Materializar "lo nuestro"
Jack
—¿Cómo fue que terminamos así? —Murmuré, perdido en el color azul de sus ojos. Ella sonreía y me devolvía la mirada con dulzura.
—No lo sé, pero tampoco es que importe —respondió, encogiéndose de hombros y atrapó mi rostro entre sus manos.
Lo siguiente que sentí fueron sus carnosos labios sobre los míos. Continué con el juego de nuestras bocas, dejándome llevar por la sensación placentera de tenerla muy cerca de mi cuerpo. Cada maldito beso me transporta a otro mundo, ese en el que nada tiene relevancia, ni los problemas que me azotan, ni el dolor, nada. Ella ha de tener algún poder sobrenatural, quizás sea una bruja, pero es la más atractiva y seductora del mundo.
Logró convencerme de venir a su casa, con frases que me rompieron por dentro. Me salvó de las garras de la muerte y me acogió entre sus brazos para no dejarme perder en mi propia desdicha. Me doy cuenta que le importo, que a pesar de lo que hemos vivido algo dentro de nosotros nos impulsa a vernos, a hablarnos y hasta besarnos, como ahora.
Por el momento ella estaba recostada contra la pared y sus brazos se ubicaron tras mi cuello, por mi parte dejé caer mis manos sobre su cintura y comencé a acariciarla. Si esto tiene que llegar más lejos, así será, aunque estoy seguro que mañana pueda que me arrepienta. Tomé demasiado y no sé si es el verdadero yo quien actúa o es otra parte de mí que se mantenía escondida en mi interior.
No pude evitarlo y mi instinto me llevó a levantarla del suelo y llevarla entre mis brazos hacia la habitación que teníamos cerca, imagino que es la suya, ya que estamos en su casa. Elsa no se molestó ante mi atrevimiento, es mas, continuó besándome sin parar, hasta que tuvimos que separarnos para poder abrir la puerta.
Sonrió y acarició mis mejillas.
Seguí caminando con ella en brazos. Mi mirada se desvió hacia su escritorio y sonreí cuando algo loco y desesperado se pasó por mi mente. La llevé hasta allá y retiré con mi mano todo lo que encontré sobre la mesa para dejarla caer sobre la superficie de madera y seguir con mi trabajo de disfrutar el sabor de sus labios.
De pronto, sentí sus manos bajo mi camiseta tirando de ella hacia arriba. Entendí su mensaje y me saqué por completo la prenda de vestir y la lancé al suelo. Ella se quedó viendo mi abdomen y pasó una de sus manos por esa zona, enviándome un escalofrío por todo el cuerpo.
Mordió su labio y levantó su mirada hacia mis ojos.
—¿Qué tanto ves? —elevé una ceja.
—Estás buenísimo —soltó sin medir sus palabras.
—Gracias ¿eh? —Sonreí -Tú estás... —le eché un vistazo de arriba a abajo —aceptable —me burlé.
—Idiota —escupió entre risas y golpeó mi pecho con su puño. Sujeté su mano y la besé con cariño.
—De nuevo gracias.
Rodó los ojos e hizo una mueca que me pareció bastante tierna. Volví a sus labios y la comencé a besar despacio, al parecer le encantó porque gimió sobre mi boca y una de sus manos apretó mi brazo. Dejé que las cosas se tornaran... Intensas y convertí ese contacto dulce en algo más salvaje y urgente.
Hace mucho que no estaba con una mujer, la última fue Tooth. Ahora que tengo a Elsa -en realidad ella me cautivó a mí -todo es diferente. El sabor de sus labios es embriagante y te hace querer más de ella.
Tanta ropa encima me pareció molesto por lo que se me ocurrió soltar los botones de su camisa hasta que por fin pude sacarle esa horrenda cosa del cuerpo y poder ver más de su piel blanca y hasta poder tocar. Ya la había visto así antes, pero desde lejos, cerca se ve más hermosa.
Definitivamente esto no tiene vuelta atrás, si ella no me detiene terminaremos... Como terminarían un par de personas deseosas de amor. Sin embargo, en ningún momento ella me hizo detener, al parecer lo estaba disfrutando igual que yo.
Decidí levantarla de nuevo y esta vez dejarla caer sobre la inmensa cama. Sin ninguna molestia me coloqué encima suyo y repartí besos por su cuello y hombros. Escuché su risa traviesa en mis oídos y sentí sus manos tocando mi espalda.
Regresé mi mirada a su rostro y a las marcas que tenía en las mejillas, aquellas de las que todavía no conozco la procedencia. Luego, bajé hasta su boca, la tenía entre abierta, mostrando que estaba jadeante y que su respiración era incontrolable al igual que la mía.
¿Debería detenerme? Pero, no hay quién me lo impida, ni ella ni mi subconsciente, ni el destino, nadie. Puedo mandar todo a la mierda y dejar a un lado la duda, amarla toda la noche y arrepentirme mañana, o parar y no arrepentirme de nada.
Me parece más atractiva la primera idea.
Acaricié sus mejillas y seguí dejando besos por su cuerpo, sin embargo, en algún momento que pasé por alto, ella terminó girando su cuerpo hasta quedar encima de mí. La visión de su cuerpo era espectacular desde abajo.
Pero, todo fue a la mierda cuando detuvo el juego erótico que estábamos teniendo para hablar y soltar la frase que apagó el fuego entre nosotros.
—¿No crees que vamos demasiado rápido?
Me quedé pensando la respuesta y es que... Si lo pienso mejor y logro meditarlo unos minutos, no conozco a Elsa, solo sé que es una criminal y que no debería meterme con ella, Norte me dejó prohibido entablar una relación con ella, pero es la segunda oportunidad que por poco y hacemos el amor, es confuso.
Por otro lado, no acostumbro a acostarme con alguien sin sentir por lo menos algo por esa persona, con la esposa de Hans lo hice, pero porque estaba borracho, y... Es que ahora lo estoy, pero creo que por ella sí siento algo. Maldición, ni siquiera puedo ordenar mis ideas.
—Sí —afirmé al darme cuenta que me estaba dejando llevar por mi animal interior.
Elsa se quitó de mi cuerpo y se dejó caer sobre la cama. Suspiró y dirigió su mirada hacia el techo.
—¿Esto está bien? —preguntó.
—¿De qué hablas?
—De... —dudó —de lo que tenemos.
—¿Lo nuestro tiene algún nombre? —se me ocurrió preguntar.
—¿Qué viene siendo "lo nuestro"?
—Buena pregunta —dejé escapar una carcajada —Se supone que somos contrincantes, tú una delincuente yo un policía, pero hace mucho dejamos a un lado nuestros trabajos. Hemos tenido encuentros clandestinos que no han terminado en... Lo que tú sabes. Entonces ¿somos amantes?
—Amantes —repitió mas para ella que para mí —Creo que somos un par de locos que todavía no saben qué quieren realmente o si se quieren de verdad ¿no lo crees? —volteó a verme.
—Puede ser —vacilé —¿Nos queremos?
—Querer, no lo sé. Tú me importas ¿eso cuenta?
—Quizás —me encogí de hombros —Tú me interesas bastante y me tienes bajo tu control como una hechicera —sonrió —¿Eso cuenta?
—Mmm —colocó los dedos sobre su mentón —pienso que sí. Aunque, comenzamos mal ¿no?
Dibujé una sonrisa al recordar nuestro primer encuentro, fue distinto al que he tenido con otras mujeres. Ella me atropelló con su auto estando borracha, eso jamás podré olvidarlo ni tampoco la segunda vez que nos vimos en ese edificio cuando por poco y nos matamos el uno al otro. Lo nuestro comenzó de una forma poco común.
—Bastante mal, pero mira en lo que hemos terminado —Murmuré.
—Sí, casi que hacemos el amor...
—A pesar de que dijiste que no lo hacías con policías —recordé lo que insinuó en la celda del departamento de policía.
—Tienes razón —respondió con una sonrisa en su boca —Solo me queda una duda ¿lo nuestro se va a materializar? ¿Tendrá nombre? —giró su cuerpo por completo y colocó una mano como soporte para su cabeza, luego pasó la otra por mi brazo.
Es ahí cuando empiezo a pensar con la cabeza hecha un desastre, acabo de salir de una crisis existencial para enfrentarme al reto más loco que he tenido; más que las misiones arriesgadas que he tenido, decidir a dónde llevar una relación.
—¿Tú quieres que se materialice? —quise saber.
—Tengo un mes y medio para estar contigo. No tengo nada qué perder —ensanchó su sonrisa —¿Te apetece una relación tan corta?
—Habrá que intentarlo —acepté sin pensarlo —Solo que pueda que te diga que sí hoy, pero que lo olvide mañana.
—No hay problema, te haré un recordatorio. Dame tu teléfono —extendió una de sus manos, saqué el aparato y se lo entregué desbloqueado —Escribiré en las notas lo que has dicho, ¿algún comentario adicional?
—De hecho sí, que lo nuestro se quede en estas cuatro paredes, nadie debe saber que lo vamos a intentar —mencioné.
Noté como digitaba mis palabras en el celular con un gesto concentrado. Esto parecía una contrato, no estoy en las condiciones para redactarlo pero ella se ve interesada en continuar con esto.
—Listo. Queda guardado que de ahora en adelante tratarás de tener una relación con Elsa Arendelle a pesar de que ella te saque de quicio —anunció y apagó mi móvil.
No quiso entregármelo sino que lo dejó sobre la mesa de noche, luego se acostó a mi lado y se acurrucó en mi pecho, no se me ocurrió mas que pasar un brazo por su cintura. Ella cubrió nuestros cuerpos semidesnudos con una sábana y volvió a su lugar. Parecíamos un pareja común y corriente, pero esto que vamos a tener seguro será diferente que cualquier relación que hayamos tenido antes.
—Yo no prometí eso último.
—Son las letras pequeñas del contrato —ella pensaba lo mismo que yo.
Por inercia comencé a juguetear con sus cabellos rubios, mientras que me perdía en mis pensamientos. En el sentido de tener algo con ella, quizás me traiga puros problemas aceptarla a mi lado, los dos somos de carácter fuerte y algunas veces bastante violentos.
—Oye, Jack.
—Dime.
—Recuerdo que alguna vez te llamaron Jack Frost ¿de dónde salió ese apodo? —susurró.
Vaya, es hora de recordar un momento tortuoso en mi vida.
Llené mis pulmones de oxígeno y empecé a hablar.
—Pitch Black realiza una prueba de iniciación a su nuevo sicario, debieron hacerte una ¿no? —asintió con la cabeza —La mía fue algo extraña —hice una pausa —Al maldito ese se le ocurrió dejarme en un cuarto congelado y me pidió que sobreviviera atado a una silla.
Elsa se movió con rapidez hasta quedar cerca de mi rostro con el rostro contraído en una mueca de sorpresa.
—Está demente. ¿Cómo se atrevió a hacerte eso? Malnacido —dejó un casto beso en mis labios —Pero, bueno ¿qué pasó después?
—Aguanté un día entero en esa habitación y me gané un puesto privilegiado en su organización, aunque por poco muero de hipotermia —reí, ella me fulminó con la mirada —Hey, no me mires así, sabes que me da gracia recordar las cosas raras que me suceden.
Rodó los ojos e hizo un aspaviento con su mano para que continuara.
—Entonces a Eugene se le ocurrió el sobrenombre de Jack Frost, pocos conocen eso de mí —le guiñe un ojo —Y la Reina de las Nieves ¿de dónde salió?
Su gesto se torció en una horrible mueca. Desvió la mirada y se acostó por completo sobre la cama. Aquel movimiento lo he considerado como una evasiva de su parte.
Escuché un sonoro suspiro que se escapó de sus labios rojos. Pasaron unos cuantos minutos hasta que decidió hablar.
—Es una larga historia, te la puedo contar despúes, ahora lo más conveniente es dormir, mañana tenemos que... Trabajar —hizo una pausa —Me queda poco tiempo y no he progresado lo suficiente en la captura de Black.
—Así me sentía yo antes, cuando todavía tenía esa misión a mi cargo —solté, decepcionado conmigo mismo, me faltó coraje para lograr mi meta, pero ya no importa.
Resulta muy aburrido perseguir a tontos ladrones por las calles de una simple ciudad, era fascinante vivir en casa del lobo, robando su información para traicionarlo, pero todo se fue a la mierda, sin embargo, durante estas semanas he estado investigando sobre el traidor de la policía. Hablé con todos mis compañeros para saber si sabían algo, pero no conseguí nada. Esto solo me hace ambicionar la verdad y enfrentar al maldito cabrón que ha estado saboteando las misiones.
La verdad es que ahora que lo pienso mejor, estoy buscando motivaciones en mi vida para seguir luchando por ella, descubrir al traidor, tratar de hacer algo bien, en fin, pero creo que ha llegado un nuevo motivo para no morir, es ella. Me salvó de una muerte segura e hizo lo que tanto tiempo esperaba: abrazarme, ella me regresó a la vida y con eso de que vamos a estar juntos las cosas cambiarán, eso espero.
Volteo a verla y sonrío. Ella notó que la estaba viendo y también sonrió, pero aquel gesto no tocó sus ojos, entonces no era verdadera.
—¿Sucede algo? —pasé una mano por sus mejilla.
—Lo siento tanto —susurró a mi lado.
Noté en su mirada un deje de tristeza bastante particular. No entiendo qué pudo haberle sucedido.
—¿Por qué? —pregunté algo confundido.
—Por arruinar tu vida, tu trabajo y... —tomó aire por la nariz —por todo lo demás.
No se me ocurrió nada más que sonreir y atrapar su mano entre la mía.
—No pienses en eso. Las disculpas sobran, yo no he progresado por cuestiones de suerte, no es tu culpa —le apreté la mano —No puedo negar que sí me diste muchos dolores de cabeza, pero, pues ya no tiene mucha importancia, con tus buenas obras para conmigo has borrado todo lo malo que pensaba de ti.
—¿Es en serio? —elevó las cejas, asombrada.
—Sí.
—¿Y qué me asegura que lo que dices hoy no se te olvidará mañana? —enarcó una ceja, ecéptica.
—Anótalo en mi teléfono por si no crees que lo recordaré. Aunque, la verdad es que no estoy tan ebrio como para olvidar lo que te he dicho.
—Mmm, te creeré solo esta vez —dibujó una sonrisa en su boca.
Me levanté un poco y le di un beso en los labios que no duró mucho tiempo, pero que se sintió increíble, luego la atraje hasta mí y la abracé a mi cuerpo. Espero esto no sea un sueño porque no quiero despertar jamás y enfrentarme a la mierda que tengo por vida.
(...)
Despierto con un dolor de cabeza insoportable que me hace querer darme un disparo justo donde duele. El mundo me da vueltas y me han dado naúseas, hace mucho que no tomaba tanto y ahora me está pasando factura.
Coloco mis manos sobre mis sienes y respiro profundo para tratar de relajarme, pero no funciona para nada. Cuando por fin siento que puedo levantarme lo hago y observo que ella no está a mi lado. Miro en mi celular que son las ocho de la mañana y que ya voy tarde al trabajo, Norte no tolera la impuntualidad.
Recojo mi camisa y mis zapatos y me visto lo más rápido que puedo, debo volver a casa, darme una ducha, cambiarme y tomar algo para que no se sienta mi aliento de borracho.
—¿Ya te vas? —oí su voz a mi espalda, me giré y la observé, ya estaba organizada, bañada y peinada para salir.
—¿Por qué no me levantaste? Vamos a llegar tarde.
Me respondió con una carcajada. La fulminé con la mirada.
—Oye, relájate, hoy es sábado entramos a trabajar más tarde.
Solté un suspiro aliviado, olvidé qué día era hoy, pero que bueno que tengo tiempo para arreglarme.
—Tengo que irme.
—Entiendo, no hay problema. Yo también debo salir, mi madre quiere verme y aprovecharé esta hora que queda para visitarla —me explicó —¿Vendrás esta noche?
—Mmm —dudé —Hoy no podrá ser, pero seguro mañana sí ¿no te molesta?
Negó con la cabeza.
—De ninguna manera, puedes venir cuando quieras.
Me acerqué a su lado y le di un beso en la frente.
—Nos veremos más tarde ¿sí? —enarqué una ceja.
Pasó los brazos tras mi cuello y sonrió.
—Ten cuidado al salir. Recuerda que nadie debe saber que estás aquí, tú mismo lo has dicho —peinó con sus dedos mi cabello.
—Oh, lo había olvidado —respondí y me miró mal. Me encogí de hombros —Espero que nadie me haya visto entrar aquí.
—Sí, o tendremos problemas.
—Adíos. Y cuídate te deben estar buscando los hombres de Black, eres una traidora.
—A ti también te deben estar buscando porque también lo eres —apretó mi mejilla.
Rodé los ojos y me separé de ella, luego salí por la puerta trantando de no llamar la atención. De verdad espero que nadie nos haya visto, por mi bien y también por el de ella...
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