestra tanto miedo de ir a la cárcel.
—Yo... —hice una pausa.
—¿Vas a encarcelarme? —preguntó con los ojos cristalizados —Después de que yo te salvé la vida dos veces.
—Estás tratando de manipularme, pero no puedes evitar tu destino, pueda que no sea yo quien te encierre, pero mi tío sí —Murmuré.
—¿Entonces me dejarás escapar? Porque en este mismo instante puedo fugarme de esta ciudad con el dinero que tengo ¿Dejarás que lo haga? Eso te convertiría en un cómplice.
Bajé la mirada, avergonzado con mi gremio por lo que voy a contestarle.
—Nadie lo sabrá —susurré.
—¡¿Es en serio?! —chilló, emocionada. Yo solo asentí —¡Gracias! —se acercó a mi rostro y besó mi mejilla —Tengo que alistarme.
Se puso en pie y buscó sus cosas para luego ponérselas sobre su cuerpo. Mientras tanto en mi mente debatía si era buena idea dejarla escapar o no, se supone que la odio y que merece estar en la cárcel, pero ella no mató a Tooth y no puedo verla como una mujer mala sino como alguien que se dejó manipular por un narcotraficante.
—Espera un segundo... —mencionó ella y volteó a verme —Hay algo más detrás de todo esto ¿verdad? Solo quiero saber una cosa ¿qué cambió en ti para que hoy me permitas estar en libertad?
Elevo la mirada para verla a pocos centímetros de mí.
—Nada en especial —traté de sonar convincente.
—Mientes —susurró cerca de mi rostro —Sientes algo por mí ¿verdad?
Trage saliva y la miré con una ceja enarcada.
—¿Qué te hace pensar eso?
—¡Oh, vamos Jack! —exclamó y agarró mi mentón entre sus dedos —No puedes negarme que sentiste algo en ese beso ardiente que nos dimos.
—Claro que puedo.
—Bien, fingiré que te creo —se alejó de mí.
Sin embargo, quedó rondando su pregunta en mi cabeza ¿habré sentido algo de verdad cuando la besé? No lo sé, estoy más confundido que nunca y temo que sí esté sintiendo algo por ella porque llevamos muy poco de conocernos y... Simplemente no puede ser posible. Pero, ya que le dio inicio a este juego no estaría de más saber qué piensa.
—¿Y tú, sentiste algo con ese beso?...
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