Mil y una razones para odiarte

—¿Hablas tú o hablo yo? —preguntó y se sentó a mi lado.

—Hazlo tú —contesté con una media sonrisa.

Jack pasó una mano por su despeinado cabello blanco y tomó una gran bocanada de aire para empezar a expresarse.

—Es sobre lo que vivimos anoche.

—¿Te arrepientes? —le interrumpí.

Deseé con toda mi alma que su respuesta fuera no, porque de lo contrario esto no debería continuar. Accedimos a dar un paso tan pronto y arrepentirse significa que esta posible relación estará llena de temores e inseguridad.

Él soltó una carcajada que me dejó sorprendida. No esperaba esa reacción de su parte.

—Claro que no —sonrió.

Disimuladamente solté un respiro aliviado, por ahora podemos seguir intentándolo.

Dejé escapar una suave risa para opacar la cara de alivio que tenía al escucharlo decir que no.

—Qué bueno saberlo —rasqué mi nuca, algo nerviosa —Entonces ¿qué es lo que sucede?

—Pues... —hizo una prolongada pausa y desvió la mirada. Noté que estaba inseguro —Creo que fue muy pronto. Yo hace como siete meses que no estaba con alguien y...

—Y yo hace seis años —volví a interrumpirlo.

—¿Qué? —dijo con las cejas elevadas por el asombro.

Reí e hice un aspaviento con mi mano para restarle importancia al asunto de que hace tanto tiempo que alguien no me tocaba, en la cárcel no tenía con quién, estaba rodeada por mujeres, pero no soy lesbiana.

—Olvídalo, solo estaba bromeando —mentí.

—Ok —vaciló —En fin... el punto de todo esto es que... hace seis meses perdí a mi novia y la verdad siento que la he traicionado, que le falté a su memoria.

No lo creo. Que alguien me diga que lo que dijo es mentira. Me cuesta creer que toda su puta incertidumbre sea por esa mujer que ya se murió, de verdad pensé que era algo más importante.

Sin embargo, trato de ser sutil con mi respuesta.

—Ah, era eso —no pude evitar cruzarme de brazos y hacer un gesto de disgusto.

Jack se había quedado viendo hacia un punto en la pared, así que no alcanzó a ver mi rostro enojado.

—Sí. ¿Tú que piensas sobre eso? —volteó a verme.

Descrucé los brazos y sonreí para que pensara que no me importó, aunque por dentro quisiera golpearlo por ser tan imbécil.

Decido pensar bien las cosas y elegir las palabras adecuadas para no arruinarlo tan rápido. Tengo que parecer tranquila y mantener aislada a la Elsa resentida y celosa.

—Yo pienso que... —respiré profundo —no es para tanto, Tooth murió y tenías que buscar a otra mujer, o qué ¿pensabas guardarle luto toda la vida? —enarqué una ceja —además, hubieras pensado eso antes de decidir relacionarte conmigo.

Demonios. No pude retener a la Elsa venenosa, ahora sí ha de estar enojado conmigo, pero es la verdad ¿no?

—De acuerdo, si eso es lo que tú crees, pues ni modo —vaya, parece que lo tomó bien —Te toca, ¿qué querías decirme?

Ahora es mi turno. Tenía pensado contarle todo sobre mi pasado, pero con la estupidez con la que salió ya se me han quitado las ganas, será en otra oportunidad. Resistiré el remordimiento de conciencia otro poco hasta que se me quite el enojo y decida hablar seriamente con él.

Le dejaré marcharse con la incertidumbre de saber yo qué quería realmente, así tendrá que regresar en la noche para averiguarlo.

—Nada —respondí, tajante. Esta vez actué como de verdad me sentía —Es tarde ¿no? Ya deberías irte.

Él frunció el ceño y se levantó de la cama, ahora era él quien estaba enojado. Lo vi colocarse la camisa y los zapatos para acercarse a mí y despedirse.

—¿Quién las entiende a ustedes las mujeres? Son el ser más indescifrable del mundo.

—¿Te espero esta noche? —desvié el tema y lo miré con indiferencia.

—Quizás —contestó y salió como si nada por la puerta del cuarto.

Atrapé una almohada y la lancé contra la puerta, mas que enojada.

—¡Idiota! —grité. Espero que me haya escuchado.

Bufé y me dejé caer sobre el colchón de la cama. Me puse a reflexionar las cosas; no llevamos nada de relación y ya estuvimos juntos y tuvimos nuestra primera pelea como pareja ¿qué vendrá mañana? ¿una traición? espero que no, porque lo busco y lo mato por desgraciado.

Al parecer he ido demasiado lejos al aceptarlo en mi vida, somos muy diferentes y nuestro temperamento no nos ayuda en nada. Un mes y medio será necesario para vivir lo que tengamos que vivir y después jamás volver a vernos.

Cerré los ojos y disfruté de mi soledad, aquella que tanto me ayuda a pensar. Hoy no tengo mucho qué hacer, no quiero ver a mi familia, no tengo que "trabajar" y tampoco tengo a Jack porque se enojó la princesa esa. Sin embargo, desde hace mucho tiempo que he querido ver a alguien.

(...)

—Es por mi culpa que estás aquí. Lo... lo siento mucho —susurro.

Acaricio la estructura de cemento en la que está escrito el nombre de la persona que dio su vida por mí. Me duele en el alma recordarle y tengo ganas de llorar frente a su sepulcro, pero no creo que sea el momento, hay muchas personas a mi alrededor, prefiero esperar a estar sola para vaciar todo mi dolor.

Si tan solo yo hubiera sido fuerte y le hubiera salvado la vida, estaría con su familia viviendo bien, con salud, pero tuvo que cruzarse con Tadashi Hamada, el mismísimo demonio que acabó con su vida de la manera más cruel posible.

—Donde quiera que estés te pido perdón, y espero te encuentres bien —dejé un ramo de flores rojas sobre un florero —Helen... perdón.

Mi querida Helen, el ángel que se arriesgó por mí y fue asesinada por su bondad. Desearía poder verla una última vez y pedirle una y otra vez disculpas, pero no se puede y eso me entristece aún más.

Hace mucho quería verla, pero no había dado con su sepulcro hasta hace unos días, no pude venir a verla por todo lo que me sucedió, pero ahora puedo decirle todo lo que he reservado en mi interior.

—Helen, no sé si te lo dije en vida, pero te agradezco lo que hiciste por mí, deseo que me estés escuchando y que sepas que admiré tu valentía y tú solidaridad para conmigo, mereces el cielo —acaricié su nombre.

Si pudiera hacer algo para traerla de vuelta, no dudaría en hacerlo, pero no me queda más que visitarla y traerle flores.

—No pude conocerte ni hablar contigo, sin embargo, estoy segura que eras una persona increíble, me lo hiciste saber al ayudarme, lastima que eso te trajo la muerte, yo...

—¿Qué haces hablando con mi madre? —una voz femenina me hizo sobresaltar.

Moví mi cabeza hacia esa voz y mis ojos se abrieron de par en par al ver a una chica pelinegra de cabellos violetas frente a mí. Era Gogo la hija de Helen, no lo puedo creer.

Di un paso hacia atrás y parpadeé varias veces para volver a la realidad.

—Responde, Elsa —insistió —¿Qué haces aquí?

—N...nada —titubeo.

—No me creas pendeja, conociste a mi madre ¿verdad? —se cruzó de brazos.

No sé qué decirle. ¿Me atrevo a contarle la verdad o no? quizás ella no me comprenda, pero no será tan fácil mentirle, es bastante astuta y perspicaz.

—Cruzamos palabra un par de veces —me encogí de hombros.

Gogo entre cerró los ojos y me miró de arriba a abajo.

—¿Dónde pudo cruzarse mi madre con alguien como tú? —escupió.

Me quedé temporalmente sin opciones, tenía que saber mentir o esa chica descubriría todo y me metería en problemas con Jack, sé que son mejores amigos y que se cuentan todo, no quiero que arruine nuestro intento de relación.

Me ubico firme frente a ella y no me dejo intimidar por su mirada acusatoria. Levanto una ceja para verme segura y hasta orgullosa.

—No tengo por qué contarte mi vida —afirmé sin titubear.

—Esto involucra a mi madre así que tengo que saber tú por qué la conociste —Continuó con su tono odioso y malhumorado.

—Será en otra oportunidad —señalé y di media vuelta.

Alcancé a dar dos pasos antes que Gogo atrapara mi brazo y me mantuviera a su lado. La volteé a ver y la fulminé con la mirada.

—Habla, asesina —espetó de malos modos.

Me solté de su agarre y la encaré, ya me estaba sacando de quicio esa niña tonta.

—Tu madre trabajó para mi familia, punto —contesté en su mismo tono.

Le dije una media mentira, Helen trabajó para mí y para él que en esa época consideraba mi familia, me refiero a mi difunto esposo.

—Escondes algo —me señaló con su dedo —Y lo voy a descubrir.

Le mostré mi sonrisa más espléndida y le dediqué una fugaz mirada. No es capaz de enterarse de mi vida, muy pocos conocen mi pasado, ella no será una más, tan solo es una tonta policía.

—Adelante, Gogo. Busca lo que tengas que buscar, pero perderás tu tiempo, te lo aseguro.

—Se más de ti de lo que te imaginas, mejor cuídate, querida —habló sarcástica.

—Mejor cuídate tú.

Gogo sonrió, dio media vuelta y se marchó como si nada. Rodé los ojos y me despedí de Helen.

¿Por qué tengo que soportar a personas como esas? y ¿por qué Helen tuvo una hija tan molesta? son preguntas que no les encontraré respuesta nunca.

Jack

—Tiene que estar por aquí —susurré.

Miré nuevamente hacia la puerta de la habitación para vigilar que nadie me descubriera. Lo que estoy haciendo se considera prohibido, pero no he podido soportar la curiosidad de saber algo sobre la persona que tuve entre mis brazos esta mañana.

Quiero saber todo de ella, y por qué de pronto es tierna una conmigo y después se convierte en una víbora venenosa, como lo hizo cuando hablamos esta mañana. Ella debe estar loca o algo por el estilo.

Llevo una hora buscando en los archivadores del departamento el expediente de Elsa, pero no he podido dar con esa carpeta. No me cabe en la cabeza que no tenga uno, al menos de la más pequeña infracción que haya cometido. Cuando nos conocimos manejaba borracha, debió haberlo hecho antes y ser aprendida, creo yo. Sin embargo, no encuentro su nombre por ningún lugar.

Temo que esté cometiendo un error al meterme con ella, no la conozco lo suficiente y ya me he apegado a ella como con ninguna otra, me cautivó muy rápido, pero no quiero llegar a sentir algo más por ella, es peor de lo pensé. Soy consciente que yo decidí estar con ella, pero nada me quita de la cabeza conocer más sobre ella, sus vivencias, sus temores, todo, puede que en un mes y medio lo consiga, pero ella tampoco ayuda.

Quiero saber algo importante sobre ella y me evade con tonterías, si ella no me da la información que quiero yo la buscaré por mi cuenta.

—Elsa, Elsa —vuelvo a buscar su nombre, pero nada.

Terminé golpeando el archivador por la rabia y frustración que sentía en ese momento.

—Jackson Overland, ¿qué haces aquí? —hablaron a mi espalda.

—Mmm, busco algo que necesito para una investigación —respondí, fingiendo tranquilidad —¿Qué haces tú por aquí, Gogo?

Levanté mi mirada hacia ella y noté que tenía la ceja enarcada y que me miraba con burla.

—Pues, yo estaba por ahí y se me ocurrió venir a ver quién merodeaba por aquí y me encontré contigo —me fijé en que estaba siendo algo sarcástica —Y la verdad no creo que necesites venir aquí para hacer tu investigación.

—¿Por qué no? —pregunté sin rodeos.

—Jack, te conozco desde muy joven y sé que esto no es por trabajo, tu estás buscando otra cosa —insinuó.

—¿Ah, sí? y según tú ¿qué estoy buscando? —me crucé de brazos.

—Algo relacionado con esa molesta rubia —ensanchó su sonrisa.

—¿De qué me hablas? —frunci el ceño.

Gogo caminó hasta mí y me dio unas suaves palmaditas en el hombro. Últimamente ha estado actuando de forma extraña.

—Sé que has estado visitándola estos días ¿para qué será? ¿trabajo, probablemente? aunque no lo creo —susurró en mi oído.

Un leve escalofrío bajó por mi espalda, una alerta que envía mi cuerpo. Mordí mi labio y respiré profundo, la idea es mentirle y ya, se aburrirá de molestarme y se irá.

—Estás confundida, yo no me relaciono con criminales —dije lo mas elocuente posible —Ella no es mi tipo, me gustan morenas no rubias.

—No sabes mentir —rió —llevas unos cuantos días a su lado, no lo niegues más.

—Que insistente eres —golpee mi frente con la mano — ya te dije, yo no tengo nada con ella, Norte me lo prohibió y hasta ahora le he obedecido.

—Jack, para ti las órdenes del jefe valen mierda, le has desobedecido muchas veces, una más no te importaría —agregó convencida con mi "supuesta" relación —Y estar con ella a pesar de que te dijo que no suena muy tentador ¿no?

—¿Qué te hace pensar que estoy con ella? —la miré algo enojado.

La pelinegra sacó su teléfono del bolsillo de sus vaqueros y me lo extendió.

—Las fotos no mienten, son evidencias —canturreó.

Miré la pantalla del celular y noté una foto de Elsa y yo tomados de las manos, aquella imagen era de ayer cuando se le ocurrió que saliéramos corriendo a la playa. Gogo me dijo que habían más y todas eran de los dos juntos, la que más me sacó de balance fue una donde nos estábamos besando antes de entrar a la casa; a ella se le dio por besarme y bajarme la capucha de la sudadera, claramente quedó al descubierto mi identidad.

Ahora sí estoy jodido, si esas fotos llegan a manos de mi tío esta vez sí me matará.

—¿De dónde sacaste eso? —le entregué el móvil.

—¿Adivina quién está tras la vigilancia de esa mujer? —sonrió —tu servidora, y un día noté que cierto peliblanco le hacía una visita bastante comprometedora y yo solo conozco un peliblanco: tú —tocó mi pecho con su dedo.

Ya no hay forma de mentirle, no tengo más argumentos, las fotos hablan por sí solas.

—Le entregarás las fotos a mi tío ¿no es cierto? —inquiri, abatido.

—No —suspiró —Tú y yo somos los mejores amigos ¿recuerdas? Jamás te haría esto, solo quiero pedirte que te alejes de ella, te va a lastirmar.

Yo también creo lo mismo, pero no quiero dejarla, mi corazón la anhela y aunque me cueste decirlo mi cuerpo también.

—Puede ser —vacilé.

Giró los ojos.

—Solo espero que no hayas cometido una estupidez.

Desvié la mirada hacia otro lado, para evitar su acusatoria mirada.

—Obvio no —respondí.

—Ay, no. Jackson ¿qué hiciste? —con sus manos me obligó a verle.

Dibujé una media sonrisa en mis labios, no puedo mentirle, a alguien tengo que decirle lo que hice.

—Me acosté con ella —apreté los labios y evité soltar una risa al ver su cara de sorpresa

—¿Tan rápido te engatusó? —asentí —Dime solo una cosa ¿usaron protección?

—Ops, no —respondí, avergonzado.

—¡Pero que pendejo eres! —me pegó en la nuca.

—¡Oye! —me quejé y acaricié la zona afectada —No es para tanto.

—¡Idiota! —volvió a golpearme —¡¿Que no ves que si ella queda embarazada joderá tu vida? ¿En qué estabas pensando?!

—¡Se me olvidó ¿sí?! —respondí en mi defensa.

—¡Claro, la maldita calentura no te dejó pensar! —grito, cabreada —¡Reza para que ella no esté esperando un hijo tuyo! —me empujó por el pecho, dio media vuelta y caminó hacia la puerta.

—Gogo, no estés enojada conmigo, me equivoqué ¿sí? es de humanos hacerlo.

Se detuvo, volteó y sujetó una carpeta sobre sus manos, luego volvió hacia mí y me la entregó a las malas.

—Ten —habló, enojada.

—¿Qué es esto? —pregunté confundido.

—Las mil y una razones para no seguir al lado de Elsa Arendelle —escupió su nombre.

—¿De dónde sacaste esto?

—Llevo investigándola desde que llegó a este lugar y te encantará leer lo que he recopilado de tu amada rubia —Musitó.

—Yo no la amo —le hice saber.

—Pero con lo imbécil que eres no demoras en caer en las manos de esa mujer. Lee esto —tocó la carpeta —y evítate el dolor de cabeza que significa estar a su lado.

Con eso concluyó la conversación y salió por la puerta como alma que lleva el diablo. Yo me quedé con el folder en mis manos y un sin fin de dudas en mi cabeza.

Me senté en una silla frente al escritorio y empecé a leer todo sobre ella.

—Elsa Arendelle, viuda... viuda de hamada...

¿Qué es esto?...

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